De artesanías chinas al despojo de territorio: afecta turismo ‘excluyente’ a comunidades indígenas de Chihuahua

Diversos estudios antropológicos apuntan que el modelo de turismo actual en la Sierra Tarahumara de Chihuahua reduce la cosmovisión de los pueblos originarios a un simple producto de consumo y perpetua el despojo de sus territorios y recursos naturales. Las comunidades indígenas quieren cambiar las formas de hacer turismo, pero a los empresarios y autoridades gubernamentales poco les interesa.


Texto y foto:  Óscar Rosales/Raichalli  

Sábado 27 de abril del 2024

 

Tomarse una fotografía con un niño rarámuri, el uso de su idioma para vender un producto, o inventar una historia fantasiosa sobre una comunidad indígena. Podrían parecer actos inocentes, pero es parte de lo que el antropólogo Juan Jaime Loera define como “turismo excluyente”. Esa dinámica frivoliza la cultura y cosmovisión de los pueblos originarios de la Sierra Tarahumara, y a la par del despojo de su territorio por parte de empresarios mestizos, les impacta de manera negativa en la vida a corto, mediano y largo plazo.

Así lo explicaron los antropólogos Juan Jaime Loera y Marco Vinicio Morales, en el primer foro de “Diálogos de resistencia” organizados por la Consultoría Técnica Comunitaria (CONTEC) como parte de su vigesimoquinto aniversario.

En la charla realizada el 25 de abril en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), Loera y Vinicio detallaron cual fue el proceso para realizar tres peritajes antropológicos que midieron el impacto del turismo moderno en las comunidades de Mogótavo, Bakajípare (ubicados en el municipio de Urique) y Huetosachi (Guachochi), de septiembre a noviembre del 2022.

Los peritajes antropológicos son informes especializados que sirven para reconocer el derecho de los pueblos indígenas a preservar sus costumbres e instituciones. Además, se rigen bajo normativas nacionales e internacionales. En el caso de México, el artículo 4 de la constitución garantiza a los pueblos indígenas que “la ley protegerá y promoverá el desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas específicas de organización social”, describieron los ponentes.

Dichos estudios se utilizan para explicar el significado cultural de un hecho dentro de otra cultura. En este caso especifico de Chihuahua, como las actividades turísticas de personas no indígenas repercuten en las comunidades rarámuri.

“Cada vez más hay demanda y importancia a los peritajes antropológicos, por ejemplo, se pueden realizar para determinar la presencia histórica continuada de seres humanos en una región”, comentó Jaime Loera. En ese sentido, uno de los asistentes a la charla enfatizó que el incremento de las peticiones es debido a que desde hace 20 años los peritajes se utilizan como prueba en los juzgados para reconocer la existencia histórica de los pueblos indígenas.

Los peritajes realizados en las comunidades ubicadas en los municipios de Urique y Guachochi, demostraron que el modelo actual de turismo en Chihuahua tiende a generar despojo de territorio y de los recursos naturales de las poblaciones indígenas, además de afectar su cultura y forma de vivir, aseguraron los ponentes.

Los expositores señalaron que las personas inversionistas venden y compran parcelas en territorios indígenas por su atractivo natural, y que ya siendo “dueños” de dichos espacios, solicitan el cambio de uso de suelo para talar los árboles en la zona y construir complejos turísticos, como el Parque Aventura, ubicado en las Barrancas del Cobre, en el municipio de Urique.

Ese turismo que no toma en cuenta la cultura ni la voz de las comunidades indígenas, Juan Jaime Loera lo definió como “turismo excluyente”. Y aunque las comunidades rarámuri buscan cambiar la forma en que se hace turismo en su territorio, los empresarios mestizos y las personas funcionarias del gobierno estatal poco interés tienen en el tema.

Como muestra del desinterés, Marco Vinicio se refirió al actuar de las personas no indígenas en las reuniones del Consejo Consultivo de Barrancas del Cobre, creado en 2016.

“Estas reuniones de Consejo Consultivo todo lo hacen ‘express’, con el interés de sacar sus propuestas, obviamente me refiero al Gobierno, a los funcionarios de gobierno, quieren sacar su agenda pero sin realmente darles un espacio (a los rarámuri)”, explicó Vinicio. “Ni siquiera retoman las formas para discutir los temas, para dialogar, se llega, se imponen temas, se aprueban y no los dejan hablar.

Los antropólogos también señalaron que durante uno de sus peritajes, llegaron abogados a una de las comunidades indígenas para entregar una notificación de denuncia penal, lo que despertó el miedo en las y los habitantes.

Loera infiere en que ese tipo de denuncias llegan de los inversionistas que compran terrenos en la zona y buscan ahuyentar a las familias para construir sus proyectos turísticos. Un ejemplo de esto es el que se dio en el 2021, cuando un grupo de empresarios y políticos priistas no indígenas comenzó una demanda por despojo contra la comunidad rarámuri de Mogótavo, lo que generó una gran indignación entre activistas y sociedad en general.

