Sepultan al fotógrafo Ramiro Reyna, impulsor de una comunidad de jóvenes artistas locales

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Oscar Guerrero

Chilpancingo

Este mediodía fue sepultado en el panteón central de Chilpancingo el fotógrafo y gestor e impulsor de artistas locales, Ramiro Reyna Aguilar, quien falleció el viernes pasado después de una caída.

«Va a ser muy difícil que alguien sustituya el lugar que Ramiro tenía dentro del ambiente cultural», mencionó Javier Lara Díaz, artista plástico originario de Tixtla, durante el sepelio.

Ramiro era muy conocido en la ciudad porque, entre otras cosas, apoyó a jóvenes con talento en el arte, la pintura, la poesía y la música.

Familiares, amigos e integrantes de la comunidad artística acompañaron su cortejo fúnebre.

Durante el sepelio un grupo de música tocó algunas canciones, mientras algunos de sus amigos repartieron mezcal, una de las bebidas preferidas de Ramiro.

El fotógrafo, quien también coleccionaba piezas de arte de creadores locales, era propietario de La Galería Café, un espacio donde han expuesto los artistas que acompañó y con quienes creó una comunidad.

Ramiro falleció el 4 de agosto después de sufrir una caída de un tercer piso, mientras colocaba un anuncio en la colonia Vista Hermosa, en Chilpancingo.

Para Lara Díaz el fallecimiento de Ramiro representa una gran pérdida y «deja desprotegidos a algunos talentos jóvenes».

Ramiro impulsaba la carrera de Rolando Esteban Zeyder, un joven originario de Zitlala, quien la semana pasada inauguró una exposición de pinturas en La Galería.

Zeyder le comentó a Lara Díaz que Ramiro lo apoyaba con hospedaje cuando venía a Chilpancingo, le permitía pintar en La Galería y le finaciaba parte de sus materiales de pintura.

«Los que estamos dentro del ambiente tenemos que seguir viendo cómo se va a apoyar a estos artistas que son jóvenes» dijo Lara Díaz.

El artista plástico de Tixtla también expuso sus obras en La Galería y tuvo una relación cercana con Ramirio, se hicieron amigos y formaron lazos entre la comunidad artística.

José Luis Aparicio Villanueva, uno de los mejores amigos de Ramiro, lo recuerda como una persona sociable y generosa.

El fotógrafo Ramiro Reyna Aguilar durante la inaguración de la exposición pictórica de Rolando Esteban Zeyder, celebrada apenas el 28 de julio pasado en La Galería.

Contó que fue testigo muchas veces de cómo Ramirió impulsó y apoyo a diferenges artistas.

«Como persona él (Ramiro) fue muy activo, muy productivo, siempre estuvo creando cosas. Tuvo su fase como fotógrafo, como empresario con su cafetería, su local de enmercado de cuadros y últimamente de fabricación de muebles», comentó.

Ramiro tenía 55 años y era originario de Tlacotepec, cabecera de Heliodoro Castillo, en la Sierra de Guerrero.

Su trabajo como fotógrafo lo llevó a publicar en el 2019 el libro Tlacotepec, Guerrero, un compendio de fotografías de la contidianidad de su lugar de nacimiento.

En el último adiós a Ramiro fueron evidentes los lazos entrañables que creó.

 

Willy, el estudiante de Ayotzinapa detrás del mural en reclamo por las personas desaparecidas

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Cortesía 

Chilpancingo

Desde pequeño Willy Díaz Mateo supo que la pintura le apasionaban. A los 13 años comenzó a dibujar a lápiz, debido a que algunos materiales, como pinceles, pinturas y plumones eran caros y su familia no podía costearlos.

Willy es originario de Tierra Blanca, municipio de Acatepec, en la región de la Montaña, quería estudiar artes plásticas en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, ubicada en la Ciudad de México. «Fue complicado por la falta de recursos», mencionó Willy.

Por las dificultades económicas optó por entrar a estudiar a la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, donde cursa el segundo año de su licenciatura en Educación Primaria.

En la normal perfeccionó su técnica de dibujo y pintura. Desde pequeño «traía ese talento para la pintura».

«En la normal aprendí más, pero antes nunca tomé un curso sobre cómo agarrar un pincel o algo así, ahí me han enseñado mucho».

Las técnicas que maneja Willy son óleo sobre lienzo, hace un año comenzó también a pintar murales.

