Texto y foto: Amapola Periodismo/Archivo
18 de enero del 2024
Chilpancingo
Para Laura, originaria de una comunidad en el municipio de Coyuca de Catalán, región de la Tierra Caliente, una zona marcada por la violencia e inseguridad, quedarse en su pueblo no era una opción, así que abandonó el lugar en el que nació.
Laura dejó atrás todo lo que tenía en su pueblo, en el que vive su mamá, su papá, sus hermanas, hermanos y el resto de su familia. Salió de ahí por un tema de inseguridad, sin detallarlo para que no afecte a su familia.
El proceso que enfrentó Laura y que la hizo salir de su tierra, dejar su casa y su familia, se llama desplazamiento forzado (DF), fenómeno que describe la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) como la movilización de personas para buscar alimentos que aseguren su sobrevivencia al huir de guerras o desastres ocasionados por fenómenos naturales.
El desplazamiento forzado genera miles de refugiados en países diferentes a los del origen de las personas que abandonan sus territorios originales, indica la ACNUR.
Como Laura, desde hace al menos 10 años, varias personas de la Tierra Caliente, de diferentes poblados, optaron por salir de sus comunidades e iniciar una vida en Estados Unidos por medio de una solicitud de asilo político, el cual sirve para que las personas que viven en riesgo por algún tipo de violencia salgan de sus comunidades y vivan en algún país de forma legal.
Los grupos del crimen organizado que controlan la región, mediante la amenaza, imponen un sobreprecio a prácticamente todos los productos alimenticios, como carne de cerdo, de pollo; también a las bebidas, como la Coca Cola y otros productos de la canasta básica, por lo que vivir en la zona con un salario mínimo es prácticamente imposible.
Algunas personas ven en el asilo político una forma de salir de sus comunidades y tener mejores oportunidades laborales.
Las fuentes de empleo en la Tierra Caliente son limitadas y los salarios son bajos.
En el caso de Laura, de no ser por la violencia, dice, jamás se habría ido de su pueblo.
En febrero del 2023, Laura decidió (junto con otra amiga y sus tres hijos) solicitar asilo en Estados Unidos.
Lo primero que hicieron fue investigar dónde tenían que realizar los trámites y cuáles eran los requisitos. De primer momento se acercaron al Ayuntamiento de su municipio, en el área de Sindicatura para informarse de cómo conseguir un asilo político.
En el Ayuntamiento le dijeron que podía hacer su solicitud ante la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Fue todo lo que les dijeron.
Hecha la solicitud se trasladaron por sus propios medios a Tijuana, en la frontera con Estados Unidos.
Ahí llegaron a un albergue para migrantes donde esperaron su cita.
De acuerdo con datos de la ACNUR citados en el informe Tendencias Globales de Desplazamiento Forzado, entre el 2001 y 2023 hubo 108,4 millones de personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo, a causa de persecuciones, conflictos, violencia, violaciones a los derechos humanos y acontecimientos que alteraron gravemente el orden público.
El 53 por ciento de estas personas pertenecen a la República Árabe de Siria, de Ucrania y de Afganistán.
En América Latina, de acuerdo con la ACNUR, México no figura entre los 10 principales países con solicitantes de asilo en los Estados Unidos, lo que significa que la mayoría de los habitantes que huyen de sus pueblos por la violencia son personas desplazadas internas (PDI). La ACNUR define a una PDI como aquellas personas que se ven obligadas a huir y nunca cruzan una frontera internacional.
Los habitantes con el mayor número de solicitudes de asilo en Estados Unidos de la región de América son de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Colombia, Honduras y Haití, indica la ACNUR en su informe.
El camino para tener una nueva vida
Por las fotografías que veía en redes sociales de personas que consiguieron el asilo en Estados Unidos, Laura creyó que obtenerlo sería sencillo.
La ACNUR en su informe Tendencias Globales de Desplazamiento Forzado 2022 indica que Estados Unidos es el principal país al que solicitan asilo cada año, en 2022, ese país recibió 730,400 nuevas solicitudes.
En febrero del 2023, Laura llegó junto con su amiga a Tijuana, lugar donde vivieron en un albergue cristiano en espera de que les dieran una cita y ver si eran candidatas para obtener el asilo político y cruzar a Estados Unidos.
Para ese entonces, Laura tenía cinco meses de embarazo. Creyó que el proceso sería fácil y que cruzaría a Estados Unidos junto con su amiga.
Para obtener la cita y saber si otorgarán el asilo, de acuerdo con Laura, se necesitan de dos cosas: paciencia y suerte.
La suerte la tuvo su amiga, a quien a los 40 días de estar en el refugio recibió el aviso de que su cita para cruzar a Estados Unidos estaba lista. Laura se quedó sola.
Laura y su amiga eran muy unidas, se hacían compañía en ese lugar en el que no conocía a nadie, lejos de su familia y de su hogar.
Aunque en el albergue había unos 1,000 migrantes de diferentes países en espera de una respuesta favorable, Laura se sentía sola. No conocía a nadie. Hizo amigas y amigos tiempo después.
