Tlacolol – En Guerrero a los periodistas nadie los protege

¿Por qué a casi nadie le importa la violencia contra los reporteros y reporteras?

La última semana se vivió uno de los capítulos de mayor tensión, frustración y vulnerabilidad para las y los periodistas de Guerrero.

El lunes 9 de enero se rompió el cerco y supimos que el reportero Jesús Pintor Alegre y los administradores de la página de Facebook Escenario Calentano, Fernando Moreno Villegas y Alan García Aguilar, fueron privados de su libertad por una organización criminal en la región de la Tierra Caliente desde finales de diciembre del 2022.

La noticia prendió todas las alarmas, el riesgo de que la situación llegara al punto extremo era punzante. La organización criminal, presuntamente la Familia Michoacana, en los últimos meses ha dejado patente su capacidad de violencia.

Cuando surgió la noticia, el gobierno de la morenista Evelyn Salgado Pineda y la Fiscalía General del Estado (FGE) no habían hecho nada para localizar al reportero y a los dos administradores. No habían ordenado una operación de búsqueda. Nada. Al parecer ignoraban lo que estaba sucediendo.

Todo fue incertidumbre. Había confusión. No se sabía con exactitud cuándo fueron privados de su libertad, en dónde, por quiénes, por qué.

La mañana del jueves 12 de enero, surgieron más noticias. Esta vez fueron buenas. Jesús Pintor y Fernando Moreno fueron liberados. No fueron rescatados en una operación policial, como se informó, y es pertinente dejarlo claro.

La liberación de Pintor Alegre y Moreno Villegas fue durante la noche del miércoles, a eso de las 11:00, cuando los criminales los dejaron en el cauce del río el Cuirio, en el municipio de Coyuca de Catalán.

La mañana siguiente, Jesús Pintor contó lo sufrido en el cautiverio: fue privado de su libertad el 27 de diciembre en el zócalo de Ciudad Altamirano. Pasó casi 15 días vendado de los ojos, con las manos esposadas, acostado sobre la batea de una camioneta sin permiso de levantarse. Lo golpearon, sintió frío, hambre pero, sobre todo, sintió de cerca la muerte.

Jesús Pintor dice que volverá al periodismo, pero reconoce, que del golpe psicológico no se va a reponer.

Aún sigue desaparecido Alan García, de quien no se sabe absolutamente nada. Si fue liberado, si sigue en cautiverio o cuál fue su destino. Se desconoce también si las autoridades lo buscan.

Este caso pone en evidencia muchas cosas. La vulnerabilidad de las reporteras y los reporteros, así como el amplio margen de impunidad con la que operan las organizaciones criminales y el desinterés de las autoridades por proteger a las y los periodistas.

Nada es nuevo. Estas condiciones las sufren desde hace muchos años. El periodismo en México se volvió una profesión de alto riesgo y tan vulnerable casi al mismo tiempo. Mientras las organizaciones criminales crecían al amparo del poder político y económico, los territorios se volvían más hostiles, y los desplazamientos, las desapariciones y los asesinatos aumentaron exponencialmente, a la par de que los derechos laborales de las reporteras y reporteros se diluían.

Concluimos que en Guerrero se hace periodismo en un terreno minado y en condiciones precarias.

Pero estas condiciones no surgieron de la nada, fueron construidas, y ahora son estructurales y sistemáticas. Esta violencia que vivimos con cotidianidad todos los pobladores tiene objetivos y beneficiarios claros: ejercer un control social, replegar a través del terror y el miedo la organización de los pueblos, para saquear fácilmente las riquezas del país: los minerales, las maderas, los ríos y el erario.
Para lograrlo necesitan del silencio.

De acuerdo con lo documentado por organizaciones de defensa de la libertad de expresión, los perfiles de las y los periodistas asesinados en los últimos años coinciden en por lo menos dos cosas: trabajaban en los estados e investigaban temas de corrupción de las autoridades locales.

En otras palabras: periodista que investiga, cuestiona, critica al cacique, al empresario, al líder sindical, al político, funcionario o al gobernante se convierte en incómodo, es alguien que estorba, y alguien a quien buscan silenciar.

