Restaurante El Azafrán, de la tragedia a la generación de empleos

Texto y foto: Alberto Ramírez Santos

23 de febrero del 2024

Chilpancingo

 

El Azafrán es un restaurante de Chilpancingo fundado por Indira Magaña Galeana, hace tres años, después de haberse quedado sin empleo y de haber fallecido su esposo de covid-19.

La pandemia que inició en el año 2020 dejó a muchas personas sin empleo en todo el mundo, uno de esos casos es el de Indira, una mujer que perdió su empleo en el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), pero además en el mismo contexto falleció su esposo y ella se quedó sola con sus dos hijas.

Indira es profesionista, es abogada penalista, tiene una maestría y un doctorado en derecho penal acusatorio.

Indira Magaña, propietaria y trabajadora en el restaurante El Azafrán, el 23 de febrero del 2024.

Fue un momento de su vida muy complicado porque tuvo dos pérdidas, su trabajo y a su esposo y tenía que buscar la manera de generar recursos para sacar adelante a sus hijas.

Ella es una mujer que con el tiempo logró ver la vida de diferente manera, canalizó su dolor y preocupación en el bienestar de su familia y se puso a trabajar.

“El trabajo fue mi terapia”, mencionó.

En el año 2020, obligada por la circunstancia y motivada por una de sus amigas, optó por vender camarones a sus conocidos y en las entradas de algunas tiendas comerciales para generar recursos.

Mencionó que vender ese producto era muy cansado y pesado pues tenía que andar bajo los rayos del sol, sin embargo, lo tenía que hacer porque requería dinero para sobrevivir y también salir de su duelo.

Un día, al regresar a su casa, después de sus ventas, analizó para qué era buena, que otras habilidades tenía, además de sus actividades profesionales, que en ese momento no podía ejercer, pero tenía la necesidad de trabajar para alimentarse ella y sus hijas.

Fue ahí cuando reflexionó sobre su habilidad por el arte culinario y por el gusto de realizar esta actividad. No tiene una carrera profesional en la gastronomía o en administración, lo que aprendió fue en el proceso.

indira inició con la preparación de paella, hasta ese momento, no sabía qué nombre le pondría a su negocio y mucho menos la magnitud y el crecimiento que tendría.

En una ocasión, en la preparación de paella, estaba analizando qué nombre ponerle a su negocio, mientras pensaba en eso estaba leyendo los ingredientes para preparar este alimento y, entre ellos, estaba el azafrán, le pareció un buen nombre y decidió usarlo.

una de sus principales preocupaciones era a quién le iba a vender la comida si no conocía a mucha gente, era una persona que casi no socializaba y su grupo de amigas era reducido.

Las redes sociales fueron clave para iniciar; de ser una persona que casi no usaba estos medios de comunicación, se unió a todos los grupos de ventas que encontró y empezó a publicar su producto en cada uno de ellos.

Durante toda la entrevista, Indira se mostró muy agradecida con las personas que la apoyaron y las que la apoyan actualmente, ya sea en compartir las publicaciones de su negocio o por consumir en su emprendimiento.

Sus amigas la motivaron a que siguiera creciendo con su negocio y que no quedara en un mismo lugar o desistiera. Incluso algunas de ellas la apoyaron al sacar cosas a crédito para que ella continuara con su pasión de cocinar y vivir de eso.

Comentó que para hacer crecer su negocio tuvo que levantarse muy temprano, dormirse muy tarde y hubo algunas noches en las que, incluso, no durmió.

“No hay gloria sin sacrificio”, dijo.

Su emprendimiento creció gracias a sus ganas de salir adelante, a que le pone todo el corazón a lo que hace y al apoyo de sus amigas; algunas de ellas incluso las conoció en redes sociales cuando publicaba su negocio en los grupos de Facebook.

Una amiga que conoció en esta red social la motivó a poner un local, así que acondicionó una mesa con algunas cosas que tenía en su casa y empezó a anunciarse como un restaurante, sus dos hijas fueron un apoyo fundamental porque le ayudaban a meserear y a otras actividades que se requerían.

Recuerda que en ese momento tenía tantas ganas de tener ya muchas mesas y que su negocio creciera muy rápido, sin embargo, reconoce que el emprendimiento es un proceso y no se va a tener todo lo que desean de la noche a la mañana.

