Después de pasar cerca de dos días con sus muertos, a las cinco de la tarde del 3 de noviembre, es hora de ir a dejarlos al panteón de nuevo.
En un arroyo, a la entrada del panteón, ocurre la despedida.
A las cinco de la tarde, las familias salen de sus casas para congregarse afuera de la iglesia.
Para cada muerto de la familia preparan un tanate con comida para que éste la lleve consigo.
Con el paso del tiempo, la tradición se ha modificado un poco, pero mantiene la esencia.
Los tanates, una especie de morrales circulares hechos de palma, los sustituyeron por morrales de plástico. Cada tanates cuesta alrededor de 80 pesos y los morrales alrededor de 20. Los tanates ahora son caros porque la mayoría de la gente que los tejía ya murió y porque la palma ya no abunda.
Los habitantes de Ocotequila dejan a sus muertos en una procesión colectiva.
En otros pueblos nahuas esto pasó a ser una acción individual, cada familia, de acuerdo con sus tiempos, lleva de regreso a sus muertos.
En Ocotequila se convoca a todos a reunirse a las cinco en punto. Las familias salen de sus casas de forma apresurada, porque a algunas se les hace tarde con los tamales que llevarán sus muertos a su regreso.
Los días 2 y 3 de noviembre que conviven vivos y muertos. Los habitantes vivos y los muertos van y vienen del panteón a la casa familiar para compartir alimentos y convivir.
A las seis de la tarde del 2 de noviembre, llevan alimentos para cenar en el panteón. Después de un tiempo, la gente retorna a sus hogares.
A las cinco de la mañana del 3 de noviembre regresan al panteón para tomar chocolate con los muertos. Con el paso del tiempo esto pasó a ser simbólico. Ya no llevan el chocolate humeante a las tumbas. Sólo unas barras de cacao hechas en casa que colocan en canastas para que los muertos degusten.
Regresan a sus casas, se supone que los vivos y los muertos, después les dan de almorzar los tamales del día anterior recalentados. Los vivos también los comen así.
Para la despedida, hacen de nueva cuenta tamales. Ahora son de masa y de frijol, o nejos, solo de masa con ceniza. Algunas familias, las de mayor posibilidad, agregan mole. La mayoría hacen el bastimento para los muertos solo con tamales.
La tradicional celebración de Día de Muertos en la Montaña alta se celebró este año con pocas flores de cempasúchil, debido a las lluvias tardías y escasas.
Las flores subieron el doble de precio. Un ramo pequeño de 10 flores de cempasúchil que hace un año costaba 10, este año costó 20 y la maleta (le llaman así a un ciento de flores) hace un año costaba 200, ahora 300.
Las lluvias tardías y menguadas también afectaron el crecimiento de las flores silvestres más usadas en las comunidades nahuas de la Montaña alta.
En esta área de la Montaña acostumbran adornar los altares a los muertos con una florecita pequeña, de color y olor igual al cempasúchil, llamada tenkayatzin (que quiere decir eso, florecita pequeña) la cual ahora fue escasa y por lo mismo el precio subió al doble. Un ramo chico costaba 5 pesos, este año 10.
Los altares a los muertos tienen pocas flores, aunque están caras no deben faltar en las ofrendas. Lo que hicieron los creyentes católicos para recibir a sus muertos sin alterar la tradición fue comprar pocas.
«Lo demás para hacer las ofrendas ha subido lo normal, las flores sí subieron mucho y, además, hubo muy pocas», contó Emilia Ramírez Luna, en la comunidad de Ocotequila, municipio de Copanatoyac.
Cada 2 de noviembre, los habitantes nahuas de Ocotequila, municipio de Copanatoyac, a las 12 en punto del día, salen de sus casas rumbo al panteón para reencontrarse con sus muertos.
Una vez, ocurrido el reencuentro, regresan en procesión a la iglesía, donde rezan para que vivos y muertos pasen un buen día. En la iglesia, la gente tiene ofrenda para los muertos que, por diversas circunstancias, nadie espera en casa.
De ahí, cada familia regresa a sus casas. Se cree que cuando lo hacen sus muertos ya van con ellos.
En casa les espera lo que más les gustaba en vida: elotes, atoles, pan, café, tamales y frutas.
Los muertos pasan todo el día 2 de noviembre y parte del 3 de noviembre con los vivos, pues hasta cerca de las cinco de la tarde, los llevan de regreso entre flores, velas e incienso.
En Huitziltepec, el Día de Muertos de este año también fue un momento para celebrar la vida, a tan solo unos kilómetros de Chilpancingo, Guerrero
Texto y fotografía: Duilio Rodríguez / Pie de Pagina
Huitziltepec
2 de noviembre 2023
Muy cerca de Chilpancingo, en Guerrero, los pobladores de la comunidad nahua de Huitziltepec no dejaron de recordar a sus muertos.
Las puertas de las casas en el pueblo están abiertas de par en par. En el piso, flores de cempasúchil forman un camino que guía a las ofrendas de sus familiares difuntos.
El señor Adán y su familia ponen un altar en su casa para recordar a sus padres.
Colocan sus retratos. Hay tamales, mandarinas, peras, uvas, guayabas, pan, refrescos, velas, flores y copal.
Adán agradece que el huracán Otis no haya llegado hasta su comunidad.
“El papá Dios nos cuida, aquí no se sintió fuerte y eso que estamos muy cerca de Acapulco”.
Como todos los años, a las seis de la tarde, los pobladores de Huitziltepec comienzan a llegar al panteón del pueblo para colocar flores y encender velas en las tumbas de sus seres queridos.
Las calles que conducen de la parroquia al cementerio tienen un camino con veladoras para guiar a los muertos.
A las ocho de la noche, el padre de la Iglesia ofrece una misa para los niños difuntos y pide en sus oraciones por la gente de Acapulco.
Entre tumbas, las personas, encienden todas las velas que les es posible.
Con el tono amarillo de las flores de cempasúchil y la luz cálida de las candelas, el panteón queda completamente iluminado.
Los acapulqueños faltaron al encuentro con sus difuntos este año. Los panteones estaban sin gente el Día de Todos los Santos, con lo que arranca la celebración a los muertos. Después de la catástrofe por el huracán Otis, en el puerto, lo que se procura es mantener la vida en medio de la escasez de alimentos y agua.
En el panteón de Las Cruces, el más grande del puerto, ubicado en la zona suburbana, de no ser por los encargados de mantener limpio el panteón dividido en secciones y sepultureros, y algún familiar con flores, reinaría el silencio, lo que es casi imposible en la celebración a los muertos en este país. Aquí es posible porque muchos libraron la muerte en el huracán y hay otras prioridades.
El administrador del panteón, Santiago Escutia, dijo que avanzada la tarde de este miércoles 1 noviembre, que se celebra a los difuntos niños, no había acudido casi nadie en comparación con los visitantes de otros años.
“Ahorita el día de difuntos pequeños no vino ni el 1 por ciento. Otros días aquí no cabe la gente, no hay dónde estacionarse”, comenta.
En este sitio están sepultadas entre 2,000 y 3,000 personas por hectárea, de acuerdo con una seccionista que limpiaba una tumba a su cargo. Son 33 secciones. Les dicen seccionistas a las personas encargadas del cuidado y limpieza de cada división del panteón.
Una de las personas que asistió fue Soledad Baños Hernández, acompañada de su esposo, quien llevaba un ramo grueso de cempasúchil, fresco, muy diferente a los que estaban en algunos puntos fuera del panteón. Era porque Soledad venía de Ometepec; llevó flores a las tumbas de sus padres, Guillermo Baños y Ana María Hernández.
También llegó Irma Ochoa y Santiago González, una pareja de adultos mayores de esta misma colonia, Las Cruces, quienes fueron a ver hoy en qué condiciones estaba la tumba de su hijo Jaime y otros familiares, porque el paso del huracán también dejó destrucción en el panteón.
Gran parte de lo que fue un frondoso árbol, reposa sobre las tumbas; fue derribado por el aire del huracán y éste, a su vez, terminó con algunas cruces y lápidas. Y así situaciones similares por el gran panteón.
El desastre obstaculiza el paso posible para Irma; su esposo fue quien buscó una ruta alterna y logró constatar que la tumba de su hijo, quien en junio pasado cumplió un año de fallecido, estaba en buen estado. «Hay posibilidades», dijo ella, de que mañana vuelvan con flores.
En una plática ocasional, algunos de los pocos asistentes que llegaron al panteón de Las Cruces compartieron que acudieron con mucho esfuerzo para cumplir con la tradición, porque se quedaron sin trabajo, sin dinero y sin comida por el huracán. Esta realidad enfrentan la mayoría de los acapulqueños.
El esfuerzo tiene que ver también con que tampoco es fácil conseguir flores en buen estado y a buen precio en Acapulco por sus mismas circunstancias. Algunos puestos con flores y coronas están abiertos fuera del panteón, pero el cempasúchil de algunos de ellos ya está marchito.
Catalina Cruz, una de las comerciantes, quien antes habló de la devastación en la que están sumidos los acapulqueños en general, comentó que sacó a vender parte de las coronas que rescató y el cempasúchil y el terciopelo que sobrevivió. Pero, de todas maneras, las ventas eran mínimas.
“Muy poquito. No es como antes, porque no hay dinero, porque en Acapulco no hay dinero ahorita”, respondió a la pregunta de cómo estaban sus ventas, y después expuso que ella libró su propia batalla como afectada del huracán.
Yesenia, la comerciante de al lado, dijo que la primera remesa de cempasúchil y terciopelo para la celebración del Día de Muertos les llegó desde el martes 24 por la mañana, es decir, horas antes del huracán, que impactó a los primeros minutos del día siguiente; debieron venderla desde las horas inmediatas.