En Guerrero el silencio va ganando regiones completas. La Tierra Caliente es una de ellas. Ahí es imposible informar, criticar a los personajes públicos porque no hay certeza si el político es criminal o el criminal es político. Compañeros han optado por la autocensura.

En Chilapa, prácticamente no hay quien informe, y la población no tiene en dónde informarse, porque desde hace unos cinco años a este municipio no llega ningún periódico, no hay una radio o televisora, ni hay portales de noticias. Sólo hay un silencio profundo.

En Iguala ocurre lo mismo. En 2021 siete reporteros y reporteras fueron desplazados porque fueron amenazados de muerte por criminales, aunque no se sabe si fue por cuenta propia o por órdenes de la clase política. Salieron sin dudarlo porque nadie les garantizó su seguridad. Algunos regresaron. Lo cierto es que ahora el silencio impera. ¿A quién conviene ese silencio?

Guerrero desde hace años ocupa un lugar preferente en la violencia contra la prensa. En las dos últimas décadas han sido asesinados por lo menos 20 reporteros y dos más están desaparecidos.

En Guerrero es permanente, constante, que se busque el silencio de la prensa al costo que sea. El modelo de financiamiento de los medios de comunicación no está diseñado para hacer periodismo, para garantizar el derecho a la información de los ciudadanos, sino para silenciar, para ocultar, para lavar imágenes.

Los directivos de los medios de comunicación han preferido la salida cómoda: colocaron a los gobiernos como su principal cliente, como su principal y, en algunos casos, única fuente de financiamiento. Esto ha traído consecuencias.

En teoría, los gobiernos y distintas instituciones disponen de un presupuesto para la publicidad oficial, es decir, para informar a la población de acciones de esas instituciones, de cómo obtener un beneficio, un programa de vacunación o de informar de medidas de precaución ante fenómenos naturales y también para garantizar el flujo informativo.

Pero eso no ocurre, entre las autoridades y la mayoría de los dueños de los medios existe un pacto oscuro y perverso. Los gobiernos transfieren dinero a los medios de comunicación con estas condicionantes: callar, ocultar y, en el mejor de los casos, hasta limpiar la imagen del gobernante.

Cuando los directivos aceptan estas condiciones también se benefician. Nadie los obliga a dar contratos, salarios y prestaciones a sus reporteros y reporteras. Nadie los obliga a transparentar los recursos públicos que reciben. ¿Usted conoce cuánto dinero reciben las medios locales, radios, páginas web y de Facebook, o medios impresos?
¿Por ley, quién está obligado a revisar que los medios de comunicación garanticen los derechos laborales de los reporteros y reporteras? Las mismas autoridades le dan el dinero con la condición de callar.

¿Y qué pasa si al mismo tiempo eres la autoridad y el dueño de un medio de comunicación? Acá en Guerrero está pasando, los Salgado lo encarnan. Evelyn Salgado Pineda es la gobernadora, la hermana, Sol Salgado Pineda, es la directora del periódico familiar, El Guerrero, un diario atiborrado de publicidad oficial, pero sus reporteros no tienen contratos, ni salario fijo y menos prestaciones. Ochenta pesos les pagan la nota y fotografía publicada.
Un círculo perfecto. Un negocio perfecto.

¿Un periodista amenazado y precarizado está en condiciones de hacer un periodismo de calidad?

Los primeros que sufren estas condiciones son las reporteras y los reporteros y sus familias. Pero esto tiene efectos expansivos que llegan a todos los rincones. El silencio y la falta de un periodismo de calidad afecta a la mayoría de la población. No tener información que revise, cuestione y critique el actuar de las autoridades sólo enraíza aún más la corrupción. En Guerrero es conocido lo que implica la corrupción.

Esta es la razón esencial del por qué la exigencia de justicia cada vez que asesinan, desaparecen, desplazan o se agrede a un reportero. No es un lugar común afirmar que cuando matan a un reportero se mata la verdad o silencian la verdad. No lo es. Cada vez que ocurre un crimen contra un reportero o reportera la sociedad se queda sin un poco de verdad.

