«El capitán se queda en su barco»

Noé es el capitan del Dinka, un barco para 160 personas que el huracán hundió en la bahía de Acapulco, la noche del 24 de octubre. El capitán y el oficial a bordo salieron vivos. Hoy se cumplen seis meses del huracán más destructivo que ha tocado tierra en Acapulco


Texto: Marlén Castro

Fotos: Javier Verdín y Marlén Castro 

Ilustración: Ignacio Ocampo Na’Chok

Jueves 25 de abril del 2024

Acapulco

 

Noé Alfaro Santos (56 años) iba a morir la noche del 24 de octubre del 2023 y no sabe por qué continúa con vida. Tiene seis meses de su posible y diferida muerte.

Sabe que no hizo nada diferente a lo que, seguramente, hicieron sus amigos Felipe Castro de la Paz, el capitán del Aca Rey, y Demetrio Felipe García, de El Sereno. Ambos, viejos lobos de mar. Ellos ya no están. A Felipe lo hallaron el 3 de diciembre, esponjado, atrapado entre los restos de su embarcación. Demetrio sigue perdido, quizá también está atrapado en los restos de El Sereno, embarcación que no ha sido ubicada.

Noé piensa que no existe lógica que explique por qué sigue vivo. Tiene diabetes; la azúcar se le dispara a pesar del control médico y, hace cuatro meses, lo operaron de una hernia. Vive con miedo y con tristeza. Llora mucho. Es un hombre que no reprime sus emociones, nunca lo hizo, después de Otis, solloza más fácil y seguido.

–Sólo Dios sabe, –resume Noé la extraña razón de mantenerlo en este mundo.

Noé y sus amigos capitanes del Acá Rey y El Sereno se quedaron a cuidar sus barcos. Para la gente que no conoce la vida en el mar este apego es incomprensible. Ellos lo dan por sentado desde que se hacen capitanes y oficiales de embarcación, como los periodistas que van hacia los desastres, en vez de correr a salvarse.

“Nadie tiene que pedírtelo, uno lo hace de forma natural, igual como cuando no quieres dejar tu casa. El barco es tu casa”, explica Noé.

Aspectos del Club de Yates el 25 de octubre del 2023. Foto: Javier Verdín

Esa noche, en la que se murieron casi todos sus amigos de juventud de la vida en el mar, Noé se fue a dormir al camarote del Dinka, el barco del que era capitán desde los 22 años. Para protección, las embarcaciones fueron ancladas en el Club de Yates y en la Marina. Sus capitanes y oficiales se quedaron a bordo. El mar estaba tranquilo, más quieto que otras noches. Pasó por su mente que era una exageración que cerraran la Capitanía de Puerto y que las autoridades les pidieran abandonar las embarcaciones, porque el huracán traía rachas de viento peligrosas.

No había viento y no había lluvia.

A las nueve de la noche, después de merendar su leche y sus roles de canela, con el mar en calma, Noé decidió ir a dormir. Si Otis llegaba, lo haría en la madrugada, ese era el pronóstico y era lo que decían las aguas mansas de la bahía. Era mejor descansar ahora, para estar en mejores condiciones cuando Otis tocara tierra.

Parece que el mar escuchó sus pensamientos. En cuanto se tendió en la cama, las olas comenzaron a sacudir al yate y se soltó la lluvia.

Como a las diez, Noé anunció a Javier Ochoa, su oficial, que se preparara para una noche larga, defendiendo al Dinka de las rachas de viento. Se equivocó. Minutos después, el mar tranquilo se transformó en una bestia negra llena de furia.

La compañía en la que trabaja Noé tenía tres embarcaciones: Dinka l, la más antigua, Dinka, la más grande, y Reina María, la pequeña. A las tres las anclaron cerca del Club de Yates.

Noé y Javier vieron olas enormes precipitarse encima de las embarcaciones. Vieron al Dinka I volar en el aire, como un avión que surca el cielo, con todo y ancla y un pedazo del concreto, de donde lo arrancaron las rachas de viento.

