Yanqui Rothan, de Tixtla y 23 años, el normalista asesinado ayer por policías estatales

Esta mañana se reportó que otra patrulla de la Policía Estatal fue incendiada por normalistas en el punto conocido como Tierras Prietas, al norte de Chilpancingo, cerca del nuevo libramiento a Tixtla

Texto: Marlén Castro

Foto: Cortesia de redes

Viernes 8 de marzo del 2024
Chilpancingo

Yanqui Rothan Gómez Peralta, de 23 años, es el estudiante normalista que fue baleado por policías estatales y falleció en el Hospital General Raymundo Abarca Alarcón, la noche de ayer.

De acuerdo con el reporte de los normalistas, los estudiantes iban a bordo de una camioneta cuando los atacaron al pasar por el retén que está a la salida oriente de Chilpancingo, a la altura de la colonia Indeco.

Patrulla de la Policía Estatal quemada este 8 de marzo en la madrugada por presuntos estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa. Doto: Captura de pantalla de video difundido en redes.

Según, la versión del gobierno del estado, la Policía Estatal marcó el alto a los conductores de ese vehículo porque iban tras la investigación de un delito; la unidad fue reportada como robada.

Esta mañana, en las redes sociales de la comunidad tixtleca se conoció que el joven asesinado, estudiante de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, era Yanqui Rothan Gómez Peralta, un joven de 23 años, un corredor del Club Guadalupano de Tixtla.

El Centro de Derechos de Víctimas de Violencia Minerva Bello confirmó que el joven falleció en el Hospital mientras era atendido.

El director del Centro, el sacerdote José Filiberto Velázquez, informó que en la camioneta viajaban tres estudiantes normalistas, de acuerdo con los testimonios recabados por él.

Explicó esta mañana que los jóvenes normalistas “se estacionaron para comprar un cigarro, cuando la policía llegó en actitud agresiva, el joven se asustó y quiso poner en marcha el vehículo”.

Agregó que el normalista detenido se agachó cuando comenzó la agresión y al incorporarse vio a su compañero herido. El tercer normalista, aseguró el sacerdote, logró esconderse. Al detenido lo tuvieron durante toda la noche los policías; se lo llevaron y lo presentaron hasta esta mañana ante el Ministerio Público.

Policías iban tras la investigación de un delito: gobierno del estado

Sobre los hechos, a las dos de la madrugada el secretario general de Gobierno, Ludwing Marcial Reynoso Núñez, y el secretario de Seguridad Pública, el general Rolando Solano Rivera, ofrecieron su versión de los hechos, en una conferencia de prensa improvisada afuera de una tienda departamental que está a un lado del Palacio de Gobierno.

Solano Rivera explicó en primera instancia. “Sucedió un lamentable incidente a raíz de la persecución de un acto delictivo; sale herida una persona y una persona es detenida”.

El general aseguró que la acción de la Policía Estatal no se llevó a cabo “contra ninguna institución escuela, movimiento; fue un hecho netamente delictivo”.

Añadió que los responsables de parte de la Policía Estatal “ya se presentaron ante la autoridad ministerial en forma voluntaria para deslindar responsabilidades y sean la autoridad ministerial quien determine lo conducente mediante las pruebas periciales correspondientes”.

Reynoso Núñez reiteró que los hechos ocurrieron a partir de la persecución de un delito. Expicó: “Al ser un auto robado se activa este arco del REPUVE y los policías del estado piden que se detenga, se da una confrontación y pierde la vida este muchacho. No perseguimos ningún movimiento social estamos a favor del diálogo y la conciliación, debemos decir que no perseguimos ningún movimiento social”.

Llamó a los normalistas a encauzar todo mediante el diálogo, con la promesa de que se harán las investigaciones pertinentes “y no hay ni habrá impunidad”.

“Vamos a dar con los perpetradores de este suceso”: normalistas

Por su parte, los normalistas de Ayotzinapa dieron una conferencia de prensa en la institución que transmitieron por redes sociales, aproximadamente a las tres de la madrugada.

Dos jóvenes aparecieron a cuadro en la transmisión de la página Prensa Ayotzi, encapuchados y con gorras.


Los estudiantes advirtieron que no descansarán hasta dar con los culpables de este nuevo homicidio.

La transmisión tenía un audio muy deficiente y muy pocas cosas pudieron escucharse con claridad.

Entre otras cosas dijeron que su diálogo no ha servido para nada y que la cuarta transformación en Guerrero es una cosa desierta.

Alertaron que con el normalista detenido probablemente había intenciones de volver a cometer una desaparición, como las de sus 43 compañeros en 2014.

“Ayotzinapa está más viva que nunca y vamos hasta dar con los perpetradores de este suceso”, advirtieron.

Incendian otra patrulla esta madrugada

Después de los hechos en los que un normalista perdió la vida y otro más resultó herido, reportaron el incendio de una patrulla de la Policía Estatal, sobre la avenida Insurgentes, a la altura del Mercado Central Baltasar R Leyva Mancilla. Se supo después que en represalia por la agresión, un grupo de normalistas retuvo la unidad en el mismo punto donde sus compañeros habían sido interceptados y la condujeron a donde la incendiaron.

Esta mañana, entre las seis y siete aproximadamente, se reportó el incendio de otra patrulla de la Policía Estatal, en el punto conocido como Tierras Prietas, al norte de Chilpancingo, otra ruta que conecta al municipio de Tixtla, donde está ubicada la Normal de Ayotzinapa.

Ayotzinapa. Vivir infiltrado

Texto: Marlén Castro, Margena de la O Jacob Morales y Vania Pigeonutt

Fotografía: Amapola Periodismo

Chilpancingo 


English Version

La población estudiantil de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, de donde son los 43 estudiantes desaparecidos hace cinco años, ha vivido cercada por la vigilancia policiaca y la infiltración, casi de manera inmediata a su creación en 1929.

¿Vivir infiltrado de quién? Puede ser el Ejército, el Cisen, los partidos políticos, la Secretaría de Educación, según afirman egresados normalistas que estudiaron pensando que convivían con el enemigo. En los últimos ocho años han vivido cercados también por el crimen organizado, indican sus narraciones.

Amapola Periodismo entrevistó a egresados de 17 generaciones, que abarcan 59 años de vida académica, estudiantil y de activismo político. Revelan un hilo conductor: la infiltración como una estrategia de Estado para dividir al movimiento social y desaparecer la institución que sobrevive junto a otras 15 normales rurales, y es de las pocas opciones de educación gratuita en México.

La recomendación que emitió la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), en noviembre del 2018, estableció como motivo de la posible agresión a los normalistas, la infiltración de un grupo del crimen organizado entre los estudiantes. Amapola Periodismo jaló de este hilo: la infiltración, y encontró evidencias de que ésta también sería una modalidad empleada por el Estado.

Dividimos los testimonios en tres grupos: los tres iniciales o históricos a partir de los años 50, los que ocurrieron posterior a la guerrilla de los 70’s, que fueron las décadas de los 80, 90’s, y los testimonios que parten después del año 2000.

Para los egresados históricos, la infiltración comenzó después del movimiento de masas de 1960, que logró derrocar al ex gobernador Raúl Caballero Aburto y la autonomía del Colegio de Guerrero, que se convertiría en la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro); y, durante el inicio de los movimientos guerrilleros de finales de esa década.

Los tres personajes hablan de lo importante que fue el ex normalista de Ayotzinapa y ex guerrillero Lucio Cabañas para la formación política de los estudiantes y cómo se convierte, primero, en un líder estudiantil y después en un líder regional. Más adelante encabezará el Partido de los Pobres, que será un grupo subversivo.

