El mejor pastelero de México que vive en Chilpancingo, saldrá en Netflix

En esta ocasión, César Rentería, quien en 2015 consiguió el título del segundo mejor pastelero de Latinoamérica, hará mancuerna con su hermana Elio en la competencia Pasteleros contra el tiempo, una serie de la compañía de transmisión (streaming) por internet


Texto: Marlén Castro

Foto: Cortesía de César Rentería 

Jueves 4 de julio del 2024

Chilpancingo

En 2006, Elio Rentería tenía sólo 13 años cuando rescataba a su hermano César Rentería, de 16, de sus crisis. No se trataba de las dificultades que enfrentan los adolescentes a esa edad. Las crisis de César tenían que ver con galletas, azúcar, queso, mantequilla, huevos y tiempo. César Rentería se llenaba de pedidos para hacer pay de queso y, luego, se daba cuenta que no podía hacerlos todos. La ansiedad lo paralizaba por el peso de la responsabilidad y había momentos en que, por los nervios, mejor lloraba. Entonces llegaba su hermana Elio, lo calmaba y lo ayudaba a sacar sus pedidos.

Este julio del 2024, César Rentería Guzmán, de 34 años, tiene nervios intensos de nuevo. Se frota de vez en cuando las yemas de los dedos y suelta risillas que no controla su consciente. Y, tranquilidad, no es precisamente la palabra para el estado anímico de Elio Enai Rentería Guzmán, de 31 años, porque ahora, al igual que su hermano está nerviosa en grado superlativo.

Hay otra emoción que define lo que sienten ambos: felicidad.

Esta revoltura de emociones se debe a que César y Elio, como mancuerna, forman parte de la segunda temporada de Pasteleros contra el tiempo, una serie de Netflix que se estrenará el próximo 10 de julio.

“Nos verán en 140 países”, exclama César Rentería, al tiempo que extiende los labios al máximo para pronunciar esta frase y mece su mano derecha a la altura del rostro, con los dedos juntos.

Elio Rentería, piel blanca, pelo lacio, estatura baja, es tímida, además de que no está acostumbrada a las entrevistas. Esta es la primera vez que la entrevistan, confiesa. También la primera vez que participa en una competencia.

Para César se trata de la segunda competencia internacional. En la primera en la que participó, en 2015, se trajo el título del segundo mejor pastelero de Latinoamérica, cuando participó en El desafío de Buddy, en la versión para los países de habla castellana del continente, transmitido por la cadena de televisión Discovery Home & Health.

Entonces, César tenía 25 años, nueve de pastelero y cinco como empresario. A los 20 abrió la pastelería Rincón Dulce, su marca como diseñador de pasteles (cake designer) de Guerrero para el mundo.

El nuevo reto internacional, en el que ahora está presente su hermana Elio, la que lo rescataba de sus crisis de pastelero novel, se trata de otro espectáculo en vivo (reality show) en el que participarán seis parejas. De acuerdo con los adelantos (trailer) que Netflix promociona el premio para la pareja de pasteleros ganadora será de un millón de pesos y, por supuesto, la fama mundial.

Las Joyitas: las raíces y los comienzos

El pueblo de César y Elio es una de esas localidades rodeadas de pinos, encinos y oyameles de la Sierra Madre del Sur, del municipio de Leonardo Bravo. Se llama Las Joyitas, la que actualmente tiene 221 habitantes, de acuerdo con el INEGI. Los Rentería Guzmán: la mamá, el papá y los nueve hijos procreados salieron de Las Joyitas para establecerse en Chilpancingo para que en la capital pudieran estudiar. Allá en la Sierra sólo tenían la posibilidad de llegar hasta la secundaria.

Cuando la familia llegó a establecerse a Chilpancingo, César tenía alrededor de 12 años y Elio nueve. Eran muchos hijos y mantenerlos a todos era pesado. Al poco tiempo, César comenzó a trabajar para ayudar en los gastos de la casa. Cuando cumplió 16 entró a una panadería.

En 2019, César contó en una primera entrevista a Amapola, periodismo transgresor que su trabajo en la panadería fue premonitorio. “Ahí fue donde descubrí mi pasión”, contó entonces. “Yo me acuerdo que tenía que llegar a la panadería a las cinco de la mañana y decía: ¿qué estoy haciendo aquí?”. Pero los olores del pan lo conquistaron para siempre.

La Panadería Olivia, en la colonia Amelitos, al poniente de la ciudad, fue el lugar en el que César Rentería descubrió su vocación. La Panadería Olivia aún funciona. El señor que le dio trabajo al adolescente ya falleció, pero sus hijos continúan con la tradición panadera.

César no perdió tiempo. Sabía que quería y a lo que se dedicaría.

