Carmen llevaba siete meses de estar de vuelta en Guerrero después de permanecer dos años y medio en Atlanta por asilo político, cuando volvió a vivir otro episodio violento que puso en riesgo su vida. Fue una víctima colateral del ataque del 24 de diciembre en iglesia de San Mateo
Texto: Margena de la O
Foto: Archivo Amapola
Chilpancingo
Miércoles 29 de enero del 2025
Los escenarios violentos en Guerrero por lo que desplazados de la Sierra de Guerrero pidieron asilo a los Estados Unidos no han cambiado desde que salieron, lo que implica que de ser deportados por las órdenes ejecutivas del presidente Donald Trump regresen a las mismas condiciones.
Muchas de las ciudades de Guerrero mantienen su condición de inseguridad por violencia criminal y a los desplazados les ha tocado vivirlos más allá del momento en que salieron de sus pueblos de manera forzada.
A Carmen Esquivel le alcanzaron las balas del ataque armado del 24 de diciembre pasado en el perímetro de la iglesia del barrio de San Mateo, donde asesinaron al presidente del patronato de la Feria de Navidad y Año Nuevo de Chilpancingo, Martín Roberto Ramírez Ruiz.
Le hirieron una pierna que la ha mantenido convaleciente. La lesión le afectó tendones y arterias que la mantuvo grave. Tiene 64 años y es diabética desde muy joven, pero resistió la operación que necesitó para no perder la movilidad.
Carmen llevaba siete meses de estar de vuelta en Guerrero después de permanecer dos años y medio en Atlanta, Estados Unidos por asilo político, el cual logró con tres de sus hijas y sus respectivas familias al cabo de un complicado proceso.
Todos ellos son parte del grupo de desplazados que salió de manera forzada de pueblos de Leonardo Bravo y Heliodoro Castillo en noviembre del 2018 que llegaron a alojarse al auditorio municipal de Chichihualco, cabecera del primero de estos municipios.
Al año siguiente de su desplazamiento, Carmen y sus hijas salieron de Chichihualco hasta la frontera norte para pedir asilo en los Estados Unidos. A sus hijas les autorizaron el ingreso dos meses después, en agosto del 2019, pero ella permaneció en una especie de prisión en Texas por al menos otra tres meses; al final la regresaron a México, donde siguió con los trámites hasta conseguir la autorización.
María Mejía Esquivel, una de sus hijas, contó a Amapola, periodismo transgresor como es su vida en estos momentos en Estados Unidos ante el riesgo de la deportación con la llegada de Trump como presidente de los Estados Unidos. La historia fue publicada el viernes pasado.
En la gráfica, los desplazados de pueblos de la Sierra estaban alojados en el auditorio municipal de Chichihualco. Foto: Archivo Amapola.
También compartió lo que ha enfrentado su madre después de regresar a México, como una evidencia de que las condiciones de inseguridad en Guerrero no han cambiado, lo que le genera mayor incertidumbre, porque de volver acá tampoco tendrían garantías.
Carmen volvió a México en mayo pasado. Se instaló en Chilpancingo, porque en Chichilhualco las condiciones de seguridad–o inseguridad– son complicadas; las balaceras son comunes lo mismo en las inmediaciones que en el centro de la cabecera desde 2023. Por más de un año no hubo clases presenciales en las escuelas por esa razón. Apenas a mediados del mes fue documentado un nuevo enfrentamiento a balazos en la cabecera con saldo de al menos un asesinado.
Regresó porque debía atender su salud por complicaciones en los riñones y con la vista. Aun con el asilo, el gobierno de los Estados Unidos nunca les ofreció garantías; Carmen carecía de un seguro médico que le cubriera el medicamento para controlar la diabetes y el costo fue insostenible para sus hijas.
Debido a que toda la familia está desperdigada después del desplazamiento, Carmen vive sola en Chilpancingo; renta un cuarto. “Pero el 24 de diciembre estaba en una iglesia, fue a una oración, y saliendo se puso a ver los tlacololeros (una danza tradicional guerrerense) y le dieron una bala. Un balazo en una pierna”, cuenta María. Chilpancingo es referencia también de inseguridad.
Todas los gastos por las complicaciones en la salud que le generó lesión a Carmen por un hecho de inseguridad, además de los medicamentos y la atención, lo han costeado también sus hijas. “Está en recuperación; la llevaron a operar a Acapulco, porque se le destruyó los tendones y arterias. Estaba muy delicada”, menciona María.
Carmen ya comenzó a dar algunas pasos. María está confiada en que su madre terminé pronto de recuperarse; ha tenido grandes avances aun con la diabetes.
La premura de María tendría que ver también con el riesgo de que la deporten. Esta amenaza la mantiene encerrada al igual que muchos migrantes y sin posibilidades de tener ingresos; dejó de vender tamales y con eso se mantiene.
Con la deportación este puede ser un escenario al que volvería.
Las captaron cuando eran adolescentes en pueblos rurales con la promesa de una educación en hotelería, pero terminaron sirviendo a la élite de la “Obra de Dios”. Estos son los primeros testimonios en México.
Teresita tenía 15 años cuando ingresó al Instituto Tecnológico Yalbi en el estado de Tlaxcala. Era 1993, su hermana ya estaba dentro y ella aceptó seguir sus pasos en búsqueda de oportunidades para continuar sus estudios. Mercedes también tenía 15 cuando entró en la escuela Montefalco, en Morelos, pensando que podría estudiar el bachillerato. La invitó una vecina y ella aceptó porque, aunque soñaba ser contadora, le quedaba cerca de su familia a diferencia de otras opciones académicas. A Ofelia, que era trabajadora doméstica, su patrona la llevó a un centro de formación profesional en Ciudad de México cuando tenía 19 años. Las tres terminaron viviendo en casas del Opus Dei, trabajando sin descanso y sin pagocomo servicio doméstico de los miembros de élite de la organización más secreta de la Iglesia Católica.
Teresita, Mercedes y Ofelia son las tres primeras mexicanas que denuncian laexplotación de mujeres pobres a manos de la “Obra de Dios”. A ellas las formaron para dar servicio doméstico profesional y después limpiaron y cocinaron durante años en sus residencias cerradas como “numerarias auxiliares” -así se las llama internamente-. Además, les hicieron comprometerse a una vida de castidad, pobreza y obediencia con la promesa de que así podrían “santificarse ante Dios”.
Estas primeras denuncias en México resultan iguales a los hechos que en Argentina se investigan como trata de personas para explotación laboral: la justicia formalizó una acusación tras demostrar que durante al menos 40 años existió un sistema dereclutamiento de mujeresde escasos recursos para educarlas y convertirlas en “sirvientas profesionales” y hacerlas trabajar sin recibir ninguna remuneración.
Para Teresita esa fue su vida durante 15 años, para Ofelia fueron 25 y para Mercedes fueron 30. Todas vivieron en distintas ciudades y residencias delOpus Dei en la República Mexicana.
Este reportaje muestra que en México existen, al menos, seis escuelas de internado para niñas a partir de los 14 años de la Prelatura del Opus Dei, que comenzaron a funcionar en el país a finales de los años 50s.
Ilustración: Andrea Paredes @driu.paredes
El Colegio Montefalco, en el estado de Morelos, se inauguró dentro de la primera hacienda que la organización católica de origen español consiguió para su obra. Posteriormente, se multiplicaron las llamadas “escuelas de hotelería” en distintas ciudades del país, con distintas modalidades. Las principales son, además de Montefalco, el Centro de Formación Profesional Yaxkin; el Centro Educativo Jaltepec en Jalisco; el Instituto Cultural Toshi, en el Estado de México -actualmente llamado Ondare-, el Instituto Yalbi en Tlaxcala y El Pinar, en Coahuila.
Además, existen centros de formación en labores en una decena de ciudades donde es común que las mujeres de la Obraenvíen a sus “criadas” y donde también se han captado a jovencitas. De acuerdo con la académica e investigadora de la UNAM, Virginia Ávila García, quien hizo un extenso trabajo de investigación sobre el papel de las mujeres en elOpus Deien México, la institución ha establecido otras unidades de formación en hospitalidad y hotelería exclusivas para mujeres, como: el Centro Escolar Yaocalli y Centro Escolar el Paseo en la Ciudad de México, al igual que Alhucema y Escuela Oxtopulco, que fue cerrada en 2019. La Escuela Palmares, exclusiva para mujeres en Guadalajara, y la Escuela Técnica Jazlim, forman parte de las iniciativas de obras sociales de miembros del Opus Dei.
Respecto a las primeras denuncias públicas de exnumerarias auxiliares en México, las autoras solicitaron información y una postura oficial a la Oficina de Comunicación delOpus Dei en el país, que niega la existencia de condiciones de explotación, pero reconoce la existencia de distintas iniciativas educativas que “con el propósito de fomentar el desarrollo de las personas en diversos contextos y realidades del país, algunas se enfocaron, en sus inicios, en comunidades rurales” y “ofrecieron prácticas profesionales en el ámbito de la hospitalidad”. Algo similar respondió en Argentina, donde negó “categóricamente” los relatos de 43 mujeres denunciantes, a pesar de que la justicia federal de ese país presentó una acusación formal que da cuenta de que los hechos ocurrieron.
Captación religiosa: “La escuela no era lo que prometían”
TeresitaAvelar ahora tiene 47 años, pero recuerda muy bien su decisión de los 15 de entrar como internada en el Instituto Yalbi (Apan), cerca de la casa de su padres en Calpulalpan, Tlaxcala, donde además ya había ingresado su hermana mayor. “La escuela tenía fama de tener buena educación, además de interesantes convenios con empresas para hacer, supuestamente, prácticas profesionales en hoteles distinguidos”, dice la mujer, que confiesa que cuando decidió ir fue porque le parecía una buena oportunidad.
Pero una vez adentro, muy pronto se dio cuenta de que la escuela no era lo que prometía: “En vez de tener las clases normales, nos enseñaban técnicas de lavado, planchado, técnicas de costura, panadería, repostería, así como recursos para llevar la administración de un hogar”. Además, como en teoría no pagaban la cuota completa, les decían que tenían que trabajar para cubrir el resto. “Nos decían que era una práctica, pero nos exigían perfección en todo y teníamos que trabajar bajo presión todo el tiempo, era una preparación a lo que, supuestamente, nos íbamos a dedicar”.
Fue en el medio de las clases y el trabajo, ya cargado además de rutinas religiosas que incluían oración diaria y confesión semanal rigurosa, que le dijeron que Dios veía en ella “vocación para ser numeraria auxiliar”, una categoría que es la más baja de la organización y que se dedica única y específicamente a mantener los “centros”, que es como se llaman las residencias donde conviven los miembros célibes del Opus Dei -numerarios y numerarias-, separados por género. Teresita dice que ella no creía tener esa vocación, pero se sintió atraída por lo que le ofrecían.
Teresita Avelar. Ilustración: Andrea Paredes @driu.paredes
Una vez que aceptó, y la aceptaron, su vida cambió: una de las primeras cosas fue que empezó a tener una rutina mucho más estricta de vida religiosa que incluía vigilancia espiritual, usar elementos de autoflagelación y trabajar más duro. Además fue enviada a una formación doctrinal exigente, tras la cual le asignaron atender casas de retiro donde miembros de la Obra y estudiantes de la Universidad Panamericana participaban de actividades espirituales.
“El sueldo era contado, pero de cuentito: no recibíamos nada. Ni siquiera nos decían un monto específico”, afirma y asegura que la excusa de la institución era que con el sueldo por su trabajo pagaban su estancia en las casas de la Obra.
La rutina diaria de Teresita y del resto de las auxiliares era siempre igual: antes de las 6 de la mañana sonaba el despertador y no era hasta las 10 de la noche que iban a dormir. Las tareas las asignaban las directoras (numerarias) y el trabajo incluía la atención integral de las casas: limpieza diaria, cocina de cuatro comidas, lavandería, tintorería, costura, portería, etc. Entre unas y otras tareas hacían ejercicios espirituales y oración, incluso mientras trabajaban, para reducir al mínimo el diálogo. No tenían permitido escuchar música o ver la tele, sino que sólo podían hacerlo durante el fin de semana o con autorización de las numerarias encargadas de supervisar su trabajo.
“Demasiado rezar, demasiado obedecer, demasiada sumisión, mucha ingenuidad, eso no me gustaba”, describe Teresita, que explica en qué consistían los “castigos corporales” que se les exigía: uso de una liga metálica con puntas (cilicio) ajustada a la pierna durante dos horas diarias mientras trabajaban, dormir sobre una tabla o en el suelo, ducharse con agua fría al menos una vez a la semana y autolatigarse con una soga de varias puntas anudadas (disciplina) “para evitar las pasiones carnales” y cumplir su compromiso de castidad obligatoria por ser miembro del Opus Dei. “Los castigos personales debían ser discretos, nadie se tiene que dar cuenta”. Al usar el cilicio debían hacerlo en lugares que no fueran notorios como las piernas. “A mí la disciplina nunca me gustó usarla, no le encontré un sentido. Me shockeaba psicolgóciamente tener que latigarme sola, eso me ponía mal y no lo hacía, pero no hacerlo me metía en un conflicto de fidelidad, porque así lo manejan”.
Se alejó de su familia desde que ingresó a la escuela y estuvo incomunicada también durante su estancia laboral; sólo podía salir un día a la semana a la comunidad para hacer acciones de “proselitismo”: “Debíamos alistarnos en cursos para conocer a otras jóvenes e invitarlas a ir al Opus Dei y a formar parte de las escuelas”.