Hacen énfasis en la conciencia social de Lucio y cómo encauzó a los normalistas a involucrarse a las luchas de la época, como el movimiento por la autonomía universitaria. Dejó instaurada la tradición de los círculos de estudio, que consisten en leer autores que hablan sobre socialismo y lucha de clases, como Marx.

César Núñez quien formó parte de la generación 1955-1960, desglosa que: “Ayotzinapa tiene un papel importante en la lucha política de Guerrero a partir de 1960. Los normalistas, encabezados por Lucio, quien en ese año era dirigente de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), participaron en el movimiento anticaballerista que pedía la autonomía de la Universidad. Fue fundamental la participación de él y los muchachos”.

Dice que después de eso inició un proceso de cierre de las normales rurales en el país, que eran el principal refugio de la gente del campo, de los pobres. Él coincidió como compañero de Cabañas, pero no se enfiló en la lucha armada, Núñez más bien se formó como un cuadro político y dirigió en Guerrero el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el partido del actual presidente, Andrés Manuel López Obrador.

Para Núñez, el sello y orientación del normalismo rural, influenciado por su origen cardenista, fue hacia la clase popular. “El normalista rural tenía una identidad con el pueblo y daba todo lo que fuera por la educación. Teníamos una disciplina profunda en ese sentido”.

En este periodo gobernaron México Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos. Durante esos años en el país ocurrió un movimiento importante de obreros ferrocarriles por incremento salarial y la recuperación del sindicalismo.

También nació el Movimiento Revolucionario Magisterial (MRM), considerado ahora los inicios de la disidencia magisterial en el país, en la que el profesor guerrerense Othón Salazar tuvo la participación más importante.

Otro de nuestros entrevistados es Félix Bautista, de la generación 1956-1962. Él se graduó junto a Cabañas. En su opinión, tras la participación activa de Ayotzinapa, en el movimiento de 1960 que dejó como resultado 17 personas asesinadas, y tras la decisión de su compañero Lucio de tomar las armas, comenzó una época contrainsurgente e inició la infiltración en su normal.

En su periodo fue secretario general de la normal –el cargo más importante de un estudiante, dentro de la organización política de la escuela–, Julián Castillo Navarrete, un primo de Lucio. Él tomó su lugar cuando a Lucio lo nombraron secretario general de la FECSM, organismo que representaba a su escuela a nivel nacional.

«La formación política para nosotros, a cargo antes como ahora del Comité de Organización Política e Ideológica (COPI), era tan importante como la académica».

Se vivía un momento importante fuera de México. Iniciaba la revolución cubana y nos llegaba la información de lo que pasaba También de lo que sucedía en China y en los países de la Unión Soviética, todo lo que tenía que ver con su desarrollo económico, científico y cultural.”, comparte.

Ayotzinapa, dice Bautista ahora de 78 años de edad, siempre estuvo envuelta en la problemática política estatal y del país. “En aquellos tiempos la infiltración política o policiaca del Estado en Ayotzinapa no era como ahora que, se sabe, podrían inscribirse como estudiantes. El Estado tenía todo el control político con Caballero Aburto al frente, entonces no había necesidad de que los agentes policiacos o informantes entraran hasta la Normal”.

El papel de los agentes policiacos, sobre todo de la Policía Judicial, era el de informadores. Eran muy artesanales. Se vestían con guayaberas y mostraban su arma. Se les veía en las plazas públicas, en los mítines, en las marchas. Esa era su estrategia oficial de entonces. Nada de sofisticación. Los equipos de seguridad que acudían a los eventos públicos reportaban lo que ocurría: quién hablaba y qué estaban diciendo. Se usaba mucho.

La infiltración en Ayotzinapa se desarrolló en los años que surgió la insurgencia en Guerrero, que ha tenido diferentes periodos, primero con Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas, y después con el Ejército Popular Revolucionario (EPR) y el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI). Todo esto ocurrió a partir de 1960, enfatiza.

También de esa generación, Arturo Miranda opina que el gobierno siempre intentó infiltrar a Ayotzinapa. Existe el antecedente de 1941, cuando expulsaron a toda la dirigencia estudiantil y a algunos maestros acusados de agraviar a los símbolos patrios. La cárcel fue su castigo.

En el 2000 fue director de la Normal Rural Emiliano Zapata de Amilcingo, Morelos, otra de las escuelas del corte de Ayotzinapa que sobreviven hasta ahora, en ésta sólo estudian mujeres. Durante ese año se percató que cada vez que hubo un problema interno, agentes policiacos vigilaban la Normal.

«Sé lo que digo. Los agentes de inteligencia militar o de Gobernación me buscaron para que les informara de lo que sucedía. ‘A mí no me mandaron aquí para ser oreja, estoy por un nombramiento de director de la escuela, eso investíguenlo ustedes’”, les dijo.

«En el caso de Morelos, detectó a algunas muchachas usando celulares de manera muy discreta. “En esos años no cualquiera podía tener celular, una, por un asunto de dinero y otra, porque la señal era complicada”.

Otro momento en el que confirmó gran interés del gobierno en las normales rurales fue después del asesinato de los normalistas de Ayotzinapa, Gabriel Echeverría de Jesús y Jorge Alexis Herrera Pino, ocurrido en Chilpancingo, en la Autopista del Sol, el 12 de diciembre del 2011.

«El asesinato de estos normalistas es el primero que ocurre en el gobierno de Ángel Aguirre Rivero. Este gobernador ni siquiera concluyó su mandato (2011-2015). Se ve obligado a retirarse en 2014, después de la noche de Iguala en que mataron a tres normalistas más y desaparecieron a otros 43”.

Para Miranda, Aguirre Rivero es uno de los personajes políticos actuales que promovió el cierre de Ayotzinapa. Lo hizo después del asesinato en la Autopista del Sol, con una campaña intensa de odio contra los normalistas. Desde esa fecha, marca un antes y un después para Ayotzinapa.

Los estudiantes de esta Normal que representa la escuela rural mexicana que fortaleció el presidente Lázaro Cárdenas, han vivido con la posibilidad de que el compañero de junto sea el caballo de Troya que busca socavar su organización. Todas las narraciones coinciden en que durante todos estos años han aprendido a lidiar con esa estrategia: para ninguno de ellos es un secreto que sus compañeros, pueda ser un traidor.

Desde los primeros años de su funcionamiento, los normalistas tuvieron que expulsar a compañeros sospechosos, y cerrarle las puertas a un dirigente de izquierda; realizar dobles actividades, protegerse entre miembros del Comité, todo, con la intención de confundir a sus enemigos.

En las generaciones recientes expulsaron a estudiantes con vínculos con el PRI ante la sospecha de pertenecer al crimen organizado. Esta es la vida del normalista de Ayotzinapa, que desde siempre ha sabido el trasfondo de su mal: la desaparición del normalismo rural.

José Ángel Román Espinoza de la generación 2003-2007, quien fue secretario general de 2005-2006, contó como robaron el cerebro de una computadora con toda la información sobre la estructura estudiantil, las carteras que había, las funciones de cada una, cómo se elegían a los integrantes, cómo se tomaban decisiones.

«Nos sentamos a analizar cómo sustrajeron el CPU y llegamos a la conclusión que fue una tarde en que la SEG nos llamó a una reunión a Chilpancingo. Al siguiente año que nosotros egresamos, en 2008, el gobierno abrió otras dos licenciaturas en la Normal, la Licenciatura en Educación Bilingüe y la Licenciatura en Educación Física, por su cuenta, sin que la base estudiantil pidiera que se abrieran”, detalla.

