No han recibido apoyo del gobierno a seis meses de Otis, se quejan campesinos

Texto: Jesús Guerrero

Foto: Cortesía/archivo UNTA

Lunes 29 de abril del 2024

Chilpancingo

 

Campesinos de 71 comunidades de los municipios de Acapulco y Coyuca de Benítez que fueron afectados por el huracán Otis, cumplieron seis meses sin recibir ayuda por parte de los gobiernos federal y estatal, a pesar de que en diciembre de 2023 fueron censados por la Secretaría de Agricultura, Ganadería Pesca y Desarrollo Rural (Sagadegro).

El 7 de diciembre, el subsecretario de la dependencia estatal, Salvador Mojica Morga, y otros funcionarios de esa secretaría se reunieron con comisarios municipales y comisariados ejidales de comunidades de ambos municipios, en San Isidro el Gallinero, municipio de Acapulco.

«Ya pasaron más de 40 días que el Otis se llevó nuestra milpa, huertas de limón, corrales; destrozó nuestros caminos y hasta el momento no hemos recibido nada. Y es que no vivimos en la costera Miguel Alemán», reclamó ese día a los funcionarios, José Sevilla Cruz, comisario de San José.

Productores de limón de la zona rural de Acapulco toman sus alimentos en sus parcelas dañadas por el huracán Otis mientras realizan labores de limpieza. Foto: Cortesía/archivo UNTA

En la reunión, en la que participaron habitantes de los pueblos de la zona rural con sus autoridades, hubo airados reclamos al grupo de enviados por el titular de la Sagadegro, Alejandro Zepeda.

«Aquí lo único que hemos estado recibiendo son las despensas», reprochó José Sevilla.

Y sí, ese día, se observó un camión bastante grande del Ejército con soldados que repartían despensas a la gente del pueblo.

En esa reunión, también participó el director general de proyectos especiales de la Sagadegro, Rodrigo Martínez Rodela.

A la fecha, ya pasaron más de seis meses de que Otis devastó todo lo que encontró a su paso y, de acuerdo con la versión del excomisario de San José Tasajera Justino Peñaloza Corona, las autoridades todavía no han reparado 500 metros del camino que conecta a su pueblo con la carretera Coyuca de Benítez-Acapulco, conocido como Paso Texca.

Productores de limón de la zona rural de Acapulco realizan tareas de limpieza de sus parcelas dañadas por el huracán Otis. Foto: Cortesía/archivo UNTA

Esta comunidad, ubicada a 40 minutos de Acapulco, tiene un padrón de 103 campesinos que, según los datos de la Sagadegro, perdieron por el Otis 30 corrales, 300 hectáreas de cultivos de maíz y 10 vacas.

«Hasta el momento, ni siquiera hemos recibido un rollo de alambre de púas para empezar a levantar nuestros corrales que se llevó el viento», señala Justino Peñaloza.

El huracán Otis provocó que los más de 100 campesinos de San José Tasajera dejaran de cosechar más de 800 toneladas de maíz.

Justino Peñaloza refiere que en esta demarcación rural viven 500 personas, la mayoría de las cuales se dedica a la agricultura.

«La noche en que pasó el huracán, pensamos que nadie de aquí iba a vivir, porque todo estaba muy feo. Pero afortunadamente nadie murió y solo a diez casas se les voló el techo; pero perdimos todas nuestras milpas», expone el excomisario.

Las familias de esta comunidad se quedaron sin víveres los ocho días siguientes después del huracán.

La gente se organizó, y con pico y pala pudieron abrir un camino hacia la carretera de Paso Texca y trasladarse a Coyuca de Benítez.

«La gente tuvo que caminar o pedir un _raid_ a los automovilistas para ir a Coyuca para que les dieran una despensa. Fueron días muy duros, porque la gente no tenía que comer”, comenta Justino Peñaloza.

Recuerda que durante los primeros días siguientes del huracán, un grupo de habitantes de San José y de otros pueblos se organizaron para trasladarse a Acapulco para hablar con la presidenta municipal Abelina López Rodríguez, a quien le pidieron que les ayudara con el envío de maquinaria para abrir sus caminos de acceso.

Productores de limón de la zona rural de Acapulco realizan tareas de limpieza de sus parcelas dañadas por el huracán Otis. Foto: Cortesía/archivo UNTA

Abelina López les dijo que sí les mandaría maquinaria pesada, pero con la condición de que la gente de los pueblos se cooperara para pagar el diesel o la gasolina.

«Nosotros le contestamos que cómo íbamos a poner esa cooperación si ni siquiera teníamos dinero para comer, y la alcaldesa nos contestó: ‘Ahí están las cartas sobre la mesa, lo toman o lo dejan'», señala el excomisario.

Ante la falta de respuesta de la autoridad, los habitantes tuvieron que abrir el camino a pico y pala, en el que solamente pueden transitar vehículos de poco tonelaje.

Además, los caminos vecinales que también son utilizados para sacar las cosechas están inservibles.

Durante los últimos seis meses después del Otis, unas 10 familias de San José Tesajera han abandonado sus viviendas para irse a vivir a otro lugar con algún familiar.

«Dicen que la vida en Acapulco ya no será la misma, porque cada año en época de lluvias habrá huracanes muy feos como el Otis y no quieren vivir otra pesadilla», menciona el excomisario.

El limón, que es uno de los productos cítricos que más producen las comunidades rurales de Acapulco y Coyuca de Benítez, también sufrió devastación por el Otis.

De acuerdo con la Sagadegro, en 2023 se tenía estimado que en estas localidades hubiera una producción de seis mil 277 toneladas de limón.

En Guerrero, Acapulco ocupa el primer lugar en producción de limón, mientras que elsegundo lo ocupa el municipio de San Marcos, región Costa Chica.

La mayor parte de la producción de este cítrico se vende en la Ciudad de México y Acapulco.

Otro de los compromisos que de acuerdo con el comisario Justino Peñaloza se comprometieron los funcionarios de la Sagadegro, fue gestionar ante el gobierno federal que se les incluyera en el programa Sembrando Vida, para que recibieran un apoyo mensual de cinco mil pesos.

Los campesinos de Acapulco y Coyuca sufrieron pérdidas de sembradíos de maíz, frijol, calabaza, chile, limón, mango y coco, productos que no contempla el programa Sembrado Vida para que se les incluya como beneficiarios.

Productores de limón de la zona rural de Acapulco realizan tareas de limpieza de sus parcelas dañadas por el huracán Otis. Foto: Cortesía/archivo UNTA

«Fue una propuesta que en diciembre pasado se les hizo a los funcionarios de la secretaría, pero ni siquiera nos han avisado si se nos va a incluir o no», reprochó Justino Peñaloza.

 

«Sigo sin recibir nada»

 

Los fuertes vientos y la lluvia provocados por el huracán Otis, arrasaron con las 11 hectáreas de maíz, sandía y calabaza que tenía el campesino Juan Reyes Robles, de El Salto, en la zona rural de Acapulco; además, el río arrastró sus 12 vacas.

Durante los días siguientes al Otis, Juan anduvo buscando a sus animales, pero nunca las halló.

En entrevista telefónica, Juan Reyes asegura que a seis meses de la pesadilla que vivió, el gobierno no le ha dado ningún tipo de ayuda, aunque reconoce que nunca acudió con un servidor de la nación de la Secretaría del Bienestar, para que lo censaran.

Pero tampoco nadie de esa dependencia acudió a su domicilio para pedirle los datos de las pérdidas que sufrió.

«Lo bueno es de que estamos vivos; y del gobierno, la verdad, nunca esperé que nos echaran la mano», reconoce Juan Reyes.

Juan también sufrió afectaciones en su casa, pero tampoco recibió, de parte del gobierno, los enseres domésticos, refrigerador, colchón, licuadora y ventilador y el dinero en efectivo para reparar su vivienda.

«Nadie vino a censarme, o a lo mejor sí, pero seguramente andaba yo en otro lugar buscando mis vacas», lamenta Juan Reyes.

«El capitán se queda en su barco»

Noé es el capitan del Dinka, un barco para 160 personas que el huracán hundió en la bahía de Acapulco, la noche del 24 de octubre. El capitán y el oficial a bordo salieron vivos. Hoy se cumplen seis meses del huracán más destructivo que ha tocado tierra en Acapulco


Texto: Marlén Castro

Fotos: Javier Verdín y Marlén Castro 

Ilustración: Ignacio Ocampo Na’Chok

Jueves 25 de abril del 2024

Acapulco

 

Noé Alfaro Santos (56 años) iba a morir la noche del 24 de octubre del 2023 y no sabe por qué continúa con vida. Tiene seis meses de su posible y diferida muerte.