Lo que está en el fondo, es la información y la información es un bien público que toca defender a todos. A todos. Periodistas y ciudadanos.

El llamado es para los ciudadanos, que cuiden la información, que cuiden el periódico, la radio, el programa de televisión, el portal de noticias que les ofrece información independiente, crítica, útil.

Las autoridades no lo van a hacer, no les interesa ni tampoco les conviene. Eso dicen las cifras: más del 98 por ciento de los crímenes contra periodistas están en la impunidad.

El llamado también es para nosotros mismos. No podemos seguir desarticulados, reaccionar sólo en momentos de emergencia como lo que sufrió Jesús Pintor y Fernando Moreno, y sigue sufriendo Alan García. Debemos organizarnos permanentemente para protegernos, para salir de la precariedad.

Los periodistas deben (debemos) ser capaces de poner cara a los directivos y exigirles nuestros derechos laborales. Después de la violencia extrema, no hay otra peor que la precarización. Un periodista no puede salir todos los días de su casa con incertidumbre de si podrá llevar algo a su mesa, si podrá completar la renta o pagar el servicio telefónico.

Además, como discutieron un grupo de periodistas asentados en Chilpancingo el sábado en la mesa del programa radial Reporteros SOS por la frecuencia de Radio Universidad, los comunicadores (incluidos los periodistas) deben (debemos) ser más conscientes de a quién le ponemos nuestras grabadoras, micrófonos y cámaras.

Como gremio hemos contribuido en encumbrar a políticos corruptos, a criminales y a criminales disfrazados de políticos.

El escenario es desalentador, pero ni callar ni morir deben ser las únicas salidas para los periodistas de Guerrero.

 

Colaboración especial en Amapola periodismo de sus brothers, sus panas, hermanos, su sangre y su clicka: Arturo de Dios Palma, Emiliano Tizapa Lucena y Jesús Guerrero Salgado. eltlacololcolumna@gmail.com Aquí nos pueden enviar sus comentarios y chismecitos.

 

*Tlacolol es una columna satírica que cuestiona los hechos y dichos de lo que acontece en Guerrero. La opinión vertida en esta columna es responsabilidad de sus autores. Agradecemos el espacio a Amapola Periodismo por respetar la libertad de expresión y no censurar nuestras opiniones e interpretaciones.

Las zonas silenciadas para la prensa se han ampliado hasta llegar a entidades desérticas: Marco Antonio Coronel

El periodista actual debe enfocarse y capacitarse para convertirse en omnicanal. Significa que maneje todos los canales físicos y digitales, con herramientas y lenguaje propio de cada formato, que se pierda esa falsa o vieja idea de que los periodistas somos especializados en radio, televisión o prensa escrita


 

Texto y fotografías: Luis Daniel Nava

Chilapa

12 de febrero del 2022

 

El Mecanismo de Protección a Periodistas del gobierno federal es la última fase de un periodista antes de que lo maten. Si en el país se previniera, procurara y aplicara la justicia además de que se garantizara la libertad de prensa, el mecanismo no debería de existir, considera el reportero Marco Antonio Coronel.

En una entrevista al término de un taller que impartió a reporteros en Chilapa, Coronel, un periodista de investigación enfocado en televisión, consideró sobre las zonas silenciadas, donde ya no se permite hacer periodismo, que han escalado.

“Antes se hablaban de zonas silenciadas, hoy de regiones silenciadas, incluso estados silenciados y eso es sumamente grave. Antes estaba muy focalizado en un municipio, dos, pero ahora en municipios que forman regiones.

En lo laboral propone un nuevo modelo de periodístico: el omnicanal. En el surgimiento de fusiones de grandes empresas, como el más reciente entre Televisa y Univisión y en un futuro con emporios como Google, recomienda, el periodista debe capacitarse en el manejo de canales físicos y digitales, así como en el uso del lenguaje de televisión, en línea y redes sociales, cuya fusión concreta el neologismo: omnicanal.