Tras más de 10 años de labores domésticas, la falta de descanso, las imposiciones de disciplina y no tener decisión sobre su vida comenzaron a agotarla. Empezó a cuestionarse si debía pasar toda su vida en aquel lugar. “Veía gente mayor que, aún con su edad y enfermedades, no dejaban de trabajar. El trabajo de las numerarias auxiliares es muy pesado, físico siempre. Vi tantos ejemplos que yo no quise llegar a envejecer ahí de esa manera”. Sin embargo, le llevó varios años más conseguir irse: sentía miedo y culpa de fallarle a Dios.
“Lo que el Opus Dei enseña es que se puede alcanzar la santidad a través del trabajo. Entonces, si abandonas el trabajo abandonas tu santidad”. Dejó el Opus Dei en 2007, después de huir del centro Frontera -así llamado por la calle sobre la que se ubicaba-, en la colonia San Ángel, en Ciudad de México. Había pasado 14 años dentro. Nunca cobró por su trabajo ni estuvo feliz, dice. “Me costó muchos años animarme a hablar de esto. Recién después de muchos años de vivir en la Argentina, hoy puedo dar testimonio”.
Servidumbre y encierro: “Me explotaron por 30 años, incluso cuando enfermé”
A Mercedes Teteltitla el Opus Dei no logró arrebatarle su fe. Desde que salió, hace 12 años, el centro de su vida lo ocupa su tarea como catequista de niños en su natal Morelos. La acompaña a diario el dolor constante de la fibromialgia que padece, que comenzó cuando apenas pasaba los 30 años pero ya tenía la mitad de su vida trabajando sin descanso ni atención médica en residencias delOpus Dei en distintas ciudades de México. Fue esa enfermedad la que la hizo salir: “Yo ya no les servía más”, dice. Salió sin dinero ni cobertura médica. Sin nada. Tenía 46 años.
Era una adolescente que soñaba con convertirse en contadora cuando una amiga le insistió en que se inscribiera en el Colegio Montefalco. Mercedes ya había conseguido un cupo en una escuela en Cuernavaca, pero quedaba más lejos de su casa y de su familia.
“Ella me dijo que ya estaba estudiando en Montefalco para ser educadora y estaba a punto de salir, en el último año. Me dijo ‘vamos está muy bonita la escuela, está cerca de tu casa, así no te alejas de tus papás y nos vamos a seguir viendo’. Así fue como yo conocí el Opus Dei”, recuerda Mercedes.
Mercedes Teteltitla. Ilustración: Andrea Paredes @driu.paredes
Al poco tiempo de su ingreso, las instructoras de Montefalco le comunicaron a Mercedes que tenía “vocación” para formar parte del Opus Dei como numeraria auxiliar. Así podría “santificarse sirviendo a Dios”. Tenía 17 años. “Rápidamente me dieron clases como de hotelería: cómo hacer una cama, cómo fregar pisos, cómo lavar todos los trastes, vajillas, el cuidado y mantenimiento de distintas prendas y tipos de telas, tapices, etc”, comenta la mujer que ahora tiene 60 años.
También le dieron clases de cocina y pronto la encomendaron al área de alimentos, principalmente en repostería y panadería de una de las casas de retiros y convivencias del Opus Dei en la Hacienda Montefalco, Casa Grande. “Es una casona a la que van personas a recibir formación o ‘curso anual’ -equivalente a las vacaciones- de miembros de la Obra, varones y mujeres”, cuenta. Y recuerda que iban grupos de unas 50 personas, nunca mujeres y varones mezclados, a quienes se daba servicio 24 horas: limpieza de habitaciones, baños y áreas comunes, lavandería de las cosas de la casa y de la ropa personal, servicio de cuatro comidas de categoría y todo elaborado allí. Al mismo tiempo que trabajaba, a Mercedes le encomendaron instruir en labores de limpieza a las jóvenes nuevas.
Mercedes era muy buena en su tarea y trabajaba sin descanso. Tanto que a los 5 años de entrar en la Obra, la enviaron de Montefalco como encargada de la cocina de la Comisión Regional, donde habita el Consiliario, que es la máxima autoridad del Opus Dei en México y la más importante de Latinoamérica.
Al igual que Teresita, Mercedes también se alejó de su familia una vez que ingresó al Opus Dei. Su primer reencuentro con su familia fue 10 años después de “pitar” en la Obra: así se dice al acto de pedir la admisión a través de una carta manuscrita que se envía al prelado, la autoridad máxima del Opus Dei, que reside en Roma. “Una vez que entras, te dicen que tu familia ya no es tu madre, tu padre y tus hermanos, sino la Obra”, afirma Mercedes, a quien incluso le prohibieron salir para atender a sus padres enfermos.
“A mi me engañaron y me sacaron la oportunidad de estudiar y mi sueño de ir a la Universidad”, dice la mujer, que sólo pudo concluir hasta el primer año de bachillerato, a través de guías y exámenes que hacía en el internado, pero no a través de clases regulares. No podía por falta de tiempo, porque toda la presión estaba en el trabajo, en capacitar a otras jóvenes y seguir rutinas diarias de disciplina religiosas: misa, oración, lecturas, meditaciones, confesión, etc. “No tenía tiempo ni de respirar. Ya no podía estudiar, sólo estaba dedicada a los trabajos del hogar en la Obra”, dice.
Tanto trabajo ni siquiera le dio la posibilidad de ayudar a sus padres, porque jamás le pagaron por ninguna de sus tareas. “Nunca jamás vi ningún cheque, ni sobre con dinero, ni sabía cuánto ganaba aunque nos decían que las personas que atendíamos pagaban todos los servicios”. Lo que les decían, cuenta Mercedes, es que todo el dinero por su labor pasaba a “la caja” para pagar sus estancias y aprendizaje en las escuelas.
Con más de 20 años de servicios, la salud de Mercedes comenzó a tener complicaciones. Se sentía agotada, le dolían los huesos, tenía dificultad para subir escaleras, empezó a perder el apetito y dejó de dormir. Su malestar físico se incrementó al grado de no poder cumplir de manera completa con su trabajo de auxiliar, lo cual empeoró con sentimiento de culpa y depresión, incluso pensó en quitarse la vida.
“Yo todos los días pedía: Dios mío yo me quiero morir, yo ya no quiero vivir aquí y así. Si yo no puedo trabajar, qué hago aquí”, cuenta Mercedes, a quien pese a que le dieron atención médica no podía cumplir con el reposo recomendado por la exigencia de sus superioras. “Sufría tanto los dolores que pedí que al menos no me hicieran subir escaleras, pero en cambio la directora me exigió limpiar el tercer piso de la residencia”. La razón: el sufrimiento es una ofrenda a Dios.
Pese a que inició con malestares físicos cuando cumplió 30 años, no fue hasta años después que le diagnosticaron fibromialgia, una enfermedad crónica y degenerativa que afecta los músculos. Si bien su causa se desconoce, hay estudios que la relacionan con el estrés y el trabajo físico extremo.
En el Opus Dei no se hicieron responsables de su estado físico y le recomendaron dejar la Obra. “Aquí no puedes estar sin hacer nada”, le dijeron. Salió en 2010 sin un centavo.
“Yo salí del Opus Dei y me alejé de Dios: me preguntaba cómo es que si existía permitía que nos hicieran esto”
A Ofelia Almazán todavía se le quiebra la voz al hablar sobre los más de 25 años que estuvo trabajando encerrada en distintas propiedades del Opus Dei: tres años estuvo en Morelos, cinco en Monterrey y 17 en un sólo centro de la Ciudad de México, entre otros.
En su caso, no era menor cuando ingresó. Fue a través de una mujer para la que hacía trabajo doméstico, quien era supernumeraria de la Obra, la categoría de miembros de clases medias y altas que forman familia.
Su empleadora la llevó al centro Zirahuén, en Ciudad de México. Allí, en dos meses, la convencieron de que tenía “vocación” para santificarse en el Opus Dei. “A mí me hicieron muy rápido el lavado de cerebro y entré sin saber casi nada de lo que iba a ser mi vida”.
Tenía muy poco tiempo dentro cuando supo que su voz no tenía ningún lugar ahí: estaba en “el planchero” trabajando y propuso una técnica para hacer la tarea. De inmediato, una superiora la hizo callar y le dijo: “Aquí se viene a obedecer, no a mandar”.
La rutina de trabajo fue muy exigente desde el primer día. Además, apenas llegó la mandaron a hacer el “centro de estudios”, que son dos años de formación intensiva en la doctrina del Opus Dei -es obligatorio para todos los miembros célibes, que el contenido depende de la categoría-. Desde allí la enviaron al internado de Toshi para instruir a las niñas que llevaban desde los pueblos de los alrededores. Las numerarias -superioras- las iban a buscar, relata Ofelia sobre la manera en que las reclutaban. Y agradece no haber hecho caso nunca al deber de llevar nuevas “vocaciones”: “Te decían que si no llevabas gente no hacías apostolado, no servías a la Obra… Gracias a Dios yo nunca llevé a nadie, porque les prometían algo que no era”.
Ofelia Almazán. Ilustración: Andrea Paredes @driu.paredes
Para Ofelia, el engaño principal era que decían que se vivía como en una familia “numerosa y pobre”, pero eso no era cierto. “Siempre había un trato diferencial con nosotras, en el trato y en cómo vivíamos, mientras las numerarias y numerarios y sacerdotes vivían con lujos”. Para las auxiliares no era igual la casa ni las sábanas ni la ropa ni la comida ni la vida diaria. Tampoco las llevaban a control médico, sólo cuando tenían alguna enfermedad fuera de lo común o un accidente.
“Yo sí siento que me explotaron, en especial en los 17 años que viví en Ciudad de México: empezábamos muy temprano, como a las 6 de la mañana. Y hasta las 9 de la noche yo a veces seguía planchando porque tenía que entregar la ropa. Éramos como unas 25 auxiliares ahí”.
Además de planchar y lavar, Ofelia limpió y atendió residencias de hombres. Mucho tiempo fue cocinera y también ”doncella”, que son las auxiliares que pasan a servir la mesa. “No podíamos tener ningún contacto con los numerarios, nunca. Todo era por el telefonillo, pero cuando eras doncella tenías muchas reglas para evitar el contacto. Ellos también: cuando pasábamos no levantaban la vista. El único que nos llegaba a ver era el sacerdote”.
En los más de 25 años en los que estuvo dentro del Opus Dei trabajó sin descanso. Tanto que una vez su familia viajó a verla a la residencia en la que trabajaba,apenas llegaron la directora del lugar los echó: “Se van a tener que ir porque ‘Ofe’ tiene mucho trabajo acá’, les dijo. “Mi familia se fue muy sentida y desde esa vez nunca volvió a visitarme. Mi mamá estaba muy enojada con que yo estuviera ahí”.
Además de limitar las visitas, tampoco la dejaban ir a ver a sus padres: “Hice caso, pero cuando mi madre estaba grave me fui a la fuerza a verla y no sé cómo, pero llegaron hasta ahí a buscarme. Yo no me quise ir, pero otra vez vinieron y al final me llevaron. Te dicen que el Opus Dei es tu familia y que no debes abandonarla por nada”.
Al repasar su vida, Ofelia dice que nunca se sintió realmente contenta dentro de la institución. Sin embargo, no se iba por miedo: “Me decían que traicionaba a Dios y que mi familia se iría al infierno. Además, te dicen que qué vas a hacer afuera, que la vida es difícil para una mujer sola”.
Eso la llevó a quedarse hasta que no pudo más. “Cuando ya llevaba muchos años, me deprimí. Estuve cada vez peor y llegué al extremo de que no quería vivir más. Porque aunque vivía con mucha gente, me sentía muy sola y no me sentía cuidada ni querida por la Obra”. Eso la llevó a tomarse un cóctel de pastillas. “Al día siguiente me desperté con los brazos amarrados. No era exactamente un psiquiátrico. Me dejaron ahí dos meses y las numerarias me iban a ver cada 8 días. Mi familia no sabía nada de lo que me había pasado y nunca lo supo”.
Una vez afuera, empezó una consulta con un psiquiatra y, como no era de la Obra, siempre entraba con ella a la sesión una numeraria que escuchaba. Así fue hasta que un día el médico pidió que lo dejaran a solas con Ofelia y le dijo: “Tú te tienes que ir del Opus Dei, porque si no van a acabar contigo”. Salió de allí decidida a irse pero no fue inmediato. “El día final fue porque una de las numerarias me dio una bofetada y yo dije ya está. Y salí y me fui a vivir con una hermana durante un año, y después con un hermano otro año. Hasta que después pude irme sola”.
A diferencia de Mercedes, que conserva su fe, Ofelia dice que salió muy enojada de la Obra. “Cuando salí ya no creía en Dios, porque me preguntaba cómo podía ser que si Dios existe a nosotras nos hacían eso. Yo salí muy sentida de la Obra, porque lo se vivía ahí adentro era una mentira total”.
En los ocho años que lleva fuera consiguió pagar su casa con su trabajo en servicio doméstico. Ahora es empleada doméstica de lunes a sábados y vuelve a su casa sólo los fines de semana.
La respuesta del Opus Dei: “Siempre (hemos) respetado la normativa jurídica en materia laboral”
La respuesta oficial delOpus Dei a Animal Político señala que “actualmente hay 450 numerarias auxiliares en México, todas ellas mexicanas, y que “en los últimos años, aproximadamente un 4 % de las numerarias auxiliares han preferido seguir otro camino”. Sin embargo, según las denunciantes, serían muchas más las que han salido, en la mayoría de los casos a escondidas o escapando.
Respecto de la tarea de estas mujeres, dice la institución que su trabajo “es remunerado con un sueldo acorde al mercado. Cada numeraria auxiliar recibe un ingreso del que dispone libremente para cubrir sus gastos personales y de manutención”, aunque no aclara cómo fue en el pasado. Agrega que “desde hace varios años se han ido registrando todas al IMSS. Actualmente prácticamente todas están dadas de alta” y que “desde 2014, cuentan con un seguro de gastos médicos mayores con cobertura amplia”. Tampoco describe qué ocurría antes de ese año.