Otro egresado, ya de la generación de 2013, narra cómo su Comité decidió expulsar a tres estudiantes de cuarto año. “Nos dimos cuenta que tenían relaciones con Silvia Ojeda, coordinadora de asesores de la SEG, y con el secretario de ese entonces, José Luis González de la Vega, y también con Héctor Vicario, quien fue diputado por el PRI, y desde siempre cercano al ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer”.

Esos chavos que fueron expulsados se oponían a las acciones del Comité, retaban sus indicaciones, tomaban alcohol en las instalaciones y vendían drogas, inclusive, se sabía que andaban armados, por lo menos a uno se le vio portando una pistola nueve milímetros.

A cada egresado se le aplicó una encuesta de 10 preguntas, cuyas respuestas tejen estos testimonios que reflejan a los actores detrás de la vigilancia e infiltración a Ayotzinapa, casi todos asociados a las instituciones de manera directa o indirecta.

Queremos aclararle a nuestros lectores, que de las generaciones de la década de los setentas no conseguimos ningún testimonio, pero sí confirmamos que fue la época más dura a de vigilancia policiaca en la Normal, a través de otros egresados.

Muchos de nuestros entrevistados decidieron no declarar con su nombre, y esto no implica que haya un anonimato, sino confidencialidad: como equipo tenemos la certeza de que formaron parte de la estructura estudiantil de Ayotzinapa, y sus voces son importantes para explicar la infiltración; sin embargo, en un contexto de violencia compleja, prefieren no revelar su identidad.

Con sus narraciones, los egresados nos permiten ingresar a las entrañas de una normal que ha sido reprimida casi desde su creación. Abrir las puertas a su organización política, a comprender la némesis del conflicto en una línea del tiempo reveladora: casi en ningún año desde su creación han dejado de navegar a la par de la organización y la academia.

Una generación entrevistada inició su educación, en pleno triunfo del presidente López Obrador. En un contexto estatal de crispación social. A tres años del gobierno del priista, Héctor Astudillo Flores, y ante el triunfo de la perredista Erika Alcaraz, identificada como gente del diputado Bernardo Ortega Jiménez, cuya familia es acusada de conformar el grupo local del crimen organizado más fuerte de los municipios: Zitlala, José Joaquín Herrera, Chilapa y Tixtla, de donde son varios normalistas.

Los 17 testimonios con los que construimos nuestra hipótesis, se pueden consultar ampliamente de manera unitaria en nuestro micrositio.

Los perfiles:

  1. El Estado vigila Ayotzinapa desde el movimiento anticaballerista

  2. Con la insurgencia guerrillera en Guerrero inicia la infiltración a Ayotzinapa

  3. Expulsan a los primeros estudiantes sospechosos de ser infiltrados

  4. La generación 83-87 expulsó a seis estudiantes, presuntamente infiltrados

  5. Sospechan de intento de infiltración de un miembro del Partido Comunista: había estudiantes con tendencia a la lucha armada

  6. El Comité Estudiantil se reunía de noche para evitar fuga de información 

  7. Antorcha Campesina intenta meterse a la dirigencia estudiantil en Ayotzinapa

  8. Roban computadora con información sobre estructura estudiantil de la Normal: creen que fue el CISEN

  9. Cadena de infiltrados crecía cada día, y era difícil controlar a los cooptados

  10. Acusan al PRI de intentar crear en la Normal una base del crimen organizado: Vicario y a otros

  11. Expulsan a secretario general mientras se recuperaba de golpiza: Comité que se queda organiza la ida a Iguala

  12. Ofrece comité de Ayotzinapa secuestrar camiones para la marcha del 2 de octubre: lo haría la Normal de Tenería

  13. Vicario y Silvia Ojeda relacionados con actividad en la que son asesinados dos normalistas

  14. El Comité Estudiantil era una coladera de información durante la lucha por los 43

  15. El Comité Pro Clausura se vuelve un grupo negociador con el gobierno; quieren su plaza

  16. Nos vemos obligados a hablar con el crimen: normalista

  17. Sobreviviente: desde la desaparición de los 43, varios grupos estudiantiles lucran con la tragedia

  18. Había amenaza de muerte contra normalistas, sí iban a Iguala

El Comité Pro Clausura se vuelve un grupo negociador con el gobierno; quieren su plaza

Texto: Amapola Periodismo

Foto: Andalucía Knoll

Este texto fue publicado el 11 de septiembre de 2022

Chilpancingo


Estudié en la Normal Rural de Ayotzinapa en la generación 2010-2014. Soy un normalista tocado por la tragedia de septiembre del 2014. La desaparición de nuestros 43 compañeros ha sido el episodio más negro de toda la historia de la escuela. De mi generación el secretario general del Comité Estudiantil fue Aquilino Florencio Mejía.

Te das cuenta de los infiltrados sobre todo en cuarto año. Los muchachos ya no son confiables del todo, empiezan a tener una actitud igual a los que dan aviso al gobierno de nuestras actividades. Yo veía que eran así; estaban muy cerca del Comité, se llevaban muy bien con ellos y al mismo tiempo te traicionaban.

Siempre el gobierno quiere saber quién dirige la escuela, cuántos son, también en las reuniones de base estudiantil, qué se dice del gobierno, qué actividades se van a emprender, qué actividad como urgentemente se tiene que realizar y eso; la estructura e incluso el pliego petitorio, cómo va estructurado, porque se tiene que informar, incluso los brigadeos.

Los infiltrados son parte del Ejército, según nos han heredado ese conocimiento por generaciones, en la mía no había; otros de alguna institución, en este caso de la Secretaría de Educación Guerrero (SEG), o del CISEN. Si no es de parte de los alumnos es de parte de los maestros. Los maestros así tienen una característica: no te dan clase, se ponen a platicar de sus vidas. Parte del trabajo de inteligencia está en la parte docente.

La misión de esas personas infiltradas no es sólo entrar a Ayotzinapa, sino como en muchas organizaciones sociales, como en todas las normales rurales y en todos los movimientos sociales, siempre hay personas interesadas en desastabilizar.

La misión que tienen ellos es: 1) Conocer la estructura, 2) Dar toda la información a las autoridades. El Comité es vulnerable. Los estudiantes de formación política son pocos, los demás somos parte de la base, entonces la decisión casi pertenece a dos, tres, seis personas, 16 ó 20, las que tienen como un círculo más cercano, para evitar decisiones equivocadas. Se llega a este círculo selecto por decisión de la base estudiantil demostrando aptitudes políticas, por eso si alguien de los infiltrados llega a este círculo, que sí ha pasado, puede ser muy peligroso.

Para entender al Comité Pro Clausura, la jugada es: se llevan bien, se visten igual como campesinos. Algunos sí lo son, pero están trabajando para el enemigo. En primer año se camuflan, en cuarto ya sacan lo que en realidad son: quieren plaza fácil, están dispuestos a negociar, a obtener beneficios, consiguen padrinos polémicos, como Silvia Ojeda, coordinadora de asesores de la SEG. De mi generación, buscaron como padrino al entonces gobernador Rogelio Ortega.

La idea es que nos iban a dar plaza a todos, ese era el acuerdo con los de Pro-clausura, habían hecho un acuerdo de que les iban a dar plazas a todos.

Dijeron que iban a dar plazas para todos, que íbamos a hacer un solo examen y sí, lo fuimos a hacer, nos pusieron autobuses hasta a Acapulco, al Poliforum, ahí en Mundo Imperial. Nos vinieron a traer a Chilpo y nos vinieron a dejar, parecíamos granaderos, en esos autobuses y fuimos a hacerlo. Pero no fue cierto. No todos tuvieron su plaza.

