Mezcales de sabor, una oportunidad de emprendimiento para familias guerrerenses

Texto y foto: Andrea Mendoza

2 de mayo del 2024
Chilpancingo

La venta de mezcal es un emprendimiento, mediante el cual, muchas familias de Chilpancingo, la capital, y de otras partes de la entidad, se sostienen económicamente.

Es el caso de la familia Correa Catalán, a la que la venta de mezcal les permitió dar a sus hijos educación básica y sostener sus estudios superiores.

El historiador y promotor cultural, José Luis Correa Catalán, contó que este emprendimiento juega un papel central en la economía de su familia de varias generaciones.

La familia Correa es pionera en la creación de los mezcales de sabor, los cuales, explica, son diferentes a las cremas de mezcal, pues su preparación y sabor son diferentes.

Mezcales de sabor hechos por la familia Correa en el Calehual. Foto: Andrea Mendoza

En los mezcales de sabor se halla el sabor puro del mezcal con fruta natural, mientras que, en las cremas, el mezcal se esconde detrás de leche hervida y azúcar.

Ya sea natural, o de sabor o en cremas, el mezcal es por excelencia, la bebida favorita de los guerrerenses.

La familia Correa hizo populares los mezcales de sabor lima, limón, maracuyá y anís. Estos mezcales de sabor fueron los primeros que vendieron en su casa, conocida ampliamente como El Calehual, un espacio que se transformó en un museo urbano, con una colección de máscaras, además de mezcales.

Después del auge que tuvo la familia Correa al vender sus mezcales deliciosos de sabor, otros mezcaleros comenzaron a experimentar con diferentes frutas y pulpas.

Después de un tiempo, se podía hallar mezcales de sabores como nanche, jamaica, tamarindo, entre otros, y cremas de mezcal como chicle, mazapán y chocolate. En fin, la creatividad es ahora infinita en mezcales de sabores y de cremas.

Los precios, como en todo, varían según la calidad del producto, pero no se puede negar que el sabor dulce hace que más de uno se confíe y tome más de un caballito.

La venta de mezcal, un negocio posible ante el abandono del padre

Así como la venta de mezcales por parte de mezcaleros creció, también crecieron los vendedores de mezcal. Para algunos es una aventura emprender, para otros, una necesidad.

Paola Martínez Carranza inició su emprendimiento hace siete años, cuando su padre los abandonó a ella, a su madre y su hermano menor. Estaba en la preparatoria y las ganas de estudiar no se iban.

Le comentó a su mamá que para aliviar algunos gastos comenzaría a emprender. “Mi mamá pensó que mi negocio iba a ser vender dulces afuera de la escuela, pero yo había visto videos de como hacer mezcales de sabores”, contó Paola.

Paola Carranza le pidió a su mamá apoyarla y comprar 10 litros de mezcal, con eso, ella comenzaría su venta. Compró jamaica, maracuyá y coco. Hizo unas etiquetas con el nombre Mezcales Carranza y decidió que el abondono de su papá y la falta de dinero nunca sería impedimento para no seguir sus sueños.

Hace un año terminó sus estudios en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro).

Su mezcal se vende en Cocula, Coyuca de Benítez y Chilpancingo.

“Es un negocio noble, inviertes poco y puedes ganar mucho”, dice Paola Carranza, quien con su emprendimiento financió su carrera de medicina.
En bazares de Chilpancingo, siempre se ve más de un emprendimiento de mezcal, natural y de sabores, de fruta y en cremas.

Cuando son mujeres las que están al frente de ese emprendimiento son ellas mismas quienes los preparan.

“Pruébalos; yo los hago con fruta natural y el mezcal es el del bueno”, aseguró una vendedora.

Lo cierto es que estos mezcales saben bien. El sabor fuerte del mezcal se suaviza. La fruta y el toque frío que permite saborear la bebida como si fuera un coctel hace pedir más de uno.

Para los guerrerenses la venta de mezcal significa libertad financiera y de tiempo.

El Calehual, la galería urbana que concentra a Guerrero sin salir de Chilpancingo

El mezcal, las máscaras y la buena charla son la personalidad de este espacio 


Texto: Margena de la O

Fotografía: Oscar Guerrero 

Chilpancingo

 

José Luis Correa Catalán llena dos botellas de mezcal, una natural y otra con un preparado de cajel, al fotógrafo Pedro Agüayo, quien visita por primera vez El Calehual.

Él y una mujer que lo acompaña recorren el primer nivel de la casa del anfitrión, un espacio con 450 máscaras de diferentes puntos de las siete regiones del estado, y decenas de litros de mezcal de Axaxacualco (Eduardo Neri) y Apango (Mártir de Cuilapan), dos elementos simbólicos de Guerrero, los que, a la vez, configuran la historia del linaje de los Correa.

Una vez servidos los mezcales, Correa explica las diferencias entre las máscaras de los tecuanes, según la región del estado en que fueron elaboradas. Después intercambian comentarios del uso ritual de la máscara, en particular de Acatlán, Chilapa, y de Zitlala, dos lugares nahuas de la Montaña baja de Guerrero donde la ritualidad es muy importante. Lo hacen mientras recorren el lugar.

El Calehual es una habitación con paredes cubiertas por el casi medio millar de máscaras de todos los tamaños, sin contar las miniaturas que cubren los arcos de unas de las divisiones, y algunas antigüedades. Ante eso, es casi imposible no engancharse y preguntar, y preguntar, y preguntar.

