Un corredor forestal para el jaguar: la apuesta de biólogos y comunidades para salvar a los felinos que aún quedan en Guerrero

Texto: Marlén Castro y Thelma Gómez Durán / MONGABAY

Texto publicado el 18 de marzo

 

  • Un grupo de biólogos se lanzó al reto de hacer todo lo posible por darle un futuro a las poblaciones de jaguares, pumas, jaguarundis, ocelotes y tigrillos que aún habitan en las zonas forestales de Guerrero, al sur de México.
  • Tres ejidos de la Costa Grande de Guerrero se sumaron a la misión científica y crearon el corredor comunitario para la conservación del jaguar.
  • El objetivo ahora es fortalecer esta área de conservación comunitaria para que los felinos continúen existiendo y las comunidades puedan tener acceso a proyectos productivos sustentables.

 

El rostro del ejidatario Carlos Torres Valdovinos refleja una mezcla de alegría y temor cuando escucha la noticia: las cámaras trampa captaron la presencia de un jaguar. “Salió tres veces”, dice con entusiasmo el biólogo Fernando Ruiz Gutiérrez. Saber que el felino más grande del continente americano aún camina por estas tierras de la Costa Grande de Guerrero es un motivo de festejo, pero también de preocupación y urgencia.

La cámara que registró la presencia del jaguar se colocó en uno de los caminos que recorren los habitantes de las pequeñas comunidades serranas que forman parte de los ejidos Las Humedades y Platanillo, en el municipio de Tecpan, al sur de Guerrero. Por eso, cuando Carlos Torres Valdovinos y otros ejidatarios escuchan la noticia se miran entre sí, sonríen nerviosos, comparten el entusiasmo de los biólogos, pero también se preocupan. El lugar por donde el felino se deja ver está cerca de sus casas.

De hecho, en las imágenes tomadas entre el 12 de enero y el 14 de febrero aparecen más personas que jaguares. Algunos de los habitantes serranos que se percataron de la presencia de la cámara se quedaron unos minutos mirándola; algunos, como si fuera una selfie, posaron y levantaron el pulgar.

Jaguar captado el 1 de febrero de 2022

Torres Valdovinos celebra saber que él tenía razón: “Les dije que ahí era seguro que lo miraran”. El ejidatario recuerda que días antes de que aconsejara a los biólogos dónde colocar las cámaras trampas, él y su hermano vieron de reojo que una sombra amarilla cruzó entre los árboles. Era de noche y andaban arreando al ganado. No lograron distinguir qué animal era, pero su perro lo siguió; a los pocos segundos regresó aullando.

Los biólogos muestran las imágenes captadas por la cámara trampa. Los ejidatarios las miran y dicen que ahora sí ya no tienen dudas de que es el jaguar el que ha matado a varios becerros. Las cinco familias que viven en la comunidad de La Sierrita se dedican a la venta de leche.

La presencia del jaguar causa emociones encontradas entre los hombres de la comunidad, porque su ganado entra en competencia con el espacio que necesita el felino; pero, al mismo tiempo, les da esperanza: “Eso quiere decir que no estamos tan mal, que podemos recuperar lo que teníamos y salvar mucho de lo que aún tenemos”, dice Torres Valdovinos.

Fernando Ruiz Gutiérrez, director de la organización no gubernamental Wild Felids Conservation México (WFCM), escucha con atención a los ejidatarios. Él y los otros biólogos que impulsan el proyecto Guerrero Jaguar saben sobre la urgencia de intensificar los trabajos que, desde hace casi una década, realizan con las comunidades para conservar a las poblaciones de felinos que tienen como hábitat la zona forestal de esta región guerrerense de la Sierra Madre del Sur.

Ocelote captado por las cámaras trampa en el territorio de Guerrero, en la Sierra Madre del Sur. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.

Un futuro para comunidades y felinos

La comunidad de La Sierrita forma parte de una región en donde, hasta el 2015, se sembraba marihuana y amapola. Cuando el precio de estos cultivos ilícitos cayó, los serreños buscaron otras opciones de vida. Algunos intensificaron la ganadería a pequeña escala que ya realizaban; también hubo quien decidió talar sin respetar los programas de aprovechamiento forestal; varios más comenzaron a cultivar árboles frutales —limones, mangos y guanábanas—, pero ahora tienen problemas para sacar su producción por lo agreste de los caminos.

Desde hace ya varias décadas, los habitantes de los ejidos Cordón Grande, Platanillo y Las Humedades —donde se encuentra la comunidad de La Sierrita— decidieron apostar por el manejo forestal comunitario, es decir, tener un plan para aprovechar en forma sustentable sus bosques.

Así lo hizo durante un tiempo el ejido Las Humedades, sin embargo, en los últimos dos años se han presentado problemas en su organización interna por desacuerdos entre los ejidatarios, sobre todo entre aquellos que no desean respetar el plan de manejo forestal y sacan madera sin ningún control.

