Cada domingo la Unidad Deportiva López Mateos en Guadalajara se convierte en el punto de encuentro de la Liga Wixárika de Básquetbol Ukári Waikamete, que en español significa: Liga de Mujeres Jugadoras.
Radicadas en la Zona Metropolitana de Guadalajara, pero provenientes de las comunidades wixárika de la región norte de Jalisco como San Sebastián Teponahuaxtlán, San Andrés Cohamiata o Santa Catarina, alrededor de 48 mujeres, entre los 17 y los 40 años, conforman esta liga.
Lo que inició como ‘retas’ para matar el tiempo mientras sus parejas jugaban fútbol en la misma Unidad, ahora se consolidó en una agrupación con seis años de antigüedad y constituida por seis equipos.
Con faldas, descalzas, usando tenis o huaraches, se les ve a las mujeres botar el balón de un extremo a otro de la cancha; se enfrentan en partidos de alrededor de media hora cada uno, con el objetivo de calificar al torneo final.
Se trata de torneos internos, pues la profesionalización en el deporte no es uno de sus objetivos. Para ellas lo principal es la convivencia.
“El día de descanso lo aprovechamos para venir a jugar aquí a la Unidad, porque entre semana algunas tienen trabajo, tienen hijos y les quieren dar de comer, llevar a la escuela”, dice Maura Érica Carrillo, de 29 años, originaria de San Andrés Cohamiata y vocera de la liga.
Cuenta que la mayoría de ellas se dedican casi de tiempo completo al trabajo en casa o a confeccionar y vender artesanías.
“A mí me gustan las amistades que formamos, seamos o no de la misma comunidad (…) vas a aprendiendo de su lengua, de su cultura (…) a través del poder del básquet queremos romper con eso de ‘yo no te voy a hablar porque tú eres de otro pueblo’”, añade Maura.
Entre las dificultades que han enfrentado como liga Rosalinda Valdez Carrillo, tesorera del equipo y originaria de la comunidad de Santa Catarina, nombra al machismo.
“Sí hemos tenido algunas compañeras que han sido sinceras y que nos han dicho: ‘mi pareja me cela’, y por eso dejan de estar viniendo”, cuenta la joven de 23 años.
Pese a ello, Maura y Rosalinda coinciden en que la liga es también un espacio que propicia la autonomía y busca preservar su identidad como mujeres wixákas en la ciudad.
“A pesar de que estamos aquí, de que vivimos en la ciudad seguimos con nuestra vestimenta, seguimos hablando nuestra lengua, seguimos trabajando en la chaquira”, cuenta Rosalinda.
Maura lo dice claro: no hay deportes exclusivos para mujeres o para hombres, basta con que a una le guste.
“No hay un deporte para mujeres, si les gusta, que lo hagan (…) en estos años ya no dejamos que nos traten mal, que nos hagan menos, porque yo creo que poco a poco ya nos estamos defendiendo”, asegura.
Este texto es original de ZonaDocs y es reproducido por Amapola Periodismo como parte de una alianza de medios. Puedes leer la nota original aquí.
Temas como la urbanización, la presión inmobiliaria y los procesos de despojo, fueron abordados desde una perspectiva centrada en la resistencia y la construcción de redes de apoyo entre mujeres en la edición número 31 de la revista Clavijero, titulada: “La vida al centro: Mujeres y Territorios”.
La presentación de la edición número 31 de la revista Clavijero, destacó el papel crucial de las mujeres defensoras del territorio en diversas comunidades de Jalisco y Nayarit. El evento, que contó con un panel de discusión integrado académicas y activistas -participantes en la publicación-, resaltó el liderazgo y la activa participación de las mujeres en las luchas por la protección y cuidado del entorno natural, abordando vulnerabilidades como la violencia de género, las afectaciones medioambientales y la participación política.
Texto: Vanessa Briseño/ZonaDocs
Foto: ZonaDocs
Sábado 04 de mayo del 2024
Como parte de las actividades en el marco mundial del Día de la Tierra, la revista Clavijero presentó su edición número 31 (febrero – abril 2024), enfocada en el trabajo de las mujeres defensoras del territorio en diversos contextos dentro de Jalisco. La publicación resalta su liderazgo y su papel activo en las luchas por la protección y cuidado de la vida y evidencia las distintas vulnerabilidades que les atraviesan como resultado de la violencia de género; desde afectaciones medioambientales hasta la participación política.