“Lo que pasa que los que pudimos comprar flor con anticipación, perdimos todo”, aclara. Compraron antes la flor pare estar preparadas para estos días. Después hizo un cálculo rápido de su pérdida: 80,000 pesos.
Este miércoles 1 de noviembre las flores de Catalina y Yesenia ya estaban marchitas, al igual que sus ventas.
Esto ocurre en el panteón más grande, pero también en el menos disponible, como el San Francisco, ubicado en el centro del puerto, y conocido como el panteón viejo por ser el de más años, pero también porque ya no hacen nuevas sepulturas, aún así en estos dos días de celebración a los muertos, las visitas son seguras.
Hoy casi no hubo visitas, pero, además, tampoco es posible recorrerlo porque los árboles derribados están sobre las tumbas.
“Esperemos mañana (hoy jueves) las personas que puedan venir, pero sí, efectivamente afectó bastante el día de los niños pequeños, pues, han venido personas, pero no pueden a ver a sus difuntos”, comentó la encargada del panteón, Susana Curiel García. Al momento de esta entrevista no había ninguna persona además de ella y reporteros.
Aun cuando los habitantes de Acapulco quisieran visitar a sus difuntos este año del Día de Muertos, tampoco hay muchas condiciones para hacerlo, porque las carencias son de todo tipo y en muchos sentidos, desde la imposibilidad del desplazamiento, porque los insumos, como la gasolina, no están garantizada para todo el puerto hasta, particularmente, la falta de recursos, porque no hay muchas maneras de ingreso.
Con exigencias de justicia y de un alto a los crímenes de odio, integrantes de diversas asociaciones en favor de los derechos de las poblaciones LGBTI+ colocaron un memorial de Día de Muertos para recordar a activistas en pro de sus derechos y a miembros de sus poblaciones.
De acuerdo con datos del Observatorio Nacional de Crímenes de Odio contra Personas LGBTI+ en México (Onco), del 2016 al 2023 asesinaron a 37 personas de la comunidad LGBTI+.
Estos crímenes de odio, los cuales permanecen en la impunidad, ocurrieron principalmente en Chilpancingo, Acapulco, Taxco, Iguala y Ometepec.
En lo que va de 2023, de acuerdo con Uriel Mena Flores, integrante del Onco Guerrero, asesinaron a nueve personas integrantes de la comunidad LGBTI+, en diferentes municipios de la entidad.
Por todos estos asesinatos, diversos colectivos y organizaciones defensoras de los derechos de las poblaciones, colocaron su ofrenda para recordarlos.
Sobre una gran bandera de arcoíris, principal símbolo de la comunidad LGBTI+, los activistas colocaron algunas lonas con fotografías de sus compañeros fallecidos, algunos asesinados por crímenes de odio y otros fallecidos enfermedad o por muerte natural.
En las fotografías está Quetzalcóatl Leíja Herrera, considerado por sus compañeros como uno de los pioneros de la lucha LGBTI+ en Chilpancingo y en Guerrero.
Quetzalcóatl fue asesinado el 4 de mayo del 2011, en el zócalo de Chilpancingo, uno de los lugares más transitados y vigilados de la ciudad.
Fue apedreado hasta que le desfiguraron el rostro y falleció.
El caso de Quetzalcóatl es considerado un crimen de odio y hasta la fecha, 12 años después, su asesinato sigue impune.
Uno de los casos más recientes es el del activista y director de la Diversidad Sexual del PRD, Tomás Moisés Juárez Abarca, originario de Acapulco, a quien desaparecieron hombres armados, junto a otras seis personas de un centro de rehabilitación en el puerto.
Moisés Tomás desapareció el 1 de septiembre y días después su cadáver fue localizado en una fosa clandestina. No hay avances sobre su asesinato.
Orlando Pastor Santos, David Moyao, Francisco Viruel y Pamela Sandoval, todos activistas también forman parte de esta ofrenda.
«Esta ofrenda es por todas y todos, para que sus crímenes no queden en la impunidad, para que se sepa quiénes eran, que existieron y que algunos de ellos estuvieron frente al movimiento y quienes no estuvieron pero también eran parte de nuestras poblaciones y seguramente en su vida cotidiana tuvieron que luchar contra la violencia y la discriminación», mencionó Mena Flores.
Datos del Onco Guerrero establecen que en lo que va del año, además de los asesinatos, hay registro de ocho atentados en contra de la comunidad.
Juan Carlos Salvador López, presidente del Colectivo LGBT+ Orgullo Guerrero, llamó al Congreso del estado a legislar sobre la tipificación de los crímenes de odio en el Código Penal estatal.
Ante la situación de las poblaciones LGBTI+ en Guerrero, los activistas, a través de un posicionamiento, también solicitaron al Congreso local la tipificación de los crímenes de odio.