Ayotzinapa siempre se ha caracterizado de ser una escuela de lucha, de conciencia, durante los últimos años, del 2012 para acá, empezamos a padecer represión y estigmatización muy constante, igual, tenemos que ver mucho los estudiantes, porque no supimos medir algunas cosas, darle una buena dirección a la organización, se perdió poco la formación política, afectaron los conflictos internos de la normal. Cosas tan simples como quitar a un secretario y poner a otro. Muchas organizaciones nos dejaron de apoyar. Ángel Aguirre nos dividió.


Fotografía: Andalucía Knoll

El Comité Estudiantil era una coladera de información durante la lucha por los 43

Texto: Amapola Periodismo

Foto: Jessica Torres Barrera

Este texto fue publicado el 11 de septiembre de 2022

Chilpancingo


Lo primero que supe cuando ingresé a la Normal Rural de Ayotzinapa fue la palabra infiltrado, porque cuando llegas es lo primero que te informan los integrantes del Comité Ejecutivo Estudiantil. Te hablan de sucesos que ocurrieron en otras generaciones para saber qué hacer si identificamos a alguno.

En mi época la infiltración tuvo sentido hasta que pasó la desaparición de 43 de nuestros compañeros.

En mi generación (2013-2017), el secretario general de la dirigencia estudiantil de Ayotzinapa fue David Flores Maldonado, a quien apodaban La Parka.

Supimos que había estudiantes que pasaban información a gente del gobierno, quizá porque eran de su familia. Bueno, yo tenía unos amigos en el Congreso del Estado y en el Palacio de Gobierno, y no por eso les avisaba o les informaba lo que ocurría en la escuela.

Durante el movimiento inmediato para exigir la presentación con vida de los 43 ocurría algo curioso: al llegar a los lugares donde se harían las protestas ya estaba lleno de policías antimotines. Con eso nos dimos cuenta que desde el mismo Comité Ejecutivo Estudiantil alguien pasaba información.

El Comité avisaba sobre una actividad, por ejemplo, que marcharíamos, y nos indicaban que apagáramos los celulares o los pusiéramos en modo avión, pero nada de eso servía, porque cuando llegábamos al lugar de donde saldríamos o concluiríamos ya había policías.

Me acordé de El Pepino, un compañero que era de la generación de los 43, sobrino de un empleado de Casa Guerrero, residencia oficial del gobernador en turno, que se salió de la Normal después de lo que pasó en Iguala, porque según él tenía mucha presión.

Provenía de Acapulco, pero dijo que se iría a Puebla. Su comportamiento antes del 26 de septiembre de 2014 era normal. Se encargaba de la relación con las organizaciones sociales, por su encomienda en la cartera de Relaciones Exteriores. Después se comportó raro. Lo veíamos en restaurantes y nos pasó por la mente de que era policía. Cuando se retiró nunca más supimos de él, bloqueó sus redes sociales.

Es el único que recuerdo como sospechoso, pero al igual que él pudo haber varios. Después de la desaparición de los 43 muchos estudiantes de primer año desertaron por temor.

Antes de la noche de Iguala los representantes de la normales rurales tuvieron una asamblea nacional en Amilcingo, Morelos, para planear la marcha del 2 de octubre de 2014.

Cuando llegaron nuestros representantes nos informaron que Ayotzinapa tenía que cooperar con los camiones para que todos los normalistas rurales comisionados asistieran a la marcha en la Ciudad de México.

Algunos miembros de la base estudiantil opinaron que debían reconsiderarlo porque era inviable que los estudiantes de nuevo ingreso consiguieran 15 autobuses, pues, ellos apenas tenían unos días de ingresar y los de segundo y tercero no podían porque andaba en prácticas, pero el secretario general y el secretario de Comunicación, a quien conocíamos como El Marquelia, estaban alegres y dijeron que sí se podía, porque, además, era un encargo de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), la máxima congregación del normalismo rural.

Esto implicaba que todas las comisiones del resto de normales rurales del país llegarían a Ayotzinapa para salir hacia la Ciudad de México.

En realidad esta decisión la tomó La Parka, porque así era él. Tomaba las decisiones y luego avisaba a la base estudiantil.

Desde que llegó a la Normal se perfiló para secretario general del Comité Ejecutivo Estudiantil. Primero se ganó a los estudiantes de Costa Grande, de donde es originario. Los invitaba a tomar o les dejaba meter cervezas; rompían las reglas. Todos ellos consiguieron la expulsión de Ángel Cegueda, el anterior secretario general.


Fotografía: Jessica Torres Barrera

Sobreviviente: desde la desaparición de los 43, varios grupos estudiantiles lucran con la tragedia

Texto: Amapola Periodismo

Foto: Jessica Torres Barrera

Este texto fue publicado el 11 de septiembre de 2022

Chilpancingo


Soy sobreviviente de la noche de Iguala. Entré a la Normal en el año 2014 y egresé en 2018. En mi generación hubo dos secretarios generales, Ángel Mundo Francisco, quien renunció y David Flores Maldonado, conocido como La Parka.

Corría el mes de agosto del 2014 cuando tuvimos una reunión de asamblea donde el secretario general de ese momento, David Flores, apodado La Parka con los dos secretarios de Actas y de Organización informaron que Ayotzinapa aportaría los camiones para la marcha del 2 de octubre, para conmemorar la masacre estudiantil de 1968.

David llega a ser dirigente porque Ángel Cegueda, apodado La Mami, renunció a ser secretario general. Presentó un documento explicando que por imposibilidades físicas, creo que tenía una enfermedad, no podía seguir. Nadie votó por un nuevo líder.

Como La Parka era el delegado nacional ante la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), se podría decir que por jerarquía tomó el lugar.

Los de primero sabíamos que Ayotzinapa iba a aportar los camiones para la marcha del 2 de octubre, para conmemorar la masacre estudiantil, pero hasta el 19 de septiembre que hubo una reunión de brigadeo, que es cuando el Comité estudiantil convoca a las academias, teníamos entendido que descansaríamos cuatro días, no que iríamos.

Necesitábamos almacenar víveres, gasolina, camiones para las organizaciones, pero jamás se habló que esa responsabilidad de los autobuses era de la academia de primero. Sabíamos que Ayotzinapa los pondría y ya.

De último momento, ese 26, La Parka decidió que fuéramos a Iguala, porque para empezar dijeron que fuéramos a Chilpancingo, pero como había seguridad por parte de policías estatales en las dos terminales, nos mandaron hasta Iguala.

Podría decir que desde la organización, la ida a Iguala fue confusa. Se ve la infiltración desde que mandaron a la academia de primero, porque como recién egresados no teníamos idea de la toma de autobuses.

Salieron de Ayotzinapa dos autobuses con normalistas de primer año. Se los llevan a Iguala, y ya al momento de supuestamente que tomaron las unidades, a nosotros nos llega la noticia de que ya habían asesinado a dos chavos. Comienza la movilización para organizarnos e ir a apoyar en un segundo grupo. Yo me fui en ese segundo grupo.

Suceden los hechos la noche del 26, la madrugada del 27. Nunca regresaron a la escuela nuestros compañeros. Con ellos entramos, convivimos con ellos. Pensamos en algún momento que estarían en la cárcel, en Barandilla municipal, pero ya los asesinatos se habían dado, el de Julio César Mondragón Fontes –quien fue desollado–, Julio César Ramírez Nava y Daniel Solís Gallardo.

Por eso creo que hay infiltrados en Ayotzinapa, encargados de la desestabilización de la escuela. Los infiltrados dividían a las generaciones, iban por grupo, hacían negocio a nombre de los chavos que asesinaron, se colgaban el nombre de ellos, obtenían beneficios por parte del gobierno; grupos nada más, no todos.