Por último, aclaran que “el Opus Dei siempre ha respetado la normativa jurídica en materia laboral. En más de 40 años no se ha registrado ninguna reclamación judicial de tipo laboral en nuestro país ni tenemos noticia de alguna denuncia ni ante las autoridades civiles ni ante la Prelatura”.
Ilustración: Andrea Paredes @driu.paredes
A punto de cumplir su primer centenario, que celebrarán en 2028, el Opus Dei tiene en México su territorio más vasto fuera de España desde mediados del siglo pasado. Así lo relata en su página web, donde cuenta que “a partir de 1949, el novedoso mensaje del Opus Dei prende en todo tipo de ambientes en México, país que tiene la primogenitura en América” y resalta la figura del arquitecto y sacerdote Pedro Casciaro como el primer enviado a estas tierras de José María Escrivá de Balaguer, el cura español fundador de la “Obra de Dios”.
El 18 de febrero de 1949 abrió el primer “centro” del Opus Dei en la Ciudad de México, en un departamento de la calle Londres y un mes después el arzobispo Luis María Martínez celebró allí la primera misa. “Bajo la protección de la Virgen de Guadalupe (…) pronto la labor apostólica se extiende a Culiacán, Monterrey y Guadalajara”, relata la institución.
El Opus Dei había nacido en 1928, pero el primer aval oficial lo obtuvo en la década del 40 en España y llegó a México y a toda América Latina mucho antes de su constitución jurídica como prelatura personal, que le otorgó Juan Pablo II en 1982. Esta figura, única en la Iglesia Católica, es una estructura jerárquica y piramidal que funciona con autonomía de las diócesis y los obispados, y responde a sus propias autoridades en Roma. Por encima del prelado del Opus Dei sólo está el papa.
Según declara el Opus Dei, su presencia alcanza 68 países, entre los que suma unos 90,000 miembros y casi un 10 % de ellos están en México. Esta cifra se sostiene desde hace dos décadas, aunque hoy se estima que son muchos menos.
Con una estructura jerárquica, el Opus Dei es una pirámide que tiene en la cumbre a religiosos -curas- que apenas representan el 2 % del total de los miembros. El otro 98 % son laicos. Si bien todos son considerados iguales en su santidad y compromiso, hay distintas formas de pertenecer. Luego de los sacerdotes están los numerarios, que son los miembros célibes que viven con compromisos de castidad, pobreza y obediencia en residencias de la Obra. Los numerarios son hombres profesionales o en camino a serlo que trabajan en su profesión -en el ámbito privado o público-, pero entregan sus ingresos a la institución y conviven en casas propia de la Obra. Otra categoría es la de agregados, que también hacen compromisos de castidad, pobreza y obediencia, pero pueden vivir en sus casas. Luego están los supernumerarios, que pueden formar familia y tienen el mandato de que sean numerosas. Representan el 70 % de los miembros y su aporte es con dinero, bienes, trabajo y vínculos.
La misma estructura se replica en la rama femenina, a la que además se agrega la de las numerarias auxiliares, que son las que llevan adelante el servicio doméstico de los centros, las residencias, las casas de retiro y las administraciones. Esa vocación no puede cambiar: no hay posibilidad de que una numeraria auxiliar se convierta en numeraria, por lo que toda su vida se desarrolla en tareas de cocina, limpieza, atención y mantenimiento.
Ilustración: Andrea Paredes @driu.paredes
Un sistema igual al que en Argentina ya se investiga como trata
En septiembre de 2021, 43 mujeres exnumerarias auxiliares denunciaron ante el Tribunal para la Doctrina de la Fe del Vaticano que habían sido víctimas de trata y reducción a la servidumbre en la Argentina. Entre ellas, había también mujeres reclutadas en Paraguay y Bolivia que habían sido llevadas con el mismo fin a Buenos Aires. La representación relató cómo las mujeres habían sido captadas siendo niñas y adolescentes en lugares pobres y rurales, luego alejadas de sus familias y manipuladas espiritualmente para comprometerse a una vida de trabajo y compromiso religioso.
Sin respuesta formal del Vaticano, las denuncias públicas de las mujeres fueron tomadas por la Procuraduría contra la Trata de Personas para Explotación de la Argentina (PROTEX), que en septiembre de 2022 inició una investigación secreta y elevó una denuncia a la justicia federal que culminó en septiembre de 2024 con una acusación contra las máximas autoridades del Opus Dei en la región Río de la Plata y un pedido de indagatoria que debería concretarse en los próximos meses.
“Este proceso judicial es muy importante ya que es la primera vez que se investiga seriamente al Opus Dei y se imputa penalmente a sus máximas autoridades”, dijo a Animal Político el abogado Sebastián Sal, defensor de las 43 mujeres y querellante en la causa.
PROTEX y la Fiscalía describieron la existencia de un sistema de captación engañoso, planificado y deliberado, dirigido a proveer a los miembros varones de un servicio doméstico equiparable al de una servidumbre, ya que no contemplaba ningún pago por la tarea ni derechos laborales básicos. La acusación describe el modus operandi del Opus Dei para someter a las mujeres como un plan de varias etapas: captación de niñas y adolescentes de entre 12 y 16 años mediante una selección engañosa, que “consistía en presentar una propuesta falsa relacionada con la posibilidad de continuar y completar sus estudios primarios y secundarios, así como recibir formación profesional para obtener oportunidades laborales, todo ello en un contexto de enseñanza religiosa”.
Además de la dinámica de ingreso alOpus Dei, la investigación enumera y describe la situación de las víctimas dentro de los “centros” de la organización, las prácticas de manipulación psicológica, el sistema de creencias, el “control disciplinario mediante elementos de castigo” y una serie de “normas de vida” que debían llevar las mujeres y que implicaban un sistema de charlas, confesiones y oraciones, además de la obligación de la castidad, el aislamiento de los vínculos familiares, la restricción de sus comunicaciones y cualquier contacto con el mundo exterior, el control psicológico y condicionamiento conductual, como también el control de la salud física y mental mediante visitas médicas supervisadas y suministro de pastillas psiquiátricas.
Tras la difusión de la acusación formal en Argentina, a través de un comunicado el Opus Dei negó “categóricamente” los hechos investigados y explicó que las mujeres ”libremente eligieron una vocación espiritual dentro de la Iglesia Católica como numerarias auxiliares”, es decir, mujeres del Opus Dei que, “como todos los demás miembros, aspiran a amar a Dios y a los demás y lo demuestran a través de su trabajo y de su vida cotidiana, dedicándose al cuidado de las personas y las casas, dentro de un ambiente familiar que el Opus Dei pretende proporcionar”. Además, aseguraron que recibían un salario, algo que las denunciantes desmienten por completo.
A partir del impacto internacional de esta noticia, que es la primera acusación formal contra una institución de la iglesia católica por trata de mujeres para servidumbre, en al menos 20 de los 68 países en los que funciona el Opus Dei empezaron a aparecer testimonios muy similares a los de Argentina que dan cuenta de que este sistema de captación y explotación de mujeres se replicó en todas las latitudes de manera prácticamente exacta. Estos primeros testimonios en México lo confirman.
A partir de 2019, las pruebas positivas aumentaron en Baja California, lo que demostró que tres cuartas partes de las sustancias vendidas en Tijuana y Mexicali estaban mezcladas con fentanilo, documentó Elementa DDHH.
La llegada del fentanilo a Baja California ha ocasionado cambios significativos en las dinámicas de consumo para la población usuaria de drogas en el espacio público, asegura la organización Elementa DDHH en su estudio “Entre la calle y el uso: situación de los derechos humanos de personas que habitan calle y usan drogas en Tijuana y Mexicali”.
Entre ellos están el aumento de los riesgos a la salud por su potencialidad; un mayor número de lesiones físicas, ya que si bien el fentanilo es más potente, sus efectos psicoactivos tienen menor durabilidad; la presencia de un síndrome de abstinencia más resistente que aumenta la cantidad de sustancias a usar, así como un alarmante aumento en el número de sobredosis fatales y no fatales.
De acuerdo con el documento, entre 2019 y 2021 la cantidad de personas tratadas por sobredosis de fentanilo en México aumentó en un 636 %; la mayoría ocurrió en Sonora y Baja California. Al mismo tiempo, esto ha potenciado las vulneraciones a derechos humanos en Mexicali y Tijuana, así como la obstaculización a servicios de salud en condiciones de dignidad.
Sin embargo, la ausencia de datos sobre el consumo y sus dinámicas por parte del gobierno federal, que suma ocho años sin recabar datos sobre drogas, y el gobierno de Baja California ha generado vacíos que ponen a las personas usuarias en constante riesgo y permiten políticas discriminatorias en contra de la población que usa sustancias y habita la calle.
El documento recuerda que a partir de 2019, las pruebas positivas empezaron a aumentar exponencialmente, lo que demostró que tres cuartas partes de las sustancias que se vendían en las calles de Tijuana y Mexicali estaban mezcladas con fentanilo que se vendía como heroína. Para 2023, un 100 % de las pruebas que realizaron las organizaciones que dan servicios de reducción de daños resultaron positivas a fentanilo, mientras que el 90 % de la población usuaria lo fue mediante un policonsumo entre heroína, fentanilo y metanfetamina.
En este contexto, la mirada hacia las personas usuarias “está fuertemente condicionada y estigmatizada en razón de su condición social; por eso cuando una persona que habita las calles es encontrada con una sustancia psicoactiva, tiene mucho mayor riesgo a ser detenida”, sostiene la organización.
Además, las ideas equivocadas y patologizantes sobre el consumo son la justificación para forzar tratamientos e internamientos que, a su vez, conllevan prácticas violentas. Sumado a ello, el estigma y discriminación de las que son víctimas también impactan en su derecho a la salud.
De manera común, las personas que viven en la calle –de acuerdo a lo documentado en el informe– viven acoso policial que les impide recibir atención primaria en materia de salud, detenciones por posesión de drogas o parafernalia y operativos diseñados para obligar a las personas usuarias a abandonar el espacio público.
Del mismo modo están cada vez más expuestas a traslados a otras entidades federativas para internamiento forzado o involuntario en centros de rehabilitación, trabajo forzado y desaparición, así como extorsiones para no ser presentadas ante el Ministerio Público. Igualmente experimentan robo de dinero y paquetes higiénicos para uso de drogas inyectables y fumables, confiscación o destrucción de parafernalia para uso de drogas, violencia física y psicológica, y violencia sexual en contra de las mujeres usuarias.
“Sobre las violencias que viven las mujeres que usan drogas y habitan la calle, es importante reconocer que el género es una característica que las hace más vulnerables, por lo que las violencias se experimentan de manera diferenciada, focalizada y sistemática”, añade el informe.
Obstáculos y política pública
Pese a la situación que prevalece, las iniciativas de reducción de riesgos y daños en México como Verter o Prevencasa –cuya acción documentó Animal Político– enfrentan obstáculos normativos para poder implementarse en el país, como la eliminación de apoyos gubernamentales tanto económicos como de operación, la criminalización por parte de las autoridades de seguridad y la falta de insumos y recursos limitados para expandir sus servicios.
Aunque la NOM-028 menciona la reducción de daños como una estrategia a implementar –señala el informe– en la práctica sigue siendo una formulación abstracta sin mecanismos vinculantes. Por otro lado, pese a que planes gubernamentales mencionan y reconocen que las personas que habitan la calle pertenecen a un grupo vulnerable, a nivel estatal no existen políticas públicas destinadas a este sector.
En cambio, su abordaje apuesta al fortalecimiento de programas preventivos que se basan en enfoques prohibicionistas y abstencionistas, así como a la regulación de los establecimientos especializados en tratamiento de las adicciones, sin que exista un análisis interseccional en relación con quienes habitan la calle y usan drogas.
“Aunque en el imaginario colectivo se suele asociar la habitabilidad de calle con el consumo de drogas, es importante reconocer que ambas experiencias no forman un binomio inseparable”, aclara Elementa DDHH. Sin embargo, las condiciones de la vida en la calle a menudo son inapropiadas para la satisfacción de las necesidades básicas de vida digna.
En tanto, la intemperie y la itinerancia son características fundamentales para la comprensión de los riesgos que experimentan quienes viven en calle: el clima, las condiciones sanitarias del exterior y la temporalidad de los refugios o viviendas causan afectaciones directas e inmediatas en la calidad de la salud de las personas que permanecen en esta situación.
Aunado a ello, el contexto particular de Baja California, donde la garita de San Ysidro presenta uno de los puntos más estratégicos para el tráfico de sustancias declaradas ilícitas hacia Estados Unidos, hace de Tijuana un espacio territorial fundamental para las estructuras del crimen organizado, y escenario de disputa por su control.
Además, Baja California es el cuarto estado a nivel nacional con más personas privadas de la libertad, pues concentra el 5.8 % (13 mil 130) del total. En cuanto a los delitos relacionados con drogas, ocupa el tercer lugar, detrás del Estado de México y Ciudad de México, con un total de 2 mil 028 personas privadas de la libertad, entre las que mil 176 lo están por narcomenudeo y 852 por narcotráfico.
El Centro de Defensa de los Derechos Humanos José María Morelos y Pavón (Centro Morelos) monitorea a los 290 migrantes en Estados Unidos que ha acompañado en todo su proceso desde salieron desplazados de manera forzada por violencia criminal de sus pueblos de la Sierra de la zona Centro de Guerrero y pidieron en asilo político en el país vecino, por el riesgo de que sean deportados por las órdenes ejecutivas del presidente Donald Trump.
La directora del Centro Morelos, Teodomira Rosales Sierra, ha denunciado que el problema es que todos ellos podrían volver a los mismos escenarios de violencia por la que huyeron, porque las cosas no han cambiado en Guerrero.
