En Chilpancingo tiene cuatro obras a las que, de acuerdo con el cronista Héctor Contreras, no les dan mantenimiento ni el reconocimiento que merecen por ser patrimonio de la ciudad
Texto: Itzel Urieta
Fotografía: Oscar Guerrero
Chilpancingo
Chilpancingo tiene cuatro obras del escultor internacional Víctor Manuel Contreras, las cuales están en el olvido y en el abandono por parte de las autoridades, denunció el periodista, escritor y cronista de la ciudad, Héctor Contreras Organista.
Víctor Manuel Contreras falleció apenas el 25 de mayo pasado, y ninguna autoridad ni municipal ni estatal dedicó una esquela en reconocimiento de su aportación artística a Chilpancingo y Guerrero.
“Es lamentable que nadie haya hecho algo, una esquela o reconocimiento a Víctor Manuel por su gran labor y las obras que son patrimonio de todo Chilpancingo”.
El artista tiene obras en 74 ciudades alrededor del mundo, entre las que destacan París, Bruselas, Denver, San Antonio, Nueva York, Cuernavaca, Guadalajara, Acapulco y Chilpancingo.
En Chilpancingo, Víctor Manuel Contreras tiene cuatro obras a las que, de acuerdo con Contreras Organista, no les da mantenimiento ni el reconocimiento que merecen.
Las esculturas de Víctor Manuel Contreras tienen un espacio en gran parte del centro de Chilpancingo. El himno al trabajo y El hombre hacía el futuro forman parte de la Plaza Cívica Primer Congreso de Anáhuac. Están en la fachada principal del edificio que hoy es el Ayuntamiento de Chilpancingo, antes Palacio de Gobierno.
Las otras dos se ubican en la Alameda Granados Maldonado: el Monumento a la Madre y el Monumento a Los niños héroes.
Estás esculturas fueron creadas en 1972, por encargo del entonces gobernador interino Israel Nogueda Otero, para conmemorar la erección del estado de Guerrero.
La encomienda fue crear un grupo de esculturas para embellecer la capital de Guerrero.
En entrevista, para Amapola, periodismo transgresor, Contreras Organista contó parte de la vida de Víctor Manuel, sus obras y su estancia en Chilpancingo.
“Víctor Manuel era el escultor más importante del mundo, un hombre muy inteligente y sencillo, iba al café, platicaba con todos nosotros”, cuenta.
De acuerdo con la Enciclopedia Guerrerense, Víctor Manuel Contreras nació en Atoyac, Jalisco, el 6 de agosto de 1941, sus primeros pasos dentro del arte fueron en la Academia de San Carlos de la Ciudad de México.
A los 15 años viajó a Nueva York e ingresó al Instituto de Arte Moderno, donde se especializó en escultura y pintura.
Tomó cursos de psicología, filosofía e historia del arte en la Universidad Bucconni, Italia y otros más de dibujo, pintura, escultura y modelado en la Academia de Arte de Brera, en Milán.
En 1961 ingresó a la Escuela Superior de Bellas Artes de París. Asistió a la Sorbona, donde hizo cursos de Filosofía del Arte, Historia y Civilización Francesa.
Regresó a México en 1965 e ingresó a trabajar a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) y a la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro), donde impartió la materia de Historia del Arte en la Facultad de Humanidades.
A través de estas dos universidades organizó siete festivales culturales internacionales que fueron presentados en Cuernavaca, Chilpancingo, Taxco y Acapulco. En la Uagro estableció el Museo de Pintura Contemporánea.
De sus obras en Chilpancingo, Contreras Organista contó que “en la época de René Juárez Cisneros hubo un temblor muy fuerte que cuarteó el palacio y se ordenó que se retiraran las esculturas para reparar los daños del edificio”.
En el caso del Hombre hacía el futuro, la escultura original tenía elementos ornamentales, como planetas, cometas y estrellas, que le retiraron para aminorar su peso y colocarla de nuevo en Palacio de Gobierno.
La obra Himno al trabajo la colocaron en la parte norte de la Plaza Cívica, lugar donde estuvo algunos años; en 2010 fue colocada frente al Ayuntamiento de Chilpancingo.
El Monumento a los Niños Héroes y el Monumento a la Madre permanecen en la alameda.
En 1972, el Monumento a la madre se colocó en una explanada construida para ella, pero en 1990, después de una remodelación, en ese espacio levantaron el Teatro hundido, y la escultura la movieron a una jardinera contigua, donde permanece.
Para Contreras Organista las esculturas están en el abandono y descuido institucional.
“El Monumento a la Madre está puesto sobre la tierra, eso la daña, no se le tiene el cuidado que merecen”, mencionó.
En el caso de las esculturas que están en la Plaza Cívica, las heces de las palomas las corroe y las desgasta.
Durante el conversatorio Valentía para tu voz realizado esta mañana en el Congreso local, ponentes de las poblaciones LGBTI+ coincidieron que aún enfrentan malos tratos y discriminación en las instituciones de gobierno por su orientación sexual.
Esta es la primera de una serie de actividades que realizará el Congreso local para celebrar el Mes del Orgullo, una iniciativa de las poblaciones LGBTI+ para hacer visible el adeudo que existe en el reconocimiento de sus derechos.
Durante el conversatorio, Jorge Medina Rangel, diseñador y empresario de Acapulco, contó que es en las oficinas de gobierno donde más enfrentan discriminación y malos tratos.
“Nos ponen caras o nos dicen esto no se puede para ustedes, como si no fuéramos humanos, como si fuéramos extraterrestres o algo así”, contó.
Lucero Castro Martínez, quien es productora teatral, coincidió con Medina Rangel al decir que son los espacios de gobierno donde enfrentan mayor discriminación.
“Parece que esos son los espacios más violentos, nosotros sí desde aquí pedimos a los legisladores que atiendan el caso y de alguna manera existan sanciones o métodos para evitar ese tipo de situaciones”, mencionó Castro Martínez.
Las diputadas presentes en el conversatorio fueron las perredistas Jennifer Ponce Mendoza y Patricia Doroteo Calderon, quienes se comprometieron a apoyar la petición
También estuvo presente Elva Viviana Olazo Delgado, quien es la titular de la Unidad de Transparencia del Ayuntamiento de Taxco, y denunció que en su municipio, ubicado en la zona Norte de Guerrero, aún es un tabú hablar sobre diversidad sexual.
“Aunque existe una Dirección de la Diversidad Sexual parece que sólo está porque tiene que existir, pero no para ayudar, porque realmente Taxco es un pueblo muy conservador que no acepta otro tipo de ideas”, dijo Olazo Delgado.
Con este conversatorio se inauguró el Bazar a todo color, un espacio de venta para emprendedores de las poblaciones LGBTI+, organizado por el Congreso local y la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Guerrero (CDHEG).
El bazar permanecerá en el área de la velaría de recinto legislativo hasta el próximo viernes; estará abierto para todo público.
El conversatorio Valentía para tu voz se realizó en el Congreso de Guerrero la mañana de este 31 de mayo del 2023. Foto: Óscar Guerrero.
Después de la absolución de José Luis Abarca Velázquez del caso de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, Cristina Bautista Salvador, madre de Benjamín Ascencio Bautista, uno de los jóvenes desaparecidos, aseguró que el ex alcalde sí es culpable y reprobó la determinación del juez.
Ascencio Bautista señaló a la ex Procuraduría General de la República (PGR) y a su ex titular, Jesús Murillo Karam, de construir un expediente poco sólido, situación que generó que Abarca Velázquez fuera absuelto por los hechos ocurridos la noche y madrugada del 26 y 27 de septiembre del 2014 en la ciudad de Iguala.
La falta de un buen expediente, expuso, también generó que otros tantos implicados obtuvieron su libertad.
“Decimos como madres y padres ¿cómo no va a ser responsable? Claro que es responsable de la desaparición forzada de nuestros hijos, porque en ese momento estaba como presidente (municipal), así como ya hemos dicho como madres y padres todas las instituciones tenían conocimiento de que estaban atacando a nuestros hijos, desde el presidente de la República de ese tiempo, pasando por el ex gobernado Ángel Aguirre y José Luis Abarca, todos son responsables”, dijo Ascencio Bautista en entrevista al termino del aniversario número 41 de Radio Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro), realizado en rectoría.
Con esta absolución emitida por el Tribunal Colegiado de Apelación del Décimo Noveno Circuito, con sede en Tamaulipas, Abarca Velázquez fue considerado inocente en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa,
Tal como la documentó el día de ayer Amapola, periodismo transgresor, el Tribunal absolvió al ex alcalde de Iguala después de considerar que el Ministerio Público Federal no aportó pruebas suficientes que acreditaran que participó y tuvo responsabilidad en la desaparición de los 43 estudiantes.
Abarca Velázquez ya fue sentenciado a 92 años de prisión por el secuestro de los activistas Arturo Hernández Cardona, Félix Bandera Román y Ángel Román Ramírez.
La madre de Benjamín aclaró que el abogado de ellos aún no tienen la notificación de la absolución del ex alcalde de Iguala.
