La Fiscalía General del Estado (FGE) abrirá carpetas de investigación por abuso de autoridad contra los tres agentes de la Policía Investigadora Ministerial (PIM) retenidos por los habitantes de Alacatlatzala, municipio de Malinaltepec, desde la noche del viernes pasado.
Ese fue el acuerdo entre los pobladores y la FGE para que los primeros liberaran la mañana del domingo a los tres ministeriales retenidos.
Ante el comisario y habitantes de esta localidad, el fiscal regional en Tlapa, Juan Jiménez, el delegado en la región de la Montaña, Jorge Rodríguez y un representante del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, se comprometieron a que el comandante Arachuri Salinas Gaspar y los agentes Sergio Victoria Vivar e Iván Santiago serán sujetos a un proceso administrativo.
La noche del viernes, los policías ministeriales fueron retenidos por los habitantes cuando, sin avisar a la autoridad de la comunidad, instalaron un retén de revisión. Los pobladores se organizaron de inmediato y acudieron el sitio a saber por qué habían instalado ese filtro.
Al no establecer razones de peso para estar ahí, los pobladores desarmaron a los policías y los llevaron por la fuerza a la Comisaría donde los mantuvieron encerrados hasta este domingo.
Dijeron los pobladores que actuaron así porque el vehículo en la que viajaban los agentes no tenía ninguna identificación oficial.
Los pobladores advirtieron a los funcionarios que no permitirán a ninguna corporación policiaca instale retenes en esa zona.
Momento de la negociación entre habitantes de Alacatlatzala, municipio de Malinaltepec, y FGE. Fotografía: Oficial.
Alto, moreno y de ojos negros. Christian Alfonso era el único hijo varón de Clemente Rodríguez y Luis María Telumbre. Tenía 19 años cuando desapareció, era estudiante de la Normal de Ayotzinapa.
Texto: Colectivo Marchando con Letras/ Patricia Sotelo
fotografía: Haydee Flores/Ilustradores con Ayotzinapa
9 de julio del 2020
Este perfil de Christian Alfonso Rodríguez Telumbre fue realizado por el colectivo de periodistas Marchando con letras, para el primer aniversario de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa
Christian es el único hijo varón de Clemente Rodríguez y Luz María Telumbre y tiene tres hermanas que añoran su regreso. Creció en el barrio de Santiago, en Tixtla, Guerrero, y tenía 19 años cuando desapareció.
Alto, moreno y ojos negros, Christian sueña con estudiar para forjarse un futuro y ayudar a su familia. Pero lo que más le entusiasma es la danza folclórica que practica desde que era niño.
En el salón de la Casa de Cultura de Tixtla donde ensayaba se extraña el golpe del tacón de los botines blancos de Christian sobre el piso de madera.
Él bailaba en el grupo de danza folclórica Xochiquetzal y sus compañeros de baile lo recuerdan cuando llegaba a los ensayos comiendo un elote y con su mochila beige de asa larga cruzada al pecho. Ahí cargaba sus botines de baile. Le decían Clark, apodo ganado por sus anteojos negros de pasta gruesa, similares a los del periodista que se convertía en Superman, Clark Kent.
Sus amigos de la preparatoria 29 le dicen “Soncho” o “Sonchito” y en la escuela normal rural de Ayotzinapa lo conocen como “Hugo” ya que le gusta usar playeras de la marca Hugo Boss.
Se graduó de la preparatoria con un promedio de 8.74 y sus maestros lo recuerdan como un alumno serio y cumplido.
Ingresó a Ayotzinapa porque no tenía otra opción, ya que en realidad deseaba ser veterinario o maestro de educación especial, pero ello implicaba gastos que su familia no podía solventar.
En el salón donde Christian practicaba la danza regional están sus botines blancos, con los que solía ensayar. Su maestro los tiene guardados para cuando él regrese y vuelva a zapatear con ellos la tarima, con el entusiasmo de un gran bailador.
Este texto fue elaborado por el equipo de Colectivo Marchando con Letras y lo reproducimos con su autorización.
