Despiden a sus muertos entre música, cantos, cohetes, incienso y flores

En Ocotequila, una comunidad nahua del municipio de Copanatoyac, a las cinco de la mañana del 3 de noviembre, es hora del chocolate y pan con los muertos.

Texto y fotos: Marlén Castro

Ocotequila / Copanatoyac

4 de noviembre del 2023

 

Después de pasar cerca de dos días con sus muertos, a las cinco de la tarde del 3 de noviembre, es hora de ir a dejarlos al panteón de nuevo.

En un arroyo, a la entrada del panteón, ocurre la despedida.

A las cinco de la tarde, las familias salen de sus casas para congregarse afuera de la iglesia.

Para cada muerto de la familia preparan un tanate con comida para que éste la lleve consigo.

Con el paso del tiempo, la tradición se ha modificado un poco, pero mantiene la esencia.

En Ocotequila, una comunidad nahua del municipio de Copanatoyac, a las cinco de la mañana del 3 de noviembre, es hora del chocolate y pan con los muertos.

Los tanates, una especie de morrales circulares hechos de palma, los sustituyeron por morrales de plástico. Cada tanates cuesta alrededor de 80 pesos y los morrales alrededor de 20. Los tanates ahora son caros porque la mayoría de la gente que los tejía ya murió y porque la palma ya no abunda.

Los habitantes de Ocotequila dejan a sus muertos en una procesión colectiva.

En otros pueblos nahuas esto pasó a ser una acción individual, cada familia, de acuerdo con sus tiempos, lleva de regreso a sus muertos.

En Ocotequila se convoca a todos a reunirse a las cinco en punto. Las familias salen de sus casas de forma apresurada, porque a algunas se les hace tarde con los tamales que llevarán sus muertos a su regreso.

Una habitante de Copanatoyac apegada a la tradición lleva la comida para sus muertos en tanates que por la escasez ahora son un artículo muy caro.

Los días 2 y 3 de noviembre que conviven vivos y muertos. Los habitantes vivos y los muertos van y vienen del panteón a la casa familiar para compartir alimentos y convivir.

A las seis de la tarde del 2 de noviembre, llevan alimentos para cenar en el panteón. Después de un tiempo, la gente retorna a sus hogares.

A las cinco de la mañana del 3 de noviembre regresan al panteón para tomar chocolate con los muertos. Con el paso del tiempo esto pasó a ser simbólico. Ya no llevan el chocolate humeante a las tumbas. Sólo unas barras de cacao hechas en casa que colocan en canastas para que los muertos degusten.

Regresan a sus casas, se supone que los vivos y los muertos, después les dan de almorzar los tamales del día anterior recalentados. Los vivos también los comen así.

Para la despedida, hacen de nueva cuenta tamales. Ahora son de masa y de frijol, o nejos, solo de masa con ceniza. Algunas familias, las de mayor posibilidad, agregan mole. La mayoría hacen el bastimento para los muertos solo con tamales.

Esos tanates de palma los han sustituido por morrales de plástico.

 

Así inician la procesión para llevar de regreso a los muertos al panteón.

 

Aquí se despiden de sus muertos. Depositan las flores que durante estos dos días animaron el reencuentro.