Este 2024 recuerda que, precisamente, Elio fue su primera clienta. A ella le vendió su primera rebanada de pay de queso, después, salió a las calles de la colonia Amelitos a vender su postre. La venta fue un éxito. Vinieron los pedidos, tantos, que a veces colapsaba por el estrés de hornear tanto pastel. Ahí entraba Elio, lo ayudaba a apaciguar sus emociones y lo más importante a desahogarlo de tanto trabajo.

A los 20 años, César abrió su primera pastelería El Rincón Dulce, en la calle Valerio Trujano, en el centro de Chilpancingo, tan sólo cuatro años después de su primer contacto con la harina, los huevos y la mantequilla.

En la primera entrevista César contó que desde el primer día de la apertura comenzó a vender pasteles. Al mismo tiempo que trabajaba en la elaboración de pasteles, lo cual le proveía ingresos, César estudiaba para ser un cocinero profesional (chef) y diseñador de pasteles (cake designer) en el Instituto Culinario de Alta Cocina (Inscudac), la primera escuela de gastronomía en Chilpancingo.

El desafío de Buddy, un espectáculo en vivo famoso en Estados Unidos, inauguró una versión en español para los diseñadores de pasteles de Latinoamérica. Como buen repostero, César era fan del programa. Un día, como todos los días de su vida desde los 16 años que decidió ser pastelero, César horneaba un pastel y veía el programa del canal Discovery Home & Health, cuando cayó un mensaje a su correo electrónico. El mensaje era de la producción del Desafío de Buddy para invitarlo a presentarse a una prueba (casting). La coincidencia fue como una segunda premonición. Hizo la prueba para el programa, se quedó y llegó hasta la final, en donde se quedó como el segundo mejor pastelero de la región de Latinoamérica, lo que lo convirtió en el mejor de México.

Después del Desafió de Buddy, César Rentería se convirtió en una marca. Pronto el pequeño negocio de Valerio Trujano fue insuficiente para atender todos los pedidos, principalmente el del postre de tequila, una de sus creaciones para competir en la final. La demanda hizo que un 5 de febrero del 2022, César Rentería abriera, además, una sucursal de Rincón Dulce Café, en la avenida Lázaro Cárdenas, al sur de la ciudad, para degustar pasteles, bebidas y diversos bocadillos (snacks).

También abrió su escuela de alta repostería. Además, En unos meses, César se graduará en la Universidad del Valle como mercadólogo, pues tiene claro que para el éxito de su negocio necesita otros conocimientos.

César y Elio contra el tiempo

El tiempo, esa magnitud física que se utiliza para medir la duración, es la pesadilla de los pasteleros, por algo así se llama el nuevo desafío en el que se embarcaron los hermanos Rentería, Pasteleros contra el tiempo.

La nueva temporada de este espectáculo en vivo que trasmite la empresa de transmisión (streaming) estadounidense, versión en castellano, se estrenará el próximo miércoles 10 de julio, razón de los nervios y la ansiedad de César y Elio. Son una de las seis parejas de pasteleros de Latinoamérica de esta segunda temporada.

Estos días, las y los trabajadores de las dos sucursales de Rincón Dulce andan desbordados de la emoción, sienten que algo importante están por vivir. Ante el próximo estreno, un equipo de profesionales de la mercadotecnia realiza una campaña publicitaria para que vean por Netflix a César y Elio. Junto con ello, por la curiosidad, clientes nuevos están llegando a la cafetería. Todas las tardes hay lleno total.

La Cafetería Rincón Dulce hace honor a su nombre desde que se pone el primer píe ahí. Un olor a merengue invade las glándulas olfativas y piezas de pasteles, principalmente las de diseño especial, se roban las miradas. Toda la magia ocurre un piso debajo de la cafetería. Esta tarde de julio, los hermanos Rentería se preparan para el lanzamiento del espectáculo, pero sobre todo, se afanan en sus creaciones finales. Nadie, aparte de los cocineros profesionales y los diseñadores de pasteles que forman parte de Rincón Dulce, puede entrar a esta parte del establecimiento en el número 33 de la avenida Cárdenas, al sur de la ciudad.

En medio de esta efervescencia, César y Elio atienden diversas entrevistas, esta es una de ellas.

César cuenta que en esta ocasión no le llegó una invitación para que hicieran la prueba para participar en Pasteleros contra el tiempo, que su hermana y él vieron la convocatoria para participar y se inscribieron en este nuevo reto.

“No sé cuántas parejas de pasteleros participamos en el casting, pero nosotros teníamos el número 200”, cuenta César. Dice que fue una competencia dura para quedarse en el espectáculo. “Son varios procesos que hay que pasar, te van seleccionando en cada etapa, y el último filtro es un casting en vivo”.

