San Luis Acatlán dice no a las empresas mineras, van dos municipios de pueblos originarios que rechazan proyectos extractivistas

Texto: José Miguel Sánchez
Fotografía: Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan 
16 de abril del 2023
Chilpancingo

El Consejo Regional de Autoridades Agrarias en Defensa del Territorio (Craadet), después de 11 años de lucha contra los proyectos extractivistas, recibió ayer de parte del Alcalde de San Luis Acatlán, Adair Hernández Martínez, un acuerdo de Cabildo donde se niegan permisos de exploración, explotación u obras a proyectos relacionado con las concesiones mineras en el municipio.

Fue durante una sesión extraordinaria de Cabildo, celebrada el 13 de marzo del 2022, que se acordó dicha determinación.

La Craadet es una organización agraria que aglutina a los pueblos originarios mè’phàà y na’savi de la zona conocida como Costa Chica-Montaña. Desde 2012 reúne a los núcleos agrarios de Malinaptec, Iliatenco y San Luis Acatlán, a través de foros bimestrales en los que se discute, informan e intercambian experiencias, preocupaciones y estrategias sobre la defensa de su territorio.

Además da seguimiento a las propuestas surgidas en las asambleas regionales, los integrantes se reúnen con actores externos que acompañan su lucha y con personas o comunidades con experiencias de resistencia a la minería e implementa estrategias mediáticas y políticas a nivel nacional.

El Craadet impulsa desde su fundación hace casi 11 años, que los cabildos municipales declaren su territorio libre de minería y obligan a las autoridades municipales a no otorgar licencias de cambio de uso de suelo.

La entrega del documento lo realizaron el 15 de abril durante una asamblea que realizó la Craadet en la comisaría de Bienes Ejidales de San Luis Acatlán, en la Costa Chica de Guerrero.

Las autoridades comunitarias y agrarias esperaban este compromiso que el alcalde de San Luis Acatlán realizó con los núcleos agrarios.

Con esta determinación, San Luis Acatlán se vuelve el segundo municipio en Guerrero en no permitir la entrada de las empresas mineras. Iliatenco, desde octubre del 2022, ya presentó un acta de acuerdo de Cabildo para rechazar cualquier acción o actividades relacionadas con la entrada de las empresas mineras en su territorio.

Ambas actas serán enviadas al Congreso local para que sean votadas en el pleno y posteriormente publicadas en el Periódico Oficial.

Las autoridades comunitarias y municipales hicieron un llamado a los diputados locales para que los acuerdos de Cabildo sean aprobados y publicados.

«Sabemos que no es fácil, porque es meternos en problemas con los grandes intereses capitalistas que involucra a las empresas mineras y al gobierno. Como presidente de esta organización festejo este acuerdo de Cabildo y ahora quedará como algo histórico para el municipio de San Luis Acatlán, de que sus autoridades acuerden y se pronuncien en contra del saqueo de sus recursos naturales”, mencionó el presidente de la Craadet ,Claudio de los Santos García, durante la entrega del acuerdo.

En dicho evento, Santos García llamó al Ayuntamiento de Malinaltepec a sumarse al acuerdo de Cabildo de Iliatenco y San Luis Acatlán, para que se sume al rechazo de la explotación minera en su territorio.

Mencionó que el alcalde de Malinaltepec, del Partido Encuentro Social (PES), Acasio Flores Guerrero, no da respuesta a la solicitud de la Craadet «a pesar de que ese municipio cuenta con el mayor número de núcleos agrarios».

La Craadet advirtió que seguirán en la defensa de su territorio «desde la Montaña a la Costa Chica de nuestra entidad. Se trata de la defensa de la vida, de sus muertos, de los ríos, ciénegas y de sus cerros sagrados. Es por eso que no permitiremos que los proyectos de muerte se impongan y devasten el territorio».

El alcalde de San Luis Acatlán mencionó que apoyará la lucha por la defensa del territorio.

“Como Cabildo daremos seguimientos a los actos legales que se nos requiera y continuaremos haciendo todo lo necesario para que jamás se instalen las mineras en el territorio de San Luis Acatlán», comentó Hernández Martínez.

El Consejo Regional de Autoridades Agrarias en Defensa del Territorio (Craadet) en asamblea recibió el acta de acuerdo del cabildo municipal donde se niegan permisos y proyectos relacionado con las concesiones mineras en el municipio San Luis Acatlán. Foto: Tlachinollan

 

Hubert Matiúwàa y su poesía me’phaa de resistencia

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Facebook: Hubert Matiúwaá

Chilpancingo

 

Hubert Martínez Calleja desde niño supo que quería contar historias; la poesía y la escritura llamaron su atención.

Es originario de Malinaltepec, municipio de la Montaña de Guerrero. Pertenece al pueblo me’phaa. Estudió filosofía y letras en la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro) e hizo una maestría en estudios Latinoamericanos en la Universidad Autónoma de México (UNAM).

Una de las inspiraciones de Hubert para escribir en su lengua originaria.

«Cuando nosotros salimos a estudiar a otra ciudad no se enseña nuestro idioma, no se enseña nuestro pensamiento y todos los que salimos regresamos a nuestras comunidades con otras formas de pensamiento y eso acelera también la pérdida del idioma», comentó en entrevista.

Su nombre como escritor es Hubert Matiúwàa y el pasado 28 de marzo la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), en conjunto con el gobierno de Hidalgo, mediante su Secretaría de Cultura, le otorgaron el Premio Bellas Artes de Traducción Literaria Margarita Michelena 2022.

Este premio reconice su obra titulada Comisario Jaguar, texto que se basa en los rituales de cambio de gobierno en la zona de Acatepec, otro municipio de la Montaña.

El libro narra, desde la poesía, los problemas que enfrentan los comisarios por la violencia que enfrentan en la zona.

En la región de la Montaña una de las necesidades básicas es la educación; es difícil acceder a una escuela. Hubert es consciente de eso, por ello sabe que muchas personas adultas de su comunidad no leen sus escritos en me´phaa, porque muchos no saben leer.

Su apuesta son las niñas y los niños de su pueblo originario. «La apuesta de escribir en la lengua es más bien enfocado al futuro, a los niños, que un momento puedan leer y escribir en su idioma».

En 2017, por el poemario Las sombreras de Tsísídiin, a Matiúwàa le otorgaron el quinto Premio de Literaturas Indígenas de América (PLIA), donde expresó lo significativo que es poder dar oídos y ojos a diferentes problemas e invitar a la acción.

“Cuando era muy niño mi padre, mi madre me contaban historias y durante mi proceso de estudio, en primaria, secundaria, te enfrentas a otros textos y la escritura, fue cuando me hice consciente de que escribir era también una manera de contar historias, a partir de la palabra escrita”.

sus escritos describen y nombran su mundo y el territorio donde vive, es consciente de las injusticias cotidianas que resiste la población de la región de la Montaña de Guerrero.

“A mí la poesía no me libera de la pobreza, me hace consciente de que esa pobreza es por una injusticia, y la poesía sirve para apoyar a los movimientos que ya existen».

La obra de Matiúwàa también está escrita en español, pero su mayor dedicación es en me’phaa, porque, sostiene, los únicos que podrán salvar su lengua son los hablantes, ningún programa de gobierno lo hará.

“Todos los eventos que se hacen en foros para hablar de la pobreza, para hablar de los indígenas, ¿para qué sirven? Si yo no veo a esa gente en una comunidad dando talleres a los niños, formando a la gente”.