La presentación estuvo acompañada por un panel de discusión conformado por Natalia Mesa, integrante del Centro Interdisciplinario para la Formación y Vinculación Social (CIFOVIS) y Paisaje Manejo Integral, A. C; Alejandra Guillén periodista y académica del Centro Universitario de Incidencia Social; Velvet Ramírez artista y profesora dentro de la Universidad ITESO; Georgina Gastélum, artista y profesora del Departamento de Estudios Socioculturales del ITESO; Ana Lozano, egresada de Ciencias de la Comunicación, colaboradora en CIFOVIS e integrante del Grupo Ecológico de Puerto Vallarta; María de Jesús López, defensora del territorio en Santa Cruz de la Soledad, Chapala; y María Victoria Corona, integrante del pueblo coca en la defensa de Chapala.
Las panelistas convergieron acerca del papel central que desempeñan las mujeres en torno al cuidado y defensa del territorio, además, destacaron de qué formas el contexto que les rodea las ha empujado a generar nuevas estrategias y a formar redes de apoyo integradas por mujeres, sobre esto María de Jesús, Marichuy, comentó:
“LAS MUJERES TRATAMOS DE ENTENDER UN POCO MÁS EL CONTEXTO DE HACIA DÓNDE VA EL FUTURO DE NUESTRAS NUEVAS GENERACIONES, REALMENTE EN LA ZONA DE DONDE YO SOY, DE CHAPALA, LA URBANIZACIÓN HA ESTADO EN CRECIMIENTO CONSTANTE Y ES POR ESO QUE NOS HA TOCADO DEFENDER EL TERRITORIO, TENEMOS MUCHA BIODIVERSIDAD Y OBVIAMENTE NO QUEREMOS QUE ESO TERMINE (…) NO SOLAMENTE DE LA NATURALEZA, SINO TAMBIÉN DE LAS TRADICIONES Y LA CULTURA QUE HAY”.
Desde esa óptica, partiendo de su experiencia personal, María Victoria, madre y defensora del territorio del pueblo coca, expresó que su preocupación sobre las condiciones en las que recibirán la tierra las futuras generaciones, es lo que la impulsa a encontrar nuevas formas de preservar el espacio y la cultura. Una fortaleza que, confiesa, radica en la paciencia.
“CREO QUE LA RESISTENCIA LA TENEMOS QUE HACER NOSOTRAS EN FORMA PASIVA, EN FORMA CULTURAL COMO DICE MARICHUY (…) CREAMOS UN MUSEO COMUNITARIO E HICIMOS UNA MICROHISTORIA DEL PUEBLO. ESTAMOS HACIENDO ACTIVIDADES DE RESISTENCIA EN TANTO LAS CUESTIONES LEGALES, PUES SIGUEN POR ALLÍ ESTANCADAS UN POCO, PERO SABEMOS QUE COMO MUJERES TENEMOS QUE SEGUIR RESISTIENDO Y TENEMOS QUE SEGUIR AGUANTANDO, SABEMOS QUE TENEMOS FE Y ESPERANZA QUIZÁS UN POCO MÁS ESPIRITUALES Y POR ESO TENEMOS ESE VALOR”, DESTACÓ LA DEFENSORA DEL PUEBLO COCA.
Georgina Gastélum, agregó sobre la paciencia como base para la resistencia que, pese a que la lucha de las mujeres trata de ser invisibilizada, ha sido de gran importancia el reconocimiento de otras mujeres dentro de la lucha en el espacio público, a través de diferentes formas, “estas luchas son de otros modos (…) con la cultura con la con la paz, con la paciencia, o sea, resistir con la paciencia (…) la lucha se asocia con las cuestiones fuertes y violentas, pero hay otras formas de resistir”, destacó la académica.
En esa línea, Alejandra Guillen reflexionó sobre cómo la capacidad de las mujeres de reproducir la vida implica más que solo un proceso biológico. En su experiencia, se trata de un espectro que abarca otras dimensiones sociales como la crianza y el resguardo del medioambiente. “Abarca en realidad a todas las defensoras que vemos en el en el país, pues tiene que ver con que de por sí las mujeres han estado a cargo de la reproducción de la vida ¿no? Y esto implica la vida en todas las dimensiones”, comentó la periodista y académica.
