No han recibido apoyo a ocho meses de Otis, aseguran damnificados

Texto y foto: Jesús Guerrero

Lunes 24 de junio de 2024
Acapulco

El empresario Enrique Meza Montano, damnificado del huracán Otis evacuado a Guadalajara por padecer una discapacidad, escribió por Facebook a la titular de la Secretaría del Bienestar, Ariadna Montiel Reyes, el 27 de noviembre de 2023, para explicarle su situación, con datos personales, número telefónico e incluso un video que grabó encerrado en el baño de su casa en plena devastación.

Según comenta, le dio mucho gusto que ese mismo día, le contestaron en la cuenta personal de la funcionaria: ¿Me puedes pasar referencias de tu domicilio?

Él respondió de inmediato; y junto con el domicilio, envió todas sus referencias, fotografías y videos de las afectaciones de su vivienda.

En entrevista con Amapola, Periodismo Transgresor, expone: «A mí me dio mucho gusto que me haya contestado Ariadna Montiel, a quien luego le escribí todas mis referencias, de los daños de mi casa y mi negocio».

Este lunes 24 de junio se cumplen ocho meses del huracán Otis, y no ha recibido ningún apoyo del gobierno federal, a pesar de que se registró en tiempo y forma a través de la Línea de Bienestar el 6 de diciembre de 2023, señala Enrique.

«Fui a los módulos de registro los días 11 y 12 de enero y no me aceptaron mi documentación, porque según ya estaba en la lista de los beneficiados. Y el 25 de ese mismo mes, volví a llamar (al Bienestar) y me dijeron que mis datos ya estaban registrados y que se iba a levantar un reporte de que todavía no me habían contactado», detalla.

Menciona que el 23 de febrero, de nuevo llamó por teléfono a la Secretaría del Bienestar, para hacer el reporte de que todavía no lo habían contactado para entregarle los apoyos.

«Ya pasaron ocho meses y todavía no me han censado; y nunca han verificado los daños que sufrí en mi negocio y en mi casa», señala el empresario.

Asegura que durante todo estos meses, muchas familias que nunca fueron censadas para que les entreguen los beneficios, se aglutinaron en una organización denominada «No Censados Acapulco Otis».

El 3 de abril, una comisión representativa de 3,889 personas de diversos puntos de Acapulco que sufrieron pérdidas materiales y, algunos, la muerte de familiares, durante el huracán Otis, y que siguen esperando apoyo, acudieron al palacio nacional, en la Ciudad de México, para entregar un escrito dirigido al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la titular del Bienestar, Ariadna Montiel.

Enrique Meza, quien es vocero de «No Censados Acapulco Otis», especifica que en el escrito que ya tiene en sus manos la oficina de la presidencia de la República, le detallan los nombres de las 3,889 familias de Acapulco que se registraron en la línea del Bienestar y en los módulos que se instalaron en distintos puntos del puerto.

«Las familias damnificadas tienen documentación y hasta videos de cómo comprobar los daños que sufrieron en sus viviendas o negocios», afirma Enrique Meza, pero sostiene que ninguno de los 3,889 registrados ha sido censado.

Enrique Meza recuerda que a iniciativa del grupo «No censados Acapulco Otis», se recopiló un número de 6,888 personas, pero solamente 3,889 tienen documentos que avalan su registro ante el Bienestar.

Las familias damnificadas por Otis piden los apoyos del programa de emergencia humanitaria implementado por el gobierno federal, como la reconstrucción de viviendas y entrega de enseres.

La agrupación tiene una cuenta en Facebook en la que cada uno de los afectados narra lo que vivió la noche del huracán, el 24 de octubre de 2023, y las consecuencias que hasta la fecha padecen tanto materiales como emocionales.

«Yo invito a la ciudadanía a que se meta a esta página para que escuche de viva voz a la gente que sigue sin recibir ayuda del gobierno federal», exhorta Enrique Meza.

«Estamos en una situación crítica, ya viene el tiempo de lluvias y no hay pagos para la reconstrucción de la casa y no tenemos ayuda económica ya que la mayoría de la gente es de la tercera edad», escribió en la cuenta grupal, alguien llamado Manuel Rojas.

Luego, él mismo reclama: «¿y dónde está el dicho que primero los pobres?

Sonia Estrada, otra de las damnificadas, escribió el pasado 10 de mayo la experiencia que tuvo con un funcionario de la Secretaría del Bienestar, vía mensaje de texto.

Afirma que esta persona (del Bienestar) le pide que le marque y ella lo hace, pero le contesta una mujer.

«Me contestó una mujer y le dije que me había llegado un mensaje de texto en el que dice que le de mi número (telefónico) y el del folio», escribió Sonia, quien describe la conversación con la persona de el Bienestar que la atendió.
Ella: ¿tiene el folio?

 

Yo: Si

Ella: Démelo

Yo: Sí, a donde se lo llevo, porque por obvias razones vía telefónica no se lo iba a dar. En ese momento me cuelga la llamada.

Sonia Estrada relató que ese mismo día habló vía telefónica con un hombre del Bienestar, quien le dijo que le hablara en un tiempo de 10 minutos, pero ya no se comunicó.

La damnificada por el Otis, mencionó que detectó que el número telefónico del que le marcaron era del estado de Tamaulipas.

Enrique Meza expone que el 4 de abril, la Unidad de Vinculación Interinstitucional de la Secretaría del Bienestar les contestó que derivado de la petición que le hicieron a la oficina de la presidencia, su solicitud les será contestada por la delegación de esta dependencia en Guerrero.

«Es menester mencionar que la nueva política del Bienestar, instruida por el presidente de la República, de fecha 14 de febrero de 2019, establece que todos los apoyos para el bienestar del pueblo se entregarán de manera directa a los beneficiarios, sin intermediarios», se lee en el documento que recibieron los «No Censados Acapulco Otis», por parte de la Secretaría del Bienestar.

«Nosotros lo que estamos pidiendo es que vengan a verificar nuestros datos y nos den nuestros apoyos de manera directa; y no queremos que esos apoyos se les den a uno o a dos personas en representación de todos», advierte Enrique Meza.

Asegura que se habló vía telefónica con un funcionario de la delegación estatal de Bienestar en Guerrero que tampoco dio respuesta.

Las familias damnificadas por Otis que no han recibido el apoyo han realizado movilizaciones, pero el delegado estatal del Bienestar, Iván Hernández Díaz, ha dicho que el grupo de inconformes no son de Acapulco, y como consecuencia no fueron afectados por el huracán.

«Iván Hernández, aparte de que nos denosta de que somos gente de fuera, también miente cuando asegura que ninguna familia damnificada por el Otis quedó fuera de los apoyos», denuncia Enrique Meza.
Reprocha que en su caso, ni como empresario ha recibido un apoyo, y que en estos ocho meses después de Otis ha estado sobreviviendo con muchas dificultades económicas.

Su bar, ubicado en la calle Jesús Carranza, en el zócalo de este puerto, fue saqueado dos días después del Otis, asegura.

Expone que el gobierno federal también lo ha excluido de estos apoyos, pese a que la dirigencia de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios Turísticos (Canaco-Servitur) lo inscribió en la lista de afectados.

Pero hasta este mes de mayo, solamente les estaban entregando estos apoyos a los restauranteros y hoteleros, precisa.

Enrique Meza menciona que desde que nació sufre una displasia ectodérmica y no puede exponerse a altas temperaturas porque le pueden provocar un derrame cerebral.

«Fue por mi enfermedad que fui evacuado poco días después del huracán en un avión hacia la Ciudad de México; y después, mis familiares me fueron a recoger para llevarme a Guadalajara. Y allá me enteré de los apoyos que iba a entregar el gobierno federal a los damnificados», relata el empresario acapulqueño.

Explica que desde que reabrió su negocio, vive en la casa de un familiar en el Fraccionamiento Costa Azul, a donde después de cerrar su establecimiento, a las dos de la madrugada, se va caminando casi hasta el Asta Bandera, en la Costera Miguel Alemán.

«Camino más de dos kilómetros para llegar a ese punto de la (Costera) Miguel Alemán para tomar un taxi colectivo. Y, pues, tengo que hacerlo pese a los riesgos que implica andar solo en la madrugada en estas calles del puerto», lamenta Enrique Meza.

Otis: un censo a la medida de un huracán categoría 5

Texto: Marlén Castro

Foto: Cortesía Javier Iván Aranda Macedo

24 de abril del 2024

Chilpancingo

Cuando uno está así de cansado, platica con uno mismo, porque ni ganas hay de gastar energía en jalar aire para sacar las palabras. Para que me escuchen, tengo que jalar más aire para hablar más fuerte. Mejor me grito solo hacia dentro de mí: “¡Iván! ¡Iván!Aguanta ya estás por llegar. Te espera el cuerpo tibio de Erika, su olor en las sábanas. Los besos de tus hijos. Sobre todo, acuérdate de ellos. Si te duermes ya no los vas a abrazar. Quiero cerrar los ojos para que el dolor se vaya. Los muertos ya no sienten nada y sería bueno no sentir este dolor desde abajo del cuello hasta la altura del coxis, también en las pantorrillas, en los talones, en los dedos. Me hormiguea todo el cuerpo y siento que cargo una losa que me aplasta y me hunde en el suelo. Oigo los ronquidos de no sé quién. Quisiera tener la misma libertad de dormirme. No por el cansancio;por el dolor. Quiero dormirme para no sentir el dolor, y es el dolor el que me ha mantenido vivo todos estos días, en realidad, semanas. Tres semanas. Llevamos tres semanas. No quiero pensar en todos estos días agotadores, porque siento que el dolor del cuerpo arrecia. No quiero pensar. No pienses en eso, me digo. No pienses. No pienses. Luego cambio de parecer. Si ya no pienso, me duermo. Así que sí pienso. Pienso en todos esos pinches cerros pelones, en los árboles caídos, en la gente que duerme en sus casas sin techos, sin puertas, sin ventanas; en sus caras cuando les damos nuestros desayunos. Algunos tenían dos o tres días sin haber comido algo.Veo la entrada a Chilpancingo. Llegamos. Hoy llegamos. ¿Mañana llegaremos? Espero que sí.

 

17 de noviembre del 2023

El color moreno de Jorge Iván Aranda Macedo (32 años) se acentuó en estas tres semanas en Acapulco. Va y viene todos los días. Sale a las seis de la mañana y regresa alrededor de las nueve de la noche. Además de encabezar a un grupo de encuestadores que recorren las colonias devastadas de Acapulco, Jorge Iván tiene la misión demanejar un vehículo de la Secretaría del Bienestar, en el que viajan otras cuatro personas.

El 17 de noviembre, Jorge Iván sintió que ya no podía más. Su cuerpo se acalambró y un sudor frío recorrió su cuerpo castigado, desde el cuello hasta los pies. Se le quedó un hormigueo en los hombros, en la cintura, en las pantorrillas, en la planta de los pies. Un hormigueo que por ratos sentía que no lo dejaría caminar más. También se acentuó la molestia en el ojo izquierdo. Al principio pensó que era una partícula de ese polvo que flota en Acapulco y que llega a meterse en las fosas nasales y les reseca la boca, la garganta, los ojos. Pero no. Al paso de los días, ya sabe que no es un polvo que se le quedó en las cuencas resecas de los ojos. Creció y empaña su vista. Ya fue al oftalmólogo y ahora sabe que ese bultito es carnosidad y le salió por los rayos del sol. Ha estado días completos bajo el sol, sin guarecerse bajo una sombra de nada, porque no hay palmeras, no hay árboles, no hay casas con techos. Puro sol, intenso y quemante.