En noviembre de 2018, unos 1,800 habitantes de la región abandonaron de manera forzada sus casas por el ingreso de personas armadas que los quisieron obligar a permanecer bajos sus órdenes. Después de su desplazamiento a Chichihualco, cabecera municipal de Leonardo Bravo, varios de ellos decidieron emigran a los Estados Unidos por asilo, una posibilidad que brindó el expresidente Joe Baiden.
Mexicanos repatridos, abril 2020. Fotografía: ICE / Archivo La Verdad Juárez
Aun con su condición de asilo, los migrantes desplazados de sus pueblos por la violencia han permanecido en el país sin fuertes garantías migratorias, lo que les coloca en la misma posición que los migrantes ilegales, en particular ahora ante las acciones endurecidas de Trump contra los migrantes.
Los 290 migrantes están distribuidos en varios lugares de California, Texas, Alabama, Tennessee y otros tantos en Chicago, Illinois, informó la directora del Centro Morelos, quien desde la semana pasada comenzó a hacer contacto con ellos.
Aclaró que hasta el momento no hay deportaciones, pero están vigentes las tres órdenes de deportación que ya recibieron tres integrantes del grupo de desplazados ubicados en Alamaba, como lo informó hace unos días. Comentó que debido a que en muchas zonas de estos lugares ha nevado, por la temporada, las personas evitan salir a la calle y, a su vez, eso impide por ahora sus deportaciones.
Pero de Texas recibió el reporte que hace unos días hubo cacería de migrantes de parte de agentes oficiales, por fortuna, comentó, no les tocó a ninguno de los que salieron desplazados por la violencia de Guerrero o del grupo que acompaña. El asunto, dijo, que el riesgo sigue.
Lo que hace por ahora para ayudar a los desplazados en asilo es vincularse con organizaciones internacionales para crear mecanismos de interlocución ante el gobierno estadounidense.
Adultos mayores que buscan tramitar su credencial del INAPAM hacen fila desde la madrugada, con temperaturas por debajo de los 10 grados y a veces durante más de 9 horas, debido a falta de personal.
A pesar de que la presidenta Claudia Sheinbaum reconoce la aportación de las y los adultos mayores llamándolos “héroes y heroínas de la patria”, en los hechos los adultos mayores no son tratados así, pues quienes buscan tramitar su credencial del INAPAM deben hacer fila desde las 4:30 de la mañana para acceder a una ficha que garantice que serán atendidos.
“Hay mucha gente enferma y todavía tienen que venir a formarse… uno porque aún se puede mover más o menos, ¿pero los más abuelitos?”, reclamó la señora Adela, quien acudió al módulo de atención del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) ubicado en las inmediaciones de la alcaldía Álvaro Obregón.
En un recorrido, Animal Político pudo confirmar que los adultos mayores que buscan tramitar o hacer una reposición de su credencial del INAPAM, con la que pueden acceder a distintos beneficios y descuentos, deben hacer filas en la madrugada y en temperaturas menores a los 10 grados, a pesar, incluso, de que el Instituto y la propia secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel, llaman en sus redes sociales a los adultos mayores a que se cuiden y no se expongan a las bajas temperaturas porque son uno de los grupos más vulnerables de la población.
Antes de que amanezca y de que el transporte público de la zona comience a operar, los adultos mayores están formados en la banqueta de la Calle 10 a fin de obtener una de las 50 fichas que entregan, esto a pesar de que la página oficial del INAPAM informa que la atención es permanente de lunes a sábado en un horario de 10 a 16 horas.
Este medio buscó a la Secretaría del Bienestar para conocer las razones por las deficiencias en la atención y si cuentan con un plan para resolver la situación, sin embargo, hasta la publicación de este texto no hubo respuesta.
“Es la tercera vez que vengo”
La señora Rosario de 64 años llegó al módulo del INAPAM en la alcaldía Álvaro Obregón a las 4:30 am. Ya había ido en dos ocasiones y no había alcanzado una ficha.
“Ayer me quedé a tres lugares de alcanzar (una ficha)”, compartió la adulta mayor que pidió a su yerno que la llevara porque cuando salió de su casa aún no había transporte público dando servicio.
“Ayer me dijo el licenciado que no hay personal, que solo hay dos personas que atienden y que por eso dan las fichas, pero uno qué culpa tiene”, dijo la mujer.
El señor Rafael de 65 años, habitante del pueblo de Santa Rosa Xochiac, también en Álvaro Obregón, incluso tuvo que pedir a un vecino que lo llevara en motocicleta.
“Esta es la tercera vez que vengo porque no he alcanzado ficha (…) y como no hay camión a esa hora le pedí de favor a un vecino me trajera en su moto porque si no otra vez no alcanzaba ficha”, explicó el hombre.
Además, aquellos adultos mayores que ya habían tramitado su credencial y que la perdieron o se las robaron deben hacer el trámite desde cero, por ejemplo, doña Lupita.
“Me robaron mi cartera y se llevaron todos mis papeles, ahora los ando sacando otra vez, pero dice el señor que atiende que para que me repongan mi credencial debo hacer todo de nuevo”, dijo la mujer de 68 años quien poco después de las 8 de la mañana -una vez que repartieron los turnos- decidió retirarse porque no alcanzó ficha.
“Hay abuelitos que no pueden caminar y les vale”, dijo otra mujer que se formó desde las 5:30 horas para alcanzar una ficha para que su mamá pudiera reponer su credencial perdida.
“Es una vergüenza que le hagan esto a los abuelitos. Yo puedo venir a formarme para que mi mamá pueda hacer su trámite, pero ¿los abuelitos que viven solos, que no pueden caminar, que están enfermos?, les vale”, reprochó la vecina de la colonia Santa Lucía.
Esperan hasta nueve horas para tramitar credencial del INAPAM
Llegar a las 5:00 o 6:00 horas para alcanzar una ficha no garantiza una atención pronta, pues la falta de personal deriva en que los adultos mayores tengan que esperar hasta nueve horas para ser atendidos.
Y es que, de acuerdo con lo que dijo uno de los encargados quien tuvo que dar explicaciones a un grupo de hombres y mujeres que le reclamaron la atención, solo hay dos personas atendiendo y en cada trámite se tardan entre 10 y 15 minutos.
“Si mañana o el día que guste quiere venir, tiene que ser antes de la hora que vino hoy porque ya se dio cuenta que hay muchísima gente (…) y créame, la última ficha va a salir a las 3 de la tarde… es estar todo el día aquí”, explicó el hombre.
“La realidad es que todos los módulos están saturados y hay que llegar temprano (…) la última ficha -es real- sale a las 3 o pasaditas de las 3 (de la tarde). Esa ficha va a estar todo el día y no es porque queramos sino porque son entre 10 y 15 minutos (cada trámite): pasamos, escaneamos, hacemos seis dobleces a la tarjeta, se pega la foto y se entrega”, detalló.
Según explicó el trabajador, a diario se le informa a la Secretaría del Bienestar las problemáticas a las que se enfrentan por la falta de personal, y aseguró que es la dependencia quien debe resolverlo porque ellos solo son trabajadores operativos.
“Tenemos que trabajar con lo que hay”, subrayó.
Frente a las quejas de que adultos mayores buscaron tramitar su credencial en meses pasados y que no pudieron hacerlo porque no había papelería, el funcionario aseguró que se debió a que el INAPAM está en proceso de convertirse en una unidad administrativa dentro de la Secretaría del Bienestar y que es esa conversión la que ha derivado en los retrasos de atención.
¿Qué es y para qué sirve la tarjeta del INAPAM?
La tarjeta del INAPAM no sólo funciona como una identificación para los adultos mayores de 60 años, sino que es una herramienta para obtener distintos descuentos.
Con esta tarjeta que no debe actualizarse cada año -salvo que aún tenga la identificación de Sedesol en lugar de Bienestar- se puede acceder a descuentos en el pago de impuestos, tiendas de conveniencia, restaurantes, espacios de educación, recreación y cultura.
También con esta credencial se accede a descuentos en el pago predial y agua, así como en el transporte y en la compra de vestido y calzado.
Incluso, en los últimos años se adicionó un descuento a los adultos mayores que tengan esta credencial para subirse al Tren Maya o viajar por la aerolínea Mexicana de Aviación.
Este texto fue elaborado por Animal Político y es publicado con su autorización.
Autoridades despliegan la estrategia México te abraza en Ciudad Juárez para recibir a mexicanos repatriados por el gobierno de Trump en un centro de atención que instala en El Punto, en tanto que los no mexicanos deportados serán canalizados a albergue Leona VicarioT
Ciudad Juárez–Además de recibir a los migrantes mexicanos repatriados por Estados Unidos, el plan del gobierno de México contempla también recibir temporalmente a los deportados extranjeros por esta zona fronteriza.
Así se dio a conocer tras una reunión de coordinación de las autoridades federales con estatales y locales para la implementación de la estrategia México te abraza, iniciativa que el gobierno de Claudia Sheinbaum activó para recibir a las mexicanas y mexicanos repatriados por el gobierno de Donald Trump.
Los connacionales será recibidos temporalmente en un centro de atención que actualmente se instala con carpas y estructuras metálicas en El Punto, ubicado en la avenida Heroico Colegio Militar, junto al estadio Benito Juárez; en tanto que los que no sean mexicanos serán canalizados al Centro Integrador Leona Vicario, se dio a conocer.
Aspectos de la estructura del centro de atención que las autoridades instalan en El Punto para recibir a mexicanos repatriados por Donald Trump. Fotografías: Blanca Carmona / La Verdad Juárez
Este jueves 23 de enero en su visita a Ciudad Juárez para revisar el avance de la instalación del centro de atención, llamado también campamento, la secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel Reyes, informó que se ha diseñado toda una estrategia para atender a las personas en situación de movilidad de nacionalidad mexicana.
Respecto a los extranjeros Montiel reiteró que México no será un tercer país, pero se dará una atención humanitaria y posteriormente se verán las condiciones de retorno a sus países.
“La presidenta Claudia Sheinbaum ha manifestado que nosotros no seremos un tercer país, pero vamos a dar una ayuda humanitaria nuestro gobierno es humanista”, declaró la secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel Reyes en una conferencia de prensa en la que fue acompañada por la gobernadora de Chihuahua, María Eugenia Campos Galván, y el alcalde de Juárez, Cruz Pérez Cuéllar.
Los albergues para migrantes, que funcionan en diferentes ciudades del país desde hace seis años, hay extranjeros de 12 países, expuso Montiel.
Sheinbaum ha señalado que México puede recibir deportados que no sean mexicanos, para luego devolverlos “voluntariamente” a sus países de origen.
Durante la primera gestión de Trump en la presidencia de Estados Unidos (2017-2021), se trasladaron a más de 70 mil migrantes extranjeros a la frontera norte de México, bajo el Protocolo de Protección a Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés), conocido también como Quédate en México, programa que operó de enero de 2019 a junio del 2021 y que obligó a los solicitantes de asilo a esperar en suelo mexicano mientras sus casos son atendidos en cortes de migración.
La mayoría de esos migrantes permanecieron en albergues manejados por organizaciones civiles y religiosas, que por ahora no son contemplados en el plan del actual gobierno mexicano.
La estrategia México te abraza desplegó en los seis estados fronterizos con Estados Unidos – Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas- donde se instalarán nueve puntos de atención. En el caso de Chihuahua, se estableció solo uno, que operará en El Punto.
El campamento o centro de atención que se instala en El Punto tendrá una capacidad para dos mil 500 personas o hasta el doble en caso de ser necesario, se informó.
Los connacionales repatriados serán recibidos en un puente internacional por personal del Instituto Nacional de Migración (INM) y llevados en autobuses al campamento, en donde se hará un proceso de registro para conocer qué tipo de núcleo familiar es y en función de ello asignarles una habitación.
Conferencia de autoridades de tres niveles de gobierno donde se ofrecen detalles del programa México te abraza, el 23 de enero. Fotografía: Blanca Carmona / La Verdad Juárez
Los pabellones que tendrá el campamento estarán organizados de acuerdo a los diferentes tipos de familias: mujeres solas, mujeres con niños y/o adolescentes, hombres solos, hombres con niños y/o adolescentes; papá, mamá e hijos; y adultos solos.
Los elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) serán los responsables de preparar los alimentos.
Además, en la carpa se les van a ofrecer diversos trámites como la expedición de actas de nacimiento y CURP, y las tarjetas del Bienestar con un monto de dos mil pesos.
En la atención a los connacionales participarán 19 dependencias de los gobiernos federal, estatal y municipal, dijo Montiel, y se conformaron unos cuatro comités de coordinación. Uno de estos es el de recepción de compatriotas, con la participación del INM, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Guardia Nacional, el Consejo Estatal de Población (COESPO) y un representante del Gobierno Municipal.
El otro comité para llevar un control de quiénes harán uso de ese campamento, actividad a cargo de las secretarías del Bienestar y Gobernación; un tercero en materia de salud con personal del IMSS e instituciones estatales, la dependencia federal instalará módulos para afiliar a los migrantes mexicanos; un cuarto es de servicios generales con personal de la Junta Municipal de Agua y Saneamiento ((JMAS), Comisión Federal de Electricidad (CFE), y otras instancias operativas.
El sector empresarial ofreció 30 mil empleos, a nivel nacional, se informó por las autoridades.
A los migrantes mexicanos se les ofrecerá el traslado a las capitales de sus estados de origen, los gobernadores de los estados del centro y del sur están ya listos para recibir y trasladarlos hasta sus comunidades. Aunque los connacionales podrán permanecer en el campamento el tiempo que lo necesiten, el objetivo es que puedan descansar unas horas, tomar alimentos calientes, que se recuperen y sigan su camino hacia sus comunidades, dijo Montiel.
