El artista plástico David de León Benítez observa los últimos detalles de su reciente trabajo. Es un mural grande en el que se ve a una niña abrazada a un jaguar, del otro lado un niño con traje de jaguar jugando con una avispa.
David es un artista plástico y muralista con más de 15 años de trayectoria. Estudió gráfica en Florencia, Italia y es originario de Costa Grande.
Desde niño le gustó dibujar, era algo que lo distraía, ahora le apasiona.
Fue invitado a pintar este mural en el museo interactivo La Avispa, ubicado al sur de Chilpancingo, a encargo del gobierno estatal.
A David le dieron la libertad de proponer el mural, optó por pintar algo representativo para los guerrerenses. “La estructura del mural habla de lo que es ser guerrerense, con una niña y un niño, ambos con traje de tecuan, mientras la niña abraza y es protegida por un jaguar, el niño interactuando con una avispa”.
Para hacer el mural, David utilizó un efecto visual llamado anaformismo, donde jugó con las perspectivas, las formas y los tamaños de la obra. Le significó un reto, porque nunca había trabajado con esta técnica.
“En el anamorfismo tomas un punto de referencia o perspectiva, y desde ese puesto, punto o ángulo puedes apreciar con totalidad la pieza, y es una técnica un tanto difícil porque tienes que jugar con el efecto óptico, pero el resultado es muy padre”, dijo.
El lugar donde pintó el mural es un espacio grande, en forma de escuadra, lo que le permitió abordar esta técnica. Su mural ahora es parte de la fachada del museo.
David realizó el mural en tres semanas; falta que sea inaugurado de manera oficial.
Este artista plástico es conocido y reconocido dentro y fuera del país. Sus diferentes técnicas en las artes plásticas lo han llevado a otros países de Europa, Asia y Centroamérica.
Tiene diferentes reconocimientos por su trabajo y trayectoria, como La Bienal del Pacífico de Pintura Grabado Javier Mariano 2017, y el premio Efraín Vargas, en Michoacán.
Ahora tiene una exposición de pintura en el Palacio de Cultura, en el centro de la capital.
“Desde niño he dibujado sin parar y es la fecha que no paro de dibujar, lo padre es que ahora vivo de eso”.
A través de un ejercicio de apropiación del espacio público, presentaron por primera vez el cortometraje “Él, detrás del arma”, un trabajo que documenta la historia personal de su director, Gabriel Esdrás y que retrata la experiencia de un joven que habita un estado, una ciudad y un barrio atravesado por escenarios distópicos y de caos.
La proyección fue posible gracias a Docu al Parque. Ahí estuvieron presentes “Los Mamarrachos”, un grupo de artistas del grafiti originarios del barrio de Mezquitán en Guadalajara -lugar donde se desarrolla la pieza-, y quienes sin ser actores o actrices profesionales participaron en la grabación.
Texto y fotografías por Leslie Zepeda / ZonaDocs
9 de mayo del 2023
En mayo de 2020, Giovanni López fue detenido y ejecutado extrajudicialmente por policías municipales Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco. Estos hechos sucedieron en el marco de las restricciones sanitarias por la pandemia de COVID-19, por lo que, la justificación de los agentes de seguridad fue que tenía que ser sancionado por no llevar cubrebocas.
Este hecho generó indignación en la población, mayormente en las y los jóvenes que se manifestaron en diferentes puntos de la ciudad contra el abuso policial en plena pandemia. La respuesta del Gobierno de Jalisco fue la misma: represión policial ahora contra quienes se manifestaron e, incluso, hacia quienes sólo transitaban por zonas aledañas a las movilizaciones que se llevaron a cabo entre el 4, 5 y 6 de junio de 2020.
Esto es lo que impulsó a Gabriel Esdrás, un joven estudiante de cine en la Universidad de Guadalajara. En aquel entonces, tenía 18 años. Para él, la realidad que vivía parecía más bien una distopía, es decir, una ciudad habitada por el caos. Esto lo llevó a crear y dirigir su cortometraje, “Él, detrás del arma”. Esta producción fue grabada en las calles y con las personas que habitan el barrio de Mezquitán en Guadalajara. Apenas en enero de este año culminaron de filmar.
“En ese tiempo estaba el incendio de la primavera, todo el cielo estaba naranja. Fui a comprar tortillas, vi el cielo quemándose, estaban sucediendo las manifestaciones (para exigir justicia para Giovanni López) y estaba la pandemia aparte. Entonces, era como un ambiente distópico… mi vida seguía más o menos normal, pero todo se estaba yendo al carajo”, afirmó Gabriel Esdrás.
Bajo esta idea inicial es que su director comenzó a desarrollar la historia. Y es que, además de incitarlo la realidad que percibió en ese entonces, también lo inspiró a crear el corto desde su propia historia. Por ello, Gabriel Esdrás reconoce que se trata de una historia autobiográfica, reconoce:
“El corto nace de esta ‘maduración a huevo’, de a huevo tienes que doblegarte ante el sistema, no ser lo que tú quieras hacer y sobrevivir a esta distopía que vivimos Yo tenía 18 años en ese entonces, por eso el personaje que aparece en el corto, Samuel, también tiene 18 años. Y luego Marcos, el otro protagonista, su hermano que tiene que cuidar de él, trabajar para mantenerlo, dejar de grafitear, que es lo que siempre le ha gustado, para ser guardia de seguridad y mantener a su familia porque las condiciones no son aptas para que se desenvuelva en cualquier ámbito artístico”.
Mezquitán es el hogar de Gabriel Edrás, ahí creció y se ha desarrollado. Así lo narra, pues en su cortometraje decidió contarlo desde las experiencias de “Los Mamarrachos” un grupo de habitantes del barrio, que, al igual que él, forman parte de esta comunidad. Hombres y mujeres que se dedican al grafiti, con múltiples tatuajes y que constantemente son estigmatizados por ello.