Además de la ofrenda, instalaron un centro de acopio para apoyar a los damnificados por el huracán Otis en Acapulco.
Los pasillos del Mercado Baltasar R. Leyva Mancilla, principal centro de abastecimiento de Chilpancingo, lucen abarrotados de personas, aun cuando hay un evidente aumento de precios en muchos de los productos de la canasta básica.
Por la gran cantidad de compradores es difícil caminar por los angostos pasillos y corredores del mercado más grande de la capital.
Es 1 de noviembre, Día de Muertos, y muchos capitalinos compran lo necesario para sus ofrendas.
Abunda el pan, fruta, flores y veladoras en los alrededores del mercado central.
Por otra parte, cientos de acapulqueños afectados por el huracán Otis, acudieron a surtir productos de la canasta básica, y tanto la población local como foránea halló un aumento en los precios de los productos alimenticios.
Durante un recorrido por el mercado central se observó que el kilo de frijol, hasta antes del huracán Otis costaba entre 30 y 35, ahora 50 pesos.
El kilo de arroz estaba entre 18 y 20 pesos, este día se ofertaba en 30 y 35 pesos.
El huevo es uno de los productos que más aumentó de precio, antes de Otis la tapa de huevo rondaba los 60 y 70, en los últimos días, dentro del mercado, el costo va de los 90 a los 100 pesos. En pequeños comercios y tiendas fuera del mercado la tapa llega hasta los 125 pesos.
«Así nos la vende el proveedor, aunque queramos darlo barato no podemos, desde que empezó a aumentar la demanda nos empezó a llegar más caro», mencionó una vendedora de huevo.
Aunque no es la norma, en algunos negocios, los precios se mantienen igual.
El Ayuntamiento capitalino llamó a los comerciantes y empresarios a la solidaridad, responsabilidad y a no aumentar los precios de la canasta básica, lo cual, a tres días de emitir el comunicado, es acatado por varios comerciantes.
“Mantener precios justos y accesibles es crucial en este momento para ayudar a quienes más lo necesitan”, menciona el comunicado del Ayuntamiento y advirtió que junto con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) se harían recorridos de inspección para garantizar “que los precios se mantengan dentro de los límites justos y que no se aproveche la situación”.
Aunque en el mercado, los precios están elevados ningún negocio fue suspendido por Profeco.
En supermercados como Bodega Aurrera, Soriana y Wal-Mart se constató que hay desabasto de productos como atún enlatado, sardinas y pan.
Ante la llegada de habitantes de Acapulco y de comunidades aledañas en búsqueda de agua, alimentos, productos de limpieza y demás artículos que escasean en el puerto, se abarrotan los mercados y centros comerciales.
En los supermercados se ven carritos llenos y cuentas de por encima de los 3,000 pesos para llevar a Acapulco, debido a la emergencia y escasez de productos.
Cientos de acapulqueños llegan a Chilpancingo a buscar masa minsa (una especie de harina para tortillas), agua, productos enlatados y huevo.
14,000 plantas de cempasúchil de campesinos locales son utilizadas en la octava edición de la catrina
Texto y Foto: Margena de la O
Taxco
22 de octubre del 2023
La catrina monumental de Taxco de este año, hecha con 14,000 plantas de cempasúchil de campesinos de la comunidad de El Ejido, orientada como una atracción de esta municipio en el contexto de la celebración del Día de Muertos, lleva en su mano huesuda un jumil, el insecto que dota a los taxqueños de rasgos culturales y de identidad.
La más grande tradición de México, coincide en Taxco con la del Día del Jumil, que celebran en esta ciudad el primer lunes de noviembre; este año será el 6. Los habitantes suben ese día al cerro del Huixteco a recoger los insectos que yacen a los pies de los encinos para después usarlos en la gastronomía local como condimentos en ciertas preparaciones, como salsas.
La congregación de los habitantes en el cerro, en realidad forma parte de una celebración mayor, donde hay danzas tradicionales en torno al jumil, lo que provee al acontecimiento de otros matices culturales.
La importancia de esta celebración está presente en la figura de la catrina con la que en Taxco comenzaron a celebrar a los muertos; es una continuidad de celebraciones.
Esta es la octava edición de la catrina monumental –comenzó en 2016– montada sobre plaza Borda, frente a la catedral de Santa Prisca y, aun cuando tiene más elementos de atracción turística, los taxqueños convergen en su creación de diferentes maneras y le imprimen más que su talento.
Fue expuesto que los cultivadores de la flor de cempasúchil sólo son locales, de una comunidad ubicada a 15 ó 20 minutos de la cabecera municipal. De acuerdo con el área de Comunicación Social del Ayuntamiento de Taxco, la decisión tomada fue adquirir sólo la flor que se dé o produzca en Taxco. Fueron usadas flores con diferentes tonalidades: naranja, rojizo y amarillo.