El poeta me’phaa guerrerense ganó en 2016 del premio a la Creación Literaria en Lenguas Originarias Cenzontle; también el VI Premio Estatal de Cuento, Poesía y Ensayo Literario joven 2017 y el Quinto Premio de Literatura Indígena de América en 2017.

Es fundador del Colectivo Gusanos de la Memoria. Desde este colectivo pretende dar talleres de creación literaria en las comunidades para que más niños y niñas sean conscientes de su realidad y de su historia, en especial, para que su lengua no desaparezca. Con su obra, de alguna manera, él ya llevó a una dimensión de la posteridad su lengua.

 

La autonomía y la autogestión, la solución de los pueblos originarios al extractivismo

Texto: José Miguel Sánchez

Fotografía: Oscar Guerrero

Chilpancingo

 

Durante la presentación del libro Las Raíces del Despojo, que cuenta la historia de autonomía del pueblo de Cherán, Michoacán, los escritores y habitantes de la comunidad coincidieron en que los ejercicios de autogobierno y autocuidado del territorio son una forma de resistencia al despojo de los recursos naturales.

Cherán es un municipio del estado de Michoacán, que en 2011 se organizó para establecer su propio sistema de autoridades, vigilancia y sanciones a delitos menores, así como la expulsión del sistema de partidos políticos.

El 15 de abril de 2011 un grupo de mujeres decidió terminar con los abusos de los grupos criminales que operaban en la zona, quienes lucraban con la madera extraída ilegalmente de los bosques de la localidad, lo que afectaba directamente los pozos de agua y mantos acuíferos que abastecían al poblado.

Después de un enfrentamiento entre integrantes de grupos criminales, policías municipales y habitantes de Cherán, éstos últimos lograron la expulsión de los policías, las autoridades políticas y los grupos criminales, todos coludidos con la tala inmoderada de árboles.

Tras el levantamiento de Cherán, prohibieron en municipio los partidos políticos, debido a que consideran que causan división en la comunidad y en su nueva estructuración.

Cherán se dividió en cuatro distritos, en cada uno se eligió a un representante para el Concejo Mayor Comunal, de acuerdo con lo narrado en el libro Las Raíces del Despojo, que fue presentado hoy en Chilpancingo, en el marco del aniversario luctuoso de Emiliano Zapata.

La presentación fue esta tarde en la Comunidad Indígena Popular Emperador Cuahutémoc, un asentamiento al sur de Chilpancingo donde convergen los cuatro pueblos originarios del estado, además de integrantes de la población afrodescendiente.

En el evento, Juan Jerónimo Lemus, habitante de la comunidad de Cherán mencionó que los ejercicios de autogobierno y el autocuidado del territorio son una forma de resistencia a los grandes proyectos extractivistas.

Aún así, mencionó, se debe tener cuidado, porque no todo el ejercicio de autogobierno tiene el fin de cuidar el territorio.

«Estos procesos tiene que ser genuinos en el sentido de que lo que busquen tenga como objetivo último el cuidado del territorio y el espacio y que no sea la búsqueda de la autonomía para ganar el recurso económico, ahí está la batiente entre los objetivos que puede perseguir una comunidad», comentó.
Jerónimo Lemus hizo un llamado a repensar la forma en la que vemos el sitio o lugar en que habitamos.

«¿Quién vende el territorio? Quien no siente la tierra y en Cherán tenemos como principio que el territorio no es mío, si no que lo compartimos y lo cohabitamos y si yo no soy en el territorio, el territorio no es, y si el territorio no es yo tampoco soy y hay una unidad muy fuerte entre comunidad territorio y bosque», agregó.

Uno de los escritores del libro, Eder Martín Navarrete , mencionó que los procesos de autonomía son útiles para defender el territorio de manera inmediata, pero es sólo el principio de todo un proceso de «emancipación humana contra el capitalismo».

«Todo depende de cómo se entienda la autonomía, porque si la entendemos como una cuestión de inyección de recursos y que la población sólo administre no es un un proceso de libertad y emancipación humana», mencionó Martín Navarrete.

Las Raíces del Despojo, de acuerdo con Hugo Juárez Ocampo, representante de la comunidad Emperador Cuahutémoc, es un libro «que puede leer un niño y una persona de 70 y 80, además de personas que no saben leer». Esto debido a que es un libro acompañado de ilustraciones que narran los momentos más importantes de la lucha del pueblo de Cherán contra los talamontes.

Al ser un libro independiente, el objetivo no es venderlo si no distribuirlo en espacios de resistencia, por lo que dos ejemplares fueron donados a la Comunidad Emperador Cuahutémoc.

Martín Navarrete mencionó que distribuirán más ejemplares en las cárceles del estado donde haya presos políticos y defensores del territorio.

En el marco del aniversario luctuoso del caudillo de la revolución, Emiliano Zapata, en la comunidad Emperador Cuahutémoc, además de la presentación del libro realizaron un concierto con artistas independientes, y ofrecieron comida a los asistentes y una ofrenda tradicional para pedirle a la tierra seguir con sus actividades.

Sin maestros, pueblos de Guerrero celebran sus lenguas

En Tlacoachistlahuaca, Guerrero, los pueblos Ñuu Savi y Ñomdaá se encontraron para celebrar sus lenguas. Pero, aún cuando la fiesta siguió, los problemas de la región contradicen la alegría, pues resienten problemáticas como la migración y las carencias de servicios básicos como escuelas, centros de salud y ahora: maestros.


Texto y foto: Kau Sirenio / Pie de Página 

28 de febrero del 2023

Tlacoachistlahuaca

 

“Ama káku yu ku ndu’u yu Ñuu yu/ ama káku yu ku ndu’u yu ve’e yu (Cuando nací para estar en mi pueblo/ cuando nací para estar en mi casa”.

Así arranca la musica con el trio Yuku Savi en la celebración del Día Internacional de Lengua Materna en Tlacoachistlahuaca, Guerrero.

Antes de que los músicos cantaran el tradicional Ama káku yu, los maestros bilingües na savi y ñomdaá desfilaron por las principales calles de Ñuu Xáko (Pueblo de Tlacuache), entre el colorido del pueblo del agua y de la lluvia.

La vestimenta de las mujeres Ñomdaá fueron los más llamativos en el desfile del 21 de febrero, establecido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Día Internacional de Lengua Materna.

A este pueblo enclavado entre la Costa Chica y la Montaña de Guerrero, llegaron músicos, pintores, tejedoras, contadores de historias orales para revivir lo que les queda como nación Ñuu Savi y nación Ñomdaá.

Na sì’í Ñuu Savi xì’in na Ñuu Ñama kindù xì’in sa’ma yìi kivi sa ka’nu na xa’á tu’un ña yúvi (mujeres de la lluvia integrantes de la escolta durante la celebración del Día Internacional de Lengua Materna). Foto: Kau Sirenio

Acompañados de músicos y danza de Tejón, los profesores bailaron y cantaron hasta que el número artístico terminó. No es cosa menor para lo hablantes que aún resisten entre la migración y las carencias de servicios básicos como escuela, centro de salud y sobre todo: maestros.

No todo es fiesta…

En el auditorio de usos múltiples, la banda sinfónica infantil entonó piezas de los compositores oaxaqueños como: el Feo, Chuy Rasgado, la Canción Mixteca de José López Alavez. Después, cerraron con una melodía ñomdaá.

Pero no todo es fiesta para los na savi y ñomdaá de Tlacoachistlahuaca, pues lleva años sin maestros.

