Alcalde Moisés Antonio González les presume a los manifestantes que él cuando era maestro de la CETEG y normalista de Ayotzinapa quemaba camiones
Texto: José Miguel Sánchez
Fotografía: Cortesía
27 de junio de 2022
Chilpancingo
Alumnos, maestros y padres de familia de la escuela primaria Leonardo Mier Peralta, en Tixtla, protestaron fuera del ayuntamiento para exigirle al presidente municipal, Moisés Antonio Gonzales Cabañas, que cumpla con la promesa de rehabilitar las instalaciones del plantel.
Los manifestantes colocaron una lona en la entrada principal del ayuntamiento donde se leía: “Exigimos el cumplimiento de los compromisos del presidente municipal de Tixtla; espacios dignos, explanada techada, aula de medios, biblioteca”.
Además, un grupo de niños, alumnos del plantel, llevaron pancartas a la protesta con esta consigna escrita: “Derecho a la educación de calidad con infraestructura educativa”.
Los maestros y padres de familia exigieron una reunión con González Cabañas para retomar los acuerdos que antes abordaron y que tiene que ver con la demolición de una aula.
A la manifestación llegaron directores del ayuntamiento, quienes les dijeron a los manifestantes que el presidente no podía atenderlos porque estaba en un evento en Chilpancingo. Los inconformes respondieron a los funcionarios que sólo dialogarían con González Cabañas.
Minutos después, a través de una llamada telefónica, el presidente municipal se comunicó con los manifestantes y les pidió que retiraran la protesta.
“Queremos recordarle del compromiso que usted vino adquirir con nosotros, ante los padres, de apoyarnos con la demolición de una aula”, le dijo una madre de familia a González Cabañas por teléfono.
“Ustedes piensan que el compromiso que yo adquirí con ustedes fue darles los 83,000 pesos”, respondió el alcalde y agregó: “nosotros cumplimos con apoyarles con la demolición y yo no sé si la empresa que fue por el escombro y el metal les pagó, y no me importa, nosotros fuimos quienes mediamos para conseguir esa empresa”.
los padres le pidieron una reunión privada al presidente municipal y él les dijo que mantendrá un dialogo abierto y les pidió respeto para los funcionarios que estaban en la manifestación.
«Mire, yo lo voy hacer, pero si me empiezan, eh (…). Yo fui de la CETEG, yo también quemaba camiones en Ayotzinapa», le dijo González Cabañas a una profesora en alusión a la protesta que estaban llevando a cabo fuera del ayuntamiento.
«Mire, nosotros no vamos a quemar el pueblo y disculpe que usted lo esté diciendo, nosotros no estamos yéndonos por los extremos», le reviró la maestra.
La conversación telefónica que tuvieron con el alcalde fue filtrada a los reporteros por los manifestantes.
Desde hace once años, Hipólito es el director y desde entonces emprendió una lucha para que sus alumnos reciban clases en espacios dignos. Hoy se ven los primeros frutos: fuera del aula de madera hay volteos y albañiles trabajando en lo que serán las dos primeras aulas, la dirección y los baños construidos de concreto.
Texto: José Miguel Sánchez
Fotografía: Amílcar Juárez
15 de mayo de 2022
Chilpancingo
Al fondo del aula de paredes de madera, techo de lámina y piso de tierra, está en un escritorio envejecido Hipólito Hernández Ojéndiz director de la primaria Gregorio Alfonso Alvarado López, de la comunidad Emperador Cuauhtémoc, en Chilpancingo.
Desde hace once años, Hipólito es el director y desde entonces emprendió una lucha para que sus alumnos reciban clases en espacios dignos. Hoy se ven los primeros frutos: fuera del aula de madera hay volteos y albañiles trabajando en lo que serán las dos primeras aulas, la dirección y los baños construidos de concreto.
En la comunidad Emperador Cuauhtémoc convergen los cuatro pueblos originarios del Guerrero: los ñomndaa, na savi, me’phaa y los nahua.
La primaria se fundó hace 16 años, es multicultural, bilingüe. Cuando Hipólito llegó a la primaria, en 2011, lo único que había era un aula de adobe construida por los padres de familia en un terreno escabroso e inseguro, eso fue parte de lo que lo motivó para quedarse.
“El derecho a la educación no se le niega a nadie y aunque eso signifique dar clases bajo un árbol, eso haremos”, asegura Hipólito.
La vocación de ser profesor
La vocación de Hipólito comenzó en su pueblo, Huiztlatzala, en el municipio de Zapotitlán Tablas en la Montaña, donde la principal actividad económica es el campo y las oportunidades para que los jóvenes se conviertan en profesionistas son muy pocas.
Hipólito es me´phaa, estudió la primaria en su comunidad, para seguir estudiando la secundaria tuvo que trasladarse a la cabecera municipal, a una hora de distancia, donde vivió con un tío.
Para la preparatoria tuvo que emigrar de su municipio, se trasladó a Chilpancingo; al terminar presentó un examen de oposición y consiguió una beca en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) campus Ajusco, en la Ciudad de México.
Cuatro años después, regresó a Guerrero y comenzó a dar clases en la comunidad de Agua Xoco, en Acatepec, en la Montaña, a cinco horas de la capital.
En Acatepec, Hipólito trabajó 28 años, ocho frente a grupo y los otros veinte como director.
Trabajó en distintos centros educativos en Acatepec, sobre todo en comunidades rurales, con hijos de campesinos, como Agua Xoco, Alcamani y Caxitepec, recuerda.
Después fue invitado a participar en un proyecto de enseñanza de lenguas originarias en la normal de Teloloapan en la región Norte. Ahí estuvo seis años.
Cuando cumplió 28 años de servicio, Hipólito pensó en jubilarse, pero en ese momento Vicente Melqueades Galeana, entonces director de Educación Indígena de la Secretaría de Educación Guerrero (SEG) le propuso irse a la primaria de la comunidad Emperador Cuauhtémoc.
“Me contaron de las condiciones de la escuela, las características, las carencias y lo vi como un último reto antes de jubilarme, los dos años que me faltan los dedicaré a esa escuela”, recuerda.
La realidad es que esos dos años que planeó se convirtieron en ocho. Cuando llegó a la primaria tenía 18 alumnos, un aula de adobe. Era él solo.
Para dar clases se organizaba por horarios y pasaba de un grupo a otro dejando trabajos en lo que daba clases a otros, al terminar tenía que atender la parte administrativa y directiva del plantel.
Años después, llegaron estudiantes de la normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa a realizar sus prácticas profesionales, eso fue un alivio para Hipólito.
Lucha contra la discriminación
La escuela primaria Gregorio Alfonso Alvarado López se fundó en septiembre del 2006 para que los hijos de familias migrantes de pueblos originarios tuvieran acceso a la educación.
“La fundación fue un logro de madres y padres para que sus hijos tuvieran acceso al derecho fundamental de la educación”, dice Hipólito.
Hipólito cuenta que los padres de familia son obreros que venden su fuerza de trabajo en la capital en la construcción o en el comercio, y debido a la lejanía de la comunidad tener acceso a un centro educativo era muy complicado.
Los pobladores dentro de la comunidad buscaron un predio donde se pudiera ubicar la escuela primaria, lo hallaron en el punto más alto, desde donde se puede ver gran parte de Chilpancingo.
En 2006 arrancaron sus clave, era de 18 alumnos la SEG no los tomaba en cuenta y se convirtieron un módulo de otras escuelas. Primero de Ometepec, luego de Acapulco y al final de una de Chilapa.
“Si no tienes clave no existes, y nosotros no existíamos, siempre que hacíamos gestiones nos pedían la clave”, afirma.
Sin clave les cerraron las puertas en las dependencia a todas las gestiones que realizaba. A pesar de eso los alumnos siempre recibieron documentos oficiales, aunque fueran de otras escuelas.
Hipólito no sólo atribuye esas negativas a una cuestión burocrática, sino a una cuestión discriminatoria.
“Por ser una escuela indígena y bilingüe nos hacían eso”, comentó.
Durante muchos años los niños recibieron clases en condiciones precarias: de las aulas se filtraba el agua, el polvo y sufrían las inclemencias del clima.
Los materiales como las butacas, pizarrones y libros de texto con los que trabajaron eran donados por otras escuelas.
En el tema de la infraestructura fueron los padres quienes siempre aportaron lo que pudieron para estar en condiciones aceptables, con el temblor de septiembre de 2017 el aula de adobe se derrumbó.
Eso no fue impedimento, los padres construyeron dos aulas ahora de madera con su propio dinero y recursos para que sus hijos recibieran clases.
Para lograr la clave tuvieron que enfrentar varios obstáculos: la escritura del predio, con la cual no se contaba y debido a un dictamen de Protección Civil necesitaba retajar el cerro para cumplir medidas de la seguridad que le requerían.
Después de ocho años de gestiones, en septiembre del 2020, la primaria recibió la clave (12DPB0554Z), lo que permitió tener el acceso a la construcción de dos aulas, baños y la dirección.
Un homenaje a la militancia indígena
Gregorio Alfonzo Alvarado López fue integrante de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación Guerrero (Ceteg) y del Consejo Guerrerense 500 años de Resistencia Indígena, proyecto del cual se desprende la comunidad Emperador Cuauhtémoc.
