Texto: Margena de la O
Fotografía: Oscar Guerrero
Chilpancingo
Desde anoche, después de los hechos violentos, Chilpancingo entró en una especie de páramo, porque en las calles hay pocas personas y vehículos, el transporte público paró sus servicios, los negocios cerraron y los habitantes se guardaron ante una sicosis que tampoco era simulada.
Los hechos de la tarde de ayer, que impactaron justo en los trabajadores del servicio publicó, generaron alarma por el saldo y la forma en que ocurrieron: unidades del transporte público incendiadas en diferentes puntos de la ciudad, cinco taxistas asesinados y otras cinco personas heridas, entre ellos tres pasajeros, de diferentes situaciones que ocurrieron aquí y en la cabecera municipal de Tixtla.
Todos estos hechos, que fueron reales, los acompañaron informaciones desproporcionadas, como mensajes de terror de una supuesta limpieza social, difundidos a través de las redes sociales que aumentaron la alarma ciudadana.
Lo tangible es el contexto en el que ocurrieron estos hechos violentos contra trabajadores del transporte público.
En principio, un movimiento de transportistas del llamado Circuito Río Azul, que cubren Quechultenango, Mochitlán, Chilpancingo y Juan R Escudero, que exigen la liberación de sus líderes detenidos con cartuchos de armas y presunta droga.
Otro elemento importante es la crisis del gobierno municipal a partir de que fueron públicas la imágenes en que la alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández Martínez, está reunida con uno de los presuntos líderes del grupo criminal de Los Ardillos, originarios de Quechultenango, ubicado en ese Circuito Azul.
El transporte en la ciudad, y varias rutas que van de aquí a otros pueblos, como hacia la comunidad de Petaquillas, también están paradas.
En un recorrido anoche por las calles de Chilpancingo alrededor de las nueve de las noche, fue constatado que las personas en las calles eran escasas, y que ningún taxi, el único transporte público que circula a partir de esa hora en la ciudad, estaba por las calles, ni siquiera afuera de las estaciones de autobuses, donde están las bases de taxistas.
Cualquier persona que no tuviera vehículo propio y le surgiera la necesidad de trasladarse, porque para algunos el sábado también es un día laboral, debió caminar o buscar por sus propios medios una solución.
Los negocios, de todo tipo, tampoco estaban abiertos. Los lugares de fiesta o diversión, como los de centro de la ciudad o los que está sobre el encauzamiento del río Huacapa, estaban cerrados, al igual que las tiendas; sólo las de conveniencia daban servicio.
Los puestos de tacos, muy comunes en la noche, eran escasos, y los que había, lucían vacíos, por ejemplo, todos los de la zona del parque Margarita Maza de Juárez, donde suele haber una fila larga de taxistas. A excepción de colonias alejadas del centro de la ciudad, había un poco más de flujo, como en la colonia PRD, donde los puestos de tacos estaban abiertos.
Pero todo cambiaba una vez que se circulaba por la laterales del bulevar; era radical la diferencia. La ciudad, a las nueve de la noche, en sábado, parecía una una madrugada entre semana.
El panorama es similar desde esta mañana. La ciudad amaneció como si estuviera despoblada, con muy poca gente en las calles; sólo algunas urvans del transporte público circularon para dar el servicio.
Hasta las colonias posteriores del conocido panteón municipal nuevo sólo había subido una urvan del transporte público hasta el mediodía porque, según informó una de las chocadoras de las rutas del transporte, evaluaban si reanudaban las actividades.
Lo mismo ocurre en el centro de la ciudad. El corredor que va desde la Plaza Primer Congreso de Anáhuac hasta la Alameda Granados Maldonado suele estar en mucho movimiento por el flujo de las personas, pero esta tarde están semivacías. Hay menos gente en otros lugares menos populares.
Esta situación del transporte está enmarcada en un bloqueo de calles en Chilpancingo que iniciaron transportistas del Circuito Río Azul el jueves pasado por la liberación de Jesús “N” y Bernardo “N”, quienes fueron detenidos por la Policía Estatal porque portaban cargadores metálicos para fusil AK-47 y, al parecer, estupefacientes, y puestos a disposición de la Fiscalía General de la República (FGR).
Frente a las instalaciones de la dependencia también bloquearon la calle. El jueves por la noche, estos transportistas dejaron sus unidades afuera de la FGR como parte de la protesta e intentaron quemarle una de las unidades. Esa misma noche también trataron de incendiar dos taxis locales de Chilpancingo en barrios tradicionales de la ciudad.
En medio de los hechos de ayer en Chilpancingo, los transportistas del Circuito Río Azul retiraron los bloqueos en la ciudad. Hasta ahora es desconocida la razón.
Un elemento del contexto que anteceden a estos hechos Chilpancingo es la ausencia de la escena pública de la alcaldesa del municipio. Dejó de hacer apariciones públicas después de la filtración de unas imágenes, el miércoles 5 de julio, donde está reunida con uno de los presuntos líderes del grupo criminal de Los Ardillos que, de acuerdo con fuentes oficiales, además de Quechultenango de donde son originarios, tienen presencia en parte importante de zona Centro.
El último acto en el que estuvo la alcaldesa en el municipio fue ese mismo miércoles por la tarde en el pueblo de Petaquillas, Chilpancingo, donde inauguró la rehabilitación del parque principal. Al día siguiente salió a Acapulco.
Está programado que mañana encabece la conferencia matutina de los lunes, donde se prevé que informe más sobre este encuentro, que habría sido un desayuno, porque sólo dijo, a pregunta de un reportero en una entrevista el miércoles pasado, que fue fortuito.
Los primeros datos de esta reunión, a manera de advertencia, fueron expuestos en la escena de crimen donde abandonaron los cadáveres desmembrados de siete personas en el barrio San Mateo de Chilpancingo, el 24 de junio pasado, a través de un mensaje en una cartulina, y en un primer momento, ella lo negó.