Texto: Alberto Ramírez
Foto: Enrique Vázquez Arrollo
6 de enero 2024
Chilpancingo
Los magueycitos, como conocen a las bromelias nativas, son plantas endémicas de México que en diciembre abundan en los mercados porque personas de la religión católica la usan como adorno en los nacimientos del niño Dios.
Edgar Salmerón Barrera, historiador y naturalista egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro), informó que estas plantas son clave en los ecosistemas donde habitan.
Son muy parecidas a las plantas de maguey, pero más pequeños, y no tienen espinas.
También se les conoce como bromelias. Ese nombre es correcto porque pertenecen a la familia Bromeliaceae. Su nombre común es diferente en cada región. Estas plantas pertenecen al género Tillandsia y su nombre científico es Tillandsia bourgaei.
Cumplen una función muy importante en el ecosistema, explica Salmerón Barrera, porque brindan refugio a muchos insectos, arácnidos, reptiles y anfibios.
La bromelia no figura entre las plantas en peligro de extinción, por el momento, por lo que no está sujeta a una protección especial dentro de las normas oficiales mexicanas. Aunque la recolección desmedida, el uso que le dan los campesinos al suelo, los incendios y el cambio climático sí la colocan como una especie vulnerable.
La existencia de las bromelias son un indicador de que el ecosistema en el que habitan es saludable. Sus nutrientes los obtienen de microelementos que transportan el viento, la lluvia, la neblina y el rocío.
Salmerón Barrera destacó que estas plantas no son parásitas, como cree mucha gente, porque crecen sobre los árboles y piensan que del hospedador o soporte obtienen sus nutrientes. Las bromelias también crecen sobre algunas rocas. Tienen la capacidad de retener humedad y eso ayuda mucho a los bosques, es decir, ni son parásitas y, además, su presencia contribuye a la salud del hospedador.
La cantidad de extracción de esta planta no está contabilizada con exactitud porque no hay un organismo institucional o autónomo que se dedique a ello. Salmerón Barrera considera que se puede hablar de cientos de toneladas extraídas de los bosques entre diciembre y enero.
Las personas de las comunidades rurales son las que hacen la extracción de los mageycitos o bromelias y las venden en las ciudades o comunidades con mayor concentración poblacional.
“La extracción de esta y otras especies proviene directamente de los bosques, desde bosques de Quercus (encinos), hasta bosques de coníferas, selva tropical caducifolia, tanto alta como baja, así como bosques mesófilos”, explicó el naturalista.
El uso principal que le dan a la planta es de carácter religioso, para adornar los nacimientos que los creyentes recrean en las festividades navideñas, junto con el heno y el musgo.
Otro uso que se le da, pero en menor medida, es de combustible, ya que en algunas comunidades lo utilizan cuando ya están secos para sus fogones junto con la leña.
Barrera Salmerón mencionó que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) no regula la extracción de esta especie, aunque su venta esté a la vista de todo mundo en los mercados.
“En teoría, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), son los organismos institucionales que deberían velar por estas especies. La realidad es que esa protección se queda en el papel y es letra muerta ya que en la práctica no se realizan acciones para evitarlo”, aseguró
.
El naturalista también comentó que cuando se denuncia el saqueo de alguna de estas plantas, las autoridades ponen una serie de trámites burocráticos para que se lleve a cabo una investigación.
En otras ocasiones derogan responsabilidades a otra dependencia y al final se convierte en un tipo bucle interminable; el denunciante se harta y abandona su objetivo.
Sugirió crear campañas de concientización en las comunidades donde crecen estas plantas para que las protejan. También recomendó capacitar a la gente para crear viveros de Tillandsias y orquídeas, las que comercialicen para obtener ingresos.
De esta manera podrán cuidar sus bosques y aprovechar su riqueza sin extraer plantas de su hábitat natural.
“El saqueo ilegal se ha convertido en un negocio enorme en mercados asiáticos, europeos y estadounidenses en donde venden especies a precios exorbitantes a costa de la depredación y posterior extinción de varias de ellas”.