Centenario de las normales rurales: qué maestro rural necesita el México del siglo XXI

Esta es la historia de la primera Normal Rural de México: Tiripetío, un repaso por sus cambios, sus estudiantes, sus luchas y represiones que han enfrentado, en voz del profesor Jorge Cázares Torres, quien expresa el ideal de maestro rural y el horizonte la crisis en la que se encuentra la escuela


Texto: Daliri Oropeza Alvarez / Pie de Página 

Fotografía: Cortesía

4 de abril de 2022

Cholula

 

Jorge Cázares Torres es maestro normalista, egresado de la Normal Rural Vasco de Quiroga de Tiripeitío, la que fuera nombrada “Escuela del diablo”, cuando en su fundación en 1922, el obispo la descalificaba. Se ha dedicado durante su vida a promover la vocación del maestro rural.

El maestro Jorge no se presenta así pero es doctorante en Pedagogía Crítica. Por ahora desarrolla una comisión con tres maestros solidarios para reabrir la Normal del Mexe, Hidalgo, con 100 alumnos; aunque no niega regresar a donde está su adscripción como docente (y al parecer su corazón), en Tiripetío.

Es originario Copándaro, que está en la ribera del lago de Zirahuen, una zona a la entrada de la meseta p’urepecha. Durante su niñez tuvo que estudiar donde su padre trabajara, pues en ese entonces tomó el puesto más bajo de Ferrocarriles Nacionales de México: reparador. Por eso Jorge creció su niñez entre Pátzcuaro y Uruapan, en Tingambato, donde realizó la primaria y la secundaria.

Ahí conoció a una maestra que lo dejaría marcado de por vida. Ella había estudiado en la Normal Rural de Cañada Honda de Aguascalientes. Daba la clase de Español. Cuando Jorge terminó la secundaria, Elvia Rocha le comentó de que había una normal en Tiripetío, que era internado y que pensaba que le gustaría estudiar ahí. Sabía de sus buenas calificaciones y su vocación  por compartir el conocimiento. Él nunca había escuchado el nombre de Tiripetío.

Jorge tomó el tren de pasajeros, que entonces daba servicio. Viajó con su hermano a la Normal de Tiripetío en el verano de 1987. La normal estaba a 300 metros al salir de la estación. Al bajar, estaba la convocatoria para nuevo ingreso pegada en sus salones. Ese mismo año los hermanos ingresaron en las 150 plazas que abrieron.

Al entrar a esta normal, con fuerte presencia p’urepecha, Jorge entendió que, desde el primer momento, empieza la formación política.

“Yo todavía no entendía eso de hacer guardia. Ahí nos hacen ver la importancia de cuidarla (Normal) y ya en ese momento empezamos a ver que llegaban gentes de otras comunidades a pedir apoyo porque estaban teniendo problemas, con el gobierno y de todo”.

Cuando Jorge estudió, también fue dirigente de la Normal y le tocó, junto con sus compañeros, sentar las bases para la primera organización de estudiantes normalistas de Michoacán. Le llamaron Frente Estatal de Normales de Michoacán.

Desde el 2000 lo convocaron a ser profesor de Tiripetío. Para dar clases, es importante haber estudiado en normal rural y, como extra, los estudios que tengan los docentes. Ha dedicado su carrera a recuperar la esencia de la formación del normalista rural.

Habla en entrevista de los horizontes para esta normal rural, que están en las tradiciones comunitarias de los pueblos indígenas de la región frente a la crisis que se agudiza en el centenario de la normal.

El 22 de mayo de 1922 se reconoce formalmente la fundación de la normal en Tacámbaro. Los normalistas preparan los festejos de su centenario desde este 7 de mayo del 2022.

Primera casa normal en Tacámbaro Michoacán 

La fundación de la primera normal rural

—¿Cómo supiste la historia de la primera normal rural de México?

