Los boleros del zócalo vivieron penurias económicas durante la pandemia

Texto: José Miguel Sánchez
14 de noviembre del 2022
Chilpancingo

 

Después de dos años de pandemia y de uno donde estuvo cerrada la Plaza Cívica Primer Congreso de Anáhuac, los boleros de Chilpancingo se recuperan poco a poco de las pérdidas desde 2020.

Por las recomendaciones de la Secretaría de Salud en 2020, debido a la pandemia de Covid-19, las autoridades cerraron la Plaza Cívica y los principales accesos al centro de la ciudad, espacio donde tradicionalmente trabajan los boleros de lunes a viernes, de ocho a 10 horas diarias.

De las personas que diario transitan por el centro de la ciudad, los boleros obtienen sus ingresos, los cuales se vieron disminuidos.

Algunos buscaron otras actividades para mantener a sus familias.

En la Plaza Cívica es común hallarlos. Su oficio estuvo en riesgo durante 2020, año en que por la pandemia del Covid-19 se les impidió trabajar.

Arnulfo Castro Reyes es uno de los 26 boleros que conforman la Alianza de Trabajadores de Lustre del Calzado Primer Congreso de Anáhuac, quien, aún con la pandemia, todos los días salió a trabajar.

En el centro, en aquel entonces, fueron abiertos pequeños pasillos donde se colocaron los boleros. «Estábamos algo apretujados porque todos tenían que pasar por ahí, pero en parte nos ayudó a que más personas se nos acercaran», mencionó Arnulfo.

Con 53 años, Arnulfo es quien sostiene a su familia, por lo que el aislamiento por la pandemia, no era una opción.

“Para el gobierno fue fácil decir quédate en casa, porque ellos tienen ingresos fijos, pero nosotros no y no nos dan ningún apoyo”, comentó.

Los boleros de Chilpancingo forman parte del paisaje urbano de la Plaza Cívica Primer Congreso de Anáhuac, ellos se encargan de limpiar, lustrar y dejar como nuevo el calzado de las personas.

Arnulfo trabaja todos los días de las ocho de la mañana a tres de la tarde y sólo se regala parte de la tarde del domingo.

Cuando recién comenzó la pandemia estuvo dos meses en casa, pero regresó a trabajar porque tenía que pagar luz, agua y comida.

Por la situación muchos de los boleros ya no regresaron a ejercer su oficio en el centro de la ciudad.

“Hay compañeros que ya no regresaron, que optaron por buscar otros empleos; unos se fueron de albañiles, pero la verdad ahorita todo está difícil”, declaró Arnulfo.

A dos años de la pandemia poco a poco se recupera el negocio, «ya no es como antes que hasta fila hacían las personas por una boleada, hay días que solo una o dos personas se acercan pero es parte de las experiencias y esperamos que con el tiempo todo se normalice de nuevo».

Otro problema que detectó Arnulfo y le preocupa es que los jóvenes ya no usan zapatos, «ahora puro tenis y esos pues no se pueden bolear, eso también reduce el trabajo», dijo.

Arnulfo contó que lleva ocho años dedicados a este oficio. La primera vez que trabajó como bolero fue en 1995 pero por motivos personales, que no quiso revelar, se retiró y regresó en el 2014, donde ha trabajado hasta la fecha.

A lo largo de su vida, Arnulfo ha desempeñado otros trabajos; estuvo en un aserradero, también fue policía estatal, actualmente además de dedicarse a ser bolero, es músico, canta y toca la guitarra.

“De vez en cuando voy a tocar con grupo, donde me invitaron a cantar”.

Pero afirma que ningún trabajo ha disfrutado más que ser bolero. Para él sus clientes son lo más importante.

“Hay que hacer el trabajo con amor y dedicación para que el cliente se vaya contento”, además de que este oficio le ha permitido conocer a muchas personas e incluso hacerse amigo de algunas de ellas.


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