Homero, un maestro que enseña desde la precariedad en plena capital de Guerrero

Texto: José Miguel Sánchez

Fotografía: Oscar Guerrero

Chilpancingo

En medio de un aula de madera, techo de lámina y unas ventanas improvisadas, Homero Guerrero de Jesús imparte clases a 25 niños de entre tres y seis años en el Jardín de Niños Emiliano Zapata, ubicado en la Comunidad Indígena Emperador Cuauhtémoc de Chilpancingo.

Homero es egresado de la Normal Rural Raul Isidro Burgos, de Ayotzinapa, y desde que se graduó, en 2005, imparte clases en comunidades alejadas y de condiciones adversas por el abandono institucional.

Comenzó en su labor docente en la comunidad de Jicayán de Tovar, municipio Tlacoachistlahuaca, en la Costa Chica de Guerrero.

Ahí estuvo siete años, donde las condiciones no eran muy distintas a las que hay en el Jardín de Niños Emiliano Zapata, aun cuando éste se ubica en la capital del estado.

Aulas de madera con techo de lámina, mobiliario donado y un solo maestro que al mismo tiempo es el director de la escuela, porque la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) no envía más personal.

Después de Jicayán de Tovar fue enviado a Apango, en la región Centro, donde permaneció otros siete años.

Hace tres años, en medio de la pandemia de Covid-19, Homero llegó al Jardín de Niños Emiliano Zapata donde las condiciones, dijo, son muy parecidas a las que enfrentó en los planteles de las comunidades alejadas donde estuvo antes.

“Aquí tenemos niños amuzgos, mixtecos, nahuas que migraron y que necesitan educación”, contó Homero en entrevista.

En el Jardín Emiliano Zapata sólo hay un aula de madera, y afuera un techado donde él y los estudiantes se resguardan de la lluvia y el sol; este mismo espacio funciona como galera para reuniones y eventos de los habitantes de la comunidad.

El jardín de niños existe desde hace 17 años y no cuenta con una clave propia, es un anexo de un otro jardín ubicado en la comunidad de Atliaca, municipio de Tixtla.

“Como anexo necesitamos de otro jardín de niños que nos facilite la clave para subir a los niños a la plataforma y sus documentos puedan tener validez”.

Al no tener una clave propia, el Jardín Emiliano Zapata no puede acceder a infraestructura, presupuesto o más maestros, “por lo que hacemos lo que podemos con lo que tenemos”.

Uno de los principales problemas de este jardín es que el terreno donde se ubica está en litigio porque un particular asegura que es de él, entonces, la SEG no puede emitir clave mientras no resuelvan el conflicto.

“En estas condiciones, sin infraestructura es como estamos trabajando, por la misma situación que no hay un terreno ya fijo; cuando ya se otorgue este espacio haremos las gestiones pertinentes para todo el mejoramiento del espacio”, comentó en entrevista el maestro.

Con 17 años de servicio, Homero tiene métodos de enseñanza diferentes que adecua al contexto de sus alumnos.

Homero cuenta que al ser un solo grupo tiene que dividir el trabajo, al ser niños de edades diferentes necesitan actividades diferentes, pero al estar juntos se las ingenia para apoyarlos a todos.

«Ahorita con la practicante es más fácil, pero cuando estoy solo, pues, uno tiene que resolver, y trato de dividir el trabajo a las necesidades de cada uno».

El maestro también entiende el contexto de la comunidad y de los niños y niñas, el horario es del jardín es de nueve a 11:30 de la mañana.

De acuerdo al reglamento la hora de salida tendría que ser a las 12:30, pero después de pláticas con las madres de familia entendió y accedió a reducir el horario.

Esto porque a muchas madres se les complica llevarle el almuerzo a sus hijos e hijas y acordaron reducir una hora de clases y eliminar el receso para que los niños salgan a una hora adecuada para almorzar en sus hogares.

“Nuestro compromiso como maestros es echarle, pues, ganas para que nuestros niños sean competitivos en todos los contextos”.

