No hay registro de jaguares en la sierra de Jaleaca

Texto: Itzel Urieta
Foto: Cortesía de Guerrero Jaguar

29 de diciembre del 2023

Chilpancingo

Durante este año Guerrero Jaguar, asociación civil dedicada a la preservación y conservación del jaguar y otros felinos en el estado, reportó que no hubo avistamientos de jaguares en la sierra de Jaleaca, lugar donde en el mes de septiembre, colocaron cámaras trampa para el monitoreo de felinos.

«En el monitoreo que actualmente estamos realizando en la sierra de Jaleaca, observamos un amplio número de registros de pumas, pero muy pocos de los demás felinos, aun no podemos determinar si hay una disminución en las poblaciones de las otras especies que están beneficiando a los pumas o si se debe a la temporalidad», mencionó Guerrero Jaguar en una publicación de Facebook.

De acuerdo con Fernando Ruiz Gutiérrez, integrante de Guerrero Jaguar y jefe de departamento de Vida Silvestre de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Natural del estado (Semaren), en el recuento que realiza Guerrero Jaguar al final del año, no ser observó ningún jaguar.

Pumas en la Sierra de Jaleaca, Guerrero. Foto: Guerrero Jaguar

«Hay pocos registros de felinos en general, pero de manera particular de jaguar hasta ahorita no tenemos ningún registro», mencionó Ruiz Gutiérrez.

Agregó que esta situación les preocupa porque en comparación con el muestreo pasado, desde el primer mes tuvieron registro de jaguares en esa zona.

Todavía no se sabe con certeza si hubo disminución en esa especie.

Una de las teorías de Ruiz Gutiérrez es que «puede que la gente haya sacrificado los jaguares que había en la zona», explicó Ruiz Gutiérrez.

De ser así, la pequeña población de jaguares que tenían registrada en Jaleca, se extinguirá.

Pumas, ocelotes, venados y tigrillos son algunos de los animales que captaron las cámaras trampa, hasta el momento ningún jaguar.

Guerrero Jaguar tiene en registro de que en la zona serrana de Chilpancingo hay entre 113 y 120 ejemplares de jaguar.

Al ser cazados principalmente por ganaderos, las poblaciones disminuyen.

Mencionó que se deben redoblar esfuerzos en los tres niveles de gobierno y crear políticas públicas eficaces que beneficien a la preservación y conservación del jaguar.

A diferencia de la sierra de Chilpancingo, en la sierra de Tecpan de Galena, en la Costa Grande, sí hubo avistamientos de jaguares. El último se registró el 9 de diciembre.

En esa zona, se creó el Corredor Comunitario para la Conservación del Jaguar, donde participan varias comunidades de ese lugar y en conjunto con Guerrero Jaguar realizan el registro y monitoreo de felinos.

«Todavía tenemos cámaras en campo y vamos a seguir verificándolas dos o tres meses más».

Registra Guerrero Jaguar avistamiento de un puma en Jaleaca

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Guerrero Jaguar

26 de diciembe del 2023

 

Chilpancingo

 

Un ejemplar de puma fue captado en Jaleaca, en la Sierra de Chilpancingo por las cámaras trampa colocadas por Guerrero Jaguar.

 

Guerrero Jaguar es un proyecto independiente que se dedica a la preservación y conservación del jaguar y otros felinos en el estado.

 

A través de su página de facebook la organización compartió la información del avistamiento.

 

«De las imágenes mas recientes, un majestuoso puma con un extraño halo de luz y un reflejo de lo que parecen ser dos enormes ojos rojos, desconocemos el origen del efecto en la fotografia, pero es causada por el reflejo del flash», se lee en la publicación.

No se dieron detalles de este avistamiento. En la imagen se observa un puma en medio de la Sierra.

 

El 10 de diciembre Guerrero Jaguar reportó el avistamiento de un ejemplar de jaguar en el ejido de Cordón Grande, en la sierra de Tecpan de Galeana.

 

En aquella ocasión además del jaguar, quedaron registrados venados y un ocelote.

 

Datos de Guerrero Jaguar estiman que en la zona serrana del estado han registrado unos 13 avistamientos de diversos felinos.

Jaguares en riesgo: comercio ilegal crece en la Península de Yucatán

Los casos de una hembra de jaguar embarazada y atropellada, así como el hallazgo de un ocelote decapitado, ocurridos a inicios de febrero de 2023, encienden las alarmas de especialistas ante el aumento del tráfico ilegal de los félidos mexicanos para el mercado de China


Texto: Astrid Arellano / Mongabay (Retomado de Pie de Página)

Fotos: Mario Buil / Mongabay

Quintana Roo

 

Las fotografías de Naku tendida sobre el asfalto recorrieron las redes sociales. No se trataba de una buena noticia. La hembra de jaguar (Panthera onca) que formaba parte de una iniciativa de monitoreo de la especie, había aparecido muerta. Fue atropellada y su cuerpo dejado a la orilla de una carretera de Quintana Roo. Estaba embarazada.

El accidente ocurrió el 2 de febrero de 2023, alrededor de las 6 de la mañana, en la Carretera Federal 307, en el tramo entre Playa del Secreto y el hotel Nickelodeon, que conecta Cancún con Playa del Carmen. En sus redes sociales, Mario Buil, presidente del Comité de Vigilancia, Protección y Conservación al Jaguar A.C. —quien atendió el caso directamente, en coordinación con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa)— anunciaba la noticia con enojo.

