Javier Durán Castro, mejor conocido como El Chato, es un hombre que se dedica a dar vialidad en las calles con más tráfico de la ciudad. Él tomó la iniciativa ante la falta de tránsitos en las calles.
Además vio una oportunidad para tener un ingreso extra para él y su familia, a la vez que apoya a los automovilistas de la capital.
Un silbato y su voz son las únicas herramientas que ocupa para dar vialidad a los automóviles y ceder el paso a los peatones.
Con mayor frecuencia está en la esquina del Paseo Alejandro Cervantes Delgado esquina con la calle Benito Juárez, frente al mercado que tienen el mismo nombre.
El Chato lleva ocho años de ser un tránsito sin uniforme, tiempo en el que tuvo que luchar para acceder a un apoyo institucional por su actividad.
El ex alcalde Antonio Gaspar Beltrán le ofreció en 2020 ser agente de tránsito, pero por su falta de estudios, no saber leer, reconoció, no pudo aceptar el puesto.
Desde ese entonces comenzó a recibir un apoyo económico de parte del Ayuntamiento capitalino; sólo es un compensación que completa con las cooperaciones que le dan los choferes y peatones.
En 2021, con la llegada de la morenista Norma Otilia Hernández Martínez como alcaldesa de Chilpancingo, le cancelaron al Chato el apoyo y los permisos para dar vialidad.
Insistió ante la nueva administración capitalina y le regresaron la compensación; logró ser de nuevo un tránsito sin uniforme.
En estos últimos años el Chato sufrió dos perdidas importantes, la de su esposa, el 12 de junio de 2020, a causa de un infarto y la de su hijo menor, Chucho, por suicidio, el 13 de abril del 2022.
Pero el Chato continúa con su labor y dice que seguirá, porque le gusta; agradece las muestras de cariño de la gente.
“Aquí recibimos y aceptamos de todo, monedas, agradecimientos y hasta mentadas de madre”, dice el Chato.
Iván Sánchez Carmona viste todos los jueves de forma elegante, hoy usa lentes Ray-Ban, sombrero de catrín, tirantes, camisa roja y pantalón negro.
Su elegancia tiene una razón de ser. Es jueves y en Chilpancingo además del pozole las tardes de danzón son una tradición obligada en el zócalo de la ciudad.
El jueves de danzón es una tradición que comenzó en Chilpancingo, en el 2004, hace 19 años. Iván es uno de los fundadores de los jueves de danzón y por muchos años fue el organizador.
Aprendió a bailar danzón a los 17 años, en el estado de Veracruz.
A pesar de ser originario de Chilpancingo, vivió en la Ciudad de México, Puebla y Veracruz, en este último estado aprendió a bailar danzón, una actividad que años después marcaría una de las tradiciones emblemáticas de Chilpancingo.
Iván regresó a Chilpancingo, su ciudad natal, en 2004 y a partir de ahí se dedicó y buscó crear un grupo de danzón en la ciudad.
Gestionó, organizó y finalmente consiguió los jueves de danzón.
Coordinó por 16 años esta actividad. Acordó con la Banda de Música de la Secretaría de Cultura que los jueves solo tocarían piezas de danzón, pero ahora, para atraer más público, incluyen cumbias y otros géneros musicales.
Organizó grupos de baile, enseñó a varias personas los pasos y obtuvo el apoyo del Ayuntamiento de Chilpancingo y del DIF Guerrero para, poco a poco, establecer la tradición.
Las parejas, en su mayoría adultos mayores, acudían al zócalo a bailar, de seis a ocho de la noche.
Ver a las parejas bailar se convirtió en toda una tradición en Chilpancingo.
Bailar para curar las penas
Iván invita a bailar a María, una mujer que participaba antes con su esposo en los jueves de danzón. El esposo de María fue una de las víctimas de la pandemia, falleció, al igual que otras seis personas que asistían a los jueves de danzón.
María acude como distracción a bailar. Viste elegante, con un vestido largo color naranja, el vestido tiene una manga descubierta, también usa unos tacones blancos con brillo, tacones de no más de cinco centímetros. En sus manos lleva unas pulseras, unos aretes y un collar que hacen juego con su ropa.
«Es uno de los días es los que una se arregla, se pone su mejor ropa y se pone bonita», expresa María.
Iván y María, además de las otras parejas entran a la pista y comienzan a bailar al ritmo de Nereida, uno de los danzones más populares.
El hombre toma con una mano la cintura de la mujer, con la otra, se toman ambos de la mano y con un movimiento, lento y elegante, se entregan al baile.
La banda no siempre toca danzones, también tocan alguna cumbia u otro género musical, que también las parejas disfrutan.
Danzar, danzón; de aquí, de allá
El danzón, de acuerdo con sus orígenes, es resultado de una serie de mezclas de contradanzas francesa y danza cubana.
El nombre describe el baile. El danzón es un baile largo, tiene su ritmo, es despacio, para algunos lentos, pero ahí radica su elegancia.
Es una especie de vals, pero menos formal, las parejas dan vueltas, mueven los brazos al ritmo de la música, un paso atrás, otro adelante y a los lados, al ritmo de una canción que generalmente es lenta.
«Todos los danzones son muy bonitos, no tengo ninguno en especial que sea mi favorito. Todos los disfruto», dice Iván.
Así son las tardes de danzón. Alegres y elegantes.
Ver bailar danzón
Las personas observan y les sorprende ver a las parejas bailar al ritmo de la música en vivo en el quiosco del zócalo de Chilpancingo.
El público graba y con sonrisas demuestran que esta tradición es de su agrado.
Aunque hoy ya solo bailan tres parejas, el sentimiento es el mismo.
Hubo tardes en las que llegaron a bailar hasta 15 parejas, hoy eso ya no es posible.
Durante los 19 años de los jueves de danzón, pasaron muchas cosas, una de ellas fue la pandemia y el confinamiento generado por el virus de la Covid-19 que hizo estragos entre las parejas, pues siete personas que acudían a bailar todas la tardes fallecieron por complicaciones de la Covid-19.