“En el municipio faltan unos 30 maestros y no dicen para cuando va a cubrir este hueco”, reclama el supervisor de la zona escolar 105, Margarito González Palacio.

Así las cosas, los maestros bilingües aparentan estar contentos, disfrutan el festejo, pero no todos son asalariados. Entre ellos caminan profesores que trabajan por contratos, llevan seis meses sin cobrar, pero eso no les impide conformar el trio Yuku Savi. Cantan en tu’un savi para mostrar la dulce lengua de la lluvia que flaquea ante el desuso por la discriminación.

De acuerdo con la Unesco, el 40% de la población mundial no tiene acceso a una educación en una lengua que hable o entienda. «No obstante, gracias a la comprensión de la importancia que tienen las lenguas maternas, se han alcanzado logros en materia de educación plurilingüe, en particular desde los primeros estudios y el compromiso cada vez mayor de que evolucionen en la esfera pública” se lee en su portal.

Pero ¿cómo enseñar la lengua si no se paga a los maestros?

Los saludos y problemas

Después del recorrido por las principales calles de Ñuu Xáko todos se concentraron en el auditorio de usos múltiples para seguir con el programa sociocultural. Los profesores reconstruyeron la memoria comunitaria a traves de la gastronomía, la música y la medicina tradicional.

Ahí, la presidenta municipal de Tlacoachistlahuaca, Yareth Saraí Pineda, habló en su lengua materna: el ñomdaá. También envió un saludo en tu’un savi. Como es la tradición de la clase política, la alcaldesa presumió los trabajos que realiza para fortalecer la lengua materna.

Aprovechó el espació para enviar mensajes a la federación a través del delegado del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), Manuel Vázquez Quintero:

“Le he pedido al representante del gobierno federal que le haga saber que Tlacoachistlahuaca tiene déficit de maestros, que urge resolver porque ya va terminar el ciclo escolar y los niños no tienen profesores”.

Mientras los funcionarios municipales y federales hablan de los logros en el primer año del Decenio Internacional de Lengua Materna, Margarito González Palacio me pone al tanto de lo que ocurre en su zona escolar.

Dice que nueve profesores trabajan por contrato desde el 4 de agosto del ciclo escolar 2022. Esto, en la escuela primaria Hermenegildo Galeana de la comunidad Ñuu Savi de Rancho Viejo. No les han pagado, agrega, y la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) no le reconoce los meses trabajados. No han cobrado.

«Nueve compañeros maestros trabajan por contrato, pero el secretario de Educación Guerrero no quiere ampliar el contrato, a pesar de que trabajaron seis meses sin nombramientos ni sueldo», pone al tanto el supervisor.

El 5 de diciembre de 2018, dos profesores bilingües fueron asesinados en la comunidad Ñuu Savi de Rancho Viejo. Ante estos hechos los maestros dejaron la comunidad y pidieron cambio a otra adscripción.

Na Ñuu Ñama ta xá’a na ma’ñu Ñuu Xáko (Personas del pueblo del agua bailan en la plaza pública de Tlacoachistlahuaca, Guerrero). Foto: Kau Sirenio

«La primaria Hermenegildo Galeana se quedó sin maestro durante medio ciclo escolar», confía el profesor.

La conversación con Margarito fluye tranquila, pero las demostraciones culturales continúan en el auditorio. Ahí los niños bailan, las maestra tejen y los músicos le soplan a sus instrumentos.

«La Zona 105 de Rancho Viejo es la más afectada por falta de maestros, la 94 de El Carmen, Xochistlahuaca también tiene deficit», explica.

Los tres maestros por contrato tomaron sus guitarras para entrar a la escena. Los aplausos de los asistentes los arroparon. Después, se soltaron como nunca con Ama káku yu. Mientras, un grupo de maestras de la zona escolar 105 amenizaron el baile más popular del pueblo Ñuu Savi.

La fiesta no terminó ahí. En cuanto se retiraron los visitantes entraron a la pista los pobladores de Ñuu Xáko con la danza de Machomula para celebrar el carnaval. Hombres, mujeres y jóvenes arrojan huevos a los conocidos. A los que no bailan los bañan con agua.

Esta parte de la fiesta no estaba en el guión del Día Internacional de la Lengua Materna, sin embargo, los profesores que seguían en Tlacoachistlahuaca le entraron al baile y a la mojada, mientras sus salarios siguen pendientes.

Na sì’i Ñuu Ñama kindu na ma’ñu Ñuu Xáko kivi ku ka’nu xa’a tu’un yúvi (Mujeres del pueblo del agua en el desfile por las calles de Tlacoachistlahuaca, Guerrero por el Día Internacional de LenguaMaterna). Foto Kau Sirenio

Este texto es propiedad de Pie de Página y lo reproducimos como parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Puedes leer el original en este enlace.

 

Pelea de Xochimilcas, una tradición que sigue vigente en Zitlala

Oscar Guerrero

Zitlala

 

En medio de alaridos y porras de la gente que rodean la pequeña plaza convertida en un ring, hombres vestidos con ropa de mujer escenifican la tradicional pelea de Xochimilcas.

Previo al agarrón a mano limpia, los peleadores desfilaron por las calles de esta localidad nahua de la Montaña baja de Guerrero.

Participan dos grupos de un bando y otros dos por el otro bando.

Un grupo de peleadores del barrio de San Mateo, unidos con los del Centro, contra sus rivales de San Francisco, alíados con los de la comunidad de Tlatempanapa.

Alrededor de las cuatrocientas de la tarde, es cuando empiezan las peleas y los ganadores son alzados en hombros. Mezcal, cerveza es lo que toma la gente que observa.

Previo a su pleito, muchos de los protagonistas también se toman alcohol para entrar en calor.

Cuentan los cronistas de Zitlala que estas escaramuzas que se realiza desde hace decenas de décadas es para recordar que en la época prehispánica, los aztecas venían a este pueblo para robarse a las mujeres y violarlas.

Pero los nativos de esta tierra defendían a las mujeres.

Por esa razón, en las peleas cada año en Zitlala, en la víspera del primer día del inicio de las celebraciones de la Semana Santa, los hombres se visten con ropa de mujer.

Este martes 21 de febrero, los organizadores colocaron una malla en la pequeña plaza del centro de esta comunidad para cercar el lugar de las riñas.

 

En los últimos años esta celebración es vigilada por integrantes de las fuerzas de seguridad federal, estatal y municipal.

Las peleas de este martes 21 terminaron después de las ocho de la noche.

Algunos todavía siguieron con el festejo con mezcal y cerveza.

Aurelia se suma a lucha de mujeres criminalizadas

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Red Guerrerense por los Derechos de las Mujeres 

Chilpancingo

Víctima de violación sexual y de criminalización por parte del Estado, situación que la mantuvo tres años y dos meses en la cárcel de Iguala, la joven nahua Aurelia García Cruceño, quien anoche fue.liberada, podrá cumplir los proyectos de vida que le fueron truncados.

Aurelia fue acusada injustamente del delito de homicidio en razón de parentesco, que en realidad fue un parto fortuito resultado de una violación.

La noche de este martes 21 de diciembre del 2022, después de varias audiencias, fue absuelta de ese delito por la jueza Mariela Alfaro Zapata.

Aurelia enfrenta abuso y criminalización

La historia de injusticiad contra Aurelia comenzó en su natal Xochicalco, una comunidad nahua perteneciente al municipio de Chilapa de Álvarez.