Justo antes se encuentra una señalética de cruce o paso de jaguar; no están ahí por adorno o porque se ven bonitas, ni tampoco son promocionales de parques turísticos como mucha gente piensa: las pusimos ahí en base a un estudio científico y toma de datos realizados desde hace ya más de 10 años”, escribió en su cuenta de Facebook.

El cuerpo de Naku, encontrado a la orilla de la Carretera Federal 307, en Quintana Roo.

No resulta una novedad que Buil documente en ese espacio el atropellamiento de diversas especies de félidos y otros mamíferos en las carreteras de Quintana Roo. En sus redes sociales hay publicaciones de este tipo, cuando menos, desde 2018. Ese año atropellaron, solo hasta el mes de julio, a tres jaguares. En octubre de 2022, otra hembra de jaguar adulta, monitoreada desde tres años atrás, también fue atropellada en la misma carretera que Naku. Se llamaba Xen y le apodaban “La Coatlicue”. En su vida había sido madre de, al menos, cuatro o cinco cachorros.

Pero Naku era un individuo joven que no pasaba de los cuatro años de edad, describió Buil. En su necropsia se encontró un cachorro de jaguar —también hembra— de entre 93 y 96 días. Le faltaban solo uno o dos días más para nacer. “Estaba cruzando la carretera para que su cachorrita naciera del lado de la costa; ella pasaría por lo menos entre tres y cuatro meses de ese lado, criando y alimentando a su cachorra. Lamentablemente, fue atropellada y murieron las dos”, agregó.

Aunque desde 2018 se colocaron señaléticas que anuncian el cruce de jaguar en esa carretera, la exigencia de investigadores y organizaciones hacia las autoridades federales, estatales y municipales para que se construyan pasos de fauna silvestre, con infraestructura adecuada, no ha sido resuelta.

Señaléticas de cruce de jaguar instaladas en 2018 por iniciativa de las organizaciones protectoras de la especie. Foto: Facebook Mario Buil.

 

Primero, la pérdida del hábitat

El crecimiento de las áreas urbanas y de la población en Quintana Roo —que incluye todos los desarrollos, como nuevos fraccionamientos, hoteles, atracciones turísticas y desde hace tres años la construcción del Tren Maya— representan un grave problema, afirma Mircea Hidalgo, miembro del Consejo Científico de la organización Panthera México e investigador de la División Académica de Ciencias Biológicas de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.

 

La velocidad de crecimiento de las ciudades de Quintana Roo no tiene comparación en México y es posiblemente una de las zonas en las que las áreas urbanas crecen más rápido en el mundo”, dice el especialista.

 

“Lo que esto traerá es más tráfico en las carreteras —principalmente la que va de Cancún a Tulum— y, por tanto, menores posibilidades de que la fauna pueda cruzar las carreteras de forma segura”.

 

De acuerdo con la organización no gubernamental World Wildlife Fund (WWF), en México se ha perdido más de 60 por ciento del hábitat del jaguar en los últimos 40 años. Se estima que la población de esta especie en el país, catalogada como en peligro de extinción, ronda entre los 4 mil y 5 mil ejemplares. Más de la mitad habita en la Península de Yucatán —que comprende los estados de Quintana Roo, Campeche y Yucatán—, convirtiéndola en una de las regiones prioritarias del continente americano para su conservación.

 

Sin embargo, esta región destacada por ser el hogar de esta y muchas especies más, también lo es por tener las tasas de deforestación más altas del país. Datos disponibles en la página del Sistema Nacional de Monitoreo Forestal muestran que en el estado de Quintana Roo se deforestaron 198 mil 022 hectáreas de selva entre el 2001 y el 2018. En Campeche y Yucatán, la pérdida de cobertura boscosa fue de 410 mil 488 y 247 mil 982 hectáreas, respectivamente, durante el mismo periodo.

Atropellamientos cada vez más visibles

Los atropellamientos de fauna silvestre ocurren todo el tiempo, reitera Hidalgo. Lo que los ha hecho visibles en los últimos años es el interés de la sociedad civil y de las organizaciones que trabajan en estas zonas. De cualquier forma, lo que debe ocurrir —y en lo que se ha insistido desde hace años sin mucho éxito— es la construcción de infraestructura adecuada para el cruce de fauna, sostiene.

El llamado Tren Maya, un megaproyecto de infraestructura vial y ferroviaria promovido por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se sumará ahora a las carreteras que ya hay en la región. Este tren recorrerá los estados de Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, con cerca de mil 525 kilómetros de vías férreas que se construirán, como en el caso de Quintana Roo, en zonas con selva.

El Tren Maya, hasta donde entiendo, tiene planeado contar con esta infraestructura —no conozco los detalles, ni cuántos son, ni dónde están ubicados en esa zona—, pero la carretera no tiene nada parecido. Algo importante es que ni pintura ni letreros son infraestructura: se ha demostrado a nivel global que eso no disminuye los atropellamientos”, asevera el experto.

La infraestructura que puede disminuir los atropellamientos son los pasos de fauna elevados, coincide el doctor Rodrigo Medellín, quien está al frente del Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en donde hay varios proyectos de investigación sobre jaguares. Medellín explica que estas construcciones se planean y construyen con muchos años de estudio y preparación para entender con exactitud los movimientos de la fauna silvestre. De esa forma se les puede ubicar en el mejor lugar para los animales.

“No es lo mismo (hacer) un paso de fauna que una alcantarilla”, dice. “Los ingenieros de caminos ubican cuál es el mejor sitio para colocar las alcantarillas que, básicamente, son túneles que pasan por debajo de la carretera para permitir que el agua de lluvia, en lugar de pasar por encima del pavimento, pase por ahí. No son la respuesta para los animales. Muchos las aprovechan para pasar, pero no necesariamente las convierte en el mejor paso. El mejor paso de fauna que puedes construir es un paso elevado largo, con vegetación, de manera que el animal ni se entere de que está cruzando una autopista, una carretera o un camino”.