Para Gabriel Esdrás implicó cierta complejidad dirigir en este caso a actores primerizos, sin embargo, consideró que el casting fue primordial para el resultado positivo que obtuvo. Lo que buscó fue la espontaneidad, sobre todo actores y actrices del barrio que se desenvolvieron con naturalidad y personas extrovertidas que no tuvieron temor a actuar. El reto que tuvo que atravesar fue el económico, ya que el presupuesto para realizarlo fue limitado:
“El guion se escribió con ellos, o sea, pensando en ellos. Para la libertad de que fueran sus propios diálogos, en sus espacios. “Los mamarrachos” se portaron de una manera super altruista, me apoyaron de una manera increíble y mostraron un amor por el grafiti que es lo que les gusta Los procesos fueron mucho de platicar y encontrar cosas dentro de ellos que podrían usar para actuar. Entonces, supongo que la mayor complejidad fue que no teníamos dinero y que lo hicimos así de la nada. La escuela nos dio un apoyo de 5 mil pesos y con eso hicimos todo”, destacó el director.
Con una importante asistencia, con decenas de personas presentes, se llevó a cabo la primera presentación de “Él, detrás del arma”, un evento contra cultural como lo nombraron, donde previamente se proyectaron una serie de cortometrajes que, según Gabriel Esdrás, son problemáticas que actualmente atraviesan a Jalisco, como: las desapariciones, el abuso policial, la gentrificación, entre otros. Además, acudieron integrantes de “Los Mamarrachos”, quienes se dedicaron a crear grafitis en el mismo muro donde se proyectó su cortometraje.
“La idea es eso: re apropiarnos de nuestros espacios, más ahora con el gobierno de Pablo Lemus de Movimiento Ciudadano -alcalde de Guadalajara- que quiere despoblar el centro de la gente del barrio y hacerlo para ricos, sacarnos a las periferias. Si creamos esta comunidad y hacemos ese músculo de la sociedad, vamos a tener más posibilidades de defendernos. No tenemos que ir a museos o galerías, podemos hacerlo en un muro, podemos proyectarlo en un muro y eso va a ser suficiente; romper con el arte burgués”, insistió Gabriel Esdrás.
José Luis fue uno de los invitados a grafitear el muro. Él trabaja por su cuenta como muralista, se ha dedicado a hacer grafiti en muros de negocios y para algunas marcas. Al igual que el director del cortometraje, ha habitado el barrio de Mezquitán toda su vida. “Para mí el grafiti es parte de mi estilo de vida” dijo al reconocer que tanto él como sus compañeros del barrio han sido criminalizados por el arte que hacen.
Para esta ocasión José Luis decidió pintar a un policía de manera ridiculizada con rasgos grandes y marcados mientras alumbra con su lámpara:
“Todos los policías son bastardos para mí, porque he tenido muy malas experiencias con todos. No es la primera vez que me pasa algo así, desde muy pequeño, y a la fecha, los policías siempre se han portado ‘mala leche’. Yo desconfío muchísimo de que alguno de ellos se me acerque. Aquí los policías, en la zona de Mezquitán, son bien ‘castroles’, entones es tirarles un poco. La idea es ridiculizarlos. Es un policía reportando y buscando al que está pintando, al que está caminando y anda fachoso. Es como una crítica a ellos directamente hacia la yugular”.
No es casualidad lo que narró José Luis. Hace poco, policías lo detuvieron a él y a otros compañeros al terminar de pintar un mural por el que les pagaron y tenían autorización de llevarlo a cabo:
“Tuvimos una experiencia muy mala con la policía hace poquito. Estábamos pintando el mural en la colonia La Nogalera y estábamos haciendo un mural, de hecho, con permiso y todas las de la ley. Pero alguien nos reportó que porque estábamos ahí haciendo desmadre y por estar sentados en la banqueta con un envase vacío de caguama. Nos levantaron y nos llevaron a la cárcel, sin justificación”.
Así, entra la creación del grafiti de distintos artistas, la primera proyección de “Él, detrás del arma”, el festejo y el baile se cumplió con el objetivo de apropiarse de las calles donde se grabó esta pieza: el barrio de Mezquitán, pero, sobre todo, como una forma de resistencia ante las violencias que enfrentan y que motivaron la creación de ese cortometraje.
En su libro ‘Fruto’, la periodista y escritora Daniela Rea defiende la premisa de que todas las personas han sido cuidadas y, por ello, deben ser conscientes de quiénes les brindaron esos cuidados y comprometerse a otorgarlos también.
Texto: Herminia Miranda / Animal Político
Fotografía: Ediciones Antilope
8 de mayo del 2023
Los cuidados no son una actividad que implique solo a las madres, sino que deben involucrar a todos en la sociedad, advierte la periodista y escritora Daniela Rea, quien señala que históricamente en esta labor se ha dejado solas a las mujeres y, además, se les exige criar hijos “buenos y productivos”.
Con la premisa de que no todas las mujeres somos madres, pero todas hemos cuidado y hemos sido cuidadas, en Fruto, su más reciente libro —publicado por Ediciones Antílope—, Rea narra diferentes perspectivas del cuidado y de cómo lo desarrollan las mujeres.
A través de diversas historias, empezando por la de su propia madre, Rosario, y la de ella misma como mamá de Naira y Emilia, muestra las contradicciones que existen en esta labor.
Laura, Channi, Alejandra, Jenny, Avelina y otras mujeres cuentan sus casos y las circunstancias que provocaron que, por ejemplo, una de ellas, siendo apenas una niña, comenzara a hacerse cargo del cuidado de sus hermanos. Otra relata qué sucesos la llevaron a que cuide de sus nietos y otras más hablan sobre en qué momento tuvieron que atender a una madre enferma o a una víctima de violencia.
El libro también muestra una mirada de lo que para algunas mujeres implica la crianza de sus hijos: los cuestionamientos, los miedos y la soledad que se puede experimentar al ser madre.
En entrevista, Rea insiste en que los cuidados no representan un tema que implique solamente a las madres, sino que deben involucrar a todas las personas en la sociedad.
“Como lo digo en el libro, no todas somos madres, pero todos hemos sido cuidados… No necesitan cuidado solo los niños, los ancianos o las personas con discapacidad, todo mundo necesita cuidado; si nosotras como mujeres en edad productiva estamos vivas es porque alguien nos cuidó”, sostiene.