Noé era el experto. Javier tenía apenas ocho meses de experiencia en el mar. Cuando Dinka I voló por encima de sus cabezas ambos esperaron lo mismo con su propia embarcación. Intercambiaron miradas resignados.

El 24 de octubre, Acapulco un día antes de Otis. Foto: Javier Verdín

De pronto, Noé sintió una especie de paz. Su corazón disminuyó la cantidad de latidos por segundo. Vio como una revelación lo que tenía que hacer para salvarse. Pidió a Javier que ambos caminaran por la embarcación para hacer contrapeso mientras bailaban sobre las aguas turbulentas. En lugar de sucumbir en las olas o elevarse por el aire, el Dinka se acercó a un muelle. Noé supo que saltar era su salvación y tenían que hacerlo rápido. Cuando otra enorme ola aventó al barco contra el muelle, Noe y Javier brincaron. Segundos después, el Dinka se perdió entre las olas.

Noé: volver a altamar

El 18 de marzo Noé volvió a altamar. Octubre, noviembre y diciembre luchó para estabilizar su diabetes, después de sortear las olas enormes y los vientos huracanados, la azúcar se fue para arriba.

Uno pensaría que un capitán de un barco, sobre todo, de uno como el Dinka, con capacidad para 160 pasajeros, recibe lo que necesita para vivir. No. Al menos no es así con Noé. Su semana es de 1,600 pesos. Por lo menos tiene seguro social y, con ello, tuvo acceso a una casa para trabajadores.

Volvió a altamar con nostalgia. Lo primero que hizo el capitán del Dinka, cuando piso la nueva embarcación, bautizada como Dinkita, fue pedir un aplauso para los capitanes y sus oficiales que no tuvieron la misma suerte que él. El Dinkita tiene capacidad para 45 pasajeros.

Pidió el aplauso entre lágrimas.

Después Noé se aferró al timón del Dinkita, como se aferró a la vida la noche del 24 de octubre.

Esta era una mañana cálida, con un mar de olas mansas, intensamente azules.

Dinkita es la embarcación que tripula ahora el capitán Noé Alfaro, después de que su embarcación para 160 personas se hundió durante Otis. Foto: Marlén Castro

El Dinkita con el capitán Noé al timón, salió del muelle y se perdió en esta inmensidad que cuatro meses atrás se tragó a sus amigos.

Noé y la tempestad

El abuelo no era marino, pero quiso que su nieto se llamara Noé, como el patriarca bíblico que salvó a las personas y a los animales del diluvio.

“Creo que mi abuelo me marcó con ese nombre”, dice Noé.

A diferencia de sus tres hermanos y su única hermana, desde muy niño, quizá tenía siete u ocho años, cuando lo único que quería era estar en el mar con su papá, Elías Alfaro Valladares. Elías (80 años) si era un hombre de mar. Fue el capitán del yate Polaris, una de las primeras embarcaciones de fondo de cristal para el paseo de los turistas.

Las primeras experiencias de Noé con el mar son de tempestad. Cuando hacía mal tiempo y su papá se quedaba a bordo de su embarcación para cuidarla, convencía a su mamá de que lo dejara llevar comida a su papá. Bertha Santos (+) sabía que Elías podía pasarla sin comer mientras había mal tiempo, porque nadie se quedaba cerca del océano. A pesar de su resistencia dejaba ir a Noé, aunque nunca apartaba el Jesús de su boca.

El capitán Noé Alfaro Santos y su familia afuera de su casa en Acapulco, tres meses después de Otis. Foto: Marlén Castro

Elías y los demás trabajadores de las embarcaciones de cristal, las que llevan a los turistas a la isla Roqueta y a ver a la virgen de Guadalupe, una mole de cobre hundida en la bahía para atracción turística, resguardaban sus embarcaciones en la playa La Agüada. Hasta allá llegaba Noé con el bastimento en esos días de aguas turbulentas.

