Texto: Margena de la O
Foto: Especial
Este texto fue publicado el 11 de septiembre de 2022
Chilpancingo
Soy Félix Bautista Matías, de la generación 1956-1962 de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, en la que se graduó Lucio Cabañas Barrientos. Tuve la responsabilidad de secretario de Actas y Acuerdos del Comité Ejecutivo Estudiantil. El secretario general de entonces era Julián Castillo Navarrete, un primo de Lucio. Él tomó su lugar cuando a Lucio lo nombraron secretario general de la Federación Estudiantil Campesina Socialista de México (FECSM).
La formación política para nosotros, a cargo antes como ahora del Comité de Organización Política e Ideológica (COPI), era tan importante como la académica.
En ese tiempo, se vivía un momento importante fuera de México. Iniciaba la revolución cubana y nos llegaba la información de lo que pasaba en la isla. También de lo que sucedía en China y en los países de la Unión Soviética, todo lo que tenía que ver con su desarrollo económico, científico y cultural. Todo eso moldeó nuestra formación política.
Bueno, sí nos exigíamos formación académica. La aspiración era convertirnos en un docente consciente. El que llegaba y permanecía en Ayotzinapa es porque tenía interés y vocación. Cuando terminábamos lo hacíamos convencidos de que iríamos a las comunidades más apartadas del estado a servirle a la educación popular. Llevábamos preparación docente y sabíamos del trabajo campesino.
Ayotzinapa siempre estuvo envuelta en la problemática política estatal y del país. En 1960 nos sorprende el movimiento por la autonomía de la Universidad de Guerrero. Apoyamos el movimiento.
También la resistencia contra Raúl Caballero Aburto, entonces gobernante del estado. Había un clamor por su salida, derivado de su perfil represivo. Era un general militar, no podía ser de otra manera.
En aquellos tiempos la infiltración política o policiaca del Estado en Ayotzinapa no era como ahora que, se sabe, podrían estar dentro de la escuela como estudiantes. El Estado tenía todo el control político con Caballero Aburto al frente, porque el Ejército estaba a su disposición desde que se retiró como general de la institución, entonces no había necesidad de que los agentes policiacos o informantes entraran a la Normal. Contra esa opresión surgió el movimiento de 1960.
El papel de los agentes policiacos, sobre todo de la Policía Judicial, era el de informadores. Eran muy artesanales. Se vestían con guayaberas y mostraban su arma. Se les veía en las plazas públicas, en los mítines, en las marchas. Esa era su estrategia oficial de entonces.
Nada de sofisticación. Los equipos de seguridad que acudían a los eventos públicos reportaban lo que ocurría: quién hablaba y qué estaban diciendo. Se usaba mucho.
La infiltración en Ayotzinapa se desarrolló en los años que surgió la insurgencia en Guerrero, que ha tenido diferentes periodos, primero con Lucio Cabañas Barrientos y Genaro Vázquez Rojas, y después con el Ejército Popular Revolucionario (EPR) y el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI). Todo esto ocurrió a partir de 1960.
Es importante mencionar que nuestras actividades se hacían con mucha inteligencia y planeación, sin poner en riesgo a nadie.
Lucio siempre encabezó las protestas y por eso creo era vigilado, de hecho muchos compañeros fueron encarcelados, pero nuestra fortaleza para lidiar con el Estado fue una organización responsable, seria. Ahí jugó un papel importante el liderazgo de Lucio. Había orden y disciplina.
Ahora hay una conjugación de diferentes intereses por Ayotzinapa, no nada más del Estado. En esa época, en la nuestra, no había el problema del narcotráfico, el problema era el de la persecución policiaca y política, la de los caciques. Para nosotros era peligroso hasta repartir volantes contra el gobierno.
Recuerdo una ocasión que hicimos pintas y pegamos propaganda contra el gobierno en algunas cuadras del centro de Chilpancingo. Nos dieron una corretiza, nos dispersaron. Corrí, pero el policía que me perseguía era menos ágil que yo. Vi un zaguán y entré para protegerme. Desde una rejilla lo vi pasar. Me perdió de vista.
Las acusaciones que nos hacían eran de revoltosos y agitadores, pero había una ley muy fuerte que aplicaban a líderes nacionales: disolución social. En los años de Gustavo Díaz Ordaz como secretario de Gobernación (durante el periodo de gobierno del presidente Adolfo López Mateos 1958-1964, a quien sucedió en el cargo), se llevaron a prisión por ese delito a los ex líderes del movimiento ferrocarrilero, Demetrio Vallejo Martínez y Valentín Campa Salazar, y al muralista David Alfaro Siqueiros, activista de la izquierda.
Todas las normales rurales siempre han estado en esa línea de la protesta social, por las luchas progresistas, campesinas y obreras. Así que no sólo es Ayotzinapa. Los jóvenes son muy fáciles de influir contra el Estado porque su naturaleza es la protesta, la inconformidad, no se ciñen a lo establecido.
Entonces, las normales rurales siempre se han alineado a los movimientos de protesta. Siempre. También son un terreno fértil para que los influyan los movimientos insurgentes.
Lucio fue dirigente estudiantil de Ayotzinapa que pronto se convirtió en un líder regional. Con él inició la consciencia de ayuda.
*En 1960 se vivía un momento político y social muy importante en Guerrero, en reclamo de la salida del gobernador Raúl Caballero Aburto, general del Ejército.