Xochicalco, está ubicada a 10 kilómetros de distancia de la cabecera municipal de Chilapa. Sus 360 habitantes, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), viven en pobreza extrema.

Para Aurelia, todo cambió en 2019, cuando fue víctima de una agresión sexual por parte de un hombre que, en ese entonces, era autoridad comunitaria de Xochicalco.

Aurelia quedó embarazada de ese abuso. En su comunidad no es bien visto que una mujer tenga relaciones sexuales o se embarace antes del matrimonio; desde niña le dijeron que a esas mujeres las quemaban vivas.

Por todo esa estigma y por miedo a represalias de su agresor, Aurelia decidió huir de Xochicalco e iniciar una nueva vida en la ciudad de Iguala, donde se alojó con una tía.

Nunca se imaginó que ahí comenzaría su calvario.

Aurelia llegó a Iguala en junio del 2019, cuatro meses después. El 2 de octubre, Aurelia, sola en el lugar donde se alojaba, tuvo dolores fuertes y sangrado vaginal intenso durante una semana sin saber que estaba embarazada, después expulsó el producto.

Cuando su tía se percató de la situación de Aurelia llamó a una ambulancia que la traslado a un hospital, ahí el paramédico que la atendió inicialmente dijo que estaba a punto de sufrir un choque hipovolémico por la falta de sangre.

En el Hospital, Aurelia recibió varias transfusiones de sangre y cuando se recuperaba le colocaron un implante anticonceptivo sin darse cuenta y sin su consentimiento.

Pero eso no fue todo, al siguiente día de su ingreso al hospital, varios policías la esposaron a la misma cama donde se recuperaba. Estaba detenida.

«Todavía ella no estaba recuperada, no se sabía de los hechos ni del producto y ella ya estaba siendo procesada, detenida y esposada en la cama del hospital. Ya estaba siendo oficialmente detenida por el delito de homicidio”, narró Verónica Garzón Bonetti, abogada defensora de Aurelia.

Dos días después de su ingreso al hospital y aun cuando todavía no le dadan de alta, los policías la trasladaron al Centro de Reinserción Social de Iguala.

Finalmente, el 8 de julio del 2021 una jueza dictó una sentencia condenatoria en su contra por 13 años y cuatro meses de prisión por el delito de homicidio en razón de parentesco.

Aurelia fue recluida en el penal de Iguala, donde pasó tres años en la incertidumbre sobre su vida. No sabía si quedaría libre o permanecería en prisión.

Inconsistencias en el caso

Verónica Garzón Bonetti y Ximena Ugarte Trangay, integrantes del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia (IMDHD), fueron las abogadas defensoras de Aurelia, quienes denunciaron que su caso estuvo lleno de inconsistencias.

La primer inconsistencia que detectaron, dijeron, fue que después del parto no hubo ningún traductor que le explicara los motivos de su detención. La lengua materna de Aurelia es el náhuatl.

Otra fue que en el hospital donde la atendieron le colocaron un implante anticonceptivo sin su consentimiento.

Una más, al momento de su detención estaba delicada de salud.

Al no hablar español, Aurelia no comprendió mucho de lo que le sucedió. No contó con un traductor que le explicara su situación.

Por esa razón, la defensa de Aurelia argumentó que nunca le juzgaron con perspectiva intercultural ni de género.

Actualmente Aurelia tiene 23 años y hasta la noche de ayer, vivió tres años en prisión preventiva, lo que representaba otra irregularidad, porque la Constitución señala, explicaron las abogadas, que el plazo máximo debe de ser de dos años.

Aurelia estuvo presa tres años en un centro penitenciario donde hay 463 hombres y 27 mujeres sin estar separados.

Además, el penal de Iguala cuenta con altos niveles de autogobierno, lo que ponía a Aurelia y al resto de las mujeres, denunciaron las abogadas, en una situación de riesgo grave a actos de violencia.

Una nueva esperanza

Al retomar las abogadas del IMDHD el caso de Aurelia lograron que la justicia federal otorgara un amparo y la magistrada del Poder Judicial de Guerrero, Indalecia Pacheco León, aceptara la reposición del procedimiento el 17 de enero del 2022.

El IMDHD estableció que Aurelia fue víctima de la Fiscalía General del Estado (FGE) y el Poder Judicial al realizarle un proceso discriminatorio en razón de su condición de pobreza y su origen nahua.

Además de acusarla de un delito que no cometió, pues, comprobó que fue un parto fortuito.

Tuvieron que pasar cinco audiencias maratónicas y una más cardíaca que la anterior, para que Aurelia lograra obtener su libertad.

Desde que comenzaron las audiencias, la FGE, quien acusaba a Aurelia de homicidio, trató por todos los medios de que continuara en prisión.

Desde retrasar las audiencias, solicitar más testigos y asistencias técnicas innecesarias, la FGE impidió que la defensa de Aurelia desahogara todas las pruebas.

Faltaban días para darse a conocer la sentencia, y en ese momento el Poder Judicial de Guerrero dio otro golpe al caso de Aurelia.

El 15 de diciembre, la jueza determinó que Garzón Bonetti y Ugarte Trangay no podían hablar con la prensa sobre el caso de Aurelia, con el pretexto de que el juicio estaba en curso y por privacidad para la jueza, quien argumentó que estaba en riesgo su seguridad.

Después las audiencias que eran públicas se volvieron privadas, y los familiares de Aurelia no tuvieron acceso a todas las audiencias.

Pese a todos los obstáculos, Garzón Bonetti y Ugarte Trangay lograron lo que se pensaba imposible, se enfrentaron al sistema judicial y lograron la liberación de Aurelia, quien podrá cumplir su sueño de ser maestra.

La libertad

La audiencia de la tarde de ayer en Iguala, que estaba agendada a las cuatro de la tarde, se pospuso y comenzó hasta las siete, después de dos horas a puerta cerrada, la jueza Mariela Alfaro Zapata finalmente falló por la liberación de Aurelia.

“En la audiencia lo que dijo la jueza es que no había elementos suficientes aportados por la fiscalía para sostener su acusación y condenar a Aurelia. Que ella no era repsonsable del homicidio y debía quedar en absoluta e inmediata libertad”, expuso Garzón Bonetti.

Aurelia salió acompañada de su madre Agustina Cruceño Naranjas, de su padre Alberto García Palazin, y sus abogadas Garzón Bonetti y Ugarte Trangay.

Entre los planes de Aurelia ahora que está en libertad es estudiar y convertirse en maestra.

«Voy a estudiar mucho y ojalá pueda lograr mi sueño de ser maestra», expresó Aurelia.

Comentó que aprendió a hablar español en la cárcel y que conoció a más mujeres en su misma situación, a quienes deseó que también hallen apoyo para ser liberadas.

Diversas activistas y colectivas feministas estuvieron fuera de Palacio de Justicia de Iguala en apoyo a Aurelia, quienes al verla salir la recibieron con aplausos y consignas.

Aurelia ya es una mujer libre y aun cuando nunca recuperará los tres años que estuvo en prisión, podrá continuar con su vida.

 

Misión del herbario de la Uagro: preservar la flora de los pueblos originarios

Texto y fotografía: José Miguel Sánchez

Axaxacualco

 

Cuatro personas caminan entre el bosque, alejados de la civilización, sortean piedras, tepetates, campos de siembra, árboles y espinas. En el recorrido es probable que topen con animales peligrosos.

