El colorín, la flor prehispánica ligada a la cocina ancestral mexicana

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: José Miguel

Chilpancingo

 

Pito, zompantle, pemuches, machetes son algunas de las formas que en distintos puntos del país conocen a una pequeña flor roja comestible de la que hay registro desde la época prehispánica. En la zona Centro de Guerrero esta flor es conocida como colorín por su color intenso.

El árbol que da las flores de colorín es grande, puede alcanzar los ocho metros de altura y crece en los cerros de la zona Centro de Guerrero.

Los pétalos de las flores colorín son alargados, parecen pequeñas vainas. En este estado la consumen en caldo, frijoles, hervidas o capeadas.

A partir de los primeros días de diciembre comienza la venta de este producto. Los racimos de colorín cuestan entre 15 y 20 pesos en el Mercado Baltasar R Leyva Mancilla, en Chilpancingo.

Esta flor es vendida por comerciantes locales. Hay familias que salen a recolectar la flor del árbol silvestre desde finales de noviembre hasta enero.

Gelacia Martínez Nava es una mujer adulta que vende este producto en una calle aledaña al mercado central que se mencionó. La coloca junto a otros productos que vende: frijol, lechuga, ejote, cilantro y otras hortalizas.

Entre los diferentes tonos de color verde destaca el colorín con su peculiar tono rojo.

Gelacia viaje desde Chilapa a Chilpancingo, un trayecto de una hora y media, para vender sus productos; no todos los produce ella.

«Lo compran mucho las personas de por aquí de Chilpancingo y los alrededores, la verdad es que cuando es su temporada sí se vende bien», comenta Gelacia.

Ella sabe que este árbol es muy común en Chilapa y que muchas personas tienen en sus casas o cerca de ellas árboles que dan esta flor.

Las flores de colorín son consideradas un platillo ancestral, el árbol es originario del Centroamérica y fue considerado sagrado para los Mayas y los Mexicas, de acuerdo con el Códice Florentino, un documento redactado por frailes españoles en el que relatan las formas de vida de la población originaria.

«Las flores rojas son utilizadas como alimento, muchas personas lo combinan con huevo, en guiso con carne de puerco, para tamales o tortas», cuenta Gelacia.

De acuerdo con Gelacia, el colorín también tiene propiedades que ayudan a ciertos malestares, como el dolor de muelas. De la semilla del colorín se hace una infusión y se bebe para calmar esos dolores.

Después que termina su período de vida del árbol donde crecen las flores del colorín, su madera es utiliza para la elaboración de máscaras artesanales.

El colorín se consume en los municipios de Apango y Chilapa.

Es común que durante la temporada, las familias preparen y consuman la flor de diferentes maneras.

«Muchas personas que no saben creen principalmente que el árbol tiene una función ornamental, pero no saben que sus flores se comen y que también tiene un pasado muy interesante», cuenta Gelacia.

En el ya mencionado Código Florentino existen unos escritos que exponen que las flores se exprimían en la boca de los niños y esto les ocasionaba sueño.

También la semilla del colorín es una especie de frijol rojo que se usa como amuleto, porque existe la creencia de que es símbolo de protección y fortuna.


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