Te das cuenta por generaciones, yo me di cuenta desde el primer año. En la segunda generación, después de los hechos, vuelven a hacer lo mismo. En la tercera generación, que egresa, al igual que las demás, lo mismo, pero ya con un beneficio de casi la mayoría. La Parka era el principal infiltrado.

El gobierno nos ha infiltrado para intimidar a la gente, para que no haya movilización ni nada. Ahorita las cosas están peor en Ayotzinapa. No hay una consciencia crítica en los alumnos y se están perdiendo los círculos de estudio.

Pongo de ejemplo a la generación de este año: ellos son los responsables de que se haya incrementado la violencia, ahorita se habla de que ya llegó el Cartel Nueva Generación, y entre otras cosas que dejaron mal a la escuela. Los estudiantes de ahora tienen problemas con los maestros. Hicieron a un lado el movimiento, negociaron. Hacen que Ayotzinapa pierda su valor por lo que les da el gobierno.


*En 2014 era presidente del país Enrique Peña Nieto y gobernador Angel Aguirre. Estos hechos en Ayotzinapa ocurren después del desgaste gubernamental por la reforma educativa. Esta generación vivió la transición política, la llegada a la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, y la caída del partido hegemónico, el PRI.

Fotografía: Jessica Torres Barrera

Nos vemos obligados a hablar con el crimen: normalista

Texto: Amapola Periodismo

Foto: José Luis de la Cruz

Este texto fue publicado el 11 de septiembre de 2022

Chilpancingo


Soy integrante de la generación 2018-2022 de la Normal Rural de Ayotzinapa. Ingresé a la normal en un contexto complejo, a cuatro años de la desaparición forzada de los 43 normalistas, y con el crimen a nuestro alrededor.

Hace unos meses creía que quien se infiltrada en la Normal le paga el gobierno para dar información, pero no es así. Para mí, la persona que está vendida es una persona que no quiere trabajar en su cargo, que está sumisa, un poco perezosa en el cargo que tiene.

En primera, lo complicado es que ellos hacen reuniones clandestinas, haciendo fraudes; posiblemente, les den recursos, y no llegan. Los fraudes van desde hacer una actividad de boteo y quedarse el dinero hasta utilizar cosas que confiscamos, para uso personal. Las reuniones de los infiltrados, hemos sabido, las hacen afuera de la escuela.

Uno los detecta y los expulsa. Hace un mes expulsamos. Era de Tenería y se expresó mal de la Normal y tuvimos una reunión de base. Todas las academias tienen que estar en esa reunión. Ellos vienen a desestabilizar la normal, la organización. ¿Cómo? Diciéndole a los demás: “ya no suban a danza, quédense así. Ya no vayan a rondalla, quédense aquí. Vamos a charlar, vamos a tomar, vamos a fumar”, algo que para mí no va.

Estamos sembrando una buena semilla, y la vamos a cuidar hasta que nos dé un buen fruto.

Mi persona solamente agarra ciertos grupos, hablo en corto con ellos, sobre todo con los más jóvenes; más agarras a las personas que están dispuestas a hacer un cambio. Tomo a esas personas, para que no se desvíen. Aquí somos libres, porque llegan personas que son menores de edad, se desvían mucho; llegan a ser personas alcohólicas, como sucede en este nivel de educación. En todas las prepas, en las mejores escuelas.

Una vez uno me pidió un autobús, cuando teníamos una actividad de rondalla. Impide que se desarrollen las actividades, porque menciona que es más importante hacer otras, cuando ya estaba programada esa. O sea, que necesitan el camión para ir por camiones, por ejemplo.

Quizá esa persona está infiltrada, yo lo tengo que quitar, porque él que es representante de rondalla, me está arrastrando a todos los chavos que son como 36 chavos, o sea por él, no van a ir a participar. Por él, ese es el detalle, yo lo quito, pongo a otra persona, pongo otro para hacer el trabajo, alguien quien sí va a sacar la rondalla.

En la cuestión del crimen nos vemos obligados a hablar con ellos. De la mafia hay un representante, del gobierno hay un representante, nosotros no queremos reuniones, pero a veces las piden. Han llegado citatorios anónimos, me han llegado pues, si ven el contexto aquí, hay dos, tres, diferentes mafias y nosotros estamos en medio. Chilpancingo igual, entonces por todos lados. Hemos tenido que dialogar con esa gente: “hey: somos nosotros, tranquilícese”.

Nosotros tratamos de llevar la fiesta en paz, pero eso sí ya es más difícil. Nos han pedido en forma anónima que soltemos camiones de productos confiscados.–No da más detalle–.

Han cambiado los códigos porque ha cambiado el contexto. Estamos en una guerra, pero nosotros no estamos armados en cuestiones de armas de fuego, sino en conocimiento, queremos lograr un cambio; pero también considerar que el cambio es de adentro, desde la Normal.


* En pleno triunfo del presidente Andrés Manuel López Obrador ingresó esta generación. En un contexto estatal de crispación social. A tres años del gobierno del priista, Héctor Astudillo Flores, y ante el triunfo de la perredista Erika Alcara como presidenta municipal de Tixtla, identificada como gente del diputado Bernardo Ortega Jiménez, cuya familia es acusada de conformar el grupo local del crimen organizado más fuerte de los municipios Zitlala, José Joaquín Herrera, Chilapa y Tixtla, de donde son varios normalistas.


Fotografía: José Luis de la Cruz

 

Vicario y Silvia Ojeda relacionados con actividad en la que son asesinados dos normalistas

Texto: Amapola Periodismo

Foto: Amilcar Juárez

Este texto fue publicado el 11 de septiembre de 2022

Chilpancingo


Soy de la generación 2009-2013 de la Normal Rural de Ayotzinapa. A quienes formamos parte de esta generación nos tocó vivir los asesinatos de Gabriel Echeverría y de Alexis Pino, el 12 de diciembre del 2011. De mi generación fue secretario general del Comité Ejecutivo Estudiantil, Pablo Juárez Cruz, durante el periodo 2011-2012.

Quienes influyeron para que se decidiera ir a bloquear El Parador del Marqués ese 12 de diciembre, en donde terminaron asesinados Gabriel y Alexis, fueron cuatro estudiantes de la academia de cuarto, quienes rebasaron a los del Comité Estudiantil. Esa actividad se decidió en una asamblea estudiantil que comenzó el 11 de diciembre y terminó a las cuatro de la mañana del 12 de diciembre.

En la asamblea se debatieron dos propuestas: ir a bloquear El Parador del Marqués, en Chilpancingo e ir a la oficina del gobernador a demandar de nuevo la audiencia para que resolviera el conflicto en la Normal, un paro de maestros que ya llevaba varias semanas.

Pero en esa asamblea ganó la propuesta de los de cuarto, quienes hicieron un trabajo hormiga con los de primero, a quienes convencieron de que la mejor acción era el bloqueo. El Comité Estudiantil se opuso porque el 12 era un día en el que una protesta así no tenía mucho caso. (Por la velada a la Virgen de Guadalupe no hay muchos automovilistas en las carreteras). Pero se votó y ganó la propuesta de los de la academia de cuarto año.

En la asamblea que termina a las cuatro de la mañana se decide ir a hacer el bloqueo ese mismo 12 de diciembre. Los estudiantes llegamos al Parador del Marqués alrededor de las nueve de la mañana y como a los 10 minutos llegaron policías federales, estatales y ministeriales, presencia que derivó en el desalojo y en el asesinato de los compañeros.

Esos estudiantes de cuarto año eran del Comité Pro Clausura. Fueron apadrinados por Silvia Ojeda, la coordinadora de asesores de la Secretaría de Educación (SEG) en el periodo de Zeferino Torreblanca y por el diputado del PRI, Héctor Vicario Castrejón, así que la relación entre estos estudiantes y su papel para llevar a cabo esta actividad es más que obvia.