La autora también señala que se debe de revisar cuál es el compromiso del Estado, de la sociedad, de la familia, de las empresas o de los espacios laborales con una persona que cuida.
En México, el trabajo de cuidado no pagado representaba —al corte de 2020— poco más de una cuarta parte del Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con el Inegi, superando a cualquier otra actividad, advierte Rea.
📌 Cuidar nos conserva, nos sostiene y nos reúne, pero también nos arrasa y nos agota. En "Fruto", de @DanielareaRea, se abordan las contradicciones del cuidado para mostrar que las historias de crianza no se reducen a las madres, sino que nos involucran a todas. pic.twitter.com/zpfjNwisO9
En las hojas de Fruto, Rea argumenta que las mujeres gestan la fuerza de trabajo: la paren, la crían, la hacen crecer, la cuidan, la visten, la educan, la entregan y, en ocasiones, se las arrebatan cuando se las roban o la desaparecen “como si fueran una mercancía”.
Así —señala—, además de que la reproducción ha quedado sometida al mercado, al capital, donde esa reproducción es necesaria, una mujer tiene aún otros desafíos. Hoy, no solo se le exige ser madre, sino también destacar en lo que realiza. “Tienes que seguir siendo una chingona en lo que haces”, resume la autora.
“Nos exigen criar hijos buenos, pero nos dejan solas en el proceso. Esa es una cosa brutal que implica una injusticia, que tiene como consecuencia culpa en nosotras, esa cosa que le llaman depresión postparto, nos hacen sentirnos locas, deprimidas. Valdría la pena plantearnos otros términos, dejarnos de echar la culpa”, expone.
“Es entender que las personas que todos los días salimos a trabajar, que todos los días consumimos, que es lo que le interesa al capital, quién trabaja y quién no, son personas que existen porque alguien los cuidó. En ese sentido es que las mujeres estamos produciendo la fuerza del trabajo”, plantea.
Rea pone el dedo sobre las exigencias de la misma sociedad en torno a cómo se debe ser madre.
“Además de la pérdida de identidad, la confusión de la identidad, tiene que ver con que ni siquiera nos dan espacio a que encontremos nuestro lugar, nuestra identidad, en este nuevo momento que es convertirse en mamá. Es cuidar a alguien de quien depende la vida absolutamente”, dice.
“Yo lo entendí tiempo después, platicando este proceso, que no era tanto que mi hija me borrara mi identidad, que mi hija no me permitiera saber quién era yo, sino todas estas expectativas y demandas sociales y externas que siguen empujando sobre nosotras”.
Crianza colectiva
Rea apuesta a que puede darse la crianza colectiva, a pesar de que el ambiente “cada vez es más hostil para hacer los cuidados”, lo cual quedó demostrado desde 2020 por la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, señala que no se tendría que haber llegado a la necesidad de que una tía o vecina cuide a los niños, sino que en el país tendrían que haberse formado espacios libres y seguros donde los hijos puedan estar y, a la vez, haya tiempo para dar cuidados dignos.
“Siento que hay condiciones externas que la están dificultando (la crianza colectiva), pero aún así hay que imaginar cómo le hacemos”, dice.
En este contexto, recomienda que los hombres se den cuenta de qué implica que alguien los haya cuidado toda su vida.
“Me gustaría que vieran a su alrededor, poner atención en quién nos ha cuidado, cómo, acompañar y comprometerse. Me gustaría que el libro fuera una invitación a pensar en la persona que te ha cuidado y comprometerte con ese cuidado”, subraya.
Hombres y mujeres nahuas de Zitlala, municipio de la Montaña baja del estado, vestidos de jaguares, se congregaron hoy en el zócalo de la cabecera municipal, como cada año, para realizar su ritual milenario de petición de lluvias denominado Atsatsilistli.
Este ritual consiste en peleas a puño limpio entre pares que desean ofrendar a sus ancestros y a su entorno natural, en las que se utilizan reatas, que previamente fueron tensadas y curadas con mezcal), para el intercambio de golpes.
Atsatsilistli es una palabra de origen náhuatl que significa petición de lluvias y, de acuerdo con la tradición de los nahuas, los golpes realizados con la reata al cuerpo del contrincante representan los relámpagos que anuncian las lluvias para su cosecha.
Los participantes son quienes habitan en los diferentes barrios de la cabecera municipal.
Antes de iniciar la ceremonia, los participantes recorrieron las diferentes calles de Zitlala, después se dividieron en dos bandos y, entonces, ingresan a un pequeño ruedo a comenzar las peleas.
Los golpes se lanzan siempre al cuerpo y a la cabeza, que es adornada con una gran máscara de cuero, las peleas concluyen una vez que uno de los contendientes sede o se rinde.
A golpes y vestidos de tigres, mujeres y hombres nahuas de Acatlán, municipio de Chilapa, en la Montaña baja de Guerrero, piden y ofrendan por una buena temporada de lluvia y abundancia para sus cosechas.
Esta es una tradición milenaria, los pueblos originarios la enseñanza generación tras generación para que no se pierda la costumbre de pedir todos los años a la Santa Cruz un buen temporal de lluvias.
Los primeros días de mayo, desde las cuatro de la mañana, los pobladores de Acatlán emprenden una caminata de cuatro horas de camino.
Esas horas son de subida por un sinuoso camino que lleva hasta la cima del cerro del Cruzco, el punto más alto de la zona.
Una vez arriba comienza un ritual que incluye peleas de tigres, comida, rezos y mucho humo de copal, y es llamado Atlzazilistle. La comida es el resultado del sacrificio de decenas de gallinas que los mismos pobladores ofrendan.
Otro elemento muy característico de este ritual de petición de lluvia son las peleas entre mujeres y entre niñas y niños.
Como una sacrificio donde ofrendan su fuerza, los peleadores se enfrentan a puño limpio. En las peleas, los golpes son una ofrenda para que las lluvias lleguen a tiempo y puedan cosechar buena cantidad de maíz y frijol, los principales cultivos de la región.