Beneficios en chino

Loera y Vinicio afirman que los verdaderos beneficiados del modelo turístico actual en la Sierra Tarahumara son particulares y no las comunidades indígenas, quienes se han visto obligadas a cambiar su estilo de vida con tal de adaptarse a las nueva dinámica. Disminuyeron las reuniones durante los fines de semana y los rituales tradicionales, aseguraron.

En el mismo sentido, Loera mencionó que si bien la infraestructura turística da opciones laborales a las poblaciones indígenas, estos trabajos son precarios, que suelen ser de pocas posibilidades de superación y muy inflexibles con el tiempo.

“Se están moviendo fechas, se están moviendo los días importantes de la ritualidades, particularmente las que son más fijas en función de los tiempos que marca la afluencia turística a la Sierra Tarahumara”, agregó Vinicio.

Loera también advirtió de la compra masiva de artesanías manufacturadas en China por parte de los dueños y dueñas de los complejos turísticos, las cuales llegan a través de rutas comerciales del sur y centro de México.

“Calendarios mayas y aztecas vendiéndose en Creel (…) artesanías que vienen siendo también compradas por la población local para el turismo nacional e internacional”, comentó el antropólogo.

Cocina en Huetosachi, ejemplo de turismo responsable

Ya existen ejemplos en Chihuahua de como realizar turismo que respeta los territorios y a las comunidades que viven en ellos, indicaron Loera y Vinicio.

En la comunidad de Huetosachi, en el municipio de Urique, se encuentra un taller de cocina tradicional rarámuri, proyecto que es gestionado por mujeres indígenas, y que a su vez forma parte de un programa de turismo sustentable llamado Experiencias Rarámuri.

Durante los peritajes del 2022, las personas indígenas entrevistadas expresaron que imaginan un turismo responsable e incluyente, un manejo sustentable de basura y desechos, sin miedo a la violencia y al despojo de territorio, con agua limpia y animales, en un entorno propicio para realizar sus fiestas tradicionales de manera alegre.

Peritajes construyen política pública

Tanto Juan Loera como Marco Vinicio, remarcaron la importancia de los peritajes antropológicos como una herramienta para vincularse con la sociedad civil, que den paso a reflexiones sobre nuestra forma de ver a otras culturas.

“El peritaje antropológico tiene gran potencial, no solamente para la antropología social aquí en nuestra escuela, sino en todas las áreas, la arqueología, la lingüística creo que pueden aportar justamente su expertise”, señaló Loera.

De igual manera, uno de los asistentes al foro cuestionó la falta este tipo de trabajos en la ENAH y su aplicación para la defensa en casos judiciales.

 

 

 

 

 

 

 

 

Este texto pertenece a Raichalli Noticias y es reproducido en Amapola Periodismo como parte de la alianza de medios. Puedes leer el texto original aquí.

¿Opciones de juguetes artesanales para Los Reyes Magos? Te decimos dónde

Texto y fotografía: Alberto Ramírez

Chilpancingo

6 de enero del 2023

 

Existen muchas opciones de lugares para comprar regalos en este Día de Reyes, además de una variedad de precios y productos.

Hay puntos de ventas provisionales en la ciudad y también establecimientos con juguetes artesanales.

En la ciudad hay comerciantes locales que venden juguetes de este tipo, como el caso de la tienda Artesanías en general, ubicada en la calle Abasolo, justo atrás del Casino del Estudiante, que suma unos cinco años en la venta de estos productos.

En la temporada de diciembre y enero, el establecimiento vende productos hechos de hojas de maíz y de palma, como son esferas, nacimientos, coronas, entre otros. La mayoría adquiridos de artesanos de Chilapa de Álvarez.

En estas fechas, el establecimiento apuesta por la venta de juguetes hechos a mano. Muchos de estos proceden de los estados de Michoacán y otros de Querétaro.

Los juguetes en la tienda Artesanías en general son variados, coloridos, económicos, amigables con la naturaleza y fomentan la creatividad. Foto: Alberto Ramírez.

Marta Vallejas, empleada del local, comentó que el dueño del negocio no solo va a esos estados a traer productos artesanales para vender, sino que también lleva productos guerrerenses a esos estados, de esta manera se hace un intercambio cultural entres estas entidades a través de sus artesanías.

La mayoría de los juguetes que venden a Los Reyes Magos son hechos de madera. Para las niñas tienen casas de madera y cunas para sus muñecas, muebles, tocadores, sillones, entre otros.

Para los niños hay carritos, trenes, máquinas, corrales, rines, futbolitos, caniqueros, pintarrones y tambores, estos dos últimos dirigidos para niños y niñas.

Marta mencionó que en la actualidad muchos de los niños piden objetos tecnológicos como drones, carros o aviones eléctricos, entre otros.

“A pesar de que muchos niños eligen juguetes eléctricos, hay muchos otros que siguen prefiriendo lo artesanal y en cuándo a ventas, no nos quejamos, ya que han sido buenas, sobre todo en diciembre y en estos primero días de enero».

Marta considera que los juguetes que venden en las tiendas departamentales son muchísimo más caros que los que se venden en la tienda que ella labora.