Por su parte, Velvet Ramírez, mencionó que pensar en la defensa de la tierra es pensar en justicia social, como parte de la lucha y la resistencia frente a lo corporativo e incluso lo gubernamental; lo que también implica visibilizar las necesidades de las comunidades entretejiéndose más allá del espacio: como la diversidad cultural y la propia identidad de las comunidades.
“HABLAR ESPECÍFICAMENTE DE LAS MUJERES DEFENDIENDO LOS TERRITORIOS CREO QUE SE SUMA A LO QUE YA MENCIONABA DE ESTA VISIBILIZACIÓN DE ESTAS LABORES QUE MUCHAS VECES (…) SON INVISIBILIZADAS O SON DELIMITADAS, MENOSPRECIADAS, QUE TIENE QUE VER TAMBIÉN CON LA EQUIDAD DE GÉNERO DONDE, AL PARTICIPAR EN ESTAS ACCIONES, LAS MUJERES (…) NOS INSPIRAN. SON LÍDERES QUE INSPIRAN A OTRAS MUJERES”, EXPLICÓ LA ARTISTA.
Ana Aceves, recuperó las voces de sus compañeras de panel para remarcar cómo el papel de de cuidadoras asignado socialmente a las mujeres está muy lejos de ser algo “natural”, si bien, el cuidado de la vida ha recaído sobre las mujeres, no solo se ha limitado a la biodiversidad, también ha incluído el cuidado de la diversidad cultural.
“ESTAMOS ESTUDIANDO COSTUMBRES TRADICIONES HERENCIAS (…) COMO MENCIONABAN, VISIBILIZARLO ES LA COSA MÁS PODEROSA QUE PODEMOS HACER, PORQUE LAS CUIDADORAS USUALMENTE ESTÁN DE LAS PUERTAS PARA ADENTRO”, DESTACÓ LA COMUNICÓLOGA.
Propiamente, sobre la construcción de la publicación, Velvet compartió su experiencia trabajando con las defensoras del bosque del Nixticuil, un comité conformado por habitantes de la comunidad de “El Tigre” en 2005, tras la tala repentina de 300 árboles del área para reubicar a las personas afectadas por las grietas de Nextipac.
Velvet, al dedicarse a las artes escénicas, cuenta que tomó su disciplina como medio de salida para hablar acerca de las problemáticas, movimientos y resistencias que constituyen la defensa del bosque:
“ASÍ FUE COMO COMENZAMOS A CREAR UNA SERIE DE PIEZAS, PUES ESCÉNICAS SOBRE TODO, UNA MÁS ALGUNAS INTERDISCIPLINARIAS (…) PERO JUSTAMENTE AL BUSCAR ACERCARSE AL BOSQUE, AL ACERCARME A SU HISTORIA Y A LA DEFENSA, FUE QUE CONOCÍ A ESTAS MUJERES Y PUES CLARO QUE ME ENAMORÉ DE ELLAS Y DE TODA SU LABOR QUE SON SUPERPODEROSAS Y QUE TIENEN INTEGRIDAD”, ENFATIZÓ LA TAMBIÉN ACADÉMICA.
Georgina, colaborando con Velvet, explicó que, si bien, la propuesta escénica interdisciplinaria “Paisajes del Nixticuil”, en conjunto con la videodanza “Canción del Nixticuil” -un homenaje a la defensa del bosque- fueron los primeros pasos, ayudaron a afianzar el compromiso por desarrollar aún más la propuesta artística, a través de procesos educativos con estudiantes de la carrera en Arte y Creación, así como con la licenciatura de Gestión cultural en el ITESO.
