Jerónimo Hernández: 20 años de injusticia y resistencia  

Jerónimo, sobreviviente de Aguas Blancas, cumplió su sentencia este sábado 10 de diciembre del 2022, con una condena de veinte años en prisión, con graves violaciones al debido proceso jurídico, pero una nueva condena le impide la libertad 


Texto y fotografia: Amílcar Juárez 

El sol radiante ilumina medio rostro de Jerónimo Hernández Refugio, quien viste una camisa azul clara y pantalón de mezclilla. Es de estatura mediana y cabello corto. Sus ojos grandes y redondos miran fijamente. Su sonrisa es cubierta por un cubrebocas gastado, color azul.

Nos separa una malla rectangular. Jerónimo Hernández está en los locutorios del Centro de Readaptación Social (Cereso), de Chilpancingo.

En veinte años, Jerónimo no ha tenido contacto con la opinión pública. Piensa que es momento para aclarar varias cosas.

Jerónimo es de la Costa Grande de Guerrero. Desde su juventud, vio la necesidad de luchar por mejores condiciones. Su herencia campesina le hacía conocer las desigualdades económicas y sociales que vive la población de su región, por eso se integró a las filas de la naciente Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), nacida en Tepetixtla, municipio de Atoyac, en la región de la Costa Grande.

El 28 de junio 1996, la caravana de campesinos tomarían los palacios municipales de Tecpan y Atoyac, en demanda de la presentación con vida de Gilberto Romero Vázquez, integrante de la OCSS, víctima de desaparición forzada, pero fueron emboscados en un retén de la entonces Policía Motorizada y Judicial, las balas de los agentes acabaron con la vida de 17 campesinos en el vado de Aguas Blancas. Hubo varios heridos.

Jerónimo sobrevivió a la masacre, desde entonces, junto con otros integrantes de la organización fueron perseguidos por denunciar los hechos y acusar directamente al gobernador de ese entonces, Rubén Figueroa Alcocer, de ser el responsable; varios sobrevivientes fueron desplazados hasta el norte del país.
En 2002, Jerónimo fue detenido en Coyuca de Benítez, tenía 26 años; los delitos imputados fueron secuestro y posesión de arma de fuego los dos de índole federal. Lo trasladaron al Penal de las Cruces, de Acapulco, donde permaneció ocho años.

La primera sentencia, desde su detención, fue en el 2011, cometiéndose una grave violación al debido proceso.

Al igual que él, dos de sus compañeros desplazados y que trabajaban como jornaleros agrícolas en el valle de San Quintín, Baja California, fueron detenidos por la entonces Agencia Federal de inteligencia (AFI), coordinada a nivel nacional por Genaro García Luna, detenido en diciembre de 2019 por supuestos vínculos con un grupo del crimen organizado, denominados por el Estado como carteles del narcotráfico.

La primera sentencia contra Jerónimo fue de 20 años, por el delito de secuestro. Jerónimo niega haber cometido dicho delito y refiere que se trata de una vendetta en represión por su lucha incansable.

“yo pertenecí a la Organización Campesina de la Sierra del Sur, sobreviví a la masacre de Aguas Blancas y en aquel entonces más que nada fuimos perseguidos por la represalia del gobierno del estado y mi detención fue por la situación política porque el delito de secuestro yo no lo cometí”.

“En 2011 recibí la primera sentencia a 20 años de prisión, pero como nunca se presentó el agraviado, el magistrado me revoca la sentencia, y la última sentencia la tuve en 2017, fue la sentencia definitiva”.

Una estrategia de la prisiones según el filósofo Michel Foucoult es desligar al prisionero de su ámbito (lugar de origen, familia, amigos, base de apoyo) y en Hernández Refugio no fue la excepción, el cambio de reclusión comenzó de Acapulco a Taxco de Alarcón, de ahí a Chilpancingo, luego a Durango, después a Chiapas y con el apoyo del Comité por la Libertad de los Presos Políticos del Estado de Guerrero, pudo ser movido a su entidad federativa al centro de reclusión de la capital, a Chilpancingo.

La situación económica es mala, pues al estar en prisión por casi veinte años ha hecho estragos irreparables, desde hace un año no ha podido ver a su esposa ni a ninguno de sus cinco hijos, pues el traslado implica tarifas económicas que no son fáciles de sufragar.

“Cuando caigo en prisión, no tuve ningún apoyo, ni respaldo de la organización a la que pertenecía. Fui abandonado. Hasta la actualidad, en veinte años, ahorita lo andan haciendo, pero no sé en qué términos. Ellos publican que me están apoyando, que me están ayudando, cuando no es así, al contrario, llevo veinte años preso y para que el licenciado lleve mi defensa me han pedido dinero a mí, a mi familia, cosa que no tengo”.

La OCSS propuso para su defensa al licenciado Hegel Mariano, defensor de derechos humanos y consejero electoral.

Jerónimo cumplió su sentencia este sábado 10 de diciembre del 2022, con una condena de veinte años en prisión, con graves violaciones al debido proceso jurídico, pero una nueva condena le impide la libertad.

El 3 de noviembre pasado, activistas ingresan al Cereso de Chilpancingo para pedir informes sobre el caso del preso político Jerónimo Hernández Refugio. Foto: Amílcar Juárez.

Nueva sentencia 

Jerónimo se reacomoda el cubrebocas que poco protege su nariz, y explica que el día 6 de diciembre fue llamado por una jueza.

“Ayer estuve con la jueza de ejecución, la licenciada Maritza Jiménez Santiago, yo estaba confiado que se me iba tomar en cuenta la prisión  preventiva, pero no se respetó, eso porque el licenciado no se dio el tiempo o no tuvo, más que nada, ese interés de hacer el escrito y llevarlo ante el juez para pedir la simultaneidad de las penas para que éstas corrieran juntas pero no lo hizo, porque él dice que no le notificaron a tiempo, pero para mí es como una burla, un abandono porque yo soy su defendido de él y el mi licenciado y por cualquier cosa él debe estar pendiente de mi situación jurídica”.

La pena a que refiere Jerónimo es la de portación de arma de fuego, que no es tomada en cuenta en estos veinte años y le sentencia a tres años más tras las rejas.

Por momentos, mientras habla, parece desesperado, angustiado, pero luego recobra la calma con un esbozo de sonrisa que se adivina bajo el traslucido cubrebocas y comenta que tiene cuatro días hábiles para apelar, pero por lo que ha escuchado, su defensor ha aceptado la sentencia. Él no está de acuerdo.

Veinte años en la cárcel no son fáciles, dice, por que la situación dentro es muy dura. Hay trabajo, pero es mal pagado.

Jerónimo también quiere deslindarse de la organización a la que pertenecía.
“En vez de que ellos me estén ayudando, al contrario, están perjudicando mi salida. ¿Por qué? Porque el licenciado tuvo el tiempo de hacer ese escrito donde él iba pedir la simultaneidad de la pena y no lo hizo, no sé porque no lo hizo. Yo le hice el comentario que debería meter el escrito cuanto antes y no lo hizo”.

Jerónimo reconoce que la organización a la que pertenece ha hecho manifestaciones para exigir su libertad, pero en el ámbito legal no hacen nada.

“Una vez se comunicaron conmigo y me propusieron a un defensor para mi caso. Bajaron un recurso para solventar los gastos pero a mí me siguieron pidiendo recursos, entonces, no comprendo qué pasó”.

Como un mantra repite la misma frase: “Voy a seguir luchando por mi libertad”.

En estos cuatro días hábiles, cuenta, interpondrá una revocación de representante jurídico y pedirá a la defensoría pública se le asigne a un abogado de oficio.

En el cambio de abogado existe una temporalidad de días con los que ganará tiempo para pedir su expediente judicial pues no cuenta con él.

Pedirá que se tome en cuenta el tiempo de la prisión preventiva, además, que el proceso estuvo viciado desde un principio, que jamás declaró ninguna víctima del supuesto delito de secuestro.

En varias ocasiones, Jerónimo pidió un careo con su denunciante, pero nunca sucedió. Las autoridades dijeron que no lo pudieron localizar.

En México la fabricación de culpables es una realidad que llena las cárceles del país. Litigios como los casos Wallas o Cassez Vallarta son la prueba irrefutable de un sistema de justicia caduco.

Jerónimo espera reunirse con su esposa y sus cinco hijos que ve muy poco. Sólo lo visitan dos veces al año, por la falta de recursos. A su mamá y papá no los ha visto en casi un cuarto de siglo. Espera que el destino no le haga otra mala jugada, pues su mamá y papá ya tienen más de noventa años, han superado con creces el promedio de vida de la población mexicana.

La ruta marcada ahora es que lo más pronto la jueza tome en cuenta la apelación y los años de prisión preventiva en la simultaneidad de penas, aunque el fiscal le ha comentado que no se puede dar la simultaneidad de las penas, pero en las largas horas que pasa leyendo la Constitución, halló sustentos jurídicos de que sí es posible obtener la libertad inmediata, aunque él sabe que su situación es política, porque no existe un delito que haya cometido.

Cuando se le pregunta que es lo primero que hará cuando salga de prisión su rostro gesticula un pequeño rasgo de sonrisa tímida y dice: “seguir en la lucha, no hay de otra”.

Veinte años en prisión no son fáciles. El encierro, la preocupación, angustia y desesperación han pasado factura. Jerónimo tiene varias enfermedades crónico degenerativas, la pandemia de la Covid-19 lo colocó entre la población vulnerable.
Jerónimo ya no es el joven dirigente de 26 años que entro a prisión por un delito que, argumenta, fue fabricado y además vinculado al Ejército Popular Revolucionario (EPR).

Lo que es evidente, es que veinte años tras las rejas no han menguado el espíritu cálido, rebelde y justo de Jerónimo.

Fue decisión de la jueza, revira abogado

Entrevistado vía telefónica, Mariano Ramírez aseguró que el tema de la simultaneidad de las pruebas fueron entregadas a tiempo y que la decisión de que Jerónimo continuara en prisión fue de la jueza.

El oficio de simultaneidad fue un documento para pedir que la sentencia de cuatro años por portación de arma de fuego se le tomara en cuenta a Jerónimo junto con la sentencia de 20 años por secuestro.

Pero, al no ser tomado en cuenta el oficio, Jerónimo fue sentenciado de nuevo a otros cuatro años de prisión, por lo que seguiría en prisión hasta 2025. De haberlo considerado pudo ser liberado el pasado 10 de diciembre.

En la entrevista, Jerónimo habló sobre el oficio de simultaneidad. Mariano Ramírez, en una consulta aparte, dijo que sí presentó el oficio en audiencia y en presencia de Jerónimo.

“No es sólo lo que yo digo, si no que fue alegado y argumentado en audiencia, y Jerónimo estuvo presente y él se adhirió a lo que yo dije en esa audiencia, pero finalmente la juez tiene su propio criterio y nosotros no lo compartimos», mencionó.

Mariano Ramírez mencionó que dicha determinación no es definitiva, hay un recurso de apelación para que el cómputo de la sentencia sea tomada en cuenta tal como lo propuso la defensa de Jerónimo.

Es decir, pueden determinar que los cuatro años de prisión agregados a su sentencia sean contados en los 20 años que ya cumplió en prisión y sería liberado.

Ahora será la sala penal la que determine la procedencia del recurso de apelación, en caso de no resultar favorable para Jerónimo, explicó el abogado, recurrirían a un juicio de amparo.

“Tenemos que agotar todos los recursos legales y no quedarnos de brazos cruzados hasta el 2025”.

Lo que sucedió, agregó, fue que las dos sentencias de Jerónimo no fueron apeladas a tiempo en 2018, cuando le dictaron la sentencia, debido a inconsistencias en el proceso.

«Lo que sucedió fue que Jerónimo  estaba preso en el penal federal de Durango y su proceso era en Acapulco y, obviamente, él nunca tuvo comunicación con su defensor, y las notificaciones le llegaron por correo y, pues, nunca pudo platicar con su defensa y la defensa nunca apeló, y él tampoco apeló”.

Sobre los cuatro años adicionales de sentencia a Jerónimo, aclaró Mariano Ramírez que ya existía la sentencia, pero el director del reclusorio no la presentó, y eso es lo que se busca objetivar.

“Nosotros esperamos que la ahora la Sala Penal valoré lo que nosotros argumentamos”, agregó. (Con información de José Miguel Sánchez).

 

Ante una memoria y justicia negada, Rodrigo reconstruye la historia del padre desaparecido que nunca conoció

Texto y fotografía: José Miguel Sánchez 

Chilpancingo

 

Rodrigo Ramírez García era un joven de 18 años. A punto de recibir su certificado de preparatoria huyó de Guerrero a consecuencia de la persecución política de la que fue objeto por su militancia en los movimientos estudiantiles de la década de 1970.

Una noche de 1974 Rodrigo llegó a su domicilio particular y le dijo a su esposa, “arregla las cosas porque nos tenemos que ir a Mexicali”.

En aquel momento, la esposa de Rodrigo no comprendió su actuar ni el motivo tan repentino de la decisión.

A Rodrigo jamás lo vieron portar un arma, para él sus armas eran los libros de Carlos Marx y Federico Hengels que, en ocasiones, enterró en el patio de su casa para evitar ir a prisión.

Era la década de 1970, el periodo mas “sanguinario” de la guerra sucia, época que muchos académicos prefieren llamar terrorismo de Estado. Pues, el Estado, a través del Ejército y la Brigada Blanca, un cuerpo paramilitar creado para disolver a los movimientos sociales, tenían en la mira a cualquier personas cercana a los movimientos sociales de la época.

Desde movimientos estudiantiles, campesinos, obreros y colonos en contra del Estado eran objetivos de los militares.

Si te veían con un libro en la calle con tintes de izquierda era motivo suficiente para que la Brigada Blanca o Ejército actuara y detuviera a las personas con total impunidad.

Apellidarte Cabañas, o ser originario de Atoyac, de la Sierra o de San Luis Acatlán, de donde era originario el guerrillero Genaro Vázquez, eran motivos suficientes para que el Estado desapareciera a las personas sin ningún proceso judicial de por medio, de acuerdo con lo que han narrado familiares de desparecidos de etapa época, como lo hicieron durante el viernes y el sábado pasado en el conversatorio Diálogos por la Verdad y Justicia, convocado por el Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico de la Guerra Sucia en el auditorio de la Unidad Deportiva Chilpancingo

Fue así que Rodrigo, quien participó activamente en los movimientos universitarios en apoyo a los colonos de Acapulco que eran despojados de sus terrenos, y se solidarizaba con las causas internacionales del Che Guevara y Salvador Allende, huyó de Guerrero para resguardar a su familia.

Entonces tenía  18 años y su esposa 16, y ya tenían a su primer hija de un año, a la que llamaron Tania, en honor Haydée Tamara Bunke Bider, conocida como Tania La Guerrillera, quien junto con el Che combatieron al Ejército en Bolivia.

Eso hizo evidente la ideología de izquierda y revolucionaria que movía  Rodrigo, aun cuando apenas culminaba sus estudios de preparatoria en la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG, ahora Uagro); estaba a días de recibir su certificado cuando huyó de Guerrero.

“Transcurría el año de 1979, la familia de Rodrigo había crecido y habían procreado a su segunda hija; Julia Araceli, y un tercero estaba en camino”, contó Rodrigo Ramírez Wences, el hijo que venía en camino.

Aun con su huída, Rodrigo no pudo escaparse de la desaparición forzada.

En la imagen, el periódico local Universitario, de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), publicó una nota sobre la desaparición de Rodrigo Ramírez García en Acapulco. Foto: José Miguel Sánchez.

Construir la memoria de lo desconocido

La historia de Rodrigo Ramírez García es contada por su hijo, Rodrigo Ramírez Wences. Él no conoció a su padre, la historia que contó la reconstruyó con las memorias de su madre y con la investigación que hizo en archivos, hemerotecas, documentos oficiales y apuntes.

“Yo nací un mes después de la desaparición de mi padre”, cuenta Rodrigo.

Este proceso que además de ser un homenaje familiar, tiene el objetivo de contar la historia de uno de los tantos desaparecidos que hubo en Guerrero durante la guerra sucia.

A través de esa historia, Rodrigo exige justicia y la aparición con vida de su padre.

El contexto social en el que creció Rodrigo, con un padre desaparecido por el Estado, lo llevó a buscar respuestas, y para eso debió prepararse.

En la actualidad es maestro de Análisis del mundo contemporáneo en la Facultad de Odontología de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro). Está por realizar un doctorado en el que su proyecto de tesis es un comparativo de las comisiones de la verdad en America Latina.

La desaparición de Rodrigo

Rodrigo se fue a Mexicali, Baja California, donde logró hacer una vida más tranquila, los maestros de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) solidarios con estudiantes exiliados, le ayudaron a conseguir un empleo de jardinero el edificio de la institución.

Con el ánimo de continuar sus estudios, en 1979, con dos hijas y otro más en camino, decide regresar a Guerrero a tramitar el certificado que hace cinco años no pudo recibir.

“En septiembre de 1979, mi padre le comentó a mi madre que tenía que venir a Acapulco a tramitar su certificado de preparatoria, porque tenía la intención de continuar estudiando”, contó su hijo.

Rodrigo dejó dicho que si no regresaba de Acapulco, a su hijo que estaba próximo a nacer le pusieran el nombre de Vladimir Lenin, en honor al revolucionario ruso.

Al llegar a la Ciudad de México, envió un telegrama a su familia para decirles que estaba bien, días después, desde Acapulco envío otro telegrama y avisó que se quedaría “unos días más”.

Rodrigo se alojaba en la casa de un compañero de preparatoria desaparecido en 1975, de nombre Arturo.

La casa en la que se alojaba estaba a unas cuadras de la preparatoria y una mañana, de acuerdo a lo que pudo documentar su hijo, salió con dirección a la preparatoria y desde ahí nadie más lo volvió a ver.

“La desaparición de mi padre dejó a una madre con tres hijo de entre las edades de uno, tres y siete años”.

Rodrigo no reveló el nombre de su madre, pero hizo énfasis en todo lo que tuvo que enfrentar de manera emocional por la desaparición de su esposo.

“Mi madre, todos los días miraba por la ventana y venía a su mente la imagen de la silueta de la espalda de mi padre con su típica camisa de manga larga el día su partida, ella anhelaba ver de nuevo la ventana, pero ahora con el regreso de mi padre”, contó Rodrigo, el hijo.

Meses después, la familia Ramírez Wences regresó a Acapulco para emprender la búsqueda de Rodrigo.

Con la política emprendida por el entonces rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, Rosalio Wences Reza, de apoyar a las familias de los universitarios desaparecidos. La esposa de Rodrigo logra ingresar a laborar a la Universidad.

Mientras trabajaba en la prepa 17, en Acapulco, escuchó rumores de que en un periódico local, como nota principal, se publicó “que en el mar había flotado un cuerpo, el cual pertenencia a Rodrigo Ramírez García”.

La información de ese cadáver nunca pudo ser confirmada por la familia de Rodrigo, por lo que hoy, a 43 años de su desaparición, su hijo continúa con su búsqueda. Exigió a los representantes del Mecanismo para la Verdad se realice un memorial en la Uagro para honrar a los desaparecidos.

“Que ese memorial recuerde que a pesar de todas las injusticias cometidas estamos hoy en un proceso de justicia transicional”.

En la imagen, Rodrigo Ramírez Wences cuenta la historia de su padre y su desaparición durante la guerra sucia, esto durante el conversatorio Diálogos por la Verdad, organizada por el Mecanismo de Esclarecimiento Histórico de la Guerra Sucia, el pasado 10 de diciembre en Chilpancingo. Foto: José Miguel Sánchez

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Piden que Jueza de Iguala resuelva la libertad de Aurelia

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Cortesía Me Red Guerrerense por los Derechos de las Mujeres

Chilpancingo

 

Antes de que iniciara la audiencia del desahogo de pruebas del proceso de Aurelia García Cruceño, su abogada defensora, Verónica Garzón Bonetti, ofreció una conferencia de prensa en la que pidió que la jueza resuelva en favor de la libertad de su defendida, quien es acusada por el delito de aborto fortuito.

La audiencia empezó en el Juzgado de Control a las seis y media de la tarde de este jueves en las instalaciones de Ciudad Judicial, en Iguala, y se prevé que esta junta judicial dure varias horas.

Aurelia lleva tres años en prisión preventiva oficiosa acusada por el delito de homicidio en razón de parentesco.

Lo que la llevó a esa situación fue un aborto fortuito, producto de una violación sexual por parte de una autoridad comunitaria de su natal Xochicalco, municipio de Chilapa de Álvarez.

De acuerdo con la abogada defensora de Aurelia, durante la audiencia de hoy se desahogarán las dos últimas pruebas en defensa de Aurelia.

Estas pruebas consisten en una antropológica y otra de medicina forense.

«Se espera que podamos desahogar todo sin necesidad de volver a presentarnos en una nueva ocasión para poder terminar con esto y Aurelia pueda salir libre lo más pronto posible», mencionó Garzón Bonetti.

Confiaba que el pasado 28 de noviembre fuera la última audiencia, pero «por omisiones del Ministerio Público no se pudieron desahogar todas (las pruebas)”.

Ximena Ugarte Trangay, también abogada defensora de Aurelia, explicó que la prueba antropológica es muy importante para conocer el contexto en el que se desarrolló este caso.

«Es importante darle a la jugzadora y al Poder Judicial del Estado de Guerrero el contexto cultural donde sucedieron una serie de violencias comunitarias que la llevaron a tener un embarazo no deseado y un parto fortuito», comentó.

Comentí que Aurelia está nerviosa y en la incertidumbre por la sentencia que pueda dictar la jueza, ya que la Fiscalía General del Estado (FGE) «actúa de mala manera, con violaciones a sus derechos humanos”.

Uno de sus principales temores de Aurelia es que la audiencia no se lleve a cabo o no se culmine este mismo jueves.

Si todo sale bien y la FGE no retrasa el desahogo de pruebas de la defensa de Aurelia, se espera que la audiencia concluya aproximadamente a las 10 de la noche de hoy.

Aurelia salió de su pueblo por los estigmas que le generó su agresión sexual, sin saber que estaba embarazada, llegó a la ciudad de Iguala, en la región Norte del estado, lugar donde sucedieron los hechos.

Con 20 años, Aurelia fue encarcelada por abortar, juicio del que espera salir pronto.

Garzón Bonetti dijo que si esta es la última audiencia sólo restaría la sentencia, que de ser favorable, en cuestión de días Aurelia estaría libre. De lo contrario, comentó, seguirán en la lucha junto a Aurelia.

Antes de ingresar a la audiencia, las abogadas defensoras de Aurelia dieron una conferencia de prensa en la que informaron que si la sentencia es favorable, Aurelia quedará libre antes de que termine el año.

Abogadas y activistas feministas se manifiestan en la entrada del juzgado de Iguala antes de entrar a la audiencia de Aurelia García. Fotografía: Archivo

“Justicia para mí”, pide Carolina después de ser violentada por su ex pareja

Texto: Amapola periodismo

Fotografía: Facebook Carolina Rendón

Chilpancingo

 

Carolina, originaria de Acapulco, desde sus redes sociales denunció que fue violada y golpeada por su pareja hasta dejarla inconsciente. También acusó a agentes de la Policía Ministerial que dependen de la Fiscalía General del Estado (FGE) de proteger a su agresor.

A través de su cuenta de Facebook narra que el pasado 18 de noviembre, quien también es padre de su hijo, Jovany Rodolfo Alcocer Manzano llegó a su domicilio borracho y drogado. Después de entrar a la casa cerró la puerta con cerrojo y abusó de ella de manera sexual, y la golpeó con patadas y puñetazos hasta dejarla inconsciente.

El hombre, después de las lesiones directas hacia Carolina, derribó muebles, lanzó objetos de cocina y todo lo que encontró a su paso dentro de la casa. Salió de la vivienda y abordó su vehículo. Huyó mientras ella seguía tirada en el piso.

«Quiero que me ayuden a que esto llegue lo más lejos que se pueda, que se haga justicia. Amenazó a mi familia y a mí de muerte y también amenazó con quitarme a mi hijo a la fuerza».

«Hoy perdí mi vida, perdí el hogar de mi hijo y perdí las ganas de vivir; los golpes y heridas están y no podré sanar todo lo que viví ese día”, escribió Carolina en su cuenta de Facebook.

