Mía, en la ruta de romper prejuicios de vivir con síndrome de Down

Texto: Beatriz García

Fotografía: José Miguel Sanchez

21 de junio del 2021

Chilpancingo

 

La pequeña Mía toma asiento frente a su maestra Nurit. La maestra le estimula los pómulos, luego le pide que dé besos al aire. Mía tiene síndrome de Down y está en su taller de estimulación.

 

Su nombre completo es Mía Renata Vázquez Arcos, tiene tres años y es una de las alumnas de Nurit López Castorena, quien dirige el centro de aprendizaje Nikky House, un lugar donde se apoya a niñas, niños y jóvenes con discapacidades para el desarrollo de sus habilidades.

 

La historia de Nikky House ya la contamos en Amapola. Periodismo transgresor el pasado 15 de junio, con el texto titulado: Nikky House, el oasis de enseñanza para niñas y niños con discapacidad en Chilpancingo.

 

Esta vez toca contar la historia de Mía, una de las alumnas de este centro educativo, del que Anahí Marcos Marino, su madre, está satisfecha por los logros que ha tenido su hija en ese lugar.

 

Cuando Nurit trabaja con Mía en una pequeña aula del centro educativo, ubicado en la calle Obras Públicas número 36 de la colonia Ruffo Figueroa, Anahí contó su experiencia y la de su hija en este centro de enseñanza.

 

–¿Cómo ha sido este recorrido a lado de su hija?, –se le pregunta a Anahí.

 

–Me entero que Mía venía con daño cromosómico cuando tenía ocho meses de embarazo, le detectan que el huesito del húmero no correspondía a los meses de embarazo, y me dijeron que era probable que la niña viniera con algún daño cromosómico. En ese momento no me podían decir a ciencia cierta qué era, –respondió la mujer.

 

Hasta que Mía nació fue que Anahí supo que su pequeña tenía síndrome de Down.

 

Todavía recuerda el susto que vivió cuando lo supo, acepta que en su momento fue por no saber sobre este trastorno genético. Pero como mamá sabía que debía informarse y buscar opciones para el desarrollo de su hija.

 

Para fortuna de Anahí ya conocía a Nurit, quien la aconsejó en cómo estimular a su hija y qué tipo de terapias buscar.

 

Síndrome de Down

 

El 21 de marzo pasado, Día Mundial del Síndrome de Down, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) precisó en un documento que el síndrome de Down siempre ha formado parte de la condición humana, existe en todas las regiones del mundo y habitualmente tiene efectos variables en los estilos de aprendizaje, las características físicas o la salud.

 

El síndrome de Down es una alteración genética causada por la existencia de material genético extra en el cromosoma 21 que se traduce en discapacidad intelectual, explicó el organismo.

 

También expuso que el acceso adecuado a la atención de la salud, a los programas de intervención temprana y a la enseñanza inclusiva, así como la investigación adecuada, son vitales para el crecimiento y el desarrollo de la persona.

 

Los logros de Mía

 

Mía es como cualquier niña de su edad, quiere jugar, divertirse, es curiosa. Anahí soltó la carcajada después de expresar que Mía es “traviesísima”.

 

–¿Qué es lo que más le ha sorprendido del aprendizaje de su hija?

–La capacidad de comunicarse, porque si bien no habla bien (…). Una vez en un curso que nos dieron aquí en Nikky House nos dijeron que a veces hablamos pero no comunicamos y Mía comunica, sabe expresar todas sus necesidades, decirte qué quiere, cómo se siente. Ya maneja palabras, si le preguntas cómo estás, cómo te sientes, responde.

 

A Mía ya le toca ir al preescolar pero para Anahí fue frustrante encontrar una escuela, porque aun cuando ella ha trabajado con su niña desde que nació para proveerla de aprendizajes, además de las clases que ahora recibe en Nikky House, en las escuelas convencionales la rechazaban.

 

Aun cuando Mía no le impide nada aprender, claro que “van a un paso, a su propio ritmo, a un paso más lento que un niño que no tiene ninguna condición, pero tienen la capacidad de aprender todo. Es lo primero que Nurit me dijo, puede hacer todo, siempre y cuando tú tengas la paciencia y el amor para que Mía vaya evolucionado”, compartió Anahí.

 

Pero en algunas escuelas las respuestas que recibió fue que para tener a Mía en una aula regular necesitan el espacio de cinco niños, por la atención que requiere. “Ni siquiera se dan el espacio de conocerla y que sepan lo que puede aprender”, soltó la madre.

 

Al final consiguió que en el Centro Escolar Chilpancingo (CECH), una escuela de nivel básico privada en la ciudad, logró que la registraran.

 

Ante su experiencia, Anahí expuso que en Nikky House es la opción para preparar a las y los niños con discapacidad para convivir con otros niños. Además de aprender a convivir, aprenden a integrarse a la sociedad que parece ponerles más trabas.

 

Mía ha logrado relacionarse y jugar con otros niños, porque afortunadamente se ha encontrado con personas que no la rechazan.

 

Anahí consideró que Nikky House ha generado un precedente en Chilpancingo para entender la situación de los niños y niñas con discapacidad, para que la inclusión se abra camino y la gente deje atrás sus prejuicios.