El camino es angosto, de herradura, solo pasan personas y una que otra vez campesinos con sus burros cargados de leña. Kilómetros atrás quedó la carretera.

El grupo de caminantes consta de un guía y tres biólogos que buscan plantas para la colección del Herbario de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro). La misión principal es hallar dos especies de plantas muy específicas: un tipo de pericón nativo y, probablemente, un nuevo tipo de orquídea que crece en las zonas más alejadas de la región.

El punto de partida fue la comunidad de Axaxacualco, municipio de Eduardo Neri, a unos 40 minutos de Chilpancingo.

En Axaxacualco, el grupo de biólogos junto con otros académicos de la Uagro, realizaron un taller en una primaria para que los niños conozcan la biodiversidad en la que habitan; sus plantas, sus aves, murciélagos, la importancia de los polinizadores y de los fósiles.

Después del taller, el grupo de investigadores se retira y solo se quedan dos biólogas y un biólogo, para internarse en el bosque a buscar plantas nativas del lugar para la colección del Herbario Universitario.

Una moto taxi acerca a este grupo de biólogos hasta donde la carretera se los permite, de ahí caminaran una pendiente de cuatro kilómetros hacía un punto conocido por los pobladores como El Sótano.

El guía Manuel de la Cruz García, un campesino algo regordete, de mirada amable y risueña, va adelante. Siempre que mira suelta una sonrisa que da confianza, no sabe leer ni escribir, sin pena admite que toda su vida la dedicó al campo, pero con su conocimiento ahora acompaña y guía al grupo de biólogos.

Manuel abre paso con su machete. Como acompaña a los biólogos en estos recorridos sabe que plantas faltan por recolectar y a donde hay que ir para hallarlas.

Conoce las plantas, los caminos y las formas de vida de la población, es el campesino que sin estudios es el biólogo, antropólogo y sociólogo de su comunidad.

Detrás de Manuel camina Natividad Herrera Castro, directora del Herbario Universitario. Es la mujer con más experiencia en recolección del grupo, le siguen Luis Javier González Almazán y Celia Gallardo García, biólogos recién egresados de la Escuela Superior de Ciencias Naturales.

En la imagen, el grupo de biólogos conformado por Natividad Herrera Castro, directora del Herbario Universitario; Javier González Almazán; Celia Gallardo García y el guía Manuel de la Cruz García durante una recolección de plantas en el cerro del Epazote en Axaxcualco, municipio de Eduardo Neri.

El cerro El Epazote

El camino comienza en las faldas del cerro El Epazote, a 1,698 metros sobre el nivel del mar y se avizora una larga caminata hacía el punto más alto del ejido de Axaxacualco.

El camino es estrecho, entre plantas y árboles se hace angosto, la labor de este grupo de biólogos consiste en recolectar plantas con flor, que serán prensadas y llevadas a Chilpancingo para su resguardo.
“Con esto logramos tener un registro sobre diversidad florística que hay en las comunidades», explica Javier González.

Aunque parece una tarea sencilla, la labor va más allá de sólo caminar y cortar flores.

Javier porta una prensa especial para recolección de plantas; un cuadrado que hace mucho bulto. Son dos rejas de madera y en el interior papel periódico y cartón que, como su nombre la indica, prensan las plantas.

La prensa, la herramienta de trabajo más importante, es pesada y aún no lleva nada.

El grupo camina, se adentra en la vegetación espesa y cada cierto tiempo se detiene a recolectar.

Hablan con tecnicismos y nombres científicos. “Parece de la familia Malvaceae, córtala y corroboras”, le indica Herrera Castro a su grupo de biólogos.

Javier González guarda la planta. Después, retoman la caminata.

En la imagen, la directora del Herbario Universitario, Natividad Herrera Castro recolecta una flor en el cerro del Epazote en Axaxacualco. Foto: José Miguel Sánchez.

Primera parada

Durante la primera hora de camino recogen siete plantas. Es hora de hacer una parada.

La parada no es para descansar. Sacan una por una las plantas ya recolectadas. Es hora de prensar. “Es la parte más tediosa de esto”, menciona Javier.

Buscan un lugar para estar cómodos. Javier y Celia se acomodan en el suelo y revisan todo lo recolectado.

De la planta recolectada cortan un tramo. La pieza tiene que incluir el tallo, la hoja y la flor. La ponen sobre papel periódico y en una ficha anotan todos los datos acerca de ella, posible familia a la que pertenece, nombre científico, nombre común, lugar donde se halló, altitud y coordenadas, todo para identificar sus características.

Las plantas puestas sobre el papel periódico van a la prensa y así serán transportadas.

“Las prensamos en papel periódico para que éste absorba toda la humedad”, explica Javier, quien investiga sobre mariposas pero también conoce de plantas.

Después del primer descanso la caminata cerro arriba continúa. El día está nublado, eso ayuda a mitigar la fatiga.

Conforme se sube el paisaje cambia, ya no es una selva tupida, en la cima del cerro de El Epazote hay planicies. Ahí se puede descansar un poco.

Ahí aparece una de los flores objetivo, el pericón silvestre de esta zona del estado.

Javier corta algunas flores y las embolsa, el procedimiento sigue igual, cortar, embolsar y caminar.

La bolsa ya va cargada de plantas por segunda ocasión, es hora de prensar de nuevo.

Se sientan, ya fueron dos horas y media de camino y falta llegar al Sótano, el punto donde puede estar un nuevo tipo de orquídea originaria de la región.

El cansancio y la hora ya no permiten continuar, en poco tiempo anochecerá y no es buena idea que caiga la oscuridad.

“Faltan otros 40 minutos para llegar al Sótano, al paso que vamos tardaríamos otra hora», menciona el guía.

El equipo de biólogos vuelve a prensar todas las plantas recolectadas en la segunda mitad del camino, sentados en piedras y bajo un árbol aprovechan para conversar.

Manuel, el guía, se pierde por un rato, solo se escucha el ruido de su machete.

De repente regresa con una flor amarilla. «¡La encontré!», exclama Manuel con singular alegría. La muestra a los biólogos y después de observarla concluyen que esa no es la flor que buscan.

Deciden regresar. Bajar requiere de dos horas mínimo. A la mitad, se suelta una fuerte lluvia. Cubren la prensa con bolsas e impermeables. En su interior van 80 plantas.

Ya en Axaxacualco, se sabe que a la flor amarilla que halló Manuel se le dice popularmente como flor de sobaco, porque dentro tiene pelitos que parecen bellos corporales.

La orquídea que buscan se conoce como flor de globo, por la manera en que sus hojas envuelven el centro y que en la región es muy popular para ofrendar a los difuntos en las festividades del día de muertos.

Aunque no se halló uno de los objetivos prioritarios, este tipo de recolecciones que realizan los biólogos terminan en el Herbario de la Universidad, un espacio de conservación de la flora local.

En la imagen, los biólogos Javier González Almazán y Celia Gallardo García prensan las plantas después de la recolección. Foto: José Miguel Sánchez.
En la imagen, Javier González observa la llamada flor de sobaco después de su recolección. Foto: José Miguel Sánchez.

San Miguel, las fiestas para “espantar el hambre” de La Montaña de Guerrero

Entre rituales, bailes, danzas y jaripeo tres pueblos indígenas de la región Montaña en Guerrero festejan a San Miguel y al maíz, el verdadero protagonista de las fiestas de septiembre, donde se pide alejar el mal y conseguir la prosperidad.