En un comunicado oficial, la Secretaría del Bienestar dio a conocer que a nivel nacional se considera contar con 189 autobuses para trasladar a los connacionales a sus comunidades de origen.
El puesto de mando de esta estrategia, enfocada a recibir a los mexicanos que seas expulsados de Estados Unidos por Donald Trump y bautizada como “México te abraza”, se instalará en el edificio de Protección Civil Municipal que comparte el espacio con la estación central de bomberos y que queda a un lado de “El Punto”.
Las autoridades todavía no han definido que dependencia coordinará toda la atención.
En ese mismo edificio este jueves 23 de enero, Montiel Reyes, la gobernadora y el alcalde sostuvieron una reunión privada y posteriormente se ofreció una rueda de prensa.
La gobernadora aseguró que los titulares de varias dependencias a su cargo estuvieron en la reunión para preparar “la llegada inminente de nuestros hermanos connacionales, hermanos centroamericanos y extra continentales”, dijo que deseaba enviar un mensaje a los juarenses en el sentido de que se estará velando por mantener los programas, proyectos y la seguridad y le pidió a la secretaria federal que ella presentara la estrategia.
Este trabajo fue elaborado por La Verdad Juárez, quien forma parte de la Alianza de Medios de la cual formamos parte, y es republicado con su autorización.
La presidenta señaló al Poder Judicial de querer disminuir las prestaciones de los trabajadores bajo el argumento del recorte presupuestal; pide a ministros ajustar sus percepciones.
Texto: Redacción Animal Político
Foto: Facebook oficial Claudia Sheinbaum
18 de enero de 2025
Chilpancingo
La presidenta Claudia Sheinbaum acusó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y a la ministra presidenta, Norma Piña, de utilizar los espacios que tienen para evitar la elección judicial y encabezar tres acciones en contra de la reforma judicial.
“La Corte está buscando, sigue la presidenta y algunos ministros utilizando los espacios que tienen para evitar que se dé la elección judicial, han hecho tres acciones contra la reforma constitucional”, sostuvo la mandataria.
Uno de ellos, dijo, es que la SCJN ha aceptado amparos que impiden que los recursos de los fideicomisos sean integrados a la Tesorería de la Federación, a pesar de que la Constitución establece que así debe ser. La mandataria ha planteado que el recurso de los fideicomisos se utilice para ampliar el presupuesto del INE destinado a la elección judicial, del próximo 1 de junio.
La segunda acción es que la Corte ha interrumpido las labores de las comisiones de evaluación de aspirantes del Poder Judicial pese a que, aseguró, no hay argumento ni base constitucional para ello.
La presidenta señaló que el Tribunal Electoral ya determinó que estos asuntos corresponden a su jurisdicción, no a la Corte. “La Constitución es clara, el amparo no aplica en reformas constitucionales”.
Asimismo, Sheinbaum acusó al Poder Judicial de querer disminuir las prestaciones de los trabajadores bajo el argumento del recorte presupuestal, cuando la Constitución protege sus derechos.
“La tercera forma es que al disminuir el presupuesto del Poder Judicial quieren disminuir las prestaciones a los trabajadores cuando la Constitución es clara que deben permanecer intactos los derechos de los trabajadores”.
Que ministros ajusten sus presupuesto, dice Sheinbaum
De acuerdo con la mandataria, Norma Piña y otros ministros que solicitaron el encuentro con el gobierno federal solicitaron más recursos para que los empleados del Poder Judicial no sean afectados por el recorte al presupuesto.
Sin embargo, Sheinbaum dijo que debe alcanzar el dinero asignado y que los ministros ajusten sus percepciones.
“Claro que les alcanza, nada más que ellos se bajen sus prestaciones”, afirmó.
“La Corte, una vez más, o la presidenta de la Corte, y algunos unos ministros, pues están actuando en contra de la reforma, que fue decidida por el pueblo de México, aprobada de acuerdo con la Constitución para su modificación, y ahora hay estos tres elementos que son inexplicables”.
“La elección va a ser el 1 de junio, eso que no les quede la menor duda, el 1 de junio se van a elegir jueces, juezas, magistrados, magistradas, ministros y ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, así lo decidió el pueblo, así está establecido en la Constitución de la República”, advirtió.
Trabajadores de juzgados y tribunales analizan paro
Trabajadores de juzgados y tribunales analizan realizar un paro de labores en protesta por recorte de 4.12 % en presupuesto asignado a salarios y prestaciones del Consejo de la Judicatura Federal.
Sembrar la tierra es la primera herencia de sus madres y abuelas que se convirtió en una forma de salvación. La cocina es la segunda. Para ellas, cocinar es un acto revolucionario.
Texto: Marcela Nochebuena
Foto: Nadia Núñez / Lizeth Ovando / Animal Político
Domingo 12 de enero del 2025
Chilpancingo
Para la colectiva “Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia”, la cocina ha sido una forma de alcanzar la autonomía luego de escapar de la violencia en Puebla y agruparse en Milpa Alta. También es una herencia que las ha salvado, un acto revolucionario y de cuidado.
“Que lo que hoy coman, nutra sus cuerpos y sus luchas”, desea Chío mientras ella y sus hermanas, Alma, Lety y Gris, terminan de preparar los alimentos que ellas mismas elaboraron con el maíz, el frijol y las habas que cultivan con sus propias manos.
Son mujeres campesinas indígenas desplazadas de Puebla, que fundaron la organización “Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia” en plena pandemia como un medio para encontrar la autosuficiencia económica tras huir de la violencia. Para ellas la cocina es, primero, un proyecto productivo; después, un acto revolucionario, una forma de resistir.
Lety recuerda bien cómo aprendió a cultivar y cocinar. Desde muy chiquita la enseñó su mamá y papá. “Casi casi nacimos en el surco”, dice. Ella es la mayor de las hermanas y desde que tiene memoria, muy pequeñita andaba sembrando detrás de su mamá. La colectiva a la que pertenece, sostiene, ha aportado saberes, recuerdos de la tierra y de la cocina, así como conciencia entre los más jóvenes.
“Chicos, cuando vayan al supermercado, esa fruta, ese jitomate brilloso que tú ves ahí, no sabes cuánto esfuerzo le cuesta al campesino que ese fruto o esa verdura esté ahí. Creo que eso también lo hemos aportado: conciencia”, describe Lety.
Ella empezó a trabajar la tierra desde los 12 años, cuando terminó la primaria, aunque ahora, desde la colectividad, lo hace a través de otras reflexiones sobre la violencia y el autocuidado.
Tortillas de maíz azul elaboradas a mano, Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia | Foto: Lizeth Ovando
Detrás del fogón y con la masa azul reposando a un lado en el metate, Lety confiesa que lo que más le gusta de cocinar es hacer las tortillas:
“Que me salga una tortilla azul, con buen sabor, pensar que voy a llegar al taller y me voy a comer una rica tortilla, me encanta. Me encanta cocinar; mi mamá, mi abuela, siempre nos dijo: ‘haz tu comida como si fuera para ti; aunque sea para otros, siempre piensa que es para ti, porque solamente así la vas a hacer con mucho amor y mucha dedicación”.
Mucha felicidad y alegría llama Lety a lo que siente cada vez que cocina.
El cultivo y el fogón, símbolos de lucha y resistencia
Elaborar sus propios productos con el maíz que ellas mismas cultivan es uno de los proyectos productivos que las cuatro hermanas se plantearon cuando nació “Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia” en plena pandemia, para escapar de sus contextos de violencia y alcanzar la autonomía económica.
Sembrar la tierra es la primera herencia de sus madres y abuelas que se convirtió en una forma de salvación. La cocina es la segunda. Para ellas cocinar, remarca Chío, es un acto revolucionario, un acto de autocuidado y de amor propio, pero también de amor colectivo.
Mujeres de la tierra cultiva su propio maíz y elabora productos como sustento. | Foto: Lizeth Ovando
“Cuando tú te cocinas, no solamente está una persona ahí cocinando un huevo o una sopa, también está en su mente recordando: ‘¿qué me dijo mi mamá que llevaba? ¿cuántos ajos, cuánta cebolla, cuánta sal?’. Ahí están procesos colectivos de memoria que están bien presentes, y el hecho también de detenernos a comer con calma, oler, saborear, eso es algo súper fundamental”, sostiene.
Mucha gente, cuenta, criticó a la colectiva porque aseguraban que estaban reforzando un rol de género en las mujeres, invitándolas a regresar a la cocina cuando ya estaban de salida. Pero la respuesta de “Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia” ha sido clara: la cocina es también un espacio de encuentro, de escucha y de acompañamiento en momentos de crisis, y al mismo tiempo, de sanación.
“No saben en el taller cuántas historias se han contado, cuánto llanto, cuánta rabia, cuántas sonrisas, cuánta esperanza, porque nosotras también nos empezamos a apropiar de la cocina. Hay una apropiación desde la mirada de las mujeres en el tema de la cocina, entonces desde ahí dijimos: ‘vamos a tomar como símbolos de nuestra lucha y resistencia el cultivo y el fogón”, relata Chío.
Esos saberes heredados pronto hallarán un lugar para llegar a más mujeres, niñeces y adolescencias, en la “Escuelita de la tierra” que la organización inauguró este 7 de diciembre de manera itinerante, pero tendrá un espacio físico una vez que termine su construcción gracias a la aportación del proyecto FON (Feminist Opportunities Now) a través de la Agencia Francesa de Desarrollo.
“El estar acompañadas nos hace sentir abrazadas”
Saberes compartidos y conocimientos heredados en la cocina y el fogón. | Foto: Lizeth Ovando
Gris lo afirma igualmente sin dudar: “me gusta mucho cocinar”. La tortilla, el tlacoyo, la gordita, los tamales y las quesadillas son ahora un medio de subsistencia, pero ella se siente muy orgullosa de que sea gracias a esos saberes que sus hermanas y ella han construido colectividad y autonomía.
Lo más bonito de cocinar, dice, es estar con las compañeras. “A veces llego super pensativa, preocupada, estresada, triste, y a veces llegamos, empezamos a platicar, y ya salieron las risas, a veces sale el llanto. Dirían por ahí: creo que el estar acompañadas nos hace sentirnos abrazadas, escuchadas, consoladas, y creo que es lo que más me gusta, porque somos mujeres y siento que nos abrimos más”, describe.
A Alma también le gusta la cocina porque desde pequeñas así les enseñó su mamá. Incluso recuerda que las sentaba alrededor del fogón mientras ella cocinaba y las consentía. Desde entonces les transmitió las prácticas que ahora honran: cocinar para ellas, para su familia y para las personas que quieren; en su caso, sus hijos, sus compañeras y las personas que compran sus productos, sobre todo cuando les nace un “ay, qué rico cocinan”.
“Esto nos hace seguir cocinando. Me encanta cocinar, estar en la cocina, porque es una parte muy importante que hay en un hogar. La cocina nos invoca a estar ahí, platicar y estar juntas”, agrega Alma, al tiempo que admite que el sentimiento que le produce el fogón es estar muy contenta, sobre todo cuando puede compartirlo con las personas que quiere. Ahora replica con sus hijos lo mismo que aprendió de su mamá: platicarles mientras prepara los alimentos.
El maíz de las mujeres de la tierra
Tlacoyos de maíz azul elaborados por el colectivo Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia. | Foto: Lizeth Ovando
Un jueves durante el desayuno, las hermanas recalcan que ellas mismas son responsables del 90% de lo que está servido a la mesa. Sus manos sembraron y cosecharon el maíz con el que elaboran las tortillas azules, los tlacoyos y las gorditas que venden como colectiva desde que escaparon de la violencia en la mixteca poblana para emprender en Milpa Alta.
Las “Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia” detallan los tipos de maíz que cultivan y que están detrás de sus productos: el colorado y el azul. Con el primero se hace pinole y tortillas, que salen “rositas”, a diferencia de las azules y las amarillas. Además, el azul es “más dulcecito que los otros dos, tiene otro sabor”, explica Lety desde la cocina.
Ya en la milpa, Chío detalla que hay un trabajo de por lo menos 10 meses detrás del maíz con el que se elaboraron los tlacoyos y las tortillas, aunque la crisis climática, tanto el frío como el calor extremo, ha afectado las cosechas, alerta. Desde que la enseñaron a cultivar, sus abuelas y su mamá le decían que tenía que sembrar tres semillas de maíz: una para el pájaro, otra para la tusa y otra para ella.
“Así estábamos pensando en la colectividad, en aquellos seres vivos que también habitan este espacio y que también tienen derecho a comer al igual que nosotros. Por eso el acto de la agricultura campesina está todo el tiempo acompañado desde una mirada colectiva, y cuando digo colectiva no nada más me refiero a la colectiva humana, sino a todos estos seres vivos que están en la tierra”, señala.
La milpa, el policultivo que se está viendo afectado por factores climáticos y socioculturales. | Foto: Lizeth Ovando
La milpa es un policultivo, añade, es decir, un terreno en el que se pueden sembrar varias semillas, más otras plantas que nacen de manera endémica y también son alimento. En Milpa Alta, advierte, se está dando una producción de nopal a gran escala, lo que preocupa porque se trata de un monocultivo que deteriora el uso de suelo. Ellas le apuestan a recuperar la agricultura de la milpa, que da nombre a la alcaldía.
Así, solo de la colectividad nacen las mazorcas que las manos de las mujeres de la tierra transforman en el metate y el comal. Tener su propio sustento económico, cultivar y elaborar su comida, para Chío se resume en una palabra: dignidad. En un sistema capitalista, muchas cosas pueden obtenerse fácilmente, explica, pero cuando una le apuesta a la dignidad, termina entendiendo que todo lleva su tiempo.