Sabe que no hizo nada diferente a lo que, seguramente, hicieron sus amigos Felipe Castro de la Paz, el capitán del Aca Rey, y Demetrio Felipe García, de El Sereno. Ambos, viejos lobos de mar. Ellos ya no están. A Felipe lo hallaron el 3 de diciembre, esponjado, atrapado entre los restos de su embarcación. Demetrio sigue perdido, quizá también está atrapado en los restos de El Sereno, embarcación que no ha sido ubicada.

Noé piensa que no existe lógica que explique por qué sigue vivo. Tiene diabetes; la azúcar se le dispara a pesar del control médico y, hace cuatro meses, lo operaron de una hernia. Vive con miedo y con tristeza. Llora mucho. Es un hombre que no reprime sus emociones, nunca lo hizo, después de Otis, solloza más fácil y seguido.

–Sólo Dios sabe, –resume Noé la extraña razón de mantenerlo en este mundo.

Noé y sus amigos capitanes del Acá Rey y El Sereno se quedaron a cuidar sus barcos. Para la gente que no conoce la vida en el mar este apego es incomprensible. Ellos lo dan por sentado desde que se hacen capitanes y oficiales de embarcación, como los periodistas que van hacia los desastres, en vez de correr a salvarse.

“Nadie tiene que pedírtelo, uno lo hace de forma natural, igual como cuando no quieres dejar tu casa. El barco es tu casa”, explica Noé.

Aspectos del Club de Yates el 25 de octubre del 2023. Foto: Javier Verdín

Esa noche, en la que se murieron casi todos sus amigos de juventud de la vida en el mar, Noé se fue a dormir al camarote del Dinka, el barco del que era capitán desde los 22 años. Para protección, las embarcaciones fueron ancladas en el Club de Yates y en la Marina. Sus capitanes y oficiales se quedaron a bordo. El mar estaba tranquilo, más quieto que otras noches. Pasó por su mente que era una exageración que cerraran la Capitanía de Puerto y que las autoridades les pidieran abandonar las embarcaciones, porque el huracán traía rachas de viento peligrosas.

No había viento y no había lluvia.

A las nueve de la noche, después de merendar su leche y sus roles de canela, con el mar en calma, Noé decidió ir a dormir. Si Otis llegaba, lo haría en la madrugada, ese era el pronóstico y era lo que decían las aguas mansas de la bahía. Era mejor descansar ahora, para estar en mejores condiciones cuando Otis tocara tierra.

Parece que el mar escuchó sus pensamientos. En cuanto se tendió en la cama, las olas comenzaron a sacudir al yate y se soltó la lluvia.

Como a las diez, Noé anunció a Javier Ochoa, su oficial, que se preparara para una noche larga, defendiendo al Dinka de las rachas de viento. Se equivocó. Minutos después, el mar tranquilo se transformó en una bestia negra llena de furia.

La compañía en la que trabaja Noé tenía tres embarcaciones: Dinka l, la más antigua, Dinka, la más grande, y Reina María, la pequeña. A las tres las anclaron cerca del Club de Yates.

Noé y Javier vieron olas enormes precipitarse encima de las embarcaciones. Vieron al Dinka I volar en el aire, como un avión que surca el cielo, con todo y ancla y un pedazo del concreto, de donde lo arrancaron las rachas de viento.

Noé era el experto. Javier tenía apenas ocho meses de experiencia en el mar. Cuando Dinka I voló por encima de sus cabezas ambos esperaron lo mismo con su propia embarcación. Intercambiaron miradas resignados.

El 24 de octubre, Acapulco un día antes de Otis. Foto: Javier Verdín

De pronto, Noé sintió una especie de paz. Su corazón disminuyó la cantidad de latidos por segundo. Vio como una revelación lo que tenía que hacer para salvarse. Pidió a Javier que ambos caminaran por la embarcación para hacer contrapeso mientras bailaban sobre las aguas turbulentas. En lugar de sucumbir en las olas o elevarse por el aire, el Dinka se acercó a un muelle. Noé supo que saltar era su salvación y tenían que hacerlo rápido. Cuando otra enorme ola aventó al barco contra el muelle, Noe y Javier brincaron. Segundos después, el Dinka se perdió entre las olas.

Noé: volver a altamar

El 18 de marzo Noé volvió a altamar. Octubre, noviembre y diciembre luchó para estabilizar su diabetes, después de sortear las olas enormes y los vientos huracanados, la azúcar se fue para arriba.

Uno pensaría que un capitán de un barco, sobre todo, de uno como el Dinka, con capacidad para 160 pasajeros, recibe lo que necesita para vivir. No. Al menos no es así con Noé. Su semana es de 1,600 pesos. Por lo menos tiene seguro social y, con ello, tuvo acceso a una casa para trabajadores.

Volvió a altamar con nostalgia. Lo primero que hizo el capitán del Dinka, cuando piso la nueva embarcación, bautizada como Dinkita, fue pedir un aplauso para los capitanes y sus oficiales que no tuvieron la misma suerte que él. El Dinkita tiene capacidad para 45 pasajeros.

Pidió el aplauso entre lágrimas.

Después Noé se aferró al timón del Dinkita, como se aferró a la vida la noche del 24 de octubre.

Esta era una mañana cálida, con un mar de olas mansas, intensamente azules.

Dinkita es la embarcación que tripula ahora el capitán Noé Alfaro, después de que su embarcación para 160 personas se hundió durante Otis. Foto: Marlén Castro

El Dinkita con el capitán Noé al timón, salió del muelle y se perdió en esta inmensidad que cuatro meses atrás se tragó a sus amigos.

Noé y la tempestad

El abuelo no era marino, pero quiso que su nieto se llamara Noé, como el patriarca bíblico que salvó a las personas y a los animales del diluvio.

“Creo que mi abuelo me marcó con ese nombre”, dice Noé.

A diferencia de sus tres hermanos y su única hermana, desde muy niño, quizá tenía siete u ocho años, cuando lo único que quería era estar en el mar con su papá, Elías Alfaro Valladares. Elías (80 años) si era un hombre de mar. Fue el capitán del yate Polaris, una de las primeras embarcaciones de fondo de cristal para el paseo de los turistas.

Las primeras experiencias de Noé con el mar son de tempestad. Cuando hacía mal tiempo y su papá se quedaba a bordo de su embarcación para cuidarla, convencía a su mamá de que lo dejara llevar comida a su papá. Bertha Santos (+) sabía que Elías podía pasarla sin comer mientras había mal tiempo, porque nadie se quedaba cerca del océano. A pesar de su resistencia dejaba ir a Noé, aunque nunca apartaba el Jesús de su boca.

El capitán Noé Alfaro Santos y su familia afuera de su casa en Acapulco, tres meses después de Otis. Foto: Marlén Castro

Elías y los demás trabajadores de las embarcaciones de cristal, las que llevan a los turistas a la isla Roqueta y a ver a la virgen de Guadalupe, una mole de cobre hundida en la bahía para atracción turística, resguardaban sus embarcaciones en la playa La Agüada. Hasta allá llegaba Noé con el bastimento en esos días de aguas turbulentas.

A los 18 años, Noé ya manejaba cualquier yate que le pusieran. A los 22 años, en 1987, se hizo capitán del Dinka ll. No era su único empleo, los marinos son como los periodistas, necesitan de más de uno para completar sus ingresos. En el Aca Rey, donde conoció al capitan Felipe, Noé trabajaba haciendo clavados para los turistas.

458 embarcaciones hundidas, 137 recuperadas

Acapulco amaneció el 25 de octubre sin un solo yate anclado en la bahía. Los que no se perdieron en las olas y se hundieron quedaron volteados en las playas o encallados en las rocas. La mayoría de las embarcaciones sucumbieron a las olas de hasta cinco metros y rachas de viento de más de 270 kilómetros por hora. Otis es hasta ahora la fuerza más devastadora que ha tocado tierra en el continente americano, de acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional de México (SMN) y National Weather Service (NOAA), de Estados Unidos.

El SMN reportó que, en el momento más intenso, Otis registró vientos de hasta 329 kilómetros por hora, fue como una licuadora con velocidad turbo. Nada quedó en buenas condiciones sobre el mar, todo lo que flotaba se hundió o encalló a muchos metros del lugar al que estuvo anclado, como el Aca Rey, el que se hundió con su capitán y sus cinco oficiales.

