Benita Galeana, la escritora comunista

Esta tarde, el Congreso local otorgará Post Morten a la guerrerense Benita Galeana Lacunza la presea Sentimientos de la Nación. Con base en el libro Benita, escrito por ella misma, aunque una gran parte de su vida fue analfabeta, se cuenta cómo fue la vida de esta mujer, principalmente su experiencia en las filas comunistas


Texto: Marlén Castro

Foto: almomento.mx

13 de septiembre 2023

Chilpancingo

—¿Quiénes son esos que están haciendo escándalo? Preguntó Benita Galeana a un grupo de soldados a quienes conocía como compañeros de trabajo en el Cuartel Mesones, en la Ciudad de México. Aunque no lo específica en sus memorias, probablemente era el año 1928.

—Son unos comunistas que acaban de caer.

—Pobres muchachos, ¿por qué serán comunistas?

—Son unos tontos, porque el gobierno de Calles no los dejará vivos. Dicen que los van a matar a todos.

—¡Pobres! ¿Qué pudiéramos hacer por ellos?

—Nada, si los tienen incomunicados.

—No le hace; hay que hacer algo. ¡Tenemos que salvarlos!

—¿Pero cómo?

—Ustedes deben ir a los periódicos a avisar que aquí hay comunistas presos.

—Bueno, si usted quiere lo haremos.

—Pronto, vayan a la prensa, digan que en esta prisión hay comunistas.

Benita Galeana trabajaba en ese cuartel, al separarse de su marido Manuel Rodríguez, por quien inició su militancia en el Partido Comunista Mexicano. Obvio, no les dice que ella misma es comunista y así se salvó ella y a los presos.

“Los soldados se fueron. Yo no podía comunicarme con los compañeros. Sabía que si los veía, me cogían presa a mí también. Un soldado fue a los periódicos e informó. Por la tarde, los diarios decían que estaban presos como cien comunistas por querer matar al Primer Magistrado. Eso no era cierto, sino que habían caído por luchar contra el Servicio Militar Obligatorio que se quería implantar entonces. Esa misma tarde sacaron a los comunistas”.

Después de este episodio Benita Galeana regresa con su marido, a través de quien conoce a José Revueltas y a Diego Rivera, además de otros militantes comunistas famosos.

Aquí un episodio con Revueltas, precisamente después de que varios comunistas son encarcelados en el Cuartel Mesones.

—Ahora sólo falta ir con los trabajadores de las fábricas y hacer mítines y protestar por la detención de ellos. Vete a ver a José Revueltas para que se pongan de acuerdo y ver cómo le hacen para salvar a esos compañeros, instruyeron en el Partido Comunista a Benita Galeana.

“Salí a buscar a Revueltas. La policía tenía ya órdenes de cogerme otra vez. En eso me encuentro a Revueltas.

Me dice: —Mana, te ando buscando para que hagamos un mitin por los presos. —Pues a eso vengo yo también.

Estábamos en la calle de San Juan de Letrán. En ese momento llega un agente y nos dice: “¡Quedan detenidos!”. Vimos que un compañero se acercaba con propaganda. Entonces yo pegué un grito: “¡Viva el Partido Comunista!”, en señal de que estábamos presos».

Una de las visitas frecuentes en la casa de Benita Galeana era Diego Rivera. Aquí el episodio de cuando lo conoció.

“Un día se me presenta con Diego Rivera en mi casa, por Dr. Lavista. Como yo no conocía a semejante elefante, y tan feo, hasta me dio miedo de pronto. Me dice Manuel: —Es el pintor de quien tanto te he hablado. —Mucho gusto, señor, siéntese. Yo no sabía bien todavía las cosas políticas. Empezaron a hablar del famoso Trotski».

Sus memorias

Benita Galeana escribe sus memorias probablemente a partir de 1939, con la ayuda del periodista Mario Gill, quien escribía en El Machete, el órgano informativo del Partido Comunista. Gill es su pareja hasta 1973, cuando este muere.

Sus memorias arrancan cuando ella tiene seis años, que es el recuerdo más lejano que tiene de su propia vida.

«Las primeras palabras que recuerdo son éstas: —Pero, mujer, ¡si está muy chiquita! —¡Qué chiquita, si ya está bastante grande! ¡Ya tiene seis años! ¡Ya está buena para que ayude a trabajar… y por eso la chingo, para que aprenda!».

Esta escena es entre su hermana Camila, la mayor de todas, quien la cuida al morir la madre y porque el padre se tira al vicio.

Esta parte de la vida de Benita Galeana es bastante triste. Su hermana le pega por todo, aunque se encarga a tan corta edad de muchos de los quehaceres de su casa, encima soporta a su cuñado, a quien le corta dos dedos una noche que quiso abusar sexualmente de ella, cuando sólo tenía ocho años.

Estos son los recuerdos de Benita Galeana de ese momento.

“Estaba muy oscuro. Me levanté sin hacer ruido y fui adonde guardaba los fierros que yo usaba cuando mataba puercos. Cogí un cuchillo y me volví a la cama. Al poco rato volvió la mano a andar tentando. Se la cogí rápidamente y con el cuchillo le di una cortada. Nomás oí un pujido, pero no dijo nada. Dejó un reguero de sangre.

Pedro dejó de venir diez días a la casa. Cuando volvió traía la mano vendada. Le había cortado dos dedos de la cuchillada”.

La vida de esta mujer indómita está llena de aventuras y de desventuras. Creció en un entorno desfavorable y arriesgado para una niña.

“Cerca de la casa donde vivíamos, había un estero. El estero estaba lleno de lagartos. Como estos no tenían que comer, se salían a buscar comida. Seguido se llevaban los animales. Había uno, muy grandote, que le decíamos “El Panteón”, porque se bajaba hasta una vaca. Ya se había bajado a varias. Nosotros nos habíamos familiarizado con los lagartos y ya no les teníamos miedo. Sabíamos cómo defendernos de ellos.

Nunca dejábamos que se nos pusieran de lado. Para luchar con ellos, había que llegarles por delante, porque así no atacan. Luego, les brincábamos al lomo y los cogíamos de las dos patas delanteras y los volteábamos boca arriba. Enseguida, les metíamos una estaca en el hocico para que no mordieran”.

Benita Galeana vivió hasta los 14 años con su hermana Camila, en San Jerónimo de Juárez, donde nació en el año 1904 o 1907, no se sabe con certeza el año. Después, cuando ya no la aguantó más y porque quería casarla con un adulto mayor, se fue a vivir a Acapulco con su hermana Guadalupe, quien también la explotó.

Siempre quiso vivir en la capital del país; después de su estancia en Acapulco, en donde se junta a vivir con un escribiente de un juzgado y tiene una hija, todo lo que hace en la vida es buscar la forma de llegar a la Ciudad de México, cuando lo hace finalmente, conoce a Manuel Rodríguez, por quien se inicia en el Partido Comunista, en donde se convierte en activista por la libertad de presos políticos, por los derechos de los trabajadores y en la creación del Frente Único Pro-Derechos de la Mujer.

 

 

Texto patrocinado por el Congreso del Estado

¿Quién es Juan del Carmen y por qué los diputados exhortaron a la SEP incluirlo en los libros de Texto?

Texto: José Miguel Sánchez
Fotografía: Portada del libro Juan del Carmen: Insurgente en la Costa Chica de Guerrero 
15 de mayo del 2023
Chilpancingo

El coronel Juan del Carmen fue el lugarteniente de Vicente Guerrero y murió en batalla mientras defendía el sitio de Xonacantlán, hoy municipio de Alcozauca, en la Montaña de Guerrero. Por su participación en la Independencia, la actual legislatura del Congreso local exhortó a la Secretaría de Educación Pública (SEP) para que lo incluya en los libros de texto para el ciclo escolar 2023-2024.

De acuerdo con la Enciclopedia Guerrerense, Juan del Carmen nació en 1790 en la comunidad indígena de Cuananchinicha, ahora municipio de Tlacoachistlahuaca, a los 21 años se adhirió al Ejército Insurgente y se puso a las órdenes del general Vicente Guerrero.

Por su destacada participación en el movimiento armado fue nombrado lugarteniente de Vicente Guerrero y obtuvo el grado de coronel. A sus filas sumó habitantes de los pueblos originarios y afromexicanos.

