Liberación ocelote

Misión: liberar al ocelote 

Así fue la reintegración a su hábitat del ocelote capturado por un ejidatario de Humedades, municipio de Tecpan


Texto y foto: Marlén Castro

Vídeo: Cortesía de Osmar Zamudio de Guerrero Jaguar

14 de agosto de 2022

 

Con la jaula abierta, el ocelote (leopardus pardalis) observó durante cinco segundos a la gente que lo rodeaba. Eran bastantes personas pendientes del felino. El ocelote salió, dio tres pasos con timidez, luego bastó una zancada larga y un salto para perderse en el bosque húmedo. Eran las 11:27 del sábado 13 de agosto. Lugar: el filo del Caldo Flaco, una estribación en la Sierra Madre del Sur del ejido Cordón Grande, municipio de Tecpan de Galeana.

Concluyeron así tres semanas de encierro para el ocelote y una disputa entre la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semaren) y el Zoológico Zoochilpan por el destino del ejemplar.

El ocelote, un macho de unos cuatro años, fue capturado la madrugada del miércoles 20 de julio por Efrén Maldonado Téllez, ejidatario de la comunidad Palo Solo, del ejido Platanillo, también en la sierra de Tecpan, porque lo estaba dejando sin gallinas.

Un día antes de la liberación, los ejidos de Cordón Grande y Platanillo recibieron certificados de área natural protegida, en la categoría de Área Destinada Voluntariamente a la Conservación (ADVC), por esa razón, en la región serrana del Filo Mayor había varios funcionarios del gobierno federal y estatal que testificaron la liberación, junto con pobladores e integrantes de Guerrero Jaguar, la organización que impulsó la creación del corredor comunitario para la conservación de especies en peligro de extinción.

Llevar al ocelote al filo del Caldo Flaco para liberarlo fue una aventura extrema, sobre todo para el ocelote.

El felino en la vida silvestre se mueve en un territorio extenso. Los 24 días que duró su cautiverio estuvo en la jaula de fierro de unos 50 centímetros de alto, por unos 80 de ancho, la que fabricó don Efrén y colocó con un cebo.

Cuando fue capturado, Ruiz Gutiérrez lo rescató y por las condiciones del ocelote, el cual se lastimó el hocico y la nariz en sus intentos por liberarse, lo trasladó al Zoológico Zoochilpan, en Chilpancingo, lo que significó un viaje de alrededor de seis horas, en un camino atropellado y bajo un calor agobiante que rozaba los 38 grados.

En el zoológico siguió en la misma jaula y fue trasladado a Acapulco el lunes 8 de agosto para una valoración médica en la clínica veterinaria privada Wild Pets.

Los veterinarios del zoológico establecieron que no estaba apto para ser liberado, porque ubicaron que tenía una lesión en el fémur izquierdo y estaba en tratamiento para erradicar parásitos intestinales.

El zoológico publicó en su página que llevárselo a Acapulco interrumpía el tratamiento y responsabilizaron a Ruiz Gutiérrez de las consecuencias.

El felino emprendió el viaje de regreso a su territorio, la mañana del viernes 12 de agosto, a las siete de la mañana. Fue otra vez un recorrido largo y atropellado; en la misma jaula, de nuevo bajo un calor intenso y con un camino en peores condiciones por las lluvias de las últimas tres semanas. En esta ocasión, el viaje de Acapulco a Cordón Grande fue de ocho horas.

El felino ya no sangraba, pero rugía y daba vueltas en su jaula estrecha. Cuando llegó a Cordón Grande, alrededor de las tres de la tarde, los pobladores con curiosidad rodearon la camioneta, le tomaron fotos, se tomaron selfies con el felino atrás. El ocelote se retorcía estresado sin poder hacer nada.

El veterinario recomendó darle de comer hígados y carne fresca antes de liberarlo como medida de precaución por los días que le llevaría cazar de nuevo.

Pusieron carne de res en su jaula y no la comió. Pasó una noche más de encierro.

 

La liberación

La mañana de la liberación, la gente volvió a rodear la camioneta en donde estaba la jaula del felino. Por la recepción de los certificados como ADVC, en Cordón Grande había muchos visitantes. Una parte eran pobladores de otros ejidos y la otra mitad servidores públicos de diferentes dependencias que ahí pasaron la noche, porque es poco seguro salir de tarde de estos pueblos; si cae la lluvia, lo que siempre pasa, el río crece y puede llevarse carros, incluidas las camionetas doble tracción o cuatro por cuatro que llevaban.

Llevar al felino a la zona de conservación para liberarlo no era una misión fácil. A esas zonas solo se llega en cuatrimotos. Montaron la jaula con al felino en una y los visitantes y pobladores hicieron lo mismo. Salieron de Cordón Grande alrededor de las nueve y media de la mañana.

Se hizo una fila de 23 cuatrimotos, con tres pasajeros en cada una: un poblador manejaba y dos visitantes en el asiento trasero.

Por las condiciones de su territorio, los pobladores de la sierra se volvieron conductores hábiles de caminos imposibles. La tierra pegajosa de los caminos empinados y bajadas peligrosas no fueron obstáculo para ellos, aunque a los visitantes les sacaron varios gritos y momentos de angustia.

La comitiva encabezada por el presidente del comisariado ejidal de Cordón Grande, Juan Carlos Domínguez Ramírez, quien llevaba en su cuatrimoto al titular de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), Humberto Adán Peña Fuentes, se detuvo.

Era el lugar ideal para la liberación. El filo de Caldo Flaco, con un pino atravesado en el camino, lleno de musgo, parecía escenario de una película fantástica, tipo El señor de los anillos.

Ahí, el biólogo Ruiz Rodríguez y los ejidatarios, junto con el secretario del Medio Ambiente, Angel Almazán Juárez, bajaron la jaula del felino al suelo.

Almazán Juárez dijo que el ejemplar estaba en buenas condiciones de salud y por eso se reintegraba a su hábitat. El biólogo agregó que la zona en la que se liberaba habitan los ocelotes de manera natural, por lo que tenía las condiciones para adaptarse. “Se acostumbró a comer gallinas aquí hay gallinas de monte, tiene que cazar para comer”.

La secretaria del Bienestar, María del Carmen Cabrera Lagunas y Peña Fuentes, de un lado, y del otro Almazán Juárez, abrieron la jaula. Estuvo cinco segundos así, el ocelote asomó con timidez, dio tres pasos pequeños, ubicó el hueco en el que no había gente, dio una zancada y luego un salto y se perdió en el bosque húmedo.

 

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