La mujer comentó al principio que sería una visita rápida, la que se alargó para escuchar atentos a Correa. Les dijo, por ejemplo, que algunas máscaras son decorativas u ornamentales, como las que elaboran los artesanos en San Francisco Ozomatlán, Huitzuco y de Ayahualulco, Chilapa, “la nueva tendencia de la máscara en Guerrero a partir de los setentas” que nunca perdió su valor artesanal.

También les compartió sobre la importancia de los saberes y las técnicas empleadas en los tres grupos en que divide su colección: las auténticas asociadas a una danza tradicional, las réplicas que mantiene para fines de archivo, y las decorativas que también tienen alguna asociación con las danzas y ritualidades, con las adecuaciones de las nuevas generaciones de mascareros y sus contextos.

Cuando los visitantes se despiden –asegurándose de llevar las dos botellas de mezcal que compraron–, anticipan a Correa que volverán, porque a El Calehual siempre se regresa. Para construir este texto, por ejemplo, se visitó el lugar más de un par de veces, la primera para conocerlo, las siguientes sólo por gusto.

Pedro Agüayo expuso, como argumento para una siguiente visita, su deseo por aprender más sobre las máscaras y las danzas de Guerrero.

Un dato que se conoce al visitar El Calehual es que la máscara de diablo colgada cerca de la ventana, desde donde se ve la calle 18 de marzo, es de las primeras que obtuvo Correa para su colección. Se trata de un diablo hecho por los artesanos de San Francisco Ozomatlán, una comunidad nahua ubicada a orilla del río Mezcala, considerada como el lugar del país donde se producen más máscaras de madera, de acuerdo con lo que han documentado algunos medios de comunicación.  

O que la máscara más antigua en la colección es un diablo de un pueblo de  Teloloapan, hecha en los años veinte.

Es probable que se asombre después de saber que en 2020, después de tres años de buscarlo en San Martín, Quechultenango, Correa logró que don Cuco Gudiño, uno de los dos últimos mascareros sanadores –que fungen como una especie de chamán en sus comunidades– de los que sabe sobreviven en el estado, le traspasara una colección de siete máscaras originales de la generación de danzantes de los años cincuentas. Son máscaras que corresponden a los danzantes originales de esa época, una de ellas es la de un hombre apellidado Bello, la gente lo reconoció porque la máscara tenía los ojos muy juntos, como él.

 La visita de la pareja ocurrió la tarde del 29 junio pasado, pero así suelen ser todas las visitas a El Calehual, que el mismo Correa define como una galería urbana, donde confluyen una especie de simbiosis que superan la degustación y la contemplación, porque queda de manifiesto la manera en que otros saberes se expresan.

Además, compartió más adelante, después de atender a sus clientes, es fundamental entender las máscaras y las danzas como dos eslabones contiguos, y a las máscaras con el mezcal, como un eterno ritual de Guerrero.

Para que estos elementos tengan ese sentido, Correa juega un papel muy importante, de entrada, garantiza una amena charla, por todo su bagaje intelectual y artístico, y todo su conocimiento sobre las máscaras, tema que ha abordado hasta en un plano académico. Su investigación de maestría lleva por título La vida social de las máscaras en Guerrero, 1970-1990.

Después, una degustación de un buen mezcal. En El Calehual ofrecen y sirven cuatro gamas de mezcal: el natural o blanco; los destilados, como el de borrego y el de pechuga; los macerados, como el amargo, el de damiana, el de hierbas, y por último, los licores que son hechos con frutas de la región. En total, unos 150 tipos de mezcales.

El elemento incorporado más reciente al mezcal, las máscaras y la charla en El Calehual, son los quesos de prensa que la familia de Correa trae de Chichihualco y Tlacotepec para ofrecerlo en venta; siempre hay prueba. Este complemento es otra ala de su historia familiar, porque está conectado a la Sierra de la zona Centro, donde se mantiene parte de la familia de su madre, Nohemí Catalán García.

Una mezcalería convertida en galería

La historia de El Calehual comenzó hace varias décadas; sólo en su espacio actual lleva 20 años. La abuela paterna inició con la venta de mezcal en la casa familiar, un poco desde la clandestinidad, porque en Chilpancingo se consideraba que era una bebida para peones, cuenta Correa. 

Por esa razón, con el paso de los años, vendían el mezcal a la usanza de las más antiguas pozolerías de Chilpancingo, fundadas por las familias tradicionales de la ciudad, quienes adaptaban una parte de sus casas para el negocio y compartían parte de su intimidad con los clientes.

Además de que hace años el mezcal de Guerrero enfrentó la estigmatización de que no era bueno y la familia de Correa, a través del El Calehual, se sumó a la tarea de cambiar esa idea. “Nos tuvimos que volver anfitriones para explicarles qué era el mezcal, qué era lo que se estaban tomado”, comenta.

Ahora, con un espacio propio, pero dentro del perímetro familiar, ofrece a sus visitantes y clientes la posibilidad de conocer diferentes lugares de Guerrero sin salir de Chilpancingo, de reconocerse a través del mezcal y las máscaras, convirtiéndose a la vez en un recinto que responde a “contextos, memorias, ritualidades” del estado.

Está en el primer nivel de una estructura modificada, con frente tanto a la avenida Ignacio Ramírez como a la calle 18 de marzo, en el centro de la ciudad.