Así amaneció Acapulco el 25 de octubre del 2023. Foto: Javier Verdín

El capitán del Aca Rey, Felipe Castro de la Cruz, fue hallado el 3 de diciembre. Sólo dos cadáveres de los seis desaparecidos fueron recuperados. El otro cadáver recuperado es el del piloto naval José Andrés Soberano Mellado.

De este tipo de embarcación, el único que sorteó las olas fue el Bonanza. Ambos, con sus luces tintineantes, enmarcaron la bahía durante unas cuatro décadas. El Bonanza fue reparado y el 24 de diciembre, dos meses después del fenómeno devastador, reanudó sus paseos.

La noche de Otis, de acuerdo con el último reporte del gobierno de Guerrero, fallecieron 52 personas y 32 siguen desaparecidas.

Noé no quiere sentarse a hacer bien las cuentas de todas las personas cercanas y queridas que perdió esa noche. Sabe que la tripulación de El Sereno, una embarcación privada anclada en el Club de Yates, el capitán y dos oficiales y en el Aca Rey, el capitán y cinco oficiales, están en calidad de desaparecidos.

“Ahí nomás son nueve personas”. Noé sostiene que en la mitad de las embarcaciones hundidas esa noche, hay desaparecidos.

El 24 y 25 de octubre, de acuerdo con la Secretaría de Marina, se hundieron 458 embarcaciones, entre ellas, la Dinka I, para 90 pasajeros, el Dinka para 160 y la Reina María, para 80 pasajeros.

El último reporte de la Semar indica que han recuperado del lecho marino 137 embarcaciones: 75 en la bahía de Acapulco, 41 en la bahía de Puerto Marqués y 21 en áreas de La Bocana.

Noé y Otis

Horas antes de que Otis hundió su barco, Noé tuvo uno de los días más tranquilos de su vida, a propósito de la misma presencia del huracán.

Noé y el oficial Javier Ochoa llegaron al Paseo del Pescador, más temprano que cualquier otro día, porque iban a llevar a hacer una inspección a personal del gobierno federal a la Isla La Roqueta.

Esa mañana, Otis pasó de ser una tormenta tropical a un huracán categoría uno y la rapidez con la que se transformó generó la advertencia del Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos, razón por la cual cerraron el puerto a la navegación.

Aunque se cernía sobre el cielo porteño esta amenaza, ni el viento ni la superficie del mar indicaban riesgo. Noé, Javier y las personas del gobierno federal zarparon como a las 8:20. A los diez minutos, cuando se dieron cuenta en Capitanía que el Dinka había salido a altamar. Noé recibió una llamada.

El capitán se regresó porque el puerto ya había sido cerrado.

Como a las nueve de la mañana su patrón lo mandó a descansar a su casa, porque en la noche iban a estar en el barco para cuidarlo.

“Aunque no me hubieran dicho que lo hiciera, yo habría ido, no vi otra cosa desde que fui niño. El capitán se queda en su barco”, sostiene Noé.

El capitán Noé Alfaro Santos y su familia afuera de su casa en Acapulco, tres meses después de Otis. Foto: Marlén Castro

Noé no echó en saco roto la recomendación. Recuerda que durmió como si tuviera días sin pegar los ojos. Despertó como a las cuatro y media de la tarde. Durmió tanto que, cuando despertó, tuvo la sensación de que era el día siguiente. Se levantó, se preparó algo sencillo de comer, y comió. Como a las ocho se dijo que ya era hora de ir a cuidar su barco. Él no supo que cerca de las seis de la tarde, oficiales de la Marina pasaron a las embarcaciones a advertirles que debían retirarse porque el huracán ya era categoría cuatro. Subió al barco con la idea firme de que se las verían con un huracán categoría uno.

Las condiciones del mar hasta cerca de las nueve y media de la noche reafirmaron su certeza.

Nada en toda su vida de marino, con más de 45 años pegado al mar, lo preparó para lo que viviría las horas siguientes. Pero está vivo, y vive para contarla.

Afectados por Otis reciben refrigeradores pero no tienen luz eléctrica

Texto: Jesús Guerrero

Foto: Óscar Guerrero

Chilpancingo

14 de noviembre del 2023

Familias de la colonia La Poza afectadas por el huracán Otis recibieron enseres domésticos de parte del gobierno federal pero algunos artículos como el refrigerador, la licuadora y el ventilador no podrán utilizarlos a la brevedad porque en sus casas siguen sin suministro de luz eléctrica.

«No tenemos luz, agua y comida. Hay un comedor, pero mucha gente ni va», dice María Nogueda, vecina de La Poza, quien hizo fila para recibir sus enseres domésticos.

Las familias de La Poza, colonia ubicada por el aeropuerto internacional Benito Juárez, en Acapulco, empezaron a llegar a la calle El Pino, desde las siete de la mañana, para recibir su refrigerador, estufa, colchón, licuadora, ventilador y vajilla, parte de los apoyos que entrega desde hace una semana el gobierno federal a los afectados por Otis.

Con el papelito del censo en la mano que les entregó un servidor de la nación de la Secretaría del Bienestar las mujeres se formaron en la fila y como muchas de ellas se percataron de que la espera sería larga se llevaron un banquito o una silla para descansar mientras llegaba su turno.
Varios camiones del Ejército llegaron con la carga de los enseres domésticos.

«A ver hoy solamente vamos a entregar los paquetes (enseres domésticos) a los de la colonia La Poza y a los rezagados y los demás que estén aquí se les avisará el día les tocará su turno», le gritó a la gente un militar que iba acompañado por varios servidores de la nación.

En la estrecha calle había una fila de unas 300 personas y a las 11 de la mañana los militares dijeron que solamente entregarían 40 paquetes.

Mujeres de las colonias Las Delicias, Alfredo B. Buenfil y de la comunidad de Barra Vieja llegaron desde las siete de la mañana para recibir sus enseres domésticos, pero se fueron con las manos vacías después de esperar tres horas bajo el sol.

«Oiga, no es justo. Yo aquí traigo mi censo y me citaron para hoy», le dice una señora de la colonia Las Delicias a una mujer del grupo de los servidores de la nación.

Casi a las 12 del día termina la entrega de 40 paquetes de electrodomésticos a los afectados por Otis de la colonia La Poza donde viven tres mil familias, según María Nogueda.

A los que sí se les entregó su refrigerador, estufa, licuadora, colchón y vajilla tuvieron que alquilar un diablito o una camioneta para llevarlos a su casa.

El alquiler de un diablito para llevar el refrigerador y la estufa era de cien pesos.

Un adulto mayor espera en la esquina de la calle El Pino, en la colonia La Poza, en Acapulco, este 13 de noviembre del 2023.

Algunos hombres que acompañaron a su esposa o a su mamá para recoger el paquete de artículos electrodomésticos cargaron en hombros el colchón, refrigerador o estufa.

Aunque otras familias afectadas alquilaron una camioneta para que les llevaran su mobiliario.

Un joven de la colonia Arroyo Seco, ubicada al otro extremo de Acapulco, acudió a la colonia La Poza para ayudar a su mamá con el traslado de sus enseres domésticos.

«Allá en mi colonia de Arroyo Seco nos fue muy mal aunque apenas hace tres días nos llegó la luz, pero seguimos con muchas carencias como el agua», dijo el joven.

María Nogueda llegó desde las siete de la mañana y trajo su silla en espera de que la nombraran para que recogiera el apoyo.

La gente calculó que los cinco artículos tienen un costo de alrededor de 12 mil pesos.

«Seguro esos refris y estufas el gobierno las compró en Elektra o Aurrerá porque los dueños de esas empresas son amigos del presidente Andrés Manuel López Obrador», dijo uno de los afectados por el huracán Otis.

María Nogueda se ríe cuando se acuerda que por el momento no podrá utilizar el refrigerador y la licuadora que le dio el gobierno porque en la colonia La Poza, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) no ha reconectado el suministro de energía eléctrica.

Aunque el gobierno de López Obrador y la gobernadora Evelyn Salgado Pineda han dicho que en Acapulco ya casi está al cien por ciento con la reconexión de luz eléctrica, hay zonas incluso del centro de este puerto que se quejan de que en sus domicilios les llega el servicio un momento, pero luego se va.

La colonia La Poza es una demarcación que antes de que se fundara la exclusiva zona Diamante (durante el gobierno de Carlos Salinas, hace más de 30 años) estaba constituida por grandes extensiones de huertas y sembradíos de cultivos básicos como maíz y frijol.

«Antes de que el gobierno fundara zona Diamante esto eran solo huertas y manglares pero todo esto se devastó y por eso cada vez que hay una lluvia medio fuerte se inunda todo», dijo uno de los habitantes de La Poza.

Doña María Nogueda dice que ella vivió lo del huracán Paulina, la tormenta tropical Manuel y el huracán Ingrid y que las consecuencias no fueron tan devastadoras como Otis.

«Yo sentía que me moría», recuerda María la noche del martes 24 de octubre, cuando los vientos y la lluvia arreciaba en todo Acapulco.

De acuerdo con la versión que dio un mando militar, los paquetes de enseres domésticos ya se están repartiendo en distintas colonias y fraccionamientos de esta zona de Acapulco.

A 20 días del paso del huracán Otis, en esta zona de Acapulco, se nota el movimiento de trabajadores de la CFE y ambulancias médicas de la Secretaría de Salud.

Sin embargo, en cada cuadra aún hay postes, árboles o espectaculares tirados, así como basura acumulada en banquetas y calles.

«Aquí ya llegó la luz, pero cada rato se va», cuenta un vecino de la colonia Luis Donaldo Colosio en cuya entrada hay un gran charco de aguas de drenaje.

Un hombre afectado por el paso del huracán Otis lleva la estufa que recibió por parte del gobierno federal el 13 de noviembre del 2023 en Acapulco.

Gobierno abandona familias de comunidades afectadas por Otis

Texto: Jesús Guerrero

Fotografía: Oscar Guerrero

Acapulco

5 de noviembre del 2023

Habitantes de comunidades afectadas por el huracán Otis se colocan en la carretera de Metlapil, en Acapulco, para pedir comida y agua a los automovilistas que transitan por esta vía que conecta a la zona más exclusiva de este puerto, Punta Diamante.

Una de estas familias que se quedó sin techo pidieron prestada la casa que está en una huerta de palmeras y plantas de ornato para albergarse.

En en el interior de esta vivienda de condiciones precarias está acostada en un sillón una señora herida en el talón del pie derecho.

«Tengo diabetes y mi pierna está infectada y necesito un médico y medicinas», dice la señora que es observada por su hija María del Rosario Romero Lorenzo.

En esta zona rural de Acapulco viven familias de al menos 10 comunidades en condiciones precarias y ahora con el huracán Otis pareciera que su pobreza aumentó porque perdieron sus pocas pertenencias.

El viento del Otis se llevó desde su cama, estufa, ropa y los sembradíos de maíz los arrasó, dijeron.

Por esta zona de localidades de alta marginación atraviesa la carretera llamada Metlapil que da acceso a la zona exclusiva de Punta Diamante.

En 1990, durante el gobierno del fallecido José Francisco Ruiz Massieu, 29 hectáreas de estos terrenos del ejido Plan de los Amates en donde había extensas tierras de labor y de huertas, fueron expropiadas para que se construyera esta vía que desde entonces dos grupos empresariales la han tenido como concesión sin embargo en este 2023 ya pasó a manos del gobierno del estado.

Pero a los ejidatarios y sus familiares no les ha cambiado la vida.

«Vivimos en la misma pobreza y ahora con este huracán que nos pegó fuerte vamos a estar más pobres», dijo la señora de la localidad de El Varadero de la Laguna.

La casa que después del Otis ocupan como refugio la familia Romero Lorenzo está sin revoque, sin puertas y sin ventanas.

Esta vivienda que ocupa como refugio la familia está en una huerta de palmeras de cocos y un vivero de plantas de ornato.

«El viento del huracán tumbó 80 palmeras y quedaron en pie más de 200 pero estas palmas crecen muy rápido así es de que será fácil reponer», dice el encargado de esta huerta ubicada a unos 10 metros de la orilla de la via.

María del Rosario Romero cuenta que el miércoles 25, un día después del huracán anduvieron buscando un lugar para refugiarse y que ningun autoridad les brindó ayuda.

«Aquí no ha llegado el gobierno para ver los daños ya que solo están apoyando a la zona de la costera Miguel Alemán y a los de Punta Diamante allá donde viven los ricos», dice.

Cuenta que las casas de su pueblo se quedaron sin techo y la mayoría de sus pertenencias también se perdieron.

«Lo que pudimos rescatar nos lo trajimos a esta casa que la tenemos prestada», afirmó María del Rosario Romero.

La comida y el agua se les acabó a las familias y por eso acordaron trasladarse durante el día en la carretera de Metlapil para pedirle ayuda a los automovilistas.

«Necesitamos comida», dice un mensaje escrito en pedazo de cartón que una mujer muestra a los automovilistas.

A lo largo de los 19 kilómetros de la vía de cuota, desde la entrada de la Zona Diamante hasta poco antes de llegar a la caseta de la Venta de la Autopista del Sol, se colocan en la orilla varios grupos de personas pidiendo a los automovilistas comida y agua.

Se detiene un vehículo y los lugareños corren hacia la unidad para recibir el apoyo.

«A veces solo se paran (los conductores) y no nos dan nada y otros hasta nos dan sobras de lo que van comiendo», dice una señora que muestra una bolsa de frituras abierta.

Son casi las 18 horas y la temperatura es de 32 grados centígrados. El pavimento está caliente pero a los niños que andan descalzos no les hace mella y cuando un vehículo se detiene salen corriendo.

El conductor de una camioneta se detiene y entrega a la gente bolsas que contienen aceite, arroz y atún. La gente regresa contenta.

«Estamos aquí en la carretera pidiendo ayuda porque el gobierno ni viene a vernos y la necesidad nos obliga a hacer esto porque tenemos que darle de comer a nuestros hijos», dijo una señora de la comunidad 10 de Abril.

María del Rosario Romero cuenta que la mayoría de las plantas de ornato que ella siembra las arrasó el huracán.

«Con las plantas que me quedaron voy a empezar de nuevo», dice María del Rosario.
En esta zona rural de Acapulco, llevan diez días sin suministro de luz eléctrica y agua.

«Seguramente nosotros vamos a ser los últimos que seamos atendidos por las autoridades porque ya es una costumbre que nos discriminen porque somos pobres», dijo María del Rosario Romero.

En esta casa se refugian seis familias que perdieron todas sus pertenencias durante el huracán Otis, entre ellas, la familia Romero Lorenzo.

Gobierno desatiende número de muertos y desaparecidos por huracán Otis

Texto: Margena de la O

Fotografía: Oscar Guerrero

Acapulco

30 de octubre de 2023

 

El inglés Neil Marshall tenía una casa en Acapulco, donde podía ver el mar y una piscina para nadar. El sueño de toda su vida de trabajo lo hizo realidad este año que se mudó por completo a la avenida Cerro de los Cañones.

Con su sueño consumado, Neil dejó aquí su último aliento.

Él fue una de las víctimas mortales por el paso del huracán Otis en Acapulco. De acuerdo con la secretaria de Salud, Aidé Ibárez Castro, hasta las 10 de la mañana de este domingo habían contabilizado 43 decesos. Esta mañana la última actualización de datos que dio la gobernadora Evelyn Salgado Pineda fue de 45 decesos y 47 desaparecidos; esta última cifra creció con 11 casos las últimas 24 horas.

Los datos de Neil Marshall los compartió su hija Cath McKinney vía mensaje de redes, porque ella sigue del otro lado del mundo en espera de recuperar el cadáver de su padre. El primer contacto lo hizo ella, porque escribió a los medios de comunicación locales y a los grupos de ayuda disponibles para que le colaboraran en ubicar a su padre y a la familia de éste.

Buscaba también a Alexander, un menor de edad, y a Paulina, de quienes se reservó mayores datos. Se entiende que eran la familia de Neil en Acapulco. Supo que los dos estaban bien, aunque seguía sin comunicarse con ellos.

Las personas fallecidas y desaparecidas después del huracán es un tema grave que no ha sido dimensionado en Acapulco; desde el principio, lo más visto, fue la devastación de la zona turística.

En el levantamiento de los cadáveres participan personal de la Fiscalía General del Estado (FGE) y de la Secretaría de Salud, porque el Servicio Médico Forense (Semefo) depende de esta última área. El procedimiento de entrega de los cadáveres es tardado y si, a esto le suman, la incomunicación y la falta de servicios básicos por los daños del huracán, el problema resulta mayor.

