A lo largo de los años, su sombra fue sede de diversos acontecimientos, como protestas y actos políticos. Es un lugar de memoria en el zócalo de Chilpancingo
Texto: Itzel Urieta
Fotografía: Oscar Guerrero
Chilpancingo
El conocido «árbol de los huevones» es un enorme laurel de la india de 10 metros de alto que da sombra a los chilpancingueños, y la tradición lo colocó como uno de los puntos más emblemáticos del centro de la capital.
Este árbol es frondoso, con hojas verdes. Algunos habitantes dicen que nunca lo han visto seco.
Su apodo lo obtuvo porque muchas personas, en su tiempo libre acuden a descansar a su lado. Mañana, tarde y noche hay personas sentadas en la jardinera que lo rodea, que hace la función de banca.
La realidad es que muchas de las personas que se sientan sí tienen ocupaciones, pero se toman unos minutos para descansar bajo la sombra de uno de los árboles más grandes del centro de la ciudad.
Vicente Cabrera Alonso es una persona muy asidua a tomar un descanso en la sombra del árbol.
Es maestro e imparte clases en Tlanipatla, Eduardo Neri, un lugar ubicado a unos 40 minutos de la capital, por la Autopista del Sol.
Todas las mañanas sale desde Apango hasta Tlanipatla, de donde es originario y por las tardes, a su regreso y paso por Chilpancingo, pasa unos minutos a leer bajo la sombra del árbol de los huevones.
“Llevo como 10 años pasando a descansar aquí, me distraigo un rato de mi trabajo, paso a leer mi libro y me regresó a Apango para llegar a comer a mi casa”, comenta.
Pasados unos minutos Vicente cierra su libro, toma su mochila y se retira, inmediatamente llega otra persona a ocupar su lugar.
Esta escena se repite una y otra vez todo el día debajo del árbol.
Nadie sabe con exactitud cuántos años tiene este árbol ni quién lo sembró. Para muchas personas siempre estuvo ahí.
El registro visual más cercano que tiene el veterano periodista de la ciudad, Héctor Contreras Organista, sobre el árbol es una foto que data de la década de 1950.
A inicios de 1980, el primer cuadro de la ciudad fue remodelado por completo, por órdenes del entonces gobernador Alejandro Cervantes Delgado.
Entonces las calles que cruzaban por lo que hoy es la Plaza Cívica y el zócalo capitalino fueron cerradas y crearon el paso a desnivel, lo que permitió que los carros no cruzaran por el zócalo.
«En aquel entonces intentaron quitar el árbol, pero al final lo dejaron y colocaron la jardinera que funciona como banca donde las personas acuden a descansar», comparte Contreras Organista en una consulta para Amapola Periodismo.
El árbol está frente a la Catedral Santa María de la Asunción y es un punto de referencia para los chilpancingueños.
“Yo desde que vengo aquí hace como hace 15 años ya existía el árbol y siempre es lo mismo, la gente viene a sentarse”, menciona un bolero de zapatos que trabaja a un costado del árbol.
A lo largo de los años, la sombra del árbol fue y es sede de diversos acontecimientos, como protestas, actos políticos y hasta comerciales. Es un lugar de memoria en el zócalo de Chilpancingo.
El más representativo fue un plantón de 2007 a 2011 de los integrantes del Taller de Desarrollo Comunitario (Tadeco) y el Comité de Familiares y Amigos de Desaparecidos de Asesinados del Estado de Guerrero.
Tadeco fue la primera asociación que apoyó la búsqueda de personas desaparecidas en Guerrero.
Dicho plantón lo colocaron ahí a raíz de la desaparición de Jorge Gabriel Cerón Silva, activista del Tadeco, ocurrida en marzo del 2007.
Durante cuatro años, a ese plantón llegaban denuncias de personas desaparecidas; contabilizaron 500 personas no localizadas, de acuerdo con lo relatado a los reporteros en esos años el dirigente de Tadeco, Javier Monroy Hernández, fallecido en 2019 por complicaciones de cáncer.
Esta información fue consultó en diversos periódicos que dieron cobertura al plantón.
En el plantón los activistas vendían discos con música de protesta, documentales de izquierda, libros de segunda mano y artículos reciclados para mantener su movimiento.
Los activistas impulsores nombraron al árbol de la dignidad.
En 2011, por órdenes del entonces alcalde de Chilpancingo, Héctor Astudillo Flores, hubo una operación policiaca en el que la Secretaría de Gobernación Municipal desalojó a comerciantes del primer cuadro de la ciudad, incluyendo al plantón de la dignidad.
Actualmente, las personas acuden al árbol a sentarse, descansar y pasar el rato viendo pasar a otras personas.