Lo que preocupa a las madres y padres de los 43 desaparecidos, dijo, es que por el deficiente proceso más personas implicadas en el caso puedan salir de prisión.
“Como madres y padres nos preocupa que ya va a terminar su mandato (de Andrés Manuel López Obrador) y él se comprometió, cuando lo fuimos a verlo a Iguala, durante su campaña, a que va a esclarecer los hechos antes de que termine su mandato y nosotros no queremos llegar a otro año más sin resultados, no podemos dejar en el olvido el caso”, mencionó.
También reprochó que aún no da resultados el actual fiscal especial del caso Ayotzinapa, Rosendo Gómez Piedra, nombrado por el presidente López Obrador, en sustitución de Omar Gómez Trejo.
“Como madres y padres si vemos obstáculos en la Marina, en el Ejército, el Batallón 27 de Iguala, todos ellos no quieren entregar los expedientes a los expertos y expertas y nuestra exigencia es que entreguen todos los archivos para llegar a la verdad”.
Otra exigencia que hacen las madres y padres es la reactivación de 18 órdenes de aprehensión contra militares implicados en el caso, “como fiscal especial es fácil, pero no lo quieren hacer”.
Personal del Servicio Médico Forense (Semefo) y de la Fiscalía General del Estado (FGE) llevaron 28 cadáveres en las gavetas del cementerio forense de Chilpancingo la mañana de este miércoles.
Se trata de cadáveres que sin identificar y que estaban en los semefos de Chilpancingo y Acapulco.
Uno de los motivos del traslado de los 28 cadáveres es el sobrecupo que existe en unidades forenses de estos municipios del estado; ocupan el primero y segundo lugar en índices de homicidios.
A las diez de la mañana, agentes de la Policía Ministerial, peritos de la FGE, personal del Semefo y policías estatales arribaron a las instalaciones del panteón forense para realizar el traslado.
Los 28 cadáveres fueron introducidos a las gavetas. Todos tienen su estudio genético, comentó un servidor público de la FGE.
El número de cadáveres depositados en este cementerio forense, ubicado en la colonia Santo Domingo, al poniente de esta capital, ya rebasa los 700.
Fue en el 2016 cuando empezó a funcionar este panteón forense derivado de la saturación de cadáveres que había en las morgues de Chilpancingo, Iguala y Acapulco.
El sobrecupo de víctimas en estas unidades forenses evidencia la criminalidad que existe en Guerrero.
La Secretaría de Seguridad Pública federal informó haces unos días que en Guerrero diariamente son asesinadas cuatro personas.
La jornada violenta del martes pasado en Chilpancingo lo evidencia: tres hombres fueron asesinados a balazos y otro resultó herido en diferentes hechos.
En Iguala, un hombre fue calcinado, y en Acapulco un taquero resultó herido de bala y murió.
Aun con las dificultades y violencias que viven en el campo, las mujeres son quienes tejen redes, comunidad y aprendizajes. Organizan, gestionan, sostienen y demuestran que los procesos de toma de conciencia e incidencia también pueden originarse en contextos precarios o vulnerables.
Texto: Marcela Nochebuena / Animal Político
Ilustración: Andrea Paredes (@driu.paredes)
31 de mayo del 2023
Chilpancingo
Es sábado pasadas las 4:00 de la tarde. La anfitriona es Margarita Castro. Afuera de su casa en la sindicatura de Villa Juárez —a unos 40 minutos en auto de Culiacán, Sinaloa—, mujeres trabajadoras agrícolas se acomodan en varias filas de sillas plegables. Se alistan para ver un video sobre la vida en la montaña guerrerense que orilla a sus habitantes a migrar para trabajar en el campo, como muchas de ellas. Se alistan también para hablar sobre sus derechos.
Igual que sus invitadas, Margarita fue jornalera —esa era la denominación más común entonces— desde niña. Décadas después, se ha asentado en Villa Juárez y, en distintos niveles, incide en su comunidad. Hoy, por ejemplo, está colaborando con el Centro de Estudios en Cooperación Internacional y Gestión Pública (CECIG) y con Leonor Tereso, académica de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), para llevar estos talleres sobre derechos laborales a más mujeres.
La historia que la llevó ahí no siempre estuvo marcada por el entusiasmo y la energía que hoy la caracterizan. Ella es originaria de comunidades oaxaqueñas. Nació en Acatlán de Pérez, casi en la frontera con Veracruz. Tenía entre cinco y seis años cuando migró por primera vez al campo con sus papás y sus hermanas, nueve de familia en total, después de que uno de sus hermanos mayores se fue a Sinaloa sin permiso.
Aunque tenía otro trabajo en Coatzacoalcos, el papá pidió autorización para ir a buscar a su hijo con la condición de regresar, pero le gustó el campo y que toda la familia pudiera trabajar. “Se le hizo fácil, me imagino”, relata Margarita. Llegaron al campo Alonso, que hoy ya no existe. Vivían juntos en una “cuartería” —como se conoce a las viviendas de trabajadores agrícolas—. En ese tiempo, eran una especie de galerones.
Margarita recuerda poco, pero tiene claro que se hacían incluso cuadrillas solo de menores de edad —“pitufos, así nos decían”— para que hicieran lo que les permitiera su capacidad física: arrancar hierba, amarrar, recoger basura y otras actividades no tan pesadas como el corte. Había contratiempos porque eran muy pequeños: materiales que se rompían, alguien que se lastimaba. Al principio, al menos pudo estudiar al tiempo que seguía trabajando, una cosa entre semana, y la otra los sábados y domingos.
Cuando estaba en cuarto año de primaria, su papá tomó la decisión de moverse otra vez. Margarita no se quería ir: “A pesar de la edad que tenía, yo sentía que no quería esa vida”. En aquel entonces, su sueño era estudiar para ser secretaria y trabajar en una oficina. Lloró y rogó para que la dejaran quedarse con su hermano, pero el papá no accedió.
La familia se fue a Sonora, a los cultivos de melón, sandía y apio. Ahí, comenzó a trabajar en el empaque. “Nos fuimos a San Quintín, regresamos a Sinaloa, y así andábamos, como dicen, siguiendo la zafra, de campo en campo nada más”, relata. Cuando ella tenía 14 años, llegaron al Valle del Vizcaíno, en Baja California Sur. Ahí conoció al papá de sus hijos y se fue con él a los seis meses de conocerlo.
Ese lapso, dice ahora, es uno que no quiere recordar. Hubo violencia física, verbal, psicológica, económica y laboral —no le pagaba aun cuando trabajaba en el negocio de ambos—. Por eso se separó de él. Con el pesar de que antes no había podido estudiar, y después de esa relación violenta, se dio cuenta de que tampoco quería esa vida.
Fue entonces cuando se separó —no sin antes prepararse—, y se fue para Villa Juárez. Recién casada, ya solo había trabajado en el campo por un tiempo, pero tuvo que volver cuando se quedó solamente con sus hijos, porque al principio, su expareja la amenazaba con no darle pensión. Decidió que el campo no era lo suyo, y empezó a trabajar en Culiacán como promotora, comerciante y empleada en un restaurante.
Su mamá le aconsejó volver a estudiar, porque aún tenía la oportunidad y era joven. En seis meses, sacó la primaria, en otros seis la secundaria, luego el bachillerato en dos años y finalmente la licenciatura en Derecho, de la que egresó en 2020.
Cuando se separó y se instaló en Villa Juárez, se dio cuenta de que a sus hijos les hacía falta una escuela. Le daba tristeza verlos caminar a una muy lejana, donde además a veces podía llevarlos y otras no. No quería para ellos la infancia que ella tuvo. Fue así como empezó a gestionar la Escuela Sinaloa, que ahora queda casi enfrente de su casa. Fueron tres años de ir y venir.
“Fue un logro que, como mujer, me siento un poco satisfecha en ese aspecto, que lo inicié como una necesidad propia en mi familia pero que benefició a toda la población de este sector. Fue una escuela récord, es lo que nos dijeron las autoridades, porque nació con 505 niños desde primero hasta sexto”, recuerda Margarita.
“Nació completa con dos grupos (por grado); de hecho, cuando iniciamos nos dieron la clave pero no teníamos ni el terreno ni la escuela, iniciamos en casas. Aquí en mi casa hubo los dos primeros, uno afuera, que tenía una lámina, y el otro allá adentro. En otras casas, nos prestaron para los otros grados”.
Con la presión de las madres y padres de familia, finalmente el gobierno del estado construyó las aulas, aunque de lámina negra, en el predio que hoy ocupa la escuela. Estuvieron seis meses en las casas y seis meses en los salones improvisados. Entre todas, salió la idea de llamar a la prensa para evidenciar el estado de la escuela y a los 15 días, el gobierno puso la primera piedra. En el siguiente ciclo escolar, quedó lista.