El diseño de la catrina monumental también es de un oriundo del municipio. El autor es Jared Galindo Giles, de 18 años, que estudia el primer semestre de la carrera universitaria de Diseño Industrial de la Escuela Superior de Diseño y Arquitectura de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro). Resultó ganador, por la votación del público a través de redes sociales, de la convocatoria que lanzó el Ayuntamiento sobre el diseño de catrinas.
Jared combinó de manera intencional las dos tradiciones. “Lo que quise es involucrar a este insecto a la catrina para que las personas que quieren conocer Taxco se cuestionen qué es y le den un seguimiento”, comenta en entrevista.
La catrina monumental está en la principal explanada de Taxco desde el 19 de octubre, día de la inauguraron, pero los trabajos comenzaron desde dos días antes, el 17, a las ocho de la mañana, y duraron 48 horas, con la colaboración de hasta 250 personas, porque hubo equipo para diferentes procesos.
De acuerdo con los datos de Comunicación Social del Ayuntamiento de Taxco, el mayor número participó en el montaje de la catrina basándose en el diseño de Jared; hubo tres turnos con equipos distintos a lo largo del día. La Secretaría de Turismo estima sólo en este proceso a unas 100 personas a cargo.
Pero hubo otros grupos, como el que se ocupó de la selección de las 14,000 plantas, y otro del traslado de la comunidad a la plaza. Además la ciudad está tapizada de esta flor de muerto.
La catrina monumental, debido a que forma parte de las actividades turísticas de la ciudad, está enmarcada en un festival que inició el 19 de octubre y que está previsto concluya el próximo 2 de noviembre, el día más grande de la celebración a los muertos, donde las autoridades prevén repartir entre la población todas las plantas para que sean colocadas en los altares de las familias locales.
El festival tiene otras actividades contempladas, una de ellas son las grandes proyecciones de video de animación sobre la fachada de Casa Borda, donde retrataron la vinculación de los taxqueños a la celebración a los muertos, a la que llamaron Luces del recuerdo. A través de este material honran a los artistas y personajes destacados del municipio y a su propia historia.
Uno de los datos que documentaron en el material que es proyectado todas las noches es que la emblemática película mexicana llamada Macario, que da cuenta de la conexión de los pueblos mexicanos con la muerte y el respeto que deben guardarle, fue filmada en escenarios de Taxco. El Centro Cultural Casa Borda es uno de los lugares desde donde Macario atendió a sus pacientes.
La catrina monumental y el festival en sí es la mayor atracción actual de esta ciudad turística y las autoridades locales lo miden con todas las personas que han subido al puente provisional que montaron para sacar una fotografía de la imagen de flores: 12,696 personas del 19 de octubre hasta ayer domingo.
Hay lugares de México donde festejan Día de Muertos a lo grande. Una de esas celebraciones involucra catrinas gigantes en Atlixco, Puebla. Te contamos por qué es vale la pena el viaje.
El Día de Muertos en México es una tradición prehispánica y tiene tanta importancia que hasta es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde 2008.
Cada región del país tiene su propia forma de celebrar. La famosa Alumbrada en Mixquic, Tláhuac; la limpia de restos en Pomuch, Campeche; o el Festival Valle de Catrinas 2023 en Atlixco.
Atlixco, Pueblo Mágico
La verdad es que Atlixco es un destino maravilloso en cualquier época del año.
Este Pueblo Mágico es una aventura llena de colores gracias a las flores que adornan su paisaje. Además, el pueblo es siempre vigilado por el Popocatépetl.
Además, se ubica muuuy cerca de la ciudad de Puebla, por lo que muchas personas aprovechan para quedarse ahí y darse la vuelta de un día por Atlixco.
Y sí, aunque uno de sus eventos más famosos es su Villa Iluminada, aguántate tantito y antes disfruta de este evento de muertos.
Sorpréndete con las catrinas gigantes en Atlixco
Para celebrar Día de Muertos, Atlixco se llena con catrinas monumentales que adornan distintos lugares del Pueblo Mágico.
Este 2023 se realizará la tercera edición del Valle de Catrinas que cuenta con calaveras, inspiradas en la famosa figura de José Guadalupe Posada, que miden entre tres y cuatro metros de altura.
Este años serán diez catrinas que fueron elaboradas y pintadas por manos 100% atlixquenses.
¿Cuándo es el Festival Valle de Catrinas 2023?
La 3ª edición del Festival Valle De Catrinas se realizará del 14 de octubre al 5 de noviembre en Atlixco, Puebla. Así que ve preparando tu escapada.
Toma en cuenta que al ser colocadas en el espacio público, es un evento gratuito. Lo único es que tienes que estar pendiente de la ubicación de las diez catrinas gigantes en Atlixco para ver y tomarte foto con todas. Aquí te estaremos compartiendo el mapa una vez que lo publiquen.
Esto te servirá para conocer distintos puntos icónicos e importantes del Pueblo Mágico.