Correa es quien está al frente del proyecto en la actualidad, pero sus padres, José Luis Correa Rivera y Nohemí Catalán García, también tienen el crédito del arranque y de que se mantenga, porque tienen una conexión familiar con el mezcal. El 13 de julio pasado, en su perfil personal de Facebook, Correa publicó una fotografía de su padre en el esplendor de El Calehual, con el siguiente pie de foto: “La mano detrás de El Calehual. Mi alquimista favorito”.

Aquí algunos datos de la tradición mezcalera de la familia de Correa. De lado de su padre solían tener mezcal en casa para elaborar remedios, amargos o licores, por la tradición que les traspasaron sus bisabuelos de Tixtla y Mochitlán. De ahí mismo proviene el hábito de elaborar licores con almíbar, propio de las frutas tradicionales, como el cajel, un cítrico ya complicado de conseguir en Guerrero. Su abuela, cuenta Correa, solía preparar antes esos licores con agua ardiente.

En La Reforma, un pueblo de Heliodoro Castillo, su bisabuelo y su abuelo materno producían mezcal para intercambiarlo en Chichihualco, cabecera de Leonardo Bravo, por insumos para alimentar a su familia.

El nombre de la galería está asociado al maguey, planta con la que se produce el mezcal. El calehual es el quiote que crece en medio de la planta cuando ya es veterana y puede alcanzar varios metros de altura; cuando ese tallo florece anuncia la muerte del agave, según se lee en una ficha sobre agroalimentación difundida por el gobierno federal.

Entre los mezcaleros de Guerrero se supo que en los plantíos, al calehual lo dejan crecer sólo entre algunas plantas para garantizar la reproducción silvestre del maguey. Para abastecer la demanda de El Calehual, Correa y su familia mantiene relación con productores de Axaxacualco y Apango, sus principales proveedores.

En El Calehual prevalece la idea inicial (y quizá ese es el motivo de que se mantenga) de ofrecer una buena bebida y un espacio íntimo de diálogo que inicia sobre las tradiciones y costumbres de un pueblo y puede concluir en un debate sobre temas políticos o sociales.

El lugar es recomendado de boca en boca por los clientes que, al salir de ahí, se convierten en amigos. Para llegar ahí hay que conocer a Correa, a su familia o a sus amigos.

Quizá esa es la razón por la que Correa le da todo el crédito a ellos de la apariencia y el alcance actual de El Calehual. La mayoría forman parte de los círculos en los que se desenvuelve: es historiador, artista plástico y un joven interesado en los sucesos sociales y políticos de Guerrero.

“Los clientes fueron nutriendo el lugar, donando (máscaras y antigüedades), y de ahí me di cuenta que había una posibilidad de hablar del estado, aventurándose a Guerrero a partir de las cosas”.

Los primeros en donarle máscaras fueron Teresa Leyva, quien le llevó 20, y Ricardo Klimek, quien le donó otro número importante; ambos son habitantes conocidos de la ciudad. Otras piezas, él mismo las adquirió o intercambió, al principio por lo estético, después por un interés de estudio.

El intercambio de máscaras sigue haciéndolo con conocidos o curiosos, que después se convierten en aliados porque los mueve el mismo interés de saber más de las máscaras y las danzas de Guerrero.

El 18 de julio pasado, lo dejó asentado en sus redes sociales, hizo un intercambio de máscaras con César Aparicio, un joven originario del barrio de San Antonio de Chilpancingo, quien, según escribió en un posteo, tiene una colección de máscaras específica de danzas de este municipio, como la de Los siete vicios: “Un Abraján por otro Abraján. César me pasó una Diablita tradicional elaborada por don Ernesto Abraján y yo le pasé un diablo, también de don Ernesto Abraján”.

El mezcal y las máscaras, un sincretismo de la ritualidad en Guerrero

Aun cuando Guerrero está en la lista del puñado de estados con denominación de origen del mezcal, lo que les concede al estado supuestos beneficios de desarrollo económico, el mezcal está asociado a un asunto más profundo: la ritualidad de los pueblos que tienen sus maneras particulares de vincularse con el entorno.

Las máscaras también son evidencia de ciertas maneras de interpretación del ambiente, y “tienen también mucho que ver con el mezcal, porque en las fiestas patronales de Guerrero el mezcal está junto con pegado, es parte de la festividad, de la ritualidad. Es una manera de ponerle un lugar donde también hay una eterna ofrenda de las máscaras”, comenta Correa sobre estos elementos vinculados a la manera en que se organizan ciertas comunidades.

Por ejemplo, las máscaras lo llevaron a conocer un mundo menos evidente, que congrega una amalgama de discursos de las comunidades. Son piezas que la misma comunidad crea como depósito de su memoria o como testigas de momentos o procesos históricos importantes, como los étnicos o de conflictos raciales en Guerrero. “Entonces, las máscaras resultan ser también el mejor testimonio de un estado que tiene una gran política de olvido sobre sus raíces”.

Para Correa, las máscaras configuran una vía que permite romper “los bronces” o las versiones institucionales que todo folcloriza y ofrece únicas versiones.

“¡No! Las máscaras hablan de cuestiones mucho más complicadas, inclusive contradictorias, acerca de lo que creemos que es la patria o el territorio”.

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Sanzekan Tinemi: el mezcal colectivo

Sanzekan Tinemi busca a través de proyectos de reforestación de maguey, de producción del mezcal y elaboración de artesanías con diferentes tipos de palma, crear mejores condiciones económicas para la población dedicada al campo.


Texto y fotografía: José Miguel Sánchez

Chilapa

 

Sanzekan Tinemi, palabras en náhuatl que significan en español siempre juntos, es una asociación civil campesina que ha establecido un trabajo colectivo, comunitario y sustentable en apoyo, principalmente, a los productores mezcaleros de Guerrero.

Su principal producto es el mezcal, el trabajo es colectivo a través de 32 fábricas ubicadas en la región Centro del estado que se aglutinan en la marca Sanzekan Tinemi con la intención de comercializar y dignificar la tradición del mezcal.

El mezcal y su marca son lo más visible de la asociación, sin embargo Sanzekan Tinemi apoya a los campesinos en la construcción de huertos familiares para garantizar un sistema de alimentación sustentable, sistemas de riego, proyectos de reforestación, talleres para la creación de abono e insecticida orgánico y la conservación de alimentos tradicionales.

“La organización cuenta con 1,200 agremiados a los cuales el apoyo les beneficia directamente, pero cada uno de ellos tiene familia y si lo vemos de esa manera al final resultan beneficiadas 30,000 personas”, explica la presidenta de Sanzekan Tinemi, Sofía García.

Sanzekan Tinemi también apoya en la confección de artesanías con palma: bolsas, tortilleros y sombreros, así como en su comercialización dentro y fuera del estado.

García cuenta que esta agrupación surgió en 1990 con el objetivo de organizar y garantizar a los campesinos de la región los apoyos económicos a los que difícilmente podían acceder, como el fertilizante y productos de Diconsa y créditos.

Ahora, a través de Sanzekan Tinemi, los campesinos se organizan para gestionar fertilizante gratuito, así como de una caja popular, tiendas rurales y la cría de pollos o puercos.

Mezcal en colectivo

Dentro de la marca Sanzekan Tinemi hay 32 mezcales. Todos son diferentes. De entrada porque lo elaboran maestros mezcaleros diferentes.  Cada uno lo produce de forma distinta: unos utilizan el agave cupreata (papalote), otros el espadín y unos más los endémicos de la región.

De esta forma se protegen las tradiciones de las distintas familias que desde hace siglos trabajan el maguey, cada una con sus propias recetas.

La etiqueta del mezcal es genérica pero respeta la identidad de cada productor: viene el nombre y firma del maestro mezcalero que lo elaboró, además de nombre de la localidad de origen, la cosecha y el número de hornada de producción, todo eso está escrito a mano en color rojo.

El objetivo es hacer patente que se trata de una elaboración artesanal.

En las oficinas centrales, ubicadas en la ciudad de Chilapa, hay estantes con botellas de todos los tamaños, desde los 100 mililitros hasta los 750.

El precio puede variar, de 300 pesos a granel a  750 y los 950 el envasado, dependiendo de la cosecha y el tiempo de maduración. La cosecha más antigua es del 2007.

Emiliano Cerros Nava es fundador de Sanzekan Tinemi, actualmente dirige el área de producción de mezcal. Explica que los precios fueron establecidos de esa manera porque cuentan con todos los permisos oficiales para su venta al mercado.

Cada maestro mezcalero produce su mezcal, a su gusto y condiciones, a partir de 100 litros se lo vende a Sanzekan Tinemi y la organización se encarga de certificarlo luego lo envasa y lo comercializa.

A las afueras de Chilapa,  se ubica la cava de Sanzekan Tinemi, un monumental edificio construido exclusivamente para resguardar alrededor de 1,800 litros de mezcal que producen al año.

La bodega tiene forma piramidal, una altura de alrededor de veinte metros y en la puerta principal recibe una pintura de Mayahuel, Dios del mezcal.

Dentro, la temperatura es de diez grados, “para resguardar las propiedades del mezcal, además de cuidar la temperatura se tiene que tener lo mínimo de luz”, explica Cerros Nava.

El mezcal es almacenado en garrafones de vidrio, en altos estantes, todo tiene un tamaño descomunal, la razón: conservar el frío y la oscuridad

Cada garrafón tiene todos los datos del maestro mezcalero que lo elaboró.

Cerros Nava cuenta que todo el proceso de producción del  mezcal es supervisado por los propios agremiados.

Desde la semilla

El maguey que se utiliza para el mezcal tarda en madurar entre siete y trece años, y se reproduce únicamente por semillas, por lo que Sanseka Tinemi cultiva plantas en sus propios viveros y tienen un sistema de reforestación que garantiza su uso sustentable.

“Para su producción utilizamos magueyes papalote silvestres (agave cupreata), esta especie es endémica de la zona y su crecimiento se da entre los 1,400 y los 2,000 metros sobre el nivel del mar, entre encinares pastizales y selvas bajas. El maguey papalote necesita entre siete hasta trece años en madurar y se reproduce únicamente por semillas, por eso aquí en Sanzekan cultivamos plantas en viveros y cuenta con un programa de reforestación”, explica Cerros Nava.

A través de proyectos de reforestación de maguey, de producción del mezcal y para la elaboración de artesanías con diferentes tipos de palma, Sanzekan Tinemi pretende crear mejores condiciones económicas para la población dedicada al campo.

Sanzekan Tinemi agrupa a maestros mezcaleros de Chilapa, Zitlala, Ahuacuotzingo y Tixtla.

“Los mezcales de la marca colectiva Sanzekan Tinemi son elaborados de manera artesanal siguiendo la tradición de siglos, la cual se ha ido transmitiendo y respetando de generación en generación”, comenta el fundador.