Ir a las pruebas para Elio fue todo un reto, porque nunca había hecho un pastel fuera de la cocina de Rincón Dulce. “Me sentí nerviosa, pero salimos adelante”.

César y Elio invitaron a todos los guerrerenses a verlos, apoyarlos y disfrutar de sus creaciones dulces. No pueden decir qué pasteles se podrán ver, porque es parte de las políticas de privacidad de la empresa de transmisión por internet.

“Sólo diremos que nuestras raíces y nuestra cultura guerrerense son parte fundamental de nuestros pasteles”.

 

César y Elio Rentería te invitan personalmente a que veas la serie. ¡Escúchalos!

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Panificadora Esmeralda, una historia de pan y pasteles de calidad en la capital

Texto y foto: Alberto Ramírez
Viernes 31 de abril del 2024
Chilpancingo

 

La panificadora Esmeralda es uno de los establecimientos de pan y pastelería más icónicos y exitosos de la capital. Fue inaugurada hace 37 años, el 12 de octubre del 1987, por la familia de María del Carmen Eugenia Navarro Esparza, quien en ese entonces tenía 29 años.

En el mismo establecimiento, ubicado sobre el andador Emiliano Zapata, que conecta a la alameda Francisco Granados Maldonado con el zócalo, elaboran el pan, los pasteles y los otros productos que ofrecen: bolillos, teleras, bocadillos, baguets, pizza.

El nombre de la panificadora no es tiene ningún significado especial, pero lo han mantenido como un distintivo de su calidad. En realidad escogieron Esmeralda porque el cuñado de Carmen que estudiaba en Puebla le gustaba una zona con ese nombre, y les pareció ideal.

La familia de Carmen proviene de la ciudad de Taxco, allá abrieron una sucursal, pero antes una en Iguala, la primera que crearon; pero la que funciona hasta hoy es la de Chilpancingo.

Carmen comparte que en realidad la que inició el negocio en Iguala fue su hermana y también tuvo la iniciativa de replicarlo en Chilpancingo, que después quedó a su cargo.

Esmeralda siempre fue una de las cuatro panaderías grandes que abrieron en Chilpancingo; las otras son La Espiga de Oro, Doña Maga y una más del mercado central Baltasar R. Leyva Mancilla.Ya estaban cuando ellos abrieron, además de otras tradicionales que también ofrecían pan que les enviaban de Chilapa. Pero Esmeralda es la que permanece en un esquema ampliado.

Recuerda que la gente no creía que su negocio funcionaría, porque estaban acostumbrados a consumir el pan local hecho con manteca de cerdo. Al inicio del proyecto, lo que más vendían eran los pasteles.

“Lo principal que se vendía eran pasteles, estaba muy fuerte la venta, hacíamos muchos, además de pan dulce, pan blanco y bocadillos”, comenta.

Lo que distingue desde entonces a la panificadora Esmeralda, según Carmen, es la variedad y la calidad. Elaboraban un pan tipo español, muy diferente al que hacían aquí, porque le apostaron a que fuera el mejor, esa calidad, expone, le ha permito mantener sus ventas.

Para Carmen es muy importante ponerse en el lugar del cliente y se lo hace saber a sus trabajadores. “Yo siempre les digo a los panaderos que nos tenemos que poner en el lugar del cliente, ¿qué me gustaría a mí que me vendieran?, ¿qué me gustaría comer?”.

La panificadora ha sido una fuente de empleo desde sus inicios de unos 13 o 14 personas.

Durante seis años tuvieron otra sucursal en la calle Madero, ubicada también en el primer cuadro de la ciudad, pero la cerraron por falta de tiempo y porque les resultaba agotador. La ubicación de la panificadora desde que se inauguró siempre ha sido la misma, andador Zapata 33B.

Menciona que cuando comenzaron, el andador no estaba pavimentado, pero aun así mucha gente asistía a comprarles.

Carmen ha tenido algunas dificultades en el negocio a lo largo de todos estos años, sin que sean mayores. Una de ellas ocurrió a los seis meses de que inauguraron: personal de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) los visitó y no tenían los precios de los productos a la vista, que después solventron. Lo que para ella no pasó a mayores, en la prensa local lo trataron como un suceso fuerte que llegó a pensar que no volvería a abrir la panificadora.

Una periodista escribió que los inspectores le pidieron dinero a la dueña del establecimiento para no realizar la multa. Carmen comenta que eso nunca sucedió, pero la publicación les complicó la situación, al grado de que le negaron el servicio de gas; sin ese combustible la panificadora no funciona.

Carmen tiene dos hijos y una hija, dos de ellos desde pequeños se involucraron en todo el proceso del negocio.

Aunque la economía de la familia no depende totalmente de la panificadora, cree que tiene un gran valor sentimental para todos ellos, porque representa el inicio de lo que son.

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