Marco Coronel es periodista de En Punto, el noticiero estelar de Televisa. Cubre temas de seguridad, crimen organizado y justicia, ha sido profesor de la Universidad Iberoamericana.

El curso que impartió se enfocaba en estrategias y formatos para generar contenidos en redes sociales y televisión.

— En la transición de los medios análogos a las redes y plataformas digitales, ¿cuál es el perfil del periodista ahora? ¿Hacía donde vamos?

—Debe enfocarse y capacitarse para convertirse en una especie de periodista omnicanal. Significa que maneje todos los canales físicos y digitales, con herramientas y lenguaje propio de cada formato, que se pierda esa falsa o vieja idea de que los periodistas somos especializados en radio, televisión o prensa escrita. Eso quedó atrás, no sólo por el surgimiento de las redes. Lo que vamos a ver de los nuevos canales es que se van a fusionar con otros grandes medios fusionándose a su vez con emporios gigantes como es Google.

La fusión de medios, refuerza Coronel, obliga a los periodistas a percibirse como omnicanales capaces de manejar canales y lenguaje fusionado a televisión, on line y redes sociales sin perder el foco o la esencia de la historia de una pieza periodística. Es lo que va a demandar el mercado, agrega.

—¿A un periodista con sueldos precarios y altas cargas de trabajo en Guerrero le da para poder manejar diferentes formatos y capacitarse? ¿Dónde queda la calidad de la información?

–El manejo de lenguajes, tecnologías y herramientas no está peleado con la calidad. La concepción de periodista omnicanal genera frustración porque es más trabajo y casi siempre con el mismo sueldo.

Tal vez no lo dimensionamos, pero el conocimiento y la capacitación de un periodista omnicanal le abrirá oportunidades laborales.

—¿La capacitación la deben dar las empresas a sus reporteros?

— Es un reto para el periodista, pero más para los medios de comunicación, los que no capaciten a sus periodistas para este concepto no van a tener resultados positivos, solamente van a tener contenidos y esta idea de tener más presencia sólo para ganar mas clientes o ingresos es una idea errónea.

Se tiene que capacitar al periodista para que sus contenidos se presenten de forma adecuada y tengan mayor impacto, por ende, fidelidad del público, que es lo que va a dar a las empresas y a los periodistas mejores rendimientos e ingresos.

 

Estados silenciados

 

Para Marco Antonio Coronel, que ha cubierto temas de narcotráfico en Guerrero y Michoacán, las zonas silenciadas para la prensa se han ampliado hasta llegar a entidades desérticas, donde no se puede hacer periodismo sin que la vida peligre.

“Por ejemplo en Guerrero, la Tierra Caliente es una zona silenciada y esa región abarca el Estado de México y Michoacán. Son zonas cada vez más complicadas de trabajar, con muchos riesgos y al final silenciadas por los grupos criminales”.

En enero de 2018, Marco Antonio Coronel recibió una amenaza de un supuesto grupo criminal luego de la publicación de un reportaje donde policías municipales de Chilpancingo y civiles participan en la desaparición de un joven. Por este hecho el reportero está en el Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de Derechos Humanos del gobierno federal.

—¿No hay Estado de Derecho en México, el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador no está cumpliendo con su promesa de brindar seguridad? ¿Cuál es tu lectura de que las agresiones y asesinatos de periodista en el país no cesan?

—No sólo está cumpliendo, no está entendiendo el problema. Alejandro Encinas (subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación), después del asesinato de Lourdes Maldonado en Tijuana, Baja California, declaró que iba analizar modificaciones para el plan de protección de periodistas y defensores de derechos humanos. Esa declaración lo desnuda a él y al gobierno.

“Si cree que cambiando medidas en este esquema es la solución de los asesinatos, amenazas e intimidaciones a colegas del gremio está totalmente fuera de lugar. Lo desnuda como un ignorante y como parte de un Estado al que no le importa”.

Consideró que modificar lo que para nosotros como periodistas es el último recurso para poder seguir sobreviviendo y ejercer esta labor que es el Mecanismo no cambiará la realidad.