Es 12 de mayo pasado, en la galera afuera del único salón de clases realizaban el festejo del Día de las Madres, el cual “no queremos que sean como en otros lugares, que el baile o la fiesta, si no una convivencia real de la mamá con el niño”.

En lugar de un baile, concurso o festejo como se acostumbra, Homero decidió reunir las madres con sus hijos en una convivencia que poco se da en el Jardín de Niños.

Primero, Homero dio una conferencia dirigida a las madres en la que habló sobre la importancia de la educación para sus hijos y cómo pueden acompañarlos en su proceso de enseñanza.

Después impartió una clase como cualquier otra, en la que madre e hijo trabajaron en equipo. «Las mamás puedan ver en qué fallan sus hijos, en qué son buenos y cómo se comportan, porque muchas veces aquí en el aula son de una manera y en su casa otra».

Al final las madres, hijos, hijas, maestro y practicante disfrutaron de unos tacos, refresco y un poco de música.

“Lejos de hacer un festejo tradicional, con bailes y todo eso, nosotros quisimos hacerlo como una mañana de trabajo donde la mamá se siente con el niño y las madres se den cuenta cuáles son las dificultades de sus hijas e hijos”.

Escuelas en la capital, sin condiciones dignas para la enseñanza

Casos como el del Jardín de Niños Emiliano Zapata son comunes en la capital de Guerrero: escuelas sin una infraestructura adecuada para los alumnos, donde los maestros resuelven de acuerdo a sus posibilidades.

Uno de esos casos es el de la Escuela Primaria Rafael Ramírez Castañeda, en la que más de 200 alumnos reciben clases dentro de remolques acondicionados como aulas provisionales, porque el gobierno estatal no les garantiza la construcción de un inmueble.

Desde el 2013, el inmueble de esta primaria, ubicada en entonces en la colonia San Rafael, presentó afectaciones por la tormenta tropical Manuel y el huracán Ingrid, con el paso del tiempo, en 2019, los temblores terminaron por convertirla en inhabitable.

Con la pandemia de Covid 19 y las clases virtuales, en 2020 y 2021, los alumnos tomaron sus clases desde casa, pero al reactivarse las clases presenciales del nuevo ciclo escolar, a mediados del 2021, los 400 alumnos matriculados no tenían dónde recibirlas.

La solución que halló la SEG fue improvisar seis aulas en bases de camiones de carga, que instaló en un rincón del Centro Deportivo de la colonia Galeana.

Desde esas angostas aulas, con el calor de abril y mayo, los maestros tratan de no perder el ánimo, mientras enfrentan una lucha porque su plantel sea reubicado y reconstruido.

Miguel Ángel Ventura Ramos, maestro en dicha escuela, contó las dificultades para impartir clases en una situación así. “Esto es una travesía que pone en riesgo a los alumnos, porque no es un espacio vigilado, nosotros ponemos todo de nuestra parte, pero en ocasiones es muy difícil laborar en una situación así”.

Aun así los maestros, directivos y padres de familia atienden a los grupos.

Durante un recorrido que realizó Amapola, periodismo transgresor por algunas escuelas de Chilpancingo constató de las deficiencias de otras escuelas.

Casos como el de la Escuela Primaria Bilingüe Conectalli, ubicada a pocos metros del Palacio de Gobierno, donde despacha la gobernadora morenista Evelyn Salgado Pineda, no está en condiciones para que los alumnos reciban clases.

Esta primaria no tiene barda perimetral; una malla y pequeños postes de aluminio divide la calle con la escuela.

Desde afuera se puede observar que sólo dos aulas y los baños fueron construidas con ladrillo y techo de concreto. Las otras cuatro son de madera, techo de lámina y sin protección: no tienen puertas ni ventanas, es sólo un gran cuadrado donde cualquier persona puede ver y escuchar qué sucede adentro.

El viernes que se realizó el recorrido, no hubo clases en la primaria; se trató de contactar a la directora, pero no contestó.

Estos sólo son tres centros educativos ubicados en la capital de Guerrero, algunos en zonas marginadas, otros no, que son muestra de condiciones inapropiadas para que estudiantes de nivel básico reciban clases.

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