El año pasado, por ejemplo, se montó una catrina monumental en un campo de cempasúchil que representaba a una Frida Kahlo florista. También tuvimos un enorme Charro Negro en el Panteón Municipal y un diablito de San Miguel en la Plazuela Fray Toribio.
Cómo llegar a Atlisco desde Ciudad de México
• En autobús
No hay autobuses directos de Ciudad de México a Atlixco. Así que lo que tienes que hacer es tomar uno hacia Puebla, que salen desde la TAPO.
Ojo: escoge una ruta que te deje en la Central de Autobuses CAPU, en Puebla, pues desde ahí sí puedes tomar un autobús con destino a Atlixco.
• En carro
Desde la Ciudad de México son unas 2 horas 40 minutos a Atlixco, Puebla. Claro que todo depende del tráfico a la salida de la ciudad y de que no haya inconvenientes en la carretera.
Deberás seguir las indicaciones que primero te lleven hacia la ciudad Puebla. Así que tomarás la Autopista México – Puebla/México 150D.
Desde Puebla a Atlixco son como 40 minutos y justo a esa altura deberás tomar la salida que te redirige al Pueblo Mágico.
Por eso te decimos que también es útil buscar alojamiento en Puebla por si solo quieres darte la escapada a ver las catrinas gigantes en Atlixco.
En esta población nahua, a 30 minutos de Chilpancingo, la tradición del Día de Muertos se cruza con los problemas sociales: el camino de velas y flores de la iglesia al panteón se construye sobre un cauce de aguas residuales, porque hace nueve años colapsaron las ollas de drenaje
Texto: José Miguel Sánchez
Fotografía: Oscar Guerrero
Huitziltepec
En los alrededores del poblado de Huitziltepec, municipio de Eduardo Neri, la oscuridad de la noche, el aire frio otoñal y los sembradíos de maíz ya secos que rodean el panteón de la comunidad, contrastan con el color amarillo de miles de velas encendidas y el naranja de las flores de cempasúchil y pericón de las tumbas.
En medio de la oscuridad, el panteón de Huitziltepec, un espacio cuadrado y delimitado por un muro de piedra rústico, resalta por los cientos de velas prendidas.
Fuera de ese muro es fácil perderse en la noche. En Huitziltepec falta alumbrado público a la mitad del pueblo.
Es 1 de noviembre, en la tradición mexicana los dos primeros días de este mes se conmemora el Día de Muertos, una festividad en la que se honra la memoria de los difuntos.
Esta tradición se originó como un sincretismo entre las celebraciones católicas, especialmente entre el Día de los Fieles Difuntos y de Todos los Santos y de diversas costumbres de pueblos originarios.
Huitziltepec es una comunidad Nahua, a 30 minutos de Chilpancingo, la capital del estado, aquí la tradición dicta que las familias tienen que acudir al panteón a prender velas a sus difuntos; entre más reciente es el fallecimiento más velas se necesitan.
Es por eso que los días 1 y 2 de noviembre el panteón de Huitziltepec se ilumina con las velas que los pobladores ofrendan a sus difuntos.
No se necesita nada más, ni alumbrado o luz eléctrica, las velas por si solas hacen todo el trabajo de iluminar por completo el panteón.
Las familias llegan a las seis de la tarde, padres, hijos, nietos, sobrinos, todos se dan cita en el panteón, llevan las velas y las flores para sus difuntos, además de sillas para sentarse y convivir entre todos.
La celebración no es solo para los difuntos. Las familias, de pie o sentadas en las tumbas, en el transcurso de la noche platican, ríen, conviven, recuerdan. No hay tristeza. Es un momento muy solemne para todos.
El panteón está a unos 500 metros del pueblo, el camino está pavimentado y se puede llegar a pie o moto taxi, a la mitad del camino ya no hay alumbrado público y paradójicamente a partir de ahí caminas hacia la luz para llegar al panteón.
El color amarillo domina la escena, con las velas encendidas; las flores de cempasúchil y pericón agregan matices naranjas.
Sobre el origen de la tradición poco se sabe, pasaron tantos años que la gente ahora lo hace porque así se los enseñaron sus madres y padres, antes, las abuelas y los abuelos y así sucesivamente.
En una de las tumbas está Alfredo Godínez Ortiz. Vino a poner velas a su hermana, Irene Godínez Ortiz, quien falleció el pasado mes de agosto por complicaciones de la diábetes.
El origen
Alfredo Godínez viste camisa de cuadros y un sombrero vaquero. No tiene problemas para hablar con extraños. Dice que no conoce el origen de la tradición, pero se lo enseñó su madre y su padre.
“Esto es una costumbre que ya traían nuestros abuelos, y según la creencia los difuntos vienen y por eso les ponemos ofrenda y con las velas les alumbramos el camino para que lleguen a su casa”.
La celebración del Día de Muertos en Huitziltepec se divide en dos etapas, la primera consiste en acudir al panteón a encender las velas y colocar flores, de acuerdo con los pobladores, para iluminar el camino de los difuntos.