A los 18 años, Noé ya manejaba cualquier yate que le pusieran. A los 22 años, en 1987, se hizo capitán del Dinka ll. No era su único empleo, los marinos son como los periodistas, necesitan de más de uno para completar sus ingresos. En el Aca Rey, donde conoció al capitan Felipe, Noé trabajaba haciendo clavados para los turistas.

458 embarcaciones hundidas, 137 recuperadas

Acapulco amaneció el 25 de octubre sin un solo yate anclado en la bahía. Los que no se perdieron en las olas y se hundieron quedaron volteados en las playas o encallados en las rocas. La mayoría de las embarcaciones sucumbieron a las olas de hasta cinco metros y rachas de viento de más de 270 kilómetros por hora. Otis es hasta ahora la fuerza más devastadora que ha tocado tierra en el continente americano, de acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional de México (SMN) y National Weather Service (NOAA), de Estados Unidos.

El SMN reportó que, en el momento más intenso, Otis registró vientos de hasta 329 kilómetros por hora, fue como una licuadora con velocidad turbo. Nada quedó en buenas condiciones sobre el mar, todo lo que flotaba se hundió o encalló a muchos metros del lugar al que estuvo anclado, como el Aca Rey, el que se hundió con su capitán y sus cinco oficiales.

Así amaneció Acapulco el 25 de octubre del 2023. Foto: Javier Verdín

El capitán del Aca Rey, Felipe Castro de la Cruz, fue hallado el 3 de diciembre. Sólo dos cadáveres de los seis desaparecidos fueron recuperados. El otro cadáver recuperado es el del piloto naval José Andrés Soberano Mellado.

De este tipo de embarcación, el único que sorteó las olas fue el Bonanza. Ambos, con sus luces tintineantes, enmarcaron la bahía durante unas cuatro décadas. El Bonanza fue reparado y el 24 de diciembre, dos meses después del fenómeno devastador, reanudó sus paseos.

La noche de Otis, de acuerdo con el último reporte del gobierno de Guerrero, fallecieron 52 personas y 32 siguen desaparecidas.

Noé no quiere sentarse a hacer bien las cuentas de todas las personas cercanas y queridas que perdió esa noche. Sabe que la tripulación de El Sereno, una embarcación privada anclada en el Club de Yates, el capitán y dos oficiales y en el Aca Rey, el capitán y cinco oficiales, están en calidad de desaparecidos.

“Ahí nomás son nueve personas”. Noé sostiene que en la mitad de las embarcaciones hundidas esa noche, hay desaparecidos.

El 24 y 25 de octubre, de acuerdo con la Secretaría de Marina, se hundieron 458 embarcaciones, entre ellas, la Dinka I, para 90 pasajeros, el Dinka para 160 y la Reina María, para 80 pasajeros.

El último reporte de la Semar indica que han recuperado del lecho marino 137 embarcaciones: 75 en la bahía de Acapulco, 41 en la bahía de Puerto Marqués y 21 en áreas de La Bocana.

Noé y Otis

Horas antes de que Otis hundió su barco, Noé tuvo uno de los días más tranquilos de su vida, a propósito de la misma presencia del huracán.

Noé y el oficial Javier Ochoa llegaron al Paseo del Pescador, más temprano que cualquier otro día, porque iban a llevar a hacer una inspección a personal del gobierno federal a la Isla La Roqueta.

Esa mañana, Otis pasó de ser una tormenta tropical a un huracán categoría uno y la rapidez con la que se transformó generó la advertencia del Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos, razón por la cual cerraron el puerto a la navegación.

Aunque se cernía sobre el cielo porteño esta amenaza, ni el viento ni la superficie del mar indicaban riesgo. Noé, Javier y las personas del gobierno federal zarparon como a las 8:20. A los diez minutos, cuando se dieron cuenta en Capitanía que el Dinka había salido a altamar. Noé recibió una llamada.