Es probable que las víctimas sean mayores por el desastre, el caos después de la tormenta y la lentitud gubernamental. El número de decesos proporcionada por la secretaria vía telefónica es la tercera cifra actualizada.

Aspectos desde afuera del Semefo, en Acapulco, donde una planta de energía eléctrica funciona desde el jueves. Fotografía: Margena de La O

La búsqueda y la confirmación

La hija de Neil ha vivido de manera directa, primero, la incertidumbre de no saber qué pasa con una persona no localizada en medio del desastre y, segundo, recuperar el cadáver de una persona fallecida.

Para la primera etapa ella logró información particularmente por los grupos locales de redes sociales, y después el consulado de su país se lo confirmó.

Horas después de que el huracán tocó tierra, en redes sociales circuló la imagen del rostro de un cadáver tirado en lo que parece un camellón. Era un hombre de test blanca y sin pelo.

La imagen explícita del cadáver circuló con el propósito de que alguien lo identificara. La persona fallecida era Neil, a quien lo buscaba su hija.

Cath se puso en contacto con quien hizo la publicación y esa persona le dijo que el cadáver estuvo abandonado dos días bajo el sol.

Hasta este sábado que fue la comunicación con ella no sabía cómo murió, porque tampoco tenía contacto con la familia de su padre.

La información la ha reunido a retazos. Vio en un video de noticias a Paulina. Unas personas que le pidieron no identificar, le dijeron que su padre murió camino al hospital y que su cadáver estaba en la calle, cerca de una estatua de hojalata, al parecer la de la Diana cazadora.

También contó que, en Inglaterra, mientras ella estaba en el trabajo, la policía apareció en su casa para informarle que su padre estaba muerto. La embajada de su país obtuvo la información por una amiga de Paulina.

No es el primer caso que se conoce que el cadáver de una víctima estuvo abandonado en la calle. En el perfil de Facebook “Desaparecidos en Chilpancingo” fue reportada la muerte de Laura Martínez, de 24 años, que estudiaba en el puerto y que vivía sola en la colonia Colosio. El reporte lo hizo una compañera de su escuela que no sabía quiénes eran sus familiares; sólo que Laura tenía familia en Chilpancingo.

“(…) Quisiéramos que reclamen el cuerpo, lo tenían en una carretilla, porque no hay dónde llevarlos, ya pasó mucho tiempo (…)”, es un fragmento extraído del mensaje.

El administrador de esa página de Facebook informó que lograron hacer contacto con la madre de la joven quien, al parecer, viajó desde Estados Unidos hasta Guerrero para recuperar su cadáver.

El problema estriba en eso, la recuperación, y eso se confirma afuera de las instalaciones del Semefo en Acapulco, ubicadas en El Quemado.

En la imagen, una cruz de madera en el costera de Acapulco, a la altura del Paseo del pescador, uno de los sitios donde son atrancadas las embarcaciones.

El Semefo, lugar de la incertidumbre

La tarde de este domingo el olor fétido que sale del Semefo en Acapulco es más intenso que hace unos días antes del huracán. La razón, al parecer, porque llegaban cadáveres de las víctimas del huracán, muchos de ellos, en estado de descomposición.

Después del huracán, los servicios básicos quedaron suspendidos en el puerto, incluida la energía eléctrica, indispensable para el almacenamiento de cadáveres, pero hay una planta de luz afuera y personal de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Eso no aminora el olor.

Los familiares y conocidos de las víctimas esperaban afuera para buscar a desaparecidos o reconocer a un familiar fallecido. Hasta ahí llegó la madre de Carlos Miguel, quien entró a que le tomaran una muestra de sangre para comparar su ADN con los cadáveres apilados. Su hijo salió de casa al día siguiente del huracán y hasta el momento no sabe nada de él.

En otro punto estaba Rubén, un ingeniero que hace unos años trabajó en el yate turístico ACAREY, esperaba a su esposa que acompañaba a la familia de José Andrés Soberano Mellado, quien era el actual piloto de esta embarcación turística.

Él es el joven de quien circuló una ficha de búsqueda en redes sociales con esta información: “José Andrés Soberano Mellado, originario de Puebla, 27 años, se encontraba de guardia en el yate ACAREY. El yate se encontraba emboyado en la bahía de Santa Lucía de Acapulco. Su último contacto fue 11:54 pm, vía WhatsApp, iba a bordo con el dueño del barco, el capitán, un motorista, él (piloto oficial), y una persona más. Su dirección es avenida La Suiza 804, Pharos de Santa Lucía, edificio B, departamento 204”.

Después, a través de las mismas redes sociales, la familia reportó que lo hallaron muerto.

Rubén contó que José Andrés tenía apenas dos días de que lo habían contratado como piloto. Toda la tripulación se quedó en la embarcación el día del huracán para cuidarla. Ahí falleció el joven originario de Puebla.

El ingeniero compartió que de los otros tripulantes no tienen información; desconocen su paradero. Sabe que eran seis en total, entre ellos Felipe y Eric, sus amigos.

Con claridad expuso que el caso de los fallecidos por el huracán es más caótico de lo que reportan las autoridades. El jueves pasado él estuvo por el muelle de las embarcaciones turísticas y dijo que vio ahí al menos ocho cadáveres tirados descompuestos.

La familia de José Andrés vino de Puebla, de donde son originarios, para llevarse el cadáver. Contactaron a Rubén y a su esposa, entre el caos y la incomunicación de las horas inmediatas, para pedirles ayuda con los trámites en lo que llevan horas, porque siguen en espera de un documento –se entiende que el oficio de las causas de fallecimiento–, necesario para el acta de defunción, porque, les dijeron, el personal es insuficiente y ha trabajado las 24 horas.

“Es un relajo. Hay que esperar a que ellos hagan el acta de defunción y todo eso, sino no lo entregan”, comenta.

Ni la catástrofe ha podido con la burocracia.

Puerto Marqués, destruido y desolado por huracán Otis

Fotografía: Oscar Guerrero

28 de octubre 2023

Puerto Marqués, uno de los puntos de playa en Acapulco, quedó devastado con el huracán Otis. En las calles hay infinidad de árboles y postes de energía eléctrica caídos, láminas de los techos de las viviendas, tinacos, puertas y vidrios rotos.

En la bahía unos 300 restauranteros, unos 200 pescadores y unos 200 prestadores de servicios de deportes acuáticos, según los cálculos de los propios habitantes, lo perdieron todo. Los restaurantes están sin techos y las palapas derribadas; las pangas de los pescadores están partidas y muchas otras pérdidas en el mar.

Casi toda la población no tiene dónde dormir, porque ya no tienen casas. Están destruidas.

Las mujeres, hombres, niñas y niños salen a las calles a buscar comida y agua. Ninguna autoridad había acudido a Puerto Marqués hasta ayer avabzada la tarde.

Saqueos y la lentitud del gobierno prevalece a dos días de la tragedia por el huracán Otis en Acapulco

Texto:: Margena de la O

Fotografía: Oscar Guerrero

Acapulco

27 de octubre del 2023

“Haz de cuenta que el aire lloraba”, dice Lucía Franca Chino Amores para explicar cómo vivió el huracán Otis en su puesto de La Mica, ubicado a pocos metros de la caseta La Venta, de Acapulco, donde desde hace 35 años vende dulces de tamarindo y objetos de recuerdo del puerto.

Con esto deja claro que nunca antes pasó por algo así, aun cuando vivió el Paulina, hace 26 años, en el mismo lugar; el huracán de 1997 sólo alcanzó la categoría cuarto nivel y fue contemplado en la prensa como la manifestación natural que destrozó Acapulco.

Con Otis, de categoría más alta, los daños pudieron ser más abarcadores; aun cuando las autoridades no dan reportes generales, Lucía lo confirma. “ A mi edad, esto estuvo horrible”, agrega. Es una mujer de 59 años.

Lo reafirman sus pérdidas. Su local está sin techo, con la herrería de protección resentida y con casi todos sus productos dañados, porque se mojaron. En la misma condición están unos 25 comerciantes de este mercado de La Mica.

El daño mayor al puesto de Lucía fue el miércoles 25 por la noche, cuando unas personas entraron a su local y se llevaron muchos de los productos de su venta, hasta los dos bultos de azúcar que compró para elaborar los dulces de tamarindo. El saqueo a tiendas departamentales, de autoservicios, farmacias hasta negocios de diversos giros como de materiales de construcción fueron comunes después del huracán.

