Panificadora Esmeralda, una historia de pan y pasteles de calidad en la capital

Texto y foto: Alberto Ramírez
Viernes 31 de abril del 2024
Chilpancingo

 

La panificadora Esmeralda es uno de los establecimientos de pan y pastelería más icónicos y exitosos de la capital. Fue inaugurada hace 37 años, el 12 de octubre del 1987, por la familia de María del Carmen Eugenia Navarro Esparza, quien en ese entonces tenía 29 años.

En el mismo establecimiento, ubicado sobre el andador Emiliano Zapata, que conecta a la alameda Francisco Granados Maldonado con el zócalo, elaboran el pan, los pasteles y los otros productos que ofrecen: bolillos, teleras, bocadillos, baguets, pizza.

El nombre de la panificadora no es tiene ningún significado especial, pero lo han mantenido como un distintivo de su calidad. En realidad escogieron Esmeralda porque el cuñado de Carmen que estudiaba en Puebla le gustaba una zona con ese nombre, y les pareció ideal.

La familia de Carmen proviene de la ciudad de Taxco, allá abrieron una sucursal, pero antes una en Iguala, la primera que crearon; pero la que funciona hasta hoy es la de Chilpancingo.

Carmen comparte que en realidad la que inició el negocio en Iguala fue su hermana y también tuvo la iniciativa de replicarlo en Chilpancingo, que después quedó a su cargo.

Esmeralda siempre fue una de las cuatro panaderías grandes que abrieron en Chilpancingo; las otras son La Espiga de Oro, Doña Maga y una más del mercado central Baltasar R. Leyva Mancilla.Ya estaban cuando ellos abrieron, además de otras tradicionales que también ofrecían pan que les enviaban de Chilapa. Pero Esmeralda es la que permanece en un esquema ampliado.

Recuerda que la gente no creía que su negocio funcionaría, porque estaban acostumbrados a consumir el pan local hecho con manteca de cerdo. Al inicio del proyecto, lo que más vendían eran los pasteles.

“Lo principal que se vendía eran pasteles, estaba muy fuerte la venta, hacíamos muchos, además de pan dulce, pan blanco y bocadillos”, comenta.

Lo que distingue desde entonces a la panificadora Esmeralda, según Carmen, es la variedad y la calidad. Elaboraban un pan tipo español, muy diferente al que hacían aquí, porque le apostaron a que fuera el mejor, esa calidad, expone, le ha permito mantener sus ventas.

Para Carmen es muy importante ponerse en el lugar del cliente y se lo hace saber a sus trabajadores. “Yo siempre les digo a los panaderos que nos tenemos que poner en el lugar del cliente, ¿qué me gustaría a mí que me vendieran?, ¿qué me gustaría comer?”.

La panificadora ha sido una fuente de empleo desde sus inicios de unos 13 o 14 personas.

Durante seis años tuvieron otra sucursal en la calle Madero, ubicada también en el primer cuadro de la ciudad, pero la cerraron por falta de tiempo y porque les resultaba agotador. La ubicación de la panificadora desde que se inauguró siempre ha sido la misma, andador Zapata 33B.

Menciona que cuando comenzaron, el andador no estaba pavimentado, pero aun así mucha gente asistía a comprarles.

Carmen ha tenido algunas dificultades en el negocio a lo largo de todos estos años, sin que sean mayores. Una de ellas ocurrió a los seis meses de que inauguraron: personal de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) los visitó y no tenían los precios de los productos a la vista, que después solventron. Lo que para ella no pasó a mayores, en la prensa local lo trataron como un suceso fuerte que llegó a pensar que no volvería a abrir la panificadora.

Una periodista escribió que los inspectores le pidieron dinero a la dueña del establecimiento para no realizar la multa. Carmen comenta que eso nunca sucedió, pero la publicación les complicó la situación, al grado de que le negaron el servicio de gas; sin ese combustible la panificadora no funciona.

Carmen tiene dos hijos y una hija, dos de ellos desde pequeños se involucraron en todo el proceso del negocio.

Aunque la economía de la familia no depende totalmente de la panificadora, cree que tiene un gran valor sentimental para todos ellos, porque representa el inicio de lo que son.

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