El capitán se regresó porque el puerto ya había sido cerrado.

Como a las nueve de la mañana su patrón lo mandó a descansar a su casa, porque en la noche iban a estar en el barco para cuidarlo.

“Aunque no me hubieran dicho que lo hiciera, yo habría ido, no vi otra cosa desde que fui niño. El capitán se queda en su barco”, sostiene Noé.

El capitán Noé Alfaro Santos y su familia afuera de su casa en Acapulco, tres meses después de Otis. Foto: Marlén Castro

Noé no echó en saco roto la recomendación. Recuerda que durmió como si tuviera días sin pegar los ojos. Despertó como a las cuatro y media de la tarde. Durmió tanto que, cuando despertó, tuvo la sensación de que era el día siguiente. Se levantó, se preparó algo sencillo de comer, y comió. Como a las ocho se dijo que ya era hora de ir a cuidar su barco. Él no supo que cerca de las seis de la tarde, oficiales de la Marina pasaron a las embarcaciones a advertirles que debían retirarse porque el huracán ya era categoría cuatro. Subió al barco con la idea firme de que se las verían con un huracán categoría uno.

Las condiciones del mar hasta cerca de las nueve y media de la noche reafirmaron su certeza.

Nada en toda su vida de marino, con más de 45 años pegado al mar, lo preparó para lo que viviría las horas siguientes. Pero está vivo, y vive para contarla.

“No sabemos nada”: familiares mantienen búsqueda de 24 desaparecidos en Acapulco tras 86 días del paso de Otis

Familiares continúan la búsqueda de 24 personas desaparecidas, quienes podrían estar debajo de las embarcaciones que siguen hundidas en el mar, pero que las aseguradoras se niegan a retirar.


Texto: Marcela Nochebuena/ Animal Político 

Foto: Luis Madrid/Animal Político 

18 de enero 2024

 

A 86 días del impacto del huracán Otis en Acapulco, familiares siguen en la búsqueda de 24 desaparecidos y no se sabe cuántos más podrían estar aún bajo los restos de más de 450 embarcaciones que siguen hundidas en el mar.

Son los mismos 86 días en los que Enrique ha buscado a su hermana Abigail incansablemente, con todos sus recursos físicos y emocionales. Afuera de la Base Naval, minutos antes de la reunión semanal a la que acude junto con las demás familias cada martes a la 1 de la tarde para ser informado por la Marina de México, cuenta que a veces ya hay una sensación de agotamiento, a veces desánimo, entre el grupo.

Esa es la razón por la cual –según ellas mismas revelan— cuatro mujeres, también familiares de personas cuya pista se perdió en el mar la noche del huracán, permanecen en unas sillas acomodadas bajo una carpa blanca, a la espera de que la reunión inicie, y prefieren ya no hablar públicamente.

 

Hermano de desaparecida por Otis narra cómo ha sido la búsqueda

En el día 86, Enrique Andrade accede a volver al punto regular de anclaje de la embarcación Litos, en la que trabajaba Abigail y donde desapareció la madrugada del 25 de octubre.

Mientras señala el lugar exacto donde habitualmente permanecía el Litos –ahora vacío al lado de un yate hundido del que solo se ve la mitad desde la superficie—, afirma con convicción:

“En Puerto Marqués nos encontramos. A quien estoy buscando es a mi hermana Abigail Andrade Rodríguez de la embarcación Litos. En la embarcación Litos se encontraban cuatro personas con mi hermana. Ese día, no nada más la embarcación Litos, sino muchas embarcaciones, se fueron a resguardar a la Base Naval”, relata.

Recuerda de nuevo que a las 12:20 la embarcación pidió auxilio en Punta Bruja, por lo que se ha sabido. En los primeros días, su búsqueda era simplemente caminar, porque no había cómo trasladarse a diferentes puntos. Con el tiempo, fue acercándose a más familiares con los que unió fuerzas.