Desde ese momento, Lucía y su familia se quedaron sin sustento y su preocupación crece cada minuto del día.
48 horas después del huracán los saqueos son las acciones más comunes en Acapulco, al igual que el abandono institucional.

“Nadie se ha presentado, ninguna autoridad ha venido, señora, qué les pasó, qué necesitan”, denunció Lucía este jueves pasadas las 11 de la mañana.

Durante un recorrido por la zona suburbana y rural era lo mismo: abandono institucional.

Lo mismo ocurría en La Venta, Barrio Nuevo, El Quemado, El Cayaco, El Coloso, Tres Palos, y Los Órganos. En ninguno de estos puntos había una tienda de autoservicios y de conveniencia que no estuviera saqueada y destruida. En algunos puntos hasta entraron en farmacias, tiendas departamentales y hasta negocios de empeño.

Esto es consecuencia de la destrucción que dejó Otis pero, de manera particular, porque no hay autoridad que les ofrezca vigilancia o que asista a colaborarles, aun cuando la Guardia Nacional aplicó el Plan GN-A. La Venta-Barrio Nuevo ayer jueves seguían sumidos en el lodo.

A la par que saqueaban las tiendas, algunos de los habitantes de Barrio Nuevo hablaban de que para ellos los servicios de energía eléctrica podrían tardarles en reponer hasta dos meses, conscientes de que las zonas marginadas del puerto están históricamente relegadas; el área turística siempre es la prioridad.

En este lugar no había ningún agente militar o marino que regule o por lo menos dosifice la cantidad de víveres y medicamentos saqueados, porque la escasez de alimentos para habitantes que no participan en la rapiña, comienza asomarse en medio del caos. Aunado a que la gasolina, por ejemplo, ya no se consigue en el puerto por la misma destrucción del huracán.

En el tramo a la caseta de Metlapil, que conecta con la zona Diamante, varias personas estaban ayer a los costados pidiendo a gritos a los automovilistas víveres y agua.

El caos de Acapulco ha generado también que todavía no se contabilice el daño total de esta manifestación natural, porque muchas zonas siguen sin ser transitadas por los caminos rotos. En el punto conocido como Paso de Texca hay un socavón que merma el paso, y más adelante la carretera está cortada.

Muchos turistas seguían saliendo del puerto durante el día de ayer. A mediodía se les vio caminar a pie y con maletas en dirección a la caseta de La Venta, de la Autopista del Sol, porque tampoco había servicio fluido de transporte.

Algunas otras personas seguían varadas en el puerto sin saber qué hacer. Un grupo de jóvenes caminaba con maletas sobre la vía principal de la zona turística Diamante, eran personal contratado para hacer reparaciones en La Isla, la principal plaza comercial del área.
El martes pasado por la noche, ya con el huracán encima, su contratista les pidió que salieran del puerto hacia la Ciudad de México, pero ya era tarde. Lograron comprar un boleto y subir a un autobús, el cual sólo avanzó unos metros y se regresó, porque el viento del huracán ya no los dejó.

“Desde ahí estamos incomunicados, todos estamos queriendo hablar con nuestras familias, no hay teléfono (…)”, contó uno de ellos, quien precisó que el último mensaje que salió de su teléfono a un familiar fue, “ya no salimos de Acapulco”.

El en vivo de la gobernadora Evelyn Salgado

A dos días del paso del huracán Otis reina el desastre y el caos, en parte por la ausencia institucional y la falta de autoridad. No existe evidencia de que la gobernadora Evelyn Salgado Pineda estuviera en el puerto al menos cuando el huracán impactó o durante las primeras horas posteriores.

La destrucción y el caos se veía por cualquiera lado en Acapulco, pero convivieron en el mismo lugar este jueves a mediodía en el bulevar de Las Naciones: por un lado el complejo hotelero Princess devastado por el viento y por el agua, y por el otro, una plaza en vía de ser destruida, porque las tiendas departamentales y de autoservicios eran saqueadas.

Las personas corrían con bolsas repletas o con enormes televisores o colchones al hombro; algunos se atravesaban por las vías con carritos de súper cargados de productos, y otros tantos con sus vehículos llenos de víveres y aparatos electrónicos.

Todo esto, aunado a la poca presencia de elementos del Ejército, generó que el transito fuera imposible en varios puntos del puerto, como la costera Miguel Alemán y el Bulevar de las Naciones. Donde más se vio a los agentes fue en la Autopista del Sol, pero de los servidores públicos estatales hay menos referencias.

La gobernadora hizo un en vivo que transmitió en su perfil de Facebook desde un vehículo cerrado a las 22:34 horas del martes pasado –momento en que era un hecho la categoría cinco del huracán Otis y con la alta probabilidad de que tocara en Acapulco, lo que ocurrió a la medianoche–, junto a su hermana Liz Salgado Pineda, la directora del DIF estatal. La gobernadora dijo que estaba en el puerto y pidió a la población que tomara precauciones. Nunca bajó del vehículo durante la transmisión para saber dónde estaba exactamente.

El miércoles por la mañana, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que había perdido comunicación con Guerrero después del paso del huracán y que no sabía en ese momento de datos mayores o si había pérdidas humanas.

Por la tarde, el presidente llegó al puerto por la carretera federal casi por sorpresa, después de librar algunas complicaciones en el camino, por las afectaciones. Pero la gobernadora no estaba en Acapulco en ese momento.

Entre las cuatro y las cinco de la tarde, unas personas abrían paso de manera apresurada a una caravana de vehículos que circulaba a unos metros de la última (o primera) estación del Acabús, cerca de Paso Limonero, contó un grupo de reporteros que lo presenció.

Uno de los que abría el paso era el subsecretario de Prevención y Operación Policial de la Secretaría de Seguridad Pública de Guerrero, Irvin de Jesús Jiménez Sánchez, y lo hacía para que el vehículo de la gobernadora, seguido de otros, con funcionarios públicos a bordo, pasara a la zona turística del puerto.

Al parecer, porque coincide con los tiempos que arribaba el presidente, corría el riesgo de que el presidente llegara a Acapulco antes que ella.

Con la tormenta tropical Max, que pegó a la Costa Grande el 9 de octubre pasado, las redes oficiales del gobierno estatal y de la misma gobernadora, estuvieron repletas de imágenes de su recorrido por los municipios afectados, ahora no hay más que el en vivo mencionado y un breve video colgado hasta este jueves en su perfil de Facebook, del momento en que recibe a López Obrador.

La gobernadora consiguió llegar antes que él.

Acapulco, un caos por Otis

Texto: Amapola periodismo 

Fotografía: Oscar Guerrero

Acapulco

25 de octubre del 2023

A 24 horas del paso del huracán Otis, este puerto está hecho un caos.

Sin energía eléctrica, sin internet, telefonía celular, transporte público local y foráneo, además de daños materiales incalculables son algunas de las consecuencias de la fuerza brutal de Otis que pegó tierra a las 12:30 de la madrugada del miércoles 25 de octubre.

La Autopista del Sol y la carretera federal Acapulco-Chilpancingo sufrieron cortes y se suspendió la circulación vehicular desde la madrugada, cinco horas después de la embestida del huracán.

La circulación en la Autopista del Sol se restableció parcialmente cerca de las cuatro de la tarde. La vía en el kilómetro 360 sufrió un deslave.

La carretera federal Chilpancingo-Acapulco seguía cerrada debido a que el puente Papagayo fue afectado por el desbordamiento del río.

«Aquí parece que hubo una guerra», dice un trabajador de la Secretaría de Seguridad Pública municipal cuando caminaba por el carril norte-sur de la avenida Costera Miguel Alemán.

La descripción que hace el acapulqueño de lo que se visualiza en esa zona no es para menos.

En los dos lados de la vía turística se observa a hoteles, restaurantes y establecimientos comerciales con los vidrios rotos, espectaculares de los distintos anuncios y árboles tirados en el piso.

Pero en la entrada a Acapulco, en las colonias populares como Ciudad Renacimiento, Emiliano Zapata, La Postal, Las Cruces, el panorama también es desolador.

El boulevard Vicente Guerrero, la principal vía que utilizan los habitantes de esta zona de alta marginación, luce anegada y un carril es utilizado para que los automovilistas circulen en ambos sentidos.

Casi a las cinco de la tarde un convoy de camionetas y patrullas de la Policía Estatal se abren paso por esta vía. En uno de los vehículos viaja la gobernadora Evelyn Salgado Pineda quien no se baja de la unidad. La gente que camina por la calle enlodazada no se percata de la presencia de la gobernadora.