Sanzekan Tinemi se considera una empresa responsable, apuestan por el manejo racional y sustentable de los recursos naturales.

Cuenta con un programa de reforestación de maguey donde anualmente reforestan 1,5 millones de plantas, construye obras de conservación de suelos y retención de agua, el bagazo que resulta de la producción del mezcal lo utiliza como abono en los campos y cada una de las fábricas cuenta con biofiltros para el tratamiento de aguas residuales.

La esencia de Sanzekan Tinemi es el trabajo colectivo y responsable.

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Familias de Zihuaquio huyen otra vez por amenazas de grupo delictivo

Hace 12 días, las familias que fueron resguardadas por agentes de la Guardia Nacional, Policía Estatal y Ejército Mexicano se regresaron a Zihuaquio de donde en enero del 2020 salieron por amenazas que recibieron por parte de un grupo delictivo que les quemó sus casas y los quería obligar a que se unieran a sus actividades delictivas.


Texto: Amapola Periodismo

Fotografía: Oficial

30 de agosto del 2022

Chilpancingo

Familias de la comunidad de Zihuaquio del municipio de Coyuca de Catalán nuevamente huyeron después de haber recibido amenazas de muerte por integrantes de un grupo delictivo.

La gobernadora Evelyn Salgado Pineda confirmó que el grupo de personas de esta localidad ubicada en la Sierra nuevamente se desplazó hace cuatro días hacia Vallecitos de Zaragoza que era donde desde hace más de dos años estaba refugiados.

Vallecitos de Zaragoza, pertenece al municipio de José Azueta donde también operan varios grupos de la delincuencia.

La mandataria estatal afirmó que su gobierno dará todo su apoyo a las personas que se salieron de Zihuaquio.

«En todo momento estamos dispuestos a apoyarles en todo lo necesario, con seguridad, vamos a redoblar esfuerzos en coordinación con La Marina, Guardia Nacional, Policía Estatal y el Ejército», dijo Salgado Pineda quien fue entrevistada después de haber encabezado un acto oficial en la explanada de la plaza Primer Congreso de Anáhuac de Chilpancingo.

Hace 12 días, las familias que fueron resguardadas por agentes de la Guardia Nacional, Policía Estatal y Ejército Mexicano se regresaron a Zihuaquio de donde en enero del 2020 salieron por amenazas que recibieron por parte de un grupo delictivo que les quemó sus casas y los quería obligar a que se unieran a sus actividades delictivas.

Según las versiones de las familias ese día que llegaron a su pueblo y a otras demarcaciones aledañas los pistoleros incendiaron 60 casas y 60 fábricas de mezcal artesanal.

Las familias que habían regresado a su pueblo tenían la esperanza de volver a la normalidad sembrando sus tierras y reactivar sus viñatas de mezcal.

El mezcal artesanal que se elabora en esta comunidad de la Sierra tiene la fama de ser uno de los mejores de todo Guerrero.

La activista Teodomira Rosales Sierra, dijo que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y aquí en Guerrero, el de Evelyn Salgado Pineda, no tienen una estrategia para garantizarles el regreso a sus comunidades de miles de desplazados por la violencia.

Rosales Sierra quien es presidenta del Centro de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón, afirmó que el anterior gobierno del priísta Héctor Astudillo y el de ahora Evelyn Salgado Pineda no han podido frenar a las organizaciones criminales que operan en distintas zonas de Guerrero.

«Estos grupos delictivos que se asientan en las comunidades expulsan a las familias porque rechazan unírseles», añadió.

La activista da acompañamiento y asesoría a familias desplazadas de los municipios de Leonardo Bravo, Zitlala, Chilapa, Coyuca de Catalán y Acapulco.

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Amojileca: el pueblito pintoresco para descansar, comer pozole y tomar mezcal

Es importante ir a la casa de Rita Martínez Bustos, quien junto a su esposo, hace 12 años, fueron los creadores del mezcal de sabores frutales 100 por ciento naturales, además tienen una fábrica de mezcal y, por supuesto, es casi obligado ir a la Granja Amojileca


Texto: Beatriz García

Fotografía: Amílcar Juárez

24 de marzo del 2022

Chilpancingo

Amojileca es un pueblo pintoresco, aromático, de descanso y recreación a sólo 20 minutos de Chilpancingo. En este lugar el pozole, el mezcal en distintas presentaciones y un parque ecológico se convirtieron en un emblema.

El pueblo está en una de las faldas de la sierra de la capital, rodeado de montañas boscosas donde abundan lo pinos, las parotas, los ayacahuites, yoyotes y cedros. Ahí está la parte más cristalina y limpia del río Hucapa; desde la altura de un cerro se puede ver dónde nace el afluente y cómo cruza por el pueblo.

Aunque todos los días recibe visitantes esta comunidad, el jueves y el domingo son los dos días que más visitantes hay, porque es tradición en Guerrero comer pozole –un caldo de granos de maíz y carne de cerdo-.

De camino de Chilpancingo a Amojileca hay muchas zonas boscosas y un clima fresco.

Al llegar a Amojileca te darás cuenta que el poblado está dividido en dos calles, la que llaman principal y una contigua, ahí están las casas perfectamente delineadas una con otra, la mayoría son de un piso y muchas de ellas aún están construidas de manera tradicional, de madera, adobe y techados de teja o lámina.

Para conocer un pedacito de Amojileca es necesario comer pozole, sobre todo en alguna de las casas de la comunidad, que es lo más tradicional.