Alvarado López fue profesor zapoteca, originario de Oaxaca que fundó la comunidad, siempre cercano a las luchas de izquierda, indígenas y campesinas en los 90.
El 26 de septiembre de 1996, salió de una reunión del Consejo Guerrerense de 500 años de Resistencia Indígena, en la calle Nicolás Catalán, en el centro de Chilpancingo, cuando manejaba un Volkswagen fue detenido y desaparecido. Desde entonces no se sabe nada de él.
En su honor y memoria la primaria lleva su nombre.
La comunidad Emperador Cuauhtémoc surge como un espacio para que los habitantes de los cuatro pueblos originarios tengan un lugar donde llegar, es un espacio de autogestión e independencia, alejado de las formas tradicionales de la política mexicana.
Producto de la lucha del Consejo Guerrerense 500 años de Resistencia Indígena consiguieron el predio que lo comenzaron a habitar sus militantes.
Con una visión de autogestión, administran la comunidad, en asambleas toman las decisiones, su representación es horizontal.
Con esa visión fue que los habitantes buscaron un espacio para que sus hijos tengan acceso a una educación multicultural.
El futuro
Hipólito sabe que pronto tiene que retirarse, admite que ya no tiene la energía de antes, con carnosidad en los ojos pero sus convicciones continúan firmes, luchar por una educación digna para todos y todas las niñas del estado.
Actualmente la matrícula es de 53 alumnos, cuentan con tres profesores de base, dos egresados de Ayotzinapa, más practicantes, las condiciones, sin duda, han mejorado mucho, pero aún queda mucho por hacer.
“Las aulas son un primer paso, falta la barda perimetral, un techado para las actividades cívicas y muchas cosas, pero hasta donde podamos vamos a seguir buscando mejores condiciones”, asegura Hipólito.
La SEP determinó que desaparezca Escuelas de Tiempo Completo, un programa con evaluaciones positivas. En su lugar, priorizó a La Escuela es Nuestra, a pesar de que en 2020 no dejó evidencias de que 573 mdp fueran gastados correctamente.
Texto: Nayeli Roldan / Animal Político
Fotografía:
3 de marzo de 2022
La administración de Andrés Manuel López Obrador desapareció el programa de Escuelas de Tiempo Completo, que daba alimentos y clases extraescolares en horario ampliado a 3.6 millones de alumnos, para invertir ese presupuesto en su nuevo programa de infraestructura La Escuela es Nuestra, pese a las irregularidades detectadas en su segundo año de operación, como la falta de certeza sobre el destino de uno de cada dos pesos que recibió.
De acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación (ASF), no existen pruebas de que 573 millones de pesos de La Escuela es Nuestra hayan sido gastados para mejorar la infraestructura de los planteles, el objetivo del programa. Esto significa la mitad de los mil 187 millones de pesos del presupuesto auditado en 2020.
En cambio, Escuelas de Tiempo Completo —iniciado en 2006 y que había crecido de manera paulatina en los siguientes 12 años, enfocado sobre todo en las zonas más marginadas del país— consiguió mejorar el rendimiento escolar, según la última revisión del Consejo Nacional de Evaluación de la Política en Desarrollo Social (Coneval), llevada a cabo en 2018.
Sin embargo, desde el inicio de la administración de López Obrador, este programa tuvo un primer recorte de 50% y en 2021 ya no se le asignaron recursos. La SEP argumentó que no desaparecería, pues a través de La Escuela es Nuestra los padres de familia podían seguir contratando servicios de alimentación, pagar a los maestros que dieran clases en el horario ampliado o mejorar la infraestructura de los planteles. Pero a partir de 2022, las reglas de operación advierten que el único objetivo de este programa es la mejora de infraestructura, por lo que no habría posibilidad de tener los servicios de Escuelas de Tiempo Completo.
En La Escuela es Nuestra, programa creado en este sexenio, la SEP entrega dinero directamente a los comités escolares integrados por padres de familia y maestros, y ellos deben contratar a quienes hagan las obras para así evitar “intermediarios”, según el presidente López Obrador.
La decisión de desaparecer Escuelas de Tiempo Completo, con jornada ampliada que además ayudaba a las madres trabajadoras en las tareas de cuidado y a los propios niños en recibir alimentación, se debió —según dijo la secretaria de Educación, Delfina Gómez— a que el presupuesto sería reorientado a la infraestructura escolar a través de La Escuela es Nuestra.
Sin embargo, el programa tiene más irregularidades que beneficios.