Los atropellamientos de félidos en las carreteras no es una problemática exclusiva de Quintana Roo. El estudio, donde Mircea Hidalgo colaboró a finales de 2020 en el estado de Campeche, documentó que los jaguares sufren los efectos negativos de las carreteras debido a la fragmentación de su hábitat y el mayor riesgo de mortalidad por las colisiones con vehículos.

Los especialistas demostraron, con evidencia obtenida con cámaras trampa, que los jaguares cruzan por una carretera en la zona de la Reserva de la Biosfera de Calakmul —donde se encuentra la población de estos félidos más importante del país—, y cómo uno de los ejemplares fotografiados fue atropellado en un área que, desde 2010, se había marcado como riesgosa y con necesidad de infraestructura para el cruce de vida silvestre, la cual hasta ahora no ha sido instalada.

En México, los registros de jaguares muertos en carreteras son escasos y casi anecdóticos —señala el documento—, pero recuerda que, hasta la fecha de su publicación, al menos 8 jaguares fueron atropellados en el país en los 10 años anteriores. Sin embargo, advierte que esta cifra es una subestimación, principalmente, porque los esfuerzos de monitoreo a lo largo de las carreteras del país son escasos y los conservacionistas regularmente no se enteran de los eventos de atropellamientos.

La WWF también ha estudiado el tema. En un diagnóstico publicado en 2022, se registró un total de 11 colisiones de vehículos con jaguares tan solo en la Península de Yucatán entre el 2006 y el 2020. Aunque posteriormente obtuvieron más información anecdótica sobre atropellamientos en Quintana Roo, no se lograron datos sólidos para actualizar los modelos. Sin embargo, sus resultados muestran que la mayor probabilidad de atropellamientos ocurre en carreteras con un ancho de entre 6 y 10 metros, con velocidades máximas establecidas de entre 60 y 100 kilómetros por hora. En función de estos datos, las carreteras de Yucatán resultaron las más peligrosas. Aún así, las vías que se encuentran en el oeste de Campeche —relacionadas con Calakmul— y en la zona sur-centro de Quintana Roo “son importantes de considerar ya que esta área es la mejor conservada en cuanto a hábitat remanente del jaguar”.

Otras amenazas: cacería y tráfico

Los conflictos carreteros no son la única amenaza para el jaguar ni otros félidos silvestres. Apenas una semana después del atropellamiento de Naku, otro hecho causó indignación: un ocelote (Leopardus pardalis) fue encontrado sin cabeza —también a la orilla de la carretera— en Candelaria, Campeche. Las hipótesis son diversas: pudo ser víctima de un atropellamiento y su cabeza cortada por el propio responsable, o por alguien que lo encontró de manera oportunista, para llevarla como trofeo. Otra posibilidad es que haya sido asesinado y decapitado en venganza por haberse alimentado de algunas aves de corral, pues se trata de un conflicto con un “castigo” recurrente.

“El caso del ocelote, de acuerdo con lo que pudimos investigar, es un ejemplar que se encontró al lado de una carretera y seguramente no es parte de una red de comercio y tráfico”, explica Lizardo Cruz, coordinador de Paisajes Prioritarios para el Jaguar, de WWF México.

Yo consideraría que es un ejemplar que fue atropellado y que, de manera oportunista, alguna persona pasó y le cortó la cabeza. En otros casos, por ejemplo, les han cortado no nada más la cabeza, sino también las patas, con el fin de venderlas. No es alguien que se dedique particularmente al saqueo de fauna silvestre, sino que encuentran al animal y se les hace fácil”.

La realidad es que, aunque en este caso no existen pruebas suficientes sobre los motivos, el comercio ilegal de subproductos derivados de félidos silvestres —principalmente el jaguar— se está volviendo cada vez más común en México.

Si bien no tenemos un indicio claro de que hay una red de comercio, sí hemos podido identificar algunas cuestiones importantes, por ejemplo, que mucho del comercio que se va dando está asociado a zonas turísticas de la Península de Yucatán o por internet”, asegura Cruz.

En localidades como Playa del Carmen o Valladolid, han identificado que artesanos son quienes han tenido en posesión alguna pieza —como una cartera u otros objetos hechos con piel de jaguar—, o accesorios elaborados con colmillos y garras. En el mercado electrónico, los hallazgos se han centrado en ventas por Facebook o Mercado Libre. Allí se identificaron 28 eventos de venta, entre el 2016 al 2020, que incluyeron 89 partes y productos de jaguar. Fueron 51 garras, 20 colmillos, 4 pieles, 4 patas, 3 carteras de piel, 2 cabezas y 1 taxidermia de jaguar, de acuerdo con el estudio Diagnóstico del tráfico ilegal del jaguar en la Península de Yucatán, realizado en colaboración por la WWF y la Asociación Mexicana de Mastozoología A.C. (Ammac).

En el estudio se señala que, si bien se ha documentado el crecimiento del comercio ilegal de ejemplares, partes y derivados del jaguar en países de Sudamérica y Centroamérica —donde se trafican cabezas, garras y colmillos para abastecer a mercados asiáticos como sustitutos de partes de tigre en la medicina tradicional oriental—, en México se presume que la mayoría de félidos y sus partes se aprovechan y comercializan ilegalmente después de ser víctimas de cacerías ocasionales, derivadas del conflicto por depredación de ganado. Por ello, apunta la investigación, la evidencia sugiere que el aprovechamiento y el comercio ilegal de especies silvestres dentro de México, pueden tener un efecto significativamente mayor que el tráfico dirigido a mercados internacionales.