—Es parte de lo que uno empieza a conocer cuando llega a la normal. Los compañeros de niveles superiores cuentan. Nos dicen: “Esta normal no se fundó aquí, sino en Tacámbaro”.

Yo creo que en parte escogieron ahí que iniciara la normal por su vocación agrícola. Nos narran que es la primera normal rural en México. Uno luego luego se siente orgulloso de decir: Estoy en la primera normal rural de México.

Se fundó en mayo de 1922. Pero ahí no duró mucho tiempo porque siempre tuvo el rechazo del clero. Católico, principalmente. El obispo que nunca la vio con buenos ojos, siempre la descalificó. Le puso como calificativo: “Escuela del diablo”.

El obispo Leopoldo de Lara y Torres decía: “¿Cómo es posible que en esa escuela haya tanto jóvenes como señoritas, no, eso no puede ser posible y además son comunistas”. De todo tipo de calificativos.

Después fui leyendo más acerca de la normal. Me inspiró un texto de alguien que había estudiado allí en la primera generación de Tacámbaro. Se llama Othón Villela Buenrostro. Escribió este libro que se llama: Un maestro del pueblo. La Epopeya de la Primera Normal Rural de México.

Entonces, ahí él relata pues toda la travesía que… primero, personalmente tuvo que hacer para llegar ahí hasta Tacámbaro porque el originario de Tiquicheo, muy cerca de Huetamo, esa si es región Tierra Caliente pero está lejos de Tacámbaro y en aquel tiempo no había las vías de… como las tenemos ahora.

Placa primera casa normal Tacámbaro Michoacán

Él relata la travesía para llegar hasta Tacámbaro. Dice que tuvo que irse en bestias, en burros. Hace todo ese recuento de esa primera generación. Habla de que algunos fueron asesinados. Uno de ellos, de apellido Zamora. Fue asesinado por órdenes del obispo Lara y Torres.

Entendemos que por eso la normal no duró ahí en Tacámbaro. Entonces de ahí tuvo que migrar hacia otra población cercana al Lago de Pátzcuaro que se llama Erongarícuaro, ajá. Eso fue en el año de 1926, entre 26 y 27. Ahí tampoco duró mucho tiempo y de ahí se fue, ahora sí a la Tierra Caliente, hasta Huetamo en los años 30 ya. Ahí tuvo otro cambio también de sede, hacia cerca de la Ciudad de Zitácuaro, en un pueblo que se llama La Encarnación, este, del Municipio de Zitácuaro. Y ya fue hasta 1949 que llegó a Tiripetío.

—¿Cómo pasó de ser mixta a ser solo de hombres?

—Hubo cambios en los planes de estudio de las normales rurales, ahí se definió que solamente fuera para mujeres. De 1949 a 1969, 20 años, la escuela funcionó como internado para mujeres.

En 1969 el gobierno de todavía Díaz Ordaz, como represalia, el coletazo del 68, cerró más de la mitad de las normales rurales que había. En ese tiempo eran 29 en todo el país. Cierra  su gobierno con 15 normales rurales, de las cuales hay 14 vigentes.

En Michoacán teníamos dos normales rurales, de hecho. Así como se abrió en Tacámbaro como normal mixta regional, todavía no recibía ese nombre de Normal Rural, era Escuela Normal Mixta Regional. En 1926, se abre otra normal pero como Central Regional Agrícola Campesina, para varones en una comunidad cerca de Morelia, en La Huerta. Con el gobierno de Lázaro Cárdenas, ya todas las escuelas se denominaron ‘normales rurales’.

Antes de 1969, en Michoacán y en otras partes del país había dos normales rurales. Cuando La Huerta se cierra como normal y entonces a los varones que todavía estaba su formación en curso los mandan a Tiripetío y a las mujeres que había en Tiripetío las mandan a que terminen sus estudios a otras normales rurales del país; las mandaron algunas a Aguascalientes, otras a la normal de Panotla que está en Tlaxcala, otras a Oaxaca donde ya estaba la normal de Tamazulapan.

