Mujeres en la comunidad pasan de la subordinación al liderazgo

En Guerrero existen comunidades de origen prehispánico en donde la mayoría de las mujeres se mantienen subordinadas al poder de los hombres, pero siempre existe algunas que desafían esas reglas no escritas, llamadas usos y costumbres, son los casos de Juventina Ascencio y Antonia Ramírez, dos liderazgos comunitarios, documentados por Eurídice Velázquez Martínez


Texto: Marlén Castro
Fotos: Cortesía de Eurídice Velázquez
Miércoles 6 de marzo del 2024
Chilpancingo

Migrar y dominar el castellano son factores determinantes de los liderazgos femeninos en las comunidades indígenas, asegura Eurídice Velázquez Martínez, especialista sobre la participación política de las mujeres en Guerrero.

Eurídice Velázquez egresó de la Maestría en Ciencias Territorio y Sustentabilidad Social del Centro de Investigación y Posgrado (CIPES) de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro), con la tesis De la subordinación al liderazgo. Los casos de Juventina Ascencio y Antonia Ramírez 2012-2022.

Juventina Ascencio, de la comunidad nahua de San Juan Tetelcingo, municipio de Tepecoacuilco, en la zona Norte, y Antonia Ramírez, también de la comunidad nahua de Ocotequila, municipio de Copanatoyac, en la región de la Montaña, son dos liderazgos femeninos comunitarios a las que unen varias cuestiones en común. Son mujeres que destacaron después de migrar, de dominar el castellano tan bien como el náhuatl y de prepararse profesionalmente.

Antonia Ramírez Marcelino, a la derecha de suéter verde, después de impartir un taller a un grupo de mujeres en Copanatoyac, sobre la construcción de liderazgo en la comunidad.

La especialista halló que los hombres en las comunidades de origen indígena cuando las mujeres tienen estudios profesionales comienzan a tenerles algo de respeto, el que se afianza o crece si dominan el castellano. Para que estas dos situaciones se presenten hubo antes una migración de las mujeres. En el caso de Juventina la migración ocurrió porque buscó mejores condiciones de vida y Antonia salió de su comunidad por una situación de violencia.

La migración generó que estas mujeres tuvieran acceso a observar y conocer otras formas de organización social diferentes a las que existen en sus comunidades. Al migrar también tuvieron la oportunidad de estudiar y junto con ello a hablar un segundo idioma.

La especialista halló que en San Juan Tetelcingo las mujeres tienen una participación más activa en todos los ámbitos de la comunidad, en la vida política y en las cuestiones agrarias, incluso, en las asambleas hay mayor presencia femenina que masculina.

“No siempre fue así. Hace como unos 20 años sufrieron burlas y desprecios de los varones. Cuando empezaron a participar las ignoraban o las callaban”.

La diferencia de la participación de las mujeres en la vida política y agraria en San Juan Tetelcingo la marcó Juventina Ascencio cuando regresó a la comunidad, quien había estudiado en el lugar en el que migró y además hablaba castellano, con el tiempo, Juventina fue una de las mujeres que organizó a las comunidades nahuas del Alto Balsas contra la minería.

Juventina Ascencio en una asamblea en su comunidad San Juan Tetelcingo, municipio de Valerio Trujano

Por su lado, Antonia Ramírez encabezó el movimiento en Ocotequila para que las mujeres votaran en el ámbito comunitario, lo que ocurrió en enero del 2022, porque hasta esa fecha las mujeres no tenían acceso a las asambleas; ahí sólo participaban los hombres.

Antonia Ramírez no sólo consiguió a través de los tribunales que las mujeres votaran al igual que los hombres para elegir al comisario municipal, sino que participó para ser electa comisaria. “Con eso demostró a las mismas mujeres que ellas pueden ejercer en ese doble ámbito, su derecho al voto y a ser electas”.

La especialista estableció en su estudio que en las comunidades indígenas, aunque los hombres ven con cierto respeto a las mujeres que regresan con estudios y hablando el castellano, cuando las ven con posibilidades de liderazgo las comienzan a ver como enemigas y esta situación nunca se desvanece, al contrario, se afianza conforme las mujeres avanzan, por esa razón se dan casos de violencia política en razón de género.

También saltó en esta investigación que las mujeres que asumen liderazgos comunitarios importantes, la mayoría son solteras, sin pareja e incluso sin hijos, porque las tareas de liderazgo son intensas y ocupan mucho tiempo, mientras los hombres con liderazgo sí tienen una familia, en la que la esposa se encarga de la crianza y cuidado de los hijos, situación que los favorece y fortalece en la comunidad.

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