Texto y fotos: Isabel Briseño / Pie de Página

La Montaña, Guerrero

 

El día de San Miguel, 28 de septiembre, es el día en que se solicita al santo que termine con las lluvias para que la mazorca madure y la gente tenga buena cosecha. Tres pueblos que habitan en La Montaña de Guerrero -nahuas, tu’un savi y me phaa- realizan diferentes festejos que van desde el ritual hasta el baile y el jaripeo.

En la región nahua de La Montaña alta de Guerrero – cerca del municipio de Tlapa de Comonfort –, septiembre es un mes de celebración. Esta parte del año representa el último mes de la temporada húmeda, que además coincide con el periodo de las primeras cosechas de los cultivos agrícolas. Por fin, después de trabajar de sol a sol en los campos, las milpas y los otros cultivos están maduros. Lo que significa que pronto serán cosechados y utilizados por los habitantes para alimentarse.

El día 27 de septiembre, los habitantes del pueblo nahua recogen de sus parcelas un par de milpas con las que al día siguiente bailarán las mujeres, niñas y niños de cada hogar de Chiepetepec. Fotos: Isabel Briseño.

La fiesta de san Miguel, o mejor dicho, las celebraciones para “el agradecimiento a la lluvia” representan un rito de fertilidad. Rito que, al mismo tiempo, es “de propiciación y aseguramiento de la cosecha de maíz”.

A las 10 de la mañana del 28 de septiembre, la gente comienza a ingresar a la iglesia de Chiepetepec en donde se congrega todo el pueblo para iniciar con la celebración. Foto: Isabel Briseño.

Al interior de la iglesia, los hombres atavían a San Miguel con collares de flores, listones, globos y dinero, lo que representa una ofrenda para la deidad, quien forma parte de los santos católicos, impuestos por la Colonia. Foto: Isabel Briseño.

Estas fiestas representan la última etapa del ciclo agrícola anual. Se caracterizan por diversos ritos alrededor de la planta del maíz.

Para los habitantes, el santo es considerado un aliado de los campesinos y el principal trabajador del temporal. Gracias a sus poderes como guerrero y del rayo que se desprende de su espada, protege los cultivos y lucha contra los seres malignos que los afectan: El granizo, los malos aires, las tormentas y cualquier cosa que el cristianismo asocia con la imagen de Lucifer, el diablo.

Afuera de las casas por donde pasará la procesión, la gente decora con milpas pero también con globos. Fotos: Isabel Briseño.
Una mujer en la calle, espera el paso de la procesión que sale de la iglesia. Foto: Isabel Briseño.

Los habitantes comienzan su recorrido hacia la capilla del cerro, la procesión está encabezada por los músicos, las mujeres encargadas de los pendones, seguidas de los hombres que cargan a San Miguel que es seguido por el pueblo. Foto: Isabel Briseño.

Mijtotilistli, el ritual de los nahuas en Chiepetepec.

La banda de viento encabeza la procesión que sale de la iglesia. Mientras, avanza por las diversas casas de Chiepetepec. Este pueblo, como muchos otros de La Montaña, es un pueblo de migrantes. La mayoría de sus habitantes se van a los campos de Sinaloa y Chihuahua. La migración se observa en las casas que se ven al paso. Son pocas las que quedan tradicionales de adobe. La mayoría construye casas nuevas de material.

Mujeres nahuas cargando la milpa en la comunidad de San Miguel Chiepetepec, Guerrero. Foto: Isabel Briseño

Mujeres, niñas y niños abrazan y arrullan las milpas. La banda de viento suena. Las mujeres se hacen una con la milpa adornada con flor de cempasúchil, flor de pericón, pan rosquete de color rosa, ejotes, chiles, papálo y quelite que fueron cortadas una noche anterior.

Mijtotilistli, (Baile de la Milpa en Náhuatl) comienza. Una mujer con sahumerio lo mueve de arriba hacia abajo mientras las demás, incluidos los más pequeños, bailan alrededor de la capilla con las ofrendas que cargan en sus rebozos como muestra de agradecimiento por la buena cosecha que será su alimento. Foto: Isabel Briseño.

La capilla del cerro llamado Sacamatlapa –que un día antes estaba vacía y cerrada–, comienza a vestirse de verde. El sol no tiene piedad. Cae como plomo sobre los negros cabellos de los nahuas. A la pequeña explanada entran quienes “bailarán la milpa”, mientras el santo es colocado dentro de la capilla. Los cantores del pueblo entonan rezos que suenan a melodías. En tanto, los pies de los asistentes comienzan a fusionarse con las notas musicales que la banda entona una tras otra afuera del centro del ritual. Al igual que los hombres, los músicos deben permanecer en el exterior.

En el cerrito a un lado de la capilla, mientras la gente baila con sus milpas, se ofrenda pan, maíz, flores, velas. En La Montaña se siembra la milpa, o sea el maíz, la calabaza, el ejote y el frijol, en los meses de abril y mayo para cosechar entre octubre y noviembre. Foto Isabel Briseño
El ritual de la vida. El triunfo de la vida sobre la muerte pues la muerte es la hambruna y el maíz la esperanza de que habrá vida gracias al sustento. Foto: Isabel Briseño

Mujeres, niños y niñas, le agradecen a San Miguel Arcángel las cosechas. Con esta ceremonia se “espanta el hambre”, dicen algunos habitantes. Representa el triunfo del maíz sobre el hambre del pueblo.

Dos pequeñitas caminan tomadas de la mano mientras regresan hacia la parroquia después de haber bailado con sus milpas que cargaban en sus coloridos rebozos. Foto: Isabel Briseño.

Después de “bailar la milpa” durante unas dos horas la procesión se encamina de nuevo hacia la iglesia. Regresan a su santo a la parroquia. Posteriormente en casa ofrendan con mole y tamales nejos a la milpa que fue elegida para llevarla a bailar. Este ritual es único en la región de la Montaña de Guerrero, pues aunque en otros pueblos también se celebra a San Miguel, son distintos los festejos.

Los santos católicos son considerados en toda la montaña indígena de Guerrero potencias de la naturaleza. Foto: Isabel Briseño.
Los habitantes de Chiepetepec, aunque migran, todavía viven según los antiguos “usos y costumbres” del pueblo. Después del ritual en el cerro, en la comisaría de pueblo se prepara el chivo para seguir con la fiesta de san Miguelito, como cariñosamente le dicen los habitantes al santo. Foto: Isabel Briseño.

La danza de los chareros en Moyotepec

La temporada de secas, o de calor, como se le llama en la región, suele ser severa, si no es que extrema. Con temperaturas que alcanzan los 40 grados y vientos calientes que transforman el paisaje: la tierra se vuelve dura, hay polvo por todas partes y muy pocas plantas sobreviven todo el año. Ninguna que ofrezca alimento a las personas.

En esta región está la comunidad de Chilixtlahuaca, que tiene mil 500 hablantes del Tu’un Savi (mixteco). Son espléndidos. “Todos los hombres tienen cargo desde que se casan”, dice don Anastacio, quien come junto a otros hombres en un largo tablón de madera.

Los chareos es una variante de la danza de Moros y Cristianos, conocida prácticamente en toda la República Mexicana entre las poblaciones indígenas. Foto: Isabel Briseño

Más hombres llegan al festín con un cartón de cervezas al hombro, y sus familias sujetadas con la otra mano. Entregan el cartón y se sientan a disfrutar del manjar que desfila por las mesas: Mixiote de borrego, salsita verde y frijoles. Todo esto acompañado con tortillas, una pepsi y una cerveza que es sustituida en cuanto se termine la que está sobre el tablón.