Es cuando Tiripetío pasa a ser de varones. Y pues bueno recibimos ese golpe porque de tener dos normales, nos quedó una. Eso es parte de la historia, que te digo yo empecé aprender ahí en la normal.

De los textos que yo he leído y que me ha motivado más es este del maestro Othón Villela Buenrostro, porque lo hace desde su vivencia, desde su experiencia como integrante de la primera generación de esa normal mixta, normal regional de Tacámbaro.

—¿Qué te interesó más de los textos del maestro Othón Villela Buenrostro respecto a la historia de la Normal de Tiripetío?

—Que relata sus experiencias ya como maestro, cuando lo mandan a abrir escuelas rurales. Todo esto que conocemos como la Escuela Rural Mexicana. Esa filosofía pues que fue promovida mucho por Moisés Sáenz, Rafael Ramírez. El maestro rural no será, solamente maestro para los niñas y los niños, para enseñar cuestiones académicas, sino que era el maestro de la comunidad. Eso implica trabajar por la mañana, por la tarde y por la noche. Por la mañana atendía a los niños, pero por la tarde con los muchachos, los clubes o el deporte o actividades recreativas. Y por la noche alfabetizando a los adultos. Todo eso también lo relata el maestro Othón.

Fue una sola edición que publicó la Secretaría de Educación de Michoacán y eso fue en el año 1996. Hemos intentado promover una reedición porque es difícil de conseguir. Acá a las autoridades no les interesa. Los estudiantes conocen que la normal se fundó en 1922, que fue la primera normal de México, tal vez de América Latina, etc, pero algo así tan completo como el testimonio de Othón Villela, no lo conocen.

Cuando regresé a la normal como docente, lo primero que hice fue entregarles a los muchachos el texto para que lo leyeran por lo menos en digital, hacer círculos de lectura con ese texto y vi que dio buenos resultados, pues.

Promover también mucho la vocación. Reconocer que desde la primera generación hubo maestros y maestras que dejaron todo por irse a la normal como una forma de manifestar esa vocación por la docencia.

Actividades normalista Tiripetío 

Los docentes que egresan de Tiripetío

—¿Cómo es ese paso de ser normalista en Tiripetío a ser docente?

—Es la manera de retribuir a todo lo que hizo por mí la normal. No es nada más el ser docente, el maestro rural, el tener este proyecto de vida. La docencia es un proyecto de vida que me ha permitido muchas experiencias. Me ha permitido desde un principio participar dentro también de la lucha magisterial. Decidí participar del lado del movimiento democrático.

Me fui empapando de lo que es la Coordinadora (CNTE) y todo lo que significan estas luchas desde la disidencia magisterial. Ya uno viene desde la propia normal formado en esa lucha social, por todo lo que vivimos allí.

Cuando estudias, apoyas a las comunidades campesinas o en algún momento que las comunidades campesinas nos apoyaban. El luchar del lado de los demás compañeros de la Federación (FECSM), apoyar otras huelgas, otros movimientos. Ya trae un espíritu, digamos, de lucha.

Cuando yo me incorporo al magisterio, comencé a fomentar eso justamente: el desarrollo profesional entre los propios docentes. En 2015 me incorporo como directivo como Jefe del Área de Docencia y Desarrollo Profesional de la normal rural. El director egresado de la normal rural también: el maestro Raúl Castillo Vido.

Entonces tratamos de promover mucho la parte académica desde la Pedagogía Crítica. yo acababa de terminar mi maestría en ello.

Promovimos mucho la proyección de la normal a través del Foro Nacional de Educación Primaria Rural. Decidimos abrir ese foro para que llegaran compañeros de normales rurales de otras partes del país.

Nos tocó perfilar algunas batallas en contra de La Reforma Educativa, porque en el caso de las normales, las pretendían desaparecer con El Plan Integral de Rediseño de las Escuelas Formadoras de Docentes. Así reducir toda la oferta educativa de las normales a solamente dos licenciaturas y dejar todo lo demás para los posgrados.

Entonces, era prácticamente dejar casi nada a las normales. Nosotros nos opusimos desde ese foro en el año 2015 a ese plan que era en el gobierno de Peña Nieto en tiempos de Emilio Chuayffet como secretario de Educación, después llegaría Nuño. No solamente era promover las cuestiones académicas.

—Importantes, los espacios de encuentro entre normales rurales, como lo es la FECSM. Tú participaste, ¿cuál es la experiencia desde Tiripetío?

—Históricamente, una vez que los estudiantes se organizan y que forman la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, la FECSM, fue en el año de 1935. Deciden tomar una participación activa, realmente, en el funcionamiento de las escuelas rurales.

José Santos Valdez, siendo director de una normal rural en Tamaulipas, fue quien apoyó a los propios estudiantes a que se organizaran y formaran justamente la Federación. Les ayudó a que elaboraran sus documentos básicos, sus estatutos y sus principios. Sobre todo su código disciplinario como una manera de que los propios estudiantes se autorregularan.

Es fundamental que los estudiantes pudieran organizarse, tener su propio comité o consejo estudiantil y tomar determinaciones en cuanto a la vida académica pero también en la vida en general de la escuela. Esa tradición viene desde 1935, y es el caso de la Normal de Tiripetío.

Allí los estudiantes tienen una participación activa en el nombramiento de los directivos, pero no es de ninguna manera una imposición. Ellos hacen propuestas, observan los perfiles de los maestros.

Pero en el gobierno estatal encabezado por Silvano Aureoles, justamente allí empiezan a señalar esto, empiezan a decir: “Es que no está bien que los muchachos tengan todo el poder.” Que nunca ha sido así pero esa ha sido la campaña de desprestigio.

Así empezó una campaña muy fuerte para hacer renunciar a este equipo de directivos donde yo estaba participando como jefe del Área de Docencia.

Las crisis de Tiripetío

—¿Qué estuvo en riesgo con la represión de Silvano Aureoles a Tiripetío?

—Con la reforma del 84, las normales obtuvieron características de cualquier instituto de educación superior o institución de educación superior con tres áreas: la docencia, o la investigación y la difusión.

En investigación, por ejemplo, en Tiripetío estuvimos trabajando una propuesta alternativa para la formación de docentes rurales. Para nosotros se perdió la especificidad en la formación para los maestros rurales desde la normal, coincidiendo con Alicia Silvera desde 1945. Estábamos en esa idea de recuperar esa especificidad.

Es cuando empezamos a tener muchos problemas con el gobierno del estado encabezado por Silvano Aureoles. Hubo varias represiones bastante fuertes. Nosotros nos opusimos y denunciamos incluso lo que sucedió en julio de 2016: la primera vez que la policía de Michoacán intenta ingresar a la Normal para tomar la Normal y usa armas de fuego.

Antes pues solamente habían llegado a los golpes, a los gases lacrimógenos pero no a las armas de fuego y en esa ocasión hubo disparos de armas de fuego por parte de la policía michoacana. Varios jóvenes fueron heridos, uno de gravedad. Gael Solorio, originario de la región de Tacámbaro, impactado por una bala.

Entonces empezó la guerra para que los propios estudiantes realizaran el cambio de directivos. Vimos que el gobierno intentó poner a directivos a modo, por ello querían quitar ese control a los estudiantes.

Desde las acciones represivas, lamentablemente la normal entró en una espiral de deterioro. Me da mucha pena decirlo pero todavía está en ese proceso de espiral… En el marco de este centenario, está en una crisis. Hay que revisar la injerencia externa, no solamente del gobierno sino de otros actores.

—A la Normal, a lo largo de su historia, parece que la acompaña esta estigmatización de quienes están luchando por mantener una educación digna. ¿Cómo lidiar con la estigmatización o la infiltración constante hacia las y los normalistas rurales? 