Dueños de embarcaciones no han tramitado el seguro, por lo que las aseguradoras dicen que no pueden removerlas. Foto: Luis Madrid/Animal Político

Para el día 15 después del impacto del huracán, las familias fueron coincidiendo unas con otras, comenzaron a repartirse lugares, a acudir a hospitales, a los refugios y a los servicios forenses. Ahí también tuvieron que dejar sus muestras de ADN.

“Hasta el momento estamos ya en el día 86, y hasta el momento no sabemos nada. No ha aparecido en los hospitales, no ha aparecido en la Semefo; son 24 personas desaparecidas en el grupo que yo estoy, de diferentes embarcaciones, de las cuales a través de la Marina hacemos recorridos todos los días”, añade.

Enrique busca a su hermana Abigail que trabajaba en una embarcación la noche que Otis devastó Acapulco. Foto: Luis Madrid/Animal Político

De la Base Naval, describe Enrique, salen entre tres y cuatro embarcaciones, en las cuales abordan uno o dos familiares. Todos los martes se hace la reunión de la 1 de la tarde, se concentran en el punto y se hace mención de todo lo hallado –pertenencias personales o partes de las embarcaciones—, y los lugares donde se han hecho las búsquedas y los recorridos.

“Cuando nos muestran todo por imagen –porque todo es por imagen, no nos muestran la prenda de lo que recuperan presencial—, después de un proceso, la Marina lo entrega a Fiscalía, y los mismos familiares acudimos a Fiscalía para recuperar esa prenda personal de cada una de las diferentes personas desaparecidas”, cuenta Enrique.

 

Desconocen quién indicó a las embarcaciones ir a la Base Naval la noche del huracán

Hay otras personas, particulares, que se han sumado a la búsqueda con actividades de buceo. Algunos han hecho mayores hallazgos que la propia dependencia. Hasta el momento, se desconoce quién dio la indicación de que las embarcaciones se trasladaran a la Base Naval.

Sin embargo, el capitán Ricardo, quien sobrevivió, ha relatado que tras darse cuenta de que ahí corrían peligro, decidieron moverse con la intención de regresar a Puerto Marqués, pero en Punta Bruja –casi llegando—, Otis golpeó con toda su fuerza. Los vientos rompieron los cristales de la embarcación y las olas de más de cuatro metros los obligaron a saltar. En ese momento le perdieron la pista a Litos, que iba unos metros adelante.

A 86 días, se han encontrado solo partes de la embarcación, cerca de la isla de La Roqueta, no del lado donde llegan las embarcaciones, sino en el que corresponde al mar abierto. Una de ellas es, incluso, la moto acuática que transportaba el barco. La balsa de la embarcación Litos, para 12 personas, no ha sido encontrada, pero sí algunas prendas del uniforme de la tripulación –que no lo portaba aquel día—.

Restos de un barco en Acapulco. Foto: Luis Madrid/Animal Político

 

Piden mover los restos de embarcaciones

En la reunión del martes 16 de enero, relata el hermano de Abigail, la Marina les comentó que ahora sí van a mover las embarcaciones que todavía están hundidas, o unas encima de otras, para descartar que se encuentren ahí personas atrapadas. En esos casos, según les han dicho, la dependencia ha hecho búsquedas con drones y buzos.

Enrique revela que el dueño de la embarcación ha seguido pagando las quincenas a los familiares directos de las personas desaparecidas. Incluso, en los primeros días, preguntó en qué podía colaborar para las acciones de búsqueda. A la Marina, Enrique aún le pide una búsqueda a más de cien millas, mar adentro.

“La Marina me ha contestado que hay embarcaciones que están haciendo recorridos en los litorales donde ya no compete para ellos. Incluso hay embarcaciones pesqueras que están mar adentro, y que ellos, como ya notificaron la desaparición de las personas, a través de eso estamos esperando también una respuesta”, añade.