Juan del Carmen acompañó a Vicente Guerrero en diversos combates por las hoy regiones de la Costa Chica y la Montaña, zonas ñuu savi y me’ phaa.

En 1817, Juan del Carmen se concentró, junto a Vicente Guerrero, en un fuerte en el cerro de Xonacatlán, lugar donde los realistas lo sitiaron y finalmente murió al recibir los disparos que iban dirigidos a Vicente Guerrero.


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Por tal motivo el Congreso local, en la sesión del 4 de mayo pasado aprobó por unanimidad un exhorto a la titular de la SEP, Leticia Ramírez Amaya, para incluir “la vida y obra del coronel Juan del Carmen en los libros de texto gratuitos correspondientes al ciclo escolar 2023-2024, como reconocimiento a este insigne hombre de la Costa Chica guerrerense que luchó por la libertad de México al lado del general Vicente Guerrero”, se lee en el exhorto.

Al presentar la propuesta, la diputada morenista Claudia Sierra Pérez dijo que hablar de Vicente Guerrero es recordar a sus correligionarios, “quienes en el momento en que la lucha independentista atravesaba por una etapa oscura, casi sin aliento ni esperanza impulsaron al general no sólo a continuar, sino que lo defendieron a costa de su propia vida para poder lograr una patria libre”.

Sierra Pérez mencionó que Juan del Carmen se distinguió “por ser un hábil insurgente que libró batallas sin tener derrota alguna frente a los realistas”.

“El liderazgo del coronel fue tanto, que incluso llegó a ser nombrado el segundo teniente en las filas de la insurgencia, y junto al general Guerrero recorrió lo que hoy es este estado de un extremo a otro, pasando por puntos fortificados y guarnecidos por el enemigo, asistiendo al llamado independentista de José María Morelos y Pavón”.

Los diputados locales exhortaron a la SEP para incluir a Juan del Carmen en la historia oficial para estudiantes de educación primaria por su destacada participación.

“De modo que su nombre sea conocido y recordado a lo largo y ancho del país, pues, gracias a sus proezas, la lucha de Guerrero por nuestra independencia no sólo continuó cuando estaba por extinguirse la llama, sino que pudo llegar a feliz término”, agregó la diputada en tribuna el día que presentó el exhorto y que fue aprobado.


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José María Murguía y Galardi, el primer presidente del Congreso de Chilpancingo 

Texto: José Miguel Sánchez

Fotografia: INAH

abril del 2023

Chilpancingo

 

José María Murguía y Galardi fue un político, militar y escritor que participó en la independencia de México. Además fue el primer presidente del Primer Congreso de Anáhuac, celebrado en Chilpancingo en 1813.

Antes de ser el primer presidente del Primer Congreso de Anáhuac, Murguía y Galardi tuvo otros cargos políticos importantes en su natal Oaxaca.

Murguía y Galardi comenzó su carrera política en 1876, como alcalde ordinario de la ciudad de Oaxaca, cargo que desempeñó hasta 1809, posteriormente fue el encargado de recolectar los impuestos en el estado.

Para 1812, año en que las tropas de José María Morelos y Pavón entran a Oaxaca, era parte de la Junta de Seguridad y Defensa, por lo que negoció con Morelos para lograr una toma pacífica de la ciudad.

Después de la toma de Oaxaca por las tropas insurgentes, fue nombrado por el mismísimo Morelos como el intendente insurgente del estado de Oaxaca.

Poco se sabe de la relación entre Murguía y Galardi y Morelos, y hasta la fecha los historiadores no explican por qué Morelos dejó en el cargo de intendente insurgente a un personaje que siempre perteneció a la élite oaxaqueña.

La teoría más aceptada, de acuerdo con el artículo José María Galardi y el Congreso de Chilpancingo del historiador oaxaqueño Carlos Sánchez Silva, es que Morelos vio en él un personaje «idóneo que podía servir de puente entre los dos bandos».

«La élite oaxaqueña veía en él (Murguía y Galardi) un personaje perfecto para salvaguardar sus intereses», se lee en artículo de Sánchez Silva.

De acuerdo con el mismo artículo, en el Archivo General de Oaxaca existe un gran número de expedientes en los que las familias ricas de ese estado denunciaban despojos y pleitos por parte de los insurgentes.

«Como un verdadero malabarista, Murguía y Galardi trató de encontrar la solución más salomónica que no perjudicara a los miembros de la élite, pero ya también mantuviera contenta a la dirigencia insurgente».

Para 1813 y ante la insistencia de Morelos de tener un órgano de gobierno formal que dirigiera el rumbo de la causa insurgente convoca para el 13 de septiembre en Chilpancingo al Primer Congreso de Anáhuac.

Por eso, Murguía y Galardi es electo en Oaxaca para representar a su estado en el Congreso de Chilpancingo.

En el acta de la primer sesión del Congreso de Chilpancingo aparece Murguía y Galardi como presidente de la sesión y fue él quien le tomó protesta como generalísimo de las tropas insurgentes.

«Lo cierto es que la labor de Murguía y Galardi fue efímera: el 17 de septiembre aparece como presidente (del Congreso); un día después, el 18, su suplente, el doctor Manuel Sabino Crespo ya lo había sustituido».

Después de eso Murguía y Galrdi regresó a Oaxaca a ocupar su puesto como intendente insurgente hasta la toma de la capital por las tropas realistas a principios de 1814.

Una vez que el gobierno español reconquistó Oaxaca de las tropas insurgentes se colocó un Cabildo Eclesiástico para juzgar a quienes colaboraron con el gobierno insurgente.

El Cabildo Eclesiástico acusó a Murguía y Galardi de «infidencia contra su monarca» y aunque no fue sentenciado a muerte como otros líderes insurgentes sí desapareció de la escena política hasta 1820.

Con la declaración de independencia y la instalación de un Congreso Constituyente para naciente nación, Murguía y Galardi reapareció y fue electo diputado por la provincia de Oaxaca en 1820 y posteriormente primer gobernador de 1823 a 1824.

Durante su gobierno y gestión se promulgaron el Acta Constitutiva del Estado de Oaxaca y la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1824.

“Después de una azarosa y exitosa carrera política, Murguía y Galardi se retira a la vida privada para escribir su obra Estadística del estado de Oaxaca, obra de ocho volúmenes que concluyó en 1828 y por el que recibió el apodo de Padre de la estadística oaxaqueña”.

Después de la publicación de su obra, Murguía y Galardi desaparece de la vida pública completamente; se desconoce la fecha exacta de su muerte.


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Carlos María de Bustamante, el historiador del movimiento insurgente 

Texto: José Miguel Sánchez 

Fotografía: Relatos e Historias de México 

marzo del 2023

Chilpancingo 

 

Carlos María de Bustamante fue un filósofo que participó activamente en el movimiento independentista, fue el primer legislador por el estado de Oaxaca y es considerado el historiador de la independencia mexicana.

La Real Academia de Historia (RAH) menciona que Carlos María de Bustamante estudió Filosofía en el Seminario de Oaxaca y posteriormente se graduó en Teología, más tarde, en 1796, empezó la carrera de Jurisprudencia en la Ciudad de México, profesión que ejerció en la Audiencia de Guadalajara.

En 1805 fundó el Diario de México, publicación que utilizó para escribir sobre el pensamiento liberal que se generaba en aquella época.

Al inició de la Guerra de Independencia, en 1810,  Carlos María de Bustamante fue invitado por Ignacio Allende a participar en el movimiento armado, oferta que declinó al considerar que sus aportaciones serían de corte más intelectual.

En ese año inició la que es su obra más conocida, Cuadro Histórico de la Revolución de la América Mexicana, una obra compuesta de cinco volúmenes que da un recuento de toda la Guerra de Independencia.

Para escribirla, Carlos María de Bustamante recurrió a fuentes directas, a los testimonios de personas que participaron en los hechos y que los presenciaron, así como a documentos oficiales de la época.

La obra comienza con el grito de dolores, el 16 de septiembre de 1810, y culmina en 1833.

El Cuadro Histórico de la Revolución de la América Mexicana es, hasta la fecha, la fuente principal de los historiadores para conocer sobre la Independencia de México.

Tras la proclamación en España de la Constitución de Cádiz, en 1812, Bustamante fue uno de los primeros en hacer uso de la libertad de imprenta y publicó el periódico El Juguetillo, de tinte crítico a la corona española y que casi de inmediato fue suspendido por el virrey.

Después de varias amenazas por parte de los realistas, Bustamante huyó a Oaxaca donde se une al movimiento armado que ya comandaba José María Morelos.

Morelos lo nombró inspector general de Caballería, y le encargó editar el periódico El Correo del Sur, uno de los medios de comunicación del medio insurgente en el sur del país.

En 1813 forma parte del Primer Congreso de Anáhuac como diputado por Oaxaca, y de acuerdo con la Enciclopedia de la Literatura en México, fue Bustamante el encargado de redactar el discurso que Morelos leyó ante el pleno del Primer Congreso de Anáhuac, el 13 de septiembre de 1813 en Chilpancingo.

También fue el encargado de redactar, por órdenes de Morelos, el acta de Independencia de la América Septentrional que se proclamó en noviembre de 1813 y aprobada por el Congreso de Anáhuac.

Años más tarde, de 1821 a 1823, publicó La abeja de Chilpancingo, un compilado de todas las sesiones, discursos, decretos y documentos que pasaron por el Congreso de Anáhuac.

Tras la caída de Morelos en 1815 fue arrestado por los realistas y lo enviaron preso al Castillo de San Juan de Ulúa, en el que permaneció de 1817 a 1820.

Proclamada la Independencia en 1821 se unió a las tropas de Antonio López de Santa Anna y se enfrentó a las ambiciones de Agustín de Iturbide que pretendía convertir la naciente república en una monarquía hereditaria.

Esto fue a través de diversas críticas expresadas en su semanario La avispa de Chilpancingo.

Esta actitud le valió de nuevo el encarcelamiento en el Convento de San Francisco, junto a otros diputados a quienes se acusaba de participar en una supuesta conspiración contra Iturbide.

En 1823, tras la destitución de Iturbide, recobró la libertad y al año siguiente fue electo de nuevo para el Congreso como diputado de Oaxaca.

En dicho cargo fue uno de los responsables de elaborar la constitución del naciente país.

De 1824 a 1844 ocupó en diversos momentos su curul como diputado por Oaxaca.

En los últimos años de su vida “hubo de presenciar, con profunda aflicción, la intervención estadounidense en México”, se lee en su biografía.

Falleció por causas naturales a los 74 años.

 


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José Manuel de Herrera, el canciller del movimiento independentista

Texto: José Miguel Sánchez

Fotografía: Mediateca INAH 

27 de marzo del 2023

Chilpancingo

 

José Manuel de Herrera fue un sacerdote insurgente y diputado; firmó los Sentimientos de la Nación y fue comisionado por José María Morelos y Pavón para representar a la causa insurgente en el extranjero.

De acuerdo con su biografía publicada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), José Manuel Herrera estudió teología en el Colegio Carolino de Puebla, fue cura de Santa Ana Acatlán y de Huamuxtitlán, en el hoy estado de Guerrero.

En 1811 es enviado a la Capellanía de Chiautla, en Puebla, momento decisivo en el que se une a la causa insurgente, comandada por Morelos.

Chiautla fue tomado por las tropas de Morelos, y fue ahí que se adhirió a la causa insurgente y lo acompañó en la toma de Oaxaca en 1812. En la catedral de Oaxaca dio una misa solemne para celebrar ese triunfo.

Dos meses más tarde, Morelos le encargó fundar y dirigir el periódico Correo Americano del Sur, junto con Carlos María de Bustamante.

En septiembre de 1813 fue diputado del Primer Congreso de Anáhuac, en Chilpancingo, en representación de la provincia Tecpan.

En Chilpancingo firmó los Sentimientos de la Nación, primer marco jurídico de América, y posteriormente colaboró en la redacción del Decreto de Independencia en la América Septentrional, y en la constitución de Apatzingán.

En noviembre de 1813, Morelos lo designó para ir a negociar con el gobierno de Estados Unidos en Washington DC el suministro de armas y municiones. Para este viaje, Morelos le encargó la custodia de su hijo Juan Nepomuceno Almonte, pero, tras su muerte, sólo llegaron hasta Nueva Orleans.

José Manuel de Herrera regresó a Puebla, en donde aceptó el indulto ofrecido por el virrey Juan Ruiz de Apodaca.

Regresó a la vida política del país tras la Independencia de México en 1821. Fue nombrado ministro de Relaciones Interiores y Exteriores de 1821 a 1822, por el recién nombrado emperador Agustín de Iturbide.

Posteriormente diputado por Tlaxcala y Ministro de Justicia con Vicente Guerrero en 1829.

José Manuel de Herrera es considera por la historia oficial como el primer ministro de Relaciones Exteriores de México, en 1821 envió a la Secretaría de Estado de Estados Unidos la primera comunicación oficial emanada del México Independiente y estableció las relaciones formales entre los dos países.

Murió en la Ciudad de México en 1831; se desconocen las causas.

 


Texto patrocinado por el Congreso del estado de Guerrero 

José María Liceaga, el representante de Guadalajara en el Primer Congreso de Anáhuac

Texto: José Miguel Sánchez 

Fotografía: Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM)

15 de marzo del 2023

Chilpancingo 

 

José María Liceaga fue un hacendado, militar y médico originario de Guadalajara, que participó activamente en la Guerra de Independencia desde su inicio, en 1810, hasta su muerte, en 1818.

Para conformar el Primer Congreso de Anáhuac, Liceaga participó como legislador por la entonces provincia de Guadalajara.

Como diputado fue uno de los firmantes del Acta Solemne de la Declaración de la Independencia de la América Septentrional, en 1813 y también en la firma del Decreto Constitucional para la Libertad de América Mexicana, en 1815.

Aun cuando son desconocidos los datos específicos acerca de su nacimiento y vida, los datos oficiales proporcionados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) indican que nació en 1780, en una hacienda familiar llamada Hacienda de la Gavia, en el hoy municipio de Romita de Liceaga, Guanajuato.

Liceaga comienza sus estudios de medicina pero los abandona y se enlista en el Ejército realista, donde ascendió al cargo de teniente.

En 1810 se une a Miguel Hidalgo y Costilla para acompañarlo en la Guerra de Independencia, donde es nombrado teniente coronel.

El 30 de octubre de 1810 participó en la batalla del Monte de las Cruces en la que las tropas de Hidalgo se enfrentaron y vencieron a los elementos realistas.

Unos meses después, el 17 de enero de 1811 se enfrentan en otra batalla los insurgentes y los realistas, pero esta vez, los insurgentes resultaron perdedores. Se trató de la batalla del Puente de Calderón en la que las cifras de insurgentes muertos y heridos fueron unos 13,000.

Para los historiadores esta batalla fue el final de la primer etapa de la insurgencia, comandada por Miguel Hidalgo.

Tras los fusilamientos de Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, Liceaga no soltó las armas y continuó en la lucha armada en el noreste de México

Por ese motivo fue nombrado vocal de la llamada Junta de Zitácuaro, órgano político y administrativo de los insurgentes, y el antecedente directo del Congreso de Anáhuac.

Ya en 1813 fue nombrado diputado por la provincia de Guadalajara en el Congreso de Chilpancingo, desde el 24 de octubre de 1814 hasta el 5 de noviembre de 1815, y fue uno de los firmantes del Acta Solemne de la Declaración de la Independencia de América y del Decreto Constitucional para la Libertad de América Mexicana.

Después que Morelos es fusilado en de diciembre de 1815, Liceaga se marcha a Michoacán y dos años después, por desacuerdos entre los diputados del Congreso de Chilpancingo, Ignacio López Rayón lo destituye a él y a José Sixto Verduzco de sus cargos como diputados y ordena que sean capturados.

Después de este acontecimiento, José María Liceaga decide retirarse de la vida militar y se va a su hacienda de La Laja, en Guadalajara.

A finales de 1818 Liceaga fue asesinado por el capitán Juan Ríos, desertor de las tropas del comandante insurgente Miguel Borja. En realidad ambos murieron.