También hay restaurantes, pero algunos habitantes aseguran que son operados por gente de la ciudad de Chilpancingo, que no nativos del pueblo, por eso es mejor comer en alguna casa que ofrece este platillo típico.

También es importante ir a la casa de Rita Martínez Bustos, quien junto a su esposo, hace 12 años fueron los creadores del mezcal de sabores frutales 100 por ciento naturales, y además tienen una fábrica de mezcal y por supuesto, es casi obligado, ir a la Granja Amojileca, un parque de educación ambiental que cuenta con un mariposario, un venadario y una tirolesa, además es perfecto para campar.

El pozole, un emblema de la comunidad

Es viernes y aunque en Amojileca no es día de pozole, en casa de Eugenia Lorenzo Organista se apresuran a recalentar el pozole en su fogón de leña, mientras rebanan zanahoria, cebolla y chile para agregarles limón y sal y con esta ensalada acompañar el pozole que después servirá a los comensales en una cazuela de barro.

Después limpia los chiles jalapeños que en su interior pondrá una mezcla de cebolla, queso y crema, así tener listas una botana típica: los chiles capones, que también acompañará el platillo.

La mujer contó que además prepara otras botanas para los comensales los días de pozole, como patitas de puerco, carnitas, tacos dorados y tostadas.

En la casa de Eugenia Lorenzo está montado uno de los 10 negocios de venta de pozole que hay en la localidad en viviendas particulares, además de los seis restaurantes que hay en Amojileca, de acuerdo a algunos habitantes. Algunos son restaurantes y otros específicamente de venta de pozole en casas particulares.

“A nosotros casi siempre nos compra la gente del pueblo”, expresó Eugenia respecto a las personas que venden en sus casas.

Eugenia explicó que en las casas que venden pozole hay un ambiente de familiaridad y confianza, es por ello que quienes acuden a comprarles son la misma gente del pueblo.

Ella tiene apenas un año vendiendo pozole en Amojicela, pero en casa de su madre Paula Organista lleva vendiendo pozole desde hace 12 años.

“En casa puedes andar vestida como quieras, no necesitas traer un uniforme, acá la casa es sencilla”, insistió.

Al comer pozole en casas, el dinero va directamente a la economía de las familias del pueblo. Al mismo tiempo de consumir en las viviendas, las familias apoyan comprando el maíz para preparar el pozole con los mismos lugareños.

Los habitantes del pueblo saben que muchos de los restaurantes del lugar son de personas de la capital, quienes emplean a gente del pueblo.

Poco a poco el aroma del pozole impregna la casa de madera de Eugenia, que está pegadita a un cerro, que la vuelve fría, pero que el fogón poco a poco calienta el espacio.

Ahora sí, la mujer sirve las cazuelas del pozole. Después sirve los aditamentos, en un plato están los chiles capones, en otro más aguacate, chicharrón de cerco, tortillas fritas, cebolla, chile, limón y sal. No pueden faltar las copitas de mezcal, servidas en los vasos que en el pueblo las llaman “de cruz”, que en realidad es el tamaño de un vasito de vela, que en la parte superior tiene pintada una cruz.

El mezcal de Rita, su lucha contra el cáncer originó la tradición del mezcal con fruta macerada

Es momento de visitar la casa de Rita y de su esposo Bruno Adame Pastor, quienes fabrican el mezcal de sabores frutales, totalmente naturales, sin azúcar, con miel.

Estos mezcales se volvieron una tradición en la comunidad, y otros lugareños también comenzaron a elaborarlos. En realidad, esta creación fue por una situación dolorosa a la que se enfrentaron: a Rita le detectaron cáncer de mama.

Bruno era transportista, pero tuvo que abandonar su empleo para acompañar a Rita en los procesos médicos que debía enfrentar, al mismo tiempo su situación económica mermó.

“Llegó el momento que ya no tuve dinero para las quimios de ella, para el medicamento, biopsias, mastografías y teníamos mucho mezcal blanco, ya la desesperación empezamos a inventarlo”, dijo Bruno mientras señala una botella de mezcal con fruta macerada de maracuyá que está en su mesa junto a otras de sabores variados.

A Rita se le ocurrió producir mezcal con fruta, que además la volvería una bebida fresca y que podía degustarse en fiestas. Pero algo importante es que no debía llevar saborizantes ni azúcar refinada, por su experiencia sabía que esos productos producen cáncer.

La elaboración de la bebida se les facilitó porque la familia de Bruno tiene una fábrica de mezcal –que en otro momento visitaremos cuando se esté produciendo- entonces sólo faltaba hacer las mezclas, y además, con ella, tendría una variedad de bebidas con mezcal que ofrecería a sus compradores: mezcal puro, mezcal de avispa, preparados de mezcal fermentado con frutas picadas o yerbas como anís, ajenjo, damiana, toronjil o menta, y por último el mezcal con frutas maceradas.

Bruno empezó a salir a otras comunidades a ofrecer la bebida con conocidos. Tuvo éxito.

“Gracias a esto, mi mujer lleva 11 años con cáncer y gracias a esto pagué todo lo que debía”, expresó el mezcalero.

Este preparado de mezcal, nunca lo patentó la pareja, ahora muchos lugareños y fuera de la localidad lo hacen.

“La misma necesidad, la misma ignorancia, nunca lo patentamos”, añadió Bruno, mientras sirve un caballito de mezcal de café italiano, granos que le regalaron.

