Texto: Jesús Guerrero
Fotografía: Oscar Guerrero
Acapulco
5 de noviembre del 2023
Habitantes de comunidades afectadas por el huracán Otis se colocan en la carretera de Metlapil, en Acapulco, para pedir comida y agua a los automovilistas que transitan por esta vía que conecta a la zona más exclusiva de este puerto, Punta Diamante.
Una de estas familias que se quedó sin techo pidieron prestada la casa que está en una huerta de palmeras y plantas de ornato para albergarse.
En en el interior de esta vivienda de condiciones precarias está acostada en un sillón una señora herida en el talón del pie derecho.
«Tengo diabetes y mi pierna está infectada y necesito un médico y medicinas», dice la señora que es observada por su hija María del Rosario Romero Lorenzo.
En esta zona rural de Acapulco viven familias de al menos 10 comunidades en condiciones precarias y ahora con el huracán Otis pareciera que su pobreza aumentó porque perdieron sus pocas pertenencias.
El viento del Otis se llevó desde su cama, estufa, ropa y los sembradíos de maíz los arrasó, dijeron.
Por esta zona de localidades de alta marginación atraviesa la carretera llamada Metlapil que da acceso a la zona exclusiva de Punta Diamante.
En 1990, durante el gobierno del fallecido José Francisco Ruiz Massieu, 29 hectáreas de estos terrenos del ejido Plan de los Amates en donde había extensas tierras de labor y de huertas, fueron expropiadas para que se construyera esta vía que desde entonces dos grupos empresariales la han tenido como concesión sin embargo en este 2023 ya pasó a manos del gobierno del estado.
Pero a los ejidatarios y sus familiares no les ha cambiado la vida.
«Vivimos en la misma pobreza y ahora con este huracán que nos pegó fuerte vamos a estar más pobres», dijo la señora de la localidad de El Varadero de la Laguna.
La casa que después del Otis ocupan como refugio la familia Romero Lorenzo está sin revoque, sin puertas y sin ventanas.
Esta vivienda que ocupa como refugio la familia está en una huerta de palmeras de cocos y un vivero de plantas de ornato.
«El viento del huracán tumbó 80 palmeras y quedaron en pie más de 200 pero estas palmas crecen muy rápido así es de que será fácil reponer», dice el encargado de esta huerta ubicada a unos 10 metros de la orilla de la via.
María del Rosario Romero cuenta que el miércoles 25, un día después del huracán anduvieron buscando un lugar para refugiarse y que ningun autoridad les brindó ayuda.
«Aquí no ha llegado el gobierno para ver los daños ya que solo están apoyando a la zona de la costera Miguel Alemán y a los de Punta Diamante allá donde viven los ricos», dice.
Cuenta que las casas de su pueblo se quedaron sin techo y la mayoría de sus pertenencias también se perdieron.
«Lo que pudimos rescatar nos lo trajimos a esta casa que la tenemos prestada», afirmó María del Rosario Romero.
La comida y el agua se les acabó a las familias y por eso acordaron trasladarse durante el día en la carretera de Metlapil para pedirle ayuda a los automovilistas.
«Necesitamos comida», dice un mensaje escrito en pedazo de cartón que una mujer muestra a los automovilistas.
A lo largo de los 19 kilómetros de la vía de cuota, desde la entrada de la Zona Diamante hasta poco antes de llegar a la caseta de la Venta de la Autopista del Sol, se colocan en la orilla varios grupos de personas pidiendo a los automovilistas comida y agua.
Se detiene un vehículo y los lugareños corren hacia la unidad para recibir el apoyo.
«A veces solo se paran (los conductores) y no nos dan nada y otros hasta nos dan sobras de lo que van comiendo», dice una señora que muestra una bolsa de frituras abierta.
Son casi las 18 horas y la temperatura es de 32 grados centígrados. El pavimento está caliente pero a los niños que andan descalzos no les hace mella y cuando un vehículo se detiene salen corriendo.
El conductor de una camioneta se detiene y entrega a la gente bolsas que contienen aceite, arroz y atún. La gente regresa contenta.
«Estamos aquí en la carretera pidiendo ayuda porque el gobierno ni viene a vernos y la necesidad nos obliga a hacer esto porque tenemos que darle de comer a nuestros hijos», dijo una señora de la comunidad 10 de Abril.
María del Rosario Romero cuenta que la mayoría de las plantas de ornato que ella siembra las arrasó el huracán.
«Con las plantas que me quedaron voy a empezar de nuevo», dice María del Rosario.
En esta zona rural de Acapulco, llevan diez días sin suministro de luz eléctrica y agua.
«Seguramente nosotros vamos a ser los últimos que seamos atendidos por las autoridades porque ya es una costumbre que nos discriminen porque somos pobres», dijo María del Rosario Romero.