Por Arturo de Dios Palma, Emiliano Tizapa Lucena y Jesús Guerrero Salgado
Cuando tienes el poder, todo el aparato gubernamental y lo que esto implica: el presupuesto, la fuerza pública, la inteligencia y el espionaje, el sistema judicial, el control casi absoluto de la prensa y de empresarios y, además, los otros poderes están subordinados y actúan como si fueran tus empleados.
¿Alguien puede considerarse una víctima? Es muy difícil que lo haga, pero sí ocurre.
Hablamos, por supuesto, del caso de Guerrero. En estos días hay una campaña, que es la única visible, en defensa de la gobernadora morenista, Evelyn Salgado Pineda.
“Quieren desestabilizar el gobierno de Evelyn”, dijo Félix Salgado Macedonio mediante una transmisión en vivo en Facebook, y no se mordió la lengua, porque si alguien ha inestabilizado, si alguien no deja gobernar a su hija es precisamente él. Su protagonismo por momentos ha oscurecido la figura de la gobernadora.
Pero volvamos a la campaña. Resulta que desde el fin de semana salieron por distintos lados, grupos a defender a la gobernadora, no sólo un grupo de mujeres, y los dirigentes de Morena, también el «porfirio» de la Universidad Autónoma de Guerrero, Javier Saldaña Almazán, entre otros.
El argumento es que se ejerce violencia política en razón de género en su contra porque se le critica por sus pocos resultados en el combate a la violencia y también porque se puso en evidencia cómo su novio, Rubén Hernández Fuentes y el hermano de éste, mantienen influencia en la distribución y asignación de la obra pública en su gobierno.
En el primer punto, es evidente que no hay resultados positivos en el combate y control de la violencia. Todos los días de forma constante ocurren asesinatos, ataques armados, incendios de vehículos, las extorsiones irrumpen en las calles sin que nadie lo impida.
Un ejemplo: Chilpancingo está sumido en una crisis de inseguridad y política, y la actuación del gobierno de Salgado Pineda para detenerla ha sido raquítica, por no decir nula.
En un mes van 18 choferes de las rutas de Chilpancingo y foráneas asesinados, unos de forma cruenta: quemados dentro de sus unidades de trabajo. Y eso no se detiene, apenas este lunes asesinaron a tres choferes, en plena luz, en una zona transitada.
El único mecanismo de defensa que han hallado los choferes es suspender el servicio y resguardarse. Ya no esperan una reacción de la policía, de los militares y menos de la Guardia Nacional.
Y podemos seguir con más ejemplos: Taxco donde la extorsión es generalizada, Zihuatanejo donde la cotidianidad se rompe cada vez que se le antoja a los criminales o Acapulco que nadie lo controla.
Muchos en estos momentos estarán pensando que esto no es nuevo, que igual sucedió con Ángel Aguirre Rivero o con Héctor Astudillo Flores. Y es cierto. Con Aguirre al igual que con Astudillo se vivieron episodios similares y unos más graves, como el ataque, asesinato y desaparición de los normalistas de Ayotzinapa en 2014.
La violencia de antes no se debe omitir, y no podemos olvidar que en los gobiernos anteriores no sólo se permitió sino se impulsó a varios grupos criminales que siguen más que vigentes. Es errónea la afirmación de que antes «estábamos mejor», porque se caería en un análisis simplista y muy alejado de la realidad.
El asunto ahora es que esa realidad violenta continúa a pesar de que Morena está en el poder, al grado de que a Salgado Pineda le han asesinado a familiares cercanos, su tío político José Guadalupe Fuentes Brito, y a su hijo Manuel Fuentes Calvo, el pasado 29 de julio en la Autopista del Sol; así como a su primo político, Humberto del Valle Zúñiga, esposo de su prima hermana, Zulma Carvajal Salgado, en un ataque armado la mañana de este domingo en Iguala.
Ante los últimos acontecimientos sería más efectivo que la gobernadora salga de su blindaje y dé la cara a la ciudadanía. Que explique qué está sucediendo, qué está haciendo su gobierno para reducir la violencia, que tomé decisiones, que haga cambios en su gabinete, que gobierne, pues. Que responda a las críticas, que desmienta, que aclare, que reconozca lo que tenga que reconocer (y, este es sólo un deseo), que modifique.
Lo que no puede hacer la gobernadora con estas campañas es ponerse por encima de las verdaderas víctimas.
Todos los guerrerenses debemos tener claro, que de toda esta violencia que estamos padeciendo ella no es víctima, sino todo lo contrario: tiene un obligación constitucional que no está cumpliendo cada vez que asesinan a una persona o desaparecen a otro o atacan a un empresario o un transportista.
Salgado Pineda está obligada a garantizar la seguridad e integridad de los guerrerenses.
Sin embargo, el problema está en el origen, cuando en un acuerdo cupular decidieron que Salgado Pineda sustituyera como candidata de Morena a la gubernatura a su padre.
Optaron por Salgado Pineda por la simple razón de garantizar el triunfo electoral en 2021, sin importar que no tuviera ninguna trayectoria política, menos experiencia de gobernar.
Y aquí nos detenemos: no afirmamos ni damos a entender que Salgado Pineda no sea inteligente o capaz. No decimos eso. El asunto es que para gobernar se necesita de una preparación, a veces, de muchos años de estudio y de experiencias.