Los cargos de mando en Moyotepec se reúnen a comer y beber, mientras los chareos bailan a un lado de ellos. En Moyo, como le dicen los habitantes, no solo se festeja con danza y baile en la cancha a San Miguel, también hay cambio de autoridades. Es por eso que hay bastante comida, banda de viento y la danza continua de los chareos.

La fiesta de los me phaa en Tototepec

Puede decirse que septiembre es el punto central del ciclo agrícola. De él depende el futuro y la supervivencia de la comunidad que se reúne y agradece a sus santos protectores más relevantes para el ciclo agrícola: San Marcos, santo de las semillas; y san Miguel, santo de la cosecha.

La fiesta de San Miguel se puede definir como una práctica religiosa, pero los Me phaa son fiesteros, dicen ellos mismos. Es por eso que a San Miguel los habitantes lo celebran con monta de toros y un baile al que nadie falta. Incluso asisten quienes radican en Tlapa.

“La tradición nunca se pierde. Año con año se festeja a nuestro Santo Patrón San Miguel Arcángel. Todos los vecinos y pueblos de diferentes lugares están invitados”, dice un anuncio en la página de facebook que lleva por nombre: Fiesta San Miguel Arcángel.

“Porque cada uno de estos valientes guerreros tendrán la oportunidad de demostrar su valentía y destreza montando los lomos de estos torazos” dice un hombre que anuncia a los jinetes. Foto: Isabel Briseño.

En la iglesia hay castillo, por lo que algunas familias lo esperan emocionados. Pero la mayoría de la gente está dividida entre la feria y la jineteada que anuncia que, en cuanto termine el espectáculo en donde los valientes jinetes suben al toro bronco, dará inicio lo verdaderamente bueno de la celebración al santo patrón: El baile.

Las tradiciones – o “la costumbre”–, persisten a pesar de los difíciles problemas que enfrenta cada comunidad de las diferentes zonas indígenas: pobreza, migración masiva al norte, violencia estructurada, narcotráfico, etcétera.

Así, entre rituales, bailes, danzas y jaripeo tres pueblos diversos de la región Montaña festejan la relación que existe entre San Miguel y el maíz; quien es el verdadero protagonista de las fiestas de septiembre con la intención de alejar el mal y conseguir la prosperidad.

 

Este trabajo fue publicado por el equipo de Pie de Página y lo reproducimos como parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. 

Pide Abel Barrera a pueblos originarios no ser «agachones» ante el gobierno

Texto y fotografía: Jesús Guerrero

Chilpancingo

 

El director ejecutivo del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Abel Barrera Hernández, pidió a los pueblos originarios y afromexicanos que no sean «agachones» y se organicen para exigir sus derechos al gobierno para que los deje de pisotear.

En el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, el activista dijo que el gobierno trata como menores de edad a los pueblos originarios.

«El gobierno nos trata como gentes que no tenemos inteligencia y credibilidad pero hay que decirle que no estamos pidiendo caridad», afirmó en una conferencia en la Plaza Pública Primer Congreso de Anáhuac de esta ciudad en un actividad que organizó la delegación estatal del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) y el gobierno estatal.

Barrera Hernández afirmó que el Estado tiene que proteger y salvaguardar los derechos de los pueblos indígenas pero no lo hace sino que los discrimina.

La exposición del antropólogo ante unas 200 personas se da en el contexto del recurso de amparo que su organización promovió ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para echar abajo la consulta que realizó el Congreso local sobre los derechos y costumbres de los pueblos originarios y afromexicanos de Guerrero.

Sobre este tema, Barrera criticó que esa supuesta consulta de los legisladores fue solamente llevar papeles a los comisarios para que firmaran los documentos.

«Llegaron (los diputados) a los pueblos y les decían a ver tú firmale aquí, verdad qué si te gusta, verdad que no dices nada? Nos están tratando como menores de edad, como seres irracionales», dijo.

Exigió a los legisladores de Guerrero adecuar las normas de los pueblos indígenas con base a los estándares internacionales

«Pero aquí en Guerrero estamos el revés porque en vez de proteger con mayor garantía están conculcando derechos».

Barrera Hernández dijo que hoy en día el Estado y sus instituciones usan el presupuesto para gobernar y pisotear los derechos de los pueblos originarios.

«Los que estamos siendo pisoteados no podemos pedir que por favor quiten el zapato y por eso nosotros como pueblos tenemos que reaccionar e impedir que nos pisoteen como ahora lo están haciendo con la bota militar y la Guardia Nacional», aseguró.

El activista afirmó que esa consulta del Congreso debió de haber tenido como principio hablar con los pueblos para que expusieran sus derechos y quedaran plasmados en las leyes.

La intervención de Barrera estaba programada a las once de la mañana pero se retrasó porque hubo otras participaciones como la de la alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández Martínez, quien en su discurso solo se dedicó a elogiar a los funcionarios presentes.

El delegado del INPI, Manuel Vázquez Quintero, rindió un informe de las actividades de esta institución.

Durante su exposición, Barrera Hernández criticó que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador le haya dejado la conducción y el manejo de los recursos públicos a los alcaldes y alcadesas de los 22 municipios de la Montaña y Costa Chica para realizar 66 caminos artesanales.

«No les dejaron a los pueblos originarios que realizaran ellos las obras porque no cuentan con el Registro Federal de Causantes que exige la Secretaría de Hacienda para manejar recursos públicos», dijo.

En febrero de este año López Obrador hizo el arranque de estas obras con una inversión de mil 85 millones de pesos para este año.

Apenas en junio de este año el presidente realizó una gira de trabajo en la Montaña para supervisar los trabajos de estos caminos artesanales.

«Lo que está haciendo el gobierno es discriminar a los pueblos diciéndoles que son incapaces de administrar recursos públicos», aseveró.

La actividad llamada Encuentro y Festival de Cultura e Identidad de Pueblos Indígenas y Afromexicanos, concluyó este martes con danzas regionales de Guerrero y entidades invitadas.

Marchan policías comunitarios, niños y mujeres para exigir justicia, seguridad y maestros

En el pliego de peticiones está la instalación de módulos de seguridad con agentes de la Guardia Nacional y Ejército, el envío de maestros para escuelas de secundaria y bachillerato, un centro de salud con médicos y enfermeras así como la dotación de medicamentos.


Texto: Ampola Periodismo

Fotografía: Oscar Guerrero

Chilpancingo

 

Más de 300 personas entre policías comunitarios, niños y mujeres marcharon en las calles de la comunidad de Ayahualtempa, del municipio de José Joaquín Herrera, para exigir la instalación de retenes de la Guardia Nacional y Ejército para disuadir a un grupo delictivo que opera en esa región de la Montaña baja.

Las autoridades del pueblo y dirigentes de la Policía Comunitaria de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias de Pueblos Fundadores (CRAC-PF), emplazaron a los gobiernos federal y estatal para que en dos semanas empiecen a cumplir con su pliego de demandas de seis puntos.

Este domingo 12 de junio, autoridades estatales acudieron a esta comunidad en donde se reunieron con los pobladores y recibieron sus peticiones.

Los enviados de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda les regalaron despensas a las mujeres y juguetes a los niños.

En el pliego de peticiones está la instalación de módulos de seguridad con agentes de la Guardia Nacional y Ejército, el envío de maestros para escuelas de secundaria y bachillerato, un centro de salud con médicos y enfermeras así como la dotación de medicamentos.