Como no hay ningún tipo de señal de comunicación no se supo a tiempo que también llegó el presidente Andrés Manuel López Obrador, sino hasta que se salió del puerto y se llegó a un lugar con cobertura.

En este boulevard Vicente Guerrero al igual que en la avenida El Farallón, cerca de la costera Miguel Alemán, se observó a la gente saquear las tiendas departamentales.

Personas que incluso llevaron su camioneta para cargarlas de sillones, refrigeradores y hasta de motocicletas.

En los últimos 26 años, Acapulco ha sido devastado por cuatro fenómenos meteorológicos. El huracán Paulina, el 9 de octubre de 1997, el huracán Ingrid y la tormenta tropical Manuel, en septiembre del 2013, y el huracán Otis que hizo tierra con categoría cinco.

«En este huracán no llovió mucho pero el aire devastó los techos y ventanas de miles de casas y muchos hoteles y establecimientos comerciales», dijo un acapulqueño.

«Nosotros desde el lunes estamos aquí y ayer martes nos dijeron que cuando llegara el huracán nos escondiéramos en el baño en donde estuvimos dos horas cuando los vientos estaban muy fuertes», contó un turista de la Ciudad de México.

Un grupo de turistas de Polonia caminaban por la avenida Miguel Alemán y mostraban a la gente una hoja con un escrito en donde se leía: «Ayuda queremos regresar a Polonia».

El grupo de jóvenes polacos y otros turistas caminaban por la avenida solicitando apoyo.

«Del hotel nos dijeron que ya habrá luz eléctrica y a lo mejor internet», contó un turista que está hospedado en el piso siete de un hotel ubicado en esta vía.

Otro grupo de turistas de la Ciudad de México dijeron que desde la mañana estaban en espera de que los llevaran a un refugio.

Varios vehículos Hummer del Ejército recorrían esta vía para recoger a los turistas que quisieran pasar la noche en un refugio que instaló el gobierno estatal y el municipio.

Los vientos del huracán provocaron que los techos de los restaurantes ubicados en las playas volaran.

El parque Papagayo, uno de los pocos pulmones de Acapulco, remodelado en 2022 con una inversión de 400 millones de pesos, quedó devastado.

Ninguno de los árboles de este parque quedó en pie. Los arrasó el huracán.

A las siete de la noche, la gente que caminaba por las oscuras calles de Acapulco esperaba inútilmente que pasara un camión de transporte o un taxi colectivos.

Hasta entrada la noche aún no se restablecía el suministro de luz eléctrica, el servicio de telefonía celular ni el internet.

Hasta ayer no se sabía de la situación que vivían los habitantes de las colonias populares y de las comunidades rurales.

Acapulco: el infierno que dejó Otis

Texto: Marlén Castro

Fotografía: Redes

Chilpancingo

25 de octubre del 2023

 

–Busqué la manera de salir, aunque sea a Chilpancingo, pero no hay forma–, se escucha decir a un turista que quiere escapar del infierno en que Otis convirtió al paraíso del caribe.

Acapulco ya no es más el paraíso, por lo menos no este miércoles 25 de octubre.

Las palmeras no se mueven al viento del trópico. Están amontonadas en el suelo, lo mismo que algunos árboles. Algunas palmeras siguen erguidas, pero se nota que hicieron frente a rachas de vientos devastadoras.

Aunque ya está avanzado el día hay poca información de los daños que hay en Acapulco.

La poca que llega es a través de videos que usuarios sueltan en las redes. Este que se describe es del reportero Rangel Ventura de Noticias Reporte Guerrero. A Rangel Ventura le dice el turista que quiere salir de Acapulco y le dice también que estaba…

No se sabe quién es el turista que quiere salir de Acapulco y que, dice, estaba hospedado en el Fiesta Americana y que le urge llegar aunque sea a Chilpancingo, que lo intentó pero que no halló paso y ahora está de nuevo circulando para intentarlo por otra salida. Se dirige a La Diana. En esa ruta van todos los autos.

El recorrido por la costera, en dirección al Acapulco tradicional, es una muestra de cómo quedó el paraíso. Las personas que circulan en los autos evadiendo obstáculos como árboles, palmeras caídas y materiales de construcción arrancados a edificios, van a la Diana, al punto de salida del paraíso.

El carril normal de la costera Miguel Alemán hacia el Acapulco tradicional está completamente inhabilitado, los autos van por el carril contrario. Van a vuelta de rueda, evadiendo los obstáculos. Algunas personas caminan, rápido, como buscando algo.

Muchas personas de la zona Centro y de otras partes del estado no tienen comunicación con sus familiares.

“Estoy angustiada, no sé qué pasó con mi hijo, cómo está”, comparte una maestra desde Chilpancingo. Su hijo vive en Acapulco. Ya llamó varias veces al celular y no hay señal. No hay red de internet. Las horas transcurren este miércoles sin noticias.

El video que muestra la devastación es explícito. Algunos de los edificios por los que pasa que albergan los negocios emblemáticos de Acapulco están desnudos. El recorrido es por el Acapulco dorado. Los hoteles están en pie, pero en ruinas. Los restaurantes y bares por igual.

Del bar Barba Roja se ve lo indispensable para saber que es el famoso antro que abre las 24 horas del día, todos los días de la semana. El restaurante La Langosta está igual. Quedó algo de fachada. De otros negocios ni fachada hay.

Así está Acapulco, el paraíso. No hay sol, no se ve el azul profundo del océano, sólo se ve un cielo atiborrado de nubes. La devastación en el paraíso.

El huracán Otis convierte a Acapulco en una isla por la incomunicación

 

Texto: Margena de la O

Fotografía: Redes

Chilpancingo

24 de octubre del 2023

 

En estos momentos el puerto de Acapulco es una isla, y no precisamente por su condición costera, se debe a la incomunicación que comenzó desde la medianoche de ayer que el huracán Otis tocó tierra en este lugar.

La incomunicación del puerto tiene que ver con que los servicios de energía eléctrica, la telefonía fija y de celular, y el paso por las carreteras que comunican con la Ciudad de México están suspendidos, lo que ha dificultado saber hasta estos momentos la magnitud del impacto de la manifestación natural.

La Comisión Federal de Electricidad (CFE) en su último comunicado reportó que al tocar tierra el huracán 504,340 usuarios de Acapulco se quedaron sin el servicio, pero que ya lo restablecieron a 202,932, es decir, a un 40 por cierto de la población afectada.

“Los usuarios afectados representan el 36.7 por ciento de los 1.37 millones de usuarios totales en el estado de Guerrero”, se lee en el comunicado.

Fue reportado en Amapola, periodismo transgresor, que la Autopista del Sol y la carretera federal Chilpancingo-Acapulco, es decir, las mismas vías que conectan hasta la capital del país, quedaron cerrados a la circulación por los derrumbes, deslaves y accidentes que provocaron las lluvias del huracán Otis.

Antes de llegar a la caseta de La Venta, en el kilómetro 360 de la Autopista del Sol hubo uno de estos deslaves.

Caminos y Puentes Federales de Ingresos y Servicios Conexos (Capufe), reportó alrededor de las 12:30 horas a través de la red social X que la Autopista Cuernavaca-Acapulco continuaba cerrada a la circulación por deslave de talud.

A través de redes sociales reportaron desde muy temprano que la comunicación por la carretera federal Chilpancingo-Acapulco estaba impedida, porque a unos 20 o 30 kilómetros del acceso a Tierra Colorada, cabecera municipal de Juan R Escudero, un río ya se desbordaba por la carretera, lo que impedía el paso.

“Tanto por libre como por la autopista está sin comunicación”, dice un usuario que compartió un breve video.

Las líneas de autobuses que cubren la mayoría de las rutas de Guerrero, Costa Line y Estrella de Oro (ADO), tienen suspendidos los servicios de transporte hacia Acapulco por las afectaciones del huracán, lo publicaron a través de sus cuentas de redes sociales.

La telefonía hasta cerca de la una de la estaba sin ser restablecida, porque al intentar hacer contacto con números fijos y celulares de diversas compañías hacia Acapulco, el servicio seguía sin responder, al igual que la señal de internet.

Esto ha dificultó el flujo de la información y la documentación de los daños en el puerto.

La incomunicación también incluye a la Costa Grande, una región resentida por las afectaciones de las lluvias. El 9 de octubre pasado tocó tierra la tormenta tropical Max y generó daños fuertes en cuatro municipios, en particular a los habitantes de Tecpan de Galeana, donde hubo casas inundadas, caminos y carreteras afectadas, y dos personas fallecidas.