Willy tiene 80 obras de su autoría, entre retratos y pinturas; las vende para solventar sus gastos personales.

En sus obras no maneja un tema en específico, dice que pinta de todo. En la mayoría de sus obras plasma la vida cotidiana de las comunidades rurales de la entidad, mujeres que cocinan, niños y niñas que juegan y paisajes.

Algunas de obras las ha expuesto en el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro).

Su trabajo más reciente fue un mural sobre personas desaparecidas que pintó en una barda de una primaria en la colonia del PRI, en Chilpancingo.

El Centro de Derechos Humanos de las Víctimas Minerva Bello lo contactó para hacerlo; tardó 20 horas.

Willy hizo la propuesta y el boceto del mural en el que se observa a madres y padres buscadores con un semblante de preocupación y tristeza. Entre las piezas del mural se lee la frase «mi hijo fue desaparecido»; detrás hay elementos que representan una protesta por las personas no localizadas.

Este trabajo es importante para él por la desaparición de sus 43 compañeros de la normal en 2014.

«El arte es una forma en la que podemos expresar nuestros sentimientos, es importante este mural porque en muchos de estos casos (de desaparición) no hay justicias, son casos que están impunes».

Willy continuará con este tipo de trabajos, a raíz de este mural ya tiene propuestas para que realice otros murales con la misma temática en diferentes lugares.

«Pintar estos murales es una forma de lucha y exigencia».

Willy terminará su licenciatura y una de sus metas es que, una vez egresado de la normal, estudiará artes plásticas y cumplirá su sueño.

«Quiero estudiar artes plásticas y que mis cuadros se expongan en museos diferentes, pero primero terminaré de estudiar en la normal».

 

El mural de David León y la representatividad guerrerense

Texto: Amapola periodismo

Fotografía: Oscar Guerrero 

Chilpancingo

 

El artista plástico David de León Benítez observa los últimos detalles de su reciente trabajo. Es un mural grande en el que se ve a una niña abrazada a un jaguar, del otro lado un niño con traje de jaguar jugando con una avispa.

David es un artista plástico y muralista con más de 15 años de trayectoria. Estudió gráfica en Florencia, Italia y es originario de Costa Grande.

Desde niño le gustó dibujar, era algo que lo distraía, ahora le apasiona.

Fue invitado a pintar este mural en el museo interactivo La Avispa, ubicado al sur de Chilpancingo, a encargo del gobierno estatal.

A David le dieron la libertad de proponer el mural, optó por pintar algo representativo para los guerrerenses. “La estructura del mural habla de lo que es ser guerrerense, con una niña y un niño, ambos con traje de tecuan, mientras la niña abraza y es protegida por un jaguar, el niño interactuando con una avispa”.

Para hacer el mural, David utilizó un efecto visual llamado anaformismo, donde jugó con las perspectivas, las formas y los tamaños de la obra. Le significó un reto, porque nunca había trabajado con esta técnica.

“En el anamorfismo tomas un punto de referencia o perspectiva, y desde ese puesto, punto o ángulo puedes apreciar con totalidad la pieza, y es una técnica un tanto difícil porque tienes que jugar con el efecto óptico, pero el resultado es muy padre”, dijo.

El lugar donde pintó el mural es un espacio grande, en forma de escuadra, lo que le permitió abordar esta técnica. Su mural ahora es parte de la fachada del museo.

David realizó el mural en tres semanas; falta que sea inaugurado de manera oficial.

Este artista plástico es conocido y reconocido dentro y fuera del país. Sus diferentes técnicas en las artes plásticas lo han llevado a otros países de Europa, Asia y Centroamérica.

Tiene diferentes reconocimientos por su trabajo y trayectoria, como La Bienal del Pacífico de Pintura Grabado Javier Mariano 2017, y el premio Efraín Vargas, en Michoacán.

Ahora tiene una exposición de pintura en el Palacio de Cultura, en el centro de la capital.

“Desde niño he dibujado sin parar y es la fecha que no paro de dibujar, lo padre es que ahora vivo de eso”.

Gabriel Vargas, uno de los violinistas del centro de Chilpancingo

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Oscar Guerrero

Chilpancingo

 

Gabriel Gatica Vargas es originario de Chilpancingo, tiene 34 años. Sale todos los días con su violín, una bocina y su celular a las calles de la ciudad a tocar canciones.