De acuerdo con el libro Actores y escenarios de la Independencia. Guerra, pensamiento e instituciones, ‪1808-1825‬, de los historiadores Alfredo Ávila y Enrique Florescano, Juan Ríos cometió varios desmanes en la Hacienda del insurgente retirado Liceaga, por lo que este último decidió atacarlo y en un enfrentamiento ambos fallecieron.

Existe otra versión que indica que Juan Ríos estaba bajo las órdenes del comandante insurgente Miguel Borja, quien ordenó el asesinato de Liceaga; la razón, una deuda que tenía y para evitar pagarla, Liceaga decidió que le quitaran la vida.


Contenido patrocinado por el Congreso del estado de Guerrero 

 

La campana de la Asunción de Chilpancingo y sus más de 200 años de historia

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Oscar Guerrero

Chilpancingo

 

En al atrio de la Catedral de Santa María de la Asunción, en Chilpancingo, hay una campana que para muchas personas pasa inadvertida, pero su valor histórico se remonta a más de 200 años.

La Catedral de Santa María de la Asunción, ubicada en el zócalo de Chilpancingo, es uno de los lugares más emblemáticos e históricos de la capital. Es la única iglesia de México con elementos históricos y políticos plasmados en sus paredes.

Ahí el ilustre José María Morelos y Pavón encabezó el Primer Congreso de Anáhuac y leyó los Sentimientos de la Nación, primer marco jurídico y legislativo de México.

Pero su importancia no termina ahí, la campana de la que hablamos es un elemento histórico que data de 1749. Ahora luce algo envejecida, el tiempo le dio una coloración verdosa, pero todavía pueden apreciarla desde el costado derecho del atrio de la catedral.

La fundieron en 1749 y lleva en Chilpancingo 247 años al servicio de la catedral. Es grande, pesa aproximadamente una tonelada; tiene grabado el año en que la fundieron.

Algunas personas reconocen su valor histórico y se toman fotografías con ella; para otros su valor es desconocido y pasa desapercibida.

En 2018 la declararon descontinuada por su edad y porque presentaba agrietamientos; ya no sonaba bien. Todavía funcionaba, pero presentaba un riesgo, podía desprenderse. Ahora está es desuso por el riesgo.

“Cuando comenzó a presentar dichos agrietamientos fue que decidimos cambiarla y llamamos a expertos para hacer un diagnóstico y se llegó a la conclusión que podía desprenderse la parte de abajo con que remata la campana”, contó el párroco de la Catedral, Benito Cuenca Mayo.

Aunque la campana lleva cuatro años expuesta en el atrio, existen proyectos para conservarla como una reliquia histórica para Chilpancingo.

“Hace dos años uno de los proyectos que yo tenía era hacer un basamento y sobre eso colocar la campana para conservarla y exhibirla”, dijo Cuenta Mayo.

La campana antigua fue relevada en 2018 por una campana cual de grande, pesa una tonelada, que estuvo exhibida fuera de la catedral antes de subirla.

“La campana nueva fue bendecida una navidad de 2018 por monseñor (Salvador) Rangel, que en ese momento aún era el obispo”.

El sacerdote Cuenca Mayo se ausentó cómo titular de la catedral por dos años y a su regreso pretende retomar el proyecto.

“Por su importancia histórica no podemos venderla, regalarla y mucho menos fundirla, por eso queremos ver que quede para la admiración de los chilpacingueños y todos los que vengan”.

Para el trámite de bajar la campana y colocar una nueva se solicitó el permiso al entonces obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, quien autorizó el cambio.

Para el proyecto de exhibir la antigua campana de 274 años, el sacerdote Cuenca Mayo piensa realizar actividades de fondeo que le permitan costear los gastos del basamento.

 

El centro de operaciones de Vicente Guerrero en la Montaña está en venta

Texto: José Miguel Sánchez

Fotografía: Cortesía Masedonio Mendoza Basurto 

19 de enero del 2023

Chilpancingo 

 

En Guerrero aún existen vestigios que nos cuentan la historia de México, edificaciones que existen desde la independencia y que muchos se niegan a que desaparezcan.

Uno de los casos es una pequeña casa ubicada en la cabecera municipal de Alcozauca, en la Montaña de Guerrero, que fue el centro de operaciones de Vicente Guerrero en 1817.

El inmueble está en venta desde hace un año y no hay institución que pretenda conservarlo.

La casa está a pocos metros de la iglesia de Alcozauca, es de adobe, con una puerta de lado derecho y una pequeña ventana en el costado.

Si no fuera por una placa que hay en la fachada donde se lee que ahí fue “donde se hospedó el general Vicente Guerrero de paso a Xonacatlán”, pasaría inadvertida y sería otra casa con el mismo estilo arquitectónico. Su valor radica en su historia.

Arriba de la placa también hay un lona amarilla donde se lee: “Se vende”.

En la actualidad la propiedad es de un particular que pretende vender el inmueble.

Vicente Guerrero acudía a esa pequeña casa a planear su estrategia de guerra en la última etapa de la Independencia.

En esa casa fue sitiado por tropas españolas en 1817 y en una batalla por defender la región asesinaron al hombre en el que descaragaba la mayor de su confianza, Juan del Carmen.

En lo que actualmente se conoce como La Montaña de Guerrero y anteriormente la Sierra de Tlapa, los colonizadores impusieron un orden administrativo, político, militar y religioso para sojuzgar a los pueblos originarios.

«Por toda la carga de trabajo y explotación, los pueblos originarios de La Montaña se incorporaron a la lucha insurgente por la Independencia en 1810, respaldando al cura José María Morelos y a Vicente Guerrero, quienes utilizaron la región como zona de operaciones y de resguardo. Vicente Guerrero instaló su cuartel general en Atlamajalcingo del Monte y en Alcozauca, donde recibió ayuda militar, comida y pertrechos por parte de la población», se lee en apartado histórico de la página del Ayuntamiento de Alcozauca.

Aun cuando el Ayuntamiento lo presuma con cierto orgullo, no hay autoridad que pretenda restaurar o poner atención a la casa en venta.

En la imagen, la casa donde se hospedaba Vicente Guerrero en sus visitas a la Montaña de Guerrero durante el movimiento de Independencia, ubicada en Alcozauca. Foto: Cortesía Masedonio Mendoza Basurto.

Cuenta la historia oral de Alcozauca que los pueblos originarios fueron un bastión importante para mantener viva la independencia, «suministrando carne seca, sal, agua, pinole, totopos, quelites, tortillas y alimentos para las tropas insurgentes».

«También aportaban información, recursos económicos, pertrechos, armas, leña, caballos y otros recursos para sostener la lucha revolucionaria», se lee en un artículo histórico sobre Alcozauca, escrito por Jaime García Leyva, poeta y cronista Ñu Savi.

La importancia de Vicente Guerrero en Alcozauca fue tal que el 18 de febrero de 1869 el gobernador del estado, Francisco O. Arce, publicó el decreto que nombra a Alcozauca como de Guerrero.

El decreto concedió, además, una feria anual que debía iniciar cinco días antes del primer viernes de cuaresma.

Actualmente la feria tampoco se realiza.

El decreto pretendía conmemorar la lucha en contra del dominio español que Vicente Guerrero desarrolló en la Montaña y Costa Chica entre 1814 y 1817.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), existen varios testimonios sobre la estadía de Vicente Guerrero en la Montaña y de los diversos enfrentamientos armados que tuvo con las tropas del gobierno virreinal y de los cerros que fortificó.

Uno de esos relatos fue que en 1816 el comandante realista Gabriel Armijo informaba que “gavillas de rebeldes que se han establecido son las de Vicente Guerrero situado y fortificado en Xonacatlán, su fuerza constante es de 800 hombres, de ellos 500 con armas de fuego y el resto de machetera», establece un documento propiedad del INAH y publicado en su página oficial.

Sobre el mismo tema, la historiadora del INAH Guerrero, María Teresa Pavia Miller cuenta que Xonacatlán fue el cuartel general la mayor parte del tiempo que Vicente Guerrero acudía a la Montaña.

Pavia Miller también establece la hipótesis en la que es probable que el insurgente tixtleco se ubicará por Xonacatlán cuando ocurrió el famoso encuentro con su padre, quien lo buscó con la encomienda del gobierno realista de convencerlo para que se indultara.