Las búsquedas también han tenido un costo para Enrique: un palo enterrado en la planta del pie, e infecciones en la piel o en el estómago. “Esta lucha ha sido muy dura… Yo voy a seguir adelante… La misma Marina me comenta que no tienen un submarino pequeño, que no tienen equipo más sofisticado para rastrear a una profundidad más adentro”, afirma.

 

Capitán sobreviviente vive sin apoyos de dueños de embarcación para la que trabajaba

Si en el caso del Litos el dueño estuvo pendiente y sigue pagando los sueldos de sus empleados, el capitán Vicente Herrera Carrillo, y único sobreviviente del Rosemary –del que estaba a cargo hace 9 años— se ha enfrentado a la situación opuesta: hasta la fecha, los dueños no se han acercado ni le han llamado ni han hecho ningún ofrecimiento de apoyo. Tampoco recibe ya ningún pago, que era semanal.

Su esposa, su hijo y su nieto desaparecieron en la madrugada del 25 de octubre, a bordo de la embarcación. “Esa es mi mayor preocupación, que queremos encontrarlos, ya sea el barco, pero hasta la fecha no hemos encontrado absolutamente nada, ni pistas de ese barco”, relata.

El capitán Vicente recuerda cómo se aferró hasta el último momento a la embarcación, pero la presión terminó expulsándolo. Después no supo nada, hasta que pudo agarrarse a un tronco. Dice que si hubieran tenido aviso del tamaño del fenómeno, habrían abandonado el barco. “Ni protección civil, capitanía de puerto ni la Armada de México no nos dio ningún comunicado”, asegura.

El capitán Vicente Herrera Carrillo sobrevivió a Otis, pero busca a su esposa e hijos desaparecidos esa noche del huracán. Foto: Luis Madrid/Animal Político

Aunque hay avances y pormenores en las reuniones, dice, no hay hallazgos. Vicente busca a María Hilaria Delgado Valdovinos de 55 años, Luis Sebastián Herrera Delgado de 9, y Luis Alberto López Sarabia de 4.

Un chaleco salvavidas del Rosemary y un tenis de su nieto mantienen su esperanza.

 

El “cementerio” de las embarcaciones

En el club de Yates, en la playa Caleta, en la Marina y en todo el litoral del Acapulco viejo, el escenario es el mismo a 86 días del paso de Otis: lanchas, yates y todo tipo de embarcaciones yacen a medio hundimiento, amontonadas unas sobre otras a lo largo de la costa, identificadas por boyas o con partes voladas a uno y otro lado.

Bajo los condominios y los hoteles adyacentes a la Marina es evidente a simple vista la pedacería, los contenedores que el viento aventó a tierra y un “cementerio” de embarcaciones que nadie sabe quién va a mover ni cuándo. Tampoco se sabe con exactitud si otros cuerpos yacen debajo.

Diego, integrante de la Brigada Otis –iniciativa de la sociedad civil para prestar ayuda a Acapulco— ha descendido a los puntos donde las embarcaciones permanecen hundidas, y asegura que hay personas fallecidas a quienes no se ha podido rescatar porque las aseguradoras se han negado a mover las embarcaciones.

“Han puesto de su parte (la Marina), no tanto como todos esperábamos que llegaran a hacerlo, pero tiene como un mes que hicieron el primer sobrevuelo con familiares a bordo y no se ha vuelto a hacer ningún otro, pero realmente el punto de inflexión han sido las aseguradoras”, apunta.

Cementerio de embarcaciones tras Otis. Foto: Luis Madrid/Animal Político

Muchos de los dueños de las embarcaciones no han hecho el trámite del seguro, por lo que las empresas aseguradoras prohibieron moverlas, tocarlas o acercarse a ellas; sin embargo, la mayoría de los cuerpos están debajo de los barcos.

“Yo estuve buceando desde el 28 a más o menos el 2 de noviembre, diario en esa zona, y te puedo decir de primera mano que es cierto, está repleto de cuerpos el club de yates, y el tema es que no se pudieron hacer labores de rescate debajo de esas embarcaciones porque las mismas aseguradoras no los pueden mover”, explica.