 

27 de octubre del 2023

Desde la mañana del 25 de octubre, Jorge Iván recibió la orden de acuartelarse en el auditorio Sentimientos de la Nación, en Chilpancingo. Esa mañana salió a trabajar para censar a un grupo de adultos mayores. Le hablaron de la oficina, con la orden de que dejara cualquier cosa que estuviera haciendo. Obedeció de inmediato. Llegó al lugar indicado y poco a poco llegaron los demás servidores de la nación, nombre que tiene el grupo de trabajadores de la Secretaría del Bienestar que manejan los programas sociales del gobierno federal.

La noche anterior, Jorge Iván se fue a dormir con la noticia de que un huracán tocaría tierra en Acapulco. Cuando se levantó, se ocupó de tareas domésticas y dejó las noticias para después.  No sabía bien cómo amaneció la gente de Acapulco, porque la comunicación con el puerto se cayó desde la noche. La orden fue que esperaran en el auditorio para salir hacia Acapulco en cualquier momento, apenas tuvieran noticias concretas. También porque en el auditorio esperarían la llegada de la secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel Reyes, quien llegaría a coordinar el programa de apoyo para los acapulqueños.

Ariadna Montiel llegó hasta el jueves 26. La noche del 25, conocieron algunas noticias de los daños que dejó el huracán Otis, entre ellas, que no tenían comparación con otros fenómenos anteriores; por ejemplo, no había acceso por la Autopista del Sol ni por la carretera federal, igual como cuando pasó el huracán Paulina, en 1997. La gente de la capital no tenía noticias de sus familiares en Acapulco, porque la comunicación seguía rota. Circularon algunos videos por las redes sociales. Esos videos pintaron una catástrofe.

El jueves muy temprano en una caravana formada de unas 200 camionetas, llegó Ariadna Montiel, acompañada de las delegadas y delegados estatales del Bienestar de: la Ciudad de México, Estefanía Correa García; de Morelos, José Isaías López Rodríguez; de Puebla, Vida Inés Vargas Cuanalo, y de Guerrero, Iván Hernández Díaz, entre otros delegados de 25 estados, además de sus equipos.

Ese día, Jorge Iván, junto a 500 servidores de la nación, recibió una capacitación intensa para censar a las familias afectadas del huracán Otis. La idea era que tan pronto como recibieran la capacitación, se irían a Acapulco a alcanzar a la secretaria. Ariadna Montiel y su equipo en la Secretaría del Bienestar salieron antes, como avanzada. Ella avisaría para que los demás los alcanzaran. Al cabo de seis horas, Ariadna Montiel y su equipo regresaron con la noticia de que no pudieron pasar por la Autopista del Sol ni por la carretera federal; ambas vías estaban taponadas por árboles y lodo. Se podía pasar con maquinaria que fuera por delante para limpiar la vía.

El viernes a las seis de la mañana, partieron unas 250 camionetas de Chilpancingo hacia Acapulco. Ahora sí, por fin, llegaron.

 

Barra Vieja, por fin llega la ayuda

El primer día que nos fuimos a Acapulco en caravana, yo me fui manejando una de las 250 camionetas. Sentíamos una especie de ansiedad por llegar, ver de qué tamaño eran los daños y dar la ayuda que, seguramente, esperaba la gente desde el miércoles. No fue fácil llegar. Nos deteníamos mucho mientras se habilitaba el camino. Hicimos unas seis horas de trayecto.

Ninguno de nosotros estábamos preparados para enfrentar lo que vimos. Los pensamientos más catastróficos se quedaron cortos frente a lo que hallamos. No había nada de vegetación, absolutamente todas las construcciones que topábamos estaban dañadas, sin techos, sin ventanas, sin puertas, otras sin parte de las paredes. Lo más impresionante era ver cómo estaba la gente. Caminaba como sin voluntad. Se te acercaban a ver si uno llevaba ayuda.

La primera zona que atendimos fue la de Barra Vieja y la secretaria Ariadna Montiel iba al frente. Ahí empezó el censo del bienestar. Llegamos a la cancha techada, fuimos a buscar al comisario para que supiera quiénes éramos y a que íbamos. El comisario nos puso al tanto. Era desolador el resultado. Muchas viviendas se cayeron y la gente durmió esos días, miércoles y jueves, dentro de lo que quedó de sus casas, o si no había forma ni de meterse, por los destrozos, afuera de lo que eran sus viviendas; también para cuidar sus pertenencias. Ya había habido saqueos en varias tiendas y temían que cuando las tiendas quedaran vacías robaran en las casas. Cuando nosotros llegamos, para es muy importante que se sepa, ya había gente de la Comisión Federal de Electricidad levantando postes caídos. Nunca tuve tiempo de preguntarles a ellos cómo llegaron tan pronto, antes que todos los que llegamos a ayudar. Por todos lados había desolación. La gente caminaba como ida de sí. Caminaba para hallar agua para tomar. Eso fue lo primero que nos dijeron con ansiedad: “¿Traen agua?”. Estaban deshidratados, insolados y hambrientos.

Todos los que íbamos en la caravana nos repartimos el trabajo para el censo. A me tocó guiar a un grupo que venía de la Ciudad de México; todos los que estábamos en Guerrero, no nos tocó censar, nos tocó guiar. Era una medida para evitar que favoreciéramos a unos, y a otros los relegáramos. Fue lo que supimos. Porque los que éramos de aquí, probablemente, hallaríamos familia, amistades o algún conocido; entonces, nosotros sólo guiamos. A mi equipo, lo primero que nos tocó censar fue un fraccionamiento cerca del Forum Imperial. Era un fraccionamiento de clase media. Me impresionaron los daños a esas casas tan bonitas, pero más las barricadas y los vecinos con machetes y palos para defender su patrimonio.

Cuando nos vieron y supieron de dónde íbamos y que llevábamos víveres, algunos lloraron, porque por fin veían ayuda. Estaban solos. Fueron muchos días que en varios lugares estuvieron así, sin recibir nada. Yo hasta los ocho días empecé a ver a funcionarios del gobierno estatal; a veces del gobierno municipal. Ocho días después del huracán.

En esa zona, había casas a las que sólo les quedaron alguno que otro de sus muebles mojados. Los vecinos que tenían sus casas en mejores condiciones les daban hospedaje. Fue triste ver a tanta gente desolada porque absolutamente todo lo que era su patrimonio lo perdió.

 

Screenshot

Aunque nosotros sólo íbamos para censarlos, cuando llegábamos la gente sentía esperanza, alivio. Creo que eso nos motivaba a todos a seguir a pesar de las jornadas extenuantes y los males que nos aquejaban. El censo fue agotador para todos nosotros y yo creo que quienes participamos en este trabajo ya no somos las mismas personas. Cambiamos. Desafortunadamente en enero se accidentaron tres de los que participábamos en este censo. Yo no los conocí. No había manera de que nos conociéramos todos. Al principio éramos dos mil quinientos haciendo censos y en algún momento llegamos a ser hasta cuatro mil quinientos. Imposible quenos conociéramos. Los que se murieron en el accidente justo cuando iban a Acapulco eran de la delegación de Veracruz. Pero a todos nos afectó, aunque no los conociéramos. Fue una perdida muy dolorosa aún sin haberlos conocido.

 

Una cena de Año Nuevo

Ni en navidad ni en Año Nuevo, Jorge Iván descansó de ir a censar. Lo único que cambio es que regresaron más temprano para estar más tiempo con sus familias. Para diciembre, dos meses después de Otis, los servidores de la nación regresaban a Chilpancingo alrededor de las seis o siete de la noche. En navidad les dieron permiso de interrumpir las labores del censo más temprano. Aunque sabían bien que otro día repondrán ese tiempo, porque su obligación fue hacer 25 censos diarios. Si un día se retrasaban, al siguiente tenían que reponerse, trabajar más rápido, llegar más temprano o irse más noche, o no descansar ni para comer.

Cuando Jorge Iván dejó a sus compañeros en la Unidad Deportiva Chilpancingo, sintió pena por sus compañeros de otros estados. Pasarían ahí la navidad. También pasaron ahí Año Nuevo. A ningún trabajador le dieron permiso de irse a sus casas a pasar las fechas con su familia. La secretaria Ariadna Montiel Reyes se quedó en Chilpancingo en una carpa de la Unidad Deportiva, al sur de Chilpancingo, a esperar la navidad la noche del 24, y el nuevo año, el 31.

Ariadna Montiel pidió pavo para cenar, y muy temprano después de abrazarse por el Año Nuevo se fueron a dormir. A las seis del día siguiente, salieron de nuevo a Acapulco.

El censo

El censo en el que participamos, en los primeros días unas dos mil quinientas personas, fue algo que no se había hecho jamás y espero que no haya necesidad de volver a hacer algo igual; que no pase otro Otis jamás. En el momento más intenso de este trabajoestuvimos en Acapulco unas cuatro mil personas censando. Íbamos y veníamos de Chilpancingo a Acapulco. Terminamos censando a trescientos cuarenta y cinco mil familias. Fue algo intenso, a lo que uno no le veía el fin. Varios de nosotros nos enfermamos de males estomacales, algunos gravemente; otros por la deshidratación y falta de comida. No es que no nos dieran de comer, pero muchos de nosotros regalábamos nuestro luch a la gente que censábamos. Los veíamos que no habían comido y se los dábamos. Decíamos: “Bueno, cuando lleguemos a nuestras casas vamos a comer; ellos no, aquí se quedan”. Y no es que fuera mucho el desayuno que llevábamos, era un atún, galletas, agua y a veces una fruta. Fueron tres semanas muy duras, comíamos algo hasta muy tarde, casi de noche.

Yo tengo la certeza de que no se dejó a ninguna familia sin censar. Peinamos cada zona de arriba abajo. Fue la indicación y eso hicimos. Cada familia, dependiendo del daño, recibió de treinta y cinco mil a sesenta mil para arreglar su casa. Y si eran dueños de algún negocio, también recibió esas mismas cantidades. Yo hice las cuentas. Cada familia, como parte del apoyo, recibió alrededor de doscientos mil pesos. Hubo gente que lo aprovechó bien y no sólo arregló su casa de los destrozos, sino que la dejó mejor de como estaba. Quien hizo eso, empleó bien el dinero que recibió. Pero también hubo gente que no lo invirtió en donde debía. Esa gente va a lamentarlo y padecerlo más adelante.

No sólo recibieron apoyo para arreglar sus casas o sus negocios también un cupón de trece despensas, una por semana; es decir,durante tres meses, recibieron aceite, huevos, leche, arroz, frijol, atún, sardina, galletas, azúcar, su paquete de agua y una tarjeta de quinientos pesos que podían usar para comprar cualquier cosa en tiendas departamentales. El paquete de enseres domésticos: refrigerador, estufa, colchón, vajilla y licuadora.