También piden la instalación de un Banco del Bienestar y el pago de una indemnización a viudas de 10 hombres que fueron asesinados por integrantes de un grupo delictivo.

Luis Morales Rojas, integrante del Consejo Tradicional del Gobierno Náhuatl, dijo que están emplazando al gobierno hasta este fin de año cumpla con esos seis puntos del pliego petitorio y que en caso de no hacerlo van a preparar a unos 60 niñas y niños para que se ejerciten como policías comunitarios.

«¡Zapata está vivo apuntando a Los Ardillos y si siguen secuestrando les dará su merecido!», gritaron esta consigna los pobladores en referencia a este grupo delictivo que la Fiscalía Genera del Estado (FGE) en 2019 les integró una carpeta de investigación por el asesinato de 10 músicos de la comunidad de Alcozacán, del municipio de Chilapa, es decir, dentro de la misma Montaña baja.

Alcozacán es una comunidad vecina de Ayahualtempa y desde el 2019, sus pobladores y policías comunitarios han tenido enfrentamientos armados con los miembros de ese grupo criminal.

Los pobladores de las dos comunidades han denunciado que Los Ardillos han asesinado y desaparecido a más de 40 personas. Ayahualtempa y Alcozacán no solamente viven en una situación de violencia e inseguridad también de bajos niveles de desarrollo humano.

 La marcha de los niños, mujeres y policías comunitarios de la CRAC-PF se desarrolló alrededor del pueblo.

Los policías comunitarios vestían uniforme color verde olivo y portaban escopetas y rifles de bajo calibre.

Morales Rojas dijo que están reclamando a la FGE que realice la búsqueda de 13 personas que fueron privadas de su libertad por integrantes del grupo delictivo. La desaparición de las 13 personas ocurrieron algo largo de los últimos tres años.

Te puede interesar: Has visto a… Lucyla Mendoza, la víctima 13 de desaparición que expone la trata en Montaña alta

Mujeres de Zitlala pelean por petición de lluvias

Texto y fotografía: Luis Daniel Nava 

8 de mayo del 20220

Chilapa

 

Desde al menos 10 años, las mujeres de Zitlala participan en el ritual de petición de lluvias. Cada año son más las que se preparan para pelear no sólo por el gusto sino por mantener viva una tradición ancestral que les da identidad.   

Es la tarde del 5 de mayo, Mayra de 12 años y Sabina de 13, salieron de sus casas del barrio de San Mateo para integrarse al contingente de tecuanis o jaguares para pelear en la plaza principal.  

Es la primera vez que participan y lo hacen acompañados de sus padres y hermanos, entre ellos adolescentes y niños, también peleadores. 

Llevan trajes verdes y negros, máscaras de felinos elaboradas con cuero de res y una soga amarrada a la cintura y que termina en una especie de mazo atada a la mano, conocida como cuarta. A Mayra la fajó de la cintura el capitán Gregorio Tomatzin, heredero de una familia de peleadores.  

Antes el capitán pasó a las casas de Mayra y Sabina acompañado de una banda de música de viento, como lo hizo con todos los demás guerreros y guerreras. Es parte de la tradición. En el recorrido adultos, mujeres y niños gritan y bailan con la cuarta invocando al cielo.   

Este día también debutaron dos hermanos de Sabina, uno de 20 y el más pequeño de seis años. Su papá, Adrián Tepetitlán, les ha dejado la estafeta y su mamá Fabiola García los acompaña entusiasmada. 

“Me siento orgullosa de bailar en esta tradición, representar el barrio y la familia”, dice la adolescente.  

Al barrio de La Cabecera se unió Anselma Olea que desde hace tres años ha querido participar, pero se cruzó la pandemia y un accidente que tuvo.  

“Siempre me han gustado las costumbres y las tradiciones de mi pueblo. Cuando eres originaria de un pueblo que alberga tantas es importante conocerlas para encontrar tus raíces y origen […] Me sentí muy bien de ser parte de un ritual ancestral y reconocido a nivel nacional e internacional. Hasta donde pude rendí mi sacrificio y más que un sacrificio fue un placer participar”.  

A Anselma, recuerda, muchos le dijeron que no participara porque el ritual es para hombres y por el riesgo que implica.

En esta edición al menos 20 mujeres fueron parte del ritual, de ellas 12 entraron al cuadrilátero a pelear.  

Tradicionalmente las mujeres participan en otras etapas del ritual como en el encuentro de cruces y velas, los rezos, las ofrendas y la preparación de la comida.

No hay una fecha exacta en que las mujeres se integraron al ritual en la parte de las peleas, aunque se estima que es desde hace unos diez años. 

Te puede interesar: Cerro de El Cruzco, escenario de peleas y ofrendas para atraer lluvias de temporal

Cerro de El Cruzco, escenario de peleas y ofrendas para atraer lluvias de temporal

Texto y fotografía:  Franyeli García 

4 de mayo del 2022

Acatlán

 

El cerro de El Cruzco, ubicado en la comunidad nahua de Acatlán, en Chilapa, se convirtió en un coliseo: los hombres tigres se enfrentaron con el único propósito de rendirle tributo a la Santa Cruz y a las deidades prehispánicas y tener un buen temporal de lluvias.

Con el sol a cuestas, los pobladores de Acatlán salen de sus casas rumbo al cerro de El Cruzco, con el único propósito de rendir un sacrificio y ofrecer honores a la naturaleza para atraer las lluvias y tener una cosecha de maíz abundante.

Según la tradición, los pobladores llegan caminando atravesando laderas hasta alcanzar la cima de El Cruzco, una planicie que se ha convertido en un santuario para los pobladores de Acatlán.

En el cerro comienza el ritual llamado el Atlzazilistle: rezos, flores, cera, comida, copal y el sacrificio de decenas de gallinas, que después se convertirán en el alimento de los visitantes.

Después en el centro del santuario comienzan a aparecer los tres elementos físicos de la petición de lluvias: primero, los tlacololeros; el sonido que generan con sus chirriones, representan para el ritual los relámpagos. Pero también esta danza significa el tlacocol que es el comienzo de la preparación de la tierra. En este ritual, los tlacololeros preparan el ruedo o “abren corral” para que combatan los hombres tigres.

El segundo elemento en la petición de lluvias la materializan los combates de los hombres tigre. Los golpes de los hombres tigre significan los tronidos del cielo. En la lógica del ritual mientras más fuertes sean los golpes en el temporal de lluvias habrá tronidos más fuertes.

Para los peleadores que entran el ruedo, los rencores, la ira y el enojo se quedan allí, nunca trascienden, porque para ellos significan su sacrificio, explica uno.

Los protagonistas de las peleas pueden ser niños, mujeres, jóvenes y adultos, las edades en el ofrecimiento no importan.

El tercer elemento es el viento, que lo representa el ritual Cotlatlastin. En este acto hombres corren alrededor del santuario. La unión de estos tres elementos tiene el único propósito de obtener un buen temporal de lluvias.

En El Cruzco, las peleas, los golpes y, tal vez, la violencia, tienen otro sentido: son una ofrenda para que el temporal sea bueno, para que el temporal llegue a tiempo.

Pero, además de ser un ritual pagano-religioso, la subida a El Cruzco para los habitantes de Acatlán, principalmente, es toda una tradición que ha pasado de generación en generación.

Te puede interesar: Campesinos nahuas esperan que con ritual prehispánico lleguen las lluvias

Salir de la versión móvil