El precio más alto en esta tienda es de 2,000 pesos que es lo que cuesta una casa de madera para muñecas y el precio mínimo es de 100 pesos, el costo de una alcancía.

Marta invitó a Los Reyes Magos a consumir local y apoyar a los artesanos guerrerenses y de todo el país, como el dueño de la tienda, quien adquiere los productos de los artesanos guerrerenses para venderlos en otros estados y viceversa.

“Es una ayuda mútua que se hacen entre ellos y considero que es muy válido porque todos salen ganando”.

La tienda está abierta de lunes a sábado, de nueve de la mañana a ocho y media de la noche y los domingos de diez de la mañana a siete y media de la noche.

Las cajitas de Olínala, las artesanías subvaloradas

Texto y fotografía: Itzel Urieta

Chilpancingo

6 de diciembre del 2023

 

Las cajitas de Olinalá son una de las artesanías más popular de Guerrero, sus relieves coloridos y su característico olor atrae miradas y el olfato de todos, aunque muchas veces no se valora todo el trabajo que hay detrás.

Eugenio Moctezuma Hernández es originario de Olinalá, poblado ubicado en la Montaña alta de Guerrero, quien desde hace 30 años se dedica a la creación de las cajitas de Olinalá.

Ejemplar de cajita de Olinalá.

Eugenio cuenta que una cajita de Olinalá terminada pasa por las manos de siete personas.

La labor que realizan todos los involucrados en la creación de estos objetos es incuantificable y supera por mucho el precio de venta final.

Los artesanos comienzan a contar el proceso desde que la madera llega al carpintero, quien dará forma a las cajas de Olinalá, en todas las formas y tamaños que uno se pueda imaginar.

Las tradicionales pueden ser de forma cuadrada, rectangular y en forma de baúl, actualmente y para tener más ventas ya realizan servilleteros, porta retratos, espejos, guardapelos, pero siempre conservando el trabajo artesanal y de pintura que los caracteriza.

Después de que el carpintero le dio forma, otra personas se encarga de lijar, pintar y barnizar la caja.

De ahí viene el trabajo de pintar a mano cada una de las piezas.

¿Cuánto tarda en pintar una caja, la más pequeña?

“Nosotros no contamos los días, ni las horas, porque es todo un procesos, si pintas una flor o un acabado tienes que esperar que se seque un día, y mientras se seca le avanzamos con otras”, contó Eugenio.

Tres son las técnicas con las que se pintan estas artesanías; tallado vaciado, dorado a pincel y rallado punteado.

El tallado vaciado se usa para darles relieve, el dorado a pincel, como su nombre lo indica es porque se pinta con pincel y el rallado punteado es para lograr los característicos puntos que decoran las cajitas.

Eugenio lamenta que muchas personas no están dispuestas a pagar el precio real de estas artesanías, que originalmente estaban hechas de madera de linaloe, un árbol endémico del sur de México que dota a las cajitas de su característico olor.

Por eso, actualmente utilizan otros tipos de madera para reducir costos y el olor se le agrega aparte.

En el caso de los servilleteros, porta retratos y lapiceras utilizan triplay.

“Es muy costoso, muchas veces no es ni redituable para nosotros, por eso comenzamos hacer otro tipo de productos mas accesibles para que la gente compre”.

Eugenio, toda su vida la dedica a la venta de cajitas de Olinalá, su padre era carpintero, su madre lijaba y barnizaba, y Eugenio y sus hermanos las decoraban.

“Muchas veces no valoran el trabajo y otras personas, ni saben que aquí en Guerrero se hace este tipo de cosas, me ha tocado que en Tlapa me preguntan de donde las traemos”.

Las cajitas de Eugenio ya recorrieron varios puntos del país y conoce a los tipos de clientes que hay.

“Al gringo (estadounidense) por ejemplo, no le gustan las cajitas, les gustan los servilleteros, los espejos, pero a los españoles o franceses si les gusta y les gustan mucho las talladas en colores pastel”.

Éste 7 de diciembre se podrán admirar las obras de Eugenio y otros artesanos en la explanada del Congreso local, como parte del tercer Festival artesanal y gastronómico, organizado por la Comisión de Artesanías.

Eugenio y varios de sus ejemplares de artesanías variadas.

Camino artesanal, la segunda vía rápida por la equidad de género en Ocotequila

Texto: Marlén Castro

Fotografía: Cortesía del Comité Comunitario de Participación Social del Camino Rural de Ocotequila

Ocotequila/municipio de Copanatoyac

21 de noviembre del 2023

 

A la orilla del camino rural a Ocotequila se observa algo insólito en una comunidad nahua: hay albañiles y albañilas participando codo a codo en la construcción de la vía.

“Al principio, los hombres no querían que las mujeres trabajaran también, pero son las reglas de operación establecidas en los caminos rurales y se tuvieron que adaptar”, cuenta Diego Ramírez González, secretario general del Comité de Participación Social.

El camino artesanal en Ocotequila registra un 68 por ciento de avance en esta que es la primera etapa en la que se tienen contemplados 4,800 kilómetros. Si hay segunda y tercera etapa pavimentarán los 12 kilómetros de distancia entre Copanatoyac, la cabecera del mismo nombre del municipio nahua en la Montaña alta, y Ocotequila.