Benjamín Calzada Terrero, comandante de la Comisaría de Acatlán, contó que estos rituales son milenarios y siempre tuvieron el objetivo de pedir porque haya buenas lluvias, y como consecuencia abundancia en maíz, frijol, chile y calabaza.
«Aquí la gente viene a dejar pollos, comida, todo como una ofrenda, y aquí los señores de antes y ahora nosotros venimos a ofrendar a las cruces», mencionó.
Las ofrendas de comida van desde tamales, mole, caldo de pollo, que después de ofrecerlo a las cruces, los participantes y visitantes los degustan.
Las tripas y visceras de los pollos se colocan y se cuelgan de las ramas de los árboles como una ofrenda a la naturaleza.
«Las pelas de tigre son para que pedir que la temporadas de lluvias llegue bien y las personas que siembran tengan buenas cosechas», mencionó Benjamín.
Este ritual es uno de tantos que realizan las comunidades nahuas de la zona Centro de Guerrero para pedir por una buena temporada de lluvias.
Acatlán, es un pueblo originario ubicado a 15 minutos de Chilapa, cabecera de este mismo municipio.
El ritual y las peleas en lo alto del cerro iniciaron casi a las tres de la tarde y concluyeron unas dos horas después.
Marco Antonio Cortez Molina, integrante del Club de Deporte Adaptado Avispones de Chilpancingo, logró la medalla de bronce en lanzamiento de jabalina en la categoría F56 en el Xalapa 2023 World Para Athletics Grand Prix, en Veracruz.
Marco Antonio es un joven paratleta de 18 años. Utiliza una silla de ruedas para moverse; lo atropellaron el 12 de febrero del 2017, tenía 12 años, y derivado del accidente y por una negligencia médica le amputaron sus piernas arriba de las rodillas.
Cuando ingresó al club, en el que ya tiene dos años, comenzó a practicar basquetbol en silla de ruedas, después, con el apoyo de su entrenador, Diego Cortés Reyna, inició a lanzar disco, bala y jabalina. Se mantiene en estas disciplinas.
El 27 de abril pasado comenzó su participación en el Xalapa 2023 World Para Athletics, un encuentro entre paratletas latinoamericanos.
Marco Antonio se enfrentó a ocho participantes de otros países.
El primer lugar fue para Colombia, el segundo para Panamá y el tercero para México, a través de Marco Antonio, quien se preparó durante todo un año
“Estamos muy contentos porque es el primer evento internacional. Es la primera competencia internacional de Marco, es edad libre y hay personas que llevan toda una vida preparándose para esto”, mencionó Cortés Reyna.
El objetivo del entrenador es continuar con la preparación de Marco Antonio y los demás integrantes del club para que en un futuro la delegación crezca y más representantes de Guerrero acudan a competencias internacionales.
Marco Antonio también participó en otras disciplinas, en la categoría de lanzamiento de disco quedó en 11 de 26 participantes.
El sábado cerró su participación con lanzamiento de bala.
Para lograr el viaje tuvieron apoyo de algunos legisladores y del Instituto del Deporte.
La próxima competencia la tiene programada en agosto, en Ciudad de México.
En noviembre de 2022, Marco Antonio participó en Hermosillo, Sonora, en los Juegos Paranacionales Juveniles, organizados por la Comisión Nacional del Deporte (Conade). Participó en impulso de bala y lanzamiento de bala.
Trajo buenos resultados a Guerrero: en impulso de bala se colocó en segundo lugar rankeado y en lanzamiento de disco ganó la medalla de oro
“Nuestro objetivo es posicionar al estado de Guerrero en el deporte adaptado a nivel nacional e internacional”, agregó el entrenador.
Sofía Sarahí Figueroa Salas sostiene en sus manos un plumón de color azul, con el que pinta una botella de mezcal, esta pintura será expuesta en el centro cultural El Zanate Azul, como parte de la muestra colectiva, Guerreros del mezcal.
Sofía mostró gusto por el arte a sus dos años, su tía Olga Figueroa Lujano, quien se dedica a la pintura, la motivó a que desarrollara sus habilidades.
Desde los seis años entró a cursos de dibujo y pintura, ahora, a sus 10 años, para de sus habilidades son la pintura y el dibujos con diferentes técnicas.
Sofía es simpática y un poco tímida, pero al hablar de arte y pintura se muestra con confianza y seguridad.
La idea de su tía de acercarla al arte fue para que no estuviera “en su casa viendo televisión”.
A Sofía le gusta dibujar la naturaleza: paisajes, árboles, plantas, y animales; es lo que más dibuja.
“Me gusta hacer este tipo de dibujos porque me dan paz”, comentó Sofía.
Además de desarrollar sus habilidades, para Sofía asistir a sus clases de pintura es una manera de conocer y convivir con otras niñas y niños.
Su artista plástico favorito es Vincent van Gogh; ha replicado algunas de sus pinturas como la de la Noche Estrellada.
A Sofía le gustaría ser artista plástica de grande– ya lo es–, y ver sus obras expuestas en alguna galería grande. Sus pinturas ya son expuestas en el Zanate Azul.
Las técnicas que domina Sofía son el dibujo con plumones, las acuarelas, óleo y acrílico y experimentó con el grabado.
Pero su técnica favorita es la acuarela, porque “los colores se ven más bonitos, el agua hace que los colores se mezclen mejor”.
Dichas obras representan sus gustos y aficiones; de grande a Sofía también le gustaría ser bióloga o astrónoma.
“Me gusta el sol, la naturaleza, el cielo y por eso los pinto”. Lo importante es que todo eso lo puede expresar e sus obras.Ya hasta perdió la cuenta de cuántas obras tiene hechas.
“Con su trabajo ella ya puede hacer su propia exposición”, cuenta Figueroa Lujano.
El consejo de Sofia para otras niñas y otros niñas que les gusten las artes plásticas es “que usen la imaginación y hagan su mejor esfuerzo para poder dibujar bien”.
El arte como método de enseñanza
Para Figueroa Lujano la pintura es una manera de enseñar a los niños y a las niñas a pensar mejor, a desarrollar su imaginación, mejorar sus habilidades y para la concentración y la disciplina.