Conforme realizaba más ventas, le pedía al carpintero que le fabricara más mesas, entre más ventas había más mesas mandaba a hacer, algo que no pasó de inmediato, pero fue constante.

A cada alimento preparado, ella le pone toda la dedicación, siempre le dice a sus colaboradores que hagan las cosas como si fueran para ellos. Mencionó que su principal competencia es ella misma y que de la cocina no sale un alimento sin antes haberlo revisado.

Lasaña de plátano preparada por Indira Magaña en el restaurante El Azafrán, el 23 de febrero del 2024.

indira tiene la firme creencia que el éxito de su negocio se lo debe principalmente a Dios, dijo que se acuesta y se levanta dándole gracias a él.

Actualmente, el restaurante se convirtió en una fuente de empleo, tiene a cinco colaboradores, seis, incluyéndose ella, mientras sus hijas estudian.

“Me satisface mucho el hecho de haber emprendido y de tener la oportunidad de generar empleos”, expresó Indira con tanto entusiasmo, con la sonrisa que desde el inicio de la conversación mostró.

Los principales platillos que El Azafrán ofrece son: paella, lasaña, pastas, cortes selectos, ensaladas y postres.

Tiene objetivos bien claros y a corto plazo. Pretende abrir otra sucursal en una ubicación más céntrica, eso además de ayudarle con su crecimiento, permitirá generar más empleos y esa una satisfacción muy grande, después de saber lo que significa el desempleo.

Su motivación y sus ganas de crecer son por sus dos hijas, quienes, además, cuando están de vacaciones le ayudan en el restaurante, ya sea a trabajar o a aportar alguna idea para mejorar el servicio y los productos.

El ejemplo de mujer trabajadora que les dio a sus hijas rindió frutos, ahora son personas que saben valorar, administrar y cuidar sus recursos, tienen una buena educación financiera.

No creía que su negocio iba a crecer tanto como lo ha hecho hasta ahora, son tantos los factores que le permitieron lograrlo, su familia, sus amigas, Dios y sobre todo, los clientes a quienes les está muy agradecida.

En verano y en diciembre, suele dar cursos de cocina para que las demás personas puedan aprender, pero mencionó que en sus cursos ella va más allá de enseñar a realizar platillos, a los participantes los motiva a emprender, les habla de educación financiera, conservación y preservación de alimentos y a motivarlos a seguir adelante, entre otros aspectos.

“Yo quiero ser una persona que inspire”, expresó con entusiasmo.

Invitó a las personas, sobre todas a las mujeres, que no tengan miedo de hacer algo nuevo, que es normal sentirlo, sin embargo, no se deben dejar vencer por los temores y dijo que todas las personas tienen la misma capacidad de ser empresarias y triunfadoras, unos más rápidos que otros, pero que sí se puede.

“El emprendimiento transforma vidas, para empezar generamos empleos, hace que tengamos una libertad y capacidad económica y hace que tengas la seguridad de que no vas hacer lo que no quieres o no te gusta”.

indira es una mujer alegre, amable, empática que durante toda la entrevista no dejó de sonreír, pese a que estaba recordando momentos difíciles de su vida. Es una persona que inspira.

El restaurante está ubicado en Primer Cerrada de Rinconada de Ocotepec, fraccionamiento Mitsumaru, lote 4, sección C, colonia 20 de noviembre, en Chilpancingo.

La repostería casera de Sweet Cookies

Angélica tuvo la idea de emprender su negocio para generar un dinero extra y poder solventar gastos propios. A los trece años comenzó a vender sus galletas en la secundaria


 

Texto: Itzel Urieta

Fotografía: José Miguel Sánchez

10 de febrero de 2022

Chilpancingo

 

Ver a su a abuela hornear pasteles y galletas inspiró desde muy pequeña  a Angélica Morlet Meneces para iniciar en el mundo de la repostería. Las primeras galletas que Angélica realizó las hizo con su abuelita, fue ella quién le dio la receta.

Angélica tenía 13 años cuando horneó sus primeras galletas y se dio cuenta de que  la repostaría le gustaba. Angélica ahora tiene 16 años y ha emprendido su propio negocio al que llamó Sweet Cookies.

Sweet Cookies en español significa dulce galleta. Angélica optó por ponerle este nombre a su emprendimiento por el valor sentimental de haber horneado sus primeras galletas con su abuelita.