Con más de 200 años de historia, el miércoles 18, el diputado de Morena, Masedonio Mendoza Basurto, presentó un punto de acuerdo para exhortar a la titular de la Secretaría de Cultura del estado, Aída Melina Martínez Rebolledo, para que haga las gestiones necesarias para el rescate del inmueble donde se hospedaba Vicente Guerrero.

En la imagen, el diputado de Morena, Masedonio Mendoza Basurto, durante su intervención sobre la casa de Vicente Guerrero en la sesión del 18 de enero. Foto: Congreso del estado

Mendoza Basurto pretende que la Secretaría de Cultura rescate dicho espacio histórico para se convierta en un centro cultural o museo que rinda homenaje a Vicente Guerrero.

Durante su intervención en tribuna, Mendoza Basurto resaltó en su propuesta, la importancia histórica de Alcozauca al ser «escenario de batallas militares durante varios años, hasta 1821, cuando se establece una tregua entre Guerrero e Iturbide para pacificar el país y lograr la Independencia».

«Por todo lo anterior es de suma importancia recuperar el bien inmueble donde se alojara el general Vicente Guerrero durante sus incursiones por la Montaña, y con ello coadyuvar a la conservación del legado histórico y memoria de un guerrerense ilustre y valeroso que hizo importantes aportaciones al país», mencionó Mendoza Basurto.

La propuesta fue turnada a la Comisión de Cultura para su correspondiente análisis y dictaminación.

 

Este es un texto patrocinado por el Congreso del Estado de Guerrero


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Amelio Robles: el coronel revolucionario transgénero de Guerrero

Texto: Itzel Urieta

Fotografía:l Tomada del internet

Chilpancingo

 

Malaquías Amelia de Jesús Robles Ávila fue su nombre de pila, pero en la historia quedó inmortalizado como el coronel Amelio Robles, catalogado como el primer revolucionario transgénero en México.

Nació en 1889, en la comunidad de Xochipala, Guerrero. Desde su nacimiento hasta su juventud fue reconocido como mujer y en el libro Amelio mi Coronel, se describe su historia entre datos verdaderos y literarios.

De acuerdo con el libro, las personas cercanas a Amelio mencionan que era alguien diferente, que desde muy pequeño ya usaba armas, andaba a caballo y hacía actividades relacionadas con los hombres.

Durante 1910, en México comenzó la Revolución Mexicana, episodio histórico en el que muchas personas combatieron, contra el gobierno de Porfirio Díaz, impulsadas por el Plan de San Luis, un manifiesto publicado por Francisco I Madero, el 20 de noviembre de 1910, que llamaba a alzarse en armas para acabar con la dictadura de Porfirio Díaz y convocar a elecciones.

“Entre los que se unieron a esta guerra contra Porfirio Díaz, se destaca un coronel de nombre Amelio Robles, un hombre trans que, en esa convulsionada época, encontró la manera de ocultar su identidad”, mencionó Ignacio Casas Freire, autor del libro Amelio mi coronel, durante un conversatorio virtual organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

El libro es una ficción histórica que mezcla las historias de la Revolución Mexicana con la descripción del proceso por el cual pasó Malaquías Amelia de Jesús antes de ser conocido como Amelio Robles.

A los 23 años, todavía como Amelia, decidió unirse a las filas del Ejército Libertador del Sur, obtuvo trabajos de mensajería, contrabando de armas, víveres, lucha armada y misiones especiales.

Antes de que las tropas del Ejército Libertador del Sur pasarán por Xochipala, Amelio se tomó una foto y cuando se la entregaron exclamó “Yo soy y no soy ese personaje”. Acto seguido se cortó las trenzas que llegaban hasta su cintura.

En el libro se narra que después de ese episodio, la madre de Amelia guardó toda su vida las trenzas de su hija en una cajita de Olinalá.

Al ingresar a las tropas dejó a un lado las faldas y el rebozo por Casimira, la pistola de su difunto padre.

En los días que Amelia ingresó a las filas del movimiento revolucionario, les dijo a sus compañeros que se dirigieran a su persona como hombre. Cambió su nombre a Amelio y pidió respeto.

“En una ocasión alguien de su tropa se dirigió a Amelio como mujer y el estalló en cólera, no permitía esa falta de respeto”.

Durante la Revolución, las habilidades de Amelia se hicieron notar, principalmente, al planear y ejecutar emboscadas contra el Ejército federal en las montañas del sur de México.

Participó en la toma de Chilpancingo que llevó a la caída del presidente golpista Victoriano Huerta e incluso, en un combate, logró robarle el caballo a un general, lo que mostró su gran habilidad para dirigir asaltos y su destreza individual.

Ya como coronel tuvo a su cargo grupos de hasta 1,000 hombres.

En 1918, cuando Venustiano Carranza se convierte en presidente de México, Amelio fue nombrado soldado del Ejército Mexicano por haber participado en diferentes luchas con personajes como Chon Díaz, Heliodoro Castillo, Adrián Castrejón y Emiliano Zapata.

Su amistad con quien era su jefe en el Ejército, Adrián Castrejón, facilitaron muchas cosas a Amelio Robles ya que ese contacto político le permitió el reconocimiento en las filas militares.

El ejército zapatista le ofreció el título de coronel, pero éste no era reconocido por la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena), así que dicho nombramiento no fue oficial y mucho menos se le otorgó la pensión militar que reciben los soldados.

En 1974 lo condecoraron y lo nombraron Veterano de la Revolución Mexicana, gracias a un acta de nacimiento apócrifa, la Sedena reconocía el género y el nombre de Amelio Malaquías Robles Ávila.

En el libro, Casas Freire explica que el carácter de Amelio era bravo, rudo. A quien le dijera algo con respecto a su género le disparaba y no le importaba quien fuera.

Tuvo novias, entre ellas está Ángela Torres con quien adoptó una niña y Lupita Barrón.

Amelio falleció en 1984 a la edad de 95 años.

El libro tiene pasajes que marcaron la vida de Amelio y mezcla investigación histórica con literatura para crear una novela que le hace homenaje a la vida de Amelio.

«El libro aborda esa transición que Amelio pasó durante la Revolución y como contrajo su identidad sin las herramientas teóricas que hay en la actualidad”, dijo Santiago Sosa, uno de los comentaristas del libro.

La vida de Amelio Robles origina un debate en torno a su figura. En nuestros días es motivo de discusiones sobre identidad de género y el avance de derechos de la comunidad LGBT y el feminismo.

 

El 9 de agosto no es la fecha de nacimiento de Vicente Guerrero

También habría error en el apellido de su madre, así que el insurgente probablemente se llamaba Vicente Guerrero Rodríguez


Texto: Itzel Urieta

Fotografía: José Miguel Sánchez

Chilpancingo

 

El consumador de la Independencia, Vicente Guerrero Saldaña, nació un 10 de agosto de 1782, pero todos lo conmemoran el 9 de agosto debido a una confusión que existe en los registros oficiales.

La historiadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), María Teresa Pavía Miller, comenta que la fecha de aniversario y el año son diferentes a los que se conoce.

La historia que todos conocen basa la fecha del nacimiento de Vicente Guerrero en un acta de bautizo que es propiedad de la iglesia de Tixtla, en la cual se indica que nació el 9 de agosto de 1782.

De acuerdo con Pavía Miller, el documento que se debe tomar en cuenta es el Padrón de
Familias de Españoles, Castizos y Mestizos de Tixtla, realizado en 1791, y que resguarda el Archivo General de la Nación (AGN).

“Ahí se apuntó (en el padrón) que, en ese tiempo, el futuro insurgente apenas contaba con ochos años de edad, lo que nos indica que pudo haber nacido en 1783”.

Según este dato, el nacimiento de Vicente Guerrero se da un año después de la fecha que todos conocen.

Además, el día también es erróneo, de acuerdo con el libro Vicente Guerrero. El Carácter, del escritor José Mancisidor, la fecha de nacimiento de Vicente Guerrero es el 10 de agosto.
“Yo el bachiller D. Francisco Cavallero bauticé solemnemente, puse oleos, y crisma a Vicente Ramón, hijo de D. Juan Pedro Guerrero y de doña María Guadalupe Saldaña”, se lee en la cita del libro.

Otro dato que refuta Pavía Miller es el apellido. Todos conocen al insurgente como
Vicente Guerrero Saldaña, pero de acuerdo con el padrón antes mencionado, su madre se registró como María Rodríguez.

