Este año, en la comunidad nahua que daba hasta 10 toneladas de maíz por hectárea, las milpas no crecieron. Todas las parcelas lucen con plantas enanas de pocas mazorcas. Una de las causas fue la falta de fertilizante.
Texto: Marlén Castro
Fotografía: Archivo/ José Luis de la Cruz
14 de octubre del 2019
Eduardo Neri
En Huitziltepec, un pueblo nahua del estado de Guerrero, se avecina una crisis. Es uno de los pocos pueblos de agricultores de la región Centro. Aunque es un lugar en el que los habitantes se la pasan sin agua la mayor parte del año, en temporada de lluvias consiguen arrancar a esta tierra hasta 10 toneladas de maíz por hectárea. Una proeza en una entidad con un rendimiento de 2.3 toneladas por hectárea.
Pero este mes de octubre del 2019, los habitantes están angustiados. Las milpas no crecieron por la falta de fertilizante y de buenas lluvias. El granero de la región Centro está en problemas y con él varias localidades de municipios de la región, porque aquí se compra el maíz que hay en el mercado local.
El abono debe aplicarse desde mayo. Guerrero es el único estado del país en el que el insumo es subsidiado por el gobierno desde hace 24 años. Este ciclo agrícola, el primer año de la llamada Cuarta Transformación, el gobierno federal decidió absorber el costo y la distribución.
La medida se convirtió en una lucha de poder entre el gobierno estatal, encabezado por el priísta Héctor Astudillo Flores y el gobierno federal, representado en Guerrero por el morenista Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros. El resultado: el abono no llegó a la mayoría de los agricultores guerrerenses.
“La mitad de nuestras milpas se secaron”, dice el agricultor Jorge Martínez Reyes.
La crisis futura de granos se notó en la cuarta edición del Festival del Elote celebrada el pasado 5 de octubre. Se retrasó unas semanas para esperar que hubiera más elotes, generalmente se realiza en septiembre. El grano tierno de cualquier manera escaseó. Pocas familias ofertaron sus productos a base de elotes.
“Estaba preocupada. Pensé que el festival no se iba a hacer”, reconoció la alcaldesa de Eduardo Neri, Natividad López González, cuando inauguró el festival alrededor del medio día del sábado 5 de octubre.
Ella hablaba y los asistentes al festival degustaban los platillos, aperitivos y postres hechos con elotes. Había en los puestos desde mezcal de elote hasta pastel. López González aseguró que se hará un inventario de las pérdidas y el ayuntamiento apoyará a los agricultores.
La alcaldesa heredó el cargo de su esposo Pablo Higuera, ambos perredistas. Higuera inició este festival. Lo realizó en los tres años que fue alcalde. En esta cuarta edición la fiesta elotera tenía ambiente de resaca.
En cada una de las 1,345 viviendas que hay en Huitziltepec hay zozobra. Todos son agricultores y sus principales ingresos provienen de sus cosechas. Qué van a hacer, cómo van a sobrevivir es el tema del que todos hablan.
El ex comisario de Huitziltepec, Saúl Sánchez Núñez, siembra cada año tres hectáreas. Cuenta que el rendimiento en su propiedad no es parejo. La tierra buena para la siembra tiene la apariencia de barro fresco. Es aquella que se queda pegada al calzado o, algunas veces, el calzado se queda pegado a la tierra. A una parcela así se le puede extraer hasta 10 toneladas de maíz. En otras el rendimiento es de siete a ocho toneladas.
Huitziltepec tiene dos accesos: una por una brecha que entronca a la autopista del Sol y otra por la carretera federal México-Acapulco, a unos 30 minutos de la capital. Por ambas entradas hay en las orillas parcelas de maíz con otros cultivos intercalados como frijol y calabaza. Las parcelas que permiten cultivos intercalados son siembras con maíz criollo, un grano grande y rendidor, pero menos resistente a la sequía.
Las parcelas que sólo tienen milpas son de granos mejorados con mayor capacidad de adaptación a la falta de lluvia. Los agricultores siembran ambos granos, siempre previendo disminuir pérdidas. Si el temporal es bueno tendrán maíz criollo y otros cultivos, si escasea la lluvia, el grano mejorado los sacará adelante, explicaron los agricultores entrevistados.
Pero este año, todas las parcelas lucen con milpas enanas de pocas mazorcas.
“Cuando la temporada es buena cortamos los elotes y brotan nuevos, pero ahora no pudimos hacerlo, si cortamos los elotes no tendremos maíz suficiente”, contó Martínez Reyes.
Martínez no tiene la presión de sus paisanos que sólo viven del dinero de las cosechas. Él es maestro de primaria, pero su mamá y sus hermanos tienen la misma angustia que el resto de los pobladores.
–¿Cuál fue el problema principal, la falta de fertilizante o de lluvias? –se le pregunta.
–Yo creo que la falta de fertilizante, no todos tenemos la posibilidad de comprarlo si no te llega, –afirma.
Sánchez Núñez piensa lo contrario.
–Fue la falta de lluvias, porque al final cada quien vio como le hizo, pero le pusimos abono a nuestra tierra sino lo hacemos sabemos que no va a haber producción y no podemos arriesgarnos con eso.
Sánchez Núñez cuenta que abonó sus tierras cuando era una realidad que el fertilizante por parte del gobierno federal no llegaría, sin embargo, en julio y agosto dejó de llover y las plantas de maíz se secaron. Cree que podrá rescatar la mitad de la cosecha, es decir, entre cuatro y cinco toneladas por hectárea.
Este rendimiento sería excelente en cualquier otro pueblo de Guerrero, entidad en la que se cosechan 2.3 toneladas de maíz en promedio. Pero no en Huitziltepec, donde el resto del año no hay agua, y la tierra se convierte en una superficie reseca y quebradiza, a la que nada se le saca.
Este trabajo fue elaborado por el equipo de Amapola. Periodismo transgresor. Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor.