El 72% de las mujeres que no tienen empleo remunerado, pero quisieran trabajar, son madres

Para que más madres se puedan unir a la fuerza laboral es necesario que México avance hacia un Sistema Nacional de Cuidados y haya mayor oferta de empleos compatibles con las tareas de cuidado no remuneradas.


Texto: Andrea Vega / Animal Político 

Fotografía: José Luis de la Cruz / Archivo

11 de mayo de 2022

 

La maternidad en México es un factor de deterioro de las condiciones laborales de las mujeres. El 72% de las que quisiera tener un empleo remunerado no pueden conseguirlo porque en ellas recae el trabajo de cuidados de los hijos u otros familiares y las tareas del hogar. Las que sí pueden tener un empleo con salario deben conformarse con jornadas más flexibles u ocupaciones informales y de menores ingresos.

Así lo muestra un informe del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) que analizó las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) al cuarto trimestre de 2021 para conocer cuál es la situación de las madres en México y las condiciones laborales que enfrentan.

“Sabemos que hay un 72% de mujeres que quisiera tener un empleo con salario, pero no pueden por el trabajo de cuidados que realizan. Esto lo sabemos porque en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (Enoe) del Inegi respondieron, por ejemplo, que buscaron un empleo en el último mes, pero no se adapta a sus tareas en el hogar o que regresarían a trabajar si encontrarán algo más flexible”, explica Fátima Masse, directora de Sociedad Incluyente de Imco.

Está, además, el grupo de mujeres que no se considera disponible para laborar fuera de casa, en este nueve de cada 10 son madres. Y justo no se asumen disponibles por la carga de labores de cuidado y domésticas que les toca realizar.

“Aquí hay una enorme brecha de género. Si comparamos el grupo de hombres que contestaron en la Enoe no estar disponibles por quehaceres domésticos resulta que por cada uno hay 12 mujeres en esa situación, es decir la relación es de 12 a 1, así la brecha”, subraya Masse.

Entre las madres que sí han logrado tener un trabajo remunerado, la mayoría tiende a buscar alternativas laborales con mayor flexibilidad de tiempo, para compaginar el trabajo con la vida personal. Esto se refleja en el hecho de que muchas estén empleadas en la informalidad (58%), trabajen menos de 35 horas a la semana (35%) por la doble carga de trabajo que enfrentan, y busquen ocuparse por cuenta propia (28%).

Lo anterior impacta en las percepciones económicas. 67% de las madres que tienen un empleo remunerado gana hasta dos salarios mínimos mensuales (un máximo de $10 mil 372 pesos al mes), mientras que una menor proporción (58%) de las que no tienen hijos se encuentra en este mismo rango salarial.

Además, la tasa de informalidad de las mujeres con seis o más hijos es 37 puntos porcentuales mayor que la de aquellas con uno o dos hijos.

El efecto pandemia

De acuerdo con un informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la situación laboral y de remuneración empeoró para las mujeres por la pandemia de COVID-19, que demandó una mayor cantidad de tiempo y tareas para los quehaceres del hogar, por el cierre de las escuelas.

En 2020, a nivel nacional, las horas promedio semanales que las mujeres dedicaron a las tareas de cuidado de otras personas del hogar superaron en 11.5 las dedicadas por los hombres. Si se compara este indicador entre hombres y mujeres en situación de pobreza, la diferencia aumenta a 12.6 horas, mientras que, en hombres y mujeres en situación de no pobreza, la diferencia se situó en 10.4 horas en el mismo año.

Por otra parte, si se compara el periodo de agosto a noviembre de 2020 con el mismo periodo en 2018, el número de mujeres en situación de pobreza en búsqueda de un empleo aumentó en 118.5%, y en 61.7% en aquellas que no se encontraban en situación de pobreza.

Al considerar el total del trabajo doméstico no remunerado, las mujeres también presentaron un mayor aumento respecto a los hombres en el número total de horas destinadas a esta actividad, salvo en el grupo de 18 a 44 años. En las mujeres el aumento fue de 60 millones de horas semanales, mientras que en los hombres fue de 37 millones; así en 2020, las mujeres destinaron 3 veces más de horas que ellos.

La mayor participación de los hombres en el trabajo doméstico durante la pandemia, aunque ocurrió en un contexto de crisis laboral, señala Coneval, evidenció la necesidad de que en el mercado de trabajo se generen mejores condiciones que permitan una redistribución más equitativa del trabajo de casa.

Es crucial para esto eliminar los estereotipos de género que asignan a las mujeres la carga del trabajo doméstico. Si bien los hombres participaron más en estas tareas ante la menor demanda de la fuerza laboral, el incremento no se reflejó en una redistribución más igualitaria de las labores domésticas y de cuidados.

Todo lo anterior refleja la importancia, subraya el Coneval, de fortalecer estrategias y programas destinados a apoyar el cuidado de las infancias en el hogar, verificar y, en su caso, anular el impacto negativo originado por la eliminación del Programa Escuelas de Tiempo Completo, así como diseñar otras políticas públicas que otorguen servicios directos de cuidado a las personas infantes, adultas mayores y con discapacidad y consolidar el proyecto federal del Sistema Nacional de Cuidados.

“Esto es importantísimo, dice Fátima Masse, del Imco, hay que desarrollar ese Sistema Nacional de Cuidados, pero ya cerramos el primer periodo legislativo de este año y no se tocó el tema. Esperemos que se abordé en el siguiente, pero en el segundo periodo siempre domina la discusión del paquete económico”.

En el senado está atorada la iniciativa para expedir la Ley General del Sistema Nacional de Cuidados, que busca garantizar a todas las personas el acceso y el disfrute del derecho a los cuidados con base en el principio de corresponsabilidad entre mujeres y hombres, familias, comunidad, mercado y el propio Estado, bajo los principios de igualdad y de no discriminación.

Además, agrega Masse, el problema no es solo ley y lo que está hoy en la cancha del legislativo, sino todas las decisiones que contribuyen a empeorar el panorama para las madres que trabajan. “Las escuelas de tiempo completo eran una de las piezas elementales y de un plumazo decidieron que no son importantes, cuando es fundamental ofrecer servicios de calidad que puedan liberar tiempo para las madres”.