La ceremonia de clausura de esa generación no se llevó a cabo en la Normal. La base estudiantil no permitimos esa ofensa. La hicieron en otro lugar, yo no supe donde fue, pero una vez que fue obvia esta conexión de esos normalistas, la base estudiantil impedimos que Silvia Ojeda y Héctor Vicario entraran a la Normal.

En una Normal como Ayotzinapa en la que se tiene que pelear por la plaza de maestros, algunos de los que están en cuarto año empiezan a ver por sus intereses y se olvidan de la lucha social, de la Normal y de los estudiantes que vienen atrás.

En mi generación también me tocó ver la expulsión de un compañero a quien se le encontró con marihuana. No supimos si era sólo para su uso o la distribuía, pero cuando se supo, la base estudiantil inmediatamente tomó la decisión de expulsarlo, eso fue un año antes de los asesinatos de Alexis y Gabriel.


*En este periodo el gobernador fue Ángel Aguirre (2011-2014) y hubo dos presidentes: Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2014)

Empezaban las protestas contra la Reforma Educativa, la Normal Rural de Ayotzinapa participó activamente en apoyo al magisterio disidente.

Guerrero fue el estado donde más protestas educativas hubo en 2012. Ángel Aguirre era un gobernador desacreditado por el aumento de violencia en el estado, y en el tema educativo por la falta de entrega de plazas a egresados, recursos para este ramo, y el inicio de las protestas contra la Reforma Educativa. Los docentes realizaron desde pintas hasta la destrucción de oficinas de partidos.


Fotografía: Amilcar Juárez

Ofrece comité de Ayotzinapa secuestrar camiones para la marcha del 2 de octubre: lo haría la Normal de Tenería

Texto: Amapola Periodismo

Foto: Jessica Torres Barrera

Este texto fue publicado el 11 de septiembre de 2022

Chilpancingo


Entré a la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa en 2013, un año después de los asesinatos de Gabriel Echeverría de Jesús y Jorge Alexis Herrera Pino, así que desde entonces hasta que egresé en 2017 escuché lo de los infiltrados a la Normal como una herramienta para hacernos daño.

Se sabía que las infiltraciones eran de parte del gobierno por su interés de cerrar Ayotzinapa, pero entonces poco comprendía ese tema. Sí me daba cuenta de que los comités sucesivos tenían un control fuerte de la información que manejaban.

Antes de la desaparición de nuestros 43 compañeros normalistas nunca me percaté de que en la Normal tuviéramos infiltrados o de que conviviéramos con ellos. Después de lo de Iguala sí iban muchas personas sospechosas a tratar de sacarnos información; varios eran, según, de organizaciones sociales o periodistas.

Una persona en especial se dedicaba a sacarle información a los chavos. Les invitaba bebidas alcohólicas y ya borrachos varios compañeros contaban cosas sobre la lucha. Después nos dimos cuenta que esa persona tenía familia en el gobierno. Llegó diciendo que era familiar de un desaparecido, pero no era cierto.

Cuando fue descubierto lo corrieron de la Normal. A los estudiantes que le pasaron información estuvieron a punto de expulsarlos, pero al final, la base los perdonó.

Además, fue notorio que algunos maestros de la misma Normal tenían familiares en la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) y nos dimos cuenta que ellos también pasaban información sobre las actividades que íbamos a hacer fuera de la normal, los veíamos mandando mensajes de texto o llamadas en las que hablaban de ese tema.

En el 2014 era secretario general del Comité Ejecutivo Estudiantil un estudiante al que llamábamos La Mami (Ángel Cegueda), quien mantenía informada a la base estudiantil sobre todo lo que se hacía y las decisiones que se tomaban, yo pienso que ese secretario se preocupaba por la Normal, pero lo señalaron de tener familia en el gobierno y de que podría pasarles información, por eso lo expulsaron, y a todo el Comité lo depuraron. Así fue como subió David Flores Maldonado, La Parka.

Él hacía las cosas a su manera, tomaba decisiones muy personales, sin consultar al resto del Comité Ejecutivo Estudiantil. Recuerdo una reunión muy importante de la Federación Estudiantil Campesina Socialista de México (FECSM) en Amilcingo, Morelos, donde ofreció que la Normal de Ayotzinapa se encargaría de conseguir los autobuses para mover a todos los estudiantes a la marcha del 2 de octubre de 2014 en la Ciudad de México.

Ahí se decidió que tarea la tendría la Normal de Tenería, la que está en el Estado de México, pero La Parka ofreció que lo haríamos nosotros, y cuando llegó a Ayotzinapa informó que era una comisión que nos encomendaba la FECSM.

Desde mi punto de vista eso fue algo muy raro, porque a la Normal no le tocaba llevar los autobuses. Eso es algo que sigo sin entender. Después pasó lo de Iguala.


Fotografía: Jessica Torres Barrera

Expulsan a secretario general mientras se recuperaba de golpiza: Comité que se queda organiza la ida a Iguala

Texto: 

Foto: Carlos Carbajal

Este texto fue publicado el 11 de septiembre de 2022

Chilpancingo


Ingresé a la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa en 2011, año en que fueron asesinados en Chilpancingo los normalistas Gabriel Echeverría de Jesús y Jorge Alexis Herrera Pino. En mi último año en la escuela (2014-2015) pasó lo de Iguala, en donde perdimos a 46 compañeros, a tres los asesinaron y a 43 los desaparecieron.

De mi generación hubo dos secretarios generales, primero fue Ángel Cegueda, a quien le dieron un golpe de Estado y después subió David Flores Maldonado, a quien le decíamos La Parka.

En 2014, algunas semanas antes de que ocurriera la desaparición de los compañeros en Iguala, nos fuimos a botear a Casa Verde (pedir cooperación a los automovilistas). Esa mañana fuimos golpeados de forma salvaje por la Policía Federal. Los policías nos llegaron sin ninguna llamada de atención previa, sin intentar alguna negociación para que nos fuéramos.

Teníamos muchas actividades de ese tipo y las policías antes de reprimirnos negociaban con nosotros. Esa vez llegaron y se nos fueron con todo. En esa ocasión quien resultó más golpeado fue precisamente Ángel Cegueda, el secretario general, pareciera que lo tenían ubicado. Fue a quien más golpearon.

Ángel Cegueda quedó muy mal de esa golpiza. Lo llevamos al hospital y ahí se quedó para que lo atendieran. Él ya no regresó a la Normal porque durante su recuperación un grupo de estudiantes maniobró para expulsarlo de la dirigencia estudiantil y de la Normal, entonces subió La Parka como presidente del Comité Ejecutivo Estudiantil.

La expulsión de Ángel Cegueda no se llevó a una asamblea estudiantil como debía ser, espacio en el que se reunía la base y escuchábamos las acusaciones. Lo decidieron La Parka con un grupo de estudiantes pequeño. Una vez que nos comunicaron que Ángel había sido expulsado de la Normal que, por ser un infiltrado, La Parka ordenó que sacaran sus cosas del dormitorio donde se quedaba. Uno de los nuestros compañeros, supimos después, se las llevó a la casa en Tixtla donde se recuperaba.

Casi al mes pasó lo de Iguala, yo como muchos compañeros que estábamos por graduarnos de la escuela, no fuimos a la actividad. Quien tomó esa decisión de ir a Iguala y llevarse a los de primero fue el nuevo Comité Ejecutivo Estudiantil.

He reflexionado acerca de esa cadena de sucesos previos a la desaparición de nuestros hermanos normalistas. Creo que incluso la golpiza que recibimos en Casa Verde era parte del plan para sacar al Comité Ejecutivo Estudiantil de entonces, principalmente al secretario general.