“LAS LLEVAMOS (A LAS ESTUDIANTES), FUIMOS A HACER NUESTRO TRABAJO AL BOSQUE, A CONOCER AL COMITÉ Y DE AHÍ SE DESPRENDIÓ UNA TERCERA PIEZA QUE SE LLAMA “ARCHIVO VIVO NIXTICUIL”, QUE FUE EN LA GALERÍA UNIVERSITARIA DEL EDIFICIO V, ENTONCES AHÍ FUE DONDE NOS DIMOS CUENTA CÓMO ESTE PROCESO ATRAVESÓ TOTALMENTE A LAS ESTUDIANTES Y SE CONECTARON TANTO TAMBIÉN CON EL COMITÉ, QUE A LA FECHA ELLAS POR SÍ MISMAS VAN, A LA FECHA ELLAS ESTÁN COMPARTIENDO YA CON EL COMITÉ DIRECTAMENTE (..) Y ESO ES LO QUE NOSOTROS REFLEJAMOS EN ESTE BREVE TEXTO”, AGREGÓ GEORGINA.
Alejandra, reiteró la importancia de visibilizar el papel crucial de las mujeres en estas luchas, señaló que “las mujeres tenemos aquí están teniendo un papel muy significativo” y la criminalización que enfrentan es única y compleja, añadiendo capas de dificultad a su activismo.
Sobre su aportación a Clavijero núm. 31, Alejandra explicó que buscaba retratar la paciencia y resistencia ante las dificultades de las mujeres defensoras frente a los proceso de despojo:
“LA INTENCIÓN ERA MOSTRAR (…) ESA PACIENCIA DE NO RENDIRSE, NO CLAUDICAR CONTRA LA PRESIÓN TAN GRANDE QUE HAY ALREDEDOR DEL LAGO DE CHAPALA, DE PROCESOS DE DESPOJO QUE NO SON DE HACE 100 AÑOS, NO, SINO COMO UN PROCESO DE CONQUISTA QUE NO HA TERMINADO Y QUE CAMBIA DE DE ACTORES, DE SUJETOS”, RESALTÓ LA ACADÉMICA Y PERIODISTA.
Al ser una de las voces enmarcadas en el número, María Victoria expresó las dificultades que, como defensora, ha tenido que atravesar ella y su comunidad. Desde la invisibilización en proceso legales, como la intromisión de actores externos con intereses específicos sobre la ribera de Chapala. Estos son algunos de los factores que han extendido la lucha del pueblo coca por recuperar sus tierras.
“ENCONTRAMOS BASTANTES DOCUMENTOS Y POR LO MISMO DIJIMOS: “BUENO, PUES HAY QUE SER UN MUSEO COMUNITARIO”. TENEMOS QUE DEMOSTRAR QUE SOMOS UN PUEBLO ORIGINARIO PORQUE EN LA ACTUALIDAD NOS TIENE COMO COLONIA DE AJIJIC Y ESO A PARTIR DE 1990 (…) PARA ELLOS BORRAR UN PUEBLO ORIGINARIO ERA BORRAR SU HISTORIA (…) SEGUIMOS CON LA LUCHA”, DESTACÓ MARÍA VICTORIA.
Igualmente, Marichuy, como parte de las defensoras de Santa Cruz de la Soledad, relató cómo han tenido que enfrentar a la “ambición inmobiliaria” sobre la plusvalía de las tierras de la zona de Chapala desde 2014, a partir de la asignación irregular por parte del comisariado de 130 hectáreas a 19 personas. Posteriormente, estas tierras fueron vendidas a una empresa fantasma y se generó un fideicomiso con Pensiones del Estado de Jalisco por $390 millones de pesos. En palabras de Marichuy, esto marcó el comienzo de la lucha:
“LA LUCHA LA RESISTENCIA NO LA INICIÉ YO, LA INICIÓ MI MAMÁ MARTHA RODRÍGUEZ (…) ESTO YA LLEVA CASI 10 AÑOS DESDE EL 2014 Y PUES PRÁCTICAMENTE ES UNA LUCHA QUE HA TRAÍDO CONSIGO, CRIMINALIZACIÓN, ARRESTOS, PERSECUCIÓN Y UN SINFÍN DE COSAS, DESDE DECIRTE QUE ERES UNA MUJER CHISMOSA, POR ESO ESTÁS DEFENDIENDO. TÚ ‘NO TIENES LA RAZÓN’ PORQUE SIMPLEMENTE TÚ (COMO MUJER) DEBERÍAS DE ESTAR HACIENDO OTRO TIPO DE ACTIVIDADES Y NO ESTAR LUCHANDO POR UN TERRITORIO”.