Hoy, Margarita tiene un puesto administrativo en la UAS, es gestora social y se dedica a apoyar a otras mujeres. “Hago actividades que a lo mejor no son parte de mi trabajo, pero las realizo con gusto: gestionar servicios públicos para las colonias; ahorita traemos un proyecto de entre 12 y 15 que no tienen servicios aquí en la comunidad, que es agua, luz y drenaje; los estoy apoyando, asesorando y acompañando”, relata. Además, estudia una segunda licenciatura en Estudios de Género.
Villa Juárez, que pertenece al municipio de Navolato, tiene aproximadamente 60 colonias entre las que hay población proveniente de toda la República e incluso, de manera más reciente, de Centroamérica, apunta Leonor Tereso. Además, hay poblaciones indígenas y otras de la propia entidad. La mayoría se dedica al trabajo agrícola pero también desarrolla otros empleos en sus tiempos libres. En el caso de las mujeres, particularmente la venta de productos.
Cada año —según lo han registrado activistas y académicos—, hay una o dos nuevas colonias en Villa Juárez de personas trabajadoras agrícolas migrantes que deciden asentarse. Hasta ahora, no hay un censo confiable del crecimiento de la sindicatura. Lo que sí se sabe, admite Tereso, es que, por parte de las autoridades, no existe la capacidad para atender las múltiples necesidades que genera, empezando por los servicios públicos.
Incluso, hay algunas que hasta hoy tienen más de 10 años sin algunos de ellos, como recolección de basura o suministro de agua y luz. Además, las escuelas no se dan abasto; hay niños que no estudian porque los centros educativos no son suficientes. Tampoco hay un centro de salud o seguro social. La única forma de tener acceso a ese servicio es ir a Navolato o a Culiacán, o bien, acudir a los pequeños consultorios particulares.
La proliferación de los campos de empresas de procedencia asiática, así como las nuevas tecnologías de uso de suelo y aprovechamiento de clima que permiten que en muchos campos se den hasta tres épocas de cosecha y se diversifiquen los productos propician que haya trabajo todo el año. Ese cambio ha influido en que se generen muchos más asentamientos, porque antes las personas migrantes agrícolas solo se desplazaban en una temporada específica.
Villa Juárez, Costa Rica, El Dorado y Villa Unión son solo algunas de las sindicaturas que forman parte de las 13 zonas de producción agrícola en Sinaloa, una actividad que caracteriza históricamente al estado. Las mujeres siempre han estado presentes en los campos, particularmente las afrodescendientes e indígenas. La feminización de la agricultura no apunta a que ahora sean más, sino a que, también en ese contexto, hoy ellas realizan trabajos que antes solo estaban destinados a hombres.
“Dentro de sus experiencias, comentan que antes no recogían la madera que sobraba una vez que se levanta el proceso de cosecha, sino que eso era para los hombres, pero en la actualidad ya las mujeres están prácticamente en todo el proceso de la agricultura. No nada más la colecta o la recolección, sino también algunas son apuntadoras —quienes contabilizan el trabajo de cada persona—, riegan el campo o detectan plagas, o se dedican al empaque y a semilleras, realizan diferentes actividades”, abunda la académica.
Sin embargo, sí prevalece un proceso de “etnicización” del trabajo agrícola: las oportunidades para las mujeres indígenas migrantes son diferentes que para aquellas oriundas de Sinaloa. Son las últimas quienes regularmente pueden trabajar en empaques y en semilleras, con un contrato, salario fijo y seguro social. Mientras, las indígenas migrantes permanecen en el campo abierto de manera todavía muy marcada. A veces, esa diferenciación se hace simplemente a partir de su aspecto físico.
Aun con las dificultades que representan los nuevos asentamientos y las violencias que las mujeres viven en el campo, Leonor Tereso comenzó a preguntarse qué tan posible era que generaran procesos de empoderamiento a pesar de sus condiciones de vida. “Al darme cuenta de cómo se organizaban, gestionaban, construían y tejían comunidad, dije ‘Sí, el proceso de empoderamiento también se puede dar en esos contextos precarios, vulnerables’”, explica.
Falta de derechos y atropellos compartidos
Casi ninguna de las condiciones laborales que se muestran en un rotafolio durante los talleres dirigidos a mujeres trabajadoras agrícolas son respetadas, dicen ellas cuando se les cuestiona al respecto. “¿Cuáles son mis derechos?”, dice el cartel que Margarita Nemesio, del CECIG, sostiene frente al grupo. Algunos de los enlistados son contar con servicios de salud, recibir un salario fijo, tener un contrato, condiciones de trabajo seguras, vivienda, alimentación y pago por horas extra.
Cuando los primeros talleres llegaron a Villa Juárez, las mujeres migrantes agrícolas solían reconocer solo la violencia física. Sin embargo, cuando aprendían las características de los demás tipos de violencia, la mayoría decía haberlas experimentado. Poco a poco, en los procesos de incidencia, se hace más presente la percepción de las violencias, y es cada vez más frecuente hallar un nivel de concientización que las vuelve muy críticas y activas en conjunto.
De los 2.5 millones de personas que trabajan en el campo, 93.4% carece de contrato, 90.9% no tiene acceso a instituciones de salud por parte de su trabajo y 85.3% no cuentan con prestaciones laborales, según cálculos de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social. El 33.3% gana un salario mínimo. Las mujeres acceden en mucho menor medida a esos derechos.
Sin embargo, a veces también existen contradicciones. Aun cuando el trabajo agrícola es un espacio donde se ejercen violencias de todo tipo hacia las mujeres, económicas, psicológicas y físicas, incluso reconocidas por ellas mismas, no solo se normalizan, sino que no existen otras opciones de trabajo con las mismas características.
Para las jefas de familia, los esquemas conocidos como “saliendo y pagando” —recibir el salario cada día al acabar la jornada— pueden llegar a ser convenientes, porque les permiten la flexibilidad, por ejemplo, de no asistir cuando por alguna razón extraordinaria tienen que cuidar a sus hijos. Del mismo modo, hacen posible la movilidad entre empresas cuando las condiciones no les son favorables o las maltratan, explica Tereso.
¿Qué ha ayudado en Sinaloa a minimizar las violencias? “Las redes que forman entre ellas mismas, esas redes de reciprocidad. Dado que no tienen familias aquí en Villa Juárez, ellas forman esas redes de amistad que son de las que se valen para las diferentes problemáticas que tienen, y llegan a ser tan fuertes porque incluso algunas han compartido la vivienda durante muchos años. Entre ellas también se generan, por lo tanto, muchos aprendizajes”, agrega.
A lo largo de los talleres, pueden encontrarse historias y reclamos múltiples. Susana, de 45 años, ha trabajado por mucho tiempo en el campo, primero en una empresa agrícola en Jalisco, su lugar de origen y donde conoció a su esposo, que era de Veracruz, con quien después se fue a Sinaloa. Nunca le dieron las mismas facilidades por considerar que provenía de un estado no migrante. Finalmente, en Veracruz le hicieron un acta de nacimiento falsa para poder ser tomada en cuenta.
Después de separarse, regresó a Jalisco, pero extrañó el campo. Cuenta que inicialmente, llegó al trabajo agrícola porque era la única opción de trabajo; así lo hizo durante 12 años, en Jalisco trabajó durante 10 en otro sector, y finalmente terminó en Sinaloa. Ahí trabaja en un cultivo de chile morrón, como apuntadora. Vive con una malformación congénita en la mano y gana 375 pesos diarios.
Se separó de su esposo por las violencias que él ejercía —dice mientras señala una cicatriz de 11 puntadas en el brazo—, y él se quedó con la patria potestad de sus dos hijos, de ocho y seis años, que parió trabajando en el campo sin licencia de maternidad. Dejó de verlos durante 10 años, y los reencontró ahí en Sinaloa haciendo lo mismo. Tiene una carrera técnica de auxiliar contable, pero dice que auténticamente prefiere el campo por la facilidad para conseguir trabajo.
Susana vive con su pareja en uno de los cuartos contiguos al de Anayeli y Miguel, de 23 y 28 años, en la misma cuartería de la colonia Las Amapas. Anayeli está embarazada y comparte un espacio de dos por dos metros con su esposo y dos pequeños. Ella viene de Moyotepec, municipio de Malinaltepec, y él de Chilpancingo, Guerrero, a trabajar por temporada. A la familia no le facilitaron el pasaje para llegar al campo, como comúnmente se hace. Están ahorrando para regresar al sureste por cuenta propia.
Miguel ya había estado antes en Baja California, donde asegura, tuvo mejores condiciones de trabajo: seguro, guarderías, escuelas y niñeras. Aquí en Sinaloa, dice, mucho debe costearse con el sueldo propio. Seguro de salud no tiene porque está cobrando al día, “saliendo y pagando”. Gana entre 300 y 400 pesos diarios, según los baldes que saque de tomate. Anayeli ya no está trabajando porque su embarazo es de riesgo. No cree regresar para la próxima temporada.
Tere, de 54 años, viene de Durango. Está establecida en Villa Juárez desde hace nueve años. En su estado, dice, no había trabajo. Su esposo sembraba frijol, pero no alcanzaba y decidieron irse un tiempo a Sinaloa con sus cuatro hijos. Rentaban en cuarterías; después, compraron un solarcito e hicieron su casa propia. Su esposo, de 74 años, se cayó y se lastimó en el campo, así que desde enero es ella quien sostiene la vida de ambos. Trabaja de 7:00 a 2:00, de lunes a sábado o domingo, y le pagan a la semana por rendimiento.
“Me siento mal, a veces hasta ganas de llorar me dan, porque pues yo sola tengo que hacer todo el gasto. Tengo un hijo que vive ahí conmigo, está solo, lo dejó su mujer, pero no me da nada; nada más trabaja para él, y yo de todos modos le tengo que dar de comer, es mi hijo aunque no me dé. A veces sí me da tristeza, ahorita tengo que llegar y hacer de cenar para darles; llegué de trabajar, nada más me bañé y me vine”, cuenta Tere.
Elvira, de 40 años, es originaria de Puerto Escondido, Oaxaca, lugar que dejó desde los nueve años, cuando su papá se la llevó a Sinaloa con sus siete hermanos. Su mamá ya había fallecido. No tenía papeles, así que no pudo estudiar. Después, empezó a trabajar también en el campo deshierbando con la cuadrilla de niños. Ha estado en Chihuahua, San Quintín, el Valle del Vizcaíno y Hermosillo, pero ahora ya se quedó en Villa Juárez, donde vive con su hermana.
Elvira trabajó casi hasta el último día de su embarazo, y regresó al mes aunque tuvo cesárea. Ella sola saca adelante a su hija de nueve años, que está estudiando. No quería, pero Elvira le insiste: “Yo trabajo para que estudie, yo no tuve esa oportunidad; si la hubiera tenido, hubiera estudiado, le digo; en el campo es muy duro, mejor estudia, mientras yo pueda te voy a ayudar, y entonces vas a agarrar otro trabajo más fácil porque en el campo es muy pesado”. Sus jornadas son “saliendo y pagando”, y no tiene seguridad social.
Como población local, migrante por temporada o asentada en otro estado, cualquiera que sea su contexto y entorno, el acceso a un espacio laboral les da la posibilidad de ser trabajadoras agrícolas y realizar actividades que no están limitadas por su corporeidad ni sus habilidades, con las que adquieren un rol diferente al doméstico y generan un ingreso. Cuando, además, tienen otros conocimientos y pueden ser apuntadoras o asumir responsabilidades, se marca una diferencia.
“Pero son pocas las que la ven. Algunas sí, pero están tan en este entorno de violencia, del rol que te toca como mujer, que para ellas es ‘Termino de trabajar y ya’. Por eso es que cuesta trabajo que ellas mismas, aunque no todas, hablen desde estos sentires o momentos que las han colocado a tener que levantar la voz, y levantar la voz no solo es visibilizar las violencias que enfrentan, que van desde la comunitaria y familiar hasta las institucionales”, explica Margarita Nemesio.
Al mismo tiempo, algunas también llegan a tomar la batuta y exigir la garantía de mejores condiciones en sus lugares de trabajo. Eso las ha conducido a reconocer un valor agregado. “Como trabajadora, hay algo que me acuerpa, que son mis derechos, y cuando ellas los palpan, les da una trascendencia de fuerza interna, que además se permea por lo otro. Esa es la parte clave, porque no son solamente eslabón en sus familias, sino también en sus comunidades”, añade la activista.
Para ella, eso es especialmente significativo para la tercera y cuarta generación de trabajadoras agrícolas, porque quizá sus mamás o abuelas en su momento no pudieron levantar la voz. Cuando además son jefas de familia, su papel cobra mayor relevancia para el entorno comunitario, pues las cargas de cuidado se triplican. Todos esos factores se olvidan o quedan invisibilizados al no mirarlas más allá de su aporte económico, mucho más cuando se trata de mujeres indígenas que han vivido marginación y carencias sociales.
Como ellas mismas, las experiencias de las mujeres en el campo son diversas: por sus condiciones de trabajo, por los roles que asumen dentro y fuera, por su nivel de reconocimiento y conciencia de las violencias, por las circunstancias que las conducen al trabajo agrícola y por sus formas de organización, pero también por la mirada que tienen hacia el futuro. Ahí yace la posibilidad de perpetuar la vida en el campo o de desear un camino diferente para sus hijos, igual que el deseo de cruzar fronteras.
Eli, la esperanza más allá de la frontera
Eli nació en Chiepetepec, municipio de Tlapa, Guerrero. Sus papás ya tenían tiempo yendo al campo, y ella empezó a acompañarlos a los siete años, hasta que su papá prefirió que sus hijos estudiaran y optó quedarse en Guerrero. Eli tenía 25 años cuando decidió regresar a Culiacán, dice después de recordar cómo vivió su infancia allá. “Mal, mal, no me va —asegura—, aprendí a acostumbrarme aquí, aunque hace mucha calor”.
Recuerda que cuando era niña, le emocionaba cada vez que iban a regresar. Entonces, trabajar se sentía como un juego. Ahora es diferente, porque implica ir a trabajar de verdad. Su regreso también se debió a que se juntó con su pareja y decidieron que trabajarían los dos. Además, cuenta, en Tlapa la paga de los trabajos era muy mala. Ella atestiguó cuántas horas trabajaba el papá de su hija por la mínima cantidad que le daban.
En Culiacán siempre hay trabajo, y hay empresas que sí pagan lo justo, considera Eli. Está sentada en la banca de una mesa de madera afuera de los cuartos que tiene la empresa donde trabaja, al interior del campo. Junto a ella, su hija de cuatro años desayuna los chilaquiles que preparó esta mañana. Es domingo y le toca descansar. Como ella, ahora su hija también está viviendo su infancia en Sinaloa, pero va a la escuela instalada ahí mismo.
“Ya no es como antes, que nada más era trabajar y trabajar, ya los niños tienen más oportunidad de estudiar. Aquí no permiten trabajar a menores de edad, la empresa nos exige que los niños estudien; la niña está estudiando, lleva un deporte y así”, agrega. Regularmente, el día empieza a las 5:00 de la mañana: prepara a su hija y el lunch para ir a la escuela. Ella entra a trabajar a las 7:00 en punto, pero debe estar media hora antes en la explanada donde se reparte el trabajo.
Deja a su hija en la guardería y ellos se encargan de llevarla a la escuela. Ahora es tiempo de corte de chile morrón, así que casi todos los días se dedican a esa tarea. El día laboral termina a las 5:00 de la tarde, sobre todo cuando hay mucho producto o pedidos, aunque el contrato es de 7:00 a 2:00.
“No es obligatorio, pero sí te piden como de favor que te quedes hasta que se termine el corte, y sí nos hemos quedado hasta esa hora. A la hora que salimos, vamos por los niños y nos los traemos a nuestros cuartos. Ahí se termina nuestro día, y llegar a hacer la cena. Así es de todos los días, menos los domingos, que no son obligatorios”, relata Eli.
El sueldo base por día es de 260 pesos —cortando 72 botes de chile—, pero también se trabaja por destajo, por lo que ella ha llegado a ganar hasta 600 en una jornada. Antes de salir de Guerrero, firmó un contrato, que sobre todo asienta las reglas de la empresa. Ahí decía que habría igualdad. Sin embargo, la desigualdad y la discriminación están presentes, a veces incluso por parte de los propios trabajadores.
“Nosotros, como cortadores, somos los que andamos en los surcos, trabajando, a veces hay lodo y todo, y los estibadores son los que se encargan de escoger los chiles; ellos están todo el día ahí pero ganan lo mismo que un cortador. Dicen que es por porcentaje, dependiendo de lo que gane un cortador tiene que ganar el que está ahí, y a mí no se me hace justo porque los que andan corriendo son los que cortan y ganan lo mismo. Además, hay personas que llegan a gritar, que no los traigas verdes o no los cortes así”, cuenta Eli.
Ella se ha atrevido a decir que hablar es suficiente, que no ocupa que le griten o la saquen del surco para enseñarle como si fueran “peras y manzanas”. Las mayordomas, que son las encargadas de enseñarles y defenderlas, muchas veces se quedan calladas o favorecen a sus familiares y amigas con mayor pago aunque no hagan la misma labor. Eli trabaja con puras mujeres, pero hay un mayordomo general y a veces castiga a alguna de las mayordomas enviándola a donde no hay chile, particularmente cuando le señalan algo que está mal.
“Tiene igual preferencia, porque es mujer, y a veces ‘Porque eres mujer, tú no sabes’, esas cosas, y eso nosotras como trabajadoras nos damos cuenta, y a veces sí le intentamos decir algo pero ‘Es que ustedes no saben’, y ya mejor nos quedamos calladas —dice—. Si existiera realmente la igualdad para las mujeres, no decirlo de dientes para fuera, otra cosa sería porque son las que trabajan más; si realmente existiera eso, harían cosas mejores”.
Aunque antes solo iba al campo por temporada, los últimos dos años solo ha regresado por 15 o 20 días a Guerrero, porque además tiene a su cuidado a dos sobrinos adolescentes de 15 y 17 años, que tienen que seguir el ciclo escolar en Sinaloa. Este año se va a regresar definitivamente a Guerrero para no volver a Culiacán. Allá debe cuidar a sus papás. Tiene un tiempo que ya no está con su expareja, pero le gusta estar sola con su hija.
Además, está en busca de una mejor oportunidad para trabajar en Estados Unidos contratada en algún programa temporal. Quiere una vida mejor para su hija, diferente a la suya. “Lo mismo que mis papás querían, pero a veces uno como hijo, adolescente, joven, no hace caso, y a veces la vida nos enseña a madurar de diferente manera. Me tocó regresar aquí a trabajar como mamá, y no quiero eso para mi niña. Voy a buscarle por otro lado, y si dios lo permite, vamos a tramitar papeles para trabajar en Estados Unidos”, enfatiza.
Eli no conoce la historia de Maritza, la primera trabajadora agrícola que, junto con Adareli, presentó una queja en contra del gobierno de Estados Unidos en el marco del T-MEC, para denunciar la discriminación de género en contra de las mujeres que participan en programas de migración laboral temporal, que obtienen apenas un 3% de las visas en ese contexto. Como Maritza, espera que la promesa de una mejor paga valga la cantidad y las condiciones del trabajo.
A dos años de la presentación de esa queja, señala Evy Peña, directora de campañas del Centro de Derechos de los Migrantes (CDM), que acompañó el proceso, ha habido algunos movimientos, como pláticas con los gobiernos de México y EU, donde se han comprometido a proteger los derechos de las personas trabajadoras migrantes, así como un memorando de entendimiento que tiene previsiones sin precedente sobre género.
“Aquí la pregunta verdadera es ¿qué sigue? ¿Cómo le hacemos para que las previsiones contenidas en este memorando realmente tengan un impacto concreto en las vidas de las personas trabajadoras migrantes? Lo que sabemos nosotras que documentamos y defendemos los derechos de personas migrantes bajo estos programas es que están muy lejos de ser seguros. En realidad, las personas son explotadas y más que nada, la manera en que están estructurados facilita la explotación”, afirma Peña.
Luego de haberse atrevido a denunciar, Maritza solo espera que todas las mujeres que estén pasando por violencias y discriminación en el campo también lo hagan, porque si no, dice, no hay delito por perseguir. “A veces se queda en un número de folio, pero por lo menos ya dijiste algo, o dejaste algo, y si se van juntando más y más, va a haber alguien que sí ponga atención… Espero que todo esto toque el corazón de quienes están hasta arriba del gobierno y hagan algo, algo efectivo, para que esto deje de suceder”, concluye.
Este texto es propiedad de Animal Político y lo reproducimos con su autorización.
Texto: Diana Manzo / Agencia de Noticias IstmoPress
Fotografía: IstmoPress
30 Mayo del 2023
Oaxaca
El pasado 27 de Mayo, se cumplieron 19 meses de la desaparición de la guardabosques Ñuu Savi (mixteca), Irma Galindo Barrios, quienes la conocieron, mujeres artesanas la recuerdan bordando prendas que gracias a ella lograron recuperar cómo identidad, es una forma dicen de exigir su urgente localización.
“Tejemos para no olvidarnos, recordar y exigir la aparición de Irma Galindo” recalca un grupo de 10 mujeres mixtecas que viven desplazadas de su comunidad y refugiadas en el albergue de Tlaxico, Oaxaca desde el 2021, fecha en que también la ambientalista fue vista por ultima vez y desapareció sin dejar mayor rastro.
La ambientalista Ñuu Savi de Atatlahuca en la Mixteca Alta de Oaxaca, desapareció el 27 de octubre del 2021 en la Ciudad de México, aun cuando tenía protección del Mecanismo Federal para Defensores de Derechos Humanos y Periodistas.
Irma Galindo Barrios, de 39 años de edad, desapareció en la Ciudad de México, en un contexto de conflicto comunitario en las localidades del Municipio de San Esteban Atatlahuca, en el estado de Oaxaca, lugar en donde vivía y realizaba su labor de defensa de los bosques, que ha dejado como saldo más de 100 casas quemadas, 300 personas e infantes desplazados sin que tengan fecha de retorno.
Con sus hilos de algodón de varios colores, agujas delgadas , manta y sus bastidores de madera tipo aro, las mujeres tejen las blusas tradicionales de Atatlahuca Oaxaca , un municipio ubicado en la zona norte de la mixteca oaxaqueña.
Tejer para no olvidar y recordar dice Cielo, amiga de Irma, quién asegura que fue gracias a Irma que retomaron estos textiles para nombrar a su pueblo, su cultura y su propia identidad.
El arte textil de la comunidad de Atatlahuca es distinguido por grecas de colores vivos, como el rojo, verde y el fuschia tejidas sobre tela de manta color natural.
“Estamos desplazadas por la defensa del bosque, lo mismo que Irma también luchaba, y por el cual a ella la desaparecieron y a nosotras nos desplazaron, sin que hasta el momento existan garantías para regresar, dejamos todo, desde casas hasta nuestras parcelas y toda una vida”, dijeron.
El municipio de Atatlahuaca, Oaxaca, de donde es oriunda Irma Galindo está dividido por 9 agencias municipales, de las cuales Guerrero Grande, Mier y Terán y Ndoyonoyuji se han opuesto a la tala clandestina en 2 mil 640 hectáreas de bosque, que, aseguran, ejerce el presidente municipal, Rogelio Bautista Barrios, y el comisariado ejidal Eulogio Alvarado. La comunidad denuncia que esta última persona es la causante de la violencia que ahora viven.
“No sabemos donde encontrarla, Irma era una defensora comunitaria que siempre estuvo en peligro por la zona y lo que denunciaba”, reconoce Maurilio Santiago, activista y representante del Centro de Derechos Humanos y Asesoría de los Pueblos Indígenas (CEDHAPI, AC).
De acuerdo con la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, del 2015 al 25 de mayo del 2022, tiene 271 expedientes relacionados con violaciones a los derechos humanos cometidos contra personas defensoras en Oaxaca.
La Defensoría destacó que las violaciones más frecuentes son las detenciones arbitrarías, amenazas y hostigamiento y dilaciones en el proceso de acceso a justicia.
Respecto a las indagatorias relacionadas con personas defensoras de derechos humanos asesinadas se tiene un registro de 14 asesinatos del 2019 a mayo del 2022 y dos desapariciones, la ambientalista Irma Galindo y de la activista, Claudia Uruchurtu
Este texto es propiedad de IstmoPress y lo reproducimos como parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Puedes leer el original en este enlace.
Centro de identificación, dependencia de la CEAV y presupuesto para la búsqueda más de 4,000 desaparecidos–cifra que establecen las instituciones, pero que los familiares aseguran es mayor–son las garantías que buscan los colectivos con esta ley
Texto: José Miguel Sánchez Fotografía: Óscar Guerrero (Archivo) 31 de mayo del 2023 Chilpancingo
Aun con la insistencia de los colectivos de búsqueda al Congreso local para que legislen una ley estatal en materia de desaparición de personas, los diputados siguen sin fechas claras para discutirla en pleno.
Fueron los colectivos quienes, a través de una marcha el pasado 7 de marzo en Chilpancingo, que presionaron a los diputados para retomar los trabajos de ello que proponen sea la Ley Estatal en Materia de Desaparición de Personas y Desaparición Forzada. Esta propuesta en realidad la plantearon desde el 2018.
La iniciativa actualmente está en la Comisión de Derechos Humanos del Congreso local, donde, afirman, trabajan para poder presentarla al pleno, aunque sin una fecha clara aún.
El secretario de la Comisión de Derechos Humanos, el morenista Osbaldo Ríos Manrique, aseguró que los trabajos para sacar la ley están en marcha y que al ser un problema grave y complejo se analiza con calma la propuesta de iniciativa.
“Esta es una iniciativa que nos llegó a la Comisión de Derechos Humanos y no podemos sacar una iniciativa o una ley al vapor, y tenemos que dialogar con todos los colectivos”, dijo Ríos Manrique en entrevista.
Los documentos sobre los que se trabajan para crear esta ley estatal son dos, el primero es una iniciativa que se presentó en el pleno el 10 de noviembre del 2022, los promoventes de esta iniciativa fueron las diputadas Nora Yanek Velázquez Martínez, de Morena; Leticia Castro Ortiz, del Partido del Trabajo (PT), y el también morenista Alfredo Sánchez Esquivel.
El otro documento es otra iniciativa que los colectivos trabajan con organizaciones internacionales desde 2018 y que en el 2021 la presentaron a los diputados de la 62 legislatura, quienes la mandaron a la congeladora y al final resultó perdida, de acuerdo con la representante del colectivo de Familiares en Búsqueda María Herrera, Gema Antúnez Flores.
Ríos Manrique dijo que «no es que se pierdan, lo que pasa es que cuando termina una legislatura todo lo mandan al archivo», y justificó, «cuantas iniciativas no han tenido otras legislaturas y que ahorita el grupo parlamentario de Morena las está sacando», mencionó.
Aseguró que continúan las mesas de trabajo con los colectivos en las cuales todavía se discuten varios temas de la nueva ley.
El vocero del Colectivo de Familiares de Personas Desaparecidas Lupita Rodríguez Narciso, David Molina Rodríguez, señaló a los diputados de no querer aprobar la ley y mencionó que hay quienes se opusieron a su creación porque existe una legislación federal sobre el tema de desaparecidos.
Ríos Manrique aseguró que en las discusiones sí hay participaciones al respecto, pero dijo que en la Comisión de Derechos Humanos todos esperan aprobar la ley.
“Todavía en la Comisión de Derechos Humanos no sesionamos sobre ese tema para mandarlo al pleno, pero los cinco integrantes queremos que se agote la discusión para presentar al pleno una ley lo más completa posible”, dijo el diputado morenista.
En la manifestación del pasado 7 de marzo los participantes que exigieron al Congreso retomar los trabajos de la Ley fueron la Asociación de Familiares de Detenidos, Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos en México (Afadem), Siempre Vivos de Chilapa, Familiares de Acapulco en Búsqueda de sus Desaparecidos, Familiares en Búsqueda María Herrera, Colectivo de Desaparecidos Lupita Rodríguez Narciso y Los Otros Desaparecidos de Iguala.
De acuerdo con Antúnez Flores, los colectivos solicitan que con la nueva ley exista más presupuesto para la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas (CEBP) y para la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas de Guerrero (CEAV), y su independencia de la Secretaría General de Gobierno.
“La Comisión Estatal de (Atención a) Víctimas no tiene ni oficina, es una casa que no tiene las áreas adecuadas para atender a las familias, no hay la infraestructura ni del lugar ni del personal. Queremos personal calificado para atender a las víctimas, tanto psicólogos, secretarias y todo”, mencionó Antúnez Flores en entrevista.
“Tantos colectivos que somos y cuando solicitamos búsquedas tenemos que hacer fila hasta que se desocupen de la búsqueda que algún otro colectivo esté haciendo en ese momento para acceder a los materiales, maquinaria y personal oficial, por lo que muchas veces preferimos hacerlo por nuestra cuenta”, agregó.
De acuerdo con el Presupuesto de Egresos del estado, a la CEAV se le otorgó para este año un presupuesto de 13 millones 577 mil, que representa una tercera parte de lo que recibe la Oficina de la Gobernadora, con 33 millones 95 mil pesos a su disposición.
Con esos 13 millones la dependencia estatal pretende atender 4,000 casos de personas desaparecidas en Guerrero, de acuerdo con cifras oficiales del Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Consultado sobre el tema, Molina Rodríguez aseguró que en Guerrero son más de 4,000 personas desaparecidas, “porque no se cuentan los que no denuncia, por miedo o porque son amenazadas”.
Tan sólo en el Colectivo Lupita Rodríguez hay varias familias que no denunciaron la desaparición de su familiar.
Para Molina Rodríguez, una de las principales exigencias es la creación de un Centro Regional de Identificación Humana en Guerrero, porque en la actualidad “se siguen encimando los restos humanos sin ningún respeto”.
Cree que con este centro de identificación el proceso de tomas de muestras a las familias y el reconocimiento de cuerpos sería más sencillo.
Su propuesta es que sea instalado en Atoyac de Álvarez, “porque ahí empezó la tragedia de la desaparición de personas”, y como un recordatorio y homenaje se llame Lucio Cabañas Barrientos.
Esto porque en gran parte de la Sierra de Atoyac, durante la llamada guerra sucia, que académicos y sobrevivientes nombran un terrorismo de Estado, el Ejército y grupos paramilitares desaparecieron, de acuerdo a datos oficiales, a 640 personas, algunas por ser señaladas de participar en movimientos armados insurgentes, otros sólo por simpatizar por la causa y otros simplemente estuvieron en la hora y lugar equivocados.
Con el antecedente de impunidad de la guerra sucia, que data de 1960 a 1980, académicos aseguran que fue el comienzo de la omisión del Estado en prestarle atención al tema de las personas desaparecidas.
Colectivos de búsqueda y de familiares de personas desaparecidas marcharon el 7 de marzo del 2023, en Chilpancingo, para exigir al Congreso local legisle y apruebe la Ley Estatal en Materia de Desaparición de Personas y Desaparición Forzada. Fotografía: Óscar Guerrero (Archivo Amapola)
Por Arturo de Dios Palma, Emiliano Tizapa Lucena y Jesús Guerrero Salgado
El 16 de mayo, poco antes de que iniciara la sesión en uno de los pasillos del salón legislativo del Congreso, los diputados Joaquín Badillo de Morena y el priista Héctor Apreza Patrón discutieron acaloradamente.
Apreza Patrón ya tenía preparado leer una condena contra Jesús Urióstegui García, el jefe de la Oficina de la gobernadora, Evelyn Salgado Pineda, por haber participado en un acto de campaña de la candidata morenista a la gubernatura del Estado de México, Delfina Gómez, el jueves 11 de mayo.
Badillo Escamilla trataba de convencer al priista para que no lo hiciera y le soltó: «mira aquí tenemos el documento donde él (Urióstegui García) pidió permiso ese día sin goce de sueldo”.
El morenista le mostró la imagen de un escrito supuestamente firmado por Urióstegui García que le enviaron en un mensaje de WhatsApp en su celular.
Se supone que ese mensaje electrónico se lo envió a Badillo Escamilla el propio Urióstegui García cuando se enteró de que las bancadas del PRI y PRD lo denunciaría en la tribuna, luego de que los periódicos El Sur y Reforma publicaron una nota y una fotografía en la que aparece en un mitin con la morenista Delfina Gómez Álvarez, en el municipio de Villa Guerrero, el 11 de mayo en un día y horario laborable.
Además ese mismo día el «amigo», como lo define la gobernadora, Urióstegui García publicó en sus redes sociales su participación en el acto de campaña de Gómez Álvarez junto con otros guerrerenses que se supone son sus colaboradores en la dependencia que dirige.
El intento de Badillo Escamilla no tuvo el resultado que quería, Apreza Patrón subió a la tribuna y junto con el morenista Alfredo Sánchez Esquivel y el perredista Ociel Hugar García Trujillo le dieron una tunda a Urióstegui García.
Sin embargo, Badillo Escamilla subió a la tribuna sacó su tableta electrónica y, como vil mago, apareció con la renuncia del Jefe de la Oficina de la gobernadora fechada el 9 de mayo, dos días antes de su participación en un acto de campaña al lado de la candidata de Morena en el municipio de Villa Guerrero.
¿Sí Uriostegui García había renunciado dos días antes del mitin de la candidata de Morena, por qué Badillo Escamilla le mostró a Apreza Patrón el permiso sin goce de sueldo del ex funcionario? ¿Por qué desde el gobierno del estado no anunciaron la salida del ex jefe de la Oficina de la gobernadora? ¿Por qué hasta ahora no han podido mostrar físicamente el documento de la supuesta renuncia? ¿Por qué?
Fácil: porque no ocurrió así, Uriostegui García se fue a hacer campaña al Estado de México sin permiso y sin renunciar al cargo.
Pero, ¿saben quién operó esa intempestiva renuncia de Urióstegui García luego del desmadrito que él mismo provocó?
Pues ni nada más ni menos que la propia gobernadora. Salgado Pineda ordenó a Urióstegui García firmar su renuncia con fecha del 9 de mayo, cuando el escándalo mediático ya se había desatado días antes.
A los operadores de la gobernadora les faltó ordenar que se borrara el nombre de Urióstegui García del directorio de funcionarios del gabinete estatal.
Fuentes del gobierno confirmaron que el poderoso jefe de la Oficina de la gobernadora ni siquiera pidió permiso para trasladarse junto con varios trabajadores al Estado de México para estar en el evento político de Gómez Álvarez.
Incluso se trasladaron a Villa Guerrero en vehículos oficiales. Así de cínicos son los que integran este gobierno de Guerrero de la llamada cuarta transformación.
A varias semanas de que formalmente Urióstegui García dejó el cargo, fue «comisionado» para que opere en municipios del Estado de México para recabar votos a favor de Gómez Álvarez.
Así lo hizo en la campaña de Salgado Pineda en las elecciones del 2021 y por ese trabajo el clan de los Salgado lo designó como jefe de la Oficina, un cargo de altísima confianza.
Urióstegui García es originario de Chilpancingo y toda su vida ha sido un junior, se subió al carro de Morena en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en 2020 con diversos cargos.
Por ejemplo, fungió como asesor del subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta Saucedo, cercano a la ex secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. También trabajó en la Aduana marítima de Acapulco.
En la campaña de Salgado Pineda, Peralta Saucedo y Urióstegui García formaron parte de su grupo de operadores políticos.
Pero volviendo al tema, la renuncia pirata de Urióstegui García no es un tema menor, estamos hablando de corrupción. Primero, el ex funcionario cometió un delito al utilizar recursos públicos y abandonar sus funciones para apoyar a un candidato. Eso es un delito electoral. Segundo, la gobernadora en lugar de destituirlo no sólo lo protegió sino que lo ayudó a mentir, a engañar. Y tercero, Urióstegui García no tuvo que irse tranquilamente a seguirle en la campaña de Gómez Álvarez, debería estar enfrentando la ley.
La gobernadora es abogada y sabe perfectamente que lo que cometió su amigo Urióstegui García fue un delito electoral grave, sin embargo, actuó a la vieja usanza priísta: a los amigos perdón y gracia y a los enemigos, la ley a secas.
Lo que realizó Urióstegui García, uno de los “Catrincitos”, no es nada nuevo, la mayoría de los funcionarios del gabinete de Salgado Pineda que desde hace meses está volcado a promover y financiar propaganda política a favor de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, la corcholata preferida de López Obrador para sustituirlo en la presidencia de la República.
El PAN y el PRD interpusieron demandas ante el Instituto Nacional Electoral (INE) contra funcionarios estatales a quienes les importó poco y prueba de ello es que siguen promoviendo pintas y propaganda en las redes sociales a favor de Sheinbaum Pardo utilizando presuntamente recursos públicos.
Tan es el cinismo que el Subsecretario de Educación Media de la SEG, Marco Antonio Marbán Galván ordena que en las pintas a favor de Sheinbaum se escriba las iniciales de su nombre y apellidos.
Bueno si la gobernadora y su papá el senador Félix Salgado Macedonio ponen el ejemplo, ni modo que sus subalternos no lo hagan.
Después del domingo 4 de junio luego de las elecciones en el Estado de México, Urióstegui García regresará a Guerrero para hacerse cargo de la coordinación estatal de la promoción de Sheinbaum. Su nombramiento ya fue aprobado por el clan de los Salgado.
El gabinete estatal está cargado a Sheinbaum Pardo y la pregunta es si no es ella la elegida por el presidente Obrador, ¿qué va a hacer el clan de los Salgado?
Seguramente van actuar como los priístas: se van a disciplinar y a negociar con cualquiera de los elegidos, Marcelo Ebrard o Adán Augusto López. Lo importante para los Salgado es mantener los privilegios del poder.
En el caso de Urióstegui García, su tirada es que Morena lo elija candidato a diputado local por un distrito o por la vía plurinominal.
El Catrincito piensa que con la bendición de los Salgado podría ser jefe de la bancada de Morena en la próxima legislatura y si su partido logra la mayoría, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso.
Urióstegui García anda con todo buscando un huesito mejor porque al parecer ser jefe de la Oficina de la gobernadora no le gustó mucho. Nos cuentan que le quiso tumbar el cargo a Ludwing Marcial Reynoso Núñez en la Secretaría General de Gobierno, pero fracasó.
En este momento, Los Catrincitos, Urióstegui García y Rubén Hernández Fuentes, coordinador Operativo del Poder Ejecutivo, andan haciendo una mancuerna de poder en el gobierno de los Salgado que hay que ponerles atención.
Chirrionazo.- Siguiendo con el tema preelectoral, resulta inadmisible que la presidenta del Instituto Electoral de Participación Ciudadana (IEPC), Fabiola Fabiola Matildes, diga que este organismo no está facultado para emitir una opinión sobre la propaganda política que realiza presuntamente Morena y funcionarios del gobierno estatal a favor de Sheinbaum Pardo. La consejera electoral le endosó este paquete al INE. A ver qué dice el bloque opositor del PRD, PAN y PRI.
Colaboración especial en Amapola periodismo de sus brothers, sus panas, hermanos, su sangre y su clicka: Arturo de Dios Palma, Emiliano Tizapa Lucena y Jesús Guerrero Salgado. Aquí nos pueden enviar sus comentarios y chismecitos: eltlacololcolumna@gmail.com
Tlacolol es una columna satírica que cuestiona los hechos y dichos de lo que acontece en Guerrero. La opinión vertida en esta columna es responsabilidad de sus autores. Agradecemos el espacio a Amapola Periodismo por respetar la libertad de expresión y no censurar nuestras opiniones e interpretaciones
Amigos del servidor de la nación Miguel Huerta Torres privado de su libertad en una comunidad Taxco de Alarcón, municipio de donde es originario, exigieron al presidente Andrés Manuel López Obrador ordene su búsqueda y presentación con vida.
Este lunes, López Obrador aseguró que los grupos del crimen organizado respetan a los Servidores de la Nación, pero los familiares de Huerta Torres discrepan.
“Llevamos tres meses esperando que nuestro amigo Miguel sea rescatado, pero no hemos tenido respuesta del gobierno de López Obrador ni tampoco del gobierno estatal”, comentó una amiga de Huerta Torres, quien el pasado 28 de mayo cumplió 90 días de desaparecido.
El 28 de febrero pasado, Huerta Torres asistió a una reunión en la Comisaría Municipal de Temaxcalapa, municipio de Taxco de Alarcón.
Llegó un taxi con varios hombres y una mujer armados, quienes ingresaron a la comisaría y sacaron con violencia a Huerta Torres, a una señora de nombre Lucía y a su hijo Edgar; a los tres los subieron a un vehículo.
Ese mismo día en la noche la mujer y su hijo regresaron a su casa, pero hasta la fecha no se sabe del paradero de Huerta Torres.
En esa zona donde fue secuestrado el servidor de la nación operan integrantes del grupo del crimen organizado de la Familia Michoacana.
Versiones oficiales plantean que este grupo acosa a las comunidades de Huixtac, Ojo de Agua, Paintla, Zapoapa, San Juan Unión y Huahuaxtla; les exige cuotas. Además, varias personas de estas comunidades, en su mayoría nahuas, fueron secuestradas.
Habitantes han señalado al alcalde de Taxco, Mario Figueroa Mundo, de estar vinculado con el grupo del crimen organizado.
“Lo que dijo el presidente López Obrador de que los delincuentes respetan a los servidores de la nación es mentira, y ahí está la prueba con el caso de nuestro amigo Miguel Huerta, pero además aquí en Taxco un hombre y una mujer que también eran servidores de la nación renunciaron y se desplazaron a otro lugar porque fueron amenazados por los delincuentes que tienen tomado este municipio”, contó la amiga de Huerta Torres, de quien por seguridad se omite el nombre.
Contó que la Fiscalía General del Estado (FGE) ha informado que ya hay varias personas detenidas por la privación ilegal de Huerta Torres, entre ellas una mujer, pero a él no lo han localizado.
Desde principios de este 2023, la violencia en Taxco ha aumentado, al perecer por la presencia de la Familia Michoacana (FM) que está involucrada en la actividades económicas del municipio.
Versiones oficiales indican que en este municipio de la zona Norte las actividades delictivas están a cargo es Carlos Zagal, hijo de José Ranulfo Zagal, alías El Rani, preso desde el 2019.
En un mensaje que familiares de Miguel Huerta escribieron en las redes sociales señalan que lo seguirán buscando.
“Cuando tienes un familiar desaparecido, te cae la maldición de la desaparición; desaparece tu salud, economía, familiares, amigos, tu mismo porque te dedicas todo tu tiempo a buscar”.
“Si mínimo supiéramos dónde estás, nos desistiríamos de todo para acabar con esto, porque nosotros lo único que pedimos es encontrarte”, escribió en su cuenta de Facebook uno de sus familiares.
Pidió a su captores piedad y que lo liberen. «Tú no le has hecho a nadie, por el contrario, siempre luchaste por llevar el bienestar de los demás”, agregó en el mismo posteo el familiar.
Los amigos Huerta Torres acordaron ya no realizar protestas en las calles porque tienen miedo de sufrir represalias.
La última movilización que realizaron fue en Iguala frente a las oficinas de Recaudación de Rentas de la Secretaría de Administración y Finanzas del gobierno estatal.
Aun cuando el maltrato animal ya es catalogado como delito en todas sus modalidades, en redes sociales abundan denuncias públicas de casos de maltrato contra perros y gatos, muchas de ellas no son formalizadas y no hay sanciones contra los agresores.
Datos que tiene la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de Guerrero (Semaren) es que a nivel estatal sólo hay cinco denuncias formales por maltrato animal, de las cuales aún no hay resultados y tampoco sanciones para los agresores.
La Ley 491 de Bienestar Animal del Estado de Guerrero establece que las instancias indicadas para denunciar casos de maltrato animal son la Fiscalía General del Estado (FGE), la Procuraduría de Protección Ambiental del Estado de Guerrero (Propaeg) y los ayuntamientos.
De esas tres instancias sólo la FGE tiene las atribuciones de sancionar de manera jurídica el maltrato animal. De ahí la importancia, según las asociaciones protectoras de animales, de que haya denuncias formales por maltrato a los animales.
Asociaciones protectoras de animales, como Tesan, a diario reciben de cinco a 10 denuncias, sólo en Chilpancingo, de algún caso de maltrato animal del que las personas se percatan en la calle o con sus vecinos, pero muchas de estas denuncias no pasan de ser llamados en redes sociales o solicitudes para que las asociaciones intervengan.
Las 10 denuncias diarias que recibe Tesan se contraponen con las cinco denuncias formales de las que da cuenta la Semaren que tiene en los últimos meses. Estos datos son sólo de una asociación de varias que existen en Chilpancingo; todas reciben denuncias.
Tener mascotas en las azoteas, amarrados, sin agua ni comida, abandonarlos y atentar contra su integridad son sólo algunos de los tipos de maltrato que sanciona la Ley 491.
Los casos de los que tiene registro la Semaren son el el Stich, Katrin, mascotas que por el nivel de violencia ejercida contra ellas trascendieron y cientos de personas salieron a exigir justicia.
El caso más reciente es el de Stich, un perro callejero que era cuidado por los vecinos de la colonia Lomas del Poniente. El 27 de abril, después de entrar a una panadería y comerse un pan, Stich fue golpeado por el dueño del negocio. A los tres días de que le propinaron la golpiza Stich falleció por los golpes.
El caso conmocionó a la sociedad de Chilpancingo, por lo que se organizaron marchas e interpusieron una denuncia ante la FGE que no ha trascendido.
El caso de Katrín fue el de otro perro que fue brutalmente asesinado y por el que continúan exigiendo justicia.
El 10 de agosto del 2022, Katrin fue hallado muerto dentro de una bolsa de basura en una barranca cercana al fraccionamiento La Nuez, por el crimen, vecinos exigieron a las autoridades que se cumpla la Ley de Bienestar Animal y se castigue a los responsables, nada eso ha sucedido.
El cadáver de Katrín fue hallado dentro de una bolsa negra con signos de tortura, tenía varios huesos rotos; se cree que murió asfixiado dentro de La Bolsa. También por el asesinato de Katrín hay una denuncia ante la FGE.
El caso más reciente es de Frijola, tal como lo documentó Amapola, periodismo transgresor, era una perra mestiza adoptada que fue envenenada en Ometepec; el caso también fue denunciado ante la FGE.
Una integrante de la familia humana de Frijola, Nancy Sandoval, identificó a la responsable; hay pruebas y testigos y aún así la FGE no ha actuado.
Agatha, una perra que en el Fraccionamiento La Nuez de Chilpancingo, el mismo lugar donde asesinaron a Katrin, sufrió abuso sexual.
Por el hecho hay una denuncia ante la Propaeg y la Dirección de Medio Ambiente de Chilpancingo. De acuerdo con la información de Semaren los denunciantes no quisieron interponerla ante el Ministerio Público.
Otra denuncia es por Goliat, por el cargo de negligencia, porque su familia humana lo dejó sin tratamiento médico por un cáncer que padecía; la denuncia tanmpoco llegó a la FGE.
De estas cinco denuncias formales, hasta el momento, la FGE o la autoridad competente no ha determinado sanciones, por lo que los casos continúan en la impunidad.
A pesar que en la mayoría de los casos se tiene identificado al agresor, su domicilio y el móvil del delito, las autoridades ministeriales no aceleran los procesos para sancionarlos.
El maltrato se debe denunciar
La coordinadora de Bienestar Animal de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales de Guerrero (Semaren), Gretta Fuentes de María, expuso que es importante realizar las denuncias formales ante las instancias correspondientes para apliquen la ley y haya castigo para los agresores de animales.
En agosto del 2022, Tlapa de Comonfort, en la región Montaña, se convirtió en el primer municipio del estado en sancionar a dos personas por maltrato animal.
Fuentes de María considera que muchas personas no denuncian el maltrato animal porque desconocen la legislación y porque normalizan el maltrato a los animales. No saben que hay una ley que los protege.
Otra de las causas es que no se denuncia es por miedo o por evitar conflictos con los vecinos o personas conocidas.
El ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, fue absuelto de tener alguna responsabilidad en la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, ocurrida la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre del 2014, de acuerdo con la sentencia de un juez de control dada a conocer hoy.
Fue el Tribunal Colegiado de Apelación del Décimo Noveno Circuito, con sede en Tamaulipas, quien absolvió al ex alcalde de Iguala, después de considerar que el Ministerio Público Federal no aportó pruebas suficientes que acreditarán la acusación de que Abarca Velázquez participó y tuvo responsabilidad en la desaparición de los 43 estudiantes.
Abarca Velázquez aún tiene un proceso judicial en su contra por el que ya fue sentenciado a 92 años y seis meses de prisión por el secuestro de los activistas Arturo Hernández Cardona, dirigente de la Unión Campesina Emiliano Zapata (UCEZ) y los activistas Félix Bandera Román y Ángel Román Ramírez, en hechos ocurridos en junio del 2013.
La sentencia, dada a conocer este martes por el magistrado Juan Manuel Rodríguez Gámez, es definitiva, por lo que no podrá ser apelada por la Fiscalía General de la República (FGR), de tal manera que a partir de hoy el exalcalde es considerado inocente por la justicia mexicana en la desaparición de los 43 normalistas.
La sentencia también absolvió a 18 personas, entre ellas el ex director la Policía Municipal de Iguala, Felipe Flores Velázquez, acusado por la entonces Procuraduría General de la República (PGR), hoy FGR, del delito de delincuencia organizada por su presunta relación con el grupo criminal conocido como Guerreros Unidos.
Está determinación fue para ratificar una primer sentencia, dictada por el juez federal Samuel Ventura Ramos, en septiembre pasado, la cual aseguró que no existen evidencias de responsabilidad de Abarca en la desaparición de los 43 estudiantes.
El mismo juez Ventura Ramos lo declaró inocente por la desaparición de los 43 estudiantes, y también dictó la única sentencia condenatoria porque se le halló responsable, el secuestro del activista y Arturo Hernández Cardona y cinco integrantes más de la Unidad Popular, un bloque de organizaciones sociales de la cual forma parte la UCEZ.
Abarca Velázquez también es investigado por los delitos de delincuencia organizada y lavado de dinero, acusaciones de las cuales aún no se emite alguna sentencia.
Profesores de la Escuela Primaria José Martí, ubicada en la colonia Caminos, desalojaron a sus alumnos por una puerta trasera luego de una balacera frente al edificio, donde fue asesinado un hombre.
La versión de algunos comerciantes que tienen sus negocios en la calle 28 de Octubre, es que poco después de las doce, un automóvil Nissan tipo Versa se paró frente a la escuela y descendió un individuo vestido con pantalón de mezclilla azul y armado.
Este individuo se dirigió a un hombre que estaba parado y le disparó en varis ocasiones.
Las detonaciones provocaron que los comerciantes bajaran las cortinas de sus establecimientos y se encerraran en ellos.
Poco después, cuando el agresor, acompañado de más personas, se había marchado en el vehículo, los comerciantes empezaron a salir de sus negocios y otras personas de sus viviendas.
Todavía ninguna corporación policiaca llegaba cuando una persona del lugar cubrió con un lienzo el cadáver de la víctima.
Los profesores de la primaria José Martí, cuyo edificio está a unos nueve metros de donde ocurrió el asesinato, sacaron por una puerta trasera a las niñas y niños del turno matutino que para entonces casi termimaba.
Después de las 12:30 horas llegó la Policía Estatal, una patrulla del Ejército, personal de la Fiscalía General del Estado (FGE) y del Servicio Médico Forense (SEMEFO).
Dos trabajadores de la unidad forense levantaron el cadáver, lo colocaron en una bolsa blanca y lo subieron en la batea de la camioneta.
«Fue horrible la balacera», dijo una señora que hasta después que se llevaron el cadáver de la víctima se asomó por la puerta de su casa.
Poco después de la una de la tarde empezaron a llegar las niñas y los niños que estudian en esta escuela en el turno vespertino.
En esta vía que también se le conoce como el Viejo Libramiento a Tixtla no existe ninguna cámara de videovigilancia de las secretarías de Seguridad Pública estatal y municipal.
Esta zona es cercana a las instalaciones del mercado central Baltasar R Leyva Mancilla, lugar que es sede de actos violentos desde hace casi una década.
Un grupo del crimen organizado realiza el cobro de piso y extorsiones a los comerciantes y pequeños empresarios que tienen sus negocios ahí.
El 27 de marzo pasado, el secretario de Seguridad Pública estatal, Evelio Gómez Méndez, se reunió con empresarios y comerciantes en el salón de un hotel ubicado cerca.
Los enoresarios y comerciantes le expusieron al funcionario las extorsiones, cobro de piso y secuestros que enfrentan.
En esa ocasión Gómez Méndez, y más recientemente la alcaldesa de Chilpancingo, la morenista Norma Otilia Hernández Martínez, se comprometieron a reforzar la seguridad en puntos álgidos de la ciudad, como donde hoy ocurrieron los hechos.
El titular de la SPP y Hernández Martínez prometieron instalar más videocámaras de seguridad, pero en la escena del crimen de hace un rato no había ninguna.