SEMBRADORAS. Sembrar maíz y cosechar dignidad como Escolástica Luna

SEMBRADORAS. Sembrar maíz y cosechar dignidad como Escolástica Luna

En Rincón de Chautla, las mujeres cultivan la tierra y protegen a sus habitantes de la violencia


Texto: Marlén Castro

Fotografía: Luis Daniel Nava y Salvador Cisneros

Ilustración: Saúl Estrada

10 de marzo del 2021

Chilapa

 

Escolástica Luna sembró maíz y cosechó dignidad. Sembró chile y cosechó coraje. Sembró frijol y marcó una guía. Sembró jitomate y le alcanzó para comer, para sacar a sus hijos de la cárcel y para defender su territorio.

Escolástica Luna es nahua. Vive en Rincón de Chautla, una comunidad del municipio de Chilapa, en la zona Centro de Guerrero. La zona donde está asentado en pueblo es más conocida como Montaña baja.

El 10 de mayo del 2006, policías ministeriales detuvieron a sus hijos mayores, David y Bernardino Sánchez Luna. Los acusaron del asesinato de dos vecinos de la comunidad vecina de Zacapexco.

Al día siguiente, los hombres de la comunidad salieron de Rincón de Chautla a la cabecera municipal de Chilapa para tener razones de David y Bernardino. Llegaron al Ministerio Público. Dijeron que eran de Rincón de Chautla y querían saber quiénes estaban acusando a los Sánchez Luna.

En vez de explicaciones, todos los hombres de Rincón de Chautla fueron detenidos. La comunidad se quedó sin hombres adultos, sólo niños y ancianos, y las mujeres, quienes sacaron adelante las siembras, los hijos y, además, defendieron su territorio.

Escolástica, la comisaria

Es una mañana de junio del 2007. En Rincón de Chautla siempre hace frío pero en temporada de lluvias mucho más. La comunidad está rodeada de un bosque espeso de pinos y encinos, por el que se desliza la neblina sobre el camino de terracería.

Hay una reunión en la comisaría para decidir varias cosas pendientes. En la comunidad no hay comisario. Fue detenido en Chilapa, cuando acompañó a todos los hombres del pueblo a saber razones de los Sánchez Luna.

Los menores no tienen clases. El maestro más reciente dejó de venir y la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) no ha mandado el reemplazo. La institución quizá ni siquiera sepa que en este apartado lugar de la Montaña baja de 60 habitantes, los niños tienen meses sin clases.

La comunidad, ahora compuesta sólo por mujeres, tiene que tomar una decisión. La casita de la comisaría hecha de adobe sólo tiene una ventana. El interior es muy oscuro. El foco del techo da una luz de unos 10 watts. Las mujeres se ven por sus ropas coloridas y contrastantes. Una lleva una falda amarilla y un suéter verde, otra una falda morada y un rebozo azul eléctrico, por ejemplo.

Platican, pero nadie de fuera entiende nada, porque hablan en su lengua originaria, el náhuatl.

Quien sabe hablar algo de castellano contó lo que ahí pasó. Discutían si nombraban un nuevo comisario, en vista de que ya no tenían uno. Intercambiaron opiniones en torno a quién iban a nombrar, si sólo había hombres ya muy grandes a quienes hay que cuidar.

Acordaron que mientras los hombres regresaban tenían que nombrar comisario de entre ellas mismas.

Una de las mujeres propuso que fuera Escolástica, dado que ya había salido del pueblo varias veces para saber de sus hijos y había participado en marchas y, por esa razón, sabía hablar en público.

Ninguna discutió o hizo otra propuesta. Todas estuvieron de acuerdo. Así, Escolástica Luna se hizo comisaria.

Escolástica Luna durante un momento de su preparación como policía comunitaria. Fotografía: Luis Daniel Nava

Escolástica, la activista

Exigir la libertad de David y Bernardino convirtió a Escolástica Luna en una activista de los derechos humanos.