En México, hay redes de comercio que vinculan a especies silvestres pero, en este caso, no particularmente con grandes felinos. En el comercio oportunista, donde los animales que presentan conflictos con el ganado —como ataques a borregos o vacas— muchas veces los mismos ganaderos son quienes pagan para que maten los felinos; es ahí cuando estos cazadores que contratan, meten a las redes de comercio las partes y derivados”, dice Cruz.

Para reducir estos conflictos, las organizaciones trabajan estrategias de coexistencia entre pobladores y félidos, donde el enfoque radica en proveerles de opciones viables para manejar su ganado con la visión de mantener también los ecosistemas naturales y a las poblaciones de jaguar, que son fundamentales para mantener los bosques y las selvas del país.

El mismo diagnóstico de WWF y Ammac apunta que, a nivel mundial, México es el principal país de origen de las incautaciones relacionadas al comercio ilegal internacional de jaguar, todas con destino a Estados Unidos, pero no al mercado asiático, donde se supondría una mayor demanda. El estudio estimó una afectación de 21 jaguares de origen mexicano por la confiscación de ejemplares, partes y derivados.

Las dependencias ambientales de México reconocen que algunos cactus, totoaba, caballitos y pepinos de mar se exportan ilegalmente de México a países asiáticos, pero “oficialmente no existe un reconocimiento que esté sucediendo con jaguares mexicanos. No existen reportes al respecto emitidos por autoridades mexicanas u organismos internacionales oficiales con atribuciones legales en el tema”, aseguran las organizaciones.

En ese sentido, hay visiones encontradas entre los especialistas sobre el tráfico de piezas de jaguar de México a países asiáticos.

En 2020, Rodrigo Medellín, investigador de la UNAM, alertó sobre el inicio de la cacería de jaguares en México para traficar sus partes con destino a países asiáticos, a partir del asesinato de un ejemplar en la Selva Lacandona, en Chiapas, ocurrido a inicios de 2019. En aquel momento, Medellín señaló la responsabilidad del crimen organizado.

Estamos preocupadísimos porque, efectivamente, ya se metió el comercio ilegal en partes, productos y subproductos de gatos grandes a México para el mercado ilegal en China; eso ya es una realidad. Como es ilegal y es muy difícil trazarlo, no sabemos la magnitud del daño, no sabemos cuántos jaguares se están perdiendo por esta razón”, asevera el especialista.

Sea por caza y tráfico ilegal hacia cualquier tipo de mercado, venganza, atropellamientos o cualquier otro evento que atente contra la vida de los félidos, nos estamos enfrentando a una pérdida irremplazable de biodiversidad, concluye Medellín.

Mario Buil durante la revisión del cuerpo de Naku, atropellada en Quintana Roo. Foto: Facebook Mario Buil.

Este trabajo fue publicado originalmente en MONGABAY. Aquí puedes consultar la publicación original.

 

Se estima que hay 113 jaguares en el estado, de acuerdo con especialistas 

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Cortesía Guerrero Jaguar

26 de febrero del 2022

Chilpancingo

 

Los últimos datos de Guerrero Jaguar, asociación civil que desde el 2009 trabaja por la conservación del jaguar en el estado, indican que la población de este felino es de aproximadamente 113 individuos en toda la entidad.

«Es un dato preocupante por eso nos hemos dado a la tarea de manera forzosa de buscar los mecanismos para la protección de la especie,» comentó Fernando Ruiz Gutiérrez, integrante de Guerrero Jaguar.

Su hábitat principal es la zona serrana de Guerrero, en las partes más altas y alejadas de los municipios de Petatlán, Atoyac, Tecpan, Leonardo Bravo, Heliodoro Castillo y Coyuca de Catalán.

Guerrero Jaguar llegó a esta estimación a través del monitoreo como parte del programa de la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (Conabio) y de Wild Field Conservation, una asociación civil ambiental de la que Guerrero Jaguar forma parte.

Este programa permitió colocar cámaras de rastreo en distinto ejidos de Tecpan y Petatlán, que los llevó a tener el dato de los 113 jaguares.

Para obtener este dato pasaron varios años de monitoreo, a pesar de que se sabía que existían jaguares en Guerrero, ninguna institución o autoridad tenía la información con precisión.

«Este dato está basado en la cantidad de habitad disponible, así como las condiciones necesarias para la subsistencia del jaguar. El dato del habitad es el que se genera para hacer estimaciones a nivel estado», explicó Ruiz Gutiérrez.

También explicó que en algunas regiones como Tecpan puede haber uno o dos ejemplares por cada 100 kilómetros cuadrados.

Desde 2009, Guerrero Jaguar se encargó de documentar y rastrear por toda la Sierra de Guerrero al jaguar.

En estos 14 años Guerrero Jaguar lleva 1,270 kilómetros cuadrados monitoreados.

Además a lo largo de estos años lograron catalogar al ejido de Cordón Grande, en la sierra de Tecpan, como área natural protegida, bajo el esquema de Área Destinada Voluntariamente a la Conservación (ADVC).

Los ejidatarios de Cordón Grande decidieron donar 8,500 hectáreas para la conservación del jaguar.

Ya como área natural protegida, los ejidatarios celebraron el avistamiento de un jaguar en la zona de Cordón Grande, el pasado 7 de diciembre.

Al ver estás condiciones cuatro ejidos más quieren sumarse al Corredor Comunitario para la Protección del jaguar.