Comenzó sus estudios en la escuela de música Margarito Damián Vargas, pero culminó en la escuela José Ocampo Sevilla una carrera técnica de violinista, ambas ubicada aquí en Chilpancingo.

También toca la guitarra, pero el violín es lo que le apasiona. Es integrante del conjunto de cuerdas de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro)

Antes de dedicarse por completo a la música, Gabriel trabajó en algunas empresas refresqueras como promotor de preventas, fue en ese lapso donde tuvo un accidente, mismo que le dejó daños físicos que le impidió seguir en esos trabajos.

Tuvo una fractura en el húmero izquierdo; tiene una placa con siete tornillos en su hombro. “Por suerte pude tocar todavía. Si no podía volver a tocar me iba a poner muy triste”, comenta.

Gabriel estudió música porque es algo que le gusta, pero no lo veía como una forma de vivir. Ahora es su principal forma de ingreso.

Gabriel sale a tocar en el Centro de Chilpancingo, se instala frente al banco BBVA, a veces en el andador Emiliano Zapata, o pasa a restaurantes o busca eventos privados. En los restaurantes le va un poco mejor.

Gabriel toca las melodías con su violín y la gente pasa lo escucha y dejan una cooperación voluntaria.

“Considero que sí he tenido una buena aceptación con la gente, a veces hay días en los que tienen gastos, como el 14 de febrero que acaba de pasar, pero en general sí me apoyan”.

Su repertorio es variado, toca baladas, rock, música de los 60, boleros y tangos. “Es un poquito variado para todos los gustos”.

Esta actividad le permite tener el sustento económico para los gastos de su casa y de su hijo de siete meses.

“Espero poder seguir en el conjunto de cuerdas de la Universidad, tocar aquí y que más gente me conozca”.

Vulcano: cuando lanzar cuchillos se vuelve un arte

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: Oscar Guerrero

Chilpancingo

 

Vulcano, de 37 años, es un artista urbano de Chilpancingo, que en vez de fuego, lanza cuchillos.

Su nombre es Jorge Lucena.

Vulcano cuenta con la ayuda de su hijo Drake para su acto.

A Drake no le da miedo estar en el blanco. Confía en su padre y en la práctica que realizan juntos.

De lunes a sábado Vulcano y Drake se coloca en la calle José María Morelos y Pavón esquina con Paseo Alejandro Cervantes Delgado, a la altura del Panteón Central de Chilpancingo. Trabaja en el semáforo de 12 a seis de la tarde.

 

A veces Vulcano no está en Chilpancingo. Se va de gira para hacer su arte en otras ciudades importantes del país.

Antes de lanzar cuchillos, Vulcano dominó otros actos del llamado arte urbano. Comenzó como chalán de una compañía, después fue payaso, luego hizo actos de equilibrio, cama elástica y un acto de escapismo de fuego.

Tuvo una infancia triste. Su madre y padrastro lo abandonaron. Fue un niño de la calle.

Con el lanzamiento de cuchillos Vulcano lleva diez años pero ya suma 25 como artista urbano.

«Si este acto sale bien nos llevamos sus aplausos», dice antes de iniciar uno de sus actos en el Paseo

Alejandro Cervantes Delgado, mientras Drake se coloca en la tabla, no se mueve y solo espera a que Vulcano lance los cuchillos.

Los automovilistas lo observan con atención, los sorprende su precisión.
El arte urbano es una forma de empleo para muchas personas.

Entre Letras, arte en madera que crea conexiones

El arte de Monse es un arte plasmado en madera y le gusta porque siente que le da una segunda vida a la madera que muchas veces las personas piensan que ya no sirve


 

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: José Miguel Sánchez

2 de febrero de 2022

Chilpancingo

 

Monserrat Moreno García se define como una mujer inquieta que  le gusta crear y hacer diferentes cosas, es amante del teatro, la pintura y la fotografía. Desde que era pequeña tuvo una inquietud de dibujar, realizaba dibujos que le regalaba a su papá.

Monserrat o Monse que es como le dicen sus amigos, es licenciada en ciencias de la comunicación derivado de su carrera decidió dedicarse de manera profesional a la fotografía. Actualmente es una de sus formas de ingreso.

De sus tantas habilidades Monse pensó en buscar algo que le gustara para comenzar a independizarse cuando estaba en el último año de su carrera. Con su gusto y habilidades para la pintura y el dibujo Monse comenzó a pintar separadores de libro, los llevaba a su escuela y los vendía con sus compañeros.