A Salgado Pineda no le dieron tiempo para prepararse para gobernar, la lanzaron a un ruedo que desconocía. Tal vez y sólo tal vez, del juego perverso llamado política, sí es víctima.
Salgado Pineda si recibe violencia política es de su padre, quien con un ego gigantesco no sólo este lunes hizo que funcionarios corearan «no estás sola» y «gobernadora» sino que, además, dentro de Palacio de Gobierno atendió una entrevista a modo para responder lo que Evelyn Salgado debería hacer por su propia cuenta.
Un segundo punto que abordaron en la campaña lanzada desde el gobierno del estado, es que se ha violentado su aspecto privado de la vida de la gobernadora al hablar de su novio, Rubén Hernández Fuentes.
Ese argumento es falso, de entrada porque quien rompió ese aspecto privado fue la propia gobernadora al darle un cargo público a su novio.
Al nombrarlo coordinador general operativo de la Oficina de la Gubernatura lo puso en el escrutinio público como a cualquier otro funcionario. Pero no sólo eso, Evelyn le dio un cargo al cuñado, Óscar Omar Hernández Fuentes.
Como ya se documentó aquí, Óscar Omar es el director de Costos, Presupuestos, Licitaciones y Contratos de la Secretaría de Desarrollo Urbano, Obras Públicas y Ordenamiento Territorial (SDUOPOT).
Tanto Óscar Omar como Rubén son dueños de empresas constructoras que fueron proveedoras en distintos gobiernos anteriores, sí esos del PRD y PRI.
El asunto es que cada vez se documenta más la influencia que ejerce Rubén Hernández en el gobierno sólo por debajo de la gobernadora y Salgado Macedonio.
Y esa influencia está precisamente en la distribución y asignación de la obra pública donde Rubén y su hermano tienen intereses muy sólidos como empresarios constructores.
En este punto sería bueno que la gobernadora responda unas preguntas básicas: ¿Qué papel juega su novio? ¿Ella autorizó a los hermanos Hernández Fuentes la designación de la obra pública? ¿Y si no fue ella, entonces quién? ¿Por qué asignan obra pública incluso por encima de la propia secretaria de Desarrollo Urbano, Obras Públicas y Ordenamiento Territorial, Irene Jiménez Montiel?
La gente requiere de explicaciones y no de campañas que sólo sirven para desinformar, para engañar, para ocultar lo que en realidad está pasando. Sin contar el gran presupuesto que le invierten para echarlas andar.
En estos días en los medios de comunicación hemos visto puro nado sincronizado: todos hablando de la defensa de la gobernadora, pero casi nadie cuestionando la gravedad de que dos empresarios constructores tengan el control de la obra pública.
Y para que nadie cuestione y además hagan entrevistas y cubran conferencias a modo, eso cuesta dinero, mucho dinero.
Félix Salgado para salir de la crisis ha dicho que hay una especie de conspiración de actores políticos, empresarios, medios de comunicación y reporteros contra el gobierno de su hija.
No lo dudamos, la lucha por el poder en este país es constante, sin límites, sin escrúpulos, pero de eso a que se coloquen como víctimas no va, no les queda. Como lo dijimos, el clan Salgado tiene todo el poder y el aparato para defenderse y eso están haciendo.
Más bien vemos que la estrategia no es la defensa por una supuesta desestabilización del gobierno, sino es una campaña de desinformación, de ocultamiento, de omisión e, incluso, de negligencia.
El clan Salgado se resiste a reconocer que no están dando los resultados y eso tiene una razón: no están dedicados a gobernar.
Argumentan que no son iguales a los de antes, pero se rodean de ellos, y se fotografían como amigos. En Guerrero no existe derecha o izquierda en la partidocracia porque todos han formado un frente o como le gusta decir a la gobernadora se han puesto «una sola camiseta».
Lo único que se avecina en Guerrero es una gran ola de violencia similar a otros momentos pasados, con expansiones de organizaciones político-criminales en casi todas las regiones del estado.
Chirrionazo: Para variar más violencia, y es que este lunes fue asesinado Crescenciano Arreola Salto, conocido como Chano Arreola, ex lugarteniente del ex edil priista y cacique de Petatlán, Rogaciano Alba Álvarez. Se cuenta que un grupo de hombres armados integrantes de la Familia Michoacana lo emboscaron a él y a un peón mientras trasladaban ganado a las tres de la tarde cercano a El Parotal. Este hecho no sólo revivirá una guerra armada en la Costa Grande de Guerrero, por si la reportada casi a diario en Chilpancingo, Taxco, Acapulco e Iguala no bastaran.
Colaboración especial en Amapola periodismo de sus brothers, sus panas, hermanos, su sangre y su clicka: Arturo de Dios Palma, Emiliano Tizapa Lucena y Jesús Guerrero Salgado. Aquí nos pueden enviar sus comentarios y chismecitos: eltlacololcolumna@gmail.com
Tlacolol es una columna satírica que cuestiona los hechos y dichos de lo que acontece en Guerrero. La opinión vertida en esta columna es responsabilidad de sus autores. Agradecemos el espacio a Amapola periodismo por respetar la libertad de expresión y no censurar nuestras opiniones e interpretaciones.