Vi a la gente agradecer todo este apoyo, pero también escuché de ellos que hubieran preferido mil veces no vivir nada parecido a lo que Otis representa. Tengo la certeza de que, a nadie, jamás se le va a olvidar este huracán. Yo no lo viví, sólo vi sus efectos, pero ojalá nunca volvamos a tener un trabajo así. Yo no quiero volver a sentir este cansancio que me reventaba por dentro. Sigo cansado. A veces pienso que ya siempre me voy a sentir así. Y apenas tengo treinta y dos años.

Cándido Trinidad vive su prueba de fuego a seis meses de Otis

Texto: Margena de la O 

Foto: Javier Verdín y Margena de la O

26 de abril del 2024
Acapulco

Cándido Trinidad de la Cruz volvió del cuarto que le prestan en la casa al lado de donde construye la suya, con un portarretrato flexible de tres hojas y lo extiende para mostrar las fotos de sus hijos, Ángel Martín y Camila de Jesús Trinidad Ortega, y la de su esposa, Janet Ortega González.

Es su prueba de fuego. Una de las sicólogas que lo atendió después del huracán Otis, en plena devastación, incluida la de sus emociones, le dijo que cuando pudiera mostrar las fotos de sus hijos y esposa, y hablar de ellos, la herida comenzaría a sanar.

Aquí está, en plena recuperación. Cuando muestra las fotos, hay momentos en que aprieta la emoción y ahoga el llanto.

Seis meses después del paso de Otis por Acapulco, el huracán más destructor en la historia de México, Cándido se esfuerza por seguir con su vida, que es diferente desde entonces, pero la conserva. En medio de la penumbra, la lluvia y el viento del huracán, casi la pierde, como a su familia.

Una corriente salvaje de agua que se formó en lo más alto de la colonia Nueva Era, se llevó su casa, y en ella, a sus hijos y a su esposa.

El torrente de agua también lo arrastró a él, pero sin que pueda explicarse cómo o por qué, salió de ese aluvión con furia. Los cuerpos de sus hijos y esposa siguen sin ser localizados.

Ahora está motivado por el apoyo que ha tenido de personas que ni conocía, pero supieron lo que le pasó. “Ha habido gente que me ha apoyado muchísimo”, dice.

Producto de ese apoyo, construye su nueva casa, que ahora compartirá con su madre y su padre, María Concepción de la Cruz y Arturo Trinidad, en el mismo terreno familiar, pero en el área más firme.

Desde el jueves 18 de abril, suspendió la venta de las aguas naturales de fruta que ofrece en la calle Morelos, cerca del zócalo, para comenzar con los trabajos. Ese día, llegó el grupo de menonitas de Chihuahua que le construirá su casa.

Para el domingo 21, que descansaron, se notan los avances de tres días. El espacio donde levantarán la casa ya está emparejado. Debió ser un trabajo duro, porque el terreno está sobre una loma rocosa y de tierra correosa.

Para llegar hasta este momento, Cándido ha vencido varios retos. El primero fue pararse del sillón donde convalecía por la cortada que se hizo en el tobillo derecho cuando el agua lo arrastraba, la noche de Otis. Aunque en realidad, su malestar más asfixiante e inmovilizador era la emoción de su pérdida.

Venció el sillón unas semanas después ante la insistencia de su hermano menor, Arturo, que le pedía seguir con su vida. Aún recuerda parte de lo que le dijo: “Échale ganas… entonces no tiene caso lo que uno está haciendo por ti. Y toda esa gente que ha venido desde lejos, entonces no ha valido la pena”.

Después, a mediados de febrero, cerca de los cuatro meses, retomó la venta de aguas de fruta en el zócalo. El día que volvió a la esquina donde monta su puesto, había una larga fila, como cuando esperan por las tortillas. “Eso más me levantó”, recuerda.

Un instante de la noche de la furia

Era la segunda cubeta con agua que Cándido sacaba del primer cuarto de la casa cuando sintió que una corriente inesperada lo elevaba. Unos minutos antes estaba refugiado en la recámara principal, con su familia y una amiga de su esposa, pero salió para intentar bajar el nivel del agua que se filtró en el otro cuarto.

En un instante, la corriente llevaba consigo a Cándido cuesta abajo sin resistirse, como quien flota en una piscina, entregándose a su destino. Unos metros después sintió un borde de tierra que casi de manera involuntaria lo puso de pie. Estaba en la calle principal de su colonia.

“Parece que me agarró su mano de Dios y me sacó”, es como Cándido explica su sobrevivencia.

Para ese momento, era alrededor de la una de la mañana del 25 de octubre del 2023.

Cándido subió sobre la calle para regresar a casa, pero en ella ya no estaba nadie de su familia. La bestia de aire y agua que esa madrugada pisó Acapulco arrancó los dos cuartos y se los llevó hacia el canal de desagüe que desemboca en el mar, el cual se aprecia desde la colonia como una panorámica.

Dentro del terreno de la familia Trinidad de la Cruz, Cándido construyó la casa para su esposa y sus hijos en el espacio que da hacia la calle, un camino ascendente pavimentado. Es la parte menos alta de la propiedad familiar, porque gran parte de la colonia está distribuida sobre un cerro alto.

En la casa, estaban sus hijos, Ángel Martín, de 16 años; Camila de Jesús, de 13 años; su esposa Janet, de 37 años; la nuera de ambos, Arely Texta Sánchez, una adolescente también de 16 años. Hacía poco que su hijo llevó a vivir con ellos a su novia, a quien fue a seguir hasta Colima. La condición que les puso Cándido a ambos es que siguieran con sus estudios, cursaban el CBTIS 14, que está muy cerca de lo que era la casa.

En este espacio a espaldas de Cándido estuvo la vivienda que se llevó el huracán. Foto: Margena de la O.

Estefanía Orozco, una mujer de 24 años, también estaba de visita con ellos. Era amiga de Janet y venía de la Ciudad de México a trabajar por ciertas temporadas.

Amapola, periodismo transgresor documentó por primera vez este caso el 30 de octubre del 2023, a raíz de que la madre y el esposo de Estefanía llegaron al puerto para hacer todo por rescatar su cadáver. El primer punto de búsqueda fue desde la Nueva Era hasta el otro lado de la carretera que lleva hasta Pie de la Cuesta, y que desemboca al mar.

Junto a Arturo Trinidad, padre de Cándido, contrataron una máquina pesada para hacer un rastreo en el desagüe. Eso generó que en medio del caos por la devastación, elementos policiacos, de protección civil y rescatistas humanos y caninos se sumaran a las labores y montaran una operación de búsqueda sobre el cauce en dirección al mar.

Hasta ese momento, el único cadáver localizado era el de Arely. Los vecinos, con sus propias herramientas, lo sacaron del cuello más visible del desagüe, donde se hizo un tapón, a un lado de la colonia. El pelo del cadáver de la adolescente se asomaba entre el escombro.

La madre de Estefanía, que durante toda esa tarde se movía de un lugar a otro y repetía que no se iría sin su hija, siguió por su cuenta con la búsqueda. La familia de Cándido supo que al final halló el cadáver en la playa Icacos, un punto muy alejado de la Nueva Era.

En toda esa operación de rescate, Cándido no estuvo presente. Su padre, que también daba vueltas durante el rastreo, comentó entonces que estaba en la casa de ellos, recostado porque no podía caminar por la lesión en su pie. Pero su problema mayor, se sabe ahora, era su depresión.

Cándido Trinidad Cruz y su madre colocan un altar con velas e imágenes en memoria de su esposa y sus hijos en el preciso lugar donde la corriente se los llevó. Foto: Javier Verdín.

En un recorrido por donde estaba su casa, Cándido reconstruyó parte de lo que sucedió.

Antes de salir del cuarto principal, donde todos estaban amontonados en una litera, escuchaba la fuerza del viento que, sin exagerar, levantaba las piedras y las lanzaba como si alguien lo hiciera de manera intencional.

Después de lo que le pasó a él y su familia, ningún relato es desproporcionado. La furia del huracán categoría 5 se vio por todo Acapulco.

En un rincón sobre el borde de la calle por donde guía el recorrido Cándido, abajo donde ahora construye su casa, hay un altar con flores y las fotografías de sus hijos y esposa. Es un espacio pequeño, seguido de una especie de despeñadero.

El altar con velas e imágenes en memoria de la esposa e hijos de Cándido. Foto: Javier Verdín.

Resulta que en ese lugar, antes del huracán, había una amplia base de tierra, y en ella estaba la casa de Cándido y su familia.

“…no te reconstruyes, lo asimilas”

Este domingo 21 de abril, pasadas las dos de la tarde, el sol pega fuerte en Acapulco, pero Cándido, su madre, su hermano Arturo –Walter, su otro hermano, no está en casa–, sobrinos y algunos conocidos de ellos están sentados en medio del terreno recién emparejado, como quien contempla un paisaje, aun cuando un improvisado techo de manta cubre sólo una parte.

Ese espacio, dentro del mismo terreno familiar, pronto será una casa, la que Cándido comparta con sus padres. Antes del huracán, en este punto estaba la modesta vivienda de María Concepción y Arturo, que también afectó el huracán, sin saldos mayores a las pérdidas materiales como la mayoría de las familias de Acapulco.

Los tres tendrán una nueva casa por los apoyos y donaciones que han recibido, como el de la comunidad de menonitas asentados al norte del país, que trajeron el material, las herramientas y pagan la mano de obra y la comida para la misma familia de Cándido, a quienes subcontrataron para, además, darles empleo. Con todo lo que se perdió en el puerto, lo que más hace falta es personal para construcción.

El compromiso que los menonitas hicieron con Cándido, a dos meses de conocerse, fue que le construirían su casa. Y ya la comenzaron.

Con eso, parece que le inyectaron una dosis de bienestar a la familia, en el proceso de asimilar su nueva versión.

“Todo se está valorando. A veces, en la familia, uno pelea, uno discute, tiene diferencias, pero cada uno está tomando una reflexión”, dice Cándido sobre la unión que ahora hay en su familia.

Él se esfuerza porque así sea, y lo está “viviendo al máximo”. Pero admite que es complicado, porque la herida es interna y profunda, en la zona de las emociones, y seguro le dejará cicatriz.

“Es difícil, porque no te reconstruyes, lo vas asimilando, porque dentro está el dolor”, expone cuando habla sobre cómo se siente.

Después, él mismo ofrece mostrar las fotos de su familia y se dirige al cuarto de la casa que habitan de manera provisional. La mujer que cuida la vivienda al lado de su terreno habló con sus parientes para prestárselas, mientras los Trinidad de la Cruz levantan la suya.

De allá sacó el portarretrato con las tres fotografías. Sus hijos todavía son unos niños en esas imágenes; su esposa está al centro, flanqueada por ellos.

Cándido dice sus nombres y sus edades, y su voz cambia ligeramente, pero recupera el tono y sigue.

Trabajadores de los Yates Dinka y su resiliencia frente a Otis

“Es como un reinicio”, dice Martha Santos, ante la realidad de que se hundieron las tres embarcaciones con capacidad para unos 350 pasajeros y volvieron al servicio con una para 40 personas


Texto y foto: Marlén Castro

Acapulco

5 de febrero 2024

 

Aquel puntito blanco sobre la inmensidad azul del pacífico, frente al Parque de la Reyna, es el yate Dinkita. El diminutivo tiene una razón.