“Es decir, el Mecanismo es la ultima fase antes de que nos maten, el mecanismo en teoría no debería existir”.

Suelta algunos datos, como que el 90 o 95 por ciento de los asesinatos, intimidaciones y amenazas a periodistas están impunes en esta administración y la pasada.

“¿Creen que el Mecanismo va a solucionar un problema que de raíz surge de la no impartición y no procuración de justicia, de la no prevención de los delitos?”, se cuestiona. Dice que el mecanismo no existiría como no existe en otros países donde hay libertad de prensa.

–¿Es un mecanismo de reacción?

“Es un mecanismo de tardía reacción, soy parte del mecanismo como un periodista amenazado en mi caso se atendió oportuna y rápidamente, pero conozco periodistas que llevan años pidiendo esto y que en esa zona de espera es donde mueren”.

Dejar constancia

 

El periodista recomendó al gremio que trabaja en zonas de riesgo dejar constancia de amenazas, intimidaciones y agresiones en organizaciones de atención a periodistas, si es que no confían en las autoridades.

“El día de mañana que pueda ocurrir un hecho en su contra, que se explique el entorno de la agresión, demostrar que no es un hecho aislado ni súbito, sino que se perpetró poco a poco con mas presión”, dijo.

Además, agregó, antes de realizar una cobertura, los reporteros deben estudiar las condiciones para entrar a una zona de conflicto e investigar los riesgos posibles para tener soluciones.

En caso de un retén, recomienda: “decir quiénes somos, de dónde venimos, para qué se va a entrar” y si incluso se tiene que pedir permiso a los grupos criminales hacerlo para no poner en riesgo la vida.

“Decir yo vengo a esto, pero sino quieres no entro, no hay problema, me retiro. Finalmente son zonas silenciadas porque ellos dominan”.

También pidió formar un canal de comunicación para que una persona externa monitoree al periodista durante una cobertura para conocer sus rutas y tiempo en campo, así como usar herramientas como Google maps para seguir en vivo el trayecto.

“Si notan que es tarde y el periodista está fuera de la ruta que pactó, se prenden los focos rojos y se hacen primeros contactos para una reacción inmediata. Los primeros minutos en una desaparición son momentos importantes”.

Reportero de Zihuatanejo recibe amenaza de muerte, después de regresar de su refugio dentro del Mecanismo de Protección a Periodistas

Texto: Amapola Periodismo

Fotografía: Amílcar Juárez 

9 de febrero del 2022

Chilpancingo

 

En 2019, el reportero Leonardo Martínez Peralta huyó de Zihuatanejo después de que rafaguearon las oficinas de los periódicos El Despertar de la Costa y el ABC, en este último, lugar donde trabajaba, tres años después regresó porque según el Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de los Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación (Segob) su riesgo disminuyó. El pasado cuatro de febrero lo amenazaron de muerte.

El reportero recordó que en febrero del 2019 cubrió una nota del hallazgo de unos cadáveres, pero en el ABC llegaron amenazas de dos grupos criminales contrarios, uno pidiendo que se publicara la nota y otro que no. Se publicó. Al siguiente día rafaguearon las instalaciones del periódico y de El Despertar de la Costa.

Leonardo Martínez salió de inmediato de Zihuatanejo hacia la Ciudad de México junto con otros de sus compañeros, con apoyo del mecanismo de protección.

En agosto pasado, cuando estaba a punto de terminar la medida cautelar impuesta por el mecanismo, el analista Alfonso de la Peña le llamó para informarle de la evaluación que le habían hecho, el resultado: tenía que regresar a Zihuatanejo porque “ya no corría riesgo” y “con cierta precaución”.

Lo único que le aportaron en el mecanismo a su regreso fue: un botón de pánico- que en diversas ocasiones han denunciado reporteros que no sirve porque no se atiende el llamado cuando lo piden-, a su casa le colocaron una reja con alambre de púas y doble chapa. En agosto pasado regresó a Zihuatanejo.