“De acuerdo con este documento, el personaje histórico que dio nombre a nuestro
estado, en verdad, se llamó Vicente Guerrero Rodríguez”, revela Pavía Miller.

Los datos en los que se basa la historiadora del INAH se hayan en el Archivo
General de la Nación, en el área de padrones, volumen 17, fojas 278 y 278r.

El biógrafo de Vicente Guerrero, Herminio Chávez Guerrero, en su libro Vicente Guerrero. El Consumador, aunque asume que la fecha de nacimiento de Vicente Guerrero asentada en las actas es del 10 de agosto, considera que en aquel tiempo a los niños se les bautizaba un día después de nacido, por lo que asumió que nació un 9 de agosto.

Muchas instituciones toman esa referencia y por eso conmemoran cada 9 de agosto el natalicio del consumador de la independencia.

El insurgente

De acuerdo con el libro Vicente Guerrero. El Carácter, Vicente Guerrero, desde joven tuvo afinidad con las ideas libertarias de los insurgentes y en diciembre de 1810 se unió a las tropas independentistas, por su arrojo y valentía quedó a las órdenes de José María Morelos y Pavón.

Cuando muere Morelos, en 1815, la conducción del movimiento recae en el mismo Guerrero.

El 9 de noviembre de 1820, el virrey envía una oferta de indulto a Guerrero a través de su padre, dando pie a una de las frases más célebres de la historia mexicana.

“Este venerable anciano es mi padre; viene a nombre del virrey a ofrecerme dádivas, que nunca aceptaré. Respeto a mi padre y le obedezco; pero como mexicano de honor y soldado de la libertad de mi pueblo, no puedo traicionar mi ideal, que piensan empañar los hombres faltos de amor patrio: Mi patria es primero”.

El 10 de enero de 1821 Guerrero recibió de Iturbide una invitación para negociar la Independencia; se reunieron en Acatempan y el jefe insurgente convino en luchar al lado de sus antiguos enemigos, ocupando un lugar subalterno. Aunque Guerrero reconoció a Iturbide como emperador pronto lo combatió.

En 1828 figuró como candidato a la presidencia, sin embargo, se designó a Manuel Gómez Pedraza, por lo que se produjo un movimiento subversivo y se declaró insubsistente la elección por lo que se designó entonces presidente a Guerrero y en la vicepresidencia se designó al general Anastasio Bustamante.

Anastasio Bustamante proclamó el Plan de Jalapa y desconoció al régimen de Guerrero y, a su vez, el Congreso lo declaró imposibilitado para gobernar la República, por lo cuál Vicente Guerrero se lanzó en una nueva guerra civil que se prolongó todo 1830.

En enero de 1831 Vicente Guerrero fue aprendido a bordo del bergantín El Colombo; un consejo de guerra lo condenó a muerte y lo fusilaron en la villa de Cuilapan.

 


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La histórica biblioteca de Tixtla y la leyenda del libro de piel humana

La biblioteca Ignacio Manuel Altamirano está ubica en el centro de la ciudad, detrás de la iglesia central. Tiene 68 años de existencia y es la tercera más grande del estado y una de las más grandes del país, lo que la convierte en un espacio importante para las y los habitantes de Tixtla. 


Texto y fotografía: José Miguel Sánchez 

13 de junio de 2022

Tixtla

 

Entrar a la biblioteca Ignacio Manuel Altamirano en Tixtla es un viaje en el tiempo en muchos sentidos, por su arquitectura y su historia. El inmueble tiene un diseño que remonta a los años 60, con grandes ventanales y columnas, un pasillo que conecta a todas las áreas y dos patios, uno central donde está el busto del escritor que lleva su nombre –quien es considerado uno de los personales principales de este municipio– y el otro que da a la parte trasera que sirve como receptor de luz natural. 

Desde el pasillo es posible ver una infinidad de libros ordenados minuciosamente por tema y orden alfabético que se distinguen sin luz artificial. 

La biblioteca Ignacio Manuel Altamirano está ubica en el centro de la ciudad, detrás de la iglesia central. Tiene 68 años de existencia y es la tercera más grande del estado y una de las más grandes del país, lo que la convierte en un espacio importante para las y los habitantes de Tixtla. 

Fue inaugurada el 27 de junio de 1954, pero la idea se gestó en enero de 1927, en una plática entre las guerrerenses María Luisa Ocampo y Beatriz Hernández García, quienes comentaron sobre su preocupación de que en Tixtla, tierra natal de Altamirano, existiera un espacio para el conocimiento.

Las dos mujeres gestoras de este espacio estuvieron dedicadas a la política, la escritura y la promoción cultural. La biografía oficial de María Luisa Ocampo indica que nació en Petatlán, región Costa Grande del estado, pero los recuerdos de infancia de Hernández García, resguardados en la misma biblioteca, la sitúan como un elemento importante de la ciudad de Tixtla. 

A ambas mujeres les costó mucho esfuerzo la gestión de este espacio. “Antes de la Revolución Mexicana el predio fue propiedad municipal destinada a la Escuela Real de Niños. En 1912 fue vendido al sacerdote Adrián N. Cervantes para servicio de la iglesia”, se lee en las notas de Hernández García. 

Por gestiones directas Hernández García en 1954, apoyada por pobladores, el sacerdote Adalberto J. Miranda, entonces a cargo de la iglesia, prestó el espacio detrás del edificio católico para que instalaran la biblioteca.

En 1955, el mismo sacerdote cambió de opinión, porque ya no le pareció correcto que una biblioteca estuviera en terreno sagrado, y comenzó un litigo para apropiarse de nuevo del espacio. 

El litigio duro 13 años, comenzó el 11 de abril de 1955, cuando el sacerdote notificó al patronato de la biblioteca que recuperaría el predio, y culminó el 30 de octubre de 1963, cuando en el Diario Oficial de la Federación (DOF) se publicó  un decreto donde el presidente de la Republica, Adolfo López Mateos, declaraba de “utilidad pública el espacio donde funciona la biblioteca David Prospero Cardona en la ciudad de Tixtla”, se lee en un recorte de la edición del DOF. 

Los primeros 15 años la biblioteca llevó el nombre de David Prospero Cardona, en honor al director de la Escuela del Estado de Guerrero, quien falleció en un accidente meses antes de la inauguración de la biblioteca. 

Prospero Cardona fue el primer impulsor de colocar un monumento a Ignacio Manuel Altamirano y a manera de homenaje donó un busto que fue colocado en el jardín central. Por los aportes del escritor a la ciudad se pensó que la biblioteca llevara su nombre.

Altamirano es un referente histórico del país nacido en Tixtla. Su trayectoria como militar, político y escritor fue determinante para México: luchó contra la Intervención Francesa de lado de Benito Juárez, como político impulso la educación laica y gratuita, y como escritor es considerado uno de los mejores novelistas de su época con obras como Navidad en las Montañas, Clemencia y El Zarco.

Una vez que concluyó el litigio por el predio comenzó la construcción del edificio de la biblioteca  que perdura hasta la actualidad, inaugurándose en 1967, fecha en que también le asignaron el nombre de Ignacio Manuel Altamirano. 

Su historia forma parte de la bibliografía de la misa biblioteca. Son seis libros que, en realidad, son los apuntes de Hernández García, donde incluyó fotos, documentos, periódicos, actas de cabildo y oficios.

La leyenda del libro de piel humana de la biblioteca

Durante la construcción de la biblioteca Ignacio Manuel Altamirano, que comenzó en 1954, fueron excavadas las cepas de los cimientos de un árbol de toronja, donde hallaron enterrada una olla de barro que estaba sellada con cera.

Al abrir la olla descubrieron tres objetos: unas pastas de libro medianas color marrón y de textura lisa, unas tijeras oxidadas y una hoja de papel con un escrito en el cual se explicaba de manera breve la procedencia y elaboración de las pastas.

Según este escrito, las pastas del libro eran de la piel humana de una curandera blanca llamada Benita la santera. Al parecer las forraron con la piel de su antebrazo y su glúteo. 