La construcción del camino rural es la segunda vía rápida por la equidad de género en Ocotequila. La primera fue la declaración de invalidez de la elección del comisario municipal de Ocotequila por parte del Tribunal Electoral del Estado de Guerrero, en febrero del 2002, por negar el voto a las mujeres.

En enero del 2022, el pueblo nahua de Ocotequila se hizo famoso a nivel nacional e internacional, cuando por primera vez un grupo de nueve mujeres, encabezadas por María Antonia Ramírez Marcelino, se presentó a la Comisaría Municipal para solicitar que las dejaran votar en la elección del comisario. Los hombres les negaron ese derecho, aludiendo “usos y costumbres”, la justificación perfecta para no razonar con argumentos los derechos de las mujeres.

Las nueve mujeres interpusieron un juicio electoral para la protección de sus derechos políticos y el 2 de febrero del 2022, el Tribunal Electoral del Estado de Guerrero ordenó la anulación de la elección y la celebración de nuevas votaciones. El 13 de febrero del 2022, por primera vez en la historia del pueblo de Ocotequila, votaron las mujeres.

Los primeros cuatro kilómetros con 800 metros que se construyen de camino rural son la segunda vía rápida a la equidad de género en esta comunidad rural nahua.

El Comité Comunitario de Participación Social anunció que se contrataría a hombres y a mujeres para construir el camino rural y, como en las elecciones del comisario, los hombres y también algunas mujeres se oponían a que hubiera mujeres en ese trabajo.

“Decían que las mujeres no tienen la fuerza para cargar lo que los hombres cargan, a lo mejor sí, pero pueden dividir el peso en dos partes y dar dos viajes en vez de uno, decíamos en las asambleas”, cuenta María Antonia Ramírez Marcelino, la mujer que encabezó la petición de votar por primera vez en la elección de comisario y ahora forma parte del Comité Comunitario del Camino Rural.

Pies de Foto: La contratación de mujeres en trabajos de albañilería en la construcción del camino artesanal les ha permitido demostrar en la comunidad nahua de Ocotequila que no hay trabajos exclusivos para hombres.

Además, agrega Diego Ramírez González, no era opcional contratar a hombres y mujeres para los trabajos de albañilería, así viene establecido en las reglas de operación del programa. “Lo que había que hacer era ver qué trabajos harían las mujeres. Dijimos a lo mejor les lleva más tiempo, pero pueden hacerlo”.

Las albañilas de Ocotequila llegan a la obra con la ropa habitual que usan en casa: falda, blusas y huaraches, pero algunas para estar cómodas y sentirse seguras dejaron a un lado la falda y comenzaron a usar pantalón, también se quitaron los huaraches para dar paso a los tenis. Como los hombres cargan bultos de cemento y latas de mezcla. Todos los habitantes de Ocotequila han visto que ser mujeres no les impide trabajar en actividades que antes creían sólo son para hombres.

Las reglas de operación del programa de los caminos rurales establecen que por cada tres hombres contratados debe haber una mujer.

“Al principio no nos habíamos dado cuenta de estos porcentajes y contratamos el mismo número de hombres y mujeres, después ya vimos que no era así y nos acoplamos a la regla”, indica Antonia Ramírez.

El Comité Comunitario de Participación Social asegura que, con los meses, el disgusto en la comunidad por contratar mujeres se disipó y ahora todos en el pueblo están contentos, primero porque hay trabajo para muchos y porque pronto se cumplirá el sueño de un camino en el que transitarán todo el tiempo, sin importar las condiciones del clima.

Generalmente el Comité de Participación tiene contratados en la obra un promedio de 100 personas, a veces son menos. La última semana contrataron a 14 con la categoría de albañiles, los que cobraron 2,700 a la semana, que equivale a 450 el día y 68 ayudantes hombres y 18 ayudantes mujeres, a quienes les pagan 250 el día, 1,500 a la semana.

Desde mayo a la fecha en Ocotequila, una comunidad migrante por la falta de trabajo de aproximadamente 1,500 habitantes, se observa un poco de prosperidad, derivado del pago a las personas contratadas en la construcción del camino artesanal. Cada semana, en la comunidad hay una derrama económica de entre 130,000 o 150,000 pesos, por el pago que se hace a albañiles y ayudantes. Lo más importante es que tanto mujeres como hombres tienen su dinero.

“La gente está contenta también por eso, tienen dinero para comprar lo que necesitan y los que tienen tiendas o venden algo se benefician, porque la gente les compra”, cuenta Antonia Ramírez.

El único problema que hay en Ocotequila relacionado con la construcción de su camino es que en las reglas de operación se establece que el Ayuntamiento maneja el recurso, el Comité de Participación Comunitaria sólo firma la nómina y los avances de la obra, pero no decide sobre la calidad y la compra de los materiales para la construcción, eso le compete al alcalde.

Está establecido que el alcalde debe informar a la comunidad cómo se está gastando el recurso de la obra, pero hasta la fecha no lo ha hecho.