Después de que varios compañeros conocieran el trabajo de Monse, comenzaron a llegar pedidos más grandes de pinturas, comenzó con haciendo pinturas en acuarela.

Entre Letras

Monse comenzó Entre Letras en el año 2015 y decidió poner ese nombre a su negocio porque se enfocaba en vender separadores de libros y pinturas en acuarela.

Fue hace tres años que Entre Letras dio un giro. Derivada de una inquietud que tuvo Monse cuando asistió a una boda y vio que en ese lugar había muchas tablas de madera con humedad y en condiciones difíciles de trabajar.

Al ver a la persona que llevaba las tablas de madera Monse le preguntó qué harían con ellas, la respuesta fue que serían quemadas. Monse tuvo una sensación triste al ver que serían desechadas. “Toda la boda me pasé pensado qué puedo hacer, no puedo rescatar toda la madera pero por lo menos una parte”, comenta.

“Puedo hacer cuadros ahí”, se le ocurrió a Monse, aún conserva el primer cuadro que pintó en madera. Al inicio pintaba los cuadros en madera, posteriormente y gracias a internet encontró otra técnica que le pareció interesante y creyó conveniente aplicar en su arte.

Monse define Entre Letras como la forma de crear una conexión con sus clientes. Ser cómplice de lo que ellos le piden.

“Me gusta que las personas se sientan con la confianza de contarme aunque sea por mensaje un poco de ellos y que es lo que quieren que plasme”, comenta Monse.

De la acuarela al pirograbado 

Monse veía su página de Instagram cuando le apareció la imagen de una joven realizando un cuadro con pirograbado, esto llamó su atención y decidió investigar más sobre lo que es el pirograbado.

El pirograbado es una técnica que se trata de quemar un soporte, ya sea de papel, cartón, o madera, con el pirograbador marcando un dibujo sobre esa superficie.

Monse siempre ha contando con el apoyo de su familia, principalmente de su padre, fue él quien le obsequió su máquina de pirograbado que aún sigue utilizando para realizar su trabajo.

“Fue algo que no me esperaba, estábamos comiendo y mi papá me dijo que había llegado algo para mí, a mí me extrañó porque yo no había pedido nada y al abrirlo era mi máquina de pirograbado”, comparte.

El proceso para que Monse se adaptara a realizar su arte en madera fue un poco complicado, ella nunca había trabajado con el pirograbado, tuvo que meterse a ver tutoriales  en Youtube, hacer prueba y error hasta que pudo aprender a manejar el pirograbado y los diferentes tipos de madera.

El arte de Monse es un arte plasmado en madera y le gusta porque siente que le da una segunda vida a la madera que muchas veces las personas piensan que ya no sirve.

Dificultades

Monse considera que su arte ha sido bien aceptado. Las redes sociales le han ayudado a vender lo que plasma en madera. En la capital son pocos los artistas que se dedican al pirograbado.

“No es fácil ser artista en Chilpancingo”, comenta Monse. Desde su perspectiva considera que las personas no valoran lo artesanal, las personas prefieren el trabajo rápido y el mayoreo.

Monse cree que hace falta más conciencia sobre el consumo local y artesanal en la capital. “Todo esto es artesanal desde las tablas que tengo  mi papá las lija y me ayuda a rescatarlas”, cometa.

El panorama para los artesanos locales es complicado, a Monse le gustaría poder llegar a más personas, que más gente conociera su trabajo, ante la poca valoración del trabajo artesanal y los regateos Monse busca que Entre Letras siga creciendo.

Metas

Monse quiere lograr muchas cosas para Entre Letras, aunque sabe que es complicado vivir del arte es algo que le apasiona ya ha tenido la oportunidad de laborar en otras áreas afines a su carrera profesional a ella le encanta crear, inspirarse y que sus obras transmitan lo que sus clientes quieren contar. Busca que Entre Letras pueda crecer y ser reconocida.

Una de sus metas es implementar más materiales reciclables para su negocio, ampliar sus productos y poder plasmar su arte en tazas y ropa.

Otra de sus metas es  tener una línea de ropa de manta en la que ella pueda dibujar y plasmar todo lo que su mente imagina.

Monse sueña con que su arte en madera y acuarela pueda ser expuesto y vender sus obras. Me veo haciendo esto toda la vida”.

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