Se deslinda Policía Comunitaria de El Ocotito, adherida a UPOEG, del asesinato de Fredid Román

Señalan a sobrino e hijo del periodista como integrantes del CJNG


Texto: Amapola periodismo

Fotografía: Especial

Chilpancingo

 

Ex comisarios municipales y el comandante de la Policía Comunitaria de El Ocotito, José Deivy Barrientos Salazar, negaron tener algo que ver en el asesinato del periodista Fredid Román Román, ante una de las líneas de investigación que planteó el vicefiscal de Investigación de la Fiscalía General del Estado (FGE), Ramón Celaya Gamboa.

La Policía Comunitaria de El Ocotito pertenece a la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), a cuyo líder, Bruno Plácido Valerio, detuvo la FGE hace unas semanas y luego liberó porque el delito había prescrito.

En conferencia de prensa en El Ocotito, lugar al que acudieron periodistas y estuvieron presentes habitantes de la comunidad, los ex comisarios y el comandante de la Policía Comunitaria narraron a la prensa una trama muy complicada en la que resaltan supuestos vínculos del sobrino e hijo del periodista con el grupo del crimen organizado, llamado Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en la que salió a relucir otro grupo criminal de la zona Los Ardillos.

La FGE comunicó a los periodistas al término de una protesta que una de las líneas de investigación, aparte de su labor periodística, se relacionaba con el asesinato del hijo de Vladimir Román, un joven que se dedicaba al comercio de pollo en esa comunidad del municipio de Chilpancingo.

Pobladores de El Ocotito, quienes por lo delicado del hecho pidieron confidencialidad, contaron que el día del asesinato de Vladimir, el 1 de julio pasado, el otro hijo de Fredid Román, Cristián Román, llegó el lugar de los hechos para llevarse el cadáver de su hermano, pero el secretario de la Comisaría de El Ocotito se lo impidió porque estaban a la espera de las autoridades ministeriales, razón por la que Cristian, quien iba armado, sacó la pistola y delante de todos, lo mató.

El comandante de la Policía Comunitaria no se refirió al asesinado del secretario de la Comisaria con la misma claridad. Dijo: “El hecho ocurrió a la luz del día, delante de la concurrencia”.

Barrientos Salazar dijo que por el asesinato de Vladimir Román recibió amenazas de muerte, de Cristian y de un hijo de una hermana de Fredid Román, incluso, del mismo periodista.

Se deslindó también del asesinato de Vladimir Román. “A poco de todos los asesinatos que ocurren, por decir algo, en Chilpancingo, van a culpar al secretario de Seguridad, no, verdad”.

Los Román, el sobrino y el hijo del periodista y otras personas, dijo que le exigieron que les entregara al policía comunitario que asesinó a Vladimir, pero que él no tenía porque entregar a nadie. Pidió que se hagan las investigaciones y que detengan al culpable.

Fue ahí donde señaló relación de Cristian Román y Fawer García Román, hijo de la hermana de Fredid Román, con el grupo CJNG, a quienes mencionó de ser responsables de los asesinatos y desapariciones de otras personas.

Dijo que todo este acoso contra El Ocotito “es una presión generada por el señor Alanís”. Se refería a Servando Alanís, coordinador de la llamada Policía Comunitaria de Tlacotepec, asentada en una zona controlada por otro grupo del crimen organizado conocido como Los Tlacos.

Barrientos Salazar aseguró que diversos grupos tienen interés en controlar El Ocotito porque es un paso importante para el control de la Sierra y el asedio contra las autoridades de esta comunidad es porque no permiten que sea el paso para secuestrados y autos robados hacia la sierra.
“Le han buscado la forma y no la han hallado con armas, así que andan buscando el modo”, dijo.

Contó que El Ocotito se mantiene neutro porque no entregaron el control a ningún grupo, aunque han sido diferentes y varias veces que se lo pidieron.

Le han preguntado, dice, que por qué al pueblo de El Ocotito no los atacan Los Ardillos. Contó que eso es porque ellos no aceptaron dinero ni camionetas robadas, como si lo hicieron, otras comandancias de varias otras policías comunitarias.

Antes, contó, El Cartel de la Sierra, Los Ardillos y el CJNG eran la misma cosa y cuando salieron mal comenzó a haber violencia en las comunidades que aceptaron trabajar con ellos.

 

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