“Cuando denunciamos esta irregularidad nos dijeron: no se preocupen por lo fiscalización, ustedes no están para eso, ustedes vean que su camino se termine”, contaron los dos miembros del Comité de Participación Comunitaria.

Zacualpan, el pueblo de alfareros al que robaron la idea de las cazuelas

Texto y foto: Marlén Castro

Tlapa

20 de noviembre del 2023

 

Las figuras de barro que hace Lucy Mosso Joaquín, en Zacualpan, municipio de Tlapa, se le revelan de repente. Sus manos dan forma a la imagen y lo que resulta es lo más parecido a una pieza artística prehispánica que, de serlo, estarían en museos o galerías de arte.

 

“Me gusta dedicarme a hacer piezas de barro. A mi mente llegan imágenes, me digo cómo las hago. Intento hacerlas, sin moldes, sólo con las manos y salen. A la gente les gusta, eso es lo bueno”, relata la artesana frente a una mesa llena de las piezas de su creación.

 

Para fortuna de las visitas a Zacualpan, las piezas de barro que crea Lucy tienen precios accesibles, por ejemplo, un platón con sus dos tarros ronda los 60 pesos, un plato entre 12 y 15, un jarro 25 y los más vendidos los plantos o cazuelas de barro, también 15.

 

Zacualpan es una comunidad nahua del municipio de Tlapa, en la región de la Montaña, en Guerrero. Está a solo 15 kilómetros, al sur de Tlapa, alrededor de una hora de camino, tiempo que se ha ido reduciendo gradualmente conforme avanza la pavimentación de la carretera.

 

Lucy Mosso forma parte de una de las 50 familias que en Zacualpan, un pueblo de alrededor de 750 habitantes, se dedican a la fabricación de piezas de barro, actividad que interrumpen entre los meses de mayo a diciembre para la siembra de maíz, frijol y calabaza.

 

En esta temporada Lucy guarda en su mente las figuras de barro porque es tiempo de cuidar el maíz y el ejote.

 

Estos días de noviembre del 2023, Lucy se levanta temprano para cosechar ejotes e irlos a vender a Tlapa. Recolecta una barrica de 20 litros, más o menos 300 pesos. A veces vende todo, cuando no, comerán ejotes todos los miembros de la familia.

 

El barro no lo lleva a vender a Tlapa porque es pesado y, además, se vende bien en su propia casa.

Piezas creadas por la artesana Lucy Mosso Joaquín, en Zacualpan, municipio de Tlapa, en la región Montaña, en Guerrero.

“La venta es lenta, pero se vende. Mucha gente se desespera porque no sale rápido este tipo de mercancía”.

 

El proceso de fabricación de las piezas de barro es todo a mano y la mayoría no tienen un horno para cocerlas.

 

La fabricación inicia en enero.

 

“Utilizamos tres tipos de tierra para hacer las piezas. Las vamos a traer a tres lugares distintos, o las compramos a quienes se dedican a eso. Una tierra es chiclosa, otra es blandita para alisar la pieza y una tercera es para el color”.

 

Los habitantes de Zacualpan son celosos de mostrar cómo hacen las piezas, también se guardan los puntos en los que van a traer estos tipos de tierra. “No debemos decirlo porque nos pueden robar”.

 

Hace años, muchos años no sabe cuántos, porque ella creció escuchando esto, vino un hombre de Puebla, se ganó la confianza de la comunidad y cuando se fue se llevó el barro de Zacualpan y la idea de hacer cazuelas. Ahora ese pueblo, del que provenía ese hombre, hace cazuelas, las que se hicieron más famosas que las propias cazuelas de Zacualpan, cuenta Lucy.

María de la Luz Reyes, otra artesana de Zacualpan.

En Puebla, el poblado famoso por la venta de cazuelas se llama San Marcos Acteopan, pero las piezas de alfarería no se fabrican ahí, son llevadas por artesanos de las comunidades de San Andrés Ahuetelco, San Felipe Cuapaxco y San Francisco Tepango.

 

Por eso no cuentan los puntos en los que extraen la tierra. Sólo los naturales de Zacualpan lo saben. Al parecer, los lugares no son accesibles.

 

“Hacemos como hora y media, así que son tres horas de viaje”. Los artesanos no van por mucho barro, extraen el que usarán en un mes para hacer sus piezas y al acabarse este barro, van por más.

 

“O lo compramos, algunas personas se dedican a eso, a hacer los viajes al barro”.

 

La alfarería de Lucy Mosso tiene un sello particular, sus piezas se distinguen de entre los demás artesanos y artesanas. Ella dibuja figuras en el barro y usa el color de la última tierra para crear tonos especiales, verde, rojo, ocre. El fuego hace el resto.

Tochán, un emprendimiento de accesorios de artesanos de Chilapa

Texto: Itzel Urieta
Fotografía: Óscar Guerrero
13 de agosto del 2023

Chilpancingo

 

Rafael Miranda es originario de Chilapa de Álvarez, municipio conocido por sus artesanías de palma, pero él emprendió a partir de 2020 con accesorios artesanales que realiza junto a su hermana Lupita y a su amigo Gerardo.