«Después de la pandemia se regresó a bailar y se tomaron de nuevo los espacios públicos, pero ya no fue lo mismo”, lamentó Iván.
Después de la pandemia Iván dejó la coordinación de las tardes de danzón y no hay nadie que asuma su lugar.
Contó que fueron 16 años de mucho trabajo y esfuerzo y ahora de una manera más tranquila y en paz solo quiere disfrutar el baile.
Iván acude a bailar con su esposa, María Trinidad Torres Gómez, con quien participó en muestras nacionales de danzón representando a Chilpancingo.
Este jueves su esposa no lo acompaña, fue a una cita médica a Acapulco. «La traigo a bailar como una terapia; es muy buena».
«Ahora yo vengo como público, ya no estoy como coordinador. Vengo a bailar, pero muchos años yo di clases de danzón gratis», recordó.
Muchos jóvenes y niños aprendieron a bailar danzón con él. Iván dio clases y formó grupos, pero muchos pierden el interés porque lo consideran «un baile para viejitos».
Iván sostiene que no es así. «El danzón es un baile elegante y todos lo pueden bailar, no es para ninguna edad en específico».
Aunque ahora acude como espectador, si alguien se acerca a pedirle que le enseñe a bailar danzón, con gusto lo hace.
Sin un coordinador y organizador, las tardes de danzón en Chilpancingo, agonizan.
En al atrio de la Catedral de Santa María de la Asunción, en Chilpancingo, hay una campana que para muchas personas pasa inadvertida, pero su valor histórico se remonta a más de 200 años.
La Catedral de Santa María de la Asunción, ubicada en el zócalo de Chilpancingo, es uno de los lugares más emblemáticos e históricos de la capital. Es la única iglesia de México con elementos históricos y políticos plasmados en sus paredes.
Ahí el ilustre José María Morelos y Pavón encabezó el Primer Congreso de Anáhuac y leyó los Sentimientos de la Nación, primer marco jurídico y legislativo de México.
Pero su importancia no termina ahí, la campana de la que hablamos es un elemento histórico que data de 1749. Ahora luce algo envejecida, el tiempo le dio una coloración verdosa, pero todavía pueden apreciarla desde el costado derecho del atrio de la catedral.
La fundieron en 1749 y lleva en Chilpancingo 247 años al servicio de la catedral. Es grande, pesa aproximadamente una tonelada; tiene grabado el año en que la fundieron.
Algunas personas reconocen su valor histórico y se toman fotografías con ella; para otros su valor es desconocido y pasa desapercibida.
En 2018 la declararon descontinuada por su edad y porque presentaba agrietamientos; ya no sonaba bien. Todavía funcionaba, pero presentaba un riesgo, podía desprenderse. Ahora está es desuso por el riesgo.
“Cuando comenzó a presentar dichos agrietamientos fue que decidimos cambiarla y llamamos a expertos para hacer un diagnóstico y se llegó a la conclusión que podía desprenderse la parte de abajo con que remata la campana”, contó el párroco de la Catedral, Benito Cuenca Mayo.
Aunque la campana lleva cuatro años expuesta en el atrio, existen proyectos para conservarla como una reliquia histórica para Chilpancingo.
“Hace dos años uno de los proyectos que yo tenía era hacer un basamento y sobre eso colocar la campana para conservarla y exhibirla”, dijo Cuenta Mayo.
La campana antigua fue relevada en 2018 por una campana cual de grande, pesa una tonelada, que estuvo exhibida fuera de la catedral antes de subirla.
“La campana nueva fue bendecida una navidad de 2018 por monseñor (Salvador) Rangel, que en ese momento aún era el obispo”.
El sacerdote Cuenca Mayo se ausentó cómo titular de la catedral por dos años y a su regreso pretende retomar el proyecto.
“Por su importancia histórica no podemos venderla, regalarla y mucho menos fundirla, por eso queremos ver que quede para la admiración de los chilpacingueños y todos los que vengan”.
Para el trámite de bajar la campana y colocar una nueva se solicitó el permiso al entonces obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, quien autorizó el cambio.
Para el proyecto de exhibir la antigua campana de 274 años, el sacerdote Cuenca Mayo piensa realizar actividades de fondeo que le permitan costear los gastos del basamento.
Vulcano, de 37 años, es un artista urbano de Chilpancingo, que en vez de fuego, lanza cuchillos.
Su nombre es Jorge Lucena.
Vulcano cuenta con la ayuda de su hijo Drake para su acto.
A Drake no le da miedo estar en el blanco. Confía en su padre y en la práctica que realizan juntos.
De lunes a sábado Vulcano y Drake se coloca en la calle José María Morelos y Pavón esquina con Paseo Alejandro Cervantes Delgado, a la altura del Panteón Central de Chilpancingo. Trabaja en el semáforo de 12 a seis de la tarde.
A veces Vulcano no está en Chilpancingo. Se va de gira para hacer su arte en otras ciudades importantes del país.
Antes de lanzar cuchillos, Vulcano dominó otros actos del llamado arte urbano. Comenzó como chalán de una compañía, después fue payaso, luego hizo actos de equilibrio, cama elástica y un acto de escapismo de fuego.
Tuvo una infancia triste. Su madre y padrastro lo abandonaron. Fue un niño de la calle.
Con el lanzamiento de cuchillos Vulcano lleva diez años pero ya suma 25 como artista urbano.
«Si este acto sale bien nos llevamos sus aplausos», dice antes de iniciar uno de sus actos en el Paseo
Alejandro Cervantes Delgado, mientras Drake se coloca en la tabla, no se mueve y solo espera a que Vulcano lance los cuchillos.
Los automovilistas lo observan con atención, los sorprende su precisión.
El arte urbano es una forma de empleo para muchas personas.
El cacahuate es una de las botanas más conocidas del mundo. Es originaria de América y se cultiva en México desde la época prehispánica.
En la zona Centro del estado de Guerrero, el cultivo y cosecha de cacahuate es una de las principales actividades económicas de muchas familias.