Su ejido vecino, Cordón Grande, sí continúo con su trabajo de manejo forestal sustentable en sus terrenos, que abarcan poco más de 16 mil hectáreas. Gracias a eso impulsan proyectos productivos para sus habitantes: tienen una empresa forestal comunitaria y han accedido a fondos de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

Cordón Grande cuenta con 16 039 hectáreas en donde impulsa el manejo forestal comunitario. Foto: Cortesía ejido Cordón Grande.

Fue justo en los bosques del ejido Cordón Grande donde empezó a gestarse la idea de crear un corredor comunitario para la conservación del jaguar en Guerrero.

Nansedalia Ramírez, del ejido Cordón Grande, explica que en 2013 su comunidad recibió fondos de la Conafor para realizar un estudio sobre la biodiversidad en sus bosques. “La gente mayor —recuerda— contaba que había tigre (como les dicen en esta región a los grandes felinos), decían que habían oído los rugidos. Pensábamos que solo eran rumores”.

El ejido contactó a integrantes del proyecto Guerrero Jaguar, entre ellos al biólogo Fernando Ruiz Gutiérrez. Los estudios que se realizaron —publicados como tesis— mostraron que los mayores tenían razón. En la zona forestal de Cordón Grande había jaguar (Panthera onca) y otras especies de felinos que también están en peligro de extinción, como el tigrillo (Leopardus wiedii)), jaguarundi (Herpailurus yagouaroundi) y ocelote (Leopardus pardalis).

Fue entonces que surgió el proyecto de crear el corredor comunitario de jaguar en Guerrero. A la propuesta se sumaron los ejidos Cordón Grande, Platanillo y Las Humedades. Entre los tres se tiene un área que abarca 32 mil hectáreas forestales.

“Ha sido un proceso difícil y de muchos años —reconoce Ramírez. Ha sido realizar mucha labor de conciencia dentro del ejido, para que se valore la importancia de conservar especies en extinción; mostrar que, al cuidarlas, ayudamos al bosque, pero también a las comunidades, porque podemos acceder a proyectos y recursos para conservar la biodiversidad”.

Ocelote captado en noviembre de 2011

El biólogo Fernando Ruiz Gutiérrez explica que sin la información que corroboró la presencia del jaguar hubiera sido aún más difícil trabajar con las comunidades.

Desde que era estudiante de biología, hace más de 20 años, Fernando Ruíz Gutiérrez comenzó a trabajar en la conservación de los felinos. En 2011, con otros de sus colegas, integraron el proyecto Guerrero Jaguar y en 2020 crearon la asociación civil Wild Felids Conservation México.

“Como biólogos —explica Ruíz Gutiérrez— empezamos a trabajar en la zona solo en la conservación de los felinos, pero con el tiempo nos hemos tenido que ir metiendo a otras tareas; acompañar a las comunidad a buscar alternativas productivas que sean amigables con el ambiente; proyectos que puedan ayudar al desarrollo sustentable de la región”.

Como parte de este trabajo, los miembros de Guerrero Jaguar y de WFCM han llevado a las comunidades semillas de pasto mejorado para plantarlas y usar  como forraje, “para que la gente no libere a sus animales en la zona boscosa”.

Además, impulsaron proyectos como granjas de gallinas y huertos familiares. “Tuvimos buenos resultados —dice Ruíz Gutiérrez— pero con la pandemia no pudimos darle el seguimiento adecuado. Ahora lo estamos retomando. La estrategia es buscar alternativas sustentables para la gente”.

Ejidatarios y biólogos han unido esfuerzos para crear el corredor comunitario para la conservación del jaguar. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.

Unión de esfuerzos

Los ejidatarios acompañan a los biólogos a colocar las cámaras, los guían por las estribaciones de la sierra para que no se pierdan. Cuando los sitios son lejanos y accidentados, los llevan en las cuatrimotos que son el medio de transporte en estas comunidades.

A principios de este 2022, los biólogos de Guerrero Jaguar colocaron en los alrededores de la comunidad La Sierrita seis cámaras trampas, una de ellas, en el filo de uno de los cerros más altos de la zona, como a unos 1,100 metros sobre el nivel del mar; esa es una área alejada y con poca perturbación. Aun y con esas características, ahí solo se captó la imagen de un tejón.

“A veces el felino te aparece en donde menos te lo esperas”, dice el biólogo Osmar Zamudio Pineda —quien tiene tres años en Guerrero Jaguar— al médico veterinario, Luis Astudillo Loeza, quien recién se integró al equipo.

Ejidatarios, biólogos y estudiantes que participan en los trabajos de monitoreo. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.

En La Sierrita, el jaguar apareció en donde menos lo esperaban. Cuando el equipo revisa las imágenes de la cámara colocada en la brecha no ocultan su sorpresa: ¡Mira, qué tenemos aquí!”, exclama Ruíz Gutiérrez.