En 2008, a dos años de la aprehensión de sus hijos y de los demás hombres del pueblo, Escolástica Luna fue oradora en el mitin del tercer aniversario de 17 campesinos en el vado de Aguas Blancas, en Coyuca de Benítez, Costa Grande.

“Antes nunca había salido de mi pueblo, no sabía cómo ir ni a Chilapa, pero ahora me voy a donde me digan que vaya a marchar o a hacer un plantón”, dijo la mujer ese junio del 2008.

Formó parte del primer Colectivo de Desaparecidos y Asesinados de Guerrero que encabezó Javier Monroy, organización que alzó la voz para denunciar las desapariciones en la entidad, cuando un integrante de una organización autogestiva conocida como Taller de Desarrollo Comunitario (Tadeco) fue desaparecido.

Esta asociación civil asesoraba a Escolástica Luna en sus labores como comisaria, como activista, como oradora y como gestora. Porque además de activista y campesina, Escolástica aprovechaba en sus salidas para ir a ver autoridades y pedirles cosas que faltaban en la comunidad.

Durante el tiempo que fue comisaria, Escolástica salió de Rincón de Chautla a participar en todas las marchas que había sobre las masacres recientes en Guerrero y para exigir la presentación de desaparecidos, además de exigir que sacaran a sus hijos de la cárcel.

Escolástica hacia todo lo anterior y seguía sembrando junto con las demás mujeres para tener maíz, ejote, frijol, chile y jitomate para comer. Durante los 34 meses que los hombres de Rincón de Chautla estuvieron presos, las parcelas siguieron igual, dando estos productos para alimentar a los hijos.

Las mujeres de Rincón de Chautla no sólo se hicieron cargo de las labores del campo y de los hijos, salían a vender su maíz, frijol y calabazas para llevarles cosas de comer a sus maridos en la cárcel.

Los hombres de Rincón de Chautla salieron de la cárcel en febrero del 2009, libres de cargos.

Los testigos que los acusaron de doble asesinato nunca se presentaron a declarar ante la autoridad para ratificar sus dichos.

Mujeres na savis de la Montaña alta de Guerrero desgranan maíz, como parte de sus actividades cotidianas. Fotografía: Salvador Cisneros

Escolástica, la policía

Escolástica también se hizo policía.

En septiembre del 2014, Rincón de Chautla encabezó la creación de la Policía Comunitaria adherida a la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Pueblos Fundadores (CRAC-PF), a la que ya se han adherido 16 pueblos. Los hermanos David y Bernardino, hijos de Escolástica, fueron los iniciadores.

Con esta policía, los nahuas de la Montaña baja formaron columnas de hombres para defender sus pueblos de las incursiones de hombres armados, provenientes de los municipios vecinos de Mochitlán y Quechultenango, en los que desde la primera década del siglo comenzó a escucharse el nombre de Los Ardillos, conformado por la familia Ortega Jiménez, ligados a personajes que habían sido autoridades en ambos municipios.

En 2013, las incursiones de esos hombres se hicieron más frecuentes y los pueblos crearon la CRAC-PF en 2014.

En 2015, otros pueblos con alguna relación a los llamados Ardillos crearon la Policía Comunitaria por la Paz y la Justicia. Desde entonces, la violencia no para.

A habitantes de Rincón de Chautla y a otros de las comunidades adheridas a la CRAC-PF los han emboscado, a otros los han desaparecido o bajado de las rutas del transporte público y luego los tiran decapitados o desmembrados.

Entonces, Escolástica Luna y las mujeres de Rincón de Chautla empezaron a entrenar.

Desde el 2019, Escolástica recibe entrenamiento militar.

En caso de ser necesario, Escolástica Luna, quien ahora tiene 72 años, sabe usar una escopeta.

Escolástica sembró maíz, chile, frijol, jitomate, y cosechó dignidad, y coraje.

Escolástica Luna durante un momento de su preparación como policía comunitaria. Fotografía: Luis Daniel Nava

 

Contenido patrocinado por la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas

 

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