Este corredor comunitario es una iniciativa de Guerrero Jaguar.

En agosto del 2022, se certificaron las primeras 9,700 hectáreas para este corredor en los ejidos de Cordón Grande y Platanillo, en la sierra de Tecpan.

Ahora se suman otros ejidos de la sierra de Petatlán, San José de los Olivos, Soledad de la Palma, Río Frío de los Fresnos y Balcón de la Bandera.

Estas certificaciones son otorgadas por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).

Con la certificación de estos cuatro ejidos suman alrededor de 35,000 hectáreas certificadas para la conservación del jaguar.

Ruiz Gutiérrez destaca que la participación de las personas de los ejidos es fundamental.

«Parte del proceso importante es que la gente se dé cuenta de que el jaguar no es el enemigo, sino que es una especie clave que se puede convertir en un aliado que detone el desarrollo económico, social y el cuidado de sus recursos naturales», agregó.

Uno de los compromisos más importantes de las comunidades y ejidos que participan en el corredor es que deben proteger a los jaguares.

Así como cuidar su hábitat y evitar la caza excesiva de sus presas.

Con la incorporación de los nuevos ejidos, se busca ampliar más las hectáreas de conservación para el jaguar.

Guerrero Jaguar retomará los trabajos y monitoreo de los jaguares en la sierra de Chilpancingo.

«La meta es la mayor cantidad de áreas posibles. Yo creo que fácilmente podemos llegar a las 50,000 hectáreas este año».

En Jaguar es captado por las cámaras trampa de Guerrero Jaguar en el corredor comunitario para la conservación del jaguar. Foto: Cortesía Guerrero Jaguar.

Este texto es parte de una iniciativa de Amapola periodismo para sensibilizar a la sociedad acerca del respeto y cuidado de los animales.

En Amapola Periodismo creemos que los altos índices de violencia en México, expresado principalmente en la tasa de homicidios, están relacionados a la falta de respeto a la vida.

El cuidado o maltrato a los animales silvestres y domésticos demuestran nuestra calidad humana.

¡No maltrates, protege!

Certifican 9,699 hectáreas del corredor comunitario para la conservación del jaguar

Los trabajos en la sierra de Tecpan comenzaron hace 10 años en el ejido Cordón Grande por un grupo de ejidatarios y biólogos de la organización Guerrero Jaguar


Texto y fotografía: Marlén Castro

Cordón Grande, municipio de Tecpan

 

Un pedazo del macizo montañoso de la Sierra Madre del Sur, una zona de captura de carbono y recarga de agua, fue declarada área natural protegida.

En esa área natural protegida liberaron, el sábado 13 de agosto, al ocelote capturado en la misma sierra del municipio de Tecpan, la madrugada del 20 de julio.

En el acto de entrega del certificado, frente al titular de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conap), Humberto Adán Peña Fuente, la dependencia federal que certifica las áreas de conservación, el presidente del comisariado ejidal de Cordón Grande, Juan Carlos Domínguez Ramírez, se quejó de lo complicado del trámite.

“Nos tardamos cuatro años en la gestión”, dijo.

Peña Fuente, sentado al centro del extenso presídium que se instaló en la cancha de usos múltiples de Cordón Grande, enfundado en una camisa azul con las siglas de Conap estampada al lado derecho del pecho, sonrío ante el reclamo. Más adelante, explicaría que él sólo llevaba seis meses en el cargo.

La mañana del viernes 12 de agosto, subieron a la comunidad de Cordón Grande, funcionarios federales y estatales a entregar los certificados de áreas destinadas voluntariamente a la conservación (ADVC) a los ejidos de Cordón Grande y Platanillo, del municipio de Tecpan.

Aunque iban a bordo de camionetas de doble tracción, transitar por los caminos descompuestos por las lluvias les llevó mucho más tiempo del esperado. Debían llegar alrededor de las doce del día y arribaron hasta las tres de la tarde con unos minutos.

“Discúlpennos por no mandarles a arreglar el camino”, aprovechó Domínguez Ramírez la ocasión de reclamar mejores caminos para la sierra. “Y para nosotros, así como está el camino, decimos que está bien, porque todavía faltan varios meses de lluvias”.

Los habitantes de la sierra llevan años gestionando la construcción de una carretera.

El ejido Cordón Grande recibió el certificado de la Comisión de Áreas Naturales Protegidas (Conap), del gobierno federal y, el ejido de Platanillo, de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semaren), del gobierno estatal.

Cordón Grande destinó a la conservación 8,500 hectáreas de las 14,00 que tiene el ejido y Platanillo 1,199, de sus 4,500 hectáreas.

«Estas son las primeras 9,699 hectáreas del corredor comunitario para la conservación del jaguar que son certificadas», aseguró en el acto de entrega de los certificados el biólogo Fernando Ruiz Gutiérrez, quien encabeza la organización Guerrero Jaguar.

Hace 10 años, Ruiz Gutiérrez comenzó a platicar con la gente de las comunidades de la sierra de Tecpan sobre la importancia de la conservación de sus bosques.

«Hoy culminamos este sueño, que enfrentó tropiezos y retrasos, pero que con constancia y porque ustedes creyeron en nosotros hoy está rindiendo frutos», externó Ruiz Gutiérrez a unos 300 habitantes de estas comunidades y a los representantes de las diferentes dependencias federales y estatales presentes como el titular de la Conap; Ángel Almazán Juárez, de la Semaren, y la secretaria del Bienestar, María del Carmen Cabreras Lagunas.