El regreso del reportero no fue fácil. Lo primero que hizo fue buscar trabajo. Encontró negativas, así como le pasó en Ciudad de México, que al enterarse que era desplazado le negaban trabajos. No le quedó de otra que ir a El Despertar de la Costa a pedir que le permitieran ser colaborador, sin pago, para no perder sus derechos en el Fondo de Apoyo a Periodistas.

En el periódico no mandaría nada que tuviera que ver con grupos criminales, y hace unos días mandó su primera nota sobre los Bancos del Bienestar que están sin funcionar en Petatlán, Zihuatanejo y en La Unión.

El pasado 4 de febrero reporteó sobre la contaminación del agua y acudió a dependencias como Ecología municipal, a la Comisión de Protección contra Riesgos Sanitarios (Copriseg) y al Centro de Salud, para saber sobre los riesgos en torno a la problemática. Le tomaron sus datos.

Luego fue al arroyo de la colonia El Calechoso, tenía una entrevista con pobladores.

“Llegué al lugar y me atendieron. Y en eso veo que pasa un tipo en una moto. Hasta ese día me di cuenta que ya llevaba días siguiéndome. Ya tenía tres días que me estaba siguiendo”, relató.

Al regresar, debajo de un árbol, estaba un hombre de unos 25 años, lo notó sospechoso porque se le quedaba viendo, cuando se lo topó paró al reportero y lo insultó.

“Mira hijo de tu puta madre, ya sabemos que ya regresaste, vimos tu nombre en el periódico”, le dijo el hombre al reportero, para finalizar con un manotazo en el pecho y el arrebato del botón de pánico que traía colgado en el cuello.

Al subir a su vehículo, el reportero, dijo, que marcó al 911 para reportar lo sucedido y llegaron seis patrullas para hacer un retén. Los policías le dijeron que denunciara por la amenaza de muerte que vivió. Aceptó.

La amenaza y el robo también lo notificó al mecanismo de protección, y envió correos al coordinador ejecutivo nacional, Enrique Irazoque Palazuelos, al jefe de la Unidad de Evaluación de Riesgos, Alfonso de la Rosa López, y a su primer contacto Columba Pérez Pacheco. Además le notificó a la empresa RCU, quien le dotó del botón de pánico y a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

Cuando a Leonardo Martínez le notificaron que debía regresar a Zihuatanejo porque el riesgo había disminuido tuvo la certeza que conforme empezara a escribir las amenazas regresarían, y así fue.

Antes de huir en 2019, las amenazas que recibió, dijo, eran de muerte y sabía que venían de grupos criminales, por ejemplo, una vez le dijeron que lo iban a matar, a cortar la cabeza y le iban a dejar cartulinas.

“Uno de los acuerdo con el mecanismo fue que iban hacer rondines en las cercanías de mi domicilio, en todo este tiempo sólo una vez han venido. Vinieron el 2 de noviembre del 2021, sólo me hicieron firmar un formato de que habían venido”, lamentó el reportero.

La Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) también le hizo una promesa, que le ayudarían a buscar empleo, tampoco cumplió. Además tiene la duda de si pronto le quitarán el apoyo de 4,000 pesos al mes que le da comisión ejecutiva.

“A veces siento que no me van a dar trabajo, eso me pone triste, me deprime. Acá siento que los compañeros se alejan de mí por el riesgo. La verdad si estoy pensando que si no encuentro trabajo en algún medio pues irme a la iniciativa privada, porque es difícil trabajar de gratis para los periódicos”, expresó el reportero.

Aunque la amenaza de muerte está latente Leonardo Martínez decidió hacer pública su situación, porque además el mecanismo de protección no está haciendo su trabajo pese al riesgo que vive, y no quiere ser un muerto más en la lista.

De acuerdo al organismo internacional Artículo 19, del 2000 al 2022 registró el asesinato de 48 periodistas en el país. Durante enero asesinaron a cuatro periodistas y durante el sexenio del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, han asesinado a 29 periodistas.

El pasado 3 de enero, el colaborador del medio digital Monitor Michoacán, fue asesinado a balazos, en Zitácuaro, municipio de Michoacán, por hombres desconocidos.

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