Años después, pasaron por Tixtla un grupo de húngaros (gitanos), quienes acamparon en la Plazuela del barrio del Santuario. Al enterarse de la existencia del libro, el patriarca de los húngaros fue a la biblioteca para mirarlo y tocarlo y al hacerlo sintió algo especial; intento comprarlo, dijo, porque le transmitía cosas buenas, pero nunca se lo vendieron.  

La directora de la biblioteca, María Estela Moreno Moya, comentó que han circulado muchas leyendas alrededor del libro, y otra de ellas es que solía cambiar de lugar. “Luego se dice que en la noche lo dejaban en un lugar y en la mañana estaba en otro lugar diferente”, menciona.

También comentó que al libro le atribuyen el poder de conceder deseos a quienes se lo piden con fe. Pero ninguna de estas leyendas la han confirmado.

En el 2014 hubo un concurso para rescatar vestigios históricos del estado. La finalidad era difundir cualquier indicio o vestigio tangible o intangible que pueda considerarse patrimonio cultural referente a las diversas etapas de la historia de México y cuya conservación sea de interés estatal o nacional.

Inés Araceli García Aburto, quien en ese entonces era la directora de la biblioteca Ignacio Manuel Altamirano, presentó la leyenda del libro forrado con piel humana. 

Ella se encargó de redactar la historia con la información que se conocía  del libro y, finalmente, el 28 de febrero del 2014 el libro de piel quedó oficialmente registrado como un vestigio histórico del estado. Para reconstruir esta leyenda, que es eso, una leyenda, acudió a las voces de los habitantes de Tixtla que, al final, son los que le han dado cierta lucidez a esa historia. 

Pese a que la bibliopegia antropodérmica (técnica de forrar libros con piel humana) fue una práctica habitual en el siglo XVII, en México no se tienen registros de esta práctica. El libro de piel humana es una leyenda popular en Tixtla, en el estado y fuera de él.

El libro está exhibido en la sala de consulta virtual de la biblioteca. Moreno Moyao compartió que hay personas que acuden a verlo con curiosidad.

El contenido del libro son sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz. Por mucho tiempo pasó desapercibido. Las personas que pedían libros de Sor Juana llegaban a este libro y los comentarios no pasaban de la peculiar textura de su pasta, y partir de eso la leyenda creció. 

«Antes lo prestábamos para que las personas lo leyeran, pero dejamos de hacerlo para que se mantuviera en un mejor estado y preservarlo», comenta.

El libro se ha mantenido en buen estado con el paso de los años gracias a los cuidados que le brindan en la biblioteca, sin que sean especiales o diferenciados al del resto, y también a la comprensión de los asistentes, porque lo innegable del libro son los años acumulados.

Moreno Moyao dijo que lo limpian con un trapo semi humedo y antes con una brocha le quitan el polvo. 

El libro de piel genera interés. Algunas personas que vieron y tocaron el libro dijeron que sintieron ciertas energías. «En una ocasión vino una persona que se dedica a la sanación espiritual con cuarzos, y al tocar el libro dijo que ella percibía a una persona que había sufrido mucho», comentó Moreno Moyao. Pero ella comentó que nunca ha visto algo raro en el libro.

En internet hay versiones que afirman que en el año de 1990 una investigadora holandesa realizó estudios al libro y que éstos confirman que sí está forrado con piel humana.

La directora de la biblioteca insistió que no hay certeza sobre la autenticidad de la piel. Aun así, la leyenda continúa.

Una biblioteca importante para Tixtla

Tixtla es cuna de hombres ilustres e importantes para la historia de México en muchos sentidos, como Ignacio Manuel Altamirano. La biblioteca lleva el nombre en honor a él y al legado que dejó como literato a nivel nacional, quien además de ser novelista fue periodista, fundo los periódicos La Tribuna y El Federalista.

La biblioteca Ignacio Manuel Altamirano forma de Tixtla parte de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas. 

“Si la comparamos con otras bibliotecas, obviamente hay otras más grandes que ésta, pero ésta es una de las pocas bibliotecas que tienen su espacio fijo, específicamente para ser biblioteca, porque otras bibliotecas están dentro las casas de la cultura de los ayuntamientos y después las mueven”, aclara Moreno Moyao.

La biblioteca comenzó con una colección de 50 libros, los cuales fueron donados por los mismos habitantes de Tixtla. Ahora suman 10,700 libros y, por el momento, ya no acepta donaciones por falta de espacio para colocarlos. 

También los pobladores donaron mesas, sillas y muebles que aún conservan en buen estado en la biblioteca.

En la biblioteca Ignacio Manuel Altamirano es importante tener libros que se adapten a su contexto. “Tratamos de tener libros que vayan acorde con las carreras que se estudian aquí”, mencionó la directora.

La biblioteca tiene una sala de consulta electrónica en la que hay equipo de cómputo e internet, la salda de consulta habitual donde están todos los libros y un área infantil destinada únicamente para los niños y niñas.

El área infantil es totalmente diferente al resto de la biblioteca, es un área colorida, con dibujos, libros infantiles, cuentos y material didáctico. Esa área hay 813 libros y está a cargo de la educadora Generosa Gómez de la Cruz.

“Realizamos diferentes talleres de fomento a la lectura. En verano también damos cursos y hemos tenido buena aceptación de los niños. Incluso vienen niños de otras localidades a nuestros cursos”. compartió Generosa Gómez.

Uno de los objetivos principales de la sala infantil es que los niños y niñas adquieran el hábito de la lectura desde temprana edad.

Los libros de la biblioteca están divididos por secciones y prácticamente hay de todo. Desde generalidades, religión, ciencias naturales, lenguas, ciencias puras, tecnología, bellas artes y un área de revistas de investigación. 

Una biblioteca en la era digital 

Una de las dificultes que tiene que enfrentar la biblioteca es que con el acceso a internet la afluencia de visitantes bajó considerablemente, y quienes asisten más son las personas de comunidades donde no hay internet.

La pandemia por la Covid-19 también afectó su funcionamiento, porque estuvo cerrada por casi un año. Las encargadas sólo acudían a realizar el aseo y dar mantenimiento a los libros.

La biblioteca cuenta con el sistema de préstamo a domicilio, que consiste en prestar los libros a los usuarios para que se los lleven a sus casas y allá puedan ocuparlos. En el lugar ofrecen a los usuarios una credencial en la que agregan sus datos para hacerse acreedores a los libros con un plazo de entrega y así el usuario crea un historial. Esta practica de préstamo a domicilio fue de gran ayuda durante el confinamiento.

La biblioteca central de Tixtla es parte de un legado histórico para el municipio y sus habitantes, no sólo porque lleva el nombre de uno de los escritores tixtlecos más importantes del país, también porque su origen está ligado a dos mujeres destacadas, María Luisa Ocampo y Beatriz Hernández García, y porque su conservación es un reflejo de la dedicación de sus habitantes.

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Desde hace décadas es la sede de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, donde los estudiantes siguen cosechando parte de sus tierras


Texto: Beatriz García

Foto: Amílcar Juárez 

25 de mayo de 2022

Tixtla

 

En la hacienda de Ayotzinapa, ubicada en Tixtla, en la época de la colonia (1821), la vida estaba a cargo del campesinado, quienes hacían fluir la economía del municipio, con la siembra del maíz, frijol, algodón y la producción de derivados de la caña de azúcar.

“Las haciendas son construcciones que surgieron en nuestro país a partir del siglo XVII con las primeras encomiendas de tierra que la Corona Española otorgara a sus soldados de más alto rango, luego se consolidaron como el pilar de la economía colonial y la propiedad más característica del México Novohispano”, así lo define la organización Haciendas de México, situada en el estado de Morelos.

Ayotzinapa es una localidad de Tixtla, situada en la región Centro del estado que, en realidad funciona casi como una colonia de la cabecera municipal, porque está justo a su entrada. La ocupa casi por completo el casco de la antigua hacienda que es sede de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa Raúl Isidro Burgos desde hace décadas.

Es fácil ubicar la comunidad o la Normal Rural o, en su caso, la antigua hacienda. Está sobre la carretera federal Chilpancingo-Chilapa. Un arco de concreto color rojo con letras de gran tamaño la anuncian, pero es una calle pedregosa que lleva a su interior.


La estructura de la hacienda en la antigüedad con el tiempo fue modificada para la adaptación de la institución. Aún sobresale en el terreno una construcción al centro de la escuela de piedra y grandes ventanas en forma de arcos, al estilo colonial; esa área ahora son el auditorio, aulas y oficinas de la normal.