*En este periodo el gobernador era Ángel Aguirre Rivero (2010-2014), quien llegó por el PRD, antes del PRI, cuando sustituyó a Rubén Figueroa Alcocer. Pero por la desaparición de los 43 normalistas no terminó su periodo y nombraron a Rogelio Ortega Martínez. Estaba el presidente panista Felipe Calderón (2006-2012) y luego llegó al poder el priista Enrique Peña Nieto (2012-2018)

En 2012 empezaron las protestas contra la Reforma Educativa de Peña Nieto y la Normal participó en apoyo al magisterio disidente. Guerrero fue el estado donde más se protestó contra esas reformas.


Fotografía: Carlos Carbajal

Acusan al PRI de intentar crear en la Normal una base del crimen organizado: Vicario y a otros

Texto: 

Foto: José Luis de la Cruz

Este texto fue publicado el 11 de septiembre de 2022

Chilpancingo


Pertenezco a la generación 2010-2014 de la Normal Rural de Ayotzinapa. Egresé en 2014, unos meses antes de la desaparición forzada de los 43 compañeros normalistas. Me tocó presenciar el desalojo extrajudicial de policías ministeriales y federales del 12 de diciembre del 2011, cuando fueron asesinados Gabriel Echeverría de Jesús y Jorge Alexis Herrera Pino.

De mi generación, el secretario general del Comité Ejecutivo Estudiantil fue Job Navarrete, quien encabezó la exigencia de justicia por los compañeros Gabriel y Jorge Alexis.

Desde que ingresé nos comentaban en los círculos de estudio, que estuviéramos alerta, porque convivíamos con el enemigo, que alguno de nosotros pudiera ser un infiltrado, que buscaría la manera de quedarse y desestabilizar a la Normal.

Al principio no lo entendíamos. Teníamos una noción de que los infiltrados podrían ser personas para informar sobre las cosas que se hacían en la escuela. Con el tiempo, entendimos que esas infiltraciones tenían el propósito de desestabilizar la escuela para conseguir el cierre, entonces la intención de los que se infiltraban, era para conocer cómo está organizada y cómo los que estudiamos ahí comenzamos a tener otro tipo de conciencia política.

En mi generación, el Comité decidió expulsar a tres estudiantes de cuarto año. Nos dimos cuenta que tenían relaciones con Silvia Ojeda, coordinadora de asesores de la Secretaría de Educación Guerrero (SEG), y con el secretario de ese entonces, José Luis González de la Vega, y también con Héctor Vicario, quien era diputado por el PRI, y desde siempre cercano al ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer.

Esos chavos que fueron expulsados se oponían a las acciones del Comité, retaban sus indicaciones, tomaban alcohol en las instalaciones y vendían drogas, inclusive, se sabía que andaban armados, por lo menos a uno se le vio portando una pistola nueve milímetros.

En ese periodo, cuando hacíamos alguna actividad, a la base estudiantil nos llamaban los del Comité y nos decían vamos a salir a hacer esto y salíamos pero no hacíamos lo que nos habían informado, entendimos que empleaban esta estrategia para confundir a los infiltrados.

El Comité habló con los jefes de grupo de las diferentes generaciones para recoger la información que ellos tuvieran. Casi todos confirmaron que esos estudiantes vendían drogas: marihuana y cocaína, entonces nos citaron a todos los estudiantes a una asamblea y nos dieron esa información, y ahí en la asamblea, se decidió expulsarlos.

Esos días fueron de mucho peligro. Los de la base estábamos atentos porque sabíamos que los expulsados traían armas y pensábamos que no se iban a ir tan fácilmente.

Una noche, uno de los expulsados llegó a la puerta de la Normal, no venía solo, venía en una camioneta con varios hombres que traían cuernos de chivo.

Supimos en otra asamblea que esos hombres que llegaron con el expulsado amenazaron al secretario general y éste les advirtió que en la Normal no iban a permitir lo que hacían los ex estudiantes, es decir, la venta de drogas.

Esos expulsados, como ya dije, eran muy cercanos a Héctor Vicario. Los veíamos en Chilpancingo reunidos con él o con Silvia Ojeda.

Nosotros pensábamos que la droga que ellos metían a la Normal venía de esa relación con Vicario, no lo podemos comprobar, pero parece evidente. Hay que ver más allá también. Nosotros creemos que la intención que tenía el PRI era construir en la Normal una base del crimen organizado, como una estrategia de ese partido para tener el control al interior y ver la forma de desestabilizarla.

En la actualidad, por mis labores como maestro, sigo teniendo relación con gente de la Normal. Sé que en la escuela ya no hay cuadros activistas, la base social se debilitó. Con otros compañeros llegamos a la conclusión de que esos infiltrados dejaron cadenita. La vida en la Normal ha cambiado mucho y creo que es por el legado de esos infiltrados. Los que están ahora carecen de formación política, de visión social. Es un panorama muy triste.


*En este periodo el gobernador era Ángel Aguirre Rivero (2010-2014), quien llegó por el PRD, antes del PRI, cuando sustituyó a Rubén Figueroa Alcocer. El presidente del país era el panista Felipe Calderón (2006-2012) y abarcó una parte del sexenio del priísta Enrique Peña Nieto.

En 2012 empezaron las protestas contra la Reforma Educativa de Peña Nieto y la Normal participó en apoyo al magisterio disidente. Guerrero fue el estado donde más se protestó contra esas reformas.


Fotografía: José Luis de la Cruz

 

Cadena de infiltrados crecía cada día, y era difícil controlar a los cooptados

Texto: Amapola Periodismo

Foto: Andalucía Knoll

Este texto fue publicado el 11 de septiembre de 2022

Chilpancingo


Entré a Ayotzinapa en la generación 2008- 2011. El contexto previo al asesinato extrajudicial en la Autopista del Sol, de Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús. En ese entonces, el secretario general fue Jerzain Peñaloza, cuyo nombre de batalla era Eduardo, porque por seguridad, nosotros nos cambiamos el nombre, sobre todo si estás en el Comité.

Fueron tiempos de decisiones importantes para la normal. Yo recuerdo que el compa Jerza llegó a ser además de secretario general de la normal, secretario general de la Federación Estudiantil de Campesinos Socialistas de México, igual que Lucio Cabañas fue a finales de los 50.

Cuando uno ingresa a la normal de Ayotzinapa aparecen en nuestro lenguaje palabras que muchos no habíamos escuchado en nuestra vida.

Se naturaliza un lenguaje político, entre las nuevas palabras que aparecen son “infiltrado, Estado, lucha social, represión, oprimidos, guerra, entre otras”, es ahí cuando por voz de quienes ya son estudiantes se conoce que en la diversidad de movimientos sociales o de izquierda el Estado tiende a infiltrarlos de manera histórica con diferentes objetivos.

Cuando algún dirigente estudiantil se inclinaba a los intereses del gobierno y no de los estudiantes algunas veces se les denominaba “infiltrados” sin que esto implicara veracidad, era una manera de acusarlos.

Dirigentes pasados dentro sus anécdotas nos contaban que habían localizado alumnos que resguardaban pequeñas libretas con apuntes sobre lo que ocurría en la normal, fechas, lugares, número de autobuses a utilizar, en las manifestaciones, por eso siempre se intentaba no hacer pública esa información hasta el final.

Existieron sospechas, ya que es difícil identificar a una persona infiltrada, sobre todo comprobarlo de algunos trabajadores de la misma normal que se mantenían informando de las actividades de los alumnos en ese momento a Silvia Ojeda Jiménez, coordinadora de asesores de la SEG; curiosamente ella tenía datos muy particulares de la normal que nos manifestaba en las reuniones.