El gobernador Héctor Astudillo Flores informó que a partir del jueves reabrirán 11 actividades relevantes para la economía en Acapulco, Zihuatanejo y Taxco a un 30 por ciento de su capacidad.
En un comunicado emitido minutos después de las nueve de la mañana en sus redes sociales informó que el acuerdo lo lograron en coordinación con representantes del gobierno federal, organizaciones sociales y empresariales, sindicatos, así como otros sectores económicos, quienes se preparan para reabrir este 2 de julio.
Informó que la apertura será en “observancia de los protocolos de acuerdo a la tendencia que puede colocarnos en el semáforo naranja epidemiológico del gobierno federal”.
La reapertura serán en hoteles, establecimientos de alojamiento temporal y playas (para caminar y nadar), restaurantes, transporte público (autobuses y camionetas de pasajeros al 50 por ciento).
También en supermercados, almacenes y centros comerciales, y bancos.
Plazas Cívicas (25 por ciento), jardines, parques, polideportivos, unidades deportivas y zoológicos. Barberías y estéticas, con citas.
Se reactivarán actividades en tribunales judiciales, administrativos y laboradores. Además de los servicios religiosos, la producción agroindustrial y las actividades informales.
“Asimismo el compromiso de convocar a cumplir con las medidas sanitarias como el uso obligatorio de cubrebocas, gel antibacterial, lavado constante de manos, continuar con el programa de sana distancia, sanitizar las instalaciones y equipos de trabajo además de cumplir con los protocolos para cada una de la actividades, con el fin de que la reactivación de actividades sea escalonada, ordenada, y controlada”, se lee en el comunicado.
En otro documento, el gobierno del estado informó que en Chilpancingo se reabrirá la actividad mezcalera, más las otras 11 actividades anunciadas para Acapulco.
Ya pasaron 15 días del retorno de los jornaleros y de la muerte de uno de ellos por Covid-19 y los familiares no han recibido oficialmente los resultados
Texto: Marlén Castro
Fotografía: Especial
14 de junio del 2020
La familia del jornalero de Zoquiapa que falleció en el autobús cuando regresaba a Guerrero de los campos agrícolas de Sinaloa no ha sido informada por la Secretaría de Salud que el señor murió de Covid-19, de acuerdo con los resultados de la prueba.
Este domingo se cumplieron 15 días de la muerte de Silvestre y los seis hijos aún no reciben la información oficial de la causa del fallecimiento.
El día del retorno de los jornaleros después de seis meses de trabajo en Guasave, Sinaloa, el 31 de mayo, uno de ellos falleció en el camino. El autobús fue abordado por Protección Civil del ayuntamiento de Tixtla y autoridades de Salud estatal y -también una unidad de la Guardia Nacional, contaron campesinos- cuando la unidad que transitaba por el nuevo libramiento entroncó con la carretera federal Chilpancingo-Tlapa.
El autobús fue interceptado porque, al parecer, alguien de los mismos jornaleros avisó del fallecimiento y desde el principio pensaron que fue de coronavirus.
En Zoquiapa esperaban a Silvestre, el jornalero fallecido. No lo veían desde mediados de diciembre del 2019, cuando todos los que regresaban en ese autobús se fueron a Sinaloa a trabajar a Guasave, con la empresa agrícola Batamontes, al corte de chile morrón, tomate cherry y arándanos.
Marisela y Angélica Santiago, dos de las hijas de Silvestre, recibieron la noticia de que su padre había fallecido en el camino, que el autobús estaba detenido en Tixtla, a donde arribó alrededor de las seis de la tarde del domingo 31 de mayo, y les pidieron que fueran por él a Tixtla.
“Sólo fuimos yo y mi hermano, nos lo dieron en una bolsa y él se vino en la carroza”, recuerda Angélica.
Dice que las autoridades de Salud no les dieron ninguna indicación y cree que no la necesitaban pues en ningún momento estuvieron en contacto con el cadáver. Directo se fueron al panteón, a donde lo sepultaron alrededor de las ocho de la noche de ese mismo domingo.
“Estamos esperando que nos digan los resultados, los necesitamos para hacer el trámite para el acta de defunción para arreglar algunas cosas legales de mi papá”, contaron las hijas.
