Texto: José Miguel Sánchez
Chilpancingo
El presidente Andrés Manuel López Obrador siempre presume su dicho de no a la reelección en puestos de representación popular, pero aquí en Guerrero, varios diputados se aprovechan de la reforma electoral y se reeligen, y otros hasta imponen en esos cargos a sus hijos o parejas.
Ciertos nombres y apellidos de políticos dominan la escena pública hace mínimo 30 años. Priístas, perredistas y ahora morenistas ya presentan a sus hijos como sus relevos generacionales.
El ejemplo más cercano es el del Congreso local, donde la presencia de personajes políticos y sus familias parece perpetuarse. Hay políticos en cargos de elección popular desde 1990 o bien están sus hijos o esposas.
En orden cronológico, se mencionarán las dinastías políticas actuales en el Congreso de Guerrero.
Mediante un recuento que realizó Amapola, periodismo transgresor, se ubicó 1994 com un punto de arranque.
El primero caso es el del ex gobernador priísta, Héctor Astudillo Flores, quien fue por primera vez diputado local en el periodo 1994-1996. Su segundo periodo como legislador fue de 1999 al 2000, tiempo en el que se desempeñó como coordinador de la Fracción Parlamentaria del PRI.
El mismo cargo de coordinador lo ocupó en su tercera ocasión como diputado durante la 60 legislatura, del periodo 2012 a 2015. En 2015 fue candidato a gobernador y ganó las elecciones para el periodo 2015-2021.
Para las elecciones del 2021, es decir, en el mismo año que él dejaba la gubernatura, su hijo Ricardo Astudillo Calvo, apareció en la boleta electoral como candidato a diputado local por el distrito siete con sede en Acapulco.
Astudillo Calvo es diputado de la actual legislatura (2021-2024), lo que sumando a los períodos de su padre, los Astudillo sumarían 12 años continuos sólo en el Congreso local, porque el ex gobernador ha tenido otros cargos.
Astudillo Flores fue senador de la República, alcalde de Chilpancingo en dos periodos separados, y gobernador; otros 18 años en cargos públicos, en total, suman 32 años.
Las dinastías no sólo fueron documentadas en el PRI, el PRD también tiene estas mismas costumbres. La familia Mora Eguiluz, al igual que los Astudillo, tiene el mismo historial.
En 1994, Guadalupe Eguiluz Bautista, esposa del perredista Martín Mora Aguirre quien ocupó desde cargos internos en el partido hasta populares, fue diputada local.
Desde entonces el matrimonio Mora Eguiluz y sus hijas mantienen presencia política en el Congreso local y en su natal municipio de la Tierra Caliente, Tlalchapa.
En 1997, Martín Mora es designado como diputado federal plurinominal para el periodo de 1997-2000. Del 2000 al 2004 fue dirigente estatal del PRD y de 2005 a 2008 diputado local. En medio de estas dos últimas encomiendas contendió para alcalde de Tlalchapa (2002-2005), pero perdió.
Del 2012 al 2015, Guadalupe Eguiluz Bautista, su esposa, sí ocupó la alcaldía de Tlalchapa; para el siguiente trienio (2015-2018) se la transfirieron a Amalia Mora Eguiluz, hija de ambos.
En el siguiente periodo, del 2018 a 2021, Martín Mora Aguirre ahora sí fue alcalde de Tlalchapa, y otra de sus hijas, Celeste Mora Eguiluz, diputada local; antes (2015) contendió por una diputación federal pero perdió la elección.
Al inicio de esta administración estatal, Celeste Mora Eguiluz ocupó la titularidad de la Secretaria del Migrante, después de que la familia de manera pública se sumó al partido Morena. Justo dejó la secretaría por una función en la dirigencia estatal del Morena, donde es secretaria de Formación Política del nuevo Comité Ejecutivo Estatal.
La familia sigue en la practica de la herencia de los cargos; la actual alcaldesa de Tlalchapa es otra de las hijas de la pareja Mora Eguiluz, llamada Tania Mora Eguiluz.
De regreso al PRI, nombres como Héctor Apreza Patrón, Alicia Zamora Villalba, Flor Añorve Ocampo aparecen en las placas del Congreso local.
Apreza Patrón desde 2018 lleva dos periodos seguidos como diputado por la vía plurinominal, antes, de 1999 a 2002 fue diputado local y repitió de 2012 a 2015.
Al término de la actual legislatura, Apreza Patrón habría acumulado 12 años continuos en el Congreso local.