— Pues mira, así, la estigmatización ha estado desde sus orígenes. Eso de la escuela del diablo…Satanizar más que estigmatizar, así volcaron a los más fanáticos contra los normalistas, contra los maestros que ahí estaban y después con los egresados.En Zamora, cerca de Tacámbaro, asesinaron a un normalista como consecuencia de esta satanización.

El gobierno siempre ha querido controlar las normales, también u organizaciones y te lo comento porque mi primera experiencia de lucha fuerte en la normal de Tiripetío fue justamente contra la infiltración de la Antorcha Campesina abierta en la Normal de Tiripetío.

Ya estaba como director Ulises Córdoba Morán ni más ni menos que el hermano del dirigente nacional de Antorcha Campesina de nombre Aquiles Córdoba Morán con su equipo de maestros y  trabajadores de apoyo, pero también con un equipo de estudiantes, fíjate. El plan de acción era completo.

Cuando yo ingreso a la Normal, también había muchachos de Puebla, raro porque el área de influencia es Michoacán y Guanajuato. Había muy escasos de Nayarit. Antorcha Campesina tiene sus orígenes en el Estado de Puebla, en la Sierra de Zacapoaxtla.

Siempre ha habido afán desde afuera, desde agentes externos, desde el propio gobierno, instancias o instituciones por quererse involucrar, por quererse infiltrar en la Normal. Entonces a nosotros nos tocó dar esa lucha.

Infiltrar y desde dentro, digamos, reventar, es otra manera de desaparecerlas. No lo lograron. Y no lo lograron.

Es quitarnos los recursos, para que poco a poco ya no tengamos condiciones para sobrevivir. Estas campañas de descalificación, de desprestigio y luego viene el golpe de nuevo para la extinción.

Horizontes de las normales rurales y egresados del siglo XXI

—¿Quienes egresan de Tiripetío?

—Este tipo de maestros: muy comprometidos, siempre reconociendo que son parte del pueblo hasta en su forma de expresar. El mismo Othón Villela, o el maestro Mariano Orozco.

Maestras también. Cuando ya estuvo la normal en Tiripetío que solamente fue para mujeres, pues también me tocó conocer algunas que incluso fueron mis maestras en la Normal de Tiripetío. Una de ellas se llama Bonfilia Brito Tapia, también maestra de Español.

Quiénes estábamos en la Normal compartimos esa característica desde las primeras generaciones: ser hijos de familias campesinas, familias de origen humilde, con escasos recursos económicos. Para asegurar que siga siendo principalmente la puerta para los hijos y las hijas de los campesinos y de las familias pobres, así como surgió desde 1922, con esa tradición.

La mayoría somos así: proveníamos de familias campesinas, de un estatus socioeconómico bajo. Si había dos o tres compañeros que de repente ya por su forma de vestir. Raro quien llegara en carro. Casi todo llegábamos ya sea en el tren o en el transporte público, o incluso de ride.

¿Qué ha pasado en los últimos años? ¿Cómo están estas nuevas generaciones? Yo creo que la mayoría, Daliri, sigue siendo de origen campesino, indígena. Hay una fuerte presencia indígena en la Normal, muchos de la sierra, de la Meseta Purépecha. También llegan de Tierra Caliente, de la zonas pobres de Tierra Caliente.

Pero se han incrementado ciertos jóvenes o maestros que ya llevan su carro de lujo, llevan su moto, tal vez su nivel socioeconómico ya no sea tan bajo. Esto sí representa un choque.

Cuando estudiante, yo tuve mis maestros modelo, muy dedicados, muy serios, muy formales, muy responsables, que cuidaban todos los detalles.

Pero ahora me doy cuenta que llegan allí mis compañeros y maestros de la Normal con sus carros de lujo. ¿Para promover, como que ese sea el ideal?

Por lo menos yo me enseñé, me formé en esto y cómo uno manifiesta cierta postura de ser empáticos con quienes allí casi nada tienen. Comparten justamente este origen: pobre, campesino.