Las autoridades sanitarias informaron los resultados a la alcaldesa de Tixtla, Erika Alcaraz Sosa, el viernes 5 de mayo, según informó ella a la prensa.
La familia, dice, se enteró por las noticias en el Facebook de que su papá había dado positivo a la prueba.
“Oficialmente no nos han dicho nada, vamos a tener que ir a Salud para que nos digan y podamos hacer nuestro trámite”, dijo Marisela.
Marisela, una de las hijas del jornalero de Zoquiapa que falleció en el autobús de regreso a Guerrero.
Herido, según la versión del gobierno federal, un cabo del 27 batallón accionó su arma y mató él sólo a los 14 civiles armados con los que el Ejército se enfrentó en la calle principal de Tepochica, comunidad de Tepecoacuilco, muy cerca de Iguala.
Este jueves 17 de octubre, en el 27 de batallón del Ejército de Iguala, a ese cabo le rinden homenaje. Son las 11 con 35 minutos de un día lluvioso y fresco. Algo inusual en esta ciudad de clima caluroso en extremo.
El cabo que acabó con 14 civiles la tarde del martes 15 de octubre despertó la curiosidad de la sociedad igualteca.
La gente que espera conocer al “héroe” escucha trompetas, tambores y una descarga de balas de salva. Es parte del homenaje al soldado que cayó en la batalla.
«Sí, sí fue un héroe, se echó a 14 malvados, eso no lo hace ni Rambo», festeja una mujer en la puerta del cuartel.
«Solo quería curiosear, leí en los periódicos y lo vi en los noticieros de televisión lo que ocurrió aquí cerca de la ciudad», agrega.
Un taxista que también quería saber quién era el cabo afirma: «otra vez, ya somos noticia nacional e internacional».
El trabajador del volante hace alusión a lo que ocurrió la noche del 26 y madrugada del 27 septiembre del 2014 con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y los seis asesinatos aquí en Iguala.
Originario de una comunidad del municipio de San Marcos, en la Costa Chica, el trabajador del volante que ya tiene 22 años radicando en esta ciudad, señala que lo que ocurrió este martes en la comunidad de Topochica causó sobresalto en la gente.
«La gente ya está más tranquila después de lo que pasó hace cinco años, pero lo que ocurrió el martes, otra vez como que volvió el miedo», dice.
Aunque desde el 2014 no hay toque de queda, oficialmente, la gente ya no sale de noche a divertirse. Un hombre con una pierna amputada y montado en una motoneta dice a la gente que espera afuera del cuartel: «del otro lado va a salir la carroza con el cuerpo del soldado».
Al fondo, en el corredor de las instalaciones militares, hay una fila de soldados rasos. Ya terminó el homenaje luctuoso al cabo de 31 años. Despedido por sus compañeros como un «héroe».
Los mandos militares no permitieron el ingreso a las instalaciones de gente que no fueran familiares del soldado fallecido, sólo pasaron el alcalde de este municipio, Antonio Jaimes Herrera y el secretario de Administración y Finanzas, Marco Tulio Pérez Calvo, quien asistió en representación del gobernador Héctor Astudillo Flores.
«Fue para cuidar la integridad de los familiares por eso no se permitió la entrada a más gente», señaló una fuente.
El cabo dejó en la horfandad a una niña.
Después de las trompetas, tambores y la descarga del acceso posterior de las instalaciones del 27 Batallón de Infantería, en la avenida Federal a Taxco, sale una carroza. Ahí va el ataúd con los restos del soldado.
Atrás de la carroza, van dos camiones militares repletos de los familiares y vecinos del cabo. También otros dos camiones con militares. Se dirigen a un panteón particular para dar sepultura al soldado, quien vivía en una colonia con pocos servicios y lejana del centro. El hombre de la pierna amputada arranca su motoneta y sigue el contingente. Dice el resto de la gente que es familiar del cabo, el que, de acuerdo a la versión del gobierno federal, él solo y herido, accionó la metralleta de la patrulla militar y mató a 14 civiles armados.
Este trabajo fue elaborado por el equipo de Amapola. Periodismo transgresor. Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor.