Texto: Marlén Castro
Foto: Amapola Periodismo
Martes 12 de marzo del 2024
Chilpancingo
Cerca de las diez de la mañana, la duda y la incertidumbre de cinco días se despejó.
El blanco de los normalistas era la Fiscalía General del Estado (FGE). Se supo desde que los autobuses en los que venían viraron dos veces a la derecha después de dejar la carretera México-Acapulco.
En la ciudad, blindaron los edificios públicos más importantes desde la madrugada del viernes 8 de marzo, unas horas después del asesinato de Yanqui Kothan Guzmán Peralta, de 23 años, por policías estatales, a la salida oriente de Chilpancingo.
Definitivamente influyó para esa decisión, lo dicho casi una hora antes desde Ciudad de México por el presidente Andrés Manuel López Obrador, de que el policía estatal que disparó había escapado.
Los estudiantes en la Normal Rural, en Tixtla, ubicada a unos 30 minutos de la capital, comenzaron a moverse. Subieron a los autobuses que tienen retenidos desde hace varios días, antes del asesinato de Yanqui, y se enfilaron hacia el nuevo libramiento a Tixtla.
Los movimientos de los estudiantes eran monitoreados o quizá reportados desde dentro mismo por algún normalista, ya se documentó en varias ocasiones la infiltración de los estudiantes por parte de las autoridades a través de diferentes instancias.
Cuando se movieron los normalistas, el gobierno del estado comenzó a desalojar de forma inmediata a los trabajadores en Palacio de Gobierno, Congreso del Estado, edificio Juan Álvarez, en el centro de la ciudad, y a los de la FGE.
Alrededor de las 9:40, los autobuses con los normalistas entraron a Chilpancingo, por el acceso norte de la ciudad, de ese lado el nuevo libramiento entronca con la Autopista del Sol.
La caravana de autobuses se metió a la Autopista y siguió por la vía rápida como si fuera a Acapulco, cuando llegó a la altura del Palacio de Gobierno continuó de frente. Entonces se supo que las oficinas centrales, en las que despacha la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, no eran objetivo.
A las 10:10 arribaron al edificio blindado con barricadas de guardias nacionales. A los normalistas les bastaron 30 minutos para dejar el lugar, tal y cual queda una zona de guerra.
Unos 200 normalistas bajaron de esos autobuses, casi cada uno, con un equipo de cuatro bombas molotovs, preparadas en envases grandes de refrescos, también petardos y cohetones. Los normalistas se lanzaron contra la Fiscalía como una parvada de langostas sobre un campo de maíz.
A cierta distancia, empezaron a prender fuego y aventar los artefactos uno tras otro, superando desde el primer momento a los cerca de 100 elementos de la Guardia Nacional que desde dentro intentaron defender el edificio.
Unos 10 minutos de petardos y bombas molotovs después los guardias nacionales lanzaron gases lacrimógenos sólo para que les permitiera replegarse y retirarse.
Ya con el edificio sin protección y mientras seguían lanzando bombas y petardos, un grupo de normalistas condujo una camioneta blanca propiedad de la Normal Rural y la estrelló varias veces contra la barda de cemento al lado derecho de la entrada principal, en donde hizo un boquete por el que pasaron los normalistas.
No fue el único lugar que abrieron. De lado izquierdo de la puerta de acceso principal, otro grupo quitó un pedazo de la reja, por donde más estudiantes se brincaron.
Adentro, los estudiantes fueron incendiado los autos estacionados, algunos oficiales y otros propiedad de los mismos trabajadores.
En unos cinco minutos, con todos los autos incendiándose, el lugar se convirtió en un espacio con varias llamaradas y se envolvió en una enorme nube de humo negra, la cual podía verse a varios kilómetros a la redonda.
Mucha gente comenzó a subir a redes sociales grabaciones de lo que veían a kilómetros de la Fiscalía.
“Desde dónde estoy así se ve el lugar donde se ubica la Fiscalía”, dijo un usuario de Facebook alrededor de las 10:30 de la mañana. Estaba lejos y lo que se miraba a distancia era impresionante, pero menos de como se veía a unos cuantos metros.
Después de incendiar los autos en el estacionamiento, los estudiantes se metieron a las oficinas de la Fiscalía por el punto conocido como la pluma, por donde entran los carros. Iban atrás de ellos, los comunicadores que reportan para muchas páginas digitales.
Los normalistas les marcaron el alto a los comunicadores. Les dijeron que hasta ahí llegaban.
“Alto ahí, alto ahí, siempre dicen las cosas a su conveniencia. Nunca dicen la verdad”, increparon y salió su reclamo en los en vivos de todas estas páginas. La marabunta de estudiantes pasó la pluma y se metió a las oficinas sin permitir el paso a ningún reportero.
Al cabo de unos tres minutos salieron y se dirigieron a sus autobuses.
“Amonos, amonos, amonos ya, entiendan, vámonos todos”, decía uno de los normalistas al mando.
Todos comenzaron a subirse a los autobuses. Alrededor de las 10:40 se retiraron. Dejaron el lugar envuelto en llamas.
Sólo 30 minutos bastaron para mostrar esta fuerza demoledora de los estudiantes otra vez agraviados.