Almazán Juárez destacó en la entrega de los certificados la importancia de la zona para la conservación de la biodiversidad. Antes indicó que Guerrero a pesar de ocupar el cuarto lugar en biodiversidad sólo tiene seis áreas naturales protegidas, lo que representa 1.26 por ciento de la superficie total del estado.

Dijo que Guerrero es uno de los pocos estados que no cuenta con un compendio de su biodiversidad, por lo que esta administración ya está trabajando en ello.

«Nos ubican en el cuarto o quinto lugar en biodiversidad, con el compendio que estamos trabajando quizá nos ubiquemos mejor o nos mantengamos».

Para mejorar el conocimiento de las especies de flora y fauna en el estado resaltó la importancia y responsabilidad que implica recibir ambos certificados.

En su turno, Peña Fuentes explicó que tenía cuatro meses en el cargo cuando recibió a gente de Guerrero que fue a tomarle la oficina.

Aseguró que desconocía la razón por la que el trámite tardó tanto. “Era sólo cuestión de voluntad”, reconoció. Se comprometió a que la dependencia mientras esté él al frente desburocratizará esos procesos.

“También me comprometo a que no declararemos ninguna ADVC si no hay recursos económicos que la respalden”. Lo aplaudieron porque varias comunidades aglutinadas en la Unión de Ejidos Hermenegildo Galeana que se ubican en el Filo Mayor realizan tareas para conseguir la certificación y recibir recursos por los cuidados del bosque.

José Luis Cazares Leyva, coordinador del Comité de Seguridad Privada, pidió a los funcionarios federales y estatales más apoyo para el área más segura del estado.

“Por esta zona pueden transitar a cualquier hora y no pasa nada, si se les descompone una camioneta la gente de las comunidades les ayuda”.

La zona se caracteriza por ser una de las zonas más seguras del estado gracias al comité de seguridad que formaron hace 22 años para erradicar secuestros y asesinatos.

 

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Un corredor forestal para el jaguar: la apuesta de biólogos y comunidades para salvar a los felinos que aún quedan en Guerrero

Texto: Marlén Castro y Thelma Gómez Durán / MONGABAY

Texto publicado el 18 de marzo

 

  • Un grupo de biólogos se lanzó al reto de hacer todo lo posible por darle un futuro a las poblaciones de jaguares, pumas, jaguarundis, ocelotes y tigrillos que aún habitan en las zonas forestales de Guerrero, al sur de México.
  • Tres ejidos de la Costa Grande de Guerrero se sumaron a la misión científica y crearon el corredor comunitario para la conservación del jaguar.
  • El objetivo ahora es fortalecer esta área de conservación comunitaria para que los felinos continúen existiendo y las comunidades puedan tener acceso a proyectos productivos sustentables.

 

El rostro del ejidatario Carlos Torres Valdovinos refleja una mezcla de alegría y temor cuando escucha la noticia: las cámaras trampa captaron la presencia de un jaguar. “Salió tres veces”, dice con entusiasmo el biólogo Fernando Ruiz Gutiérrez. Saber que el felino más grande del continente americano aún camina por estas tierras de la Costa Grande de Guerrero es un motivo de festejo, pero también de preocupación y urgencia.

La cámara que registró la presencia del jaguar se colocó en uno de los caminos que recorren los habitantes de las pequeñas comunidades serranas que forman parte de los ejidos Las Humedades y Platanillo, en el municipio de Tecpan, al sur de Guerrero. Por eso, cuando Carlos Torres Valdovinos y otros ejidatarios escuchan la noticia se miran entre sí, sonríen nerviosos, comparten el entusiasmo de los biólogos, pero también se preocupan. El lugar por donde el felino se deja ver está cerca de sus casas.

De hecho, en las imágenes tomadas entre el 12 de enero y el 14 de febrero aparecen más personas que jaguares. Algunos de los habitantes serranos que se percataron de la presencia de la cámara se quedaron unos minutos mirándola; algunos, como si fuera una selfie, posaron y levantaron el pulgar.

Jaguar captado el 1 de febrero de 2022

Torres Valdovinos celebra saber que él tenía razón: “Les dije que ahí era seguro que lo miraran”. El ejidatario recuerda que días antes de que aconsejara a los biólogos dónde colocar las cámaras trampas, él y su hermano vieron de reojo que una sombra amarilla cruzó entre los árboles. Era de noche y andaban arreando al ganado. No lograron distinguir qué animal era, pero su perro lo siguió; a los pocos segundos regresó aullando.

Los biólogos muestran las imágenes captadas por la cámara trampa. Los ejidatarios las miran y dicen que ahora sí ya no tienen dudas de que es el jaguar el que ha matado a varios becerros. Las cinco familias que viven en la comunidad de La Sierrita se dedican a la venta de leche.

La presencia del jaguar causa emociones encontradas entre los hombres de la comunidad, porque su ganado entra en competencia con el espacio que necesita el felino; pero, al mismo tiempo, les da esperanza: “Eso quiere decir que no estamos tan mal, que podemos recuperar lo que teníamos y salvar mucho de lo que aún tenemos”, dice Torres Valdovinos.

Fernando Ruiz Gutiérrez, director de la organización no gubernamental Wild Felids Conservation México (WFCM), escucha con atención a los ejidatarios. Él y los otros biólogos que impulsan el proyecto Guerrero Jaguar saben sobre la urgencia de intensificar los trabajos que, desde hace casi una década, realizan con las comunidades para conservar a las poblaciones de felinos que tienen como hábitat la zona forestal de esta región guerrerense de la Sierra Madre del Sur.

Ocelote captado por las cámaras trampa en el territorio de Guerrero, en la Sierra Madre del Sur. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.