Su emprendiendo lo llamaron Tochán, una palabra en náhuatl, que en español significa nuestra casa.

Los accesorios son ideas de ellos. Sombreros, collares, aretes, bolsas de palma y monederos son parte de sus productos. Todos son realizados a mano y llevan un toque artesanal, como bordados de las regiones de la Montaña y la Costa Chica.

Tochán ayudó a Rafael a mantenerse durante la pandemia pasada, aunque en esa temporada bajaron las ventas. “La artesanía fue lo que nos ayudó a sobrevivir a la pandemia”, menciona Rafael.

Por la pandemia, que inició el mismo año de su emprendimiento, Tochán se dio a conocer por redes sociales, todas sus ventas comenzaron en línea debido a las restricciones sanitarias.

Tochán ofrece productos artesanales insipirados y creados por artesanas y artesanos de Guerrero. Foto: Oscar Guerrero

Pero cuando hubo las condiciones para salir nuevamente a las calles, Rafael comenzó a asistir a bazares y expos ventas para dar a conocer su emprendimiento.

Algo que distingue a Tochán de otras marcas de accesorios, de acuerdo con Rafael, es que sacan modelos nuevos de manera constante e invierten en materiales de calidad. Para la elaboración de los collares tardan entre un día y día y medio para, según el diseño.

Gracias a los clientes que hicieron a través de redes sociales han enviado collares a otros estados de la República; sus collares también llegaron a Estados Unidos y España.

Una de las dificultades para Tochán, es la falta de reconocimiento al trabajo artesana de la gente.

Collares, bolsas, diademas, sombreros son algunos de los productos que ofrece Tochán. Foto: Oscar Guerrero.

“La gente aquí muy poco lo valora. Lo importante es tener creatividad, sacar algo nuevo y plasmarlo en los diseños que elaboramos”, comenta.

Tochán reúne y apoya a otros artesanos. Muchos de los insumos que utiliza los consigue con artesanos de Chilapa y de otros municipios, con eso genera algunos empleos.

Para Rafael Lupita y Gerardo son parte fundamental de Tochán, cada uno aporta su creatividad, tiempo y talento en las piezas que realicen.

Una de sus metas es ser reconocido a nivel estatal, nacional e internacional; que sus accesorios lleguen a muchos lugares.

Tochán ya está registrada ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) y tiene un espacio en la plaza Alcatraz, ubicada en el andador Emiliano Zapata, en Chilpancingo. Rafael no descarta en un futuro tener su local propio con diferentes sucursales.

“Valoren lo que está hecho a mano y lo que tenemos aquí (en Guerrero), porque en otros lados lo quieren”, agrega.

Rafael Miranda creador de Tocán, una marca de productos artesanales de Chilapa. Foto: Oscar Guerrero.

 

Mujeres artesanas en desventaja ante el regateo y revendedores

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Óscar Guerrero

Chilpancingo

 

Magdalena Hilario Petra es originaria Huehuetoca, municipio de Tlacoachistlahuaca, en la Costa Chica de Guerrero. Se dedica a la elaboración de prendas artesanales con telar de cintura, oficio que aprendió desde que era niña, al igual que la mayoría de mujeres de su comunidad.

Magdalena elabora hupiles, blusas, vestidos, fundas para almohadas.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el telar de cintura es un instrumento utilizado desde la época prehispánica por las mujeres para elaboración de distintas prendas.

Está formado por dos grupos de hilos: la urdimbre (hilos verticales que definen el largo y ancho del tejido) y la trama (hebras que se entrecruzan horizontalmente con la urdimbre).

Para realizar un huipil sencillo Magdalena se lleva hasta tres y en uno más elaborado de nueve meses a un año.

Griselda Ramos Hilario es su sobrina, ella también es de Huehuetoca, pero salió de su comunidad hacia Chilpancingo para estudiar; lleva 15 años en la capital.

Griselda acompaña a su tía Magdalena. La apoyó para que tuviera un espacio en la Expo Venta del Encuentro de los Pueblos Indígenas y Afromexicanos que se realiza en el Auditorio Sentimientos de la Nación, en el marco del Día Internacional de los pueblos Indígenas y afrodescendientes.

Para Magdalena este evento es una oportunidad de dar a conocer y vender sus prendas, por ñla lejanía con la ciudad y el gasto que implica trasladarse; los revendedores suelen compran las prendas y las llevan hasta las zonas más urbanizadas.

Es por eso que Magdalena aprovecha estas oportunidades para vender y obtener una ganancia directa de meses de trabajo, porque se dedica 100 por ciento a la venta de ropa artesanal.

Una de las dificultades que más enfrenta es el regateo.

«Aquí en Guerrero no valoramos nuestras artesanías, se supone que nosotros deberíamos valorarlo porque es parte de la riqueza cultural de Guerrero» mencionó Griselda, sobrina de Magdalena.

Las artesanas como Magdalena se enfrentan diariamente al regateo por personas que desconocen el valor y el trabajo que hay detrás de cada prensa artesanal, como el huipil elaborado por mujeres ñomndaa de la Costa Chica.