En una segunda etapa, en cada una de las casas, se coloca la tradicional ofrenda, un altar donde ponen fruta, pan, agua comida y mezcal para que los difuntos disfruten los alimentos que les gustaban en vida.
El panteón de Huitziltepec es simétrico y las tumbas están ordenadas en línea recta desde la puerta hasta el final, la mayoría son de tierra y con cruces de madera, solo unas seis son de concreto.
Esa forma de organizar las tumbas, junto con las velas genera un espectáculo visual que no es común en la zona Centro de Guerrero.
“Es como ver la película de Macario pero a color”, mencionó una visitante.
“Esto es de añales, de siglos, esto nos enseñaron nuestros abuelitos, bisabuelitos y nosotros vamos enseñando a nuestros hijos, es una tradición que nunca se acaba”, indicó Alfredo Godínez.
La historia oral de Huitziltepec menciona que hace 500 años vivían en la zona familias dedicadas a la agricultura, todas dispersas en los alrededores de lo que hoy es la comunidad.
Durante la llegada de los españoles, en 1521, hubo una peregrinación de San José con dirección a la Costa de Guerrero, los peregrinos pasaron a descansar a Huitziltepec y al momento de continuar ya no pudieron mover el santo, así que llamaron a todas las familias de los alrededores y decidieron crear el poblado.
“Y yo creo que desde ese momento celebramos estas tradiciones”, dijo Alfredo Godínez.
Ahora San José es el santo patrono de Huitziltepec y desde su iglesia, ubicada en el centro del poblado, sale una procesión encabezada por el sacerdote que termina en el panteón con una misa.
La procesión recorre las calles del poblado y hace una parada en la capilla de San Miguel sobre un camino de veladoras y pétalos de cempasúchil para guiar a los difuntos.
La tradición se cruza con los problemas sociales
El problema con el camino de las veladoras y los pétalos es que lo colocan sobre las aguas residuales que corren a cielo abierto por las calles de Huitziltepec. Hace nueve años colapsaron las ollas de drenaje y la planta tratadora dejó de funcionar.
El pasado mes de abril, pobladores de Huiziltepec protestaron contra las autoridades municipales y estatales para exigir una solución al tema de las aguas residuales y de la planta tratadora, en aquella ocasión amenazaron con bloquear la Autopista del Sol, a pocos metros del poblado.
Funcionarios del gobierno municipal de Eduardo Neri y del gobierno de la morenista Evelyn Salgado Pineda prometieron que comenzarían ese mismo mes los trabajos de rehabilitación del drenaje y buscarían una solución a la planta tratadora.
A siete meses de esa promesa hecha por la presidenta municipal, la petista Sara Salinas Bravo, y del director general de la Comisión de Agua Potable Alcantarillado y Saneamiento del Estado de Guerrero (CAPASEG), Facundo Gestelum Félix, el drenaje aún corre por las calles lo que provoca malos olores y daños a la salud.
“Según dicen que ya van a venir y que están haciendo unos estudios pero pues nomás no puede quedar el drenaje”, denunció Alfredo Godínez.
De regreso a la tradición
Después de la misa, muchas familias se retiran, es momento de ir a casa a esperar junto a las ofrendas a los difuntos.
La hora en la que las familias visitan el panteón y prenden velas es de seis a nueve de la noche.
La población reconoce que hubo muchos fallecidos entre 2020 y 2021 a causa de la covid, principalmente adultos mayores.
En otro punto del panteón está Ana, una mujer tímida, de unos 60 años, sentada frente a la tumba de su mamá y papá fallecidos hace 20 años, de su abuela y abuelo, y de un sobrino.
Ana acude desde los 14 años al panteón, primero acompañaba a sus padres para ofrendarle a sus abuelos, hoy, 60 años después, ella acude por todos.
Huitziltepec es una comunidad campesina, la mayoría vive del campo, Ana comparte que para ofrendar tiene que trabajar todo el año, siembra calabaza y teje cinta de palma que vende a fabricantes de sombreros o artesanías y con eso hace su ofrenda.
Entre velas, flores y comida Ana gastó 150 pesos por difundo, en total requirió de 750 pesos para mantener viva la tradición de Día de Muertos.
Ciudadanos de Chilpancingo realizaron una ofrenda en el Monumento a Las Banderas para concientizar y visibilizar el problema de las desapariciones en México.
La iniciativa fue de una familia que no quiso dar nombres; dijeron preferir el anonimato y evitar protagonismos.
«La intención es que todas las personas que tengan un desaparecido vengan a colocar su foto, para visibilizar el problema y podamos concientizar a la sociedad», mencionó una de las organizadoras.
Está ofrenda la realizaron en el contexto del Día de Muertos, que se celebra el 1 y 2 de noviembre.