Esa embarcación que se acerca hacia el malecón y con alegría esperan los trabajadores es el que les permitió llevar otra vez el sustento a sus familias.

Es una embarcación pequeña, comparada con los tres barcos que se hundieron durante la madrugada que el huracán Otis tocó tierra en Acapulco, el 25 de octubre.

La Dinkita es para 40 pasajeros. Es pequeña porque la Dinka original era para 160 personas, la Dinka l era para 100 y la tercera embarcación, la Reyna María, para 80. Las embarcaciones Dinka operan en el puerto desde 1989. Las tres se hundieron durante el huracán y varios días no supieron de la suerte de los capitanes y los oficiales a bordo. Afortunadamente, ninguno se hundió en sus barcos, cuando la comunicación se restableció supieron cómo les fue a todos.

“Es como un reinicio”, dirá Martha Santos cuando baje.

Martha Santos, trabajadora del Dinkita, al término de un viaje a la isla La Roqueta. Foto: Marlen Castro

Para dar el servicio a los turistas que querían viajar a la Isla Roqueta, los yates Dinka tenían entre 25 y 30 trabajadores.

Este es el primer fin de semana largo del año, del 3 al 5 de febrero. Los trabajadores saben que los ingresos de esta embarcación pequeña no se comparan con lo de las tres embarcaciones anteriores, por lo mismo, sólo siete trabajadores permanecen.

A un lado del embarcadero de los Yates Dinka se desarrolla, aunque con poca gente y sin mucha difusión, el famoso Festival Internacional Acapulco La Nao de China. Es pequeño porque otros años, sin Otis de por medio, el puerto se llena de turistas, por las diversas actividades y espectáculos programados. Este año, a tres meses de Otis, no es así. El puerto todavía no se repone del embate del huracán más fuerte de su historia y de la historia misma de los huracanes, aunque ya hay ramas en las palmeras y en los árboles ya es visible el nuevo follaje, Acapulco todavía no es el mismo.

Mientras la embarcación se acerca más, las trabajadoras que quedaron en tierra se afanan en meter las fotografías a un marco de cartón azul que funciona como recuerdo de la visita al puerto más resiliente. La venta de fotografías a los paseantes completa el ingreso. El recuerdo cuesta 50 pesos.

Esta embarcación y los siete trabajadores volvieron al servicio, el 1 de enero, lo hicieron porque ya tenían dos meses y cinco días sin ingresos.

El Dinkita llega al malecón en el Parque de la Reina, en Acapulco, el pasado 3 de febrero. Foto: Marlen Castro

Martha Santos es la fotógrafa y la que sube a cada viaje para tomar fotos a los turistas. Una vez que toma la foto, la envía por mensajería a sus compañeros, quienes las imprimen y las montan en los marcos azul intenso, tipo Océano Pacífico.

La embarcación llega. Como es un fin de semana largo, el barco fue y regreso lleno a su viaje a La Roqueta. Los turistas descienden. Comparten parte del viaje. Diego se mareo, Antonia por poco y se cae. En el malecón los espera su foto impresa. Muchos de ellos se alegran al verse y pagan los 50 pesos sin parpadear, otros la ven, pero no pagan la cantidad, tampoco reciben la oferta de un precio menor, y pasan de largo.

Martha Santos, una de estos siete trabajadores baja de la embarcación. Tiene claridad sobre lo que están viviendo. “Este es un reinicio”.

Martha tiene toda una vida como fotógrafa de embarcaciones en Acapulco, la heredó de su padre. El 1 de enero que volvieron a altamar a bordo del Dinkita, dice que agradeció a Dios seguir con vida, volver a trabajar y que a pesar de la desgracia del hundimiento de los tres barcos, los dueños, hayan decidido volver al negocio y compraron esta embarcación pequeña.

“Pensé que era como hace 25 años, como cuando empecé a trabajar, así que este es como un reinicio”, dice Martha.

En este primer fin de semana largo aumentaron los viajes a La Roqueta, en enero, comenzaron con uno o dos al día, y ahora ya aumentaron a seis. El futuro parece prometedor aunque la embarcación pequeña lleva pocos pasajeros.

Los turistas que abordaron El Dinkita llegan al malecón, el pasado 3 de febrero. Foto: Marlen Castro

Cuando inician cada viaje, Martha agradece a los turistas, por venir de visita así como está Acapulco.

Los visitantes, por su parte, piden aplauso para los trabajadores, por reponerse y seguir adelante.

Martha réplica. “El aplauso es para ustedes, porque gracias a ustedes, estamos de pie”.

El Acapulco olvidado: zonas rurales enfrentan falta de servicios, problemas de salud y ausencia de apoyos tras Otis

El Salto, Hilamos, El Carrizo y Yetla son cuatro de las más de 300 comunidades rurales que hay en Acapulco y Coyuca. A tres meses del huracán Otis aún padecen la falta de agua, problemas de salud y pérdidas de temporadas completas de cosechas. Algunas, además, se quedaron esperando el censo.


Texto: Marcela Nochebuena/Animal Político 

Foto: Luis Madrid/Animal Político 

25 de enero del 2024

 

Las comunidades rurales de Acapulco ya vivían en el olvido, pero el paso del huracán Otis el 25 octubre de 2023 vino a empeorar todo. Hoy algunas sobreviven del agua de un arroyo casi seco, con casos de dengue que se multiplican, sin certeza de cuándo podrán recuperar sus cosechas o empleos, y otras incluso sin haber sido censadas para recibir enseres y apoyos económicos.

Esa madrugada, el agua llegó a tal nivel que cubrió sus casas casi hasta la mitad, reventó muros o sistemas de abastecimiento, los dejó sin vías de traslado a otras comunidades o zonas urbanas donde compraban insumos, acabó con la producción de casi todo un año y desbordó los afluentes. Tres meses después, el agua se ha ido, pero no los efectos de la devastación.

El Salto: “Para todos, no alcanza”

El Salto es una comunidad rural que pertenece al municipio de Acapulco de Juárez, a cerca de 20 kilómetros –casi una hora– del centro del puerto. Colinda con los bienes comunales de Cacahuatepec, una ruta donde hay más de 48 poblados afectados por el paso de Otis.

Perteneciente al ejido de Tres Palos, una buena parte de sus habitantes vive de la producción de cultivos básicos, sobre todo maíz, frijol, jamaica, chiles y hortalizas.

El arroyo que atraviesa la localidad es igualmente fundamental para sus habitantes, cuenta Marichuy, productora y docente. Con la crecida del agua –que superó el metro o metro y medio–, las casas que se distribuyen a lo largo de la orilla resultaron muy dañadas.

“Hubo muchas cuestiones de afectaciones en cuanto se destruyó la parte de galeras, algunas cuestiones de infraestructura, refrigeradores, la parte de camas, son algunas de las carencias que varias de las personas de aquí de las comunidades, porque se inundaron, tienen actualmente, a parte del recurso agua”, dice.

Habitantes del Acapulco rural usan el agua de un arroyo ante la falta de agua potable. Foto: Luis Madrid

El Salto cuenta con una planta artesanal de distribución de agua potable, pero la corriente destruyó los tubos, por lo que hasta ahora siguen sin abastecimiento. A sus espaldas, Marichuy señala el arroyo al que ahora apenas le queda agua. Alrededor, algunas de las viviendas que sus propios habitantes han ido limpiando y acomodando aún conservan la marca del nivel del agua de aquella madrugada.

El otro gran problema que sigue enfrentando la comunidad es que gran parte de sus cultivos quedaron destruidos. En el caso del maíz tuvieron pérdidas de hasta dos hectáreas, mientras que las palmas de coco quedaron tiradas. A los productores les preocupa no recuperar sus terrenos y cultivos.

“Aparte de ello, las enfermedades que se han venido: ha habido presencia de dengue, de enfermedades respiratorias, yo misma he tenido muchas complicaciones desde el Otis en los pulmones, los bronquios, y ahorita el oído muy tapado que lo tengo. Llevo ya casi dos meses con eso”, relata. Los niños –añade– han sido mucho más afectados.

Los habitantes de comunidades rurales enfrenta dificultades para conseguir materiales para reconstruir sus viviendas. Foto: Luis Madrid

“Nadie vino a limpiar”

Aunque los daños poco a poco se están reparando –explica Marichuy– con los apoyos de la Secretaría de Bienestar “nunca alcanza, lamentablemente para todos no alcanza”. Es la misma gente organizada la que ha abierto los caminos, dice mientras señala los senderos destrozados que usaban para la distribución de sus productos agrícolas. Nadie fue a limpiar.

Las autoridades llegaron un par de veces a entregar despensas, pero no han vuelto. Ahora que ya hay puntos fijos en la costera, los habitantes de El Salto tienen que trasladarse hasta allá. A eso se suman los apoyos de fundaciones y organizaciones de la sociedad civil que sí llegan a la zona.

Falta muchísimo, remarca. La escasez de la mano de obra ha sido otro factor que en algunos casos ha impedido iniciar las reparaciones. “Nunca se va a volver a tener lo que se tenía antes; si antes había carencias, ahora va a ampliarse más. Mucho se comenta que después del Otis —y aquí en Acapulco se está viendo— no va a haber trabajo”, lamenta.

Las enfermedades han incrementado en comunidades rurales de Acapulco; sociedad civil ha llevado medicamentos. Foto: Luis Madrid

En El Salto viven también personas que trabajaban en los sectores turísticos del puerto o haciendo limpieza en condominios. En tanto, quienes sembraban el campo aún están limpiando sus terrenos, frente al desplome de producciones como la del coco. Muchos dependían de ingresos diarios, no de un salario fijo.

Quienes ya estaban inscritos a algún programa de apoyo al campo han recibido 7 mil 500 pesos tras los daños de Otis –para pérdidas que pueden implicar hasta un año completo de cosecha–, pero quienes no siguen a su suerte. Les han hablado de un censo específico de daños a los cultivos, pero todavía está pendiente.

“Si antes carecíamos, ahorita estamos careciendo de muchísimas cosas más. No quiero decir con esto que nos estamos derrotando, seguimos adelante, caminamos adelante, y el campo ahí está. Es entrarle a trabajar, pero también se necesita de mucho apoyo en cuanto a la producción, alternativas y estrategias de distribución y comercialización, para volver a vender y seguir creciendo, mejorar la sustentabilidad de los recursos”, insiste.

Hilamos: “Estamos en la ruina, tanto en la cosecha como en las viviendas”

La comunidad de Hilamos también forma parte de los bienes comunales de Cacahuatepec. Sus 200 habitantes viven en hogares –la mayoría con techos de lámina– que se ubican a pocos metros del Río Papagayo, cerca de La Concepción, donde se pretendió construir la presa La Parota. Por lo menos 20 comunidades subsisten a plena orilla del río.

Viven de cosechas de maíz, frijol, calabaza, jamaica y otros, que se perdieron casi en su totalidad. “Estamos en la ruina, pues, tanto en la cosecha como en las viviendas, aunque ya están ahorita un poco más o menos arregladas”, lamenta Leandro García, gestor en los bienes comunales. Reclama que además del apoyo económico de 7 mil 500, en granos no han recibido nada.

