Misión del herbario de la Uagro: preservar la flora de los pueblos originarios

Texto y fotografía: José Miguel Sánchez

Axaxacualco

 

Cuatro personas caminan entre el bosque, alejados de la civilización, sortean piedras, tepetates, campos de siembra, árboles y espinas. En el recorrido es probable que topen con animales peligrosos.

El camino es angosto, de herradura, solo pasan personas y una que otra vez campesinos con sus burros cargados de leña. Kilómetros atrás quedó la carretera.

El grupo de caminantes consta de un guía y tres biólogos que buscan plantas para la colección del Herbario de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro). La misión principal es hallar dos especies de plantas muy específicas: un tipo de pericón nativo y, probablemente, un nuevo tipo de orquídea que crece en las zonas más alejadas de la región.

El punto de partida fue la comunidad de Axaxacualco, municipio de Eduardo Neri, a unos 40 minutos de Chilpancingo.

En Axaxacualco, el grupo de biólogos junto con otros académicos de la Uagro, realizaron un taller en una primaria para que los niños conozcan la biodiversidad en la que habitan; sus plantas, sus aves, murciélagos, la importancia de los polinizadores y de los fósiles.

Después del taller, el grupo de investigadores se retira y solo se quedan dos biólogas y un biólogo, para internarse en el bosque a buscar plantas nativas del lugar para la colección del Herbario Universitario.

Una moto taxi acerca a este grupo de biólogos hasta donde la carretera se los permite, de ahí caminaran una pendiente de cuatro kilómetros hacía un punto conocido por los pobladores como El Sótano.

El guía Manuel de la Cruz García, un campesino algo regordete, de mirada amable y risueña, va adelante. Siempre que mira suelta una sonrisa que da confianza, no sabe leer ni escribir, sin pena admite que toda su vida la dedicó al campo, pero con su conocimiento ahora acompaña y guía al grupo de biólogos.

Manuel abre paso con su machete. Como acompaña a los biólogos en estos recorridos sabe que plantas faltan por recolectar y a donde hay que ir para hallarlas.

Conoce las plantas, los caminos y las formas de vida de la población, es el campesino que sin estudios es el biólogo, antropólogo y sociólogo de su comunidad.

Detrás de Manuel camina Natividad Herrera Castro, directora del Herbario Universitario. Es la mujer con más experiencia en recolección del grupo, le siguen Luis Javier González Almazán y Celia Gallardo García, biólogos recién egresados de la Escuela Superior de Ciencias Naturales.

En la imagen, el grupo de biólogos conformado por Natividad Herrera Castro, directora del Herbario Universitario; Javier González Almazán; Celia Gallardo García y el guía Manuel de la Cruz García durante una recolección de plantas en el cerro del Epazote en Axaxcualco, municipio de Eduardo Neri.

El cerro El Epazote

El camino comienza en las faldas del cerro El Epazote, a 1,698 metros sobre el nivel del mar y se avizora una larga caminata hacía el punto más alto del ejido de Axaxacualco.

El camino es estrecho, entre plantas y árboles se hace angosto, la labor de este grupo de biólogos consiste en recolectar plantas con flor, que serán prensadas y llevadas a Chilpancingo para su resguardo.
“Con esto logramos tener un registro sobre diversidad florística que hay en las comunidades», explica Javier González.

Aunque parece una tarea sencilla, la labor va más allá de sólo caminar y cortar flores.

Javier porta una prensa especial para recolección de plantas; un cuadrado que hace mucho bulto. Son dos rejas de madera y en el interior papel periódico y cartón que, como su nombre la indica, prensan las plantas.

La prensa, la herramienta de trabajo más importante, es pesada y aún no lleva nada.

El grupo camina, se adentra en la vegetación espesa y cada cierto tiempo se detiene a recolectar.

Hablan con tecnicismos y nombres científicos. “Parece de la familia Malvaceae, córtala y corroboras”, le indica Herrera Castro a su grupo de biólogos.

Javier González guarda la planta. Después, retoman la caminata.

En la imagen, la directora del Herbario Universitario, Natividad Herrera Castro recolecta una flor en el cerro del Epazote en Axaxacualco. Foto: José Miguel Sánchez.

Primera parada

Durante la primera hora de camino recogen siete plantas. Es hora de hacer una parada.

La parada no es para descansar. Sacan una por una las plantas ya recolectadas. Es hora de prensar. “Es la parte más tediosa de esto”, menciona Javier.

Buscan un lugar para estar cómodos. Javier y Celia se acomodan en el suelo y revisan todo lo recolectado.

De la planta recolectada cortan un tramo. La pieza tiene que incluir el tallo, la hoja y la flor. La ponen sobre papel periódico y en una ficha anotan todos los datos acerca de ella, posible familia a la que pertenece, nombre científico, nombre común, lugar donde se halló, altitud y coordenadas, todo para identificar sus características.

Las plantas puestas sobre el papel periódico van a la prensa y así serán transportadas.

“Las prensamos en papel periódico para que éste absorba toda la humedad”, explica Javier, quien investiga sobre mariposas pero también conoce de plantas.

Después del primer descanso la caminata cerro arriba continúa. El día está nublado, eso ayuda a mitigar la fatiga.

Conforme se sube el paisaje cambia, ya no es una selva tupida, en la cima del cerro de El Epazote hay planicies. Ahí se puede descansar un poco.

Ahí aparece una de los flores objetivo, el pericón silvestre de esta zona del estado.

Javier corta algunas flores y las embolsa, el procedimiento sigue igual, cortar, embolsar y caminar.

La bolsa ya va cargada de plantas por segunda ocasión, es hora de prensar de nuevo.

Se sientan, ya fueron dos horas y media de camino y falta llegar al Sótano, el punto donde puede estar un nuevo tipo de orquídea originaria de la región.

El cansancio y la hora ya no permiten continuar, en poco tiempo anochecerá y no es buena idea que caiga la oscuridad.

“Faltan otros 40 minutos para llegar al Sótano, al paso que vamos tardaríamos otra hora», menciona el guía.

El equipo de biólogos vuelve a prensar todas las plantas recolectadas en la segunda mitad del camino, sentados en piedras y bajo un árbol aprovechan para conversar.

Manuel, el guía, se pierde por un rato, solo se escucha el ruido de su machete.

De repente regresa con una flor amarilla. «¡La encontré!», exclama Manuel con singular alegría. La muestra a los biólogos y después de observarla concluyen que esa no es la flor que buscan.

Deciden regresar. Bajar requiere de dos horas mínimo. A la mitad, se suelta una fuerte lluvia. Cubren la prensa con bolsas e impermeables. En su interior van 80 plantas.

Ya en Axaxacualco, se sabe que a la flor amarilla que halló Manuel se le dice popularmente como flor de sobaco, porque dentro tiene pelitos que parecen bellos corporales.

La orquídea que buscan se conoce como flor de globo, por la manera en que sus hojas envuelven el centro y que en la región es muy popular para ofrendar a los difuntos en las festividades del día de muertos.

Aunque no se halló uno de los objetivos prioritarios, este tipo de recolecciones que realizan los biólogos terminan en el Herbario de la Universidad, un espacio de conservación de la flora local.

En la imagen, los biólogos Javier González Almazán y Celia Gallardo García prensan las plantas después de la recolección. Foto: José Miguel Sánchez.
En la imagen, Javier González observa la llamada flor de sobaco después de su recolección. Foto: José Miguel Sánchez.
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