Muchas de las prendas artesanales que se venden la capital y en las zonas más urbanizadas de Guerrero es por revendedores que recorren las comunidades de las artesanas y regatean el producto para obtener ganancias económicas personales.

«Con el regateo no se le gana nada, porque inviertes tiempo, hilos, esfuerzo y venderlo no es tan fácil, te puedes llevar un año hasta dos para que salga», dijo Griselda.

«Los verdaderos artesanos no hablan español o te entienden muy poco y muchas veces por eso mismo hasta se equivocan en los precios, y lo que nos gustaría es que le dieran el valor», mencionó.

Las mujeres como Magdalena aprendieron a elaborar sus huipiles desde los ocho años. Las madres, abuelas, bisabuelas heredan estos saberea del tejido por generaciones.

Hay una gran variedad de técnicas que emplean para tejer y que da como resultado una serie de iconografías representativas de su comunidad.

«A mí me gustaría invitar a las personas a que conozcan y adquieran el trabajo de las artesanas, de una manera directa y les consuman», agregó Griselda.

La Expo Venta del Encuentro de los Pueblos Indígenas y Afromexicanos estará hasta mañana (10 de agosto) en el vestíbulo del Auditorio Sentimientos de la Nación, donde también hay productores de pueblos originarios y afromexicanos.

El evento estaba previsto en la Plaza Cívica Primer Congreso de Anáhuac, en el zócalo de Chilpancingo, pero la sede fue cambió de lugar, de acuerdo con fuentes extra oficiales, por los últimos hechos de violencia.

El Encuentro de los Pueblos Indígenas ocurrió en dos partes, la inauguración en el Auditorio José Joaquín de Herrera, dentro de la Sede del Recinto del Poder Ejecutivo, que estuvo a cargo de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, acompañada de su padre, el senador Félix Salgado Macedonio y los titulares de la Secretaría para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y Afromexicanos de Guerrero, Pánfilo Sánchez Almazán y del delegado del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), Manuel Vázquez Quintero.

La segunda parte es la Expo Venta Artesanal en el Auditorio Sentimientos de la Nación; estará hasta mañana.

 

 

Grillitos de palma, la artesanía con la que se mantiene Alfonso Chávez

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Oscar Guerrero

Chilpancingo

Sobre el andador Emiliano Zapata, en el centro de Chilpancingo, un hombre sentado en el piso saca de una maleta delgadas tiras de palma de soyate, los que con sus manos, en un lapso de 15 minutos, se convierten en pequeños grillos, saltamontes o catarinas

Estas pequeñas artesanías son creados desde cero por la menos de Alfonso Chávez, originario de Tlapa de Comonfort, que transforma la palma en insectos.

Vive de la creación de estas artesanías; viaja a Chilpancingo, Puebla y otro estados para ofrecer sus artesanías.

Alfonso permanece unas dos semanas en cada lugar, en lo que vende sus artesanías y después cambia de ciudad para continuar. Su próximo destino será Cholula, Puebla.

Con esmalte negro y blanco, Alfonso dibuja los ojos de los pequeños insectos que vende en 20 pesos cada uno.

A Alfonso no le gustan las cámaras, en un primer momento se niega a dar la entrevista. «Pueden tomarles fotos a los grillos, sin problema, pero a mí no, no me gusta».

Después poco a poco accedió a hablar.

La gente que camina por el andador se detiene unos momentos y observa los grillos, preguntan el precio y se retiran; otros sí compran.

«No me gusta hablar de mí, de donde aprendí o de donde vengo porque aunque no es nada malo, es algo muy personal», menciona Alfonso.

Conforme avanza el sol, Alfonso se levanta y se coloca en otro punto del andador Emiliano Zapata. Así será su rutina los próximos 15 días que estará en Chilpancingo para vender los grillos artesanales que crea desde cero con sus manos.

Los juguetes de madera de José Ramón se exportan fuera de México desde Chilpancingo

Hace dos años, gracias a Fernando, un joven que publicó en redes sociales sus muebles miniatura de madera, el artesano logró pedidos desde España y Brasil


Texto: Beatriz García

Fotografía: Oscar Guerrero

6 de enero del 2021

Chilpancingo

 

José Ramón Rojas Flores, con 71 años, es carpintero desde hace 42 años, hace muebles de madera tamaño normal y miniatura en Chilpancingo. Hace dos años su trabajo como artesano de juguetes de madera se viralizó en redes sociales, lo que permitió que para este 6 de enero, Día de Reyes, llegara con un sólido pedido de juguetes, además de que ya los ha exportado fuera del estado y del país.

El carpintero piensa en trabajar la madera medio año más y se retirará para atender sus problemas del corazón y de una hernia. Se mudará de estado para estar cerca de sus dos hijas; teme morir lejos de ellas.

José Ramón es originario de Tepic, Nayarit. En 1999 migró a Guerrero para trabajar en unas tiendas de ropa, instaladas en diferentes municipios, y apenas hace siete años se estableció en la capital; aquí retomó los trabajos de carpintería.

El taller del carpintero está en la colonia Trinchera, en una de las faldas de un cerro al este de la ciudad. El taller también es su recámara.