Ahora esta construcción la rodean dormitorios, canchas, lavaderos y el comedor de la escuela, construidas en una zona que antes fue de siembras. En la escuela todavía hay hectáreas que son cultivan; los alumnos, como parte de su formación, las hacen producir tal como lo hicieron los campesinos desde la fundación de la hacienda.

La normal Ayotzinapa es emblema del normalismo rural en México, de donde surgieron importantes luchadores sociales como el maestro Lucio Cabañas Barrientos, quien se inclinó por la lucha armada. También es referente de la lucha social estatal y nacional. Desde hace casi ocho años de la búsqueda y esclarecimiento de la desaparición de 43 de sus estudiantes.

Para conocer la historia del casco de la normal rural de Ayotzinapa fueron importantes los registros de dos cronistas de Tixtla, Prócoro Fernández Vargas y Ernesto Pastenes Adame.

Entre las tropas de Hernán Cortés, el español que tomó el territorio azteca, estaban los hermanos Martín y Pedro de Ircio, quienes se quedaron con el territorio de Tixtla que, en ese entonces, abarcaba hasta lo que ahora es el municipio de Tepecoacuilco (zona Norte).

A Martín de Ircio se le da el crédito de fundador de Tixtla, contó Pastenes Adame desde uno de los pasillos de la Casa Grande, otro inmueble del municipio plagado de historia. Entre Martín de Ircio y su yerno, Luis de Velasco II, mantuvieron la encomienda de Tixtla por cerca de 95 años.

Al fallecer el español, todas las propiedades pasaron a manos de su hija, María de Ircio Mendoza, quien después se casó con el virrey Luis de Velasco II, es por esa razón que la propiedad quedó en sus manos.

En una ocasión Tixtla sufrió una inundación –en la actualidad todavía son comúnes– y la gente que habitaba en la partes bajas migró a las zonas altas del territorio, lo que ahora es el barrio de El Fortín, y fundan Tixtlán, lo que antecede al nombre del municipio de Tixtla, que significa harina o masa de maíz en vocablo nahua.

La gente quedó dispersa. En esa disputa, el entonces virrey otorga la parte que ahora se conoce como Ayotzinapa a un hombre de Martín de Armendaris –el único dato que se conoce de él– a quien le da la encomienda de calmar el conflicto.

Martín de Armendaris decide construir la hacienda de Ayotzinapa para su descanso.

Prócoro Fernández Vargas, quien es un historiador egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro), en entrevista compartió que ya en la época de la Guerra de Independencia (que se tiene como referencia de inicio 1810), un personaje singular fue terrateniente Sebastián de Viguri, entonces dueño de los terrenos de Ayotzinapa, anunció que repartiría las tierras entre los comuneros.

De acuerdo con el cronista Ernesto Pastenes fue el 26 de mayo de 1811, cuando el independentistas José María Morelos y Pavón tomó Tixtla y manifiesta la importancia de controlar la miseria, por un lado, y la riqueza, por el otro. Fue su discurso el que “conmovió” a Sebastián de Viguri, quien le dejó los terrenos de la hacienda a los naturales de Tixtla.


“Es cuando se conceden por primera vez los derechos, se fracciona la hacienda y va a ser un antecedente directo de lo que será la escuela de Ayotzinapa. Cuando se da el nacimiento del México Independiente se da un proceso en el que se centraliza el poder y se federaliza, después del triunfo de independencia, hasta que llegamos a la Guerra de Reforma”, precisó Fernández Vargas.

Cuando se da el enfrentamiento entre conservadores y liberales en 1860, los liberales ganan la guerra. Los liberales pugnaban por una república democrática, donde no tuviera influencia la iglesia, y así conformar los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y los conservadores hablaban de establecer una monarquía, con ideas del orden social en el virreinato, y la iglesia mantuviera su influencia en la formación y educación.

Después de la Guerra de Reforma se genera un cambio de régimen y es cuando nace la propiedad privada legalmente en México.

“Nacen los ciudadanos y la propiedad privada, para esa época se le hacen diversos fraudes a los pobladores que habían sido beneficiados por Viguri y se les quita la propiedad, son despojados de ella y vienen juicios hasta que posteriormente, con el Cardenismo (1934), les vuelven a reconocer que tienen derecho a las tierras”, relató.

Para el cronista es importante destacar el significado de hacienda, porque para muchos era el lugar en el periodo porfirista –Porfirio Díaz mantuvo el poder por 32 años como presidente de México– donde hubo terratenientes opresores, pero, su aprtación es que una hacienda funcionó con un sistema de producción que movía la economía de una región. Ayotzinapa por cerca de 150 años fue el motor productivo de la economía local y regional.

¿Cómo confluía la vida en la hacienda?

La vida a una hacienda se la daban los campesinos y sus siembras de maíz, frijol, verduras; en Ayotzinapa además había algodón y la caña, según la documentación de Fernández Vargas.

Tixtla y la zona centro de Guerrero, incluyendo Chichihualco, los habitantes se dedicaban a los trapiches, la elaboración de los derivados de la caña de la azúcar, como el piloncillo. En la época colonial, los hacendados pagaban a los campesinos con usufructo, pero éstos debían pagar impuestos a la corona; hasta después les dieron una especie de pago.

Cuando Sebastián de Viguri concesionó o dividió su propiedad, los campesinos ya vendían de manera directa sus productos.

En el cardenismo –época de la histórica de México cuando fue gobernado por el político y militar mexicano, Lázaro Cárdenas del Río (1895-1970)– fueron creados los ejidos, es decir, una propiedad que no pertenece al individuo si no a una colectividad, contrario a la ápoca en que Sebastián de Viguri concesionó la tierra. Entonces nuevamente los campesinos adaptaron la forma de intercambiar o vender sus productos, porque ahora todo lo que producían tenía que repartirse en partes iguales.

Ayotzinapa fue históricamente un lugar de importancia económica que movía a la ahora región Centro y estaba conectada con haciendas como la de los Bravos en Chichihualco, era una red comercial importante, un engranaje que permitía el movimiento e intercambio comercial entre los productos que elaboraban y cultivaban.

“Si quitamos las haciendas en su momento no entenderíamos nunca lo que es la identidad tixtleca hoy”, destacó el historiador.

Un nueva utilidad para los cascos de las haciendas

Con el paso del tiempo las haciendas pierden su lugar en el sistema de producción mexicano y empieza la gran industria, sobre todo en la zona norte del país y en la Ciudad de México, donde surgen las grandes fábricas y las haciendas son olvidadas lentamente, de acuerdo con Fernández Vargas.
Cuando las haciendas ya no son redituables a los dueños, como la hacienda de Ayotzinapa, quedan en el olvido.

En 1920 llegó a la presidencia de México Álvaro Obregón, quien nombró a José Vasconcelos como secretario de Educación. Él retomó el ideal del general Ignacio Manuel Altamirano de educar al pueblo y creó las normales rurales.

En 1922 surgió la primera normal en Michoacán. Para Guerrero se proyectó fundar una normal en Tlapa, municipio de región Montaña.

Fue el profesor tixtleco Adolfo Cienfuegos y Camus, quien con sus amistades gestionó se fundara en su ciudad natal una normal.

Por gestión de Cienfuegos y Camus en 1930, la Secretaría de Educación creó la Normal Rural Mixta en Tixtla, en el centro de la ahora cabecera municipal, donde antiguamente asistían hombres y mujeres.


Como se necesitaba una normal mantuviera el enfoque rural, para que los estudiantes que provenían de zonas rurales y pueblos originarios continuaran con las prácticas del campo, comienzan a gestionar para que la normal se traslade a los terrenos de Ayotzinapa, donde había terrenos fértiles. Aquí sería la actual ubicación de la normal, con la condición de que sólo fuera para hombres, como funciona en la actualidad.

En Ayotzinapa la historia se sigue escribiendo, ahora desde la lucha de los estudiantes, quienes son hijos de campesinos, por mantenerla siempre como una opción educativa para los jóvenes del campo, y como muestra de resistecia y exigencia de justicia por las acciones en su contra, como la desaparición de 43 normalistas en Iguala el 26 de septiembre de 2014.

 

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