Texto y fotografía: Itzel Urieta
Chilpancingo
Crecer en una ciudad con problema de residuos de basura hizo que desde pequeño Moisés Emmanuel Manzanares Manzanares se planteara hacer algo en beneficio del medio ambiente.
Moisés recuerda que, en su infancia, buscaban con su papá un lugar donde tirar la basura, ya que no pasaban camiones recolectores, e iban al tiradero de la colonia La Cinca.
Se preguntaba qué podía hacer él por tratar de aminorar este problema y decidió estudiar ingeniera ambiental. Moisés es egresado del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
La problemática sobre la basura y los residuos siempre estuvo presente en Moisés, por eso decidió que después de culminar su carrera universitaria regresaría a su ciudad con el objetivo de hacer algo con los residuos. Cumplió. Por eso existe Amotlazolli.
Amo significa no en náhuatl y tlazolli es basura. Al unir estas palabras se forma la frase: No basura o No es basura. “Buscábamos un nombre que fuera parte de nuestra identidad y por eso nos decidimos por un nombre nahuatl”.
Desde hace un año, Moisés y su hermana crearon Amotlazolli, una casa de reciclaje ubicada en la calle Nicolás Bravo número 8, en el centro de Chilpancingo.
Decidieron ubicarse en el centro para que más personas los conozcan, tengan la facilidad y la cercanía de llevar sus residuos.
“Muchas veces las personas buscan lugares donde llevar sus residuos y hay lugares a los que es muy difícil llegar por eso decidimos que fuera un lugar céntrico”. Ahí reciben los residuos de martes a sábado de 11 de la mañana a seis de la tarde.
El objetivo de Amotlazolli es recuperar la mayor cantidad de residuos que las personas acumulan en sus espacios para darles otro uso. Reciben materiales como papel, cartón y tetra pack, plásticos, pet, vidrio de grado alimenticio, es decir, vidrio que tenga contacto con alimentos y vidrio plano. De metales reciben latas de chile, de conserva, de atún y de aluminio.
Amotlazolli revende algunos materiales como el periódico y el cartón. El tetra pack y el vidrio los mandan a reciclar a Ciudad de México, ya que en el estado no hay casas de reciclaje con la infraestructura necesaria para recibir estos materiales.
Las personas pueden llevar cualquiera de esos residuos por donación, por trueque o para vender.
En Amotlazolli también reciben ropa, tortillas, aceite de cocina, peluches y muebles. Esto es para realizar los trueques.
“Si alguna persona trae lo equivalente a 20 pesos le podemos dar dos libros, dos despensas o una playera”, comenta Moisés.
Con el trueque evitan tres impactos ambientales que son: en vez de tirar lo que ya juntaste ya no haces un impacto ambiental, al recibir un libro de segunda mano ese libro no fue tirado y otro impacto ambiental es que no se cortó un árbol para producir ese libro.
Aunque mandan a reciclar algunos materiales fuera del estado, en Amotlazolli tratan de que todo se recicle y se venda en Chilpancingo.
Amotlazolli también tiene contacto con emprendedores locales que se dedican a vender productos para disminuir el impacto ambiental, en Amotlazolli les hacen publicidad y los venden.
Dificultades
Una de las dificultades a las que se enfrentan es la falta de educación ambiental que existe en lo habitantes de la capital.
Hacer las cosas en pro del medio ambiente también es difícil. Hay personas que llegan con sus materiales y buscan una remuneración económica, se olvidan de hacerlo por disminuir el impacto ambiental.
La falta de difusión es otra dificultad. Amotlazolli tiene redes sociales, participan en algunas exposiciones sobre el medio ambiente y hacen difusión en otros medios de comunicación como radio, pero aún hay personas que no los conocen.
A un año de Amotlazolli, Moisés considera que la aceptación de las personas es un poco lenta.
Amotlazolli a futuro
Moisés quiere que Amotlazolli crezca, que sea sustentable. “Hoy en día seguimos con la inversión, rentando el local con los trabajadores”, comenta.
Quieren hacer recolecciones en escuelas y negocios porque se los han pedido, pero por la falta de personal y un vehículo adecuado no es posible.
Planean tener una mayor difusión para llegar al diez por ciento de la población de Chilpancingo y que su proyecto sea rentable.
Para Moisés este proyecto implica mucho sacrificio. Espera que en un futuro Amotlazolli se convierta en un banco de materiales. “Tener estantes de objetos que se puedan reutilizar y que la gente vaya a intercambiar, a hacer trueque, a comprar objetos de segunda mano que se puedan reutilizar”.
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