Desde que comenzaron a realizar muestreos con las cámaras trampa, en 2013, los investigadores han logrado documentar la presencia de 14 jaguares en la zona forestal de los tres ejidos. Hoy consideran que hay unos 9 a 10 ejemplares. También han registrado la presencia de pumas, ocelotes, tigrillos y un pequeño felino que es muy raro observar: el jaguarundi.

Ruíz Gutiérrez comenta que en esta región de Guerrero se tiene registro de 42 especies de mamíferos; 30 de anfibios, 63 de reptiles y 154 de aves, entre las cuales están la pavita cojolita y guacamayas verdes.

Puma captado en febrero de 2022

Con la información que están recopilando de las imágenes de las cámaras trampa, el equipo científico busca identificar los lugares por donde los felinos transitan y suelen pasar más tiempo. Eso les permitirá hacer, junto con los ejidatarios, mapeos de la zona y tomar decisiones sobre el manejo del territorio.

“Los bosques de esta zona —desde tropicales a templados, hasta mesófilos de montaña—  todavía cuentan con una importante riqueza biológica que vale la pena conservar”, dice Ruiz Gutiérrez.

Durante estos años de trabajo en esta región de Guerrero, el científico ha corroborado que las comunidades se comprometen con la conservación de los ecosistemas y la vida silvestre cuando comprueban que eso les trae beneficios sociales.

Colocación de cámaras trampa en la sierra de Guerrero. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.

Terrenos comunitarios para la conservación

Nansedalia Ramírez cuenta que en el ejido donde ella vive, Cordón Grande, esperan que en los próximos días, las autoridades de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) les entreguen los documentos oficiales en donde se certifica que poco más de 8 573 hectáreas de sus bosques están destinados a la conservación.

Hace ya varios meses, en asamblea, los ejidatarios votaron a favor de crear en su territorio comunitario un Área Destinada Voluntariamente a la Conservación(ADVC), categoría de área natural protegida que contempla la ley mexicana y que permite a las comunidades aprovechar en forma sustentable sus bienes naturales, además de acceder a diversos proyectos por conservar la biodiversidad.

Los planes son que en un futuro los ejidos de Platanillo y Las Humedades también puedan certificar parte de su territorio como ADVC, explica el biólogo Ruíz Gutiérrez, quien ha acompañado a los ejidos en este proceso.

Bosque con manejo forestal comunitario. Foto: Cortesía ejido Cordón Grande.

La certificación de una parte del territorio del ejido Platanillo ya está en marcha. En el ejido Las Humedades, el proceso se detuvo por problemas internos. Ruíz Gutiérrez confía en que eso se solucione, sobre todo porque los ejidatarios de esas comunidades tienen como ejemplo el caso de sus vecinos de Cordón Grande, donde han logrado tener alternativas económicas a partir del buen manejo forestal comunitario.

Para los científicos es vital conservar los bosques de estos tres ejidos, ya que sus estudios indican que son prioritarios para la conservación de varias especies en peligro crítico de extinción, entre ellas los jaguares.

En otras zonas de Guerrero hay más deterioro de los recursos naturales y la gente no tiene respeto por el jaguar, “si los llegan a ver, los matan”.

Ocelote captado por una cámara trampa en la zona forestal de la sierra de Guerrero. Foto: Cortesía Ejido Cordón Grande

Ampliar el corredor

Entre los nuevos retos que ahora tiene el equipo científico está el organizar a comunidades en el municipio de Atoyac, para ampliar el corredor del jaguar y que esté pueda sumar unos 600 kilómetros cuadrados más.

Por lo pronto, en ese municipio ya se realiza monitoreo con cámaras trampa. Ahí, también hay buenas noticias. Las imágenes que se obtuvieron a principios de este año mostraron, por lo menos, tres sitios con jaguares, pumas, tigrillos y ocelotes en la zona serrana de Atoyac.

Desde noviembre de 2021, una vez al mes, los científicos acuden a los lugares donde instalaron las cámaras trampa para reemplazar memorias y baterías. También cambian las cámaras de lugar para tener una mayor perspectiva del sitio. El trabajo de campo dura 10 días, en promedio, aunque puede haber contratiempos y alargarse.

Jaguarundi captado en enero de 2022

Los muestreos que ahora realizan forman parte del proyecto Sitios Permanentes de Calibración y Monitoreo de la Biodiversidad (SIPECAM), de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), que tiene como objetivo evaluar la condición de los ecosistemas en el país.

El biólogo Fernando Ruíz Gutiérrez espera que los resultados que obtengan de este nuevo monitoreo ayuden al diseño de nuevas estrategias para conservar a la población de 113 de jaguares que se estima hay en Guerrero. 

El equipo de Guerrero Jaguar sabe que su labor es una carrera contra el tiempo: “Si no se toman medidas apropiadas de protección de la especie y su hábitat, en diez años podríamos perder a la mayor parte de la población del jaguar en Guerrero”.

* Imagen principal: Una pareja de jaguares en la zona forestal de la Costa Grande de Guerrero. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.

 

Este texto fue elaborado por el equipo de MONGABAY y lo reproducimos con su autorización.

Salir de la versión móvil