Al sentimiento de soledad se unieron a las condiciones difíciles del albergue.
“Cuando llegue ahí era época de lluvias y hacía un buen de frío (2 grados centígrados) y en el cuarto donde nos quedábamos se trasminaba el agua, poníamos cubetas en las goteras”.
Ese fue el comienzo de tres largos meses en los que todos los días llenaba una solicitud en una aplicación llamada CBP One, en espera de una cita.
Laura debía levantarse a las dos de la mañana para enviar su información a las seis mediante la aplicación. Era su rutina diaria.
Semanas después llegaron otras tres familias de su comunidad al albergue con el mismo objetivo que ella: cruzar a Estados Unidos. Laura se sintió acompañada nuevamente.
La desesperación por no obtener su cita para cruzar a Estados Unidos provocó que quisiera regresar a su pueblo, a pesar de que vivir ahí no era una opción.
Entre las personas que llegaron de su comunidad y ella decidieron armar un grupo para obtener la cita en conjunto.
“Tardamos 15 días intentando y nada. Nos pusimos de acuerdo en perder un día de cita y entrar en todos los celulares que teníamos, 14 en total, y nos arriesgamos en abrir la cuenta del grupo, y finalmente agarramos la cita para poder cruzar el 8 de mayo”, recordó Laura.
La cita fue a las siete de la mañana. Uno de los temores de Laura y su grupo era enfrentarse a la discriminación por racismo, notaron que algunos agentes de migración que entrevistan a los solicitantes ejercían discriminación contra algunos migrantes.
Tenían bien claro que de estas personas y sus prejuicios dependía mucho si conseguían el permiso para cruzar.
En la cita preguntaron por qué motivo solicitaba el asilo y algunas pruebas como fotografías, mensajes o videos.
La cita es para cruzar a Estados Unidos, ya “del otro lado”, el proceso continúa para ver si se aprueba o no el asilo político.
Después de la cita, Laura se contactó con sus familiares de San Diego, California, para que fueran por ella. Le otorgaron una cita en la Corte estadounidense para el 26 de julio del 2023.
El 26 de julio Laura comenzó con contracciones, el 27 de julio nació su hija, por lo que no acudió a su cita a la Corte.
Al faltar a la Corte, sus familiares explicaron la situación y consiguieron una nueva cita para el 30 de noviembre, Laura sí acudió a esa cita, en esa cita le pidieron que se presentara con un abogado, le dieron una lista de abogados de oficio, los cuales estaban ocupados.
Otro obstáculo al que Laura se enfrentó es que no trabaja debido a que su hija aun es pequeña, por lo que no podía solventar los gastos de un abogado particular, quienes cobran entre 8,000 y 12,000 dólares, aproximadamente entre 130 mil y 206 mil pesos mexicanos.
“En caso de que no consiga un abogado yo tengo que presentar las pruebas de por qué me vine. Sino gano el asilo porque no es seguro, ya no voy a estar aquí, me van a deportar”, explicó.
La cita para determinar si le darán el asilo a Laura es el próximo 13 de febrero.
En caso de no obtener el asilo, Laura regresará a su pueblo con su hija, quien por nacer allá ya tiene la ciudadanía estadounidense.
Autoridades estatales afirman que muchas personas se equivocan del tipo de trámite
El director general de Vinculación con Organismos Internacionales de la Secretaría de Migrantes y Asuntos Internacionales de Guerrero (Semai), Daniel Agis Eslava, explicó que como dependencia estatal brindan asesoramiento a quien desee migrar bajo este sistema, pero al ser un trámite personal ante organismos internacionales es poca la injerencia de la dependencia en este tipo de solicitudes.
El funcionario estatal aclaró que muchas personas solicitan el asilo político desde el desconocimiento, porque esta modalidad tiene características particulares que de no comprobarse, puede ser negada, y en casos como el de Laura, que ya está dentro del país, corre el riesgo de ser deportada.
“El asilo político tiene que ver más conflictos sociales, como pasó hace unos años en Centroamérica, donde el mismo gobierno tenía una crisis y no era capaz de sostener a sus habitantes o una situación de violencia extrema como una guerra o conflictos que en verdad ponen en peligro la integridad de las personas”, mencionó Agis Eslava.
Los datos proporcionados por el funcionario indican que el año pasado al menos 10 personas acudieron a la Semai a solicitar información sobre asilo político en Estados Unidos.
De estas 10 personas solo dos lograron obtenerlo.
A pesar de la dificultan de conseguir el asilo político varios pueblos de la Tierra Caliente, Costa Grande y Sierra, están prácticamente vacíos, la gente por la violencia se fue a la frontera a buscar asilo político a Estados Unidos.
Del poblado de Laura, del cual se omite el nombre por cuestiones de seguridad, al menos 20 personas están en Estados Unidos bajo este sistema. La situación se repite en los poblados contiguos.
Los pueblos de la región de la Tierra Caliente, en donde el crimen organizado tomó el control, están en proceso de quedar deshabitados.
La gente se va a la frontera con Estados Unidos a esperar esa cita que les cambiará la vida.