Denunció que su ex pareja sentimental, sin dar más detalles, sobornó a los agentes ministeriales de la FGE, lo que se entiende que hay una denuncia.

«Justicia para mí. Si alguien puede ayudarme, a la Fiscalía de México (Fiscalía General de la República), para que mi trámite (denuncia) avance”, escribió Carolina sobre la agresión que le provocó su pareja ese viernes.

La denuncia pública de Carolina a través de sus redes sociales fue escrita el lunes pasado (28 de noviembre). Hasta el momento la FGE no ha emitido ninguna versión oficial.

De acuerdo con datos del Monitor de Violencia de Género y de Feminicidio en Guerrero coordinado por la Asociación Guerrerense contra la Violencia hacia las Mujeres A C (Agcvim) de enero a octubre de este 2022 han ocurrido 93 asesinatos con presunción de feminicidios en Guerrero. Este monitoreo lo hacen de la información publicada en la prensa y son documentado s como presunción de feminicidios por las características de las agresiones contra las víctimas.

Las organizaciones que realizan esto monitoreos y están pendientes de las violencias contra las mujeres han denunciado que muchos de los asesinatos son obviados como feminicidios. Por ejemplo, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) sólo reconoce ocho feminicidios de los casos de 93 que documentó la Agcvim.

 

Familiares de personas accidentadas en la Autopista del Sol exigen justicia

Texto: Amapola Periodismo

Fotografía: Oscar Guerrero

Chilpancingo

 

Familiares de las personas accidentadas en la Autopista del Sol, el pasado domingo, a la altura del poblado de Ocotito, y que viajaban en un autobús de la línea Estrella de Oro, protestaron en la terminal de camiones de esa empresa para exigir a los directivos cubrir los gastos médicos de los heridos y, a la vez, reclamar a las autoridades gubernamentales su apoyo.

También denunciaron que la Fiscalía General del Estado (FGE) no ha investigado el caso porque pretende darle carpetazo a la investigación, dijeron, para favorecer a la empresa de autobuses.

Durante la protesta bloquearon los accesos a la terminal, ubicada en la colonia Morelos, cerca del mercado central Baltasar R Leyva Mancilla, e impidieron a los autobuses entrar y salir.

El bloqueo ocurrió por la nula respuesta de la empresa Estrella de Oro ante los hechos del pasado 24 de octubre, donde, de acuerdo con versiones de los familiares, el conductor iba en estado de ebriedad, lo que ocasionó un accidente vehicular donde fallecieron dos menores de edad y hubo 27 heridos.

El día de ayer, Lizbeth Peña, madre de un menor herido, al que le tuvieron que amputar el brazo como consecuencia de las lesiones, denunció que de parte de la empresa no hubo acercamiento para cubrir los gastos médicos.

Teresa Bibiano Carrillo, tía del menor hospitalizado que perdió el brazo, estaba en la protesta y pidió ayuda a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda para hacer justicia por el accidente.

«Nadie se ha acercado con nosotros, ni la gobernadora ni la empresa, queremos justicia, no se vale que haya operadores en estado de ebriedad y nadie se acerca a nosotros para decirnos que están con nosotros», dijo Bibiano Carrillo

«No somos los únicos, en ese accidente hay muchos heridos, mi nieto ahí falleció y la empresa no ha estado presente», comentó una persona que no quiso dar su nombre, pero se identificó como abuelo de uno de los menores fallecidos.

Denunció que hay un problema con la FGE y los ministerios públicos, porque les piden levantar las denuncias en la agencia ubicada en Tierra Colorada, lo que genera gastos de traslado y comidas.

«Hoy pido justicia y atención para todos los que están heridos y justicia para ellos, mi nieto falleció, ya no puedo hacer nada pero si pedir para los que están vivos «, dijo.

Alrededor de las dos de la tarde hubo un diálogo con un persona que se identificó como representante legal del Grupo ADO, dueña de Estrella de Oro, pero lograron un resolutivo favorable.

Los familiares cerraron los accesos a la terminal y realizaron pintas en la fachada donde se leía «asesinos» y «justicia».

Hasta el momento la terminal continúa cerrada.

Marchan para exigir Justicia por Julia, trabajadora asesinada del Hospital del Niño y la Madre

Texto: José Miguel Sánchez

Fotografía: Especial 

Chilpancingo

 

Trabajadoras y trabajadores del Hospital de la Madre y el Niño Guerrerense (HMNG) marcharon para exigir justicia por el asesinato de Julia Magdalena Olea Cortés, asesinada la madrugada del 6 de octubre, al sur de la ciudad.

Julia Magdalena era trabajadora del HMNG. Su cadáver fue hallado con golpes en la cabeza. La versión oficial atribuye que esos golpes fueron con piedras, en una brecha de camino en la colonia Tetipan, en Chilpancingo, ubicada rumbo a la localidad de Petaquillas.

Hoy sus compañeras de trabajo marcharon para exigir a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda y a la Fiscalía General del Estado (FGE) agilice las investigaciones y garantías de seguridad para todas las mujeres.

“Queremos que esto llegue a oídos de la gobernadora, que sepa que estamos hasta la madre y estamos aterradas por lo que sucedió con nuestra compañera, exigimos justicia para Julia”, mencionó Pilar León, compañera de trabajo de Julia en el HMNG.

La marcha comenzó en las instalaciones del HMNG, al sur de la ciudad, avanzó al norte con dirección al Monumento a las Banderas, donde las manifestantes prendieron velas y protestaron para exigir justicia.

Cuando la marcha iba por la avenida Lázaro Cárdenas, a la altura del lugar donde se reúne el senador y padre de la gobernadora, Evelyn Salgado Pineda, el senador salió y rápidamente subió a un automóvil blanco que arrancó y avanzó sin voltear a ver a las manifestantes.

En tanto, las manifestantes gritaban consignas dedicadas a la gobernadora.

“Evelyn, escucha, esta es tu lucha”, gritaban

Sheila Gutiérrez Nuñez, compañera de Julia Magdalena, mencionó que de parte de la FGE no hay un avance real de las investigaciones, a pesar de que ya se reunieron con la fiscal, Sandra Luz Valdovinos Salmerón, no ven un avance.

“Solo están cambiando las líneas de investigación, la Fiscalía nos pidió 15 días para ver resultados pero ya pasaron y no hay nada, por eso decidimos manifestamos”, mencionó Gutiérrez Nuñez.

Otra de las quejas que mencionaron las compañeras de Julia Magdalena es que la FGE no quería investigar el caso como feminicidio, fue por presión de la familia y compañeras que el caso, catalogado como homicidio, fue reclasificado a feminicidio.

Las manifestantes mencionaron que de no haber avances en el caso continuarán con sus protestas.

“La exigencia es a la gobenadora, a la fiscal, que ponga cámaras de vigilancia en las colonias alejadas, porque del asesinato de Julia no hay nada”, mencionó Pilar León.

Julia Magdalena tiene dos hijos, un joven de 20 años y una niña de cinco, sus compañeras la recuerdan como una mujer alegre.

De acuerdo con la información de sus compañeras, Julia Magdalena salió de su casa a comprar alrededor de las 10 de la noche.

Los datos que la FGE proporcionó a la familia es que el asesinato ocurrió entre las 11 y 12 de la noche y el cadáver fue hallado a las seis de la mañana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Marchan en Tixtla para exigir justicia por menor asesinada hace dos años

Texto: José Miguel Sánchez

Fotografía: Itzel Urieta

16 de octubre del 2022

Tixtla

 

Grupos de feministas, normalistas de Ayotzinapa y familiares de personas desaparecidas marcharon en esta cabecera municipal para exigir justicia por el caso de la menor Ayelín Iczae, quien hace dos años fue privada de su libertad y después asesinada; su cadáver lo hallaron en las cercanías de su casa, en la colonia La Candelaria.

Esta vez, a diferencia de hace un año, la madre de Ayelín, Flora Gutiérrez no asistió a la protesta por seguridad, porque, informaron durante la protesta, ha recibido amenazas.

El continente de la marcha recorrió las principales calles y concluyó con un mitin en la pequeña explanada del zócalo de esta ciudad, donde desde hace varios años tiene actividades un grupo delictivo en complicidad con grupos políticos y económicos, de acuerdo con lo que han documentado la prensa y expertos sociales.

El 19 de octubre de 2020, el cadáver mutilado de Ayelín, de 13 años, fue hallado en una barranca ubicada a 400 metros de su casa. Cinco días antes fue privada de su libertad y, por las condiciones de su cadáver, violentada de muchas maneras.

El caso causó conmoción en la sociedad y las exigencias de justicia obligaron a la Fiscalía General del Estado (FGE) a detener a cuatro individuos que enfrentan un proceso judicial como presuntos responsables.

A dos años de los sucesos, uno de los detenidos ya falleció en el interior de la cárcel de Chilpancingo en extrañas circunstancias; tres más continúan en prisión, pero sin sentencia; la familia de Ayelín desconoce el expediente del caso.

«No sabemos nada, la madre de Ayelín busca justicia y no obtiene respuestas por ningún lado, por eso estamos aquí», mencionó Gema Antúnez Flores, representante del Colectivo de Personas Desaparecidas María Herrera, quien da acompañamiento a la madre de la menor.

Por cuestiones de seguridad, Flora Gutiérrez no asistió a la marcha y los asistentes pidieron discreción sobre el tema para evitar ponerla en riesgo. Denunciaron también que hace casi un mes, la señora fue agredida por personal de seguridad de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

“La madre de Ayelín intentó buscar un acercamiento con la CNDH para solicitar apoyo en la exigencia de justicia, pero fue agredida por personal de seguridad”, mencionó Antúnez Flores.

En la plaza principal de Tixtla, en una cruz color rosa, colocada el pasado 11 de febrero en memoria de Ayelín, colocaron una ofrenda floral y una lonas donde se leía que exigían justicia por el asesinato.

Durante la ofrenda, Wendy Alanís, activista feminista y una de las oradoras, mencionó la importancia de que haya justicia en este caso.

«Mientras no haya justicia para Ayelín, cualquier niña y mujer está en peligro en Tixtla, Chilpancingo y Guerrero”, mencionó.

El Colectivo María Herrera se solidarizó con la familia de la menor y exigió a la gobernadora Evelyn Salgado Pineda y al presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), Raymundo Casarrubias Vázquez, actuar para que haya justicia y avances en las investigaciones.

«Los familiares del Colectivo de Familiares desaparecidos nos unimos en una sola voz en exigencia para que todo el peso de la ley caiga sobre esas personas que privaron de la vida a esta niña», mencionó Antúnez Flores.

Un contingente de estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, gritó consignas dedicadas para la menor: “¡Ayelín vive, vive, vive!”, “¡Justicia para Ayelín!”.

A la manifestación también asistió el titular de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas (CEBP), Arturo Solís Felipe, quién dijo solidarizarse con la causa y que se suma a la exigencia de justicia.


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En el gobierno de AMLO, casi 29 mil personas más han ingresado a prisión; el 58% de ellas no tiene juicio ni sentencia

En lo que va del sexenio, la población en cárceles federales y estatales ha aumentado en 28 mil 928 personas. Hoy, la Suprema Corte iniciará la discusión de proyectos que plantean eliminar la prisión preventiva oficiosa o automática.


Texto: Alfredo Maza / Animal Político

Fotografía: Oficial

 

En los cuatro años del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, la población en las cárceles de México pasó de 197 mil 988 personas privadas de la libertad a 226 mil 916, lo que supone un total de 28 mil 928 presos nuevos en centros estatales y federales. La mayoría, 58% de quienes han ingresado, son personas en prisión preventiva, sin juicios ni condenas que prueben que son culpables de algún delito.

Datos de los anexos del Cuarto Informe de Gobierno muestran que en la actual administración la población de personas en prisión preventiva oficiosa o justificada creció en 17 mil 565 para llegar a un total de 92 mil 595. Lo anterior ha provocado que, actualmente, al menos cuatro de cada 10 mujeres y hombres encarcelados en México sean presuntos culpables sin condena.

Este lunes, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) discutirá la acción de inconstitucionalidad 130/2019 y el amparo en revisión 355/2021, y con ello, la viabilidad de la medida de prisión preventiva oficiosa o automática, que es una de las modalidades con las cuales las autoridades encarcelan a personas sin necesidad de llegar a un juicio.

Los datos del gobierno federal refieren que la mayor parte de la población penitenciaria en el país se concentra en el fuero común, es decir, en cárceles estatales. Tan solo en 2014 estos lugares alcanzaron cifra récord de ocupación con 206 mil 767 personas privadas de su libertad. Durante los siguientes cuatros años, esta cifra disminuyó hasta llegar a 165 mil 213, una reducción de 41 mil 554.

Sin embargo, a partir del 2019 con la llegada de López Obrador, la cifra de personas en estos centros de reclusión aumentó nuevamente hasta llegar a 197 mil 734, lo que coincide con las fechas en las que el Ejecutivo presentó diversas reformas en materia penitenciaria, que fueron aprobadas por todos los partidos y que permitieron sumar al artículo 19 de la Constitución una veintena de delitos que ameritan prisión automática.

En contraste, la población penitenciaria del fuero federal ha tenido un constante decremento desde 2014 hasta 2021, al pasar de 48 mil 871 presos a 28 mil 652, tendencia interrumpida hasta este año, en el que se tiene registro de un aumento de 530 personas nuevas que llegaron a estos centros penitenciarios de septiembre de 2021 a junio de 2022.

Trasladan a reos de cárceles estatales a federales para “despresurizar”

Otra de las acciones que la administración de López Obrador destacó en su Cuarto Informe tiene que ver con la “despresurización” de centros penitenciarios estatales de 24 entidades, estrategia para la “recuperación y dignificación de las cárceles” en México.

Del 1 de septiembre de 2021 al 30 de junio de 2022, se trasladó a Centros Federales de Readaptación Social (Ceferesos) a 3 mil 210 personas que, según el gobierno federal, “representaban un riesgo” en sus cárceles de origen.

El 21 de abril pasado, un periodista cuestionó al presidente en su conferencia de prensa matutina sobre estos traslados, tras asegurar que hay padres y madres de familia desesperados porque sus hijos han sido trasladados a reclusorios muy lejanos, lo que les dificulta saber en qué circunstancias se encuentran sus hijos.

El presidente respondió: “Hay una situación que hoy precisamente analizamos sobre los reclusorios. Como están saturados los reclusorios de los estados y hay condiciones de violación franca de derechos humanos, por hacinamiento, por las malas instalaciones, entonces se ha venido aplicando un programa de traslado del fuero común a reclusorios federales, a los reclusorios que se contrataron”.

Sin embargo, aseguró que el gobierno buscaría atender a los familiares de las personas privadas de la libertad para que sepan de sus reclusos y en qué condiciones están. “Desde luego, nosotros procuramos que no haya violación de derechos humanos, que no haya maltrato”, dijo.

El Cuarto Informe refiere que la mayor cantidad de traslados de centros estatales a federales se registró en el Estado de México, donde mil 357 personas fueron trasladadas. Siguieron Guanajuato, Chihuahua, Guerrero y Puebla, de donde se trasladó a 318, 176, 158 y 150 reos, respectivamente.

Como se mencionó, a junio de 2022 la población de personas privadas de la libertad en el país ascendía a 226 mil 916 personas, de las que 8.3% se encuentra en estos centros federales. Esto es 18 mil 749 personas, de las cuales casi 40% se encuentran en calidad de “procesadas” (7 mil 394).

El gobierno presume como un aspecto positivo que la cantidad total de reos en estas cárceles federales representa una ocupación del 65.7%, ya que a nivel nacional se tiene registro de una sobrepoblación de 9 mil 787 reos en las 289 cárceles, pues estas solo tienen capacidad para 217 mil 129 personas.

En 2021, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) publicó su Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria, donde concluyó que “existe un generalizado abandono institucional por parte de las autoridades” en las cárceles del país, lo que se evidencia en las condiciones de estos lugares.

El estudio dio cuenta de diversas deficiencias para garantizar una alimentación suficiente y adecuada para las y los reos; inexistentes áreas médicas debidamente equipadas; falta de agua y drenaje dentro de los centros; insuficiente personal de guardia y custodia, entre otras irregularidades que violan los derechos de los reos a una habitabilidad digna.

Incluso, documentó la falta de una efectiva separación entre personas sentenciadas y procesadas, lo que se traduce en que hombres y mujeres convivan sin distinción dentro de las cárceles.

Proyectos de la Corte van contra prisión oficiosa, gobierno quiere mantenerla

El 17 de agosto, durante su conferencia de prensa mensual, el ministro Arturo Zaldívar, presidente de la SCJN, informó que en las próximas semanas el máximo tribunal del país discutiría dos asuntos referentes a la convencionalidad y constitucionalidad de la prisión preventiva oficiosa.

“Estos asuntos son de una enorme relevancia, pueden cambiar la historia de la vida de miles de personas y pueden cambiar también el paradigma sobre el que se ha asentado la persecución de los delitos en México”, dijo.

En repetidas ocasiones, Zaldívar ha insistido en que en el país la mayoría de las personas sujetas a esta medida son de escasos recursos, por lo que aplicar la prisión de forma automática es aplicar “una condena sin sentencia, que, por regla general, castiga la pobreza”.

Incluso durante su histórica visita a Santa Martha Acatitla, en mayo pasado, aprovechó la oportunidad para fijar su postura sobre el tema.

“Se ha abusado de la prisión preventiva oficiosa; hay miles de personas sin sentencia en las prisiones, pero la violencia en el país no cede ni tampoco la inseguridad; entonces, para mí esto es suficiente para demostrar que la medida no funciona, aparte de que es violatoria de derechos humanos”, dijo.

Animal Político, en alianza con la organización Intersecta, publicó en octubre de 2021 la investigación “Prisión preventiva: el arma que encarcela pobres e inocentes”. Ahí se dio cuenta que el 70% de las personas a las que se les aplica la medida de prisión preventiva oficiosa son de escasos recursos.

Artesanos, choferes, campesinos, pescadores, vendedores y comerciantes, quienes apenas cuentan con primaria o secundaria y que son acusados de delitos menores como pequeños robos o narcomenudeo, son las principales víctimas de esta medida.

Más aún, la investigación reveló que las mujeres son las personas que han sido más perjudicadas por esta medida. Tan solo de 2019 a agosto de 2021, la tasa de mujeres en prisión preventiva sin sentencia, es decir, legalmente inocentes, pasó de 10.2 a 14.2 por cada 100 mil mujeres.

Luego de que se diera a conocer que los ministros se alistan para discutir este asunto y que los proyectos de sentencia perfilan anular esta medida, el gobierno de López Obrador pidió a la SCJN mantener en la Constitución la figura de prisión preventiva oficiosa, bajo el argumento de que eliminarla significa una medida negativa para la seguridad pública del país.

“Es fundamental la existencia de la prisión preventiva oficiosa en ciertos delitos, para asegurar que los presuntos criminales a quienes se les detiene por delincuencia organizada, delitos graves del orden común o delitos de cuello blanco, no se sustraigan de la acción de la justicia durante el proceso penal, tomando en consideración que, en muchas ocasiones, detenerlos implica un gran esfuerzo del Estado”, afirmó.

El 25 de agosto, justo el día en que la Corte informó que el futuro de la prisión preventiva oficiosa en México sería discutido a partir de este lunes 5 de septiembre, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, aprovechó para ir más allá y asegurar que eliminar esta medida representaría el fin de “toda la estrategia de seguridad” del gobierno federal.

Esto, a pesar de que tanto organismos internacionales como organizaciones de derechos humanos y especialistas en la materia han criticado esta figura al considerar que su aplicación es violatoria de derechos humanos, pues a pesar de que debería ser utilizada como excepción termina siendo la regla.

Este texto fue elaborado por el equipo de Animal Político y lo reproducimos con su autorización.

 

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Ayotzinapa un crimen que sigue sin castigo

A ocho años del ataque, asesinato y desaparición forzada contra los normalistas de Ayotzinapa, lo esencial sigue sin respuesta: ¿dónde están los jóvenes?, ¿por qué los atacaron, asesinaron y desaparecieron?, ¿quiénes son los autores intelectuales y cuándo pagarán por este crimen?

El 17 de agosto, el subsecretario de Derechos Humanos y Migración de la Secretaría de Gobernación (Segob), Alejandro Encinas Rodríguez, presentó el último informe sobre el Caso de Ayotzinapa.

El informe presenta avances, contradicciones y pendientes.

El principal avance es el reconocimiento de que se trata de un crimen de Estado. Se hace explícita la participación activa de militares, policías, autoridades civiles, administrativas y judiciales en la desaparición de los estudiantes.

El informe desmonta la versión de que la participación del Ejército fue sólo de omisión esa noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre del 2014 en Iguala. Ahora se sabe que el coronel José Rodríguez Pérez, entonces comandante del 27º Batallón de Infantería, ordenó el asesinato y desaparición de por lo menos seis estudiantes después de que los mantuvieron cuatro días encerrados en una bodega en la colonia Pueblo Viejo, en Iguala.

También se confirmó que Julio César López Patolzin —uno de los 43 desaparecidos—, es un militar en activo que desde el 2012 infiltró el Ejército en la normal de Ayotzinapa para espiar las actividades de los estudiantes.

Este papel del Ejército en Guerrero no es nuevo. Ampliamente se ha documentado la represión de militares, sólo basta recordar la época de la Guerra Sucia, la masacre de El Charco, la violación sexual contra Inés Fernández y Valentina Rosendo. Casos que siguen en la impunidad.

En Guerrero el Ejército ha sido utilizado para combatir la insurgencia, los movimientos sociales y la lucha de los pueblos. Y en los últimos 16 años también las fuerzas armadas han sido utilizadas en esta supuesta estrategia de seguridad que comenzó el panista Felipe Calderón, continúo el priista Enrique Peña Nieto y persiste con el morenista, Andrés Manuel López Obrador.

Esta supuesta estrategia sólo ha dejado muertes, desapariciones y desplazamientos forzados.

Sin embargo, la definición de crimen de Estado no corresponde con lo que dice el informe. Si fue un crimen de Estado: ¿por qué el entonces jefe del Estado mexicano, Enrique Peña Nieto, no está incluido en las investigaciones?, ¿Por qué el jefe del Ejército, el general Salvador Cienfuegos, no es llamado a explicar su actuación?

Como se puede entender que en el informe se establezca que la denominada “verdad histórica” se construyó en un salón de la Presidencia de la República, es decir, en la oficina de Peña Nieto, y el priista no esté incluido en la investigación.

Para que la definición de crimen de Estado no quede sólo en un uso retórico, las acciones del gobierno federal deben llegar hasta el nivel más alto. El más alto.

Focalizar la responsabilidad en el ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, a quién en el informe se le ubica como el personaje que dio la orden de asesinar y desaparecer a los estudiantes, y, en mandos militares, es insuficiente.

¿José Luis Abarca aglutinaba tanto poder para tener a mandos militares, policiacos (municipales, estatales y federales), alcaldes e integrantes del crimen organizado a su disposición para que esa noche se desplegara una operación de esa magnitud?

José Luis Abarca debe ser sancionado por su responsabilidad, pero es obvio que los aparatos de inteligencia y de seguridad del Estado que operaron esa noche no recaían en un alcalde.

¿Dónde queda el papel del ex gobernador, Ángel Aguirre Rivero? Desde la tarde del 26 de septiembre su gobierno monitoreó y siguió a los estudiantes desde que intentaron tomar autobuses en Chilpancingo.

Aguirre Rivero debió estar enterado de la situación y, de no ser así, fue omiso, negligente y eso también es una responsabilidad.

Además, durante los días siguientes al ataque y antes de que la entonces Procuraduría General de la República (PGR) atrajera la investigación, Aguirre Rivero no buscó a los normalistas, no detuvo a los responsables y permitió que Abarca Velázquez se fugara después de pedir licencia ante el Cabildo de Iguala, el 30 de septiembre.

Esa vez, la Policía Ministerial, curiosamente, llegó al Palacio Municipal de Iguala después de que Abarca Velázquez había huido.

De acuerdo con el informe que leyó Encinas Rodríguez, la entonces magistrada presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Lambertina Galeana Marín, ordenó la destrucción de los videos grabados por seis cámaras del exterior del edificio del Palacio de Justicia de Iguala, argumentando que las imágenes no eran claras porque hubo problemas técnicos.