La ofrenda fue colocada en las escalinatas del Monumento a las Banderas, al sur de la ciudad, sobre la Avenida Lázaro cárdenas.
La familia decoró con flores de cempasúchil, pan de muerto y velas, además de una lona que decía: «en memoria de todos los desaparecidos de México».
La idea de esta ofrenda fue porque, según contó la familia, ellos tienen una persona desaparecida y en memoria de él y para visibilizar el problema de las desapariciones es que surgió la idea de realizar la actividad, una idea de tipo familiar, pero abierta para todas las personas que se quieran sumar.
«Esto es un homenaje, pero al mismo tiempo una protesta para decir que ya no queremos este problema (de las desapariciones) y demostrar que somos más los buenos», mencionó una de las organizadoras de 91 años.
«La invitación a participar en esta ofrenda es para todos, nosotros de manera anónima, queremos poner nuestro granito de arena para que haya paz», mencionó la mujer de 91 años.
La ofrenda estará hasta mañana 1 de noviembre; y está abierta para que todas las personas que tengan un familiar, amigo o conocido desaparecido lleven una foto.
En México, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas y de la Secretaría de Gobernación, desde 1970 hasta junio del 2022, hay un registro de 100,000 personas desaparecidas.
Para dimensionar el problema, Amnistía Internacional, una organización de derechos humanos, advierte que se deben comparar cifras con otros países para ver la magnitud del problema.
«Las cifras mexicanas exigen comparaciones foráneas, aunque sea para entender la forma del conflicto. Así, por ejemplo, Colombia cuenta poco más de 99,000 desaparecidos desde 1970, principalmente por el conflicto entre guerrillas y grupos paramilitares que vivió el país. En Argentina, la dictadura militar (1976-1983) dejó alrededor de 30,000, según cuentas de organizaciones no gubernamentales. Y en Guatemala, las tres décadas de conflicto y represión gubernamental a finales de siglo pasado dejaron 45, 000», se lee en un informe de Amnistía Internacional.
Desde hace más de 20 años en los hornos de la panadería La Hidrocálida se preparan diversos panes tradicionales de la región.
Yesi y Angélica Pacheco atienden el puesto de la Hidrocálida en la séptima edición del Festival del Pan.
Su papá es quién hace el pan con ayuda de sus yernos. De acuerdo con Angélica, su padre aprendió sobre el mundo de la panadería a los 12 años, por lo que lleva aproximadamente 50 años en este oficio.
Todo el negocio es familiar, Yesi y Angélica también apoyan. Hornean y hacen algunos adornos a los panes como la cemita. Los yernos también apoyan en el negocio.
En esta temporada de Día de Muertos, La Hidrocálida vende más el pan de mono con azúcar rosa, la amargosa y su especialidad, el espinazo del diablo.
El espinazo del diablo es un pan de la casa, con una receta especial que pocos conocen, el nombre se debe a que es una gran pieza de pan que asemeja la forma de un espinazo.
Además de La Hidrocálida, en la Feria del Pan 2022 se dieron cita 14 panaderías tradicionales de Chilpancingo.
Otra de las panaderías presentes es La Chilapeña, con 34 años en la elaboración y distribución del pan.
La Chilapeña se especializa en pan estilo Chilapa, porque los que iniciaron el negocio eran originarios de Chilapa, municipio conocido por su gastronomía y su pan tradicional.
Gabriela Sánchez contó que la tradición del pan de Chilapa es porque cuando llegaron los frailes a evangelizar la zona venía un sacerdote agustino que era chef y tenía conocimiento sobre pan.
De ahí surgió una mezcla de recetas entre las originarias y las traídas por los españoles y así nació el pan de Chilapa que conocemos hoy.
Lo que más se vende en esta temporada en La Chilapeña es el pan de muñeco con azúcar rosa, el pan de muerto tradicional redondo con huesitos encima y los camarones.
Otra panadería tradicional es la Panadería San Mateo, dirigida por Marcos Nava Damián. Desde 1980 deleitan a los chilpancingüeños con sus panes.
Panadería San Mateo también es una panadería familiar en la que los hijos, nueras y nietos ayudan en el negocio.
Hacen todo tipo de pan. En esta temporada venden más los monos de azúcar y las amargosas.
El Festival del Pan es un apoyo para las panaderías locales de la ciudad.
De acuerdo con Gabriela Sánchez, los dos años de la pandemia por Covid-19 afectaron sus ventas.
«Fuimos uno de los sectores más afectados por la pandemia, afortunadamente ya nos estamos recuperando poco a poco».
La festividad de Día de Muertos permite que las ventas en las panaderías locales se eleven.
Para las familias de la capital que acuden a comprar, el pan es fundamental para sus ofrendas.
«Es importante recordar a nuestros difuntos en estas fechas. La tradición nos dice que vienen los muertitos y se llevan cosas, una de esas cosas, es el pan que es más tradicional», comentó Margarita Nava Rodríguez, quien asistió al festival a comprar pan.