Aun cuando en Chilpancingo no existen muchos espacios para enseñar y aprender sobre arte y pintura, en el Zanate Azul, un espacio independiente, hay cursos permanentes para niños, niñas, adolescentes y adultos de pintura y dibujo.
Sofía aprendió en el Zanate Azul. Olga Figueroa Lujano, su tía, es una artista plástica y una de las fundadoras y maestra de este espacio de cultura y arte en la ciudad.
En un estudio sobre educación infantil, publicado en la Guía Infantil 2022, menciona que enseñar distintos tipos de arte a las infancias estimula la comunicación, la creatividad, sensibilidad, y aumenta la capacidad de concentración y expresión de los niños.
“La pintura es arte y como tal, no debe ser una actividad repetidora ni condicionada a viejos patrones. Los cursos de pintura infantil también son recomendables; en ellos los niños pueden aprender a utilizar diferentes materiales y distintas técnicas”, se lee en la Guía infantil 2022, en el capítulo llamado La importancia del arte en niños pequeños.
Tonatihu Cabrera Beltrán, de 13 años, realizó su primer cortometraje animado en el que expone su preocupación por el medio ambiente, las energías contaminantes y el futuro del planeta.
Se trata de una animación de cuatro minutos en la que describe un futuro devastado por la contaminación y la radiación producto de la energía nuclear.
Para el corto, Tonatihu realizó 130 dibujos de manera digital. Le invirtió 500 horas, entre dibujos, edición, animación y el guion. Cada movimiento requirió de un fotograma para generar los movimientos. Todo esto lo realizó él.
En el corto, Tonatihu se autoretrata, con la ropa que llevaba puesta el día que lo comenzó y con su característica cabellera larga rojiza.
La primera escena es un plano de detalle, donde Tonatihu abre los ojos; despierta y sólo ve devastación y desolación.
Después observa un entorno de tierra seca y cuarteada, donde yace el cadáver de un perro. El personaje, o sea, Tonatihu, tiene una regresión en sus pensamientos, lo que en cine se conoce como un flashback, y recuerda ve ese mismo entorno de un vivo color verde, con personas habitándolo.
Pero regresa a su realidad y ve una enorme central nuclear de la que sale un líquido verde, donde hay letrero que dice, “Cuidado, radiación”.
El líquido verde que escurre de la planta nuclear llega a los ríos y a los mares. Cierra con una imagen del planeta tierra en el que el agua azul se tiñe del líquido verde.
Después hay se escucha una narración de la importancia de las energías renovables.
Aunque el corto fue para una tarea escolar,muestra la preocupación de un niño por el futuro del planeta en el que vive.
En entrevista para Amapola, periodismo transgresor, Tonatihu cuenta qué lo motivó a hacerlo.
La tarea era explicar en un video el punto siete de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 20-30.
Los ODS son 17 en total, diseñados como un “plan para lograr un futuro mejor y más sostenible para todos”, de acuerdo con el sitio oficial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Estos objetivos globales fueron establecidos en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con la meta de ser alcanzados para 2030. En el objetivo siete, se trata de la Energía Asequible y no Contaminante.
La tarea consistía en que el alumno explicara en un video este objetivo. La petición era un video grabado, pero Tonatihu decidió ir más allá y poner en práctica sus aptitudes, y realizó una animación digital.
Pero él lo explica simple.“Sólo descargué las aplicaciones de edición de videos, hice los dibujos los fui colocando para formar el video”. No requirió de una gran computadora o grandes editores de vídeo, solo su tablet y mucha imaginación.
“Me preocupa la situación en la que vivimos y ya había investigado mucho y leído sobre lo peligroso que son las plantas nucleares y, por eso, decidí hacer así el video”, contó.
Para realizar la animación, Tonatihu, a sus 13 años, ya domina algunos programas de edición de video y audio.
Además tiene todo un contexto visual y de artes en casa. Su padre, Víctor Cabrera Alonso, se dedica a la fotografía y video y lo que sabe se lo ha enseñado.
Su madre, Tonatzin Beltrán Cortés, es maestra de artes en nivel secundaria, maneja y practica diferentes artes plásticas, además es promotora cultural de los pueblos originarios.
Víctor y Tonatzin tienen un negocio de artesanías guerrerenses en el que toda la familia colabora. Muchas de las piezas en ventas son realizadas por la familia.
Una educación distinta
La materia para la que hizo el video se llama Marco legal, equivalente a Educación Cívica y Ética.
Tonatihu estudia en la Escuela Secundaria Nicola Tesla, ubicada en San Luis Potosí, pero toma sus clases desde Guerrero.
Este modelo educativo fue decisión en familia.
Tonatihu está en un programa escolar con clases pensadas y diseñadas para ser a distancia.
Entre el plan de estudios de esta secundaria privada hay otra materias al plan común del nivel básico, como Lengua Materna, Idioma, y Marco Legal, en las que abordan temas sociales y políticos de la actualidad.
Este método de enseñanza, de acuerdo con Tonatzin Beltrán Cortés, madre de Tonatihu, es porque el niño siempre tuvo una educación en casa.
“Esto porque queríamos alejarlo del sistema educativo tradicional que está ya muy viciado”, dijo.
Tanto la madre y como al abuela de Tonatihu son maestras y recibió la educación básica en casa; los tres últimos años asistió a una secundaria bilingüe, pero por el confinamiento generado por la Covid-19, la mayor parte de sus clases fueron virtuales.
Cuando ingresó a la secundaria, sus padres buscaron una alternativa para su educación y dieron con la Secundaria Nicola Tesla.
Así Tonatihu, a través de clases diseñadas para ser a distancia, y con todo lo que recibe en casa, aprende y desarrolla habilidades como la animación.
Con sus pies hace un vaivén en el pedal de la máquina de costura y con sus manos sostiene la tela de algodón que va tomando forma con las diversas texturas, su nombre es Vianey Luis Alonso de 35 años de edad y desde hace un año estudia en la escuela “Riddibá” (costurar), una iniciativa comunitaria creada por la activista textil, Victoria Guzmán Cabrera cuyo objetivo es revitalizar y promover la defensa del vestuario tradicional de la mujer istmeña.