En los expedientes de mil 686 planteles beneficiarios en 2020, “no se cuenta con evidencia que demuestre que con los recursos otorgados se llevaron a cabo acciones para mejorar las condiciones de infraestructura y equipamiento de los planteles de acuerdo con sus necesidades, por lo que no se pudo comprobar que estos se hubiesen destinado para cumplir con los objetivos del programa”, advierte la Auditoría en el Informe de Cuenta Pública entregado en febrero.
La raíz de esta irregularidad es la “falta de mecanismos de control, supervisión y seguimiento de los apoyos otorgados”, de acuerdo con la Auditoría.
Entre los casos revisados, por ejemplo, en una escuela de Puebla, la presidenta del Comité Escolar reportó que la tesorera le dijo que “tomó 82 mil pesos para atender necesidades personales sin que a la fecha de la visita de verificación los hubiese devuelto”. En Tlaxcala, la tesorera informó que en noviembre de 2020 sufrió el robo de 64 mil pesos y denunció los hechos ante la Procuraduría General del Estado, por lo que proporcionó copia de la carpeta de investigación.
De otros 23 millones 643 mil pesos, solo existen “comprobantes simplificados, notas simples de venta o de remisión, y listas de raya, sin que, en la mayoría de los casos, se tratara de planteles en los que, por su ubicación geográfica, se tuviera la necesidad de realizar adquisiciones de bienes y contratación de servicios en comercios, negocios o con personas que no cumplan con los elementos de comprobación fiscal, tal como lo establecen los lineamientos de operación del programa vigentes en 2020”, señala la Auditoría.
Otros 9 millones 450 mil pesos se entregaron a 40 beneficiarios del programa, aunque las tarjetas nunca fueron activadas. El dinero no regresó a las arcas públicas ni se destinó a la mejora de infraestructura.
En 49 escuelas, los consejos escolares decidieron hacer obras mayores en los planteles, por lo que contrataron a “profesionales” para que se hicieran cargo de la supervisión de estas a través de una “carta responsiva”. Sin embargo, en realidad no contaban con los conocimientos y la experiencia requeridos.
Esto cobra relevancia, advirtió la Auditoría, porque en Tlaxcala, por ejemplo, la directora y algunos padres de familia de una escuela solicitaron al Instituto Tlaxcalteca de la Infraestructura Física Educativa un dictamen técnico de una obra mayor que se llevó a cabo con los recursos del programa, pero este indicó que “la obra se realizó sin su autorización y sin contar con un estudio de mecánica de suelo, ni con constancias de factibilidad de protección civil, y determinó que la obra era inestable y existía riesgo de caída, por lo que sugería su reestructuración”.
Escuelas de Tiempo Completo funcionaba
En la revisión al programa realizada por el Coneval en 2018, a 12 años de su creación, se analizaron los resultados obtenidos por los alumnos en la prueba PLANEA respecto de aprendizaje de matemáticas y lengua, y se concluyó que las escuelas integradas al programa lograron disminuir el número de estudiantes en rezago.
Los alumnos de sexto grado de Escuelas de Tiempo Completo “registran una disminución promedio de 3.1 puntos porcentuales en el porcentaje de alumnos correspondientes al nivel I de desempeño en matemáticas y un incremento de 1.6 puntos porcentuales en el nivel IV”, dice la evaluación.
Los mayores beneficios se observan entre las poblaciones más vulnerables, pues, de acuerdo con el análisis, el incremento de la duración de la jornada escolar en un esquema con servicio de alimentación “es una intervención efectiva para mejorar el logro educativo y el nivel de aprendizaje, primordialmente, entre los estudiantes de escuelas primarias en localidades de alta marginación”.
Esto, porque el propio diseño del programa “presupone un mecanismo causal que vincula a la población en situación de vulnerabilidad o en contextos de riesgo social con la necesidad de mayor tiempo de instrucción y alimentación como el medio para incrementar su nivel de logro educativo”.
También, en las escuelas primarias participantes se identificó una disminución significativa en las tasas de repetición y rezago educativo, respectivamente, en el periodo 2007-2017.
Las tasas de abandono presentan un aumento para las escuelas que no cuentan con servicio de alimentación en 2.2 puntos porcentuales, en contraste con la disminución de 1.16 puntos porcentuales en las escuelas que sí cuentan con este servicio. “Esto sugiere que el servicio de alimentación contribuye a disminuir el abandono a nivel secundaria”, dice la revisión.
De hecho, en 2017, la Dirección General de Evaluación de Políticas de la SEP también evaluó el programa y concluyó que “tiene un efecto positivo en el rendimiento académico de los alumnos. La percepción de los directores y los padres de los beneficiados también apoya esta indicación”.