Además, hay muchas pertenencias ahí que pueden ayudar a identificarles, pero para ello sería necesario remover la mayoría de las embarcaciones, lo cual también presenta la complicación del escombro que hay en las zonas –vidrio, madera, astillas, láminas y contaminantes químicos—.

 

Las cifras de desaparecidos en Acapulco por Otis

Según el último informe de la Marina, se estima que en Acapulco se extraviaron 438 embarcaciones y en Puerto Marqués 20. Del total de 458, se han hallado 74 en Acapulco y 21 en Puerto Marqués. En quince barcos, según la dependencia, hubo personas desaparecidas; se han encontrado 11 y siguen buscando cuatro. Veinticuatro personas siguen desaparecidas, y 17 cuerpos han sido recuperados.

Para Diego aún hace falta que las actividades sean más transparentes, que los familiares tengan mayor acceso a las pertenencias halladas, así como equipo técnico y maquinaria especializada –sobre todo para la limpieza de los escombros— con los que ya no cuentan.

Enrique y el capitán Vicente solo piden que se agilice más la búsqueda, y que se llegue a una mayor profundidad.

Foto: Luis Madrid/Animal Político

Recupera Marina 95 de 458 embarcaciones extraviadas durante Otis

Texto: Itzel Urieta

Foto: Amapola Periodismo/Archivo 

10 de enero del 2024

Chilpancingo

 

El secretario de la Marina, José Rafael Ojeda Durán, informó que de 458 embarcaciones extraviadas durante la madrugada del 25 de octubre que Otis tocó tierra en Acapulco, han recuperado 95. Es decir 363 embarcaciones continúan en el fondo del lecho marino.

Ojeda Durán compartió esta información esta mañana en la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador en Acapulco.

Indicó que del 2 de noviembre del 2023 hasta ayer 9 de enero se recuperaron 74 embarcaciones en Acapulco y 21 en Puerto Marqués.

Embarcaciones que encallaron en distintos lugares del puerto. Foto: Oscar Guerrero/archivo

Sobre las 95 embarcaciones recuperadas, Ojeda Durán informó que eran embarcaciones sin personas a bordo.

Precisó que de las 458 embarcaciones extraviadas, 15 se perdieron con personas a bordo, de las que once ya fueron localizadas y continúan con labores para hallar las otra cuatro.

De estas 15 embarcaciones indicó que el número de personas desaparecidas eran 24, de las que ya recuperaron 17 cadáveres y siguen en las labores para hallar los otros siete.

Imagen de la conferencia matutina del presidente en Acapulco este 10 de enero del 2024. Foto: Captura de video.

“Todas la operaciones realizadas en la mar siempre han sido acompañadas por la Policía Ministerial, por la Fiscalía General del Estado (FGE), y en algunos casos con familiares de las personas desaparecidas”, dijo.

Explicó que del 4 al 5 de enero se realizaron operativos de búsqueda en mar, en la Marina de Acapulco, en el condominio Cocos, Punta Diamante e Isla de la Roqueta.

Embarcaciones dañadas por Otis en la costera de Acapulco. Foto: Óscar Guerrero/Archivo

En estas labores de búsqueda los acompañaron familiares de personas desaparecidas y tripulaciones de embarcaciones desaparecidas como el de el yate Litos, Sereno y Bacchus.

“Se localizaron restos óseos ahí, fueron entregados al Semefo (Servicio Médico Forense), y resultó que eran de origen animal”.

En cuanto al equipo utilizado para realizar las labores de búsqueda, Ojeda Durán dijo que se utilizaron cinco drones submarinos, siete embarcaciones con sondas de monohaz, 70 buzos y hasta la fecha se realizaron 2,430 inmersiones.

Sobre los apoyos repartidos dijo que se repartieron 370, 715 despensas, unas 800 por semana y más de un millón de litros de agua para consumo.