El proceso para obtener el cacahuate que consumimos es largo. La siembra comienza en julio y la cosecha en diciembre.
El cacahuate que consumimos los chilpancinguenses y que se vende en el Mercado Baltasar R Leyva Mancilla, es producido en Colotlipa, que pertenece al municipio de Quecultenango. Ahí también los habitantes producen jamaica.
El proceso en realidad comienza meses antes: en mayo y junio preparan la tierra, en julio lo siembran, en diciembre lo cosechan y empiezan a secarlo por unos ocho días para después tostarlo y, finalmente, venderlo a partir de enero.
Antonio, es originario de Colotlipa, y desde hace 16 años dedica su vida a la siembra y cosecha del cacahuate.
Viaja diario de Colotlipa a Chilpancingo, capital de Guerrero –camino en el que invierte alrededor de una hora–, para vender su producto.
Su jornada laboral es de 12 horas; llega a las seis de la mañana y se va a las seis de la tarde. Viaja con otras personas de su comunidad, la mayoría son familiares y se conocen.
Antonio vende su cacahuate en el mercado central, en la calle 21 de marzo, es una de las calles aledañas al mercado, en la que suelen ponerse productores y vendedores de diferentes municipios del estado.
“Yo hago todo el trabajo de sembrar, cosechar y salir a vender, porque si sólo lo vendo allá (en Colotlipa) lo pagan bien barato”, comenta.
La venta de cacahuate es una actividad que les permite tener ingresos todo el año.
Los productores como Antonio salen a vender el cacahuate desde enero y a partir de ahí racionan el producto para tener venta todo el año. Otros sólo l entregan a revendedores.
Él prefiere venderlo por cuenta, porque así le saca más ganancias.
Por ahora, comparte, las ventas están bajas, pero es común este comportamiento, a veces suben y otras veces se les complica venderlo.
El precio del cacahuate es de 20 pesos por un cuarto. El litro, la medida que utilizan en los mercados de Guerrero para estos productos, cuesta 60 pesos.
Si se compara con botanas industrializadas, como una bolsa de frituras de 240 gramos, el cacahuate que vende Antonio es más económico. Esa bolsa de frituras en tiendas y supermercados ronda entre los 50 a 60 pesos.
Varas personas que pasan frente a Antonio en el mercado se acerca a preguntar por el precio. Algunas se llevan un cuarto, otras un litro.
–¿Usted consume mucho el cacahuate?, –se le preguntó a una mujer que realizaba compras en el mercado.
–Sí, suelo comprarlo para comerlo como botana con mi familia. Conviene más que comprar los cacahuates japoneses, que ni han de ser japoneses, –contesta.
Al final se lleva medio kilo.
Antonio no tiene conocimiento científico sobre el cacahuate, pero sabe que tiene beneficios.
“Dicen que tiene mucha grasa buena, que sirve para que, pues, si uno no tiene grasa con eso ya puede uno estar mejor. Nosotros en Colotlipa lo consumimos mucho por eso estamos flaquitos, pero bien fuertes”, comenta entre risas.
Otra cosa que Antonio sabe es que el cacahuate es una semilla que se da con poca agua y resiste a las sequías.
La región alrededor de Colotlipa generalmente es árida y la siembra del maíz no es rentable más que para consumo propio. Es ideal para el cacahuate.
“El cacahuate es un cultivo alterno que crece en áreas con problemas de sequía o donde el fenómeno climático de la canícula se acentúa más, lo que ocasiona que la agricultura lo resienta y ocasione pérdidas en cultivos como el maíz”, se lee en un artículo sobre el cacahuate escrito por Aurelio López Luna del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
El lado científico y los números de la producción del cacahuate
De acuerdo con la bióloga Fanny Imelda Pastenes Felizola, el nombre científico del cacahuate es Arachis hypogaea. Es una semilla conocida como legumbre y no una raíz como muchas personas creen.
“Una característica única de esta planta es que una vez fecundadas/polinizadas, las flores se marchitan y generan una especie de tallo que se dirige al suelo y se entierra, que más tarde se convertirá en la vaina (cajita que contiene la semilla) y para conseguir acceder a ellos se debe extraer la planta completa del suelo”, explica.
Es la única planta que hace esto “o sea, el maní o cacahuete madura bajo tierra, pero no está adherido a las raíces, por eso es que es un tallo”.
Dentro de los beneficios del cacahuate está un alto contenido en grasas buenas como el Omega 3, fuente de proteína y ácido fólico que ayuda a prevenir enfermedades cardíacas, favorece al sistema nervioso y periférico y evita la pérdida de memoria, de acuerdo con la bióloga.
La Secretaría de Desarrollo Rural (Sader) difundió que el cacahuate es usado principalmente para la elaboración de alimentos como galletas, panes, dulces, cereales y ensaladas. En la industria lo ocupan para fabricar mantequilla, aceites, harinas, tintas, cremas humectantes y labiales.
En números, el cacahuate aporta a la economía nacional 138 millones de pesos, de acuerdo con el INIFAP.
Los estados del país donde producen cacahuate son Guanajuato, Guerrero, Chiapas, Chihuahua, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí y Sinaloa. 80 por ciento de la superficie con este cultivo es bajo condiciones de temporal.
Estadísticas del INIFAP revelan que en los últimos cinco años se cultivaron 56,780 hectáreas de cacahuate en el país.
El tiempo y la dedicación que invierten los productores en sus siembras es valioso. Es su fuente de empleo y su sustento económico.
“Me gustaría que la gente viniera a conocer y probar este cacahuate que es de calidad. Nosotros venimos de lejos con la esperanza de vender y así llevar algo de dinero a la casa”.
Productores locales como Antonio dependen de nuestro consumo.
En época de lluvias logran ingresar 500 litros de agua por segundo a la capital, de los 600 que necesitan, pero hasta 43 por ciento de esa agua se desperdicia
Texto: José Miguel Sánchez
Fotografía: José Luis de la Cruz (Portada) y Amílcar Juárez / Archivo Amapola
24 de enero del 2023
Chilpancingo
La problemática de carencia agua en las casas de Chilpancingo tiene que ver con la fuga por las tuberías obsoletas que durante 40 años sólo han recibido reparaciones mínimas, según la versión del director de la Comisión de Agua y Alcantarillado de Chilpancingo (CAPCH), Carlos Balbuena Schiaffini.
