Texto: José Miguel Sánchez
Fotografía: Oscar Guerrero (Archivo)
5 de enero del 2022
Chilpancingo
La tarde del 29 de diciembre Paola Michelle Jiménez Valadez recorrió, como de costumbre, las calles del centro de Chilpancingo para vender los pasteles que hace su madre. Los vendía en los negocios establecidos en las principales calles de la ciudad para apoyar en los gastos del hogar.
Su madre, entonces, atendía el negocio ambulante de dulces, aguas, refrescos y cigarros que hace años tenía fuera del edificio Vicente Guerrero. Cuando Paola recorría el centro de Chilpancingo su madre atendía el puesto, era una dinámica diaria establecida entre las dos.
Por la mañanas, Paola, de 14 años, estudiaba el tercer grado en la Escuela Secundaria General Antonio I Delgado (ESGAID).
Eran cerca de las cuatro y media de la tarde cuando Paola ingresó al Billar Deportivo Guerrero, ubicado sobre avenida Benito Juárez, a una cuadra del puesto de dulces de su madre. Era común que pasara ahí a vender sus pasteles.
Sólo pasó unos minutos, ya estaba por salir del lugar, pero antes de que lo hiciera dos personas armadas entraron al local e hicieron disparos.
Un reporte oficial sobre los hechos indica que los civiles armados le dispararon a una persona que consumía bebidas alcohólicas en el billar.
Pero esas balas que tenían remitente alcanzaron a Paola, quien bajaba las escaleras para salir del local.
“Me pasó a avisar un chavo de donde yo guardo mi mercancía y me preguntó si la niña andaba vendiendo, le dije que sí y me respondió que fuera a ver porque hubo una balacera y la charola (de los pasteles) estaba tirada”, narra la madre de Paola, Brenda Valadez Espinoza.
Brenda acudió al lugar de los hechos y vio el cuerpo de su hija en el piso. “Traté de moverla para ver si reaccionaba, pero no respondió”.
Después de terminar la secundaria, Paola quería ingresar al Heroico Colegio Militar y ser una cadete.
“Ella (Paola Michelle) siempre quiso ser cadete, cuando veía a los militares se emocionaba y se les acercaba, les preguntaba cómo podía ingresar al Colegio Militar”, dice su madre.
Con la venta de los dulces y pasteles, Paola y su madre se mantenían; tenían el plan de adquirir una computadora para cuando la niña entrara a la preparatoria.
Algunos militares, miembros de la institución a la que Paola quiso pertenecer, resguardaron la escena de su asesinato, porque ocurrió en medio de una operación policiaca conjunta entre Ejército, Guardia Nacional, Marina y Policía Municipal. Se supone que recorren las calles del centro de Chilpancingo, pero no estuvieron para impedir su muerte.
Las víctimas de diciembre
En diciembre asesinaron en Guerrero a 82 personas, 77 hombres y cinco mujeres. De la cifra general destacan varios asesinatos a jóvenes, como el caso de Paola.
El número de víctimas es resultado de una documentación que realiza Amapola, periodismo transgresor sobre la difusión de estas noticias en distintos medios de comunicación locales.
La cifra correspondiente a todo diciembre es la misma que arrojó el mes anterior. En noviembre también asesinaron 82 personas, la única diferencia fue que fueron ocho mujeres y 72 hombres.
De los 31 días de diciembre, en cuatro no hubo víctimas, pero en otros casos, en un sólo día hubo hasta 12, como ocurrió el 10 de diciembre; el mayor número de víctimas fue en la comunidad del Durazno, municipio de Coyuca de Catalán, en la Sierra de la Tierra Caliente de Guerrero, donde mataron a siete personas, entre ellas un menor de 11 años llamado Elder.
El mayor número de víctimas lo concentran tres municipios: Acapulco con 40, Chilpancingo con 11, Coyuca de Catalán con siete e Iguala con cuatro, juntos suman 62 casos
Los jóvenes en las cifras de muerte
Este mes documentado fue el último de 2022, con una importante evidencia, los niños y jóvenes están en las cifras de asesinatos de manera más constante, marcada y con los mismos patrones de saña que en el caso de los adultos.
En septiembre y octubre fueron documentados casos de mujeres asesinadas con su hijos en brazos o resguardándolos.
Además de los casos de Paola, en Chilpancingo, y Elder, en la Sierra de Coyuca de Catalán, otros tres asesinatos de jóvenes saltan en diciembre.
En Chilpancingo, en el mismo día fueron asesinados tres jóvenes en dos hechos distintos.
El primero fue en el parque Avispa Skate, un espacio creado para el esparcimiento de jóvenes y estudiantes que practican skate, un deporte que se práctica con un monopatín en rampas. La tarde noche del 3 de diciembre asesinaron a Víctor Moisés de 30 años y Édgar de 28. Moisés fue impulsor del skate en Chilpancingo.
Dos horas después de este homicidio colectivo en el parque Skate, un joven de 27 años, originario de la comunidad de Omiltemi, fue asesinado mientras comía con su esposa y su hijo en un marisquería de Chilpancingo.
A un mes de estos hechos no hay ningún detenido por los tres homicidios.
El asesinato de jóvenes, de acuerdo con la antropóloga e integrante del Centro de Estudios sobre Infancias y Juventudes en Guerrero (Ceijgro), Rosa Isela Robles Jiménez, representa un problema para la sociedad y es la evidencia más clara de que no hay oportunidades para ellos.
“Una sociedad como la que experimentamos limita las posibilidades de desarrollo de nuestras juventudes, disminuyendo las oportunidades de crecimiento en muchos aspectos, principalmente profesional y laboral, lo que empuja a que éstas busquen alternativas de sobrevivencia, colocándolos muchas veces en condiciones de elevado riesgo”, mencionó en entrevista.
Los asesinatos dirigidos a los jóvenes, de acuerdo con Robles Jiménez, es la evidencia también de las condiciones de precariedad en las que viven.
“Una sociedad que asesina a sus jóvenes pierde la oportunidad de transformarse, de renovar sus ideas y generar una nueva filosofía que permita desarrollar acciones políticas, sociales, morales, culturales y económicas que vislumbren una nueva y renovada sociedad. Se pierde la oportunidad de crear un mundo mejor”, agregó.
Sobre la avenida Benito Juárez, donde sucedieron los hechos, no hay ninguna cámara de vigilancia.
La vulnerabilidad de Paola
Paola y su madre Brenda siempre fueron comerciantes, al principio tenían un puesto de dulces en el andador Emiliano Zapata, pero fueron desalojados durante la administración del alcalde perredista Antonio Gaspar Beltrán (2018-2021).
De ahí les permitieron colocarse fuera del edificio Vicente Guerrero, a un lado del restaurante de comida rápida Lidanys.
En ese lugar, Paola ayudaba todos los días a descargar la camioneta de insumos. A los meseros también solía ayudarles con algunas charolas para los repartidores.
Cuenta su madre que su hija era muy conocida en el centro de Chilpancingo por su venta de pasteles, y por los dulces.
En el perímetro de su asesinato, en pleno centro de la ciudad, no hubo una cámara de seguridad servible para que concediera al menos un asomo a la justicia.