Un futuro para comunidades y felinos

La comunidad de La Sierrita forma parte de una región en donde, hasta el 2015, se sembraba marihuana y amapola. Cuando el precio de estos cultivos ilícitos cayó, los serreños buscaron otras opciones de vida. Algunos intensificaron la ganadería a pequeña escala que ya realizaban; también hubo quien decidió talar sin respetar los programas de aprovechamiento forestal; varios más comenzaron a cultivar árboles frutales —limones, mangos y guanábanas—, pero ahora tienen problemas para sacar su producción por lo agreste de los caminos.

Desde hace ya varias décadas, los habitantes de los ejidos Cordón Grande, Platanillo y Las Humedades —donde se encuentra la comunidad de La Sierrita— decidieron apostar por el manejo forestal comunitario, es decir, tener un plan para aprovechar en forma sustentable sus bosques.

Así lo hizo durante un tiempo el ejido Las Humedades, sin embargo, en los últimos dos años se han presentado problemas en su organización interna por desacuerdos entre los ejidatarios, sobre todo entre aquellos que no desean respetar el plan de manejo forestal y sacan madera sin ningún control.

Su ejido vecino, Cordón Grande, sí continúo con su trabajo de manejo forestal sustentable en sus terrenos, que abarcan poco más de 16 mil hectáreas. Gracias a eso impulsan proyectos productivos para sus habitantes: tienen una empresa forestal comunitaria y han accedido a fondos de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

Cordón Grande cuenta con 16 039 hectáreas en donde impulsa el manejo forestal comunitario. Foto: Cortesía ejido Cordón Grande.

Fue justo en los bosques del ejido Cordón Grande donde empezó a gestarse la idea de crear un corredor comunitario para la conservación del jaguar en Guerrero.

Nansedalia Ramírez, del ejido Cordón Grande, explica que en 2013 su comunidad recibió fondos de la Conafor para realizar un estudio sobre la biodiversidad en sus bosques. “La gente mayor —recuerda— contaba que había tigre (como les dicen en esta región a los grandes felinos), decían que habían oído los rugidos. Pensábamos que solo eran rumores”.

El ejido contactó a integrantes del proyecto Guerrero Jaguar, entre ellos al biólogo Fernando Ruiz Gutiérrez. Los estudios que se realizaron —publicados como tesis— mostraron que los mayores tenían razón. En la zona forestal de Cordón Grande había jaguar (Panthera onca) y otras especies de felinos que también están en peligro de extinción, como el tigrillo (Leopardus wiedii)), jaguarundi (Herpailurus yagouaroundi) y ocelote (Leopardus pardalis).

Fue entonces que surgió el proyecto de crear el corredor comunitario de jaguar en Guerrero. A la propuesta se sumaron los ejidos Cordón Grande, Platanillo y Las Humedades. Entre los tres se tiene un área que abarca 32 mil hectáreas forestales.

“Ha sido un proceso difícil y de muchos años —reconoce Ramírez. Ha sido realizar mucha labor de conciencia dentro del ejido, para que se valore la importancia de conservar especies en extinción; mostrar que, al cuidarlas, ayudamos al bosque, pero también a las comunidades, porque podemos acceder a proyectos y recursos para conservar la biodiversidad”.

Ocelote captado en noviembre de 2011

El biólogo Fernando Ruiz Gutiérrez explica que sin la información que corroboró la presencia del jaguar hubiera sido aún más difícil trabajar con las comunidades.

Desde que era estudiante de biología, hace más de 20 años, Fernando Ruíz Gutiérrez comenzó a trabajar en la conservación de los felinos. En 2011, con otros de sus colegas, integraron el proyecto Guerrero Jaguar y en 2020 crearon la asociación civil Wild Felids Conservation México.

“Como biólogos —explica Ruíz Gutiérrez— empezamos a trabajar en la zona solo en la conservación de los felinos, pero con el tiempo nos hemos tenido que ir metiendo a otras tareas; acompañar a las comunidad a buscar alternativas productivas que sean amigables con el ambiente; proyectos que puedan ayudar al desarrollo sustentable de la región”.

Como parte de este trabajo, los miembros de Guerrero Jaguar y de WFCM han llevado a las comunidades semillas de pasto mejorado para plantarlas y usar  como forraje, “para que la gente no libere a sus animales en la zona boscosa”.

Además, impulsaron proyectos como granjas de gallinas y huertos familiares. “Tuvimos buenos resultados —dice Ruíz Gutiérrez— pero con la pandemia no pudimos darle el seguimiento adecuado. Ahora lo estamos retomando. La estrategia es buscar alternativas sustentables para la gente”.

Ejidatarios y biólogos han unido esfuerzos para crear el corredor comunitario para la conservación del jaguar. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.

Unión de esfuerzos

Los ejidatarios acompañan a los biólogos a colocar las cámaras, los guían por las estribaciones de la sierra para que no se pierdan. Cuando los sitios son lejanos y accidentados, los llevan en las cuatrimotos que son el medio de transporte en estas comunidades.

A principios de este 2022, los biólogos de Guerrero Jaguar colocaron en los alrededores de la comunidad La Sierrita seis cámaras trampas, una de ellas, en el filo de uno de los cerros más altos de la zona, como a unos 1,100 metros sobre el nivel del mar; esa es una área alejada y con poca perturbación. Aun y con esas características, ahí solo se captó la imagen de un tejón.

“A veces el felino te aparece en donde menos te lo esperas”, dice el biólogo Osmar Zamudio Pineda —quien tiene tres años en Guerrero Jaguar— al médico veterinario, Luis Astudillo Loeza, quien recién se integró al equipo.