Es cuestionable si fue decisión sólo de la magistrada o quién le ordenó borrar esas pruebas que daban cuenta de que policías municipales de Huitzuco bajaron a 13 estudiantes del autobús retenido fuera del Palacio Judicial, de acuerdo con el informe.

Lambertina Galena: ¿está siendo investigada?, ¿Será detenida?

Al igual, las conclusiones recientes del gobierno de López Obrador, no tocan al entonces procurador general del estado, Iñaki Blanco Cabrera —quien dijo— tenía ubicados a los presuntos autores intelectuales, pero no los detuvo inmediatamente entre ellos al propio edil perredista de Iguala José Luis Abarca Velázquez.

Ahora que el gobierno federal definió el Caso de Ayotzinapa como crimen de Estado: ¿no sería pertinente que un organismo internacional investigue, juzgue y sancione a los responsables del caso con la finalidad de garantizar la imparcialidad?

De no ser así, el Estado estaría investigando al propio Estado, independientemente de que los responsables hayan pertenecido a un gobierno distinto al de ahora.

Se corre el riesgo de no arribar a la verdad porque —pese a que el presidente insiste que el país vive un proceso de transformación—, el Estado y, sobre todo, en las instituciones de procuración de justicia en todos los niveles, la corrupción sigue enquistada.

A ocho años, lo que menos se espera es que el gobierno federal esté administrando el caso y, menos, que esté pensando en sacar raja política para el 2024. Las mamás y papás de los 43 normalistas desaparecidos merecen verdad y justicia.

Pero no sólo ellos la merecen, también la sociedad. El Caso Ayotzinapa es emblemático del terror, del abuso del poder, la barbarie del Estado, pero es hora que se convierta en un emblema de justicia, que marque el fin de la impunidad que está ahorcando al país.

La ciudadanía siempre ha tenido dudas de la aplicación de la justicia en México porque de manera constante se ha utilizado como una forma de ejercer el poder. Ojalá el crimen de Ayotzinapa no sea el caso.

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Murillo Karam enfrentará juicio en la cárcel. “Un paso más para nosotros como madres y padres de los 43″

Después de una audiencia de más de 12 horas, el exprocurador Jesús Murillo Karam fue vinculado a proceso por su presunta participación en delitos contra la administración de justicia, tortura y desaparición forzada en la investigación del caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Permanecerá al menos 90 días encarcelado


Texto: Alejandro Ruiz / Pie de Página

Fotos: Isabel Briseño

Ciudad de México

 

Cerca de las siete de la mañana una camioneta arribó al Reclusorio Norte, en la Ciudad de México, donde desde el sábado 20 de agosto duerme el exprocurador de justicia Jesús Murillo Karam, y donde permanecerá 90 días hasta que se deslinde su responsabilidad en una serie de delitos cometidos en la investigación judicial de los ataques a los normalistas de Ayotzinapa en Iguala.

De la camioneta que se estacionó frente a los juzgados del Reclusorio bajaron los abogados de Karam. Cargaban  siete cajas llenas de papeles que servirían como evidencia para defender a su cliente, detenido desde el día viernes, acusado de cometer los delitos de tortura, desaparición forzada y atentar contra la administración de justicia.

La acusación derivó de una investigación especial para esclarecer la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, en 2014. Hecho que, apenas hace unos días, el gobierno federal reconoció como un crimen de Estado.

De acuerdo con el informe presentado por el gobierno federal, Murillo Karam, en ese entonces procurador general de justicia, fraguó una «verdad histórica» que, sin investigar a fondo la participación de las autoridades gubernamentales y mandos militares en el crímen, entorpeció las investigaciones para esclarecer este hecho.

Este miércoles, el político priista fue vinculado a proceso, por lo que se abrirá un juicio penal para investigar su presunta participación en estos crímenes.

Las cajas llenas de papeles que cargaban sus abogados sirvieron de poco.

La audiencia

En un juzgado anexo al Reclusorio Norte, Murillo Karam está sentado con el uniforme caqui que portan todos los internos del penal.

La imagen contrasta con el más reciente video del exprocurador; donde afuera de su casa en Lomas de Chapultepec, portaba un saco negro y «bromeaba» con los policías y militares que lo fueron a detener.

Ahora las risas estaban ausentes. Su semblante lucía sereno. Su voz no titubeaba para nada cuando negaba su participación en los delitos que se le imputan. Inclusive, con esa misma serenidad –muy cercana al cinismo– Karam defendía su “verdad histórica”.

“Puedo aceptar algunos errores. Pudieron haber fallas. Puedo aceptar cosas que se hicieron mal, y que se pudieron hacer mejor, pero no la han podido tirar”.

Para el juez de control que decidiría el destino del exprocurador, sin embargo, poco importaban los argumentos de Murillo y su defensa.

En algún momento de la audiencia, cuando la defensa del exprocurador acusó que las acusaciones contra su cliente eran insostenibles y pactadas, el juez, Marco Antonio Fuerte Tapia, ordenó callar a los abogados. Les dijo que si seguían cuestionando la legitimidad de su tribunal, podrían ser expulsados de la audiencia.

Los abogados callaron, y después de exponer sus alegatos, el tribunal entró en receso. A la vuelta, la Fiscalía General de la República mostró el sustento de sus acusaciones ante el juez. El tribunal volvió a tomarse un tiempo para valorar lo que se expuso.

Pasaban las horas, y afuera, donde la prensa especulaba con teorías y deseos, poco se sabía de lo que pasaba adentro.

En ratos, reporteros salían e informaban a sus colegas: “No hay avances”; “entró en receso”; “yo creo que lo van a absolver”.

A eso de las cinco de la tarde un informe llegó hacia afuera. Rápido corrieron llamadas para corroborar lo que ahí estaba dicho: “ya vincularon a proceso a Murillo”. El rumor era cierto: el exprocurador tendría que enfrentar a la justicia y responder por los crímenes que le acusan.

Una larga deliberación

La audiencia continuó, pues aunque a Murillo debía de enfrentar la justicia, todavía quedaba un asunto pendiente. ¿Cómo la enfrentaría?

Hasta ese momento Jesús Murillo Karam se encontraba bajo prisión preventiva. Es decir, mientras se resolvía su situación jurídica el exprocurador estaría tras las rejas del Reclusorio Norte.

Esa medida cautelar,  es decir la prisión preventiva, fue ordenada debido al alto riesgo de fuga del político priista. Además de sus múltiples propiedades, los antecedentes de otros presuntos culpables de delitos graves durante la investigación del caso Ayotzinapa –como la fuga de Tomás Zerón– no daban un aura de confianza al poder judicial respecto a las próximas acciones de Murillo Karam.

Su defensa, obviamente, apeló esta medida. Argumentaban que la salud del exfuncionario era delicada. La discusión; el debate; los alegatos de ida y vuelta hicieron que el tiempo de espera se alargara. Pasaron más de 12 horas, y afuera la incertidumbre seguía reinando.

A eso de las nueve de la noche un informe surgió dentro de los juzgados. El juez había decidido imponer la prisión preventiva justificada a Murillo Karam, por lo que el exprocurador tendría que pasar, al menos, 90 días naturales en el Reclusorio Norte. Esto, mientras se agotaba la investigación para determinar su responsabilidad en los delitos que se le imputan.

Jesús Murillo Karam, además de su opacidad e intransigencia con las víctimas de derechos humanos, pasaría a la historia como el primer procurador general de la República en terminar en prisión. El asunto no es menor, pues en caso de comprobarse su culpabilidad, sería el primer procurador sentenciado por un delito grave a una pena de prisión.

Las horas se hacían cada vez más largas. Afuera los reflectores y cámaras comenzaban a transmitir la noticia en cadena nacional. Al poco tiempo, entre las sombras que separaban un largo pasillo entre el tribunal y la entrada a los juzgados, la defensa de Murillo Karam se vio bajar hacia los micrófonos y cámaras.

«Queremos que se aplique la ley, queremos justicia»

Sin nervios, inclusive tranquilos, los abogados Antonio y Javier López decidieron hablar frente a un país que desde hace casi 8 años espera respuestas sobre el caso de los 43.

Javier López citó jurisprudencias. Llamó inepto al juzgador. Y resaltó su propia labor, aunque su defendido fue vinculado a proceso y obligado a pasar la investigación en su contra tras las rejas.