Los recursos para la reconstrucción de las casas –dos entregas de 17 mil 500–, dice, no alcanzan para ponerles loza, porque ahora, además, el material y la mano de obra están muy caros: los albañiles cobran entre 700 y mil pesos por día. Para conseguir arena, grava, cemento y varilla hay que trasladarse hasta el centro de Acapulco. En camioneta particular se llega en una hora, pero en las de pasajeros se hacen dos o más.

Al menos recuperaron el agua y la luz después de un mes. Sin embargo, todavía hace falta que el gobierno federal cense a varias personas. En Hilamos, específicamente, hay quienes estaban trabajando; después, los servidores de la nación ya no volvieron. Por otras ni siquiera han pasado: Huamuchitos, Apanhuac, El Cantón, Espinalillo, El Carrizo, Rincón, Las Cruces y Apalani.

Las despensas llegan a cuentagotas. De enseres no han recibido nada y hacen mucha falta. “Hay rumores de que nos los van a venir a entregar en estas comunidades, pero hasta la fecha no hemos tenido nada, ninguna respuesta”, cuenta.

Leandro contrajo dengue hace poco, y apenas unos cinco días atrás empezó a recuperarse del dolor de huesos, la fiebre y la tos. Fundación Origen y Brigada Otis les han apoyado con medicamentos, pero el único centro público de salud está en La Concepción, a varios kilómetros, y el médico asignado se dedica a su propia clínica particular.

Hoy solo pide que el gobierno federal no se olvide del apoyo a las comunidades –porque el gobierno municipal ni siquiera tiene con qué–, y que los servidores de la nación hagan bien su trabajo.

El Carrizo: “Tristemente, no nos tocó lo del censo” 

Para llegar a la comunidad de El Carrizo desde La Concepción hay que cruzar en panga (embarcación pequeña) el Río Papagayo. Para una parte de sus habitantes, que perdieron algunas de esas pequeñas lanchas con la crecida del río por el impacto de Otis, esa es incluso una fuente de ingresos en sus días libres de otras labores, como la producción agrícola: a 10 pesos el cruce.

Mientras va en la embarcación –ahora en aguas muy bajas que podrían cruzarse caminando en estos días–, Óscar Mendoza, habitante de El Carrizo, explica que hay tres vías de acceso: el tramo Parotillas-Crucero de Cayaco, la más rápida hacia el centro de Acapulco con todo y el cruce del Papagayo. Las otras son vía San Juan Chico, rumbo a San Marcos, y El Cortés. Ambas son más largas y solo de terracería, menos recomendables.

No siempre es posible cruzar el Río Papagayo: esta temporada lo permite porque el nivel del agua ya descendió, pero en tiempos de lluvias, por la profundidad, los habitantes de El Carrizo –unos 300 en 72 viviendas– pueden quedarse semanas completas impedidos de atravesarlo.

Hasta esta localidad no llegaron los helicópteros de la Marina –con el pretexto de que no había dónde aterrizar– y el Ejército dejó hace un par de semanas despensas del otro lado del río, apenas en su primera visita desde el paso del huracán, pero no han vuelto luego de que se enfrentaron al atascamiento en la arena de sus vehículos. A la presidenta municipal, que no está a una distancia tan larga, la siguen esperando.

“Nosotros consideramos nuestra zona, la zona olvidada de Acapulco, o el Acapulco olvidado”, dice Óscar. El trabajo principal en su localidad es la agricultura, la cosecha del maíz, el limón, el coco, la jamaica y, en algunos casos, ajonjolí. La cercanía con el Río Papagayo les permite también aprovechar otros terrenos para cultivarlos por temporada.

Entre los árboles derrumbados, hablitantes del Acapulco rural reciben ropa donada. Foto: Luis Madrid

“Fue una tristeza”

Aunque están distanciados del centro de Acapulco, desde las 8:40 de la noche del 25 de octubre de 2023 percibieron las primeras señales de la llegada del huracán. Se refugiaron en las pocas casas que tienen loza. No hubo ningún árbol del que no se desgajara al menos una rama. El río, en particular, les preocupaba, pero el nivel del agua empezó a subir hasta las 9 de la mañana, por lo que alcanzaron a darse cuenta de lo perdido.

“Fue una tristeza cuando nos topamos en esa parte de nuestros corrales, como comúnmente les llamamos aquí, ver todo devastado, pareciera que hubiese una persona pasado con un peine: todo al suelo, nuestras cosechas. Y lo peor del caso: como no había ningún árbol que no hubiera caído, la mayoría cayeron sobre las cercas, todas abajo”, cuenta Óscar.

La poca cosecha que quedó tuvieron que compartirla con los animales, que andan libres por los terrenos. En pocos días, las dos tiendas de la comunidad se quedaron sin artículos y durante ocho no pudieron cruzar el río. Conseguían alimentos hasta Huamuchito, caminando durante dos horas y media para llegar, y las mismas de regreso con la carga.

Una de las consecuencias que persiste y más les preocupa es la generación de moscos que provocan dengue, sumado a enfermedades estomacales y en vías respiratorias. La comunidad tiene un solo centro de salud, que está sin servicio.

La ausencia del maíz, que es su cosecha primordial, les hace enfrentarse a la escasez alimentaria, pues lo ocupaban también para ellos mismos. Aunque tenían reservas del año pasado, a tres meses del huracán ya es notoria la merma, y conforme pasa el tiempo mucho más. La mayoría de los productores tendrán que esperar hasta la siguiente temporada, cuando comiencen las lluvias, para obtener la cosecha hasta octubre o noviembre.

El agua de consumo se extrae de un pozo, pero la bomba no tiene la capacidad para sacarla constantemente. Con una eléctrica, se ayudan de tres pozos adicionales. Tres fundaciones –World Central Kitchen, Gilberto, Fundación Rotaris y Fundación Origen– les han llevado agua embotellada, que Óscar ha priorizado para sus hijos de 6 años y de 6 meses.

En estos tres meses, a los helicópteros solo los han visto pasar, y ni el Ejército llegó hasta allá. “Tristemente, no nos tocó lo del censo, ningún habitante de esta localidad fuimos censados. Estamos a unos cuantos metros, solo el río nos divide con la localidad de Parotillas. Parotillas toda fue censada, ya recogieron sus enseres; nosotros seguimos en espera”, lamenta.

Yetla: “Toda la red quedó devastada”

Yetla es una comunidad de poco más de mil habitantes que pertenece al municipio de Coyuca. En automóvil, se hace aproximadamente una hora desde el centro de Acapulco. Ahí la mayoría de las casas perdieron sus techos de lámina; otras de adobe quedaron totalmente destruidas y unas más dejaron de existir.

Las más afectadas fueron las de la parte alta del cerro, pero también las de la más baja del poblado, a orillas del arroyo que lo atraviesa. En ese punto, el impacto fue doble porque el aire del huracán se llevó todos los techos, pero al mismo tiempo la creciente del afluente llevó el agua hasta el interior de las casas y echó a perder todos sus muebles.

Sumado a eso, en Yetla toda la infraestructura de suministro de agua quedó destruida. A la orilla del arroyo, el comisario Ronald Pineda muestra la zona donde creció a tal nivel que reventó los tubos y muros de la red de agua potable, que se distribuía con tanques de la localidad a las casas.

Los tubos del agua potable de Yetla quedaron dañados tras Otis. Foto: Luis Madrid

“Necesitamos principalmente que las autoridades federales, y a nivel estatal, regresen a ver a la localidad de Yetla para que observen toda la red cómo quedó devastada, para diseñar un proyecto para la reconstrucción y abastecer a este pueblo que no tiene agua”, pide Pineda.

Calcula que un 85% de los habitantes ha recibido los beneficios económicos para la reconstrucción, pero enfrentan el mismo problema que en el resto de las zonas afectadas: es difícil abastecerse de material y de mano de obra por la alta demanda, los precios y los retrasos que prevalecen en estos días.

La red de agua potable quedó devastada en Yetla. Foto: Luis Madrid

El Ejército ha llegado solo dos veces con despensas. Personal de la Cruz Roja que sigue acudiendo a la comunidad a llevar apoyos señala que últimamente han tratado de priorizar a estas poblaciones porque las autoridades federales permanecen ya casi todo el tiempo solo en puntos específicos de la costera.

Te puede interesar: “Quiero olvidarme de Otis”: infancias, las más vulnerables después del huracán en Acapulco

Tres meses después del paso del huracán Otis, escenas similares se repiten a lo largo de lo que queda del arroyo de Yetla —ahora con un nivel apenas perceptible sobre la superficie—: personas acarreando agua para beberla, llegando a la orilla con cubetas para lavar ropa o para bañarse ahí mismo. Ya es agua sucia, casi estancada de tan baja, por donde todo el tiempo pasean los cerdos y otros animales.

Espectaculares en Acapulco, el enemigo a vencer después de Otis

El Ayuntamiento tiene registrados 280 anuncios espectaculares, 200 son propiedad privada y están instalados en azoteas de casas y edificios


Texto: Itzel Urieta

16 de enero del 2024

Chilpancingo

 

Después del paso del huracán Otis en Acapulco, los anuncios espectaculares son el enemigo a vencer.

La ciudadanía, las autoridades municipales y desde el Congreso se pretende evitar que se reinstalen en los edificios por el daño que causaron a viviendas y calles del puerto durante el huracán categoría cinco que azotó Acapulco la noche del 24 y madrugada del 25 de octubre del año pasado.

En la casa de la madre de Arturo García Murguía, ubicada en la avenida Farallón, cayó un espectacular de más de 20 metros, la madrugada del 25 de octubre. Los vientos de Otis arrancaron el espectacular y lo depositaron en el techo de la casa.

Las fotos que compartió Arturo en las que se observa al espectacular sobre la vivienda se viralizaron días después de Otis.

Casa de la madre de Arturo García en la calle Farallón, en Acapulco. Foto: Muro de Arturo García.

Arturo denunció que varios familiares fueron heridos por la caía del espectacular y la empresa no se hizo responsable de los daños a las personas y a la casa, ni siquiera de retirar los escombros, fue el Ayuntamiento el que realizó esa labor.

El 23 de diciembre una grúa enorme llegó a la avenida Farallón a instalar de nuevo el espectacular. Los dueños de la vivienda montaron guardias durante las noches para evitarlo.

Al final no se instaló el espectacular, pero los trabajadores dijeron que regresarían para terminar el trabajo porque, aseguraron, tener todos los permisos del Ayuntamiento.

En el Congreso local se presentó una iniciativa para evitar por completo la instalación de anuncios espectaculares en zona donde existan riesgos de accidentes.

Aunque no existe un registro oficial de cuántas viviendas fueron afectadas por la caída de estos anuncios, en redes sociales varias personas publicaron sobre daños a sus viviendas, personas heridas y también hablaron de fallecimientos por esta causa.

A inicios de enero del 2024, una grúa cayó al intentar levantar un espectacular de una tienda comercial en la zona Diamante del puerto.