El inicio de Sweet Cookies

Angélica tuvo la idea de emprender su negocio para generar un dinero extra y poder solventar gastos propios. A los trece años comenzó a vender sus galletas en la secundaria.

Le pidió a su abuelita apoyo para que sus postres les quedaran iguales en sabor a los de ella. Angélica viene de una familia repostera, su mamá también aprendió a realizar postres.

Los consejos de su abuelita y su mamá le han servido para mejorar en su negocio. Aunque Angélica comenzó muy pequeña a hornear nunca le dio miedo estar en la cocina. “Nunca me ha dado miedo estar en el horno, me daba más miedo que mi negocio no funcionara”, comenta.

Después de aprender a realizar diferentes postres Angélica decidió no sólo venderlos en su escuela, ella quiso ampliarse y aprovechó las redes sociales para crear una página de Instagram donde comenzó a ofrecer sus productos.

Angélica sabe hornear unos 10 postres, entre pasteles, galletas, gelatinas, pays y brownies.

Su especialidad son los brownies a los cuales les ha dado un toque diferente. Ha innovado creándolos en forma de pizza, añadiéndoles topings y han sido bien aceptados pos sus clientes.

Es a través de las redes que ha podido generar ventas y tener sus clientes.

Emprender a corta edad

Angélica comenzó su emprendimiento pequeña, es por ello que siempre a contando con el apoyo de su familia principalmente de su madre quien suele acompañarla a realizar entregas y a algunos bazares.

Los emprendimientos siempre traen retos y dificultades, emprender a corta edad significó para Angélica tener que enfrentar cosas que no estaban en sus manos y que llegaron a hacerla sentir con bajones emocionales.

La pandemia por Covid-19 fue un factor que Angélica no tenía contemplado, sus clientes eran sus compañeros de escuela y de otras escuelas. Al cambiar a clases virtuales se modificó completamente su forma de vender.

Ante ese panorama Angélica optó por usas las redes sociales para vender, si bien siempre le han sido de gran ayuda también llegaron a significar algo muy difícil en un momento de su venta.

Después de un tiempo de abrir su cuenta para vender sus postres, Angélica comenzó a recibir ataques mediante una cuenta falsa que incitaba a que no consumieran sus productos. “Me bajoneó mucho y opté por cerrar mi cuenta”, comenta.

Angélica nunca supo quien creó esa cuenta, con ayuda de sus clientes y su familia comenzó a reportarla hasta que fue eliminada y ya no volvieron a molestarla.

Este suceso fue complicado de llevar para Angélica, ya no quería ornear. “Dejé de hornear ya no quería saber nada de esto”. El apoyo de sus clientes quienes le pedían que volviera a vender la animó para reabrir su cuenta. Ella misma también se dio ánimos y con ayuda de su mamá comenzó a hornear nuevamente.

Angélica aprendió a sobreponerse ante esta situación y si volviera a pasar por algo similar sabría afrontarlo, ya no se enfocaría en los comentarios negativos.

Seguir haciendo lo que le gusta  

Angélica aún no sabe sobre qué estudiará después de concluir su bachillerato, lo que sí sabe es que quiere seguir en el mundo de la repostería. “Aunque estudie otra carrera que no sea parecida a esto yo quiero seguir orneando”, comenta.

Sweet Cookies le ha permitido tener ingresos extra para ella, apoyar a su familia, su abuelita quien es su mayor inspiración ya no ornea para vender, Angélica le ha dado un uso a sus redes sociales para apoyarla.

En temporada de rosca de reyes Angélica ha utilizado su cuenta en redes sociales para promocionarla a ella, es una manera de regresarle un poco lo que aprendió gracias a ella.

El sabor casero es lo que cree ella que la diferencia de otros emprendimientos, por eso ella no ve como competencia a otras personas que realizan los mismos productos, considera todos tienen su esencia.

Registrar su marca es algo que le gustaría hacer y seguir aprendiendo más sobre repostería, poner su local y ampliarse.

Para Angélica dar a sus clientes sabor y felicidad en lo que le piden es algo fundamental en su negocio y es lo que más le da satisfacción. “Poder darles un poco de mí, de lo que hago y que lo disfruten me gusta. “

Su  mayor inspiración para seguir con sus postres es su abuelita. «A mi abuelita le diría gracias por heredarme tu pasión por la repostería, tus consejos y tu ejemplo siempre están presentes».

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