Otro caso es el de Añorve Ocampo, quien con esta legislatura (2021-2024) es la cuarta ocasión que está en el Congreso local.
La primera ocasión fue en el periodo 2000-2003, después de 2006 a 2009, la tercera de 2015 a 2018 –en este periodo fue presidenta de la Junta de Coordinación Política (Jucopo)–, y la actual.
La también priísta Alicia Zamora Villalba, originaria de Chilapa de Álvarez, es otro caso de permanencia en el poder; desde 2002 ostenta puestos legislativos.
De 2002 a 2005 aparece por primera vez como diputada local, de 2005 a 2008 fue presidenta municipal de Chilapa y de 2008 a 2012 diputada federal.
En 2012, Zamora Villalba regresa al Congreso local por un periodo de tres años en la 60 legislatura que concluyó en 2015.
En 2018, después de ser secretaria de Desarrollo Social en la administración de Astudillo Flores, regresó al Congreso local para el periodo 2018-2021, y a través de la reelección estará en su curul hasta 2024.
Otro caso de familiar en puestos públicos es el del matrimonio priísta conformado por el senador Manuel Añorve Baños y la actual diputada local Julieta Fernández Márquez.
Fernández Márquez ya fue diputada local en el periodo 2012-2015, y lo es ahora. Además, un hijo de Añorve Baños es regidor del puerto de Acapulco.
De nuevo en el ejercicio de ubicar a más perredistas enquistados en puestos de poder desde hace años, se ubicó a Bernardo Ortega Jiménez, quien desde 2005 llegó por primera vez al Congreso local, donde permanece y se prepara, de acuerdo con lo que pudo documentarse, para heredarle el espacio a su hijo Jorge Iván Ortega Jiménez, quien fue y es su suplente.
De 2005 a 2008 fue el primer periodo de Ortega Jiménez como diputado local, dejó pasar una legislatura y en 2012 regresó al Congreso local, periodo en el que estuvo como presidente de la entonces Comisión de Gobierno, hoy Jucopo.
Ortega Jiménez concluyó ese periodo en 2015, y de nuevo dejó pasar otra legislatura para regresar a su curul en 2018, donde permanece desde entonces, su periodo culminará en 2024.
El perredista Carlos Reyes Torres al parecer también le tiene cariño a su curul, de 2005 a 2008 fue diputado local, regreso al Congreso para el periodo 2015-2018 y en 2021 volvió el Poder Legislativo.
Este perredista también fue alcalde de su municipio, La Unión, cargo que también ha ocupado su hermano, Crescencio Reyes Torres, actual presidente municipal después de una reelección, además de que ya ocupó en su momento una curul en el Congreso local.
Una dinastía familiar también se avizora en el PRD, tal es el caso de Raymundo García Gutiérrez, quien está por tercera vez en el Congreso local y su hija, Jennifer García Lucena, es su compañera de bancada.
Otro caso de curul heredada es el de la diputada perredista Elzy Camacho Pineda, pues, su padre, Ely Camacho Goicochea, fue diputado por el mismo distrito, el 17 con cabecera en Coyuca de Catalán en la Tierra Caliente, durante los años 2012-2015.
Camacho Goicochea también fue alcalde de Coyuca de Catalán en el trienio de 2009-2012 y fue asesinado en 2017 cuando buscaba ser candidato a alcalde por segunda ocasión.
Como éstos hay varios casos más en uno o en otro partido de cara al Congreso local, por ejemplo, el perredista Evodio Velázquez Aguirre, quien cuando no estuvo él en una curul, estuvo su esposa, Perla Edith Martínez Ríos.
Morena, el partido de la Cuarta Transformación de México, sigue los pasos de cerca a esta prácticas.
Con la reforma electoral de 2014 que permitió la reelección inmediata para diputados, senadores, alcaldes y regidores, y que entró en vigor en 2018, un par de morenistas también le apuesta a ese método para conservar sus espacios en el Congreso.
Casos como el de la diputada y actual presidenta de la Jucopo, Yoloczin Domínguez Serna, y los diputados Alfredo Sánchez Esquivel, Antonio Helguera Jiménez y Carlos Cruz López se reeligieron en sus cargos aun cuando por acuerdo del Consejo de su partido, Morena lo tiene prohibido.
Además, el presidente Andrés Manuel López Obrador, fundador de Morena, repite con mucho ímpetu la frase de Francisco I Madero, “sufragio efectivo, no reelección”, como un principio al que debía ceñirse todo su movimiento y sus simpatizantes.