Riddibá nació hace 5 años, sin embargo por la pandemia tomó un descanso, y en el 2022, retomó su camino para la recuperación de esta técnica tradicional, y en este mes de abril abrió sus puertas a la impartición de clases, la cual tuvo una importante aceptación.
En una casa tradicional de gran tamaño elaborada con adobe, ladrillo y tejavana con paredes grandes, Victoria habilitó esta escuela tradicional con la colaboración de la maestra artesana Ana toledo, de 67 años de edad, quién como guardiana de la técnica de cadenilla aceptò compartir sus conocimientos con nuevas mujeres para que este textil siga vivo.
El salón de clases no tiene salones, es una sola pieza donde están instaladas tres máquinas de cadenilla además de una variedad utensilios como hilos de colores, reglas, gis, cintas métricas, que las alumnas ocupan al momento de aprendizaje.
Mientras Vianey mueve con sus pies la máquina de costura , la maestra Ana Toledo le va dando indicaciones. Ella es la alumna más avanzada y terminará un huipil de tela roja con hilos amarillos y negros.
“Me emociona mucho aprender, cuando leí la convocatoria no dude en inscribirme, soy de la primera generación y pues la idea es convertirme en artista textil, porque siento que la cadenilla es la técnica que está más en peligro de desaparecer en Juchitán, ya hay como tres o cuatro artesanas, el resto se ubican en otros poblados, y yo pienso ser una de ellas”.
La maestra es Ana Toledo, artesana desde los 13 años de edad y su mayor legado es enseñar a otras mujeres a crear vestimentas tradicionales, que dan identidad a la mujer istmeña.
Un huipil y una enagua de cadenilla es una prenda de gran valor para la mujer istmeña, que lo porta con orgullo en las fiestas tradicionales como son las velas, festividades diurnas y nocturnas que se realizan en el Istmo de Tehuantepec para celebrar la vida y la cultura.
“Me siento muy contenta de ver que hay mujeres que quieren conservar este oficio, yo a los 13 años comencé, aunque mi padre nos compró a las tres hermanas, tres máquinas, gracias a la cadenilla pude darle estudio a mi hijo, y ahora cuando veo a otras mujeres que quieren aprender, mi corazón se alegra mucho, porque significa que nuestra identidad está viva”.
Para aprender la cedenilla, no hay edad
Para aprender no hay edad, solo lo que se pide son ganas y paciencia, y aunque el taller tiene un costo mínimo, es prácticamente una labor comunitaria la que Victoria hace.
“Todo es comunitario, la maestra cobra una mínima retribución, lo que vale más son las ganas que le pongan, y como lo van a compartir elaborando las piezas, esa técnica que va en decadencia y estamos salvando”, agregó.
Para las clases no hay edad, aunque se pide que sean mayores de 12 años de edad, Clara Gonzáles es de Ixtaltepec, Oaxaca y a sus 60 años se inscribió y contenta narró cómo aprendió a usar la máquina de costura, a lo que dijo no es nada sencillo, pero todo es con paciencia.
“Tener paciencia me ayudó a terminar mi huipil, en varias ocasiones, tuve que rehacerlo, pero se logró y estoy muy contenta”, refirió.
Beatriz Antonio, en cambio, tuvo que trasladarse unos cuantos kilómetros de su natal San Pedro Comitancillo a Ixtaltepec, para tomar sus clases y elaborar su huipil.
Las alumnas aprenden desde lo básico, refiere Victoria Guzmán. “Es un acercamiento a la técnica, para que pueda hacer un huipil de líneas para después entrar a otras técnicas, son por etapas, primero se traza sobre tela, después se hace la elaboración, y se les da charlas sobre la historia textil, para que puedan entender como es el proceso”.
En Vacaciones de Semana Santa, la escuela tuvo seis egresadas, y aunque para sobrevivir Victoria realiza subastas y rifas, sus ganas son muchas, de manera conjunta combina las actividades de la escuela con su tienda de ropa tradicional, que a su treinta y tantos años la hacen una verdadera defensora del arte textil del Istmo de Tehuantepec.
Este texto es propiedad de IstmoPress y lo reproducimos como parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie.Puedes leer el original en este enlace.
Conoce a Fátima Ezzahra Housni, ella es una de las #CientíficasEnRegión. La investigadora trabaja actualmente en proyectos de dietas sostenibles, en consumo alimentario y dietas humanas, así como en el efecto que éstas tienen en el medio ambiente. Esta es la penúltima entrega de esta poderosa serie. ¡Conoce su historia!
Texto: Jasmin Hurtado / Letra Fría
Fotografía: Cortesía Fátima Ezzahra Housni / Letra Fría
24 de abril del 2023
Ciudad Guzmán, Jalisco
«Me dicen la doctora Fátima porque mi apellido es muy complicado. Todos me dicen así», cuenta Fátima Ezzahra Housni, originaria de Marruecos y profesora investigadora del Centro Universitario del Sur de la Universidad de Guadalajara. También es egresada de la Universidad de Cadi Ayyad Marruecos, con especialidad en Geología.
La científica quien desde hace casi 20 años radica en México, también tiene un doctorado en Ciencia del Comportamiento con Orientación en Alimentación y Nutrición, y es miembro de la Red International de Investigación en Comportamiento Alimentario y Nutrición (RIICAN) desde 2015.
«Los conocimientos los generamos a partir de objetivos específicos e hipótesis que se pueden comprobar, eso es la ciencia«, señala la doctora Fátima.
En su etapa de estudiante de licenciatura, ingeniería y después la maestría profesional, fue en donde conoció sus habilidades para contestar preguntas, además de las ganas de resolver todas las interrogantes que se hacía y su pasión por buscar más allá de lo que sus maestros le decían. «Tenía más preguntas. No quería seguir órdenes o manuales, quería buscar más allá de lo que me estaban dando y decidí estudiar una maestría en ciencia y ese fue mi primer acercamiento».
Al principio de su carrera, Fátima quería vivir en el océano, no tenía planes de casarse o tener hijos, sólo deseaba dedicarse a descubrir, pero en su llegada a México encontraría una realidad frustrante que la orillaría a tomar una pausa en su carrera.