Tiene otra justificación para no haberlo patentado, de haber sido así tendría que haber aumentado costos por el embasamiento en vidrio y el etiquetado, y lo que le interesa es que no se encarezca el producto, pero la garantía de calidad es el preparado de mezcal con fruta.

Rita es la encargada de prepara las pulpas de fruta, con una receta secreta, entre ellas más de 30 mezclas como: fresa, durazno, mango, limón, mora, uva, naranja, piña, betabel, mandarina, chocolate, piña colada, café, coco, nuez.

Pero si a Bruno le hacen un pedido especial de mezcal con saborizantes –porque así lo pide el cliente- como el de chicle o pistache, los hace.

Durante estos once años, además de enfrentar el cáncer con su esposa, Bruno ha movido en diferentes estados el mezcal con fruta macerada, principalmente en Michoacán y Guanajuato, además de otros municipios de Guerrero, pero además a su casa han acudido extranjeros a consumirlo. El año pasado, en

Michoacán, preparó 100 litros de la bebida para una boda, y es así como buscan a Rita y a Bruno, para que su bebida sea parte de los festejos de sus compradores, al mismo tiempo que ella sigue su batalla contra el cáncer.

La Granja Amojileca un lugar de descanso y recreación en medio de la naturaleza

Para finalizar la visita en Amojileca es obligado ir a la Granja Amojileca, un parque de educación ambiental, ubicado en el kilómetro 1.5 del tramo Amojileca-Omiltemi, de la carretera Chilpancingo-Jaleaca de Catalán, propiedad de la familia Villanueva Castro.

Al llegar a ese punto carretero lo que delata el inicio de la Granja Amojileca es una gran lona puesta sobre una puerta de tela de metal que dice: “Granja Amojileca. Tirolesa. Venadario. Comida típica. Mariposario. Museo del Reciclaje”.

Al entrar lo primero que observas son plantas y flores en artículos de segundo uso que ahora fungen como macetas, abundan zapatos, llantas, bicicletas, conos de señalamientos, trastes, bacinicas, una cafetera, botellas, una taza de baño, juguetes, este es la construcción del Museo Guerrerense del Reciclaje (Mugre), contó el profesor, Elino Villanueva González, uno de los propietarios de este museo.

Antes de iniciar el recorrido en la Granja con alumnos de la secundaria Eucaria Apreza de la localidad, que el mismo profesor guió, se sienta en el corredor principal de los dos que hay en el lugar, donde los domingos es restaurante, pero también es espacio para campar, hacer parrilladas o dar platicas, como momentos antes, cuando leyó unas crónicas a los jóvenes que él mismo escribió.

Hace 20 años surgió la idea de este proyecto ecoturístico y coincidió con la adquisición de este predio de siete hectáreas, rodeado de cerros y zonas boscosas, tres manantiales, 200 metros de río Huacapa – que rodea a la granja- que es una herencia familiar del profesor y su esposa María Magdalena Castro Bautista.

La consideración para que les donaran el terreno era que debían hacer “algo bonito para el pueblo”.

Entonces, hace 16 años, el profesor y su familia regresaron de Baja California Sur, donde habitaban, ahí comenzó la aventura para gestar la Granja Amojileca, que subsiste con las donaciones de visitantes, de proyectos para obtener recursos económicos y ahora con el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, con el que emplean a mujeres y hombres, y con los que coadyuvan para cumplir con el lema “otra forma de ver el mundo”.

Este proyecto tiene la idea de revertir la cultura de desdén por la naturaleza que prevalece en Chilpancingo. Además de ofrecer espacios de descanso y recreación

“La idea son tres líneas básicas, cero marcas, cero partidos políticos y cero candidatos, en el momento que aquí se notara una línea política el proyecto se deshacía”, manifestó.

En el recorrido con los alumnos el profesor explica a una veintena de jóvenes en qué consiste el Mugre.

Luego emprenden la subida a la parte alta de la Granja. En el trayecto hay unos corrales de gallinas guajolotes, también hay estanques con agua, un estanque con tortugas. Más adelante está otro corredor con parrillas para asar carnes y acampar.

La segunda parada es en el venadario, en una parte más alta del lugar, donde se conserva y preserva a los venados cola blanca en peligro de extinción.

Los jóvenes toman trozos de zanahoria y se acercan a la malla metálica para ofrecer alimento a los animales, que están domesticados para tener contacto con los visitantes. El profesor les explica brevemente los términos legales para tener a los animales ahí, su alimentación y la preservación de la especie.

El camino es largo. Por un sendero los alumnos continúan la caminata, hasta llegar al mirador, desde ahí se ve la dimensión completa de Amojileca, el agua cristalina del rio, parcelas de maíz y aguacate, además de las calles trazadas del pueblo y los enormes cerros reverdecidos que lo rodean. Ahí está la tirolesa de 140 metros de largo y 40 metros de altura. El lance, tiene un costo de 50 pesos. Además es la manera más corta de regresar a la parte baja y terminar el recorrido, de lo contrario debes regresar por el lugar que llegaste.

La mayoría de los jóvenes, uno a uno, se animan a lanzarse por la tirolesa. La adrenalina se les nota desde que se les coloca el equipo de seguridad, las manos les sudan y las agitan en repetidas ocasiones.

El trayecto terminó. Ahora es momento de firmar y dejar un mensaje en los cuadernos de visitas del lugar, en el que los propietarios aseguran que suman más de un millón. Pronto la noche caerá.

 

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100% Tixtla: el mezcal positivo de Tixtla

De acuerdo con Nava Orozco 100% Tixtla es la marca de mezcal que más a recorrido el mundo; Australia, Alemania, Rumania, Polonia, el Vaticano, Japón, son algunos destinos a los que ha llegado 100% Tixtla


Texto: José Miguel Sánchez

Fotografía: Itzel Urieta

21 de febrero 2022

Tixtla

 

Tixtla es un pequeño municipio, ubicado a sólo media hora de Chilpancingo, de donde son varios productores de mezcal de la región Centro del estado. De este lugar son varias marcas que buscan presentar lo positivo que tiene el municipio.

La marca 100% Tixtla es de mezcal guerrerense originaria del municipio que lleva el nombre y ha recorrido el mundo. Es un mezcal de agave Cupreata joven de 50 grados y cuenta con el marbete de aprobación que otorga el Consejo regulador del mezcal. Su principal objetivo es apoyar el talento artístico y cultural de la región.

Su creador, Jorge Nava Orozco es mercadólogo de profesión y comerciante, se define como un mezcalero de corazón. A través de su marca 100% Tixtla, busca dar a conocer lo mejor de Tixtla a través de la bebida más representativa de la región, el mezcal.

De playeras de danzas típicas a mezcal

Todo comenzó con la venta de playeras sobre las danzas del municipio. “La idea fue siempre dar a conocer lo mejor de Tixtla. Empezamos con playeras estampadas con fotos de los Manueles, Tlacololeros, Diablos, danzas muy locales y representativas”.

Pasaron tres meses para migrar de la venta de playeras al mezcal. Nava Orozco quiso expandir su negocio y pensó en el mezcal por ser una bebida tradicional y que a él le gusta mucho.

En marzo de 2012 se terminó el lote de playeras con las que inició 100% Tixtla y comenzaron con las pruebas de envase y etiquetado de lo que más adelante sería el producto estrella. El primer nombre fue Mezcal y vida 100% Tixtla y se lanzó junto con un documental donde se relata el proceso de producción de la bebida.

Así comenzó la historia de un mezcal que ha recorrido el mundo y que sirve para apoyar al arte y la cultura de Tixtla.

Una manera de aportar

Durante estos nueve años 100% Tixtla se consolidó como una marca representativa, Nava Orozco considera que el nombre jugó un papel muy importante. “En el nombre llevamos la penitencia, al ponerle 100% Tixtla tenemos que abarcar el 100% de las cosas buenas de aquí”, comenta entre risas.

El mezcal es sólo una parte del concepto de 100% Tixtla, Nava Orozco a través de su marca busca apoyar a diferentes sectores como artistas locales y deportistas.

Ediciones especiales de botellas son intervenidas por artistas locales en las cuales plasman danzas tradicionales o paisajes locales. Con estas ganancias que genera la venta del mezcal se patrocinan obras de teatro, catas de mezcal, eventos deportivos, y danzas.

Las ganancias de 100% Tixtla también apoyan en el municipio a escuelas infantiles de futbol, básquetbol y atletismo que participan en concurso estatales y nacionales “se trata de apoyar lo bueno que tenemos y cuando nos referimos a lo bueno también hablamos de los talentos que hay aquí”.

La comercializacíon

La venta de 100% Tixtla se realiza a través de la página de Facebook de la marca y cuentan con envíos nacionales e internacionales

De acuerdo con Nava Orozco su marca de mezcal es la que más a recorrido el mundo: Australia, Alemania, Rumania, Polonia, el Vaticano, Japón, son algunos destinos a los que ha llegado 100% Tixtla.

“Siempre les pedimos a nuestros clientes que nos manden fotos del destino final del mezcal y cuando nos la mandan de repente aparecen lugares que ni nos imaginamos”, cuenta.

El mezcal no era una bebida reconocida por la sociedad fuera de las regiones donde se producía, según Nava Orozco el boom del mezcal se da en la Ciudad de México con el movimiento hípster, quienes buscaron en los bares de la Ciudad México bebidas alternativas a las ya conocidas tradicionalmente.

Ese boom le permitió a 100% Tixtla tener puntos de venta en la capital del país y en restaurantes de Guanajuato y Cuernavaca.

Además de ofrecer mezcal hay a la venta cajas de regalo, que incluyen caballitos o jícaras donde tradicionalmente se toma el mezcal, y son intervenidas por artistas locales con diseños exclusivos.

En el futuro cercano 100% Tixtla pretende tener una tienda física donde se busca que sea una galería de arte donde se realicen eventos artísticos y culturales.

Mezcal guerrerense

El mezcal es una bebida que se produce en los estados de Guerrero, Oaxaca y Puebla principalmente, en nuestro estado la región Centro donde se ubica Tixtla es uno los principales productores de esta bebida que es un destilado del maguey.

De acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Oaxaca es el principal productor de esta bebida a nivel nacional con el 65% de la producción nacional. Guerrero es el segundo productor de mezcal más importante de México. Su producción alcanza 1.5 millones de litros al año.

A pesar de ser el segundo productor a nivel nacional, en Guerrero sólo existen 20 marcas registras ante el Consejo regulador del mezcal. En Oaxaca hay 600.

La marca 100% Tixtla es una de las 20 registras en el estado. La fabrica se ubica en la comunidad de Omeapa y lo realizan con un proceso artesanal una vez al año en los meses de abril y mayo, posteriormente se envasa y está listo para competir con marcas nacionales de mezcal.

 

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