El accidente dejó al menos cuatro personas heridas entre trabajadores de la tienda comercial y operadores de la grúa.

En la sesión del 12 de enero, la diputada morenista Beatriz Mojica Morga presentó ante el pleno del Congreso local una iniciativa de reforma a la Ley de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano del estado para prohibir la instalación de espectaculares en zonas que sean vulnerables a sismos, huracanes u otros fenómenos naturales.

“La iniciativa que estoy presentando versa sobre los anuncios, espectaculares, estructuras que se convirtieron en un peligro para la vida humana durante el paso del huracán Otis», dijo Mojica Morga.

Explicó que de 280 anuncios de espectaculares que el Ayuntamiento de Acapulco tiene en un padrón, 200 son propiedad privada y están instalados en azoteas de casas y edificios.

“Estructuras que pueden agregar entre 10 y 12 toneladas de peso adicional a los inmuebles que, durante el paso de Otis, la mayoría de ellos provocaron daños a personas o vehículos que obstruyeron vialidades”, dijo Mojica Morga.

Una alternativa que dio Mojica Morga es que la publicidad se plasme de manera pintada en bardas, colocar mantas o lonas y no colocarlas en estructuras altas y pesadas.

Esta iniciativa pretende agregar un párrafo al artículo 12 de la Ley 790 de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano del Estado de Guerrero.

“En las zonas costeras y de riesgo no se permite la colocación de espectaculares, ni estructuras peligrosas que sean vulnerables a temblores, huracanes u otros fenómenos; toda la publicidad podrá pintarse, pero no colocarse en estructuras peligrosas”, es el párrafo que pretende agregarse.

La iniciativa se turnó a la Comisión de Desarrollo Urbano para su análisis y dictaminación.

La reforma al artículo 12 de la Ley no se limita solo a Acapulco, de acuerdo con Mojica Morga, aplicaría para toda la zona costera de la entidad y a lugares donde la colocación de espectaculares sea peligrosa.

Desde inicios de diciembre del 2024, el Ayuntamiento de Acapulco prohibió la renta de este tipo de anuncios.

A pesar de la prohibición muchos espectaculares ya oferten sus servicios.

En diciembre del 2023, la secretaria de Desarrollo Urbano y Obras Públicas de Acapulco, Luz María Meraza Radilla, informó que propietarios de 200, de un total de 286 anuncios espectaculares ubicados por varias partes del puerto, fueron notificados que deberían de retirar sus estructuras por ser consideradas como de alto riesgo.

A pesar de la prohibición, las estructuras siguen en función y son promocionadas para ser rentadas.

 

 

 

 

 

Este texto es patrocinado por el Congreso del Estado de Guerrero

Otis acelera la militarización planeada para Guerrero

Activistas sostienen que la cantidad de elementos y cuarteles son un riesgo para la garantía de los derechos humanos de los guerrerenses


Texto: José Miguel Sánchez

Fotografía: Amapola Periodismo/Archivo 

15 de enero del 2024

Chilpancingo

 

En Acapulco, después del paso del huracán Otis, operan 24,712 elementos de seguridad, entre militares, marinos y guardias nacionales, informó el secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio González, en una conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Antes del fenómeno meteorológico operaban 14,000 integrantes de todas las corporaciones.

De acuerdo con activistas defensores de derechos humanos, Otis solo adelantó la militarización que ya estaba en marcha en Guerrero con el pretexto de brindar seguridad pública.

Sandoval González, durante la pasada conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador, comentó que para la aplicación del Plan DN-III, Plan Marina y Plan de la Guardia Nacional, en Acapulco permanecen 24,712 elementos; quienes se dividen en 14,712 miembros del Ejército, Marina y Fuerza Aérea y los 10,000 restantes corresponden a guardias nacionales.

“Estos 10,000 elementos, también continúan su trabajo de patrullaje, control de tránsito y seguridad a las colonias de aquí de Acapulco, a instituciones bancarias, casetas de cobro, centros comerciales, estaciones de gasolina y también a las dependencias que están participando en lo que es la reconstrucción de Acapulco”, dijo Sandoval González.

Agregó que ya cuentan con 21 predios para iniciar la construcción de los cuarteles de la Guardia Nacional y que en las próximas semanas ingenieros de la Sedena iniciarán las construcciones.

La directora del Centro Regional de Derechos Humanos, José María Morelos y Pavón, Teodomira Rosales Sierra, calificó los cuarteles como «elefantes blancos que no abonan a disminuir la violencia».

Actualmente, y de acuerdo con datos oficiales de la Guardia Nacional, dados a conocer por el presidente, en Guerrero hay nueve cuarteles de esta corporación, aparte de ocho instalaciones militares.

Acapulco, Tlapa, Chilpancingo, Zihuatanejo, Ciudad Altamirano, Cuajinicuilapa, San Marcos, Tepecoacuilco y Chilapa, son municipios donde ya hay cuarteles y los elementos de la Guardia Nacional que operan con ayuda del Ejército.

Elementos de la Marina y el ejercito resguardan las costas de Acapulco por la llegada de Otis, el 25 de octubre del 2023. Foto: Cromática/Archivo

Pretenden construir otros cinco cuarteles más para la Guardia Nacional, dos en el valle del Ocotito, zona rural de Chilpancingo; uno en Zumpango, cabecera de Eduardo Neri, uno en Pilcaya y otro en Iguala, en la región Norte.

La presencia del Ejército en Guerrero es la piedra angular de graves violaciones a los derechos humanos en la entidad.

La guerra sucia, periodo que abarca de 1960 a 1980, es una etapa en la historia de Guerrero marcada por la militarización y las violaciones a los derechos humanos.

Asesinatos extrajudiciales, desaparición forzada y saqueos a poblados cometidos por el Ejército son algunas de las situaciones que ocurrieron durante 20 años en gran parte de la entidad.

La Comisión Nacional de Búsqueda de Personas indica que entre 1964 y 1985 desaparecieron al menos 899 personas. Pero la realidad podría ocultar cifras mayores.

La Comisión para el Acceso a la Verdad, el Esclarecimiento Histórico y el Impulso a la Justicia de las violaciones graves a los derechos humanos cometidas de 1965 a 1990 en México, en su primer informe menciona que solo en Guerrero hay 788 testimonios de víctimas de tortura y de familiares de personas asesinadas y desaparecidas.

Esta estrategia militar, llamada también por algunos académicos como terrorismo de Estado, se focalizó en comunidades rurales de la Sierra de Guerrero para acabar con los movimientos guerrilleros de Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas.

De acuerdo con el artículo Fuerzas armadas, contrainsurgencia y desaparición forzada en Guerrero en la década de los sesenta y setenta, escrito por el historiador Rodolfo Gamiño Muñoz, en Guerrero se realizaron dos operaciones militares que dejaron el saldo antes descrito.

“Con la Operación Amistad y Operación Telaraña varias regiones de Guerrero se militarizaron, principalmente la Costa Grande. De acuerdo con la FEMOSPP (Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado) en 1971 el Ejército tenía concentrado a 24,000 efectivos en el estado”, se lee en el artículo.

Hoy como ayer esos 24,000 elementos circulan solo en el puerto de Acapulco.

Dichas operaciones militares se crearon para eliminar todo rastro de la guerrilla. Aún después de los asesinatos de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, la guerra continuó contra la población civil, el Ejército tuvo permiso para torturar, desaparecer y ejecutar a quienes catalogaba como enemigos del régimen.

40 años después del término de la guerra sucia, los elementos militares vuelven a territorio guerrerense bajo el pretexto de la seguridad.

En Acapulco, hasta antes del paso de Otis, se pretendían construir cuatro cuarteles de la Guardia Nacional, uno con salida a la Costa Chica, otro con dirección a la Costa Grande, otro al norte del puerto de Acapulco y uno más en el centro

De acuerdo con Raymundo Díaz Taboada, integrante del Colectivo Contra la Tortura y la Impunidad (CCTI), tantos elementos y cuarteles no abonan a la seguridad pública, por el contrario, los consideró un riesgo para la garantía de los derechos humanos de los guerrerenses.

Díaz Taboada menciona que en Guerrero es común que las policías sean dirigidas por mandos militares o navales en permiso o en retiro y desde una visión de derechos humanos los que estén en esos cargos “deben ser personas con capacitación en el trato a las personas, que sepan que todos somos sujetos de derecho y no como un posible enemigo que es la visión que siempre tienen los militares”.

Elementos de la Marina y el ejercito resguardan las costas de Acapulco por la llegada de Otis, el 25 de octubre del 2023. Foto: Cromática/Archivo

Actualmente, el titular de la Secretaría de Seguridad Pública de Guerrero, Evelio Méndez Gómez, es capitán de la Marina y la titular de la Fiscalía General del Estado (FGE), Sandra Luz Valdovinos Salmerón, es teniente del Ejército.

De acuerdo con lo reportado por diversos medios nacionales como Animal Político y El Financiero, de 128,000 elementos que conforman la Guardia Nacional, sólo 23,000 son civiles y elementos de la extinta Policía Federal, el resto son soldados y marinos.

La estimación de El Financiero establece que siete de cada 10 elementos de la Guardia Nacional pertenecen a la Sedena o la Marina.

Aun cuando estos cuarteles, tanto de la Guardia Nacional como del Ejército, se ubican en zonas de violencia, no se garantiza la seguridad para la población.

«Estando ahí militares y Guardia Nacional hay enfrentamientos, y no vemos que la militarización sea una forma de detener el desplazamiento forzado interno, las desapariciones y los asesinatos”, dijo Rosales Sierra.

«No creemos que la militarización sea garantía de seguridad, ya vimos que el gobierno no ha hecho nada, en la Sierra siguen los desplazamientos, los enfrentamientos y en las ciudades aún con militares hay asesinatos», insistió.

“No sabemos nada”: familiares mantienen búsqueda de 24 desaparecidos en Acapulco tras 86 días del paso de Otis

Familiares continúan la búsqueda de 24 personas desaparecidas, quienes podrían estar debajo de las embarcaciones que siguen hundidas en el mar, pero que las aseguradoras se niegan a retirar.


Texto: Marcela Nochebuena/ Animal Político 

Foto: Luis Madrid/Animal Político 

18 de enero 2024

 

A 86 días del impacto del huracán Otis en Acapulco, familiares siguen en la búsqueda de 24 desaparecidos y no se sabe cuántos más podrían estar aún bajo los restos de más de 450 embarcaciones que siguen hundidas en el mar.

Son los mismos 86 días en los que Enrique ha buscado a su hermana Abigail incansablemente, con todos sus recursos físicos y emocionales. Afuera de la Base Naval, minutos antes de la reunión semanal a la que acude junto con las demás familias cada martes a la 1 de la tarde para ser informado por la Marina de México, cuenta que a veces ya hay una sensación de agotamiento, a veces desánimo, entre el grupo.

Esa es la razón por la cual –según ellas mismas revelan— cuatro mujeres, también familiares de personas cuya pista se perdió en el mar la noche del huracán, permanecen en unas sillas acomodadas bajo una carpa blanca, a la espera de que la reunión inicie, y prefieren ya no hablar públicamente.