«Todo era frustrante para mí, porque cuando llegué a México dejé el doctorado, llegué acá y me dijeron, necesitamos un maestro de francés». Todo lo que deseaba hacer de su vida y la ciencia, su trabajo en el instituto europeo de investigación y en ese momento ser maestra de francés le resultaba complicado, pero eso no la alejaría de soñar con lo que quería.
Tiempo después de ser maestra de francés, decidió retomar sus estudios con otro doctorado y continuó con lo que había pausado. Después de retomar la escuela y trabajar en sus investigaciones se dio cuenta que estaba haciendo lo correcto por varios factores: el reconocimiento de su trabajo por otros investigadores, el trabajo de los alumnos y el potencial que han demostrado a lo largo de sus carreras y, por último, las aportaciones que ha hecho a la sociedad y la satisfacción que eso le ha generado.
Actualmente, Fátima Ezzahara Housni trabaja en proyectos de dietas sostenibles, el consumo alimentario, dietas humanas y el efecto que tienen sobre el medio ambiente, como la cantidad de consumo de alimentos ultra procesados, ricos en azúcares y grasas, que no solo afectan a la salud, sino también agotan los recursos naturales como el agua y que, además impactan al clima, como el problema de la huella de carbono.
«Estamos trabajando en promover dietas sostenibles, una dieta que respeta la cultura, que respeta la parte social que ya es saludable desde la parte nutricional y biológica, pero que también tenga un efecto menor sobre el medio ambiente», compartió.
La científica considera que este tipo de proyectos podrían ser la solución para el futuro. Para ello se deben cumplir 4 elementos importantes: que el producto que consumas sea económicamente favorable, sea saludable, que forme parte de la dieta cultural y que el impacto ambiental sea mínimo.
Es esta relación alimentación-medio ambiente en lo que sus investigaciones se han centrado, en mantener una estabilidad de alimentación. Un ejemplo de ello se mostró en la pandemia, «llegó una crisis y la gente no tenía qué comer, pero no podían salir a buscarlo, no tenía una estabilidad», dijo.
Comentó que fue frustrante el que un día se cerraran las fronteras y se dependiera de importaciones, en lugar de pensar en producir, en tener una soberanía alimentaria. «Prestamos nuestras tierras para exportación, todo está ligado. Se están acabando los recursos y nosotros también, porque cuando comemos favorecemos esto, entonces ¿cómo tratar de intervenir y educar a la gente?», cuestionó.
Otro de los problemas a los que se ha enfrentado la doctora es la falta de recursos, que es lo que más afecta las investigaciones. Un ejemplo de ello, es el proyecto que trabajan actualmente en una comunidad de San Luis Potosí, en el que se pretende apoyar con agua: «Imagínate, medio balde de agua es lo que tienes y debes bañarte, entonces económicamente están muy bajos, dependen de una tiendita y tiene una deficiencia en nutrientes y estamos sufriendo para encontrar recursos«, explicó.
Ahora deben generar estrategias para apoyar con un huerto, pero no hay agua y tampoco recursos. Compartió que ayudar se vuelve complicado, cuando cajas ecológicas cuestan 5 mil pesos y no hay dinero, y aún más cuando año con año disminuyen los apoyos a investigaciones, pero las exigencias no bajan.
Pero pese a las limitantes de recursos económicos, la investigadora compartió que generaron un software que se llama Nutricology, que sirve para hacer cálculos automáticos a la dieta y calcular el impacto ambiental, «por ejemplo, tú me dices, como una tortilla al día o una manzana y yo automáticamente voy a estar calculando cuánta agua se gasta», detalló.
Fátima y su equipo también hicieron el primer estudio a nivel Jalisco de cómo el sobrepeso y obesidad impacta al agua. Además, realizaron el primer cálculo de la huella hídrica en la dieta mexicana que no existía a nivel internacional, de la que pueden dar una cifra en promedio, de cuánta agua gasta un mexicano por día, generando una metodología.
«El índice de cocción para comer o lavar y nosotros lo agregamos a una ecuación y esto es lo que hemos aportado en los últimos años a esta región. Sin embargo, continuamos con evaluaciones para disminuir el impacto y tratar de mejorar«, explicó.
Actualmente, la doctora Fátima junto con la doctorante Mariana Lares Michelle, trabajan en la implementación de una aplicación móvil en una comunidad de Zapotlán el Grande similar a Instagram, en donde se podrá trabajar en una dieta sostenible que ayude a bajar de peso y que al mismo tiempo las personas puedan ver su proceso. En esta aplicación se incluirán chats y fotos con una comunidad que piense en el futuro.
«No queremos convertir a veganos ni vegetarianos. La dieta sostenible es una dieta equilibrada, con menos consumo de alimentos de origen animal, pero no quitarlas», enfatizó.
Aunque continúan con las pruebas piloto, la aplicación es un producto de este semestre y además incluirá vídeos, recetas y el apoyo para sustituir alimentos, además de llevar un registro de su alimentación.
La científica cree que las nuevas generaciones tendrán más conciencia y cuidado del medio ambiente, porque desde niños se les enseña a ser responsables con sus actos. Esto aumenta la esperanza para el futuro.
Este texto es propiedad de Letra Fría y lo reproducimos como parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Puedes el original en este enlace.
Hubert Martínez Calleja desde niño supo que quería contar historias; la poesía y la escritura llamaron su atención.
Es originario de Malinaltepec, municipio de la Montaña de Guerrero. Pertenece al pueblo me’phaa. Estudió filosofía y letras en la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro) e hizo una maestría en estudios Latinoamericanos en la Universidad Autónoma de México (UNAM).
Una de las inspiraciones de Hubert para escribir en su lengua originaria.
«Cuando nosotros salimos a estudiar a otra ciudad no se enseña nuestro idioma, no se enseña nuestro pensamiento y todos los que salimos regresamos a nuestras comunidades con otras formas de pensamiento y eso acelera también la pérdida del idioma», comentó en entrevista.
Su nombre como escritor es Hubert Matiúwàa y el pasado 28 de marzo la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura (CNL), en conjunto con el gobierno de Hidalgo, mediante su Secretaría de Cultura, le otorgaron el Premio Bellas Artes de Traducción Literaria Margarita Michelena 2022.
Este premio reconice su obra titulada Comisario Jaguar, texto que se basa en los rituales de cambio de gobierno en la zona de Acatepec, otro municipio de la Montaña.
El libro narra, desde la poesía, los problemas que enfrentan los comisarios por la violencia que enfrentan en la zona.
En la región de la Montaña una de las necesidades básicas es la educación; es difícil acceder a una escuela. Hubert es consciente de eso, por ello sabe que muchas personas adultas de su comunidad no leen sus escritos en me´phaa, porque muchos no saben leer.
Su apuesta son las niñas y los niños de su pueblo originario. «La apuesta de escribir en la lengua es más bien enfocado al futuro, a los niños, que un momento puedan leer y escribir en su idioma».
En 2017, por el poemario Las sombreras de Tsísídiin, a Matiúwàa le otorgaron el quinto Premio de Literaturas Indígenas de América (PLIA), donde expresó lo significativo que es poder dar oídos y ojos a diferentes problemas e invitar a la acción.
“Cuando era muy niño mi padre, mi madre me contaban historias y durante mi proceso de estudio, en primaria, secundaria, te enfrentas a otros textos y la escritura, fue cuando me hice consciente de que escribir era también una manera de contar historias, a partir de la palabra escrita”.
sus escritos describen y nombran su mundo y el territorio donde vive, es consciente de las injusticias cotidianas que resiste la población de la región de la Montaña de Guerrero.
“A mí la poesía no me libera de la pobreza, me hace consciente de que esa pobreza es por una injusticia, y la poesía sirve para apoyar a los movimientos que ya existen».
La obra de Matiúwàa también está escrita en español, pero su mayor dedicación es en me’phaa, porque, sostiene, los únicos que podrán salvar su lengua son los hablantes, ningún programa de gobierno lo hará.
“Todos los eventos que se hacen en foros para hablar de la pobreza, para hablar de los indígenas, ¿para qué sirven? Si yo no veo a esa gente en una comunidad dando talleres a los niños, formando a la gente”.
El poeta me’phaa guerrerense ganó en 2016 del premio a la Creación Literaria en Lenguas Originarias Cenzontle; también el VI Premio Estatal de Cuento, Poesía y Ensayo Literario joven 2017 y el Quinto Premio de Literatura Indígena de América en 2017.
Es fundador del Colectivo Gusanos de la Memoria. Desde este colectivo pretende dar talleres de creación literaria en las comunidades para que más niños y niñas sean conscientes de su realidad y de su historia, en especial, para que su lengua no desaparezca. Con su obra, de alguna manera, él ya llevó a una dimensión de la posteridad su lengua.
“Me soñé con una prótesis y me soñé con una familia y, dije, lo voy a lograr. Voy a estar bien y voy a tener una familia”, así lo decretó Edith Nájera Nájera mientras estaba en terapia intensiva después del accidente en motocicleta donde perdió la pierna izquierda.
El 12 de junio de 2015, Edith viajaba con otra persona en motocicleta; se dirigía a su trabajo. A la altura del Congreso local se impactó: “quedé atrapada en la defensa, como ahí me quedé mi pierna izquierda se me fue desgastando en el pavimento”.
Después del accidente la trasladaron al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), el más cercano. Ese mismo día le hicieron la cirugía de la pierna; no pudieron salvársela.
Necesitó otras cirugías y la trasladaron al hospital Vicente Guerrero, en Acapulco, donde estuvo hospitalizada unos cuatro meses.
Edith cree que sus pensamientos –que nombra como sueños– mientras estaba en terapia intensiva la motivaron o ayudaron a no caer en depresión. Adaptarse a su nueva condición no fue fácil, pero contó con el apoyo de su familia, que siempre la hacía valorar que está viva.
En la actualidad Edith usa una prótesis y es mamá de Juan, quien tiene cuatro años.
Consiguió la prótesis en par de meses después de la alta del accidente con gestiones que hizo ante legisladores, y acudió a terapias para adaptarse a ella. Ya sabía qué quería hacer.
Desde antes ella practicaba basquetbol, voleibol y solía correr. Retomó el basquetbol, se apuntó natación, y volvió a correr en pista.
Ingresó al Club de Deporte Adaptado Avispones de Chilpancingo hace un año por invitación de un primo. “Siempre voy a estar eternamente agradecida con él (su primo) por haberme acercado aquí”.
El entrenador del club, Diego Reyna Cortez, le comentó sobre la competencia de los 44 Juegos Nacionales Deportivos en Silla de Ruedas y Amputados Uruapan 2023.
“Mi entrenador Diego me dijo que iba a haber unos juegos nacionales, me preguntó si quería ir y le dije claro que sí, vamos a probar la prótesis porque estaba nueva”. La animó y determinó para competir en la carrera de los 100 metros planos.
Edith entrenó dos meses antes de la competencia. Al llegar a Uruapan vio que había muchas personas en su misma condición lo que terminó por animarla. “A mí me motivó mucho hablar con personas que tienen otras discapacidades y también compiten, uno puede pensar que están limitados, pero no, los límites solamente están en tu cabeza y tú te los pones”.
En el momento de la competencia Edith estaba nerviosa, le sudaban las manos, pero su mirada estaba puesta en la meta.
En ese momento no pensó si las otras competidoras llevaban más o menos años de entrenamiento que ella, estaba concentrada en correr y disfrutar. Uno de sus compañeros le dijo, “es tu primera vez en competencia, disfruta”.
“Corrí y gané. Al último saqué un grito desde dentro, sentí que me liberé”.
Edith logró la medalla de oro en esa competencia, la medalla se la dedicó a ella misma por todo su esfuerzo.
El objetivo de Edith es continuar en el atletismo, participar en más competencias, representar al estado de Guerrero y ganar más medallas.
Ahora se prepara para una competencia de agosto próximo en Ciudad de México; espera traer otras medallas.
“No siempre vamos a estar mal, el sol vuelve a salir. Todo en esta vida tiene un propósito”.