“Del 100 por ciento de agua que mandamos a la red, 42, 43 por ciento se pierde en fugas y muchas de las fugas salen a la luz, pero hay otras que no se ven y se producen los famosos socavones”, mencionó en entrevista en las oficinas centrales de CAPACH.
Entonces, los datos que proporcionó Balbuena Schiaffini indican que en época de lluvias logran ingresar 500 litros de agua por segundo a la capital, de los cuales la mitad se pierden en fugas de la red de tuberías que abastece de agua a la capital.
“La necesidad de Chilpancingo puede rondar los 600 litros por segundo y puede no ser mucha la diferencia pero con la pérdida de agua que tenemos, del 40 por ciento, obviamente hace que prácticamente se pierda la mitad”.
La red principal que existe desde hace 40 años y nunca recibió una remodelación, además del crecimiento urbano de Chilpancingo sin planeación.
En la imagen, dos jóvenes sacar agua de un pozo artesanal ubicada en el Barrio de San Mateo. Foto: José Luis de la Cruz (Archivo)
“Se le hacen parches (a la red) pero no existe un cambio de mínimo 10 kilómetros de tubería en muchos años y como son obras que son enterradas es complicado”.
La solución sería cambiar toda la red de agua de Chilpancingo y aunque Balbuena Schiaffini reconoce que hay esfuerzos por parte de la administración municipal, no es suficiente.
“Obviamente el presupuesto no alcanza para cambiar toda la red de Chilpancingo”.
Para cambiar la red de agua, de acuerdo con estimados de la CAPACH, necesitan alrededor del 1,000 millones de pesos.
El presupuesto aprobado por el Congreso local para el 2023 para la administración municipal es de 1,027 millones de pesos.
Datos de Conagua mencionan que Guerrero no tiene problemas de agua, pero en Chilpancingo, la capital, los habitantes sufren de desabasto todos los días.
Entre los demás factores que abonan a que el agua no llegue a casa de los usuarios están una deuda de 200 millones que tienen CAPACH a trabajadores y otros servicios, como el de luz eléctrica. De ese monto, 50 millones adeudan sólo a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), por esta razón los cortes de luz eléctrica para el bombeo de agua.
El resto, 130 millones son adeudos con trabajadores, por concepto de salarios y pagos.
CAPACH como organismo paramunicipal debería ser autosuficiente, pero no genera los recursos suficientes para serlo.
“El problema con eso son los usuarios morosos; de 43,000 tomas que hay en la ciudad la mitad no paga y el problema se hace más grande, si no paga no tenemos recursos para operar y si no operamos no podemos suministrar el agua”, agregó Balbuena Schiaffini.
Aun con este panorama, el mantenimiento de las tuberías es una responsabilidad institucional, es decir, que recae en la responsabilidad del organismo y, en un plano más amplio, del gobierno municipal.
Ante la falta de agua en Chilpancingo la ciudadanía opta por almacenar agua en tinacos y cisternas. Foto: Amílcar Juárez (Archivo)
A inicios de diciembre comenzaron a demoler edificios históricos en el centro de la ciudad, espacios significativos para muchas personas, aun cuando para los más jóvenes pasen inadvertidos.
El Hotel Muñiz, fue el primer hotel de Chilpancingo, y a principios de diciembre lo demolieron; el edificio del Cine Colonial, que se mantenía en pie desde 1950, es demolido desde principios de este mes.
Los que aún persisten está desdibujados y descuidado también desde las instituciones, aun cuando son de particulares. Un ejemplo, el tradicional hotel Cardeña, que dejó de funcionar desde hace tiempo.
Estos edificios, los demolidos y los olvidados, por mucho tiempo formaron parte de una identidad y un sentido de pertenencia colectivo. Son importantes porque forman parte del centro de la ciudad, y aquí hay una explicación del abandono institucional.
El arquitecto Victor Antonio Luviano Gutiérrez expone que en la capital ni siquiera existe el interés de las autoridades por conservar el centro histórico de Chilpancingo.
“En centros históricos declarados se tienen que seguir ciertos lineamientos y conservar su estilo arquitectónico. Chilpancingo es considerado centro histórico y parece que a nadie le importa la conservación”, mencionó.
Es inexistente un reglamento municipal que cuide las formas de estos espacios.
“El centro de Chilpancingo es de un estilo arquitectónico neoclásico y por sentido común las edificaciones a su alrededor tendrían que seguir ese estilo, pero no es así”, comentó en entrevista.
Edificios como el Cine Colonial, el Museo Regional de Guerrero, el Palacio de la Cultural y la Catedral Santa María de la Asunción tienen ese estilo que data de mediados del siglo XIX y principios del XX. Pero el único edificio declarado como histórico es el Museo Regional.
El asunto es que es imperceptible, dijo, la intención de las autoridades municipales de crear un reglamento de imagen urbana que los conserve.
“Existía una leyenda que la iglesia de la Asunción era como el ojo de Dios, porque desde sus torres se podía observar todo Chilpancingo y no había otro edificio más alto”.
“Pero, ¿qué pasó? Ahí está el edificio de Pioquinto (Damián Huato, empresario y político local) en el pleno centro que daña toda la imagen”.
Con la pérdida de los edificios históricos también se pierde la identidad. Adultos y adultos mayores miran con tristeza la demolición del Cine Colonial y el Hotel Muñiz, porque esos edificios fueron parte de su vida, explicó Luviano Gutiérrez.
A la mayoría de los jóvenes esos edificios les son indiferentes, no les representa nada.
Andrés tiene 21 años y no recuerda mucho del Hotel Muñiz. “Desde que yo recuerdo estaba así de viejo, ya no me tocó verlo como antes”, comentó.
Andrés no tiene un sentido de pertenencia hacia este edificio, para él la demolición del hotel es una de las tantas que suceden en la capital.
“Por eso muchos jóvenes dicen que Chilpancingo está feo, que no les gusta, porque ya nada los ata a la ciudad, no existen espacios o lugares, visualmente hablando, que sean atractivos o generen algún sentido”, agregó Luviano Gutiérrez.
Personas más grandes tienen recuerdos agradables de ese edificio.
Eloisa Barrera, recuerda que era un hotel en el que se atendía a los clientes con amabilidad y hospitalidad. “Grandes y hermosos recuerdos de este gran hotel familiar. Siento mucha nostalgia pero el tiempo evoluciona y todo cambia. Como el Hotel Cardeña en la Avenida Madero”, comentó Eloisa.
En el caso del hotel Cardeña, que después fue tortería (hasta hace poco lo era), su fachada continúa con estilo neoclásico; es grande y de piedra, pero hoy está tapizada con anuncios luminosos.
Con la demolición de estos edificios históricos algunas personas creen que terminaron con espacios emblemáticos de Chilpancingo, porque eliminaron una vasija de su propia historia.
Crear una memoria histórica a través de estos edificios es importante más allá de la arquitectura, para la humanidad misma.
“Te genera una identidad porque te sientes parte de algo. Hasta cierto punto es la función de la arquitectura, que la gente se sienta parte de, sintiéndose parte, empiezan a cuidar y a visitar estos edificios”, siguió Luviano Gutiérrez.
Al no respetar los edificios históricos trae como consecuencia la pérdida de identidad.
La propuesta de Luviano Gutiérrez es que el centro tenga una imagen acordé a su arquitectura histórica. “Se puede y es algo que podemos resolver como arquitectos, conservar los estilos tradicionales y la imagen con materiales nuevos”.
En Guerrero aún existen vestigios que nos cuentan la historia de México, edificaciones que existen desde la independencia y que muchos se niegan a que desaparezcan.
Uno de los casos es una pequeña casa ubicada en la cabecera municipal de Alcozauca, en la Montaña de Guerrero, que fue el centro de operaciones de Vicente Guerrero en 1817.
El inmueble está en venta desde hace un año y no hay institución que pretenda conservarlo.
La casa está a pocos metros de la iglesia de Alcozauca, es de adobe, con una puerta de lado derecho y una pequeña ventana en el costado.
Si no fuera por una placa que hay en la fachada donde se lee que ahí fue “donde se hospedó el general Vicente Guerrero de paso a Xonacatlán”, pasaría inadvertida y sería otra casa con el mismo estilo arquitectónico. Su valor radica en su historia.
Arriba de la placa también hay un lona amarilla donde se lee: “Se vende”.
En la actualidad la propiedad es de un particular que pretende vender el inmueble.
Vicente Guerrero acudía a esa pequeña casa a planear su estrategia de guerra en la última etapa de la Independencia.
En esa casa fue sitiado por tropas españolas en 1817 y en una batalla por defender la región asesinaron al hombre en el que descaragaba la mayor de su confianza, Juan del Carmen.
En lo que actualmente se conoce como La Montaña de Guerrero y anteriormente la Sierra de Tlapa, los colonizadores impusieron un orden administrativo, político, militar y religioso para sojuzgar a los pueblos originarios.
«Por toda la carga de trabajo y explotación, los pueblos originarios de La Montaña se incorporaron a la lucha insurgente por la Independencia en 1810, respaldando al cura José María Morelos y a Vicente Guerrero, quienes utilizaron la región como zona de operaciones y de resguardo. Vicente Guerrero instaló su cuartel general en Atlamajalcingo del Monte y en Alcozauca, donde recibió ayuda militar, comida y pertrechos por parte de la población», se lee en apartado histórico de la página del Ayuntamiento de Alcozauca.
Aun cuando el Ayuntamiento lo presuma con cierto orgullo, no hay autoridad que pretenda restaurar o poner atención a la casa en venta.
En la imagen, la casa donde se hospedaba Vicente Guerrero en sus visitas a la Montaña de Guerrero durante el movimiento de Independencia, ubicada en Alcozauca. Foto: Cortesía Masedonio Mendoza Basurto.
Cuenta la historia oral de Alcozauca que los pueblos originarios fueron un bastión importante para mantener viva la independencia, «suministrando carne seca, sal, agua, pinole, totopos, quelites, tortillas y alimentos para las tropas insurgentes».
«También aportaban información, recursos económicos, pertrechos, armas, leña, caballos y otros recursos para sostener la lucha revolucionaria», se lee en un artículo histórico sobre Alcozauca, escrito por Jaime García Leyva, poeta y cronista Ñu Savi.
La importancia de Vicente Guerrero en Alcozauca fue tal que el 18 de febrero de 1869 el gobernador del estado, Francisco O. Arce, publicó el decreto que nombra a Alcozauca como de Guerrero.
El decreto concedió, además, una feria anual que debía iniciar cinco días antes del primer viernes de cuaresma.
Actualmente la feria tampoco se realiza.
El decreto pretendía conmemorar la lucha en contra del dominio español que Vicente Guerrero desarrolló en la Montaña y Costa Chica entre 1814 y 1817.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), existen varios testimonios sobre la estadía de Vicente Guerrero en la Montaña y de los diversos enfrentamientos armados que tuvo con las tropas del gobierno virreinal y de los cerros que fortificó.
Uno de esos relatos fue que en 1816 el comandante realista Gabriel Armijo informaba que “gavillas de rebeldes que se han establecido son las de Vicente Guerrero situado y fortificado en Xonacatlán, su fuerza constante es de 800 hombres, de ellos 500 con armas de fuego y el resto de machetera», establece un documento propiedad del INAH y publicado en su página oficial.
Sobre el mismo tema, la historiadora del INAH Guerrero, María Teresa Pavia Miller cuenta que Xonacatlán fue el cuartel general la mayor parte del tiempo que Vicente Guerrero acudía a la Montaña.
Pavia Miller también establece la hipótesis en la que es probable que el insurgente tixtleco se ubicará por Xonacatlán cuando ocurrió el famoso encuentro con su padre, quien lo buscó con la encomienda del gobierno realista de convencerlo para que se indultara.
Con más de 200 años de historia, el miércoles 18, el diputado de Morena, Masedonio Mendoza Basurto, presentó un punto de acuerdo para exhortar a la titular de la Secretaría de Cultura del estado, Aída Melina Martínez Rebolledo, para que haga las gestiones necesarias para el rescate del inmueble donde se hospedaba Vicente Guerrero.
En la imagen, el diputado de Morena, Masedonio Mendoza Basurto, durante su intervención sobre la casa de Vicente Guerrero en la sesión del 18 de enero. Foto: Congreso del estado
Mendoza Basurto pretende que la Secretaría de Cultura rescate dicho espacio histórico para se convierta en un centro cultural o museo que rinda homenaje a Vicente Guerrero.
Durante su intervención en tribuna, Mendoza Basurto resaltó en su propuesta, la importancia histórica de Alcozauca al ser «escenario de batallas militares durante varios años, hasta 1821, cuando se establece una tregua entre Guerrero e Iturbide para pacificar el país y lograr la Independencia».
«Por todo lo anterior es de suma importancia recuperar el bien inmueble donde se alojara el general Vicente Guerrero durante sus incursiones por la Montaña, y con ello coadyuvar a la conservación del legado histórico y memoria de un guerrerense ilustre y valeroso que hizo importantes aportaciones al país», mencionó Mendoza Basurto.
La propuesta fue turnada a la Comisión de Cultura para su correspondiente análisis y dictaminación.
Este es un texto patrocinado por el Congreso del Estado de Guerrero
Desde hace varios años Chilpancingo superó la cantidad de habitantes a los que puede suministrar el agua, los cuatros puntos de captación actuales son insuficientes para atener a las 700 colonias y más de 200,000 habitantes que diario necesitan el abasto.
El abastecimiento eficiente de agua es un problema que ninguna administración municipal y de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Chilpancingo (CAPACH) ha resuelto. Muchas familias viven cada día con la incertidumbre de si les llegará a sus casas.
Pedro Nava, vecino de la calle 5 de mayo, en el centro de Chilpancingo, contó que desde hace un mes no le llega agua, «cuando antes, hace unos 10 años, cada tres días nos llegaba».
Casos como el de los vecinos de la calle 5 de mayo, es recurrente en la capital, pero también en zonas más alejadas, donde el desabasto de agua tarda de dos a tres meses
A la ciudad ingresan 250 litros por segundo en tiempo de estiaje y en lluvias asciende a sólo 300 o 400 litros, pero necesitan 650 litros por segundo para abastecer a Chilpancingo de una manera eficiente, de acuerdo con datos de CAPACH.
¿De dónde se abastece de agua a Chilpancingo?
De acuerdo con datos de la CAPACH, son tres las principales fuentes de abastecimiento de agua para las familias de esta capital: Omiltemi, Acahuizotla y Mochitlán.
Omiltemi surte a las colonias del norte, noreste y poniente de la ciudad, mientras que Acahuizotla y Mochitlán a la zona sur y sureste.
En menor medida, el sistema de Peña Rajada surte a algunas colonias del poniente de la ciudad.
Cada una de estas fuentes de abastecimiento generan de manera individual entre 70 y 80 litros por segundos, lo cual es insuficiente para una ciudad de 225,493 habitantes.
El director de atención integral de CAPACH, Arturo Martínez Carranza, aclaró que los tiempos para que Capach otorgue el servicio de agua a determinada colonia dependen de la cantidad o temporada de captación de agua en cualquiera de los tres principales sistemas.
“CAPACH tarda mucho en surtir agua en las colonias porque no tenemos de donde sacar más, debido a que los tres sistemas principales en época de estiaje no captan lo suficiente”, explicó Martínez Carranza en entrevista.
Otro problema para garantizar el abastecimiento es que los tres puntos de producción de agua son los mismos que los de hace 60 años, además de que con los años las colonias y habitantes en Chilpancingo aumentaron.
Hasta en la década de los ochentas eran 60 colonias y cuatro barrios, ahora son más de 700, señala un informe de la Dirección de Barrios y Colonias del Ayuntamiento de Chilpancingo.
Para CAPACH, dijo Martínez Carranza, son dos los principales problemas que enfrentan como institución, lo que impide garantizar a la población el suministro de agua.
El primero es la poca captación de agua en los sistemas, y el segundo es un déficit financiero, según ellos, generado por los usuarios morosos.
De las 42,000 tomas de los usuarios que tienen registradas, sólo 12,000 tienen sus pagos al corriente.
Aumentan protestas por abasto
Desde el inicio de este año, familias de colonias y barrios de Chilpancingo salieron a las calles a protestar por el desabasto de agua.
Han realizado bloqueos en las calles del centro de la ciudad y en los perímetros de los barrios de San Mateo y San Antonio.
En el barrio de San Antonio, el pasado 17 de diciembre hubo una pelea entre los vecinos que bloquearon la calle Abasolo y un automovilista que a golpes intentó cruzar por la protesta.
Es precisamente en los cuatro primeros meses del año cuando se registran estas movilizaciones por ser la época de mayor estiaje.
La administración municipal de la morenista Norma Otilia Hernández Martínez intentó tener una calendarización por día de las colonias que serían abastecidas de agua.
Como una medida de contención para los bloqueos y para informar a los colonos el día de abastecimiento.
Dicha calendarización no funcionó y a los pocos meses dejaron de publicarlo en las redes sociales del ayuntamiento y de la CAPACH.
Los habitantes de la comunidad de Acahuizotla también mantienen tomadas las instalaciones de la planta de suministro de agua del sistema de bombeo.
La toma de esta planta afecta el suministro de agua a un sector de habitantes de Chilpancingo desde el pasado viernes.
Esta acción de los habitantes de Acahuizotla es porque la alcaldesa de Chilpancingo no les cumplió con la realización de obras sociales en su comunidad.
Una de las demandas incumplidas es la segunda fase del sistema de agua en beneficio de esta comunidad.
Denunciaron que en el 2021 realizaron la primera fase de esta obra, pero los trabajos fueron hechos de mala calidad.
Hernández Martínez les propuso que dialogaran con el secretario de Obras municipal, Carlos Leyva Vázquez, pero se negaron porque consideran que el funcionario no tiene la capacidad para darles una solución.
Los habitantes de Acahuizotla también le reclaman a la alcaldesa de Chilpancingo la realización de otras obras, como la pavimentación de calles.
Recordaron que desde que la alcaldesa inició su gobierno se comprometió a llevar a cabo estas obras.
Los pobladores de esta localidad, ubicada a 30 minutos de esta capital, cumplieron tres días con la toma de la planta.
En la imagen, vecinos de la calle 5 mayo bloquean el cruce con Doctor Liceaga para exigir al Ayuntamiento de Chilpancingo el suministro de agua el pasado mes de abril de 2021. Foto: José Luis de la Cruz (Archivo)
Antes de que los cines formaran parte de grandes cadenas comerciales, eran negocios locales de las ciudades. En la década de 1950, en Chilpancingo, tres cines, propiedad de empresarios locales, eran los únicos lugares de entretenimiento en la capital.
En la ciudad estaban el Cine Colonial, el Cine Guerrero y el Cine México. En la década de los 90 el Cine Guerrero fue demolido y en su lugar construyeron lo que todavía es Plaza Guerrero, un edificio comercial sobre la avenida Benito Juárez que en ese entonces era lo más parecido a una tienda departamental, también de las únicas de su tipo en Chilpancingo en esos tiempos.
El inmueble que albergó al Cine Colonial y que aun siguen de pie algunos vestigios en el centro de la ciudad sobre avenida Miguel Alemán, porque desde el comienzo de este 2023 el inmueble es demolido.
El lugar llevaba muchos años sin funcionar como cine, pero siempre fue un referente para la población. En las últimas décadas, una parte, la techada, funcionó como un lugar de locales donde vendían desde chamarras hasta juguetes, y la otra como estacionamiento.
A principios de la década de 1950, el empresario Nicolás Saad Naime construyó un edificio que, además de salas de cine, contaba con espacios comerciales y departamentales, los primeros de Chilpancingo. Era una estructural colonial, con grandes balcones.
A la muerte de Saad Naime, el negocio del cine fue heredado a su hijo Nicolás Naime Nemer.
De acuerdo con el escritor Édgar Pavía Miller, el Cine Colonial siempre fue un referente para la población capitalina.
“Cuando yo lo conocí (el Cine Colonial) ya tenía algunos años de uso, incluso debido al histórico problema del agua sus baños siempre estaban sucios”, recuerda Pavía Miller. Continúa: “hasta la fecha, cuando algo huele mal mi esposa dice, huele a los baños del cine colonial”.
También recuerda que fue un gran centro de reunión para los habitantes de Chilpancingo, “aun con las ratas que de vez en cuando salían a pasear por el frente”, agrega.
Tanto Pavía Miller y Juan Sánchez Andraka, ambos escritores sobre la vida cotidiana de Chilpancingo, coinciden en sus publicaciones que dan cuenta de este cine, que ahí hubo proyecciones de películas nacionales e internacionales de lunes a viernes.
Los domingos había una matiné para niños y por la tarde el estreno de la semana que permanencia en cartelera hasta el martes.
“Acudían personas de todas las clases sociales en un orden increíble. En su interior se aplaudía, se reía, se animaba a los actores como si estuviera ahí”, cuenta Pavía Miller durante una consulta.
Muchas personas, sobre todo jóvenes, desconocen que algún día existió el Cine Colonial.
La demolición del edificio, que comenzó desde el pasado 1 de enero, pasa inadvertida ante los transeúntes. Desconocen que en cada muro demolido se perderán 70 años de la historia de la ciudad y un recinto importante de su memoria.
El periódico cultural Así Somos cuenta que a la par del Cine Colonial funcionó el Cine Guerrero, los cuales fueron la manera de entretener a la población capitalina que no superaba los 60,000 habitantes.
“De un lado de la puerta principal estaban los cartelones de la función del día y del otro lado se ponían las que vendían los tacos de pellejos y enchiladas, semillas, garbanzos (…)”, relata Pavía Miller.
Durante la época de los cincuentas y sesentas también funcionó el Cine México, ubicado en la avenida Vicente Guerrero, pero desapareció.
En el Cine Colonial había una fuente de sodas donde el servicio no era constante, “salvo la coca (cola) que era vendida incluso durante la función por unos chamacos que se paseaban por los pasillos con las cubetas con refrescos”, comparte Pavía Miller.
Lo que la gente consumía, dice, eran unas tortas de huevo y chorizo que vendían fuera del edificio.
Lo que contó Pavía Miller es parte de lo que fue, porque desde hace años ya no es ni será.
“Se va a demoler todo”, menciona uno trabajador encargado de esos trabajos.
El perímetro de lo que fu el cine está tapado con lonas negras y sólo se escuchan los golpes con las que destruyen sus paredes y toda su historia.
Los juguetes tradicionales son de madera, hechos a mano y tienen un precio más accesible que los juguetes de plástico comerciales, son una alternativa económica, amigable con el medio ambiente y refuerzan la identidad y sentido de pertenencia de las niñas y los mexicanos
Texto: Itzel Urieta
Fotografía: Óscar Guerrero
5 de enero del 2023
Chilpancingo
En la víspera de Día de Reyes las calles y comercios de Chilpancingo lucen muñecas tipo Barbie, carritos de control remoto, pistolas y carros de plástico y bicicletas, entre la monotonía de la vista de estos juguetes, hay un puesto diferente.
Se trata de un lugar de juguetes de madera, de colores fuertes y diversos, muchos de ellos personalizados, que contrastan con los juguetes de plástico que en la etiqueta dice “Hecho en China”.
Este es un pequeño puesto ubicado en el Mercado Baltasar R. Leyva Mancilla, en Chilpancingo; es el único que oferta juguetes de madera tradicionales y hecho con manos de artesanos mexicanos.
Los colores de los trompos, yoyos, baleros, casas de muñecas y carros de madera lo hacen lucir y resaltar entre los demás.
Es 5 de enero, de acuerdo con la tradición esta noche llegan los Reyes Magos de oriente a dejar juguetes a las niñas y niños que se portaron bien durante el año y que enviaron su carta a Melchor, Gaspar y Baltazar.
Jesús Fernando atiende el puesto en el Mercado Central de juguetes tradicionales. Es un trabajador de ese puesto y comenta que «hoy es el día bueno», día en el que tienen más ventas.
Los juguetes tradicionales son de madera, hechos a mano y tienen un precio más accesible que los juguetes de plástico comerciales, son una alternativa económica, amigable con el medio ambiente y que refuerzan la identidad y sentido de pertenencia de las niñas y los mexicanos.
Una casa de muñecas de plástico, de marca de juguetes transnacionales, ronda los 2,000 y 3,000 pesos, depende del tamaño.
En cambio, una casa de muñecas de madera artesanal va de los 300 a los 700 pesos.
«Hay niños a los que sí les gustan los juguetes de madera y también hay mamás y papás que vienen a comprar», comenta Jesús Fernando.
De acuerdo con Jesús Fernando, los juguetes tradicionales que más se venden son las cocinas de madera, los carros, las mesas, las camas de madera y las casitas de madera.
El puesto que Jesús Fernando atiende en el mercado es provisional, solo estará unos días por el Día de Reyes, pero los dueños tienen un local fijo ubicado en el centro de la ciudad.
El estacionamiento del Mercado Central de Chilpancingo se abarrota de juguetes los días 5, 6 y 7 de enero. Todos los comercios ofertan juguetes de plásticos, hechos en China o Bangladesh, de acuerdo con lo que se lee en las etiquetas. Son juguetes hechos con materiales que no se degradan y que causan un impacto severo al medio ambiente, además de que viajan cientos o miles de kilómetros y eso causa otra impacto severo al medio ambiente por el gasto de combustible.
El puesto que atiende Jesús Fernando es el único que ofrece a los padres y Reyes Magos juguetes de madera tradicionales.
Para los niños hay carros de madera tropicalizados, es decir, adaptados al contexto mexicano.
Pipas de Petróleos Mexicanos (Pemex), carros, helicópteros y tanques con calcomanías de la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano, además de corrales de toros con calcomanías de Los Destructores.
Alfredo Calvario Chavelas, otro comerciante, atiende el local de juguetes tradicionales y artesanías, Artesanías Regionales. Este local lleva más de 15 años con la venta de juguetes tradicionales.
Los juguetes los traen de Michoacán, Alfredo comenta que, en Guerrero casi no se realizan este tipo de juguetes.
En el tiempo que lleva como vendedor de juguetes tradicionales, ve que ha disminuido la venta por la entrada de los juguetes de plástico.
Los juguetes tradicionales evolucionan, antes eran solo carritos o baleros, ahora ya hay casitas, tocadores y cocinitas.
«Pienso yo que es una forma de innovar, para que las artesanías no se queden estancadas. Las casitas antes solo se veían en plástico y ahora se ven en madera», comenta Alfredo.
La temporada de diciembre y Día de Reyes es la más fuerte para la venta de juguetes tradicionales.
Jesús Alfredo comenta que las ventas están regulares, y espera que con la llegada de los Reyes Magos, esta noche, las ventas aumenten.
El senador Félix Salgado encargó un gabán y nunca lo fue a recoger
Texto: Yasmín García Chino / Especial
Fotografía: Oscar Guerrero
Chilpancingo
Pascual Garduño González, de 89 años, continúa con su labor artesanal de gabanes de lana en su telar, hecho de madera de ocote, junto a sus pedales y engranaje.
Tenía ocho años cuando aprendió el oficio. Anhela enseñarlo a otras personas para que este arte de confeccionar gabanes no muera.
En su taller, que abrió desde el año 1961, se confeccionan gabanes, cobijas, cotorinas, bufandas y morrales en colores oscuros, blancos y brillantes.
El hilo de lana que Pascual usa y también elabora, se obtiene a base de fuerza física por el lavado y cardado.
Pascual afirma que tarda alrededor de cuatro días en confeccionar un gaban y ha tenido pedidos de diferentes estados de la República y su arte ha llegado a Estados Unidos personalizados con nombres en inglés.
Señala que su telar se puede distinguir porque gracias a la técnica del apretado del hilo, los gabanes y cobijas se hacen resistentes ante el frío e incluso el agua.
Uno de los pedidos especiales que Pascual recibió fue del senador de la República, Félix Salgado Macedonio, quien le pidió confeccionar un gabán cuando fue candidato de Morena a gobernador de Guerrero y su candidatura fue cancelada por el INE por no haber comprobado sus gastos de precampaña.
Don Pascual cuenta que le hizo el gabán a Salgado en el que iba escrita la leyenda El toro sin cerca.
El senador morenista, papá de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, nunca fue a recoger la prenda que tenía un costo de cinco mil pesos.
Pascual puso a la venta este gabán a un menor precio siquiera para recuperar lo que invirtió.
Pascual cumplirá 90 años el próximo 17 de mayo del 2023 y se siente bien de salud, aunque reconoce que algunos bordados, como la greca azteca, ya no recuerda el tejido, con precisión.
Pascual está preocupado porque se puede perder con él este oficio. Está dispuesto a enseñar y regalar un telar para que continúe el legado.
Va a Toluca a comprar la lana de borrego, la que ha escaseado en México por la exportación a Japón, donde elaboran cobijas, además en el país también se carece de lana por la falta de borregos.
Pascual es originario de la comunidad de La Ciénega, municipio de Heliodoro Castillo en la Sierra de Guerrero, radicado en Chilpancingo, en la colonia Vicente Guerrero, donde es apreciado por sus vecinos.
Las personas que lo conocen lo califican como un hombre trabajador y de noble corazón.