Antonio López, en un tono más diplomático, dijo que Murillo Karam estaba “tranquilo y confiado de las instituciones’. Espera que le podamos decir, después de leer el expediente, qué es lo que sigue”.

Después, recordó que el exprocurador tiene algunos padecimientos de salud, pero “está estable”. También afirmó que un médico atendería a Jesús Murillo Karam mientras se encuentra en prisión.

Posteriormente no dudó en afirmar, con la mirada fija y la voz calmada, que apelarán la resolución del juez. Al poco tiempo dejaron de responder preguntas. Caminaron hacia la camioneta, ahora sin las cajas llenas de papeles, y entre una prensa que buscaba más respuestas, arrancaron el vehículo.

Mientras, detrás de ellos, Cristina Bautista, madre de Benjamín Bautista, uno de los 43 estudiantes desaparecidos en 2014, caminaba al lado de sus asesores jurídicos: Santiago Aguirre, del Centro Prodh, y Vidulfo Rosales.

En un tono distinto al de sus colegas, Vidulfo tomó la palabra. Primero agradeció a la prensa por seguir cubriendo el caso. Después afirmó que estaba de acuerdo con la resolución del juez.

“El juez valoró, de manera objetiva, todas las pruebas que presentó el ministerio público; y pudo establecer, razonablemente, que se cometió el delito de desaparición forzada en esta modalidad de que, a través de una investigación turbia, irregular, se ocultó el paradero de los estudiantes”.

Y recalcó que el mensaje que envió este tribunal va para aquellos otros funcionarios que han cometido –o cometen– irregularidades, “pues hay una consecuencia jurídica en este país”.

Cristina, con una voz más calma, dijo que esta decisión del juez significa “un paso más para nosotros como madres y padres de los 43 que es relevante. Que lo que queremos nosotros es llegar a la verdad, que se aplique la ley, queremos justicia».

«No nos gusta que estén en la cárcel las personas que cometieron (los delitos) esa noche del 26 de septiembre de 2014, pero sí queremos saber la verdad, para que otras personas se puedan animar de hablar y ya alcancemos la verdad de dónde están nuestros hijos, eso es lo que más queremos, eso es lo que más exigimos”.

Hubo preguntas incómodas, desde la ignorancia o las fobias políticas, pero Cristina mantuvo la calma, pues está a punto de caer el primer mando de alto rango del gobierno que, presuntamente, estuvo implicado en ocultar la verdad a las familias de los 43 por ya casi 8 años.

“Seguimos en pie de lucha. Vamos a seguir exigiendo la presentación con vida de nuestros hijos. Hasta encontrarlos. Hasta saber la verdad”, concluyó Cristina.

Este trabajo fue elaborado por el equipo de Pie de Página y lo reproducimos como parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. 

 

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Estudiante desaparecido en Iguala era un soldado infiltrado en Ayotzinapa

Texto: Marlén Castro

Fotografía: Tomada de internet 

Chilpancingo

 

Julio César López Patolzin, uno de los 43 estudiantes desaparecidos de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, era un soldado infiltrado por el Ejército, sostuvo Alejandro Encinas Rodríguez, subsecretario de Derechos Humanos del gobierno federal.

Este jueves, como parte de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia en el caso Ayotzinapa, Encinas Rodríguez, informó acerca de las últimas investigaciones de la desaparición de los normalistas a un mes del octavo aniversario.

López Patolzin es originario de Tixtla, ciudad en la que se ubica la Normal, es hijo de Joaquina Patolzin y Rafael López, quienes sobreviven de la siembra y venta de hortalizas.

Desde 2014, se conoció la historia militar de López Patolzin. Joaquina Patolzin y Rafael López contaron que su hijo estuvo en el Ejército y se dio de baja después de las inundaciones provocadas por Ingrid y Manuel.

De acuerdo con Encinas Rodríguez, López Patolzin estaba al mando del teniente Francisco Macías Barbosa, del 27 Batallón del Ejército, con sede en Iguala, a quien acusó de omisión y responsabilidad por no haber aplicado el protocolo de búsqueda de militares, ya que de haberlo hecho, se hubiera localizado a los estudiantes.

Encinas Rodríguez indicó que espera que Barbosa y la cadena de mando que participó en la infiltración de López Patolzin en la Normal Rural sean investigados por la justicia civil y militar.

Por los informes de López Patolzin a su mando en el Ejército, las fuerzas armadas y todas las autoridades supieron del movimiento de los estudiantes la tarde del 26 de septiembre del 2014, desde la salida de la Normal, agregó Encinas Rodríguez.

 

«No fue un bache, fue un atropellamiento», familiares de José Eduardo exigen justicia

Texto: José Miguel Sánchez

Fotografía:Oscar Guerrero

Chilpancingo

 

Familiares del joven José Eduardo Vargas Verónica, quien falleció el pasado sábado en un accidente de tránsito, explicaron que no fue un bache la causa del accidente, si no un atropellamiento por el que hay un detenido.

Los familiares exigieron a las autoridades justicia y que no liberen al detenido.

Los hechos ocurrieron el pasado sábado 6 de agosto.

José Eduardo, de 15 años, circulaba abordo de una motocicleta en la lateral del boulevard Vicente Guerrero, cuando entre las calles Galeana y Encino derrapó y se impactó contra un automóvil estacionado.

Por el impacto, José Eduardo falleció al instante.

El reporte preliminar indicó que fue a causa de un bache en la calle lo que ocasionó que José Eduardo perdiera el control de la motocicleta y derrapara ocasionando su muerte.

Horas más tarde se informó que se detuvo en Tierras Prietas al conductor de un automóvil Jetta color negro como presunto responsable del accidente.

El detenido responde al nombre de Tony Alberto González Bello, quién supuestamente, de acuerdo con los familiares de José Eduardo, es pareja sentimental de una trabajadora de la Fiscalía General del Estado (FGE) de nombre Rocío Martínez Leyva.

Yolanda Verónica Gatica, madre de José Eduardo, comentó que ella no fue notificada de la detención de González Bello, y que se enteró por sus propios medios.

Cuándo se enteró de la detención de González Bello acudió al Ministerio Público (MP) para la denuncia correspondiente y pedir que no sea liberado hasta que declare sobre el caso.

En el MP le dijeron que no les correspondía y la mandaron a la instalaciones de la Fiscalía General del Estado (FGE).

Ya en la FGE, Verónica Gatica comentó que no hubo quien los atendiera y que por lo mismo no ratificaron la denuncia.

«Estuvimos toda la noche tocando la puerta de las jaulas de detenidos y nadie salió a atendernos, nos fuimos porque teníamos que enterrar a mi hijo».

Los familiares de José Eduardo temen que pasen las 72 horas que establece la ley para que González Bello sea liberado porque no hay denuncia en su contra.

Al medio día de hoy familiares y amigos de José Eduardo protestaron en Palacio de Gobierno para exigir a las autoridades que no liberen a González Bello.

Los familiares bloquearon los dos carriles del encauzamiento Huacapa, a la altura de Palacio de Gobierno, donde exigieron ser atendidos por alguna autoridad.

En los cárteles de los manifestantes se leía: «Fiscalía no protejas asesinos».

«Lo único que pedimos es justicia, si nos la garantizan este bloqueo no estaría sucediendo», mencionó Agustín Verónica Gatica, tío de Eduardo.

Al bloqueo llegó personal de la Secretaría General de Gobierno a dialogar con los manifestantes, quienes dijeron que no se retirarían hasta hablar con funcionarios de la FGE.

Cuando llegó personal de la FGE, los familiares de José Eduardo pidieron que se firmara una minuta para acordar una mesa de diálogo.

Ante la negativa de los funcionarios estatales, los manifestantes intentaron entrar a Palacio de Gobierno a pedir una audiencia con el secretario general de Gobierno, Ludwing Marcial Reynoso.

Al percatarse de eso, personal de seguridad cerró la entrada principal de Palacio de Gobierno e impidió la entrada a la madre de José Eduardo.

Después de varios minutos de discusión, entre los familiares de José Eduardo y el personal de Gobernación, se permitió la entrada de una comisión para tratar el tema de la carpeta de investigación por la muerte de José Eduardo y darle el seguimiento correspondiente.

 

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