“El tema de la autonomía, de la autogestión, también me evoca mucho la palabra fortaleza, no solo mía, sino la ancestral, y también el compromiso de poder seguir compartiendo eso, porque yo ahora hablo de mis abuelas, mis ancestras, pero yo espero con el corazón entero que dentro de 10 años, en mis nietas, o incluso en aquellas niñas que no sean mis nietas pero también se refieran a nosotras como las abuelas, las ancestras, se haya sembrado esa semillita”, dice Chío.
Como el maíz azul, la autonomía –recalca– también sabe dulce y si se come despacio, lleva a tener alimento no solo para el cuerpo, sino para las luchas, como lo dijo al servir el desayuno. Entre sus recuerdos, evoca cómo su mamá les enseñó a echar las tortillas desde muy niñas, y cómo aprendió viéndola. A Chío igualmente le encanta cocinar, aunque a veces le han dicho que la comida no le sale tan buena, confiesa entre risas.
Cocinar para ella es como una ofrenda para sí misma, y cuando lo hace para otros, como su compañera, es una ofrenda de amor: “No hay nada más bonito que regalarle aquello que nunca vas a recuperar a alguien, y eso que nunca vas a recuperar es tu tiempo; entonces que lo inviertas cocinando y comiendo con esa persona o contigo misma es un regalo poderoso”.
La cocina, a diferencia de a sus hermanas, le genera un sentimiento de nostalgia porque siempre se acuerda de lo que le decía su mamá: tener cuidado de no quemar el aceite, y pensar en las implicaciones de tener acceso a ciertos ingredientes y recetas que se han preservado a través del tiempo aunque podrían haber desaparecido. Amor, recuerdos y nostalgia rodean su fogón.
Las mujeres somos muy mágicas, piensa Lety, sabemos hacer muchas cosas: postres, tejido, bordado, telar, tortillas y maíz. Nuestras madres y nuestros abuelos nos heredaron cosas que no son materiales, sino conocimientos. Todo ello puede explotarse en colectividad: “que nos juntemos las mujeres y hagamos cosas mágicas para poder salir de esa violencia”.
Para Alma, se puede tener estudios y otras cosas materiales, pero la tierra es el cambio. “Que vengamos muchas y nos convoquemos, porque sí hay cambios, sí se puede hacer el cambio, y aquí hay mucha tierra esperándolas; cuando gusten venir a sentirla, aquí estamos nosotras, sus hermanas, para enseñarles a preparar, a sembrar incluso en su propio espacio, una milpita, para que puedan comerse algo muy sano que lleven y que nutra sus cuerpos”, invita.
“Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia” se ha adaptado a todas las formas que contribuyen a su autonomía: venden en el metro más cercano, mediante entrega a domicilio o asisten a eventos. Cualquiera puede gestionarse mediante la cuenta de Instagram @mujer_esdelatierra.
Alejandro Arcos, abanderado por tres fuerzas disminuidas, ganó la alcaldía más importante de la entidad; la FGE planteó como móvil la negativa del alcalde a nombrar en su gabinete a gente impuesta por Los Ardillos, pero colaboradores cercanos aseguran que nombró a todos los que el grupo criminal le impuso, por lo que descartan esa motivación
Texto: Marlén Castro y Margena de la O
Foto: Antonio Castañón
Martes 10 de diciembre del 2024
Chilpancingo
Primera Parte
El día que lo asesinaron, el alcalde de Chilpancingo Alejandro Arcos Catalán (43 años) confió a las 11 personas que iban con él que “tenía que ir a atender un tema, solo”. Eso ocurrió en el entronque de Tepechicotlán, a las doce del día, el 6 de octubre del 2024, apenas seis días después de rendir protesta como primera autoridad municipal.
Cuatro horas y media después, su cabeza decapitada apareció en el toldo de la camioneta Robust, Volkswagen en la que se fue rumbo a Mochitlán, un municipio en el que la gente sabe y lo dice de forma coloquial que se está en terreno ardillo, es decir, en una porción de territorio guerrerense controlado de forma férrea por el crimen organizado conocido como Los Ardillos, compuesto por grupos políticos, económicos, agentes estatales y criminales.
Desde su llegada a la alcaldía pesaba sobre el alcalde una advertencia por el asesinato de quien sería su secretario de Seguridad Pública, Ulises Hernández Martínez, la cual se convierte en una sentencia porque a los tres días de estar en funciones matan a quien nombra como el secretario general del Ayuntamiento, Francisco Gonzalo Tapia Gutiérrez, caso que le obliga a pedir ayuda al gobierno del estado para su seguridad, pero la gobernadora Evelyn Salgado Pineda nunca le toma la llamada.
Entonces, creó su propio equipo de seguridad, porque tampoco confiaba en los policías municipales a cargo de Germán Reyes Reyes, a quien nombró encargado de despacho de la Secretaría de Seguridad Pública, y a quien detuvieron el 12 de noviembre, acusado como autor intelectual de su crimen. El primer día de estar en funciones, sus escoltas lo dejan andar solo en territorio ardillo, donde ocurre su muerte.
Para líderes del PRD, el asesinato de Alejandro Arcos acabó totalmente con ese partido.
“Siendo él el alcalde de la capital era el dirigente más visible del partido para los próximos años”, compartió el líder de su corriente en el PRD, Celestino Cesáreo Guzmán.
Para el sacerdote Filiberto Velázquez Florencio, quien junto a otros obispos de Guerrero han mediado con grupos criminales durante crisis violentas en Chilpancingo, las motivaciones del crimen de Alejandro Arcos “son más amplias que un simple ajuste de cuentas”.
El sacerdote sostiene que el asesinato del alcalde por parte de Los Ardillos, como estableció la Fiscalía General del Estado (FGE), es una forma de calentar el terreno de manera innecesaria. Recuerda, entonces, que el Estado suele utilizar a “la delincuencia organizada o a ciertos grupos” para generar este tipo de escenarios.
El móvil que sostiene la FGE es por la negativa de Alejandro Arcos en nombrar incondicionales de Los Ardillos en su gabinete, pero hay quienes sostienen, también dentro de lo que fue su equipo, que espacios de la administración debieron otorgarse solo con la anuencia del grupo del crimen organizado, lo que expone dos posibles escenarios: acuerdos o imposiciones.
Una fuente del equipo cercano de Alejandro Arcos expuso que el tema de los cargos en el gabinete no pudo ser la razón del asesinato, porque el alcalde nombró a todos los que le impusieron y debió hacer a un lado a sus colaboradores cercanos.
Alejandro Arcos, un político que desde la infancia trazó destino
Era un día de campaña del proceso electoral local del 2012, en un recorrido por la colonia CNOP, al oriente de la ciudad de Chilpancingo. El resto del equipo avanzó y él, un tanto a propósito, se rezagó. Entró a una pequeña casa que le quedó al paso y fue directo al fogón de la cocina, donde hervía un caldo; tomó un plato y se sirvió, como si estuviera en su casa.
La dueña de aquella casa modesta vio aquel acto con tanto beneplácito que desde entonces fue su seguidora y simpatizante en cada uno de sus proyectos políticos. También enfrentó su asesinato como una doliente directa.
Alejandro Arcos solía hacer este tipo de cosas. En una plática informal, uno de sus colaboradores cuenta que era común que bajara de su carro, saludara y abrazara a las personas, las conociera o no. Por esa razón no le pareció extraño que el día que lo mataron decidiera ir solo a Tepechicotlán para repartir por su cuenta las despensas a los afectados por las lluvias de John.
Alejandro solía tocar a las personas, aun cuando llegara a interpretarse como un acto de exceso de confianza, porque con eso rompía cualquier tensión en el trato, además, siempre utilizaba la palabra “hermano” para referirse a propios y extraños, cuenta el abogado Valentín Sandoval Montiel, uno de sus amigos cercanos.
Tiene un recuerdo entre ambos que cree lo definen. En una ocasión fueron al campo, a un sembradío de elotes, los que más tarde comerían pero, primero, decidieron hervir frijoles en una olla de barro que dejaron abandonada en un anafre. Cuando volvieron, la olla había tronado porque se sobrecalentó. Alejandro se sirvió los frijoles que quedaron a salvo en la cuenca de lo que fue la olla.
En realidad, estas formas en los políticos locales son comunes –como si fueran herencia de una vieja guardia priísta que ocupó la mayoría de los espacios públicos–, que parece se graduaron en la misma escuela.
Arcos Catalán logró la alcaldía como un escalón para conseguir su objetivo de vida: ser gobernador de Guerrero. Trabajó, en cargos públicos y fuera de ellos para tratar de conseguirlo; se graduó como licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública, en la Universidad Sentimientos de la Nación (USN).
En el argot de la clase política se sabe que su gurú era el exgobernador Ángel Aguirre Rivero, quien formó parte de la vieja camada del PRI. Durante los primeros meses de su administración como gobernador por segunda vez (ya como parte del PRD, 2011-2014, no hizo su mandato completo hasta 2015, por el caso Ayotzinapa), lo nombró titular del Instituto Guerrerense para la Atención Integral de las Personas Adultas Mayores (Igatipam) y lo arropó para ser diputado local en el periodo 2012-2015. En ese recorrido proselitista por la CNOP, Alejandro, como candidato del PRD, buscaba las simpatías para ser diputado local.
Arcos y Aguirre se conocieron cuando el primero era adolescente y el segundo, gobernador interino (1996-1999), al suplir a Rubén Figueroa Alcocer, revocado por la matanza de Aguas Blancas.
Existen dos versiones de cómo ocurrió ese encuentro entre ambos en 1996. Queda claro que Alejandro tenía el deseo de convertirse en gobernador del estado desde adolescente.
José Villanueva Manzanares, quien fue el secretario particular de Aguirre durante su interinato, narra una de ellas. Era la inauguración de la primera tienda de autoservicios en la ciudad, ubicada a la altura del paseo Alejandro Cervantes Delgado, y el gobernador y su comitiva estaban en lo que, entonces, era un acto de mucha relevancia. Un jovencito de evidente carisma –tendría entre 15 y 16 años; nació el 12 de febrero de 1981– llegó hasta el mandatario y tendiéndole la mano le dijo: ‘Yo algún día quisiera ser gobernador como usted, ojalá me conceda una audiencia para platicar’.
La otra versión la ofreció el mismo Aguirre. En su anécdota, el encuentro ocurrió en Casa Guerrero, entonces la residencia oficial, durante un acto público. Al término llamó al joven que se hizo notar para preguntarle su nombre y qué quería ser de grande, quien le contestó ‘gobernador, como usted’. Desde entonces, expone, asumió el papel de su “tutor” político.
Las dos narraciones de lo que se supone es un mismo momento fueron publicadas a manera de artículos de opinión por esos personajes políticos en el periódico El Sur, en ediciones distintas después del asesinato de ese joven que, con 43 años, logró convertirse en el alcalde de la capital de Guerrero.
Hay quienes veían en él toda la influencia de Aguirre en su manera de hacer política.
–¿Cómo es Aguirre?,–increpa el empresario local Pioquinto Damián Huato en una entrevista sobre su opinión de lo que ocurre en Chilpancingo, después del asesinato de Arcos Catalán. Pero no consigue respuesta y se responde solo. –Le encanta prometer. Así era Alejandro.
Otras personas que lo conocieron le dan sólo a él, el crédito de sus logros políticos, porque siendo casi un niño trazó su objetivo. “Yo no sé cómo sea la gente en particular, lo que sí sé es que hay gente que tiene claras sus metas. Él (Alejandro) nunca se preguntó si iba a poder ser gobernador, él sabía que iba a ser gobernador”, agrega el abogado Sandoval.
Para ese propósito, comparten otros que también lo conocieron muy de cerca, sabía que necesitaba dos cosas: dinero y que más personas lo conocieran.
Su ocupación personal, un hombre joven casado con Sandra Elena Solís Peralta, padre de un hijo menor de 10 años, era la de comercializador o proveedor de productos en diferentes ramos, hasta en el de medicamentos, a la iniciativa pública y privada. Era miembro de una familia tradicional de una evidente medianía económica. Sus padres, Leonel Arcos Luna y María del Socorro Catalán Chávez, son personas muy conocidas en la ciudad, al igual que sus otros dos hijos, hermanos de Alejandro.
A partir de sus ingresos y gestiones realizaba acciones –aun sin cargos públicos– que en la política gustan nombrar como sociales, cuenta una persona cercana de quien se guarda su identidad.
Buscaba, además, tener círculos de convivencia variados, hasta la de corredor de maratones, para eso su carisma y don de socializar le ayudaron, pero su objetivo era el político. Desde 2005, cuando tenía apenas unos 24 años, fundó la asociación civil Muévete por Guerrero, en la que amparó sus acciones con ese propósito.
“Entendía que esto (las aspiraciones políticas) se movían con dinero y para acceder al cargo tenía que tener dinero, para cuando no había campañas, hacer obras. Entendía mucho el esquema de cómo hacer política”, cuenta alguien más.
Pero el rasgo común que le veían varios es que, al final, jugaba solo. Tuvo la simpatía de Aguirre, pero no era su incondicional, lo consideraba aliado, pero lo mismo trataba con él, como con otros. El exgobernador Héctor Astudillo Flores lo mantuvo como director de Catastro en su administración como alcalde de Chilpancingo (2009-2012).
En 2012, Alejandro tuvo una fricción con Aguirre, comparte uno de sus allegados, porque como diputado local buscó ser el coordinador de la bancada del PRD, en ese entonces con la mayor fuerza a nivel estatal, para convertirse en la máxima figura en el Congreso local, pero no tuvo su apoyo.
En ese trienio legislativo (2012-2015), el coordinador del Congreso local fue Bernardo Ortega Jiménez, el político perredista que es hermano de los líderes del grupo criminal de Los Ardillos, Celso y Jorge Iván Ortega Jiménez, quienes tienen su feudo en la zona donde asesinaron a Arcos Catalán.