Este 5 de enero, previo al Día de Reyes, el cuarto de José Ramón está repleto de maderas de diferentes tamaños y grosores, herramientas y aserrín. Hay un tocador recién tallado al que todavía le faltan las patas y la decoración con pintura, también unas cajas de cartón donde recién guardó juguetes de madera o muebles en miniatura que acabó de laquear: camas, literas, cocinas, salas, burós y tocadores; los llevará al negocio que montó sobre una banqueta del viejo libramiento a Tixtla.

Aun lado del taller del carpintero está La casita de Alondra, una tienda de manualidades de Ana Lilia Santos Sánchez, con quien José Ramón es socio. Ella les hace los acabados a los muebles. El día de la visita estaba cerrado, pero Ramón mostró el trabajo que recién hizo: unas casas de muñecas en color rosa, con recámaras, comedores, tocadores y salas, además de un tocador y una mesa pequeña y un banco para una niña.

En el negocio también hay otros trabajos que hace José Ramón para otras fechas, como el Día del Amor y la Amistad, el Día de las Madres y el Día del padre: portabotellas, baúles y alhajeros.

 

Su historia como carpintero

En 1980, José Ramón llegó a vivir a Zamora, Michoacán, para trabajar en Recursos Hidráulicos, ahí terminó dedicándose a la carpintería. Se inspiró de artesanos de este estado para hacer muebles.

Después de que hizo el primer ropero, mesita y sillas a sus hijas, sus amigos preguntaron que quién las creó, pero no le creyeron que él los había hecho, porque nunca practicó o asistió a los talleres de carpintería. Pronto tuvo pedidos de muebles.

“Cuando me sentí cansado me quedé por acá (en Chilpancingo). Mis hijas, una vive en Michoacán y otra en Nayarit, y yo acá solo”, comenta.

Desde hace siete años se dedica de manera exclusiva a la carpintería, a la elaboración de muebles y muebles de juguete, pero cree que el tiempo que les resta del que dispuso vivir  en Chilpancingo sólo se dedicará a elaborar artículos pequeños, además de sentirse cansado por la edad, tiene un problema con una hernia y en el corazón.

Hace algunos años, José Ramón se tendió fuera del zoológico Zoochilpan con algunos muebles de juguete y casitas para muñecas. Fue así cómo comenzó a socializar su trabajo de muebles miniaturas que dejó por mucho tiempo. Por la pandemia de la Covid-19 dejó de tener ventas en ese lugar; gastaba en promedio al día unos 400 pesos por el flete del servicio público para llevar y traer su mercancía, y por sus comidas.

 

La difusión en redes sociales de los muebles miniatura de Ramón

Ramón recuerda que el 6 de enero de hace dos años, aún tendido fuera del Zoochilpan, ya pasaba del mediodía y seguía sin ventas. Esperaba a unos clientes que nunca llegaron. Un joven se percató de sus situación y se acercó a él para tomare una foto; le dijo que pronto llegarían los clientes.

Media hora después de la publicación llegó la primera clienta, más tarde un cliente que le comentó tenía un familiar en Iguala y se enteró de José Ramón y sus muebles miniatura  por Facebook; quería comprarle sus artículos. Pronto terminó toda su venta.

El joven que le sacó la fotografía a Ramón subió en sus redes sociales detalles de lo que Ramón crea y datos del lugar en dónde podían localizarlo.

“Era un 6 de enero, yo estaba ahí sin vender nada, ni un refresco siquiera, eran la una de la tarde. Llega Fernando y me dice qué bonitas cosas, están baratas y me dijo que tomaría una foto”, recuerda sonriente José Ramón.

–¿Desde que se hizo viral en Facebook cómo le fue?, –se le preguntó.

–Sí cambió, fueron miles de visitas, compartidas y mensajes. Tengo la satisfacción de haber enviado una casa a Nueva York, a Culiacán, Veracruz, Chiapas por paquetería. Me solicitaron de España y de Brasil; una niña quería toda la línea, pero el envío le salía más caro que los productos, –respondió.

El carpintero comparte que después de que lo conocieran en redes sociales aun con la pandemia sus ventas aumentaron, además las personas suelen decirle que sus precios son económicos comparados a los juguetes comerciales. Una casa de madrea para muñecas y amueblada hecha por Ramón cuesta unos 2,500 pesos, cuando en una juguetería algo similar cuesta alrededor de 5,000 pesos.

La publicación en redes sociales, además de ayudar a Ramón a vender sus muebles miniaturas, abrió el campo de oportunidad para muchos carpinteros y artesanos dedicados a crear los juguetes de madera, porque queda evidencias de que es un tradición aun presente en los mexicanos.

Aun con lo que ha logrado, José Ramón considera que es momento de retirarse, en menos de un año piensa mudarse con alguna de sus hijas; le preocupa morir lejos, repite.

Por ahora, el trabajo de José Ramón está disponible en Chilpancingo, y para quienes deseen adquirir alguna pieza a propósito del Día de Reyes, pueden contactarlo en su teléfono celular 747 132 3052 o en la página de Facebook: La casita de Alondra.

 

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