El servicio de telefonía tampoco funciona para Costa Chica; las carreteras afectadas en el centro del estado también impiden el paso hacia estas dos regiones, que junto a Acapulco conforman la zona costera de Guerrero.

Cuantiosos daños está dejando huracán Otis en Acapulco

Texto: Amapola periodismo

Fotografía: Cromática
Chilpancingo
Fecha: 25 de octubre del 2023

 

A más de seis horas de que el huracán Otis tocó tierra en Acapulco, los daños que ha dejado son viviendas inundadas, caída de árboles y hasta las seis de la mañana de hoy miércoles sigue sin restablecerse el servicio de luz e internet.
Desde la madrugada de hoy, la Autopista del Sol a la altura del kilómetro 360, está cerrada a la circulación por un deslave.

Este sitio está a cuatro kilómetros antes de llegar a la caseta de La Venta, casi en la entrada de Acapulco.
«Aún no restablecen el suministro de energía eléctrica. No tenemos contacto con los coordinadores regionales”, dijo a través de un mensaje de WhatsApp el secretario de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil del estado, Roberto Arroyo Matus, a las 4:43 minutos de la madrugada de hoy miércoles.

 

Alrededor de las 12:30 minutos de la madrugada que pegó el huracán Otis, usuarios empezaron a subir videos en redes sociales en donde se ven los daños.

Los turistas que se hospedaron en los hoteles ubicados en distintas zonas de Acapulco mostraron videos donde se ve la inundación de sus habitaciones, la caída de plafones y muebles.

Las avenidas Miguel Alemán y Cuauhtémoc están inundadas con decenas de automóviles varados.
Según los reportes, fue en la Zona Diamante de Acapulco donde ocurrió el mayor número de afectaciones.

Hasta a la una de la mañana de hoy miércoles cuando todavía no se iba la señal de internet y el servicio de energía eléctrica, la gente describía en las redes sociales los daños que estaban ocasionando los fuertes vientos.
«Estoy encerrado en el baño, pero no crean por otra cosa».

Se volaron todas mis cosas, hay vidrios rotos, cuídense mucho», escribió en su cuenta personal de Facebook, Ventura Reyes Urióstegui quien vive en una colonia de Acapulco.

El secretario de Protección Civil, Roberto Arroyo Matus, dijo que hasta las ocho de la mañana podría estar el primer reporte de los daños preliminares.

«Elementos de la Marina, Ejército, Guardia Nacional están retirando los escombros en las zonas dañadas por el huracán», refirió.

Según el funcionario, el huracán se está degradando pero seguirán las lluvias y vientos en gran parte de Guerrero.
El periódico El Sur informó que debido a que su taller tuvo afectaciones este miércoles no saldrá su edición impresa, solo la digital.

Los talleres de este medio que se edita en Acapulco están ubicados en el barrio de Petaquillas, a un costado de la Arena Coliseo, a unas cuadras de la costera Miguel Alemán.

Familias afectadas por Max exigen ayuda a la gobernadora Evelyn Salgado

Texto: Amapola periodismo

Fotografía: Especial

Chilpancingo

10 de octubre del 2023

Después de los estragos que provocó la tormenta tropical Max con un saldo de dos personas muertas, decenas de viviendas inundadas y desbordamiento de ríos, las familias afectadas del municipio de Tecpan de Galeana, en la Costa Grande, exigieron ayuda a las autoridades de los gobiernos federal y estatal.

«Tenía 600 gallinas y solo me quedan cien porque el resto (500) murieron ahogadas por las aguas», dijo Orlando Murga Ayala, quien tiene una granja avícola en la comunidad de Tenexpa, municipio de Tecpan.

Desde la madrugada de este martes, la tormenta tropical se degradó y se convirtió en depresión, pero las lluvias en Tecpan y en los otros siete municipios de la Costa Grande continúan.

«Estuvo muy feo aquí en Tenexpa y podemos decir que las 2 mil personas que aquí vivimos perdimos todas nuestras cosas que teníamos en la casa», dijo Orlando Murga.

Contó que en su casa y la de sus vecinas el agua llegó hasta dos metros de altura lo que provocó que perdieran sus enseres domésticos y en el caso de él, también sus gallinas.

«La gente perdió sus estufas, camas, refrigeradores, ropa y muchas otras pertenencias».

Este martes, la gobernadora Evelyn Salgado Pineda realizó un recorrido por la zona de las afectaciones en Tecpan y comunidades aledañas acompañada por el secretario de la Marina, José Rafael Ojeda Durán.

«Supimos que aquí auduvo la gobernadora pero aquí a Tenexpa no vino pero lo que nosotros le pedimos es de que nos den apoyo económico porque sufrimos muchas pérdidas», dijo Orlando Murga.

La Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil informó que aparte de la cabecera de Tecpan las comunidades más afectadas por las lluvias son Tetitlán, Vinata, Tenexpa, Cuajilote, Villa Rotaria y Súchil.

La mañana de este martes, elementos de la Marina y personal de Protección Civil rescató a un matrimonio que durante más de 14 horas permaneció arriba de un árbol para no caer en la corriente de un río.

Un trabajador del volante murió al ser arrastrado por la corriente de un río luego de que la camioneta de transporte público cayó en el socavón de varios metros que se registró en la carretera federal Acapulco-Zihuatanejo, en la comunidad de El Cuajilote, cerca de Tecpan.

En este percance resultó lesionado un hombre que acompañaba al conductor del vehículo.

Un ganadero que estaba en sus sembradíos murió al ser arrastrado por la corriente de un río.

«Hay otras personas que no pueden salir de sus casas en la playa Michigan porque la carretera está destrozada y nos dicen que no tienen luz y seguramente la comida se les va a acabar», contó Orlado Murga.

Habitantes de Tecpan de Galeana se quejaron de que hasta el momento no han recibido ni una despensa por parte del gobierno del estado.

«Unos niños apenas estaban comiendo arroz con frijoles que les dio la gente porque en su casa se quedaron sin nada, todo se lo llevó el agua», dijo Orlando Murga.

Reclamos a la gobernadora

Durante el recorrido que hizo la gobernadora Evelyn Salgado a la comunidad de Tetitlán, varias mujeres que la esperaron en la carretera pidieron hablar con ella para exponerle las afectaciones en sus viviendas.

«Yo me acerqué a ella (a Evelyn Salgado) y le pedí y ella me dijo véngase a tomarse la foto y yo le contesté no quiero tomarme la foto licenciada Evelyn quiero que vaya usted al cerro para que usted se de cuenta como estamos porque hay dos socavones», dijo la señora Arlene Chávez en una entrevista transmitida en vivo en las redes sociales por la periodista Cristina Sierra en su página digital Sépanlo.

El grupo de mujeres contaron que abordaron a la mandataria estatal cuando pasaba en el convoy en donde iban autoridades estatales, mandos castrences y el alcalde de Tecpan, Yasir Deloya.

«Yo también le pedí a la gobernadora que subiera acá al cerro y viera las inundaciones en nuestras casas pero se fue», dijo una señora de Tetitlán.

Evelyn Salgado llegó a Tecpan antes del mediodía y en una coversación que tuvo con el alcalde de este municipio, Yasir Deloya, le dijo que el presidente Andrés Manuel López Obrador le dijo que en este momento lo más prioritario es reconstruir los caminos.

«El presidente dio la indicación de que todos los caminos afectados sean reparados de inmediato, son 18 caminos verdad?, dijo Evelyn Salgado.

Víctor Espino Cortés, ex comisario de la comunidad de Santa Rosa, del municipio de Tecpan, denunció que la mayoría de las localidades de la Sierra se quedaron desde este lunes sin servicio de energía eléctrica aunque poco a poco se está restableciendo.

«Hay muchos caminos destrozados por las lluvias y sigue ceciendo el caudal de los ríos además de que los daños en los sembradíos de maíz, mango y las huertas de coco, son irrreversibles», contó Víctor Espino.

Geovani Cortés, comisariado de Bienes Comunales del ejido de San Antonio Tejas, del municipio de Ajuchitlán del Progreso, afirmó que las familias de las comunidades de la Sierra siguen encerradas en sus casas porque las lluvias no han parado.

«Muchos caminos están destrozados y hasta el momento ninguna autoridad ha venido aquí para que verifique las afectaciones», afirmó.

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