Alejandro siguió en su objetivo de ganar simpatías, porque era “perspicaz», “inteligente”, pero, sobre todo, “amigable”. “Así como él era, imposible que no los tuviera”, dice alguien del PRD cuando se le pregunta si tenía amigos adentro del partido. Esto no significa que necesariamente fuera solidario, aclara alguien más cuando lo describe, porque “su ambición era personal”.
Cierta o no esta última interpretación sobre él, muchos en Chilpancingo no se resistieron a su trato, porque en la votación del 2 de junio del 2024, aun con una diferencia pequeña, logró lo que parecía casi imposible: venció a Morena, el partido que tiene todas las mayorías en Guerrero y se quedó con la alcaldía de la capital del estado, la más importante.
Los rasgos políticos que brotan en el crimen de Alejandro Arcos
En la elección local del 2024 nadie quería al PRD, un partido que perdió toda su razón de origen y, como consecuencia, en esta elección su permanencia a nivel nacional, expone una de las personas más cercanas Alejandro Arcos Catalán para tratar de dimensionar lo que este político logró al convertirse en alcalde de Chilpancingo desde esa militancia.
Cree que debió tener simpatías genuinas para conseguirlo, porque tampoco es que el PRI o el PAN, sus aliados, sumaran demasiado, si Guerrero es una referencia nacional sobre la mayoría de Morena. Después del proceso del 2024, el partido guinda se quedó sin Chilpancingo, la alcaldía más importante de entre los cuatro municipios más relevantes del estado, porque tiene en sus manos el Ejecutivo y el Legislativo local.
Desde el lado político, el exsenador Celestino Cesáreo Guzmán, líder de la corriente interna del PRD estatal, Alternativa Democrática Guerrerense (ADG), donde militaba Arcos Catalán, evalúa el asesinato, porque nunca habían asesinado a un alcalde de estas dimensiones, en cuanto a la importancia del municipio.
“Su repentina muerte y la forma en cómo se llevó a cabo nos lastimó profundamente, y también puedo decirte que descabezó al PRD en general, el PRD estatal, porque siendo él el alcalde de la capital, era el dirigente más visible del partido para los próximos años”, menciona. Con esto, expone que los perredistas locales pusieron sobre los hombros de Arcos Catalán un peso mayor a la de ganar una elección, la esperanza de sostener el futuro del partido que con dificultades conserva su registro local.
Arcos Catalán le ganó a Jorge Salgado Parra, el candidato de Morena por poco más de 1,700 votos, en realidad una ventaja mínima, porque los votos nulos fueron casi 4,000, de acuerdo con los resultados disponibles en el portal del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado (IEPC) de Guerrero.
El sacerdote Filiberto Velázquez Florencio, quien junto a obispos guerrerenses medio con líderes de grupos criminales en varios momentos de crisis por la violencia en Chilpancingo, también puso los ojos en los aspectos de corte político, como posibles causas del asesinato.
Por todo el contexto que conoce, a Velázquez Florencio le parece inviable, si la responsabilidad material del caso está orientada hacia uno de los grupos criminales asentados en Chilpancingo –extendidos hasta la zona Centro y Montaña de Guerrero, de acuerdo con la información oficial de la criminalidad–, que fuera un asunto por cuenta propia.
“Sería una tontería generar o calentar el propio territorio donde ellos operan con algo así, o sea, si no hubo de por medio algún acuerdo que beneficiara con el riesgo de que se calentara su propio territorio, o que generara una reacción de desbandada en contra de algún grupo, se me haría tontería haberlo hecho así”.
El cura expuso con contundencia que en Guerrero y el país se vive en una democracia de apariencia donde simplemente no se respetan las libertades, porque existe un Estado que usa grupos de presión para disuadir contrincantes.
Con este comentario como antecedente plantea una hipótesis del caso “más amplia que simplemente un ajuste de cuentas”, porque conoce cómo operan los dos grupos, sus intereses y códigos.
Velázquez Florencio medió en febrero pasado entre Los Ardillos y Los Tlacos para que dejaran de atacarse, donde la ciudad de Chilpancingo fungió como escenario y los transportistas, otra vez, como el blanco, lo que pegaba de manera directa en el grueso de la población que depende del transporte público y que, al igual que los propios transportistas, salen diario a trabajar. En los días previos a la tregua asesinaron a siete conductores del transporte público en la ciudad.
En el caso particular del asesinato del alcalde expone que pudieron involucrase diferentes actores con un fin político: “No puede operar en impunidad un grupo del crimen organizado si no existe, de una manera, en este caso, una estrategia de no confrontación. (…) Uno de los mensajes es medir la fuerza del Estado, tanto federal como estatal, y ya lo estamos viendo, pareciera que no hay una persecución frontal si los perpetradores son los que el mismo Estado está señalando, de ahí vienen otras hipótesis: el propio Estado puede utilizar a la delincuencia organizada o a ciertos grupos para generar este tipo de escenarios que, al final, lo que tiene es un beneficio político, y de alguna manera el Estado se lava las manos al decir que es algo del crimen organizado”.
Una persona que fue muy cercana a Arcos Catalán, de quien su guarda la identidad, dice –en lo que no parece un intento de glorificar su imagen, porque lo reconoce como una persona excesivamente amigable, más no solidaria en el aspecto político– que le cuesta creer que lo que pasó tenga que ver con malos acuerdos entre Arcos Catalán (y su figura como alcalde) y líderes criminales, porque hay más implicaciones políticas de por medio.
Hay quienes sostienen, también dentro de lo que fue el equipo del alcalde asesinado, que espacios de la administración debieron otorgarse solo con la anuencia de Los Ardillos, lo que expone dos posibles escenarios: acuerdos o imposiciones.
Una fuente del equipo cercano de Alejandro Arcos expuso que el tema de los cargos impuestos en el gabinete no pudo ser la razón del asesinato, porque el alcalde nombró a todos los que le impusieron.
En los casos donde Alejandro no podía tomar una decisión, porque implicaba hacer a un lado a gente que lo acompañó y con quienes personalmente se comprometió, esas personas recibieron llamadas amenazantes para que se hicieran a un lado.
“Nos hicimos a un lado, entendimos que esos compromisos eran de otra índole”, aseguró.
Una fuente que conoce la actuación de los grupos criminales comparte con contundencia que Los Tlacos se deslindaron del asesinato del alcalde y del secretario general del Ayuntamiento de Chilpancingo, Francisco Gonzalo Tapia Gutiérrez, asesinado tres días antes que Arcos Catalán.
No ocurre lo mismo con quien estaba previsto sería el secretario de Seguridad Pública, Ulises Hernández Martínez, un capitán retirado del Ejército y quien ocupó el cargo de coordinador de la Unidad de Fuerzas Especiales en Guerrero, asesinado el 28 de septiembre pasado, antes de arrancar la actual administración municipal. La fuente explica que el posible servidor público vivía fuera de Guerrero y volvió por el cargo, pero olvidó que tenía cosas pendientes con Los Tlacos por sus pasadas acciones policiales.
La investigación oficial expone un único autor intelectual relacionado con Los Ardillos, aun cuando la jueza del caso refutó que la FGE no presentó elementos contundentes para comprobar esa relación.
El empresario local Pioquinto Damián, quien conoce el municipio en su dimensión social y política, no tiene elementos para decir que el trasfondo en el caso del alcalde sea concretamente político, “pero lo cierto es que pasó algo, que ofendió a alguien, le falló a alguien, eso es incuestionable”.
Este 2 de diciembre del 2024 se cumplen 50 años de la muerte en combate de Lucio Cabañas Barrientos, en la cañada del Otatal, en donde vivían Los Ramos, a quienes el guerrillero pidió apoyo para romper el cerco del Ejército.
Texto y Foto: Marlén Castro
Cañada del Otatal / Tecpan de Galeana
Lunes 2 de diciembre del 2024
Aquí cayó.
Hace 50 años, Lucio Cabañas Barrientos exhaló sobre esta piedra su último suspiro, el 2 de diciembre de 1974, alrededor de las ocho de la mañana.
La piedra que acogió a Lucio moribundo no tiene una forma definida. Es una figura caprichosa que moldeó el agua del arroyo. Las piedras de la peña de la cañada del Otatal, donde Lucio y sus combatientes pasaron los dos últimos días de su vida, ahora están secas. No las baña ninguna corriente. El arroyo se secó. Todo lo demás continúa igual. Los árboles se elevan al cielo por donde los rayos del sol se cuelan como ojos enormes, brillantes, entre sus ramas. También continúan igual los motivos por los que en mayo de 1967, el profesor egresado de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, se remontó en la sierra de Atoyac a pelear por mejores condiciones de vida para los campesinos.
“Lucio comenzó a pelearse contra los talamontes en 1967 y las cosas siguen aquí igual: seguimos peleando contra los talamontes”, denunció Víctor Cardona Galindo, cronista de Atoyac y uno de los organizadores de las actividades de los 50 años del asesinado de Lucio.
“Sentí una fuerza que se me metió por las plantas de los pies y me llegó a la punta de la cabeza”, compartió una activista de la Ciudad de México que formó parte del contingente para rememorar, hasta acá arriba en El Otatal, la lucha del líder del Partido de los Pobres (PDLP).
Esta activista, durante el acto por los 50 años, estuvo sentada en la misma piedra donde Lucio se recostó, con varias ráfagas en el cuerpo, que le dispararon desde helicópteros y por tierra. No sabía que ahí había expirado Lucio. Se sentó ahí porque era una piedra cómoda, un buen lugar para observar el acto político, que se hace desde la piedra más grande de la peña, en donde los familiares y seguidores colocaron hace seis años, la primera vez que se subió hasta acá, una cruz y una inscripción en memoria del luchador.
El contingente de este 1 de diciembre del 2024 que subió a la cañada del Otatal, a recordar a Lucio, llegó hasta arriba alrededor de las diez y media de la mañana. El grupo estuvo formado por exintegrantes de varias organizaciones guerrilleros del país, en algunos casos, los hijos e hijas de los excombatientes, sobrevivientes de la persecución del Estado mexicano, entre ellos la hija de Lucio, Micaela Cabañas Ayala, además de periodistas, escritores y académicos.
Los Ramos y Lucio en El Otatal
No se sabe mucho de la forma cómo murió Lucio ese 2 de diciembre de 1974 en la cañada del Otatal, municipio de Tecpan de Galeana. El periodista y escritor Carlos Montemayor en su novela Guerra en el Paraíso, basada en una investigación en la que entrevistó a decenas de sobrevivientes y también a elementos del Ejército, narró en el último capítulo de este libro, que esa mañana, junto con Lucio fueron asesinados 11 integrantes del PDLP, después de salir de otra emboscada en Los Corales, ocurrida el 30 de noviembre, en donde fallecieron otros 17 integrantes de la brigada.
Montemayor desliza que el cerco en la cañada a Lucio por parte del Ejército ocurre por la traición de los hermanos José Isabel y Anacleto Ramos, del Otatal.
—Está confirmado, Lucio —dijo René, agitado—. Los campesinos que contactó Fidencio aseguran que los Ramos tratan de traicionarnos desde hace mucho tiempo. Que ellos mataron a Óscar.
—Dónde están? —preguntó Lucio.
—Con Pablo y Roberto.
—Que vengan —ordenó—. Todos. Que vengan todos.
—Traigan los bules para agua —ordenó cuando pasaban cerca de la cabaña.
Pablo se detuvo y avanzó hacia los árboles donde colgaban los guajes; los tomó y siguió después tras el grupo.
—Nosotros éramos de la gente de Anacleto Ramos, insistió el campesino más viejo—. Nos tocó recibir al compañero Óscar, primero. Y luego ya estuvimos con Chelo y Franti, en la sierra de San Luis.
René se acercó a Lucio.
—Ellos mataron a Óscar —repitió el más viejo.
René tomó los guajes vacíos que Lucio le extendía.
—Óscar supo de los planes de los Ramos con el ejército. Cuando Óscar trató de regresar a Atoyac, ellos lo entregaron. Lo cazaron, pues, antes de Los Corales.
—-¿Cuánta gente tienen aquí? —apremió Lucio.
—Toda esta región está ocupada por gente de ellos —dijo el otro campesino—. Los dueños de aquí mismo, de esa cabaña —dijo señalando la cabaña donde había estado Lucio hacía unos momentos—, también son gente de Cleto y de Chabelo. Nadie que se acerque por estos lugares puede esconderse de ellos. Estamos seguros de que a ustedes los tienen vigilados. Controlados, pues. Por eso venimos, para ayudarlos a salir de aquí.
En el Otatal, a dos horas y media de Las Mesas, a pie; en carro, a 40 minutos, la población más grande de la zona en la que se movió Lucio y su brigada, luego del cerco del Ejército en Atoyac, el lugar era habitado por las familias Ramos Tapia y Ramos Maldonado. En Las Mesas, la mayoría de los habitantes también son Ramos.
En El Otatal, entre la maleza, aún existen parte de las bases de las paredes de la cabaña en la que Lucio pasó las últimas noches de su vida. Era casa de una de las familias Ramos. Hay varios integrantes de los Ramos, incluso, algunos de ellos vinieron a la conmemoración de la caída en combate de Lucio. Ahora ya no vive nadie en El Otatal. Se salieron unos años después de la caída de Lucio.
Félix Ramos Maldonado es uno de los tantos Ramos de la zona. El 30 de noviembre, fecha de la emboscada en Los Corales, ubicada más abajo de la cañada del Otatal, Félix Ramos quien ahora vive en Las Mesas, entonces un adolescente de 16 años, se casaba.
La boda no se realizó en El Otatal, sino en Las Mesas. En El Otatal tenían sus cabañas para estar cerca de sus siembras de maíz y como muchas familias de la Sierra, desde ese entonces, de cultivo de la marihuana, de acuerdo con especialistas de la fuente.