Los infiltrados iban desde alumnos, trabajadores y maestros. Como toda organización política al Estado le interesaba conocer a detalle toda su capacidad de organización, información financiera, y el pensamiento o ideología que se gesta en su interior, nosotros supimos que el Ejército ante la histórica acusación de la relación de la normal con el movimiento armado de Guerrero tenía informantes matriculados como alumnos.

En el gobierno de Zeferino Torreblanca con apoyo de Silvia Ojeda se ventiló que ella tenía contacto directo con diferentes alumnos sin que fueran del Comité estudiantil, a quienes convencía con algunos apoyos.

Utilizó los grupos culturales de danza, rondalla y banda de guerra apoyándolos sin que el Comité se lo solicitara para que ellos la mantuvieran informada e incluso logró que los propios alumnos la buscaran como madrina de generación junto a Héctor Vicario.

Durante esa época los asesinatos habían aumentado, desmembrados, decapitados, la supuesta ofensiva contra las drogas que inició Felipe Calderón estaba cobrando muchas vidas, y por otra parte música, películas estaban inquietando a los jóvenes; la narcocultura se desarrollaba en el país y en el interior de la escuela se empezaban a contagiar: en sus tonos de llamada sonaban narco corridos, mientras iban a lavar su ropa, cuando salían a botear (recolectar dinero) y fuertemente en las bocinas por la tarde; los narcocorridos estaban minando el pensamiento de los alumnos.

Algunos empezaron a agruparse, la mayoría originarios del Ticuí, Atoyac de Álvarez, Costa Grande de Guerrero, no participaban en las actividades del Comité; fueron empoderándose y ganaron simpatizantes, comenzaron a distribuir marihuana; crecieron los índices de consumo de alcohol y de marihuana y con esto el desorden la desobediencia.

Estos alumnos comenzaron a no participar, a violentar las reglas, causar destrozos al interior de la escuela, robos de ropa, dinero, celulares, eso causaba una gran desestabilización en la organización estudiantil, era peor que tener los infiltrados del pasado. Me recuerda a la infiltración de la CIA en Estados Unidos contra las Panteras Negras.

Estos chavos se encargaban de desprestigiar a la Normal en Tixtla, Chilpancingo, sus escuelas primarias, en cualquier lugar en el que estuvieran. Pero son chavos que poseen protección del Estado, o de quienes los infiltran.

En una ocasión, al intentar sancionar a dos de ellos por haberse hallado varios gramos de marihuana en su dormitorio, acudieron a los jefes de grupo, quienes decidirían en una asamblea mediante votación su expulsión por no respetar el reglamento de la escuela, y bajo amenazas decidieron no aprobar su expulsión.

Esos tiempos fue una constante y rígida la pelea, ya no nos preocupábamos por exigirle al gobierno, era sobre cómo terminar con ese grupo de alumnos que no paraba de crecer. Desde esos momentos los alumnos desestimaban el papel del Comité de alumnos, ya éramos amenazados, se nos retaba a los golpes; decidimos protegernos entre nosotros mismos, buscábamos nunca estar solos, no salir de noche a Tixtla o a Chilpancingo.

Creemos que el grupo fue creciendo desde entonces, que entre ellos fueron invitando a conocidos a ingresar, eran estudiantes y sí buscaban ser docentes, pero eran utilizados para la distribución y control dentro de la normal, como muchos jóvenes en la actualidad. A diferencia de los infiltrados por el Ejército que son preparados o son activos, ellos fueron desarrollándose en el transcurso de la normal.


*El gobierno de Zeferino Torreblanca Galindo (2005-2011) iba terminando. Periodo en el que en 2007, se vivió una de las represiones más fuertes próximas al 12 de diciembre de 2011, ya con Ángel Aguirre. Cuando entró este estudiante, el gobierno de Felipe Calderón, ya había iniciado su llamada “guerra contra las drogas” en 2007, que marcó un hito en el combate a la delincuencia aumentando todos los delitos.


Fotografía: Andalucía Knoll

Roban computadora con información sobre estructura estudiantil de la Normal: creen que fue el CISEN

Texto: 

Foto: Carlos Carbajal

Este texto fue publicado el 11 de septiembre de 2022

Chilpancingo


Soy José Ángel Román Espinoza, de la generación 2003-2007, y fui secretario general del Comité Ejecutivo Estudiantil de la Normal Rural de Ayotzinapa en el ciclo 2005-2006. Cuando fui secretario casi todos las noches recibía llamadas de Silvia Ojeda, coordinadora de asesores de la Secretaría de Educación de Guerrero (SEG). Me ofrecía cosas: dinero, celular, computadora, mi plaza, lo que yo quisiera pedir, según me decía, para que les dijera cómo funcionaba el Comité Ejecutivo Estudiantil.

En la Normal tenemos la certeza de que Silvia Ojeda y Jorge Sotomayor (ambos asesores de la Secretaría) y José Luis González de la Vega (el secretario de Educación) eran del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN). Fueron funcionarios de la Secretaría durante el periodo de Zeferino Torreblanca Galindo, el primer gobernador que postuló el PRD sin que fuera militante. Ellos querían saber cómo funcionaba la estructura estudiantil, qué carteras había y cómo se decidían los cargos. Nos lo preguntaban por separado, a cada uno, le hacían diferentes ofrecimientos a cambio de esa información y nos pedían que los dejáramos tener acceso al lugar donde trabajaba la dirigencia estudiantil.

Ya casi para terminar ese periodo del Comité, el siguiente ya había sido elegido, nos percatamos de que faltaba el CPU de la oficina. Ahí estaba toda la información sobre la estructura estudiantil, las carteras que había, las funciones de cada una, cómo se elegían a los integrantes, cómo se tomaban decisiones. Nos sentamos a analizar cómo sustrajeron el CPU y llegamos a la conclusión que fue una tarde en que la SEG nos llamó a una reunión a Chilpancingo.

Al siguiente año que nosotros egresamos, en 2008, el gobierno abrió otras dos licenciaturas en la Normal, la Licenciatura en Educación Bilingüe y la Licenciatura en Educación Física, por su cuenta, sin que la base estudiantil pidiera que se abrieran.

Con el tiempo hemos comprendido que esa medida tenía como fin dividir a la base estudiantil, porque cuando sólo estaba la Licenciatura en Educación Primaria todos los estudiantes teníamos las mismas actividades, se perfilaba sólo un Comité, pues teníamos los mismos intereses y preocupaciones, pero con tres licenciaturas, la base estudiantil tiene, primero, diferentes actividades y ven por mejorar las condiciones de cada licenciatura y, además, se perfilan de cada una, diferentes cuadros para la dirigencia estudiantil.

Ese año que egresamos, en 2007, iniciamos el movimiento para obtener nuestras plazas, y la dirigencia estudiantil de la Normal de ese año, encabezado por Erick Téliz Sánchez, nos abandonó. Nos dejaron solos. Fue ese año que nos reprimieron en el Congreso del Estado.

En este gobierno de Héctor Astudillo Flores nuevamente fue secretario de Educación, José Luis González de la Vega y a quien traía como jefe de asesores era a Erick Téliz, el que nos abandonó en 2007.


*En este periodo, el presidente de México era Vicente Fox (2000-2006). En el ámbito estatal, gobernó René Juárez (1999-2005) y Zeferino Torreblanca Galindo (2005-2010). Comienza la ola de violencia en el país y en Guerrero, luego de una supuesta declaración de guerra al crimen organizado hecha por el presidente Felipe Calderón (2006-2012) casi un año después de iniciar su mandato.


Fotografía: Carlos Carbajal

 

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