 

Hermano de desaparecida por Otis narra cómo ha sido la búsqueda

En el día 86, Enrique Andrade accede a volver al punto regular de anclaje de la embarcación Litos, en la que trabajaba Abigail y donde desapareció la madrugada del 25 de octubre.

Mientras señala el lugar exacto donde habitualmente permanecía el Litos –ahora vacío al lado de un yate hundido del que solo se ve la mitad desde la superficie—, afirma con convicción:

“En Puerto Marqués nos encontramos. A quien estoy buscando es a mi hermana Abigail Andrade Rodríguez de la embarcación Litos. En la embarcación Litos se encontraban cuatro personas con mi hermana. Ese día, no nada más la embarcación Litos, sino muchas embarcaciones, se fueron a resguardar a la Base Naval”, relata.

Recuerda de nuevo que a las 12:20 la embarcación pidió auxilio en Punta Bruja, por lo que se ha sabido. En los primeros días, su búsqueda era simplemente caminar, porque no había cómo trasladarse a diferentes puntos. Con el tiempo, fue acercándose a más familiares con los que unió fuerzas.

Dueños de embarcaciones no han tramitado el seguro, por lo que las aseguradoras dicen que no pueden removerlas. Foto: Luis Madrid/Animal Político

Para el día 15 después del impacto del huracán, las familias fueron coincidiendo unas con otras, comenzaron a repartirse lugares, a acudir a hospitales, a los refugios y a los servicios forenses. Ahí también tuvieron que dejar sus muestras de ADN.

“Hasta el momento estamos ya en el día 86, y hasta el momento no sabemos nada. No ha aparecido en los hospitales, no ha aparecido en la Semefo; son 24 personas desaparecidas en el grupo que yo estoy, de diferentes embarcaciones, de las cuales a través de la Marina hacemos recorridos todos los días”, añade.

Enrique busca a su hermana Abigail que trabajaba en una embarcación la noche que Otis devastó Acapulco. Foto: Luis Madrid/Animal Político

De la Base Naval, describe Enrique, salen entre tres y cuatro embarcaciones, en las cuales abordan uno o dos familiares. Todos los martes se hace la reunión de la 1 de la tarde, se concentran en el punto y se hace mención de todo lo hallado –pertenencias personales o partes de las embarcaciones—, y los lugares donde se han hecho las búsquedas y los recorridos.

“Cuando nos muestran todo por imagen –porque todo es por imagen, no nos muestran la prenda de lo que recuperan presencial—, después de un proceso, la Marina lo entrega a Fiscalía, y los mismos familiares acudimos a Fiscalía para recuperar esa prenda personal de cada una de las diferentes personas desaparecidas”, cuenta Enrique.

 

Desconocen quién indicó a las embarcaciones ir a la Base Naval la noche del huracán

Hay otras personas, particulares, que se han sumado a la búsqueda con actividades de buceo. Algunos han hecho mayores hallazgos que la propia dependencia. Hasta el momento, se desconoce quién dio la indicación de que las embarcaciones se trasladaran a la Base Naval.

Sin embargo, el capitán Ricardo, quien sobrevivió, ha relatado que tras darse cuenta de que ahí corrían peligro, decidieron moverse con la intención de regresar a Puerto Marqués, pero en Punta Bruja –casi llegando—, Otis golpeó con toda su fuerza. Los vientos rompieron los cristales de la embarcación y las olas de más de cuatro metros los obligaron a saltar. En ese momento le perdieron la pista a Litos, que iba unos metros adelante.

A 86 días, se han encontrado solo partes de la embarcación, cerca de la isla de La Roqueta, no del lado donde llegan las embarcaciones, sino en el que corresponde al mar abierto. Una de ellas es, incluso, la moto acuática que transportaba el barco. La balsa de la embarcación Litos, para 12 personas, no ha sido encontrada, pero sí algunas prendas del uniforme de la tripulación –que no lo portaba aquel día—.

Restos de un barco en Acapulco. Foto: Luis Madrid/Animal Político

 

Piden mover los restos de embarcaciones

En la reunión del martes 16 de enero, relata el hermano de Abigail, la Marina les comentó que ahora sí van a mover las embarcaciones que todavía están hundidas, o unas encima de otras, para descartar que se encuentren ahí personas atrapadas. En esos casos, según les han dicho, la dependencia ha hecho búsquedas con drones y buzos.

Enrique revela que el dueño de la embarcación ha seguido pagando las quincenas a los familiares directos de las personas desaparecidas. Incluso, en los primeros días, preguntó en qué podía colaborar para las acciones de búsqueda. A la Marina, Enrique aún le pide una búsqueda a más de cien millas, mar adentro.

“La Marina me ha contestado que hay embarcaciones que están haciendo recorridos en los litorales donde ya no compete para ellos. Incluso hay embarcaciones pesqueras que están mar adentro, y que ellos, como ya notificaron la desaparición de las personas, a través de eso estamos esperando también una respuesta”, añade.

Las búsquedas también han tenido un costo para Enrique: un palo enterrado en la planta del pie, e infecciones en la piel o en el estómago. “Esta lucha ha sido muy dura… Yo voy a seguir adelante… La misma Marina me comenta que no tienen un submarino pequeño, que no tienen equipo más sofisticado para rastrear a una profundidad más adentro”, afirma.

 

Capitán sobreviviente vive sin apoyos de dueños de embarcación para la que trabajaba

Si en el caso del Litos el dueño estuvo pendiente y sigue pagando los sueldos de sus empleados, el capitán Vicente Herrera Carrillo, y único sobreviviente del Rosemary –del que estaba a cargo hace 9 años— se ha enfrentado a la situación opuesta: hasta la fecha, los dueños no se han acercado ni le han llamado ni han hecho ningún ofrecimiento de apoyo. Tampoco recibe ya ningún pago, que era semanal.

Su esposa, su hijo y su nieto desaparecieron en la madrugada del 25 de octubre, a bordo de la embarcación. “Esa es mi mayor preocupación, que queremos encontrarlos, ya sea el barco, pero hasta la fecha no hemos encontrado absolutamente nada, ni pistas de ese barco”, relata.

El capitán Vicente recuerda cómo se aferró hasta el último momento a la embarcación, pero la presión terminó expulsándolo. Después no supo nada, hasta que pudo agarrarse a un tronco. Dice que si hubieran tenido aviso del tamaño del fenómeno, habrían abandonado el barco. “Ni protección civil, capitanía de puerto ni la Armada de México no nos dio ningún comunicado”, asegura.

El capitán Vicente Herrera Carrillo sobrevivió a Otis, pero busca a su esposa e hijos desaparecidos esa noche del huracán. Foto: Luis Madrid/Animal Político

Aunque hay avances y pormenores en las reuniones, dice, no hay hallazgos. Vicente busca a María Hilaria Delgado Valdovinos de 55 años, Luis Sebastián Herrera Delgado de 9, y Luis Alberto López Sarabia de 4.

Un chaleco salvavidas del Rosemary y un tenis de su nieto mantienen su esperanza.

 

El “cementerio” de las embarcaciones

En el club de Yates, en la playa Caleta, en la Marina y en todo el litoral del Acapulco viejo, el escenario es el mismo a 86 días del paso de Otis: lanchas, yates y todo tipo de embarcaciones yacen a medio hundimiento, amontonadas unas sobre otras a lo largo de la costa, identificadas por boyas o con partes voladas a uno y otro lado.

Bajo los condominios y los hoteles adyacentes a la Marina es evidente a simple vista la pedacería, los contenedores que el viento aventó a tierra y un “cementerio” de embarcaciones que nadie sabe quién va a mover ni cuándo. Tampoco se sabe con exactitud si otros cuerpos yacen debajo.

Diego, integrante de la Brigada Otis –iniciativa de la sociedad civil para prestar ayuda a Acapulco— ha descendido a los puntos donde las embarcaciones permanecen hundidas, y asegura que hay personas fallecidas a quienes no se ha podido rescatar porque las aseguradoras se han negado a mover las embarcaciones.

“Han puesto de su parte (la Marina), no tanto como todos esperábamos que llegaran a hacerlo, pero tiene como un mes que hicieron el primer sobrevuelo con familiares a bordo y no se ha vuelto a hacer ningún otro, pero realmente el punto de inflexión han sido las aseguradoras”, apunta.

Cementerio de embarcaciones tras Otis. Foto: Luis Madrid/Animal Político

Muchos de los dueños de las embarcaciones no han hecho el trámite del seguro, por lo que las empresas aseguradoras prohibieron moverlas, tocarlas o acercarse a ellas; sin embargo, la mayoría de los cuerpos están debajo de los barcos.

“Yo estuve buceando desde el 28 a más o menos el 2 de noviembre, diario en esa zona, y te puedo decir de primera mano que es cierto, está repleto de cuerpos el club de yates, y el tema es que no se pudieron hacer labores de rescate debajo de esas embarcaciones porque las mismas aseguradoras no los pueden mover”, explica.

Además, hay muchas pertenencias ahí que pueden ayudar a identificarles, pero para ello sería necesario remover la mayoría de las embarcaciones, lo cual también presenta la complicación del escombro que hay en las zonas –vidrio, madera, astillas, láminas y contaminantes químicos—.

 

Las cifras de desaparecidos en Acapulco por Otis

Según el último informe de la Marina, se estima que en Acapulco se extraviaron 438 embarcaciones y en Puerto Marqués 20. Del total de 458, se han hallado 74 en Acapulco y 21 en Puerto Marqués. En quince barcos, según la dependencia, hubo personas desaparecidas; se han encontrado 11 y siguen buscando cuatro. Veinticuatro personas siguen desaparecidas, y 17 cuerpos han sido recuperados.

Para Diego aún hace falta que las actividades sean más transparentes, que los familiares tengan mayor acceso a las pertenencias halladas, así como equipo técnico y maquinaria especializada –sobre todo para la limpieza de los escombros— con los que ya no cuentan.

Enrique y el capitán Vicente solo piden que se agilice más la búsqueda, y que se llegue a una mayor profundidad.

Foto: Luis Madrid/Animal Político

Recupera Marina 95 de 458 embarcaciones extraviadas durante Otis

Texto: Itzel Urieta

Foto: Amapola Periodismo/Archivo 

10 de enero del 2024

Chilpancingo

 

El secretario de la Marina, José Rafael Ojeda Durán, informó que de 458 embarcaciones extraviadas durante la madrugada del 25 de octubre que Otis tocó tierra en Acapulco, han recuperado 95. Es decir 363 embarcaciones continúan en el fondo del lecho marino.

Ojeda Durán compartió esta información esta mañana en la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador en Acapulco.

Indicó que del 2 de noviembre del 2023 hasta ayer 9 de enero se recuperaron 74 embarcaciones en Acapulco y 21 en Puerto Marqués.

Embarcaciones que encallaron en distintos lugares del puerto. Foto: Oscar Guerrero/archivo

Sobre las 95 embarcaciones recuperadas, Ojeda Durán informó que eran embarcaciones sin personas a bordo.

Precisó que de las 458 embarcaciones extraviadas, 15 se perdieron con personas a bordo, de las que once ya fueron localizadas y continúan con labores para hallar las otra cuatro.

De estas 15 embarcaciones indicó que el número de personas desaparecidas eran 24, de las que ya recuperaron 17 cadáveres y siguen en las labores para hallar los otros siete.