En esa línea, Ana habló sobre el proceso de recuperación del río Pitillal en Puerto Vallarta, el cual lleva alrededor de 25 años de trabajo de reforestación para recuperar la flora de la zona que se ha visto devastada por la turistificación. Recuperar la tierra ha requerido de mucha paciencia por parte de las defensoras, “ha sido un proyecto bastante como de superheroínas, porque realmente han dejado un impacto grande y es algo que comentaba mucho, era el tema de la invisibilización (…) el Grupo Ecológico también se ha involucrado en otras formas de defensa, principalmente con el sector inmobiliario con todo el crecimiento que hay en Vallarta con estos procesos”, añadió la licenciada en comunicación.
Natalia, por su parte, expresó que su contribución al número de Clavijero se centró en el trabajo del huerto agroecológico de Atemajac, Zapopan, así como del vivero comunitario ubicado en el ejido de San Juan de Abajo, Nayarit. Este último, se encuentra bajo mucha presión inmobiliaria, como también del sistema productor de alimentos, enfrentando un grave proceso de deforestación y de contaminación de los arroyos en la zona.
“EMPEZAMOS A TRABAJAR, DIGAMOS CON LA COMUNIDAD Y FUE UN RECONOCER LOS EFECTOS Y CÓMO EL BIENESTAR HUMANO SE ESTÁ VIENDO TAN MERMADO POR EL CAMBIO CLIMÁTICO. DE LO PRIMERO QUE SALTÓ DESDE LA VISIÓN DE LAS MUJERES FUE ‘NECESITAMOS SOMBRA’, ‘NECESITAMOS MEJORAR NUESTRA CALIDAD DE VIDA’, ASÍ INICIAMOS CON UN PROYECTO DE UN VIVERO COMUNITARIO”, CONTÓ LA MODERADORA ACERCA DE SU EXPERIENCIA.
Las panelistas concordaron que un elemento clave para que más personas y otros sectores se sumen al apoyo y defensa del territorio es, principalmente, a través de la academia, ya que desde la educación se puede lograr que personas jóvenes se involucren. Sin embargo, esto no exenta al sector privado y al público o gubernamental de brindar apoyo a la lucha, mencionaron.
De la misma forma, enfatizaron en que la participación de los hombres en la lucha es fundamental. Ana, agregó que es de suma importancia que se involucren en todos los aspectos posibles, porque finalmente los problemas medioambientales son un tema que atañe a todas las personas.
“ME GUSTARÍA CERRAR ESTA PREGUNTA CON UNA FRASE, QUE A MÍ ME GUSTA MUCHO Y ES ‘NO DUDEN DEL PODER DE UN GRUPO PEQUEÑO DE PERSONAS CON UNA IDEA TRANSFORMADORA’, CREO QUE COMO DICE JUSTO ALEJANDRA, INCLUSIVE UN GRUPO PEQUEÑO DE PERSONAS QUE VISITA UN EVENTO U ORGANIZACIÓN NECESITA UN NIVEL DE COMUNIDAD Y CREO QUE QUE EN ESE SENTIDO DIGAMOS UNA DE LAS FORMAS EN LAS QUE PODEMOS HACER MEJOR RESISTENCIA ES HACIENDO COMUNIDAD, HACIENDO REDES SOLIDARIAS, REDES DE APOYO PARA TODOS ESTOS PROCESOS DE LOS QUE HEMOS HABLADO”, CONCLUYÓ LA PANELISTA Y MODERADORA NATALIA MESA.
“La vida al centro: Mujeres y Territorios” es la publicación número 31 correspondiente al trimestre de febrero – abril de Clavijero Comunidad de Saberes. La revista está disponible para consulta en la página clavigero.iteso.mx
Este texto es original de ZonaDocs y es reproducido por Amapola Periodismo como parte de una alianza de medios. Puedes leer la nota original aquí.
En un diagnóstico hecho por la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), se evidencian una serie de fallas estructurales en la impartición de justicia para mujeres indígenas y luego su internamiento en centros penitenciarios de la entidad.
Texto: Jaime Armendáriz/Raíchali
Foto: Cortesía de CEDH/Raíchali
14 de febrero 2024
Julia es una mujer indígena que lleva 8 años en una prisión de Chihuahua por haber matado a un hombre que intentó violarla. Trabajaban en el mismo lugar y él la acosó en varias ocasiones.
