Efraín Torres recibe 3 pesos por kilo del jitomate que cosechó este año en Azinyahualco

La pandemia por la Covid-19 pega con más de un 80 por ciento de reducción en el precio del fruto a productores de este pueblo de Chilpancingo


 

Texto: Beatriz García

Fotografía: José Luis de la Cruz 

5 de enero del 2021

Chilpancingo 

 

Efraín Torres Morales tiene 30 años y 25 de ellos los ha dedicado a la siembra de jitomate en su pueblo, Azinyahualco, perteneciente a Chilpancingo. Nunca como ahora, su economía mermó porque el precio del jitomate que cosecha bajó más de un 80 por ciento. La causa, la pandemia por la Covid-19.

 

El propio Efraín clarificó con costos su situación. En otros años, en tiempos de cosecha, como ahora, la caja de jitomate de 25 kilos llegó a venderla entre 400 y 500 pesos, pero ahora le dan de 80 a 100 pesos, es decir, entre 3 y 4 pesos por kilo.

 

Efraín trabaja en la siembra del jitomate junto a su padre. Ambos son el sustento de su familia. Además de ellos, dice Efraín, al menos 20 personas más del pueblo se dedican a la siembra del jitomate.

 

 

La imagen corresponde al vivero Rubí de Chilpancingo, donde los productores de jitomate también han padecido los estragos de la pandemia. Foto de archivo.

 

Todos los productores en el pueblo comenzaron a cosechar el jitomate a principios de diciembre, ya con malos augurios. Su comprador habitual desde hace años les dijo, según la versión de Efraín, que esta vez no podría comprarles la cosecha porque, les justificó, muchos mercados siguen cerrados por la pandemia y es donde ellos mantienen sus clientes potenciales.

 

“A nosotros él nos dice que los mercados están cerrados, que hay jitomate en otros lugares, que a todos se les está reteniendo, por eso el precio de jitomate está bajando”, dice.

 

Esto impactó en la mal venta del jitomate. Lo que han podido colocar en el mercado lo hacen a bajísimo costo.

 

La producción de jitomate en Azinyahualco es considerable. Sólo Efraín sembró unas 6,000 plantas, primero 2,500 plantas y a los 15 días el resto. El fin de sembrar el jitomate por etapas, explicó, fue para evitar que el producto se cosechara en una sola remesa y eso redujera más el precio en esta pandemia, pero no funcionó.

 

El kilo de jitomate se puede conseguir en los mercados a bajo costo, por ejemplo, en algunos de Acapulco hasta en cinco pesos, lo que significa que los vendedores lo compran a menor costo, como el que ahora les ofrecen a los productores de Azinyahualco.

 

Para hacer visible su situación, la mañana del lunes, los productores estuvieron vendiendo su jitomate en El Ocotito, otro pueblo de Chilpancingo, pero ya más cercano a la ciudad. Sobre la carretera federal Acapulco-Chilpancingo colocaron camionetas cargadas de jitomate, a las cuales les colgaron pancartas con los siguientes textos: “Consume local”, “Compre jitomate”, “Apoya al campesino”, “Apoya a campesinos en crisis”.

 

La situación para estos productores comienza a salirse de control, porque, además del bajo costo, el jitomate se les está pudriendo. Efraín calcula que con cada corte por semana, los campesinos, de manera individual, pierden unas 10 cajas con producto, lo que se traduce en unos 1,000 pesos desperdiciados.

 

En su caso, el joven debe pagar a los peones que le ayudan a fumigar, regar, limpiar y cortar el jitomate, en total cuatro personas, a quienes paga por separado 150 pesos por jornada, venda o no el producto.

 

Tanto Efraín, como sus compañeros que estuvieron en El Ocotito, hicieron pública su situación porque su intención es llegar a oídos de las autoridades para que asuman el caso de manera urgente. El asunto es que no lo han hecho.

 

 

Contenido patrocinado por la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas