Texto: Margena de la O
Fotografía: Oscar Guerrero
Chilapa
La Tigrada de Chilapa, considerada como una tradición para los habitantes del municipio, es una celebración que ha tomado aspectos de carnaval por intervención de las autoridades municipales que le dan un uso político.
Esta fue la sensación de los asistentes a la celebración en la cabecera municipal, donde lo que más impactó fue la verbena popular nocturna que rompió con el contexto.
La celebración, de manera original, al menos así lo recuerdan los habitantes, está asociado a las niñas y a los niños del pueblo, quienes son los protagonistas de las “correteadas”. Unos vestidos de tigres y otros de perros con la cara tapada; en una especie de juego comenzaban a perseguirse y a provocarse. Ganaba el equipo que logra capturar al rival, quienes después enfrentan un castigo: solían amarrarlos a un poste y hacerles comer algo picoso hasta que su manada acudía a rescatarlos.
Así transcurría el juego las tardes del 1 al 15 de agosto en las calles más concurridas de la comunidad.
Hubo cronistas locales que les adjudicaron a la celebración una carga de ritualidad de la petición de lluvia de la zona nahua de Guerrero, pero el profesor Luis Aguilar Nava, uno de los cronistas más conocidos del municipio le suprime esa asociación, al aclarar que el tigre de Chilapa sólo es una figura de diversión que se convirtió en una tradición del pasado reciente.
En otras partes de nahuas de Montaña baja, como en el municipio de Zitlala o en la comunidad de Acatlán, que pertenece a Chilapa, los tigres sí son rituales, es decir, asociados a la cosmovisión de sus antepasados.
“El tigre de Chilapa es un tigre para la diversión no para el ritual. En Chilapa, el tigre de hace 50 años se dedicaba corretear en las calles a niños y a espantar a señoritas”, menciona el profesor.
La celebración tampoco tenía un nombre establecido. Sólo decían “ya vienen los tigres” para hacer referencia a que se acercaba agosto y el juego de los niños y las niñas en las calles.
El cierre de las «correteadas» coincide con el Día de la Asunción de la Virgen María, conocida también como la Virgen de las Manzanas, que tiene su templo justo en la catedral de la cabecera municipal, el máximo recinto católico del municipio, que suele ser visitado también por ciertos tigres en estas fechas, pero en realidad no tienen conexión.
El aspecto ceremonial y la religión son dos elementos que suelen conjugarse en casi todos los rituales de petición de lluvias de la zona nahua, pero éste no es el caso.
Durante los últimos años, esta celebración viró a una verbena con el nombre de La Tigrada: un contingente de personas, en su mayoría hombres, de todas las edades, vestidos de tigres y con máscaras llamativas que recorren las principales calles de la cabecera municipal, acompañado de grupos con representaciones tradicionales de otras partes del estado.
Estos felinos en realidad son jaguares, porque son los ejemplares que habitan en las serranías de Guerrero, pero durante la Conquista, los españoles los confundieron con tigrillos, y es muy probable que derivado de la fusión de culturas, en las ritualidades de Guerrero fuera apropiado como tigre, de acuerdo con las reflexiones de una historiadora local.
Aguilar Nava comparte que el nombre en realidad fue instaurado apenas a finales de los ochentas, y que desde el período del alcalde Sergio Dolores Flores (2009-2012) hay una intervención directa del Ayuntamiento en la celebración.
En el contingente de este año de La Tigrada estuvo Óscar Abarca, un joven que lleva más de 20 años en ser un tigre de agosto en Chilapa, de donde es originario. Esta vez participó junto a amigos y familiares, entre ellos su hijo pequeño y esposa, por una tradición que siguen en casa, y no por poseer la máscara de tigre más grande o llevar la banda de música más potente, elementos en los que, cree, sostienen la celebración en la actualidad.
Pero, a su juicio, la tradición está en el pasado, en su época de niño. “La tradición que nosotros llamamos La Tigrada, es salir nosotros como niños y torear, atraer al tigre, para que nos correteara, nos alcanzara y nos hiciera una travesura, un castigo por hacer eso”, comenta.
Hay aspectos importantes que han modificado La Tigrada en Chilapa, como el uso político que le dan las autoridades locales, y eso fue visible anoche, en el zócalo donde había un templete con la primera plana de la administración municipal, encabezada por el alcalde Aldy Esteban Román, vestido de tigre. Desde ahí recibió y entregó reconocimiento a los ediles y servidores públicos de los otros municipios que llevaron contingente al recorrido de tigres ayer.
Después hubo un baile en el zócalo para cerrar la celebración.
“Todo lo politizan y no, no es el caso, nosotros lo hacemos por tradición”, agrega Óscar.
En esto también coincidió un hombre que circulaba por el zócalo vestido de tigre y que, dijo, era trabajador del gobierno municipal y lo obligaron a vestirse. “No estoy de acuerdo en la imposición”, comenta en una charla.
Existe un rasgo mayor que ha modificado todos los escenarios posibles en la Montaña baja, la inseguridad producto de una violencia que por mucho tiempo ha mantenido como rehén a los habitantes de esta zona. Algunos de ellos comentaron que hubo un tiempo en que tuvieron miedo de participar en las tardes de “correteadas”, por no saber las relaciones que llegara a tener quien fuera el tigre.
Tampoco es que el escenario haya cambiado, porque los hechos violentos en la región continúan, pero hay cierta habitualidad a que ocurran. El domingo pasado, en el contexto de la celebración de La Tigrada, asesinaron a dos hombres, uno muy joven, en la gasolinería ubicada en la avenida Eucaria Apreza, una de las vías más transitadas de la cabecera municipal.
Con este antecedente todo contexto tiene un viraje.