Esa no fue la única vez que Julia vivió violencia. A sus 13 años otro hombre la violentó. Estaban casados y quedó embarazada, pero lo dejó por sufrir violencia sexual.
Así como ella, hay por lo menos otras 7 mujeres indígenas en el centro penitenciario número 1 del estado, ubicado en Aquiles Serdán, y una más en el Cereso número 2, localizado en ciudad Juárez, pero podría haber más.
En un diagnóstico sobre mujeres en centros penitenciarios, realizado por la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), este organismo especifica que las mujeres indígenas dijeron desconocer que se trata de un hecho ilícito aquello por lo que fueron detenidas.
Por ejemplo, en su mayoría, cometieron delito en defensa propia tras sufrir algún tipo de violencia de género (física, psicológica o sexual) durante diferentes etapas de su vida y por parte de distintas personas; o realizaron alguna acción que vivieron en su entorno familiar durante su niñez.
Esto quiere decir que no hubo una visión desde lo cultural al momento de aplicar justicia en la entidad a mujeres de comunidades, establece la CEDH. A ello se le suman las barreras lingüísticas para hacer efectivo un proceso adecuado para esas mujeres, especialmente por la falta de personas intérpretes y/o traductoras en los procesos penales.
Entre los testimonios recabados por la comisión derechohumanista par su diagnóstico, está el de Ana, mujer indígena sentenciada a 11 años de prisión como cómplice en el delito de abuso sexual contra su hija.
“La historia de violencia se repitió en su familia debido a que ella también fue abusada sexualmente durante su niñez, y hasta su detención, desconocía que se trataba de un delito. Luego de 3 años interna, declaró que desea redimir la situación con su hija, a quien desea hacerle saber que no está sola”, dice el documento, publicado en enero de este año.
En el diagnóstico la CEDH advierte la posibilidad del registro irregular de las mujeres indígenas que son internadas en prisión, ya que no en todos los casos se establece la pertenencia a pueblos originarios.
En México, de conformidad con las cifras de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, hasta agosto de 2022, la población indígena y afrodescendiente en los centros de reinserción social del país, era de 7 mil 671 personas, de las cuales 255 eran mujeres y 7 mil 416 hombres.
Específicamente en Chihuahua, según datos de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal, hay 8 mujeres detectadas como de pueblos originarios, recluídas por delitos como robo agravado, abuso sexual, homicidio en grado de tentativa y homicidio. Son de Chihuahua, Urique y Guerrero, y tienen parcial o totalmente la comunicación con sus familiares.
Estela, por ejemplo, es una mujer indígena, y en su testimonio dado para el diagnóstico dijo no comprender bien cómo fue procesada y no sabe cuándo podrá salir porque ya no la visita ninguna persona defensora.
Para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) no existe uniformidad en los criterios utilizados para su identificación. En algunos lugares, las mujeres indígenas privadas de la libertad deben declararlo, mientras que en otros, el personal penitenciario discierne en función de su idioma.
Al respecto, la CEDH urge a tener mecanismos claros para el registro de quienes ingresan a los penales, así como asegurar asistencia jurídica que incluya personal especializado en el trabajo con comunidades indígenas, para dar asesoría adecuada y culturalmente informada.
También considera la necesidad de crear un centro penitenciario en la región de la Sierra Tarahumara para propiciar el contacto de las mujeres de comunidades con sus familias o personas cercanas.
Estigma y prejuicios, los obstáculos para una correcta justicia para mujeres
Ese tipo de panoramas y vivencias violentas son una constante en contra de mujeres, no sólo indígenas, sino en general de las que se encuentran recluidas en centros penitenciarios. Son también estigmatizadas socialmente y viven una cascada de consecuencias negativas a partir de estar privadas de la libertad.
En las conclusiones hechas por la CEDH en su diagnóstico, el estigma y los prejuicios obstaculizan examinar la reclusión desde una perspectiva más amplia, que revela una serie de condiciones y situaciones que colocan a todas las personas en estado de vulnerabilidad.
Además que, en caso concreto de las mujeres, prevalecen en su contra una estructura machista, con la prevalencia de estereotipos sexistas y una segregación histórica, con una tolerancia desde lo social y lo institucional.