—¿Los reprende el Ejército después de la caída de Lucio y por eso tienen que abandonar El Otatal? —se le pregunta a Félix Ramos para conocer porque ya no hay nadie viviendo aquí.
—No, nos salimos de aquí porque nuestros hijos necesitaban escuela y nos quedaba muy lejos. A nosotros no nos reprimió el Ejército. Nos salimos para tener mejores condiciones para nuestros hijos, —respondió.
El comisario municipal de Las Mesas, Margarito Febrero Ramos, quien ofreció un desayuno a los integrantes del contingente que visitó este domingo 1 de diciembre la cañada del Otatal, sostiene que la gente de Las Mesas no sabía que Lucio se movía en esta zona, por eso, la gente del pueblo no podía apoyarlo. En ese entonces Margarito tenía unos 18 años.
—Si en el pueblo hubiéramos sabido que acá andaba Lucio, se le hubiera apoyado para salir.
En Las Mesas tampoco hubo represión del Ejército después de la caída de Lucio. En otros pueblos, como en Piloncillos, donde la gente apoyó a Lucio, un 23 de mayo de 1975, una columna del Ejército llegó al pueblo, cuando un grupo de adolescentes jugaba un partido de baloncesto. Pidió que entregaran a los sobrevivientes del grupo de Cabañas. Nadie del pueblo habló. La columna del Ejército mató esa mañana a ocho adolescentes que jugaban en la cancha, de acuerdo con el registro de los medios que también recogió Montemayor en Guerra en el Paraíso.
Camino a la quebrada del Otatal, en Tecpan de Galeana.
Los 50 años
Exguerrilleros, hijos e hijas de exguerrilleros y luchadores sociales se dieron cita este domingo 1 de diciembre a las siete de la mañana en la entrada de Atoyac, para salir en caravana rumbo a El Otatal, para recordar a Lucio y a los combatientes que estaban con él, el 2 de diciembre de hace 50 años. Se espera que el trayecto en caravana de Atoyac a Las Mesas sea de dos horas y, hasta la cañada del Otatal, de otros 30 minutos.
Llegaron Micaela Cabañas Ayala, hija de Lucio e Isabel, la única hija que tuvo el profesor rural. También Diana Hernández Hernández, hija del luchador social Ranferi Hernández Acevedo, asesinado con su esposa, su suegra y un ahijado en octubre del 2017.
Hay varios exguerrilleros listos para salir en la caravana, entre ellos, Jacobo Silva Antonio, fundador del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), una escisión del Ejército Popular Revolucionario (EPR).
También hay exintegrantes del Movimiento Acción Revolucionaria (MAR), de la Liga 23 de Septiembre, quienes desde los estados del norte del país hicieron un viaje larguísimo para llegar a la zona costera de Guerrero.
Los habitantes de esta región costera acaban de sufrir una jornada de violencia extrema por la irrupción del supuesto grupo Gente Nueva Guerrerense (GNG), el pasado 24 de octubre, justo a un año del huracán Otis. Las versiones populares hablan de que unos 50 integrantes de este grupo, los que no tenían ninguna preparación militar y desconocían el terreno, como se evidencia en varios videos difundidos en la red, fueron masacrados por el Ejército, la Guardia Nacional y el grupo del crimen organizado de Los Granados, a quienes fueron a disputarle el control de Tecpan y Atoyac.
Para llegar a la cañada del Otatal hay una travesía de dos horas a pie o cuarenta minutos en carro, desde Las Mesas, población que se ubica en una desviación de la carretera Acapulco-Zihuatanejo, entre las comunidades de San Luis la Loma y San Luis San Pedro, un corredor con control férreo de Los Granados, por lo que llegar al Otatal, sin problema, implica que estos dieron permiso para pasar.
El paso por San Luis la Loma no tuvo ninguna novedad. Los carros en caravana pasaron con dirección a La Laguna y luego se desviaron en la entrada de Las Mesas, en donde el comisario Margarito Febrero Ramos ofreció un desayuno a todo el contingente, alrededor de 150 personas.
Sobre Los Ramos pesa la sospecha de la traición a Lucio Cabañas, pero nadie en la actualidad lo aborda como un hecho a una posibilidad, aunque ésta sea bastante clara.
Después del desayuno, inicia el camino de la caravana rumbo a la cañada. Se necesitan carros especiales para transitar el camino estrecho, con varias pendientes y de hierbas altas, pero de una inmensa belleza salvaje. Varios de los habitantes de Las Mesas son los conductores y dueños de estas unidades con las que el viaje hasta la cañada es posible.
Los daños que dejó John en esta zona de la Sierra pronto se hacen evidentes. Hay ceibas y amates de troncos gruesos y ramas con follajes espesos en el suelo.
“Estos árboles existían mucho antes de lo de Lucio”, comparte el conductor del carro. Quizá Lucio, con su M-2 colgándole del hombro, descansó bajo la generosa sombra de esta ceiba que no sobrevivió a John.
El trayecto de Las Mesas al Otatal dura 40 minutos. A pie, hubieran sido dos horas y media. Los primeros años para recordar a Lucio hasta acá, los sobrevivientes y las hijas e hijos de las víctimas del Ejército llegaron caminando.
Antes de llegar a la cañada del Otatal hay dos cruces grandes de madera. Corresponden a Esteban Mesino Martínez y Lino Rosas Pérez, quienes cubrieron la salida de Lucio hacía arriba. En este punto fueron masacrados y semienterrados por elementos del Ejército. Años después, los familiares recuperaron sus restos y los enterraron en El Guayabillo.
Los militares tomaron preso en esta cañada a Marcelo Serafín Juárez, de 14 años, originario de San Juan de las Flores, también del municipio de Tecpan, a quien desaparecieron. Su hermana Margarita Serafín aún lo busca. Exigió al Ejército su presentación.
Hasta donde llegan los carros inicia una pendiente y el camino se estrecha más. Ahora se camina, pero solo unos cinco minutos. Del lado derecho, está la base de la cabaña de Los Ramos, en la que se refugió Lucio sus últimas dos noches de vida.
Más arriba está la cañada, con sus piedras enormes y algunas que apenas sobresalen del cauce de lo que era un arroyo de aguas frías y cristalinas.
Los familiares y exintegrantes de algunos grupos guerrilleros que acompañan a Micaela Cabañas limpian la piedra boluda en la que colocaron hace seis años una cruz para Lucio. No fue ahí en esa piedra enorme donde expiró. Lo hizo un poco más abajo, donde pudo recostarse.
La hermana de Marcelo Serafín compartió que aquella mañana del 2 de diciembre de 1974 sus familiares llegaron a esta cañada después de escuchar la información de lo que habían pasado. Supieron que el Ejército se llevó con vida a su hermano al cuartel militar de Acapulco, en donde los siguientes días estuvieron yendo para saber de él.
Pablo Cabañas Barrientos, hermano de Lucio, quien estuvo preso ocho años por la misma razón de la que el Ejército persiguió a su hermano, contó que recibió la noticia en su celda. Un guardia le contó la noticia que corría en el país. “Su hermano ya está muerto”, le dijo.
Pablo es dos años menor que Lucio. Esta mañana del domingo dijo sobre la piedra boluda de la cañana de Otatal que ya se siente cansado y que esta quizá sea su despedida.
“No es que no haya querido venir antes, estoy cansado y quizá ahora vengo porque es mi despedida”, dijo con melancolía para acallar lo que pareció un reclamo de su sobrina Micaela, quien contó que es la primera vez que la acompañaba su tío y otros familiares a donde Lucio tuvo su último aliento de vida.
La hermana de Marcelo Serafín compartió estar orgullosa de su hermano, porque a tan escasa edad, ya tenía una conciencia de lucha.
“Aquí todo sigue igual”, compartió en el cierre de los 50 años de la muerte del comandante Lucio, Víctor Cardona Galindo, periodista y cronista de Atoyac.
“Lucio comenzó a pelearse contra los talamontes en 1967 y las cosas siguen igual: seguimos peleando contra los talamontes”.
El arroyo de la cañada está seco por el corte de árboles.
Cardona recordó que Lucio decía en los pueblo que la pelea que estaban dando también era para salvar a los venados, a las aves y a los árboles.
“Si ganamos la lucha, todos vamos a tener qué comer, y así salvamos a los animalitos y al bosque”, recordó Víctor Cardona.
En esta piedra que forma parte de la cañada del Otatal falleció Lucio Cabañas. El arroyo ya está seco, en 1974 había una corriente de agua fría y cristalina.
Maestros y personal administrativo de escuelas secundarias adheridas a la Sección XIV del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) cerraron el bulevar Vicente Guerrero de Acapulco, para exigir la reparación de escuelas afectadas el huracán Otis, en octubre de 2023, y el pago de retabulaciones.
El secretario de Organización del SNTE en Acapulco, Yair Santos Estrada, refirió que el paro de labores iniciado este viernes 29, participan 500 maestros y trabajadores de 10 escuelas secundarias del puerto.
Debido al paro laboral, cinco mil estudiantes no tuvieron clases este viernes.
Santos Estrada afirmó que desde hace años, la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) no les ha actualizado sus salarios.
«Desde el paso del huracán Otis, en octubre de 2023, y ahora con el John, en septiembre de este año, muchas escuelas resultaron con severos daños y no han sido reparadas; o que se les haya dado una limpieza», denunció el profesor que encabeza la protesta en Acapulco.
El cierre de la vía de acceso a la ciudad está retrasando el tránsito de los automovilistas, tanto de los que entran como de los que salen del puerto.
«No hemos recibido ni siquiera una escoba», denunció Yair Santos al referirse a la falta de apoyos por parte del gobierno a las escuelas secundarias que no han sido reparadas.
Advirtió que el paro de labores en las 10 escuelas secundarias de Acapulco va a continuar el lunes 2 de diciembre, en caso de que la SEG no les dé una solución.
Hasta las 12 del día de este viernes, los profesores y trabajadores administrativos de los planteles educativos seguían protestando.
En Chilpancingo, maestros del Sindicato Único de Trabajadores del Colegio de Bachilleres del Estado de Guerrero (SUTCBEG) marcharon en las calles para dar a conocer el emplazamiento a huelga que depositaron en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje (JLCA), para reclamar un aumento salarial del 10 por ciento, reparación a las violaciones al Contrato Colectivo de Trabajo, pago de finiquito a los jubilados y pensionados, cumplimiento a los procesos de basificación y recategorización de los trabajadores administrativos.
Los trabajadores de los colegios de bachilleres de las siete regiones del estado, se concentraron en la alameda Granados Maldonado, y de ese lugar partieron en marcha.
Al pasar por la avenida Benito Juárez, los trabajadores, encabezados por sus dirigentes sindicales, hicieron una parada afuera de las oficinas centrales del Colegio de Bachilleres.
El director general del Colegio de Bachilleres, Jesús Villanueva Vega, salió y les prometió que analizará su pliego de demandas y les dará una respuesta.
«Gobernadora, le pido que haga justicia», exige a gritos la esposa de uno de los tres asesinados a balazos la mañana de este miércoles en la avenida Ruffo Figueroa de Chilpancingo, a cuatro cuadras de la residencia oficial de Casa Guerrero.
A unos diez metros de los peritos que realizaban las diligencias y el levantamiento de los cadáveres, la mujer dijo que su esposo asesinado era transportista.
Entre sollozos, lanzó sus reclamos, en un afán desesperado de que llegaran a la gobernadora.
Le gritó que si no puede, mejor renuncie.
«Gobernadora, soy la esposa de uno que está acá (uno de los tres asesinados). Pero si no hicieron (nada) por Alejandro (Arcos, el presidente municipal de Chilpancingo asesinado), mucho menos van hacer (justicia) por una persona como nosotros», reprochó la mujer que antes de encarar a los elementos de la Guardia Nacional y del Ejército llegó al estacionamiento de la tienda Aurrerá para preguntar por su esposo.
«Ya murió», le contestó un hombre.
«¡No. No es posible!… ¡Este gobierno no hace nada!, reprochó la mujer.
Luego, fue hasta donde estaban los militares y la Guardia Nacional y les gritó: «¿El gobierno qué hace? Cuando se trata de hacer algo, no lo hacen, nomás andan patrullando las calles, haciéndose pendejos».
«Mi marido, todo el día trabajando, de la calle a su casa; ya les traje su dinerito para comer», espetó la mujer al referirse a su esposo que trabajaba como conductor de una combi de transporte público de un ruta de Chilpancingo.
Insistió en que la gobernadora Evelyn Salgado en verdad trabaje. «Gobernadora, haga su trabajo, no nada más esté sentada allá, mandando a los delincuentes a que hagan daño, levantando a la gente. Por favor, haga su trabajo. Haga justicia. Y si no, váyase a chingar a su madre», clamó la señora.
De acuerdo con las versiones oficiales, en el ataque armado murieron dos personas y tres más resultaron heridas, de las cuales una murió cuando era atendida en la clínica del ISSSTE, ubicada en la avenida Ruffo Figueroa, cerca de donde ocurrió la agresión armada.
El ataque armado se perpetró alrededor de las 10:20 de la mañana, a la misma hora que la gobernadora Evelyn Salgado, el alcalde Gustavo Alarcón y otros funcionarios presidían el desfile cívico conmemorativo del 114 aniversario de la Revolución Mexicana, en el centro de la capital guerrerense.
Durante el desarrollo del acto oficial, se observaron más de 50 elementos del Ejército, la Guardia Nacional, la Policía Estatal y policías ministeriales para proteger a Evelyn Salgado y demás funcionarios.
La gobernadora y la mayoría de los funcionarios abandonaron el evento a bordo de camionetas blindadas. Un cerco de vallas metálicas impidió que la gente se acercara a donde estaba Evelyn Salgado.