Aseguró que 24, 712 elementos del Ejército Mexicano, Marina y Guardia Nacional continúan en labores de apoyo.

Buscan a 12 capitanes de la Marina y oficiales entre los desaparecidos de Otis

Trabajadores de embarcaciones del Club de Yates de Acapulco que cuidaban embarcaciones también están desaparecidos


Texto: Marlén Castro y Jesús Guerrero

Fotografía: Oscar Guerrero 

Acapulco

1 de noviembre del 2023

 

En el muelle de la Marina, el que se aprecia desde el condominio Los Cocos, dos buzos se preparan para una sumergirse en el océano. Se colocan los trajes de neopreno y después prueban los reguladores que harán posible que respiren bajo el agua.

Hay otras dos personas más en la lancha rápida. Salen del muelle y se pierden en la inmensidad azul de las aguas de la bahía.

Ya pasaron siete días del paso del huracán Otis, poco a poco, la tragedia que significó para muchas personas, es revelada, pero aún se desconoce el número total de víctimas. Hasta ahora, el conteo oficial indica que hay 48 muertos y 47 desaparecidos.

En esa lista de desaparecidos podrían estar 12 capitanes de la Marina que la noche del martes 25 de octubre estaban en sus embarcaciones, las que también están desaparecidas. El dato no es oficial.

Un oficial de la Marina, que resguardaba las instalaciones, las que quedaron completamente destruidas, reveló esta información de manera informal.

Indicó que en el muelle había unas 100 embarcaciones ancladas y unas 30 se perdieron: se hundieron. Desde el miércoles y hasta hoy miércoles 1 de noviembre, poco a poco comenzaron a saber de la situación de los capitanes y oficiales a su mando en esas embarcaciones, los que habrían llegado a puertos cercanos y salvado sus vidas. De los capitanes de 12 embarcaciones y sus oficiales no se sabe nada.

Se buscó al titular de la Capitanía de Puerto, Gamaliel Reyes Ramírez, para una información oficial con respecto a los capitanes y oficiales desaparecidos, además de reportes de otros trabajadores del mismo sector también desaparecidos, pero nunca estuvo disponible en las oficinas y nadie más del personal de Capitanía podía proporcionar información.

Estos dos yates anclados en la bahía Santa Lucía encayaron en un lote baldío entre la Marina y el Club de Yates de Acapulco.

Los capitanes y los oficiales de esas 12 embarcaciones no son los únicos no localizados.

Adán Enzo, trabajador de una embarcación anclada en el Club de Yates de Acapulco, indicó que siete amigos personales trabajadores también de otras embarcaciones están desaparecidos.

“Le digo de mis amigos, personas que conozco desde hace muchos años y que sé que sus familias los andan buscando, pero esos amigos míos no son los únicos que están en esa situación”, aseguró Adán Enzo.

Entre el Club de Yates de Acapulco y el Condominio Los Cocos, ambos privados, hay un terreno baldío, con escombros enfrente de los destrozos que arrancó y arrastró el viento y la lluvia de Otis. En ese terreno baldío encallaron cinco yates, el Loki ll, totalmente destruido. Los yates anclados ahí son Deja-vu, Santa Lucía (es un velero), Ondina, Loki ll y de otro que ni siquiera se aprecia el nombre.

Juan Quiñones Hernández, capitán del yate Perro de Luna, salvó la vida porque no se quedó a cuidar la embarcación esa noche del 25 de octubre.

Perro de Luna es una de las embarcaciones hundidas del Club de Yates de Acapulco. Quiñones Hernández ahora no tiene trabajo pero su patrón un extranjero de nacionalidad portuguesa hasta ayer martes 31 de octubre le depositó su pago mensual y cree que le sostendrá su salario aunque no tenga embarcación.

“Perro de Luna tenía ancla nueva y fortificada, yo creí que la embarcación estaba segura y la dejé y me fui mejor a cuidar a mi mujer y mis hijos. Esa decisión me salvó la vida”.

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