Ejidatarios, biólogos y estudiantes que participan en los trabajos de monitoreo. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.

En La Sierrita, el jaguar apareció en donde menos lo esperaban. Cuando el equipo revisa las imágenes de la cámara colocada en la brecha no ocultan su sorpresa: ¡Mira, qué tenemos aquí!”, exclama Ruíz Gutiérrez.

Desde que comenzaron a realizar muestreos con las cámaras trampa, en 2013, los investigadores han logrado documentar la presencia de 14 jaguares en la zona forestal de los tres ejidos. Hoy consideran que hay unos 9 a 10 ejemplares. También han registrado la presencia de pumas, ocelotes, tigrillos y un pequeño felino que es muy raro observar: el jaguarundi.

Ruíz Gutiérrez comenta que en esta región de Guerrero se tiene registro de 42 especies de mamíferos; 30 de anfibios, 63 de reptiles y 154 de aves, entre las cuales están la pavita cojolita y guacamayas verdes.

Puma captado en febrero de 2022

Con la información que están recopilando de las imágenes de las cámaras trampa, el equipo científico busca identificar los lugares por donde los felinos transitan y suelen pasar más tiempo. Eso les permitirá hacer, junto con los ejidatarios, mapeos de la zona y tomar decisiones sobre el manejo del territorio.

“Los bosques de esta zona —desde tropicales a templados, hasta mesófilos de montaña—  todavía cuentan con una importante riqueza biológica que vale la pena conservar”, dice Ruiz Gutiérrez.

Durante estos años de trabajo en esta región de Guerrero, el científico ha corroborado que las comunidades se comprometen con la conservación de los ecosistemas y la vida silvestre cuando comprueban que eso les trae beneficios sociales.

Colocación de cámaras trampa en la sierra de Guerrero. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.

Terrenos comunitarios para la conservación

Nansedalia Ramírez cuenta que en el ejido donde ella vive, Cordón Grande, esperan que en los próximos días, las autoridades de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) les entreguen los documentos oficiales en donde se certifica que poco más de 8 573 hectáreas de sus bosques están destinados a la conservación.

Hace ya varios meses, en asamblea, los ejidatarios votaron a favor de crear en su territorio comunitario un Área Destinada Voluntariamente a la Conservación(ADVC), categoría de área natural protegida que contempla la ley mexicana y que permite a las comunidades aprovechar en forma sustentable sus bienes naturales, además de acceder a diversos proyectos por conservar la biodiversidad.

Los planes son que en un futuro los ejidos de Platanillo y Las Humedades también puedan certificar parte de su territorio como ADVC, explica el biólogo Ruíz Gutiérrez, quien ha acompañado a los ejidos en este proceso.

Bosque con manejo forestal comunitario. Foto: Cortesía ejido Cordón Grande.

La certificación de una parte del territorio del ejido Platanillo ya está en marcha. En el ejido Las Humedades, el proceso se detuvo por problemas internos. Ruíz Gutiérrez confía en que eso se solucione, sobre todo porque los ejidatarios de esas comunidades tienen como ejemplo el caso de sus vecinos de Cordón Grande, donde han logrado tener alternativas económicas a partir del buen manejo forestal comunitario.

Para los científicos es vital conservar los bosques de estos tres ejidos, ya que sus estudios indican que son prioritarios para la conservación de varias especies en peligro crítico de extinción, entre ellas los jaguares.

En otras zonas de Guerrero hay más deterioro de los recursos naturales y la gente no tiene respeto por el jaguar, “si los llegan a ver, los matan”.

Ocelote captado por una cámara trampa en la zona forestal de la sierra de Guerrero. Foto: Cortesía Ejido Cordón Grande

Ampliar el corredor

Entre los nuevos retos que ahora tiene el equipo científico está el organizar a comunidades en el municipio de Atoyac, para ampliar el corredor del jaguar y que esté pueda sumar unos 600 kilómetros cuadrados más.

Por lo pronto, en ese municipio ya se realiza monitoreo con cámaras trampa. Ahí, también hay buenas noticias. Las imágenes que se obtuvieron a principios de este año mostraron, por lo menos, tres sitios con jaguares, pumas, tigrillos y ocelotes en la zona serrana de Atoyac.

Desde noviembre de 2021, una vez al mes, los científicos acuden a los lugares donde instalaron las cámaras trampa para reemplazar memorias y baterías. También cambian las cámaras de lugar para tener una mayor perspectiva del sitio. El trabajo de campo dura 10 días, en promedio, aunque puede haber contratiempos y alargarse.

Jaguarundi captado en enero de 2022

Los muestreos que ahora realizan forman parte del proyecto Sitios Permanentes de Calibración y Monitoreo de la Biodiversidad (SIPECAM), de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), que tiene como objetivo evaluar la condición de los ecosistemas en el país.

El biólogo Fernando Ruíz Gutiérrez espera que los resultados que obtengan de este nuevo monitoreo ayuden al diseño de nuevas estrategias para conservar a la población de 113 de jaguares que se estima hay en Guerrero. 

El equipo de Guerrero Jaguar sabe que su labor es una carrera contra el tiempo: “Si no se toman medidas apropiadas de protección de la especie y su hábitat, en diez años podríamos perder a la mayor parte de la población del jaguar en Guerrero”.

* Imagen principal: Una pareja de jaguares en la zona forestal de la Costa Grande de Guerrero. Foto: Cortesía proyecto Guerrero Jaguar.

 

Este texto fue elaborado por el equipo de MONGABAY y lo reproducimos con su autorización.

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