Imagen de la conferencia matutina del presidente en Acapulco este 10 de enero del 2024. Foto: Captura de video.

“Todas la operaciones realizadas en la mar siempre han sido acompañadas por la Policía Ministerial, por la Fiscalía General del Estado (FGE), y en algunos casos con familiares de las personas desaparecidas”, dijo.

Explicó que del 4 al 5 de enero se realizaron operativos de búsqueda en mar, en la Marina de Acapulco, en el condominio Cocos, Punta Diamante e Isla de la Roqueta.

Embarcaciones dañadas por Otis en la costera de Acapulco. Foto: Óscar Guerrero/Archivo

En estas labores de búsqueda los acompañaron familiares de personas desaparecidas y tripulaciones de embarcaciones desaparecidas como el de el yate Litos, Sereno y Bacchus.

“Se localizaron restos óseos ahí, fueron entregados al Semefo (Servicio Médico Forense), y resultó que eran de origen animal”.

En cuanto al equipo utilizado para realizar las labores de búsqueda, Ojeda Durán dijo que se utilizaron cinco drones submarinos, siete embarcaciones con sondas de monohaz, 70 buzos y hasta la fecha se realizaron 2,430 inmersiones.

Sobre los apoyos repartidos dijo que se repartieron 370, 715 despensas, unas 800 por semana y más de un millón de litros de agua para consumo.

Aseguró que 24, 712 elementos del Ejército Mexicano, Marina y Guardia Nacional continúan en labores de apoyo.

Hotel Flamingos: de los tiempos de la pandilla de Hollywood a sus tres habitaciones disponibles por culpa de Otis

Texto y foto: Marlén Castro

2 de enero del 2024

Acapulco

Sólo tres, de 36 habitaciones para la temporada de fin de año debido a los embates del huracán Otis, tuvo disponibles el Hotel Flamingos, conocido por sus paredes rosadas y su ubicación en uno de los acantilados de más altura del puerto de Acapulco.

El Flamingos, famoso porque era la guarida de la llamada Pandilla de Hollywood, tuvo tres décadas de esplendor y glamour, de 1950 a 1983, de acuerdo con folletos del hotel e inscripciones y fotografiadas colgadas en la hospedería.

La presencia de estrellas de cine, amigos de Johnny Weissmüller, su fundador, quien protagonizó las primeras versiones de Tarzán, el rey de la selva, de acuerdo con las cintas de Hollywood, dotaron a la zona que se conoce como Acapulco tradicional, del glamour y elegancia que atrajeron todo tipo de visitas al puerto.

La pequeña selva que rodea las habitaciones sigue devastada, aun así, es una de las mejores vistas para disfrutar de un atardecer en este punto del océano pacífico.
Miguel Ángel Lozano, uno de los pocos empleados de guardia en la hospedería, el primer día del 2024, come tranquilo en el restaurante de manteles estilo mexicano. El servicio de comida no está disponible los lunes, pues con esfuerzo para seguir en pie, a pesar de los daños, el restaurante abrió hace un mes.

Imágenes de los estragos aún visibles del Hotel Flamingos, la hospedería emblemática de los años de esplendor del puerto de Acapulco.
Por su ubicación en uno de los acantilados más altos del puerto de Acapulco, El Flamingos es uno de los hoteles más visitados por los turistas.

No hubo servicio el primer día del año y varios clientes que querían disfrutar aquí el primer atardecer del 2024, lo resintieron. Llegaban a la hospedería felices y se regresaban con tristeza pues no había comida disponible.

De esos años de esplendor al Hotel Flamingos sólo le queda la fama. Otis arrasó con los últimos destellos de su gloria. Sus 36 habitaciones fueron devastadas. A dos meses y seis días del huracán categoría cinco, a pesar de la limpieza de parte de los mismos trabajadores, todavía son evidentes los estragos, y sólo tres habitaciones fueron habilitadas para finalizar 2023 y comenzar el año nuevo.

Los esfuerzos para rehabilitarlo son evidentes. Miguel Ángel Lozano cuenta que los mismos trabajadores lo están levantando. “Es nuestra fuente de trabajo y nos interesa que se recupere”, afirma.
El restaurante ya observa algunos cambios. Los troncos de las palmeras caídas sirvieron para reforzar el techo del restaurante y enfatizan el toque costeño desde donde se aprecia el azul intenso del océano pacífico.
Para colmo, Adolfo Santiago González, conocido como Fito, el heredero de Johnny Weissmüller de la hospedería, falleció el pasado 14 de diciembre, a los 90 años.

Fito estuvo en el hotel la noche y madrugada del huracán. No falleció producto de los daños, su casa en el mismo hotel, resistió los vientos huracanados de 270 y 320 kilómetros por hora, murió de una larga enfermedad y por la misma edad, a las seis semanas del fenómeno que destrozó su herencia.

El escenario es hostil para la hospedería, aun así, en año nuevo tuvieron una buena noticia. Se instaló como cada año, desde hace por lo menos un par de décadas, un estadounidense que llega al Flamingos para huir del invierno en el norte del continente. Para los empleados significó la esperanza de que el hotel recuperará su esplendor.

Cada año, durante la época invernal, se hospedan varios clientes estadounidenses, canadienses y de países europeos. Ya llegó el primero. Esperan la confirmación de otros para atenderlos en las pocas habitaciones disponibles.

Aprueba el Congreso de Guerrero la Ley de Ingresos 2024

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Congreso del Estado de Guerrero 

22 de diciembre del 2023

Chilpancingo

 

En la sesión de este viernes el Congreso local aprobó por unanimidad la Ley de Ingresos para el ejercicio fiscal 2024, que prevee una estimación de ingresos a las arcas estatales de 80 mil 951 millones de pesos.

El dictamen lo presentó al pleno la Comisión de Hacienda y lo fundamentó el morenista José Efrén López Cortés.

El morenista explicó ante el pleno que para este 2024 la entidad percibirá, a través de la Secretaría de Finanzas y Administración, ingresos por un monto 80 mil 951 millones de pesos “conforme a los conceptos de gasto de gestión, impuestos, derechos, productos, aprovechamientos, participaciones, aportaciones, transferencias, asignaciones, subsidios y otras ayudas, participaciones federales, aportaciones federales y convenios”.

De acuerdo con López Cortés, después del paso del huracán Otis por Acapulco, habrá una repercusión negativa en la obtención de recursos, pero no dio más datos.

Anteriormente el secretario de Finanzas, Raymundo Segura Estrada, adelantó que son 800 millones los que el estado no podrá recaudar y dejará de percibir.

Uno de los aspectos que destacó López Cortés fue que en el dictamen aprobado no se considera la creación de nuevos impuestos.

Sobre los ingresos que pretenden percibir los desglosaron de la siguiente manera: por concepto de gestión esperan recaudar mil 291 millones; por impuestos, 924 millones; por concepto de derechos y proyectos 16 millones 269 mil pesos y por aprovechamiento 6 millones 341 mil.

Por concepto de participaciones, transferencias, asignaciones y subsidios esperan recibir en la entidad 79 mil 730 millones de pesos.

En el concepto de participaciones federales, la estimación es de 28 mil 310 millones de pesos por Ramo 28 y 49 mil 10 millones en lo que corresponde a Ramo 33.

“Los ingresos del estado tienen como finalidad hacer frente a la desigualdad y generar mayores oportunidades, favoreciendo siempre a los sectores más necesitados”, dijo López Cortés en tribuna.

 

 

 

 

 

 

 

 

Este texto está patrocinado por el Congreso del Estado de Guerrero 

Aprueba Congreso local leyes de ingresos y tablas de valores para los municipios

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Congreso del Estado de Guerrero 

21 de diciembre del 2023

Chilpancingo

 

El Congreso local aprobó, en varias sesiones durante la semana, las leyes de ingresos y tablas de valores de los 83 municipios para el ejercicio fiscal 2024.

Fue en la sesión del pasado miércoles que aprobaron las leyes de ingreso para los municipios más grandes del estado: Chilpancingo, Iguala, Taxco, Zihuatanejo y Acapulco.

Fue en el caso de este último municipio en el que hubo algunas diferencias entre las bancadas priistas y morenistas.

Fue la vocal de la Comisión de Hacienda, la diputada priista Alicia Zamora Villalba, que al fundamentar las leyes de ingresos ante el pleno, aseguró que no hubo disposición de la alcaldesa de Acapulco, la morenista Abelina López Rodríguez, para condonar algunos pagos de impuestos después del paso del huracán Otis.

Zamora Villalba dijo que se hicieron propuestas para condonar impuestos pero que no hubo voluntad del Ayuntamiento porteño porque «los funcionarios expresaron que una de sus preocupaciones principales era el pago de nómina».

 

«Nosotros creemos y estamos convencidos que les diera más facilidades a los contribuyentes, porque seguramente enero y febrero va a ser complicado,, sin embargo, ya venía aprobado por el Cabildo, y se integró tal cual al cuerpo directo del dictamen», dijo Zamora Villalba.

Después de presentarse el dictamen, la fracción parlamentaria del PRI presentó tres reservas a las artículos transitorios de la Ley de Ingresos de Acapulco, con las que pretendía reducir impuestos al sector comercial y de vivienda.

Los artículos que los priistas querían reformar eran el del predial, que pretendía descuentos del 40, 20 y 5 por ciento si efectuaban el pago durante enero, febrero y marzo, pero fue rechazada por los votos de mayoría morenista.

En la votación, la propuesta obtuvo 15 votos a favor de la banca priista, de la panista Analenis Reséndiz Javier y los perredistas como Yanelly Hernández Martínez y Ociel Hugar García Trujillo.

24 votos fueron en contra de esta propuesta; la mayoría de Morena y sus aliados del Partido Verde y del Trabajo y de los perredistas Bernardo Ortega Jiménez, Raymundo García Gutiérrez y Carlos Reyes Torres.

La propuesta del Ayuntamiento y la que finalmente fue aprobada en el pleno fue el de un descuento al pago del predial del 30, 15 y ocho por ciento, en los meses de enero, febrero y marzo, respectivamente.

El otro artículo reservado fue el correspondiente a las licencias de funcionamiento de giros comerciales y venta de alcohol, donde se establece un descuento del 40 por ciento en enero, un 30 por en febrero, y un 20 por ciento en marzo.

La propuesta del PRI fue que estos giros comerciales estuvieran exentos del pago de sus licencias durante todo el año.

Dicha propuesta también fue votada en contra con 22 votos de los morenistas y sus aliados.

Los 11 votos a favor fueron de los priistas, panistas y perredistas.

El último articulo que se trató de reformar fue el del pago de licencias de reparación, restructuración y rehabilitación, donde el Ayuntamiento propuso que las casas habitación y unifamiliar estén exentas de este impuesto.

Y en las licencias de terminación y ocupación de obra se hará un descuento de 50 por ciento.

La propuesta de los priistas, que también fue rechazada, fue que a estos descuentos y condonaciones se sumen edificios comerciales y hoteles.

Al final ninguno de estos artículos propuestos por los priistas fue aprobado.

 

 

 

 

Éste texto está patrocinado por el Congreso del Estado de Guerrero.

Salir de la versión móvil