—¿Qué está pasando en Tiripetío? ¿Hay horizonte de lucha por las normales rurales?

—Tiripetío, aprovechando este festejo del centenario y llegar a los 100 años de existencia, se pueda reproyectar, se pueda hasta reinventar.

La responsabilidad ahí en gran parte de lo que está pasando en la Normal tiene que ver con Silvano Aureoles, que metió una línea de infiltración a partir de unos maestros, que se dedicaron a corromper estudiantes. Lo grave fue eso que Silvano Aureoles colocó como jefe del Departamento de Educación Normal a un tipo corrupto y corruptor.

Ensuciar los procesos de nuevo ingreso a la Normal y que ahora lamentablemente están sirviéndole de argumento a los nuevos funcionarios ya con este nuevo gobierno de Ramírez Bedolla para entregarle al Ceneval el proceso de nuevo ingreso. No solamente la de Tiripetío sino de todas las normales.

Yo creo que el huevo de la serpiente está allí anidado pero…  hay esfuerzos, hay una lucha a la mejor soterrada de la mayoría de los estudiantes sobre todo, quienes provienen de la Meseta Purépecha, que traen esas tradiciones comunitarias.

La autonomía que es algo muy importante, el que la Normal pueda defender ya su autonomía ya respecto a los poderes del estado Mexicano.

Entonces, creo que esa batalla se está dando soterradamente y yo le apuesto a la trascendencia, además no está en mi escenario que la Normal desaparezca, que se cierre o que la cierren los gobiernos. Sino que pueda superar este mal momento, este bache que ya va para tres años. Yo creo que ya es momento para que pueda superarse esta situación.

—¿Cuál es o qué tipo de maestro rural necesita México en el siglo XXI?

—Esa es una pregunta muy interesante y muy pertinente además porque pues los tiempos han cambiado. El propio Rafael Ramírez lo decía, cuando se empiezan a formar y a fundar las normales rurales, dos terceras partes de la población en México vivían en el campo.  Éramos un país eminentemente rural.

La población cambió pero en Michoacán todavía contamos con 10 mil comunidades rurales, o sea, todavía sigue siendo importante la presencia de en maestros comunidades rurales.

Si bien es cierto también nos ha faltado mucho el tema de la inseguridad todo este tema de los desplazados por las luchas entre el narco en comunidades rurales. Aún así sigue siendo necesario formar docentes para el medio rural y por lo tanto la existencia de las normales rurales.

No hay un proyecto de Educación Rural. Lo que se ha hecho es llevar servicios educativos a las comunidades rurales pero el proyecto educativo es el mismo, es un proyecto educativo homogeneizante en contenidos, en didácticas, en pedagogías.

En las dos últimas reformas educativas realmente se han olvidado de la  pedagogía rural,  es un proyecto que surge de las hegemonías. Se ha perdido la educación realmente rural. Como sí se vivió o se intentó desarrollar en la Escuela Rural Mexicana.

Estamos en ese esfuerzo. Varios normalistas rurales estamos trabajando en cómo recuperar la esencia de la formación del normalista rural. Tratar de responder a esas necesidades actuales, incluyendo el desarrollo científico y tecnológico.

Ya sabemos que en tiempo de pandemia pues en donde menos tuvimos problema fue en las comunidades rurales, que tienen cuidados por esa relación todavía que se conserva de esta armonía con la naturaleza. Todo esto que hay que recuperar también ahora.

La educación rural y por lo tanto las normales rurales deben no solamente permanecer sino, reflorecer en estos tiempos de pospandemia.

Resaltarlo, porque no sólo depende de las fuerzas propias. También se tiene que reconocer que de parte de las autoridades: debe de haber respeto a la autonomía y a esa tradición organizativa y de lucha que hay en las normales rurales.

Este texto es propiedad de Pie de Página y lo reproducimos como parte de